Opinión

El escándalo de los Rolex ha tenido como virtud secundaria poner de relieve los entresijos del poder, las entrañas mediocres de un gobierno endeble, precario y torpísimo hasta extremos impensados.

Empezó con la mentira presidencial respecto de su procedencia (“son de antaño”), la obstaculización a la justicia al negarse a recibir a los fiscales que buscaban la visualización de las joyas, las disfuncionales y desafortunadas declaraciones de buena parte de su gabinete ministerial (¿no son capaces de armar un comité de crisis?), la reacción destemplada frente a un justificado allanamiento, la aparición inusitada de la presidenta con el comando conjunto de las Fuerzas Armadas en las escalinatas de Palacio y que el Premier -abogado él- diga que se trató de un “acto político” (¿?), el inmenso silencio de la primera mandataria para explicarle al país el asunto o brindarle una narrativa creíble.

Un incidente coyuntural ha escalado hasta niveles insospechados por culpa exclusiva de una gobernante que no tiene el empaque de atender una tormenta que empezó pequeña y ha crecido hasta niveles que hacen zozobrar la nave gubernativa.

Frente a ello vuelve a surgir la inquietud respecto de si se debe o no recortar el mandato presidencial, a través de una renuncia o de una vacancia. No creo que ninguna de las dos se produzca y que seguiremos soportando la medianía de un régimen que no augura ningún buen resultado en ninguna política pública, pero no por ello podemos dejar de expresar nuestro parecer respecto de que lo mejor que le podría pasar al país es que acabe este suplicio y se reinicie la política nacional con nuevas elecciones generales que incluyan al Congreso. No hay necesidad de prolongar la agonía hasta el 2026, abonando el terreno a favor de los candidatos radicales disruptivos.

Cada Rolex que surge son cien mil votos para Antauro y compañía. Cada dislate presidencial y exabrupto congresal (percibida por la población como una coalición derechista) hace crecer las posibilidades de una izquierda que debió haber quedado sepultada luego del sainete golpista y corrupto de Pedro Castillo.

Tags:

dinaboluarte, piederecho, Rolex

Esta casita de cartón abre sus puertas rememorando días de antaño en estas fechas, cuando en la quinta donde crecí mis primeros años de vida, Enrique Palacios, todavía aludes de fe brotaban de algunos vecinos, como la familia de mi gran amigo, el ‘pumita’ Andy (apodo que le pusieran por el famoso cantante del grupo Génesis), que lo llevaban a regañadientas a la iglesia o lo encerraban para hacerle ver la vida de Jesús en películas que se emitían por canales de señal abierta, como a varios alguna vez nos pasó, o como también cuando los niños teníamos la excusa al no tener clases para hacer ‘diabluras’ y media por el barrio, como jugar hasta altas horas de la noche fútbol en las veredas o las pistas, a las canicas, al trompo, a los ‘chipitaps’, a las escondidas, chapadas, etc. Pero a su vez, justamente entre esos recuerdos está uno en especial, porque descubría el otro lado del pueblo y del que era parte inevitablemente al ser hijo de provincianos emigrados a Lima. Y es que en aquellos tiempos mis padres se encontraban en separaciones y por eso me iba por temporadas a vivir al cerro San Cristóbal, donde mi tío Felix, en aquellos años donde los celulares no tenían cámaras que pudieran registrar al momento, o con un ‘live’ compartirlo o subirlo al Tik Tok, sino por el contrario, eran unos ladrillos que pocos tenían, y entre eso estaba un acontecimiento extraordionario, por el sentimiento popular entrañable que vería. Era el funeral de un vecino y quien lo despedía era el famoso ‘cantante de los muertos’ o de los ‘funerales’, como así también lo conocían a William Palomino, el popular ‘Chacalín’.
Cuenta la historia, que aquel chico humilde, ‘crema’ de corazón, tendría su primera oportunidad en un escenario por el recordado Tongo, quien lo conoció cuando vendía caramelos y cigarros, y en una presentación le invitaría a subirse en el escenario, y de allí no pararía con el estilo ‘chacalonero’ que lo distinguiría. Compartiendo escenarios con grandes de la chicha como ‘Papá’ Chacalón o el ‘Rey’ Vico. Y es que se dice que despidió a más de diez mil muertos en los cerros y barrios fervorosos de la Lima profunda. Curiosa y tristemente, quien lo hacía en despedida para los que están arriba, ahora lo hace presencialmente. Y es que todos lo que alguna vez éramos ‘patas de perro’ o hemos vivido en algún cono o calles o cerros candentes donde los vientos populares se respira, ha oído ‘Diabetes de amor’ (en relación a la penosa enfermedad que tenía) o aquella memorable interpretación allá por finales del 2016, un lunes aparentemente cualquiera y en un cumpleaños, en la ‘sabrosa’ Santa Anita, con los ‘herederos’ de los ‘bravos’ de la carretera central, Pity Coronado y Richard Navarro. Y los temas eran ‘Vasito de Licor’ y ‘Virgen de las Mercedes’, ésta última, canción emblema para las personas recluidas. Y de esto y en sí, en la búsqueda de ese palpito y sentir único que tiene el pueblo, del que no se puede describir pero que late en cada cerro o barrio profundo, escribiría en mi libro ‘Generación Equivocada’ este episodio real. He aquí a un párrafo:

«Allá en el cielo se escucha un canto/ Aquí en la tierra, / lamento y llanto. / De tus amigos/ que te extrañan tanto/ Y tu familia/ que llora por ti… La canción era parte del repertorio de despedida que infaltablemente en cada cerro de Lima se escuchaba. Nunca te olvidaré y para otros Se Fue, eran los nombres, aunque más conocido era por el último. Y el féretro saldría cargado con mi primo de uno de sus lados delanteros. Veía llorar a sus amigos y familiares penosamente. “Se fue…/ se fue…/ Y no volverá jamás / Carlos se ha ido / Para la eternidad…/ Carlos – era el nombre de la persona fallecida – se ha ido / para la eternidad. Lo bañarían de cervezas. Allí vería a mi otro primo, Fidel, con el rostro caído mientras que Pool lloraba insondablemente como la novia que dejaba al igual que su hija. La madre sería auxiliada, estaba ahogándose entre llantos y penar. Al fondo de la sala vería una gigantografía de su foto con las siguientes palabras: “Carlos Alberto Ruiz Paredes. El adiós del amigo del barrio. ¡Hasta siempre hermano!”. Dentro de mí un suspiro conceptualizó el momento: ojalá alguna vez me despidan así, con esa muestra tan afectiva llena de pasión y sentimiento. Del suelo se alzaba el polvo y las casitas de estera eran empapadas por éstas, y las gentes lanzaban flores mientras los fuegos artificiales al cielo le daba un hermoso marco. Fue la mejor despedida que le pudieron dar, estoy seguro. Me uní a las voces que coreaban: “¡Carlos, presente! ¡Carlos, por siempre presente!”.
Con los años este artista volvería a mi vida y justamente con aquella ya lengendaria presentacion de ese himno que todo carretero ha oído, ‘Vasito de Licor’. Pero curiosamente ya no por aquellos lugares, sino en el corazón de la capital, el Centro de Lima, y con aquellos bellos y jóvenes locos que suelen reunirse, como el ‘Chato’ Alex o Crisor y los grupos urbanos que invaden con sus diferentes modas extranjeras, pero del que cuando llegan a sus puertas el desamor, desprenden lágrimas y cantos profundos con estos temas. Pues así como el amor tiene una pasión indescriptible al amar, al desamar no hay respuesta, por igual. Se dice que el ‘cantante de los muertos y los entierros’ murió a consecuencia de la diabetes que acarreaba. Yo creo que allá arriba, ahora, con su voz quebrada y ‘aguardientosa’, como lo tienen aquellos artistas destinados a cantar al alma, está ahora cantando esas canciones que dan una ‘sed’ inacabable y a puro baile. Esta casita de cartón cierra sus puertas evocando aquel día en homenaje a este cantante popular de ese otro Perú o Lima que se desconoce pero que existe, y del que también va para ellos este reconocimiento. Con esa música que nos acompaña en el sentimiento al perder un
amor y hasta un familiar. ‘Allá en el cielo se escucha un canto’… seguramente. Hasta volvernos a encontrar, maestro.

Tags:

cerro san cristobal, Chacalín, Chicha, cumbia, Generación Equivocada, Semana Santa

Hoy es Sábado de Gloria -aunque ya nadie lo llama así ¿verdad?- y, a mitad de camino entre los fiesteros, que ya deben estar lo suficientemente sazonados como para aparecer, como se debe(zampados hasta su mano), en los clásicos reportajes que saldránmañana sobre las juergas playeras por el fin de semana largo, y los “piadosos” políticos que deberían arder por combustión espontánea cada vez que comulgan, se golpean el pecho en la Catedral de Lima o en Ayacucho, o pasan por la puerta de alguna iglesia; podemos dedicarnos a recordar aquellas composiciones que, inspiradas en los relatos bíblicos y desde distintas épocas, crearon momentos musicales inolvidables y sobrecogedores.

Algunos pueden pensar en Bach o en Haendel, en Neal Morse o en Stryper, en los boleros evangélicos de Iván Cruz o las plegarias pop-rock monetizadas de Jesús Adrián Romero. Como ocurre con tantos otros géneros artísticos, después de varias décadas de producciones musicales, hay para todos los gustos y sensibilidades. Hoy vamos a referirnos a dos títulos emblemáticos de la Semana Santa musical: una ópera-rock que marcó a varias generaciones en distintos idiomas, por sus conexiones con la estética y filosofía hippie; y una pieza sinfónica-coral que fue fondo para la película más descarnada sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, estrenada hace ya dos décadas.

Jesucristo Superstar (1970): Un clásico que conecta rock y religiosidad

¿Quién no ha visto, en colegios o grupos parroquiales de barrio, alguna representación de esta icónica obra del teatro musical? Desde actuaciones austeras y amateurs hasta producciones profesionales de enormes presupuestos, Jesucristo Superstar conserva su irreverente propuesta, 53 años después de haber sido estrenada en Broadway, en octubre de 1971.

Sin embargo, lo que pocos saben es que la famosa ópera-rock apareció primero en 1970, como un álbum doble para luego convertirse en libreto a ser interpretado por actores. Los británicos Tim Rice (79, letra) y Andrew Lloyd Webber (76, música) compusieron esta obra conceptual sobre la última semana de la vida pública de Jesús,interpretando libremente las clásicas historias de los Evangelios canónicos.

La voluptuosidad y desenfreno de la contracultura hippie definieron el guion de Jesus Christ Superstar, que significó un cambio radical frente a las clásicas representaciones de temas bíblicos en las artes escénicas y musicales, en las que primaba el recato y la épica espiritualidad, como en las películas de Cecil B. de Mille. La versión fílmica, dirigida por Norman Jewison en 1973 y protagonizada por los actores y cantantes Ted Neeley (80) e Yvonne Elliman (72), desató iras santas que la acusaron de hereje, blasfema y lujuriosa.

Musicalmente hablando, Jesus Christ Superstar contiene interesantes arreglos para orquesta, coros y grupo de rock, entre lo psicodélico y lo sinfónico. The Grease Band -Allan Spencer (bajo), Bruce Rowland (batería), Neil Hubbard y Henry McCullough (guitarras)-, conocidos por haber acompañado al vocalista inglés Joe Cocker (1944-2014) en Woodstock, se encargó de la base rockera mientras que la orquesta de los prestigiosos estudios Decca fue dirigida por el mismo Lloyd Webber, uno de los compositores de obras musicales más reconocidos del mundo.

El principal atractivo del disco son los vocalistas, todos en el primer momento de sus carreras: En el papel de Jesús estuvo Ian Gillan, quien había ingresado un año antes a Deep Purple, banda con la que alcanzaría fama y fortuna a nivel mundial. Como María Magdalena se luce Yvonne Elliman, cantante hawaiiana que, luego de participar en los primeros montajes teatrales y cinematográficos de esta obra, se hizo mundialmente conocida con su versión del tema disco If I can’thave you, composición original de los Bee Gees para la banda sonora de la recordada película Saturday Night Fever (1977, la que convirtió en megaestrella al actor John Travolta).

Asimismo, destacan Murray Head como Judas Iscariote, Victor Brox y Brian Keith en los papeles de Caifás y Anás, y John Gustafson, como Simón el Zelota. Head tuvo éxito radial en 1985 con el temaelectropop One night in Bangkok, mientras que Gustafson es conocido entre los fanáticos más profundos del hard-rock clásico como bajista y vocalista de Quatermass, grupo que editó un único LP en 1970 que pasó a la historia por contener la versión original de Black sheep ofthe family, uno de los temas del álbum debut de Rainbow, el grupo que armó Ritchie Blackmore tras su salida de Deep Purple en 1975. Por su parte, el fallecido Barry Dennen, conocido por ser parte del elenco de la versión cinematográfica de otro recordado musical, Fiddler on the roof (1971), interpretó a Poncio Pilatos.

La vigencia de esta obra se sostiene en la calidad de sus composiciones: los leitmotiv centrales son Overture y Hossana, presentes en distintas variaciones, intensidades y acentos. Esta y otras técnicas del teatro musical, como el llamado y respuesta de dos coros –The templeWhat’s the buzz/Strange thing mystifying– o el tema en clave de vaudeville –Herod’s song (Try it and see), son usadas por Lloyd Webber de forma dosificada y precisa para no cansar al oyente. Temas como Gethsemane (I only want to sayI don’t know how tolove him se han convertido en himnos modernos por las potentes interpretaciones vocales de Gillan y Elliman, pero hay otras canciones igualmente valiosas como Everything’s alrightSuperstar o Judas death, en la que se repite la melodía de This Jesus must die, con otra letra y en una tonalidad diferente a la cantada por Brox, quien fuera integrante de The Aynsley Dunbar Retaliation -el combo de blues-rockliderado por el legendario baterista que trabajó para John Mayall, Frank Zappa, Journey, etc.-, entre 1968 y 1970.

El impacto de Jesus Christ Superstar fue tan grande que existen grabaciones distintas hasta en 48 idiomas, siendo una de las más conocidas la versión en español de 1975. La traducción y adaptación de los textos, hecha por los españoles Jaime Azpilicueta e Ignacio Artime había tenido algunas representaciones locales, pero su repercusión fue nula debido a la censura durante los últimos años del régimen franquista. El baladista y cantautor Camilo Sesto, entonces con 29 años y cinco exitosos discos publicados, invirtió 12 millones de pesetas para una gigantesca producción, con orquesta, coros, vestuarios y banda en vivo, que fue presentada durante medio año en el Teatro Alcalá Palace de Madrid. La correspondiente versión en LPse convirtió en un clásico de la música en español, gracias a las emocionantes interpretaciones de Camilo Sesto, Teddy Bautista y Ángela Carrasco en los papeles de Jesús, Judas y María Magdalena, respectivamente.

Los segmentos rockeros estuvieron a cargo de Los Canarios, conocida banda de jazz-rock de entonces, integrada por Antonio García de Diego (guitarras), Christian Mellies (bajo), Matías Sanveillán (piano, teclados), Alan Richard (batería) y el propio Teddy Bautista quien se encarga de la dirección musical, pianos y teclados. Aquella primera temporada de Jesucristo Superstar es considerada uno de los máximos momentos del teatro español, con llenos totales y ovaciones cerradas en cada una de sus funciones.

En cuanto al disco, también tuvo gran repercusión comercial, con singles como Getsemaní y Es más que amor, versiones en nuestro idioma de Gethsemane (I only want to say) y I don’t know how to lovehim, respectivamente, que sirvieron para consolidar la ascendente carrera del cantautor español y hacer conocida a la joven dominicana, en su primer trabajo profesional. Esta versión de Jesucristo Superstar es, hasta ahora, el insumo principal para todos aquellos que se animan todavía a representarla durante la Semana Santa, y se hizo muy popular entre estudiantes católicos de todo el mundo hispano.

En el año 2012 se estrenó una nueva versión de la obra, con elenco seleccionado a partir de un programa de competencias producido por Andrew Lloyd Webber, Superstar. Con una puesta en escena modernizada y la participación de cantantes como Ben Forster (Jesús), Tim Minchin (Judas) y la ex-Spice Girl Mel C (María Magdalena), Superstar salió de gira durante casi un año.

La Pasión de Cristo (2004): Acordes para sublimar la violencia

Cuando esta polémica y, por momentos, escalofriante película se encontraba en proceso de edición, Mel Gibson pensó presentarla sin música, una decisión que habría hecho mucho más difícil verla. El director pensaba que una sofisticada y convencional partitura sinfónica no tenía mucha relación con la patética crudeza de las imágenes del film que este año cumple dos décadas. Recuerdo haber estado en la función de estreno con dos queridísimos amigos y haber salido de la sala estupefactos, casi sin poder hablar.  

La desgarradora tensión del largometraje necesitaba con urgencia un balance sonoro. Por ello, Gibson inició la búsqueda de un compositor para la música de fondo que requería esta angustiante, oscura y sangrienta versión de los últimos días de Jesucristo. Su elección sorprendió a más de un experto en bandas sonoras: el californiano John Debney (67), musicalizador habitual de las producciones de losEstudios Disney, el universo Marvel y de canales infantiles como Nickelodeon y Hannah-Barbera.

El resultado, no obstante, es definitivamente notable. Debney quedó muy impactado tras visualizar The Passion of the Christ y, pocos meses después, entregó una pieza musical de extraordinaria y ominosa belleza, capaz de conmover y, a un tiempo, distraer al espectador lo suficiente como para soportar el estremecedor realismo con la que el también director de Braveheart (1995) y Apocalypto (2006) decidió acometer esta historia, decidido a romper con la imagen idealizada e indolora que tiene el común de los creyentes sobre lo que habría sido el paso de Jesús por la tierra, sus padecimientos y humillaciones, tal y como nos las cuenta la tradición católica desde que tenemos uso de razón.

Durante los momentos más violentos escuchamos coros de largas notas cantadas en latín y arameo que acarician el alma, llenando los breves espacios entre golpe y golpe, que sirven para amortiguar la brutalidad mostrada en las pantallas. Aun cuando estos recursos no eran nada nuevo en la cinematografía mundial para el año 2004, el hecho de que se aplicara a un personaje como Jesucristo afectó mucho a la sensibilidad de muchas personas criadas en el Catolicismo que veían el relato bíblico sin aproximarse ni siquiera levemente a cómo se habrían sentido esas escenas.

Según crónicas previas al estreno, Gibson solicitó que la música para The Passion of the Christ fuese lo más cercana posible a la que se hacía en esa época, para seguir la línea hiperrealista de las imágenes, locaciones y el idioma utilizado para los diálogos. Para acercarse a este objetivo, Debney combinó en su partitura potentes arreglos orquestales con voces sublimes y tremebundas -a cargo del Coro Filarmónico de Transilvania (Rumania), sutiles ambientaciones electrónicas e instrumentos solistas, en función de la naturaleza trágica y depresiva de esta película, hasta hoy motivo de múltiples polémicas.

Debney y Gibson -quien participó de los coros en diversas secciones traducidas al arameo por dos sacerdotes- usaron, además de la orquesta, dirigida por el experimentado Nicholas Ingman (75), un elenco de solistas expertos en instrumentos ancestrales como ouds, erhus (cuerdas), douduks, flautas de bambú (vientos) y otros, muy comunes en la música de Turquía, Armenia, China y diversos países de la Península Balcánica (Serbia, Bosnia, etc). Asimismo, es destacable la voz de Tanya Tsarouska, cantante nacida en Macedonia que, ese mismo año, también participó de la banda sonora de Troy, película en la que Brad Pitt interpreta el papel de Aquiles en una lectura posmoderna de la histórica guerra de Troya, narrada originalmente por Homero. Tsarouska -o Carovska como figura en su primer disco en solitario No record or wrong (2010), en clave de pop y música folk de su país– aparece en secuencias como Peaceful butprimitive procession, The olive garden/Night sky o Mary goes toJesus.

Entre otras composiciones notables de esta partitura original que fuera nominada al Oscar ese año, podemos mencionar Song of complaint,Crucifixition/Raising the cross, Flagellation/Dark choir, el mejor ejemplo del contrapeso entre imágenes violentas y musicalización suave; o los temas iniciales The olive garden/Night sky/Bearing thecross, que generan una atmósfera de oscura incertidumbre, con sonidos influenciados por artistas como Dead Can Dance o Deep Forest, llevando un paso más adelante el logro artístico alcanzado porPeter Gabriel con Passion, banda sonora que escribió para el largometraje The last temptation of Christ, también fuente de encendidos debates tras su estreno en 1989.

Tags:

Jesucristo Superstar, La Pasión de Cristo, Semana Santa, Viernes Santo

El fenómeno político denominado “populismo”, cuyos inicios algunos sitúan en la Rusia del siglo XIX, no ha dejado de extenderse por el mundo, incluso entre las democracias liberales más avanzadas, desmintiendo en los hechos, los pronósticos de intelectuales de diversa orientación, como Germani y Hofstadter, que veían al populismo como una “anormalidad transitoria”, producto de crisis socioeconómicas, las que una vez resueltas, cederían automáticamente el paso a un retorno a la normalidad democrática. En lo que respecta a nuestro país, y desde las elecciones generales de 1990, hasta las más recientes del 2021 -con la inesperada victoria de Pedro Castillo-, nuestros sucesivos presidentes han mostrado inequívocos comportamientos “populistas”, y todo permite anticipar que así seguirá siendo en el futuro. Pensamos por ello, que quienes dan por finiquitada la figura de Pedro Castillo y del populismo -o más bien de los populismos- que él encarna, cometen un error. La manera en que este “maestro, campesino y rondero” llegó a ocupar la presidencia, su experiencia gubernamental trunca y las consecuencias sobrevenidas, influirán sin duda, y de manera tangible, en la forma de hacer política en el Perú.        

Populismo: una definición complicada 

Se afirma que cuando existen muchas definiciones sobre un tópico, es que ninguna de ellas es satisfactoria. Nada más cierto para el término “populismo”, del que existen diversos intentos de conceptualización, entre los que destaca el del politólogo neerlandés Cas Mudde, para quien el populismo es una “ideología delgada” (con escasos y poco desarrollados planteamientos) y porosa (necesariamente asociada a ideologías gruesas o huésped, como el socialismo y el liberalismo), que divide a la sociedad en dos grupos homogéneos y antagónicos: el “pueblo” puro -del que los populistas son los únicos representantes legítimos- y una corrupta élite/establishment; ambos enfrascados en una lucha moral que se asienta en la noción de soberanía popular. Es a esta definición, en extremo minimalista, a la que nos ceñiremos, debido a su amplia utilización en medios académicos y periodísticos, a pesar de su falta de especificidad y normatividad, tal como lo hemos señalado en nuestra nota precedente, con ocasión de la publicación del libro del  sociólogo y politólogo Farid Kahhat, sobre la derecha radical populista latinoamericana (https://x.com/sudacaperu/status/1760374649077051655?s=48). 

El “marxista populista” 

En el libro publicado en 2022, bajo el título “Populistas ¿Cuán populistas somos los peruanos? Un estudio empírico.”, el politólogo Carlos Meléndez, describía el triunfo electoral de Pedro Castillo, como el resultado de “la narrativa populista más exitosa de la historia reciente peruana”, un inédito “marxismo-populismo”, nacido de la conjugación de la cosmovisión nacional del candidato chotano, y de los planteamientos ideológicos marxistas de su jefe de campaña, el neurocirujano y exgobernador regional de Junín, Vladimir Cerrón. Sin duda, un ejemplo de manual para la definición de Mudde -que Meléndez asume explícitamente-, en donde la ideología delgada, sustentada en la “narrativa populista” del “sindicalista básico” Pedro Castillo (Guido Bellido dixit), resulta asociada al marxismo-leninismo-mariateguismo de Perú Libre, el cual cumple el rol de ideología gruesa y suministra las propuestas programáticas. Sin embargo, Meléndez no hace referencia directa al hecho de que este “marxismo-populismo” de la primera vuelta, se transmutó muy pronto en uno de corte socialdemócrata reformista en la segunda. Este cambio, impulsado por el recién incorporado entorno “caviar” del candidato, fue importante a la hora de captar los ampliamente mayoritarios y determinantes votos antifujimoristas no ideologizados pero bastante movilizables, y aunque el nuevo programa de Castillo se distanciaba, en no pocos detalles, del “Ideario y Programa” original de Perú Libre, esto no fue suficiente para contentar ni calmar a una derecha neoliberal y conservadora, la que, en la pluma de uno de sus más connotados voceros, Jaime de Althaus, advertía: “la ideología marxista-leninista no solo distorsiona la percepción de la realidad, sino también la acción, al punto de postular al partido como vanguardia del pueblo para tomar el poder por medio de la lucha armada y el asesinato de inocentes. La “guerra popular” ha sido dejada de lado por el momento, pero la política se convierte en la guerra por otros medios.” Esto es algo que marcó, de manera nada soslayable, el devenir de Pedro Castillo como presidente, y que deberá ser tomado muy en cuenta por futuros candidatos progresistas: para las derechas neoliberales, toda propuesta que contemple una regulación del mercado, por acotada que sea, y una participación del Estado en la economía, es pura y llanamente populismo y comunismo, que deberán ser combatidos sin tregua ni contemplaciones.

El “populista silvestre”

Curiosamente, es el propio Meléndez quien afirma, que la victoria de Pedro Castillo se explica, no por la “ideología gruesa” marxista-leninista de Perú Libre -ni la socialdemócrata caviar, agregaríamos nosotros- sino por la “autenticidad” del candidato, cosa que contradice directamente a Mudde, para quien el líder no es central en su definición de populismo. Y vaya que Meléndez considera central la figura de Castillo, de quien llega a afirmar: “Nada más representativo del campo anti-establishment que un maestro de educación pública rural, de sombrero de paja, quien nos hacía recordar permanentemente su origen de una de las regiones más postergada del país. Así, la demanda populista latente y ávida de una oferta, de un portador del discurso anti-establishment, finalmente conectó.” Esta conexión del candidato, con un electorado constituido por “una masa amorfa, informal, sin consciencia de clase ni virtudes cívicas, aunque imbuida en el sentimiento de compartir una situación de desventaja injusta.”, pudo establecerse, gracias a lo que este autor denomina un “populismo silvestre convertido en sentido común”, entendido este último como las ideas, valores y visiones, con las que Castillo entiende la sociedad y la política peruana, y cuya simpleza, “desprovista de referencias intelectuales”, pudo calar rápidamente en un grueso sector del electorado desengañado de la política. Según Meléndez, el populismo silvestre castillista tendría a saber tres fuentes esenciales: la escuela pública, transmisora de una historia del Perú protagonizada, desde la Conquista, por un “pueblo” explotado, humillado y violentado por una clase explotadora decadente moralmente; un dicotómico y pasadista sindicalismo rural de raíces velasquistas, rentista en lo económico (es suficiente distribuir la propiedad para terminar con la pobreza) y poco afecto a la autoridad democrática (nadie manda a nadie); y en último término, pero no menos importante, la religión, con su visión del mundo como un campo de batalla entre el pueblo bueno, unido colectivamente por la Fe, y las élites endemoniadas corruptas. Este populismo silvestre, sería el que en última instancia permitió la victoria de Castillo, y el que pensamos, reaparecerá, bajo una forma u otra, en las próximas elecciones.

  

El “populista étnico”

Entrevistado por la revista “Jacobin América Latina”, poco antes del ballotage del 2021, Farid Kahhat, se refirió a los votantes castillistas en la Sierra sur de la siguiente manera: “Hay varias características comunes, como etnicidad o clase social en el voto rural. Y ahí tiene algo muy similar con Evo Morales. Castillo, como Morales, no tiene un discurso político que enfatice su identidad étnica como base de respaldo político, pero tampoco necesita hacerlo: parte del electorado parece hacer esa asociación en forma espontánea (…) Él no necesita reivindicar su origen indígena (que, por lo demás, suele implicar un origen popular) para que sus votantes hagan esa asociación.” Esta idea, expresada de manera simple por Kahhat, corresponde a lo que la politóloga argentina María Esperanza Casullo, ha denominado una “sinécdoque corporal”, que no es otra cosa que la manera en que el cuerpo del líder populista y su comportamiento público (performance) simbolizan su pertenencia al pueblo, a la vez que lo representa en su totalidad. Los rasgos del líder, su manera de vestir, de peinarse, de hablar, de gesticular, se convierten en una suerte de espejo en el que el pueblo puede reconocerse, generándose, en consecuencia, un fuerte lazo sentimental entre los representados y el líder representante. Esta “sinécdoque corporal” resulta tanto más exitosa, cuanto más rompa el modelo de los políticos tradicionales, y mejor contraponga lo popular a lo ostentoso y refinado. Pedro Castillo ha marcado indeleblemente un antes y un después en esta materia, pues nadie como él, había podido hasta entonces representar, de manera más fidedigna, el ser, el sentir y el pensar de los pobladores andinos, en el marco de una contienda electoral, a lo que debe agregarse su condición de maestro, rondero y líder sindical, figuras muy respetadas en el mundo rural andino y sus círculos gremiales ¿Surgirá en el futuro algún candidato que pueda reunir estas peculiares características y movilizar masivamente el voto popular a su favor?  

El “populista intrascendente” 

Todas estas facetas populistas de Pedro Castillo contribuyeron, en mayor o menor medida, a su ajustado triunfo electoral, pero no podían, por sí solas, asegurar el éxito de su presidencia, cuyo    desafortunado derrotero -que Alberto Vergara ha calificado duramente como un “populismo intrascendente”- no ha hecho sino contribuir a acelerar el proceso de deterioro de nuestra democracia y a intensificar los sentimientos de injusticia, discriminación e indignación en quienes depositaron sus esperanzas de cambio en el cajamarquino. A medida que pasa el tiempo desde aquel 7 de diciembre del 2022, en que Castillo fue vacado y encarcelado -con el resultante estallido de protesta popular -, vienen publicándose diversas interpretaciones de lo sucedido. A ello, y a lo que el expresidente puede representar en el futuro, dedicaremos nuestra próxima nota.   

Tags:

#populismo #castillismo #elecciones

El sábado pasado, en diferentes partes de nuestro país, se apagaron las luces entre las 8:30 y 9:30 para darle un respiro al planeta.

¿Qué es la Hora del Planeta?

La Hora del Planeta es una acción global creada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y es uno de los movimientos ambientales más grandes del mundo. La primera Hora del Planeta se celebró en Sidney, Australia, el 31 de marzo de 2007 y contó con un ahorro de energía que se estimó entre el 2,1 % y el 10,2 % y con una participación que se calculó en 2,2 millones de personas.

La acción consiste en un apagón eléctrico, en el que se pide a los hogares y empresas que apaguen las luces y otros aparatos eléctricos no indispensables durante una hora. Con esta acción simbólica, se pretende concientizar a la sociedad sobre la necesidad de adoptar medidas frente al cambio climático así como ahorrar energía. 

Participan más de 190 países, millones de personas que apagan sus luces durante 1 hora. Existen varios puntos de de referencia mundiales —como la Ópera de Sídney, la Puerta de la India, el Phoenix Center de Beijing en China, la Puerta de Brandenburgo en Alemania, el Coliseo en Italia, el Empire State Building en Estados Unidos y el Cristo Redentor en Brasil— apagaron sus luces para mostrar su apoyo.

De acuerdo con WWF, Perú se unió por primera vez en el 2009 y se estimó que 8 millones de peruanos participaron.

¿Es suficiente?

Si bien es una acción positiva cuando millones de personas se ponen de acuerdo para generar un  ahorro de energía y reducción de la contaminación lumínica… pero no, no es suficiente ya que sigue siendo solo una acción al año y lo que necesitamos para un tema tan urgente, son acciones diarias convertidas en hábitos.

Es necesario que empecemos a cuestionar nuestro impacto ambiental en el planeta y asumamos compromisos más ambiciosos en torno a su cuidado. Podemos empezar con nuestro consumo y los residuos que estos generan.

La sostenibilidad no es un asunto de moda, es una cuestión de supervivencia.

Nombre del artículo: ¿Solo la Hora del Planeta?

Nombre de la columna: Tiempo de Millenials

Columna semanal de opinión

Autora: Fiorella Danjoy

La Hora del Planeta es un movimiento ambiental creado para concientizar sobre la necesidad de adoptar medidas frente al cambio climático.

Si bien es una acción positiva, no es suficiente ya que es solo una acción al año y necesitamos  acciones diarias convertidas en hábitos.

Es necesario que empecemos a cuestionar nuestro impacto ambiental y asumamos compromisos más ambiciosos.

La sostenibilidad no es un asunto de moda, es una cuestión de supervivencia.

Tags:

cambio climático, Hora del Planeta, Sostenibilidad

CARLOS PRADO VIGIL | Socio Fundador – Grupo PRACDA

En un mundo cada vez más digitalizado y conectado, es innegable que el uso del dinero en efectivo está experimentando un declive gradual. La tecnología ha transformado la forma en que realizamos transacciones financieras, y las billeteras virtuales se han convertido en una alternativa conveniente y segura al dinero en físico. A medida que estas plataformas digitales ganan popularidad en todo el mundo, es fundamental reflexionar sobre cómo este cambio impactará en nuestra vida diaria y en la sociedad en su conjunto.

Las billeteras virtuales, también conocidas como monederos electrónicos o e-wallets, permiten a los usuarios almacenar fondos de manera electrónica y realizar pagos en línea o a través de dispositivos móviles de forma rápida y sencilla. Empresas como PayPal, Apple Pay, Google Pay, y aplicaciones como Venmo y Cash App, son solo algunos ejemplos de plataformas que han revolucionado la manera en que manejamos nuestro dinero.

Una de las principales ventajas de las billeteras virtuales es su conveniencia. Ya no es necesario llevar efectivo encima o buscar un cajero automático; con solo unos cuantos clics en nuestro smartphone, podemos realizar pagos, transferencias y compras en línea de manera instantánea. Este nivel de accesibilidad no solo agiliza nuestras transacciones cotidianas, sino que también reduce el riesgo de pérdida o robo de dinero en efectivo.

Además de su practicidad, las billeteras virtuales ofrecen un nivel adicional de seguridad. Las transacciones electrónicas suelen estar protegidas por protocolos de seguridad avanzados, como la encriptación de datos y la autenticación de dos factores, lo que disminuye el riesgo de fraude y robo de información financiera. Al eliminar la necesidad de manipular dinero en efectivo, también se reduce la posibilidad de contraer enfermedades infecciosas, como ha quedado evidenciado durante la pandemia de COVID-19.

Sin embargo, a pesar de los beneficios que ofrecen las billeteras virtuales, su adopción masiva plantea desafíos y preocupaciones importantes. La digitalización del dinero plantea interrogantes sobre la privacidad y la seguridad de nuestros datos financieros, así como sobre la exclusión de aquellos que no tienen acceso a la tecnología o no están familiarizados con su uso.

Además, la transición hacia un mundo sin dinero en efectivo podría tener implicaciones significativas para sectores como el comercio minorista, la banca y la economía en su conjunto. Las empresas deberán adaptarse a esta nueva realidad y desarrollar soluciones innovadoras para satisfacer las necesidades de los consumidores digitales. Asimismo, los gobiernos y las instituciones financieras deberán colaborar para garantizar la regulación adecuada y la inclusión financiera de toda la población.

En definitiva, el fin del dinero en efectivo y el ascenso de las billeteras virtuales marcan

Tags:

billetera virtual, grupo pracda

En la penumbra del poder florece un pecado capital: la avaricia. No se trata solo de un apetito desmedido por la riqueza o el control, sino de una perversión del poder que corrompe y degrada. Este vicio se hace aún más evidente cuando observamos con detenimiento las acciones de quienes detentan el poder, como el caso de la presidenta de la República, Dina Boluarte, quien no solo ejerce su autoridad, sino que también exhibe su posición con un ostentoso despliegue de riqueza. Boluarte no se limita a uno o dos lujosos relojes Rolex, sino que se enorgullece de portar hasta cuatro de estos símbolos de opulencia en su muñeca. Este extravagante derroche de recursos contrasta brutalmente con la realidad de nuestro país, donde muchos ciudadanos luchan a diario por satisfacer sus necesidades básicas.

Este despliegue de riqueza desmedida, mientras gran parte de la población se debate en la pobreza, es un ejemplo flagrante de la desconexión y falta de empatía de ciertos líderes políticos con las necesidades del país. Más que un mero símbolo de estatus, estos relojes Rolex representan la perversión del poder, donde se privilegia el lujo personal sobre el bienestar colectivo. Esta situación ejemplifica cómo el poder puede distorsionar los valores fundamentales, convirtiendo la función pública en un medio para la gratificación personal en lugar de un servicio dedicado al bienestar y el bien común de la sociedad.

El abuso de poder y la ostentación desmedida minan la confianza en las instituciones democráticas y en el liderazgo. Mientras la presidenta Boluarte se regodea en su opulencia, miles de ciudadanos luchan contra la adversidad, enfrentando la falta de acceso a servicios básicos, educación de calidad, atención médica oportuna y adecuada y seguridad. Esta profunda desigualdad entre los privilegios de unos pocos y las dificultades de muchos es un recordatorio contundente de la urgente necesidad de un cambio.

Sin embargo, en medio de esta oscuridad, aún queda espacio para la esperanza. La lucha contra la avaricia del poder no es una batalla perdida. Requiere de la participación activa de la sociedad civil, de los partidos políticos que se precian de democráticos, la exigencia de rendición de cuentas y la promoción de la transparencia en todas las esferas del gobierno. Solo mediante un compromiso colectivo con la justicia, la solidaridad y la equidad podremos construir un futuro donde el poder sea un instrumento para el bien común, y no una herramienta de enriquecimiento personal a expensas del sufrimiento de muchos.

Tags:

avaricia, Democracia, Dina Boluarte, Partidos políticos, Poder, Rolex

Recién la Municipalidad de Lima Metropolitana ha planteado la demolición del parque-escultura EL OJO QUE LLORA, de la artista plástica Lika Mutal, que constituye un lugar de la memoria que recuerda a las víctimas de la época de la violencia en el Perú, que unos llaman lucha contra la subversión y otros conflicto armado interno. 

Desde luego, en este espacio rechazamos la medida desde la premisa de que los lugares de la memoria deben ser preservados al margen de su significado, pues refieren un evento del pasado que genera un recuerdo y una reflexión al mismo tiempo, ya sea para honrar a sus protagonistas,  para discutirlos y eventualmente desaprobarlos. Los paradigmas cambian constantemente. Lo que una época constituía norma o costumbre súbitamente deja de serlo en otra y así desde los inicios de la civilización. Entonces no se trata de eliminar el pasado: no se puede. Se trata de resignificarlo o de mirarlo, interpretarlo y discutirlo con otros ojos, los del presente, para así comprender que el curso de la historia siempre ha venido acompañado por el cambio.

Cuando visité Berlín, el conjunto monumental que más llamó mi atención fue el parque dedicado al soldado ruso, que se ubica en lo que, durante la Guerra Fría, fue Berlín Oriental. Este memorial, erigido por los propios rusos cuando ocuparon Alemania celebra hasta hoy la toma de la capital del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial, en la Batalla de Berlín de inicios de 1945. Sin embargo, no puede dejar de evocar, al mismo tiempo, los atroces abusos cometidos por los soldados rusos, entre ellos la sistemática violación de mujeres alemanas como injustificable revancha por los análogos abusos nazis durante la Operación Barbarroja, 1941-1942. 

Alemanes y rusos, al final de la Guerra Fría, cuando los segundos desocuparon tierras germánicas, acordaron que el monumento debía mantenerse en su lugar. Y allí está, recordando a los alemanes quienes fueron sus vencedores, sus invasores y sus verdugos, pero también trayendo al presente las terribles consecuencias que le trajo al mundo entero el régimen nacionalsocialista. 

En 2021, sucedió lo contrario en New York, cuando su ayuntamiento retiró de su sala de sesiones la estatua del prócer Tomás Jefferson. El retiro se produjo en el contexto del movimiento Black Lives Matter (las vidas de los negros importan) debido al brutal asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd a manos de un policía local. Jefferson independizó USA pero, al mismo tiempo, fue propietario de más de 600 esclavos, actividad legal y normalizada en el siglo XVIII, cuando se produjo la gesta emancipadora de la potencia del norte.

La estatua, de aprox. dos metros de alto, no fue desechada, sino “trasladada a la Sociedad Histórica de Nueva York, que ha aceptado el préstamo, con el fin de «proteger el trabajo artístico y proporcionar las oportunidades de exhibirla en un contexto educativo e histórico»”**. Otros monumentos no corrieron con la misma suerte. Un caso emblemático es el del rey Leopoldo II de Bélgica, quien lideró la colonización de El Congo con la que se llevó la vida y libertad de millones de congoleses. Leopoldo II no actuó en el vacío, sino en un periodo histórico denominado neocolonialismo en el que las emergentes potencias industriales europeas convirtieron toda el África y parte del Asia en sus colonias políticas, administrativas y económicas. Entonces se produjeron toda clase de execrables abusos en contra de la población local. 

Los últimos años, decenas de monumentos y cuadros que representan al controversial rey han sido destruidos o vandalizados, los que han podido salvarse han sido transferidos al Museo Real de África Central. Su director,  Guido Gryseels, espera que su museo no se convierta en un cementerio de obras de arte alusivas al viejo y colonialista monarca. 

Un monumento, busto, estatua, pintura o escultura con contenido histórico no deben comprenderse necesariamente como un reconocimiento o condecoración al evento o personaje que evocan. Nuestra lógica debe ser que la interpretación presente del pasado es siempre cambiante.  Además de constituir obras de arte -y el arte debe ser preservado- estos lugares nos recuerdan lo sucedido, con lo que tiene de bueno y de malo, mientras que paradigmas y significados van cambiando. Pero al pasado no lo podemos destruir, por más que queramos. Así por ejemplo, Auschwitz, el espeluznante campo de exterminio nazi se preserva porque tiene un mensaje que darle al presente, acerca de lo que no debe suceder nunca más, y así en cada caso. 

Los contenidos de las placas conmemorativas que explican una obra de arte o monumento, estatua, etc., sí que pueden cambiar, pueden contener disclaimers, el presente tiene todo el derecho de resignificar un lugar de la memoria conforme a los valores vigentes. Eventualmente se le puede cambiar de lugar, como la estatua de Jefferson, si ocupa uno socialmente muy discutido. Pero de lo que se trata es de explicar, compartir, resignificar, hacer docencia con el pasado. Al pasado no se puede destruir, hacerlo es a la sociedad lo que la amnesia a la memoria humana.  

Recordemos a los pobladores del tórrido Macondo, en Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, absolutamente desorientados, inconscientes de sus propios nombres pues olvidaron quienes eran y de dónde provenían. El presente fue concebido por el pasado ¿se les puede separar?

*Tomado del título de la película argentina del mismo nombre, véase: https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=hKa8U-8vsfU

**Véase: 

https://www.nytimes.com/es/2020/06/22/espanol/mundo/estatuas-protestas.html  

Tags:

El ojo que llora, estatua, Lika Mutal, Lugar de la Memoria, victimas del conflicto

Dina Boluarte y su ministro de Economía le van a regalar el país a la izquierda el 2026. La recesión, que por fin se admitió que transitamos, genera más pobres, más malestar, más indignación con el statu quo, abono para los antisistema, cuya expresión ya notamos en todas las encuestas que se realizan y que reflejan la voluntad masiva de que se vayan todos.

La coalición derechista del Congreso nunca debió permitir que aborte el adelanto de elecciones que ya había sido aprobado en primera instancia y que, luego, por puro interés crematístico, se dejó diluirse y hoy, por ello, nos vemos obligados a soportar un gobierno mediocre, sin brújula y sin idea de lo que se tiene que hacer para salir de la crisis económica, política y social que nos signa.

Los electores van a castigar duramente a los voceros del establishment y eso va a afectar más a la derecha que a la izquierda, porque ésta última, en su versión radical, ha sabido mantener distancia del régimen, mientras que la derecha, en el fondo de su corazoncito, agradece que Boluarte haya proporcionado, así sea a costa de casi 300 muertos, paz social relativa. Y por ello callan en siete idiomas cuando se trata de acogotar políticamente a una administración que no merece, por su fallida gestión, el menor aval.

La recesión económica golpea a los más necesitados, destruye la generación de empleo formal, disminuye los ingresos, saca de la clase media y torna pobres a millones de peruanos, aumenta la desigualdad social. Pero el incompetente ministro de Economía parece creer que es solo un problema de definiciones teóricas.

Mientras los nuevos líderes del centro y de la derecha -y junto con ellos, los silentes y acomedidos líderes empresariales- no se despercudan de sus escrúpulos formalistas y no agiten el avispero, como corresponde, frente al desastre que este gobierno nos ofrece, las perspectivas electorales de este sector del espectro ideológico no son nada halagüeñas.

La cama está tendida para los Antauro, los Bellido o cualquier otro radical izquierdista que surja en los poco más de dos años que restan para que los peruanos vayamos nuevamente a las urnas a elegir quién nos gobernará del 2026 al 2031.

Tags:

Crisis política, elecciones 2026, Impacto social, Izquierda Radical, recesión
x