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Opinión archivos | Página 34 de 342 | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad

Opinión

[EL DEDO EN LA LLAGA] El País de Nunca Jamás, descrito por primera vez en la novela fantástica “Peter Pan” (1904) del escritor escocés J.M. Barrie (1860-1937), es una isla de fantasía que simboliza el sueño sempiterno de la niñez: un lugar donde los niños (Peter Pan y los chiquillos que lo acompañan) disfrutan de su infancia, rechazan crecer y llegar a ser adultos y sólo quieren ser simplemente niños, sin reglas impuestas ni responsabilidades, dedicándose a jugar y a tener felices aventuras en un mundo habitado por piratas, indios, sirenas y hadas. En fin, ser niños —o “niños perdidos”, como se les describe en la novela, pero sin infancias robadas— en estado de inocencia y ajenos al sufrimiento y a la muerte. La historia de Peter Pan maravilló a varias generaciones gracias a que fue llevada a la pantalla por primera vez en 1924 bajo la dirección de Herbert Brenon —cuando el cine aún era mudo—, y después en 1953 en una popular versión de dibujos animados de la factoría de Walt Disney.

Hechos recientes nos hablan de que ese País de Nunca Jamás nunca será una ilusión de esperanza para miles de niños, ni siquiera en sus sueños y fantasías infantiles. Pues los derechos de los niños han sido pisoteados ayer y hoy por instituciones que los debían proteger, y han sido violentados en regiones con conflictos armados. Y todo esto sigue ocurriendo actualmente y no tiene cuándo acabar.

Uno de estos hechos recientes queda reflejado en el documento “Una respuesta necesaria: Informe sobre los abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia católica y el papel de los poderes públicos” publicado en España a fines de octubre por Ángel Gabilondo, el Defensor del Pueblo. Teniendo como una de sus fuentes de información una encuesta realizada sobre la base de entrevistas con más de 8,000 personas, se hace una proyección estadística que da como resultado que por lo menos 440,000 españoles han sido víctimas de abuso sexual en el ámbito eclesiástico, ya sea por un sacerdote, un religioso o una persona vinculada a la Iglesia católica. Se sobreentiende que la mayoría de estos abusos ocurrieron cuando los afectados eran menores de edad.

El abuso sexual en la infancia deja heridas traumáticas en la psique de las personas afectadas, deja un reguero de destrucción interior en sus años de infancia y juventud, e incluso después, no permitiéndoles desenvolverse en consonancia con esas etapas de la vida, pues los esfuerzos de las víctimas están orientados a sobrevivir a ese trauma, y algunas ni siquiera lo logran.

Esto lo dice pone diáfanamente en negro sobre blanco el informe de Gabilondo:

«Una de las consecuencias más graves del abuso sexual es el suicidio. Las personas que han sufrido abusos sexuales en la infancia tienen el doble de probabilidades de llegar a suicidarse. Esta grave consecuencia de la violencia sexual en la infancia ha sido constatada mediante rigurosos estudios de revisión. A través de las entrevistas se ha visto que, de todas las personas que manifestaron haber sufrido alguna consecuencia a raíz del abuso, una de cada tres víctimas conocidas mediante testimonios indirecto había llevado a cabo conductas suicidas, en comparación con un 11,97 % de las víctimas que prestaron su testimonio directamente. Seis testimonios aportaron información sobre personas que se habían suicidado».

Además de que también existen víctimas adultas de abuso sexual, el conjunto de las víctimas se amplía si se considera a los familiares de aquellos que han sufrido abuso:

«Existen dos maneras de entender el término superviviente. Por un lado, puede referirse a las personas que han sobrevivido a sus propios intentos de suicidio y, por otro lado, a las que han perdido a un ser querido debido al suicidio. En este apartado se incluyeron los testimonios de familiares y amigos de víctimas de abuso sexual eclesiástico que han muerto por suicidio, así como también relatos de víctimas que han intentado quitarse la vida, pero han sobrevivido».

El abuso sexual en la Iglesia católica adquiere las dimensiones de una masacre, donde si los niños afectados no pierden la vida posteriormente a causa de las consecuencias del abuso, sus vidas quedan truncadas de una u otra manera. Como señala un testimonio citado en el informe, «es como una inyección de veneno que entra dentro de tu cuerpo y nunca vuelve a salir».

El cardenal Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha negado los datos sobre la cantidad de víctimas de abuso sexual eclesiástico, declarando que «no corresponden a la verdad ni representan al conjunto de sacerdotes y religiosos que trabajan lealmente y con entrega de su vida al servicio del Reino». Y añade que «si hacemos el cálculo matemático, todos estaríamos involucrados en los casos de abusos». Pues precisamente eso que él considera una conclusión absurda es lo que más se acercaría la verdad. Pues a los abusadores habría que añadir a los encubridores, a los que guardan silencio, a los que hacen la vista gorda, a los que no quieren enterarse de lo que ha ocurrido para no cuestionar su imagen de una Iglesia “santa” por definición pero no en la realidad, y de este modo obtendríamos el cuadro completo: casi todos en la Iglesia estarían involucrados, por angas o por mangas, en los abusos sexuales perpetrados contra menores.

Por eso mismo hay esfuerzos de abogados y representantes de las víctimas para que se reconozca a nivel internacional el abuso sexual en la Iglesia católica, sobre todo si es efectuado de manera masiva y sistemática —según van revelando los estudios e informes que se han hecho en diferentes países— como un crimen de lesa humanidad, asimilable a la tortura y susceptible de ser denunciado en tribunales internacionales.

Pero lo que nos aleja irremediablemente del País de Nunca Jamás es la masacre genocida que esta perpetrando Israel contra los palestinos en la Franja de Gaza, habiendo sido asesinados más de 3,000 niños en el lapso de poco más de tres semanas. Un horror inconcebible que remueve las entrañas de aquellos que todavía no han claudicado de su humanidad. Ya años antes había ocurrido lo inimaginable en septiembre de 2004 y se había cruzado una línea roja cuando en Beslan (Osetia del Norte, Rusia) la toma de rehenes en un colegio por parte de un contingente de 30 terroristas islamistas terminó con un saldo 186 niños muertos de un total de 334 muertos y más de 700 heridos. Matar a niños porque sí, niños que recién se asomaban a la vida y no tenían ninguna culpa de lo ocurrido, que estaban asistiendo al inicio del nuevo año escolar, dejó heridas en el corazón de quienes nos enteramos de la noticia y un trauma permanente en un pequeño poblado de más de 30,000 habitantes. Aunque ya habían ocurrido matanzas de niños en el pasado, como sucedió durante el Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial, esta vez se volvía a romper un tabú y ocurría lo que jamás debería ocurrir.

Paradójicamente, el perpetrador de las actuales matanzas de niños en Gaza es un país donde viven los descendientes del Holocausto, esa masacre de dimensiones industriales, brutal e irracional, de tiempos pasados. Un país con un gobierno ultraderechista —como lo fue el gobierno de Adolf Hitler— que pretende justificar las atrocidades que está cometiendo sobre la base de las atrocidades que un grupo terrorista cometió contra más de 1,400 israelíes en un sólo día, obviando que al terrorismo no se le puede combatir con acciones terroristas.

«Gaza se está convirtiendo en un cementerio de niños», ha declarado recientemente James Elder, vocero del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Y para que esto se detenga, es necesario que se cumplan varios nuncajamases.

Nunca jamás deberían pagar los niños por los crímenes cometidos por organizaciones terroristas y gobiernos.

Nunca jamás deberían los niños estar sometidos a los vaivenes de las guerras y los conflictos armados, expuestos a ser asesinados o heridos mientras están sus casas, salen a la calle, asisten a la escuela o son atendidos en hospitales.

Nunca jamás deberían los niños ser testigos de la absurda muerte de sus progenitores, hermanos o parientes, que constituían su refugio y protección, su ámbito familiar.

Nunca jamás debería haber un Hamás, ni nunca jamás deberían darse hechos como los que ocasionaron el surgimiento de Hamás.

Nunca jamás deberían haber cómplices o testigos de piedra que llamen legítima defensa a lo que podría ser contemplado como un atroz genocidio, el de mayores proporciones en lo que va del siglo XXI.

Y de esta manera quizás los niños puedan volver a soñar algún día con el País de Nunca Jamás.

[NOS INSPIRAN] “Muchas veces te preguntarás qué hace tanta gente nadando. En Lima, durante la pandemia, por su cercanía a la Costa Verde, crecieron significativamente muchos deportes como las caminatas, el running, el surf y sobre todo muchas disciplinas de aguas abiertas que lo único que necesitan es un mar donde lanzarse a practicarlas. Pero hay tiradas y tiradas (risas) puedes nadar y chapucear, estar en contacto con el mar, correr y darte un chapuzón. Todo esto es increíblemente satisfactorio y también puedes nadar mucho, por ejemplo, atreverte a cubrir los 22 km que separan Chorrillos de La Punta. Ese reto es la ruta Olaya, en memoria de nuestro precursor y héroe de la Independencia don José Olaya”.

Quién dice esto y con tanto entusiasmo es Eduardo “Guayo” Collazos, un destacado nadador peruano que cuenta con una dilatada trayectoria fatigando mares y aguas en el Perú y diversas partes del mundo. Como explica el deportista, la ruta Olaya es la travesía de nado más larga que existe en el Perú. Pero en el mundo existen otros retos y desafíos, como la Triple Corona y los 7 Mares. Collazos, a sus cuarenta y tantos años, decide apostar por la Triple Corona y en una espectacular performance terminó los 46 kilómetros que marcan la vuelta a la isla de Manhattan, cruzó el canal de la Mancha y cada uno de sus 56 km de extensión y cerró haciendo los 34 km que dan vida al canal de Catalina. Fue el primer peruano en obtener la Triple Corona.

Pero ahí no terminan los retos. Existe otro reconocimiento internacional que son los 7 mares y Guayo a sus 52 años ya tiene 4 que son: Canal de la Mancha (58 km), Canal de Catalina (34 km), Canal del Norte (35 km) y Canal de Molokai (48 km), le faltarían tres mares más: los estrechos de Gibraltar, Tsugaru y Cook.

Nos quedamos boquiabiertos pensando que son retos inalcanzables, pero Guayo silenciosamente los ha ido realizando. Todo un ejemplo de persistencia. En el encuentro que tuvimos con él, le hicimos unas cuántas preguntas para ir entendiendo cómo es que ha logrado todo esto y como se desempeña en su día a día. Acompáñenos a conocer un poco más a esta gran figura de la natación en el Perú.

  1. He escuchado una frase que siempre dices: “Por el Perú, la patria y la familia” ¿Qué significa eso para ti?

–La frase por El Perú, La Patria y La Familia, significa todo para mí, todo el esfuerzo, tiempo y dedicación que le pongo a cada proyecto que me propongo. El Perú nuestro amado país, nuestro orgullo, un sentimiento. La Patria somos todos los peruanos, nuestra comunidad, nuestras sangres, mi ilusión y esperanza de ser una mejor nación. La Familia es mi motor y un motivo para seguir adelante, mi legado… parte de mi familia es nuestra comunidad de aguas abiertas, el deseo de inspirar a que otras personas busquen y logren sus objetivos.

  1. ¿Crees que el deporte te ha ayudado a vivir mejor?

–El deporte ha mejorado muchísimo mi calidad de vida tanto física como mental y emocionalmente. Como es lógico, al ser una actividad física, el beneficio es indiscutible, y hacerlo en el mar disfrutando de su inmensidad me genera mucha paz interna y espiritual.

  1. ¿Piensas que el deporte nos hace mejores personas?

–El deporte en general, hecho de manera responsable y consecuente con objetivos realistas y bien planteados, nos va a convertir en personas justas, realistas, equilibradas. El deporte sobre todo te da disciplina, te enseña a ponerte objetivos y cumplirlos.

  1. ¿Es fácil para ti madrugar e ir a nadar?

–Sí, felizmente ya estoy completamente acostumbrado a levantarme a las 4:00 am, salgo de casa a las 4:30 am para empezar mi actividad física o entrenamiento a las 5:00 de la mañana, ya sea en la piscina, de martes a viernes o sábados y domingos, que son los días que voy al mar.

  1. ¿Crees que sales de tu zona de comodidad o cada día de nado es como ir de compras?

–Al contrario siento que estoy completamente en mi zona de comodidad al levantarme temprano para nadar.

  1. ¿Crees que en el Perú debería fomentarse más la natación en el mar?

–Por supuesto, eso sería más que fundamental. Es necesario que nuestras autoridades asuman una responsabilidad en lo que respecta a la difusión de la natación como una herramienta para mejorar nuestra sociedad.

  1. ¿Qué aconsejarías a los jóvenes y en general a personas de todas las edades sobre nadar en el mar?

–Les diría que nadar en el mar es una excelente actividad física por los múltiples benéficos que nos brinda, sin embargo, hay que hacerlo tomando todas las precauciones para no tener complicaciones que podrían resultar fatales. Por ejemplo, hacerlo de manera grupal, en playas autorizadas y conocidas y seguir las indicaciones de las autoridades competentes, como la Policía de Salvataje y La Marina de Guerra. Hay muchos grupos de aguas abiertas en las diferentes playas de la Costa Verde.

  1. ¿Crees que la natación es un deporte de elite?

–La natación no es de ninguna manera un deporte de elite. A raíz de la Pandemia la gente se volcó al mar de manera masiva. Si tienes en cuenta que el mar es gratuito, a diferencia de una piscina cuyos costos de mantenimiento hacen que su uso pueda resultar oneroso. ¡El mar está ahí y es para todos!

  1. Ahora que has tenido tantos logros con tu propio peculio y con ayuda de grandes amigos de mar, ¿qué le pedirías a las autoridades peruanas?

–A nuestras autoridades les pido el apoyo para poder continuar con el proyecto de los 7 Mares al cual me encuentro dedicado. ¡Ya hemos logrado 4 de los 7 Mares! Y en general, pediría también el apoyo a tantos otros deportistas que por dificultades económicas se ven imposibilitados de lograr sus objetivos.

  1. ¿Cuáles son tus próximas metas internacionales que piensas llevar y dejar en alto a nuestro país?

–En el proyecto de los 7 mares, ya hemos logrado cruzar con éxito el canal de La Mancha de Inglaterra a Francia en el 2019; el canal de Catalina en Los Ángeles California en el 2021; el canal del Norte de Irlanda a Escocia en el 2022, y el canal de Molokai en Hawaii en el 2023. Nos faltan nadar el estrecho de Gibraltar de España a Marruecos, el estrecho de Cook en Nueva Zelanda y el estrecho de Tsugaru en Japón. Los 7 Mares es una denominación que otorga la Asociación Mundial de Aguas Abiertas a todo nadador que logra cruzar con éxito los lugares que he mencionado. A la fecha menos de 30 personas en el Mundo lo han logrado. Existe otra nominación que la Asociación Mundial de Aguas Abiertas da, se llama la Triple Corona, que el canal de La Mancha, el canal de Catalina y la vuelta a la isla de Manhattan. En esta categoría ya somos dos peruanos quienes lo hemos logrado, Gustavo “Tavo” Lores y yo.

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Deportes Acuáticos, Eduardo Collazos, Natación en Aguas Abiertas, Triple Corona

Muchos expertos en seguridad están solicitando que se cree una unidad policial tipo la del GEIN -que permitió la captura de Abimael Guzmán-, para combatir el crimen organizado y el descontrol delincuencial que azota al país.

La verdad, pensábamos que ya se procedía con equipos de inteligencia al respecto y nos sorprende que algo así no suceda. La ausencia de esa estrategia bastaría para explicar por qué la policía parece actuar sólo reactivamente frente al avance de los crímenes, extorsiones y asaltos que agobian la tranquilidad cívica de los peruanos y que ya constituye, según todas las encuestas, el principal problema nacional.

A este factor hay que sumar otro, del cual se habla poco, parece un tabú mencionarlo a pesar de que los noticias abundan en hechos que lo sustentan: la enorme corrupción policial.

Ya no estamos tan solo ante la conocida y acendrada costumbre de los policías de tránsito, que por cincuenta soles soslayan cualquier infracción que un conductor pueda cometer, sino que estamos ante hechos graves de alta corrupción vínculos a la subsistencia del crimen organizado: el narcotráfico, la minería ilegal, el contrabando, la trata de personas, el trasiego de armas, el mundo de la extorsión, los robos de celulares y su venta impune, etc.

Es sabido que los comisarios piden cuotas fijas de dineros malhabidos a sus subalternos. Lo mismo sucede en las altas esferas. Y todo ello pasa, en gran medida, por recibir sobornos de los delincuentes a cambio de patentes de corso para actuar.

Si no se resuelve este problema estructural, el delito no va a amainar en el país. Mientras la policía solo realice intervenciones, en muchos casos amañadas, solo como operativos psicosociales ante los medios de comunicación para generar la impresión de que algo se está haciendo, las mafias delincuenciales seguirán actuando a su antojo y discreción.

Las esperanzas de que ello cambie no se pueden perder. Otros países, que también han sufrido el azote de la corrupción de sus fuerzas policiales, han logrado hacer reformas que han resuelto en gran medida el problema y ello ha traído como consecuencia la disminución del delito en sus calles. Hay que mirar esos ejemplos y, sobre todo, aspirar a que sobrevenga un gobierno con real voluntad política de cortar el nudo gordiano en el lugar más sensible y resistente el cambio.

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corrupción policial, crimen organizado, Seguridad en Perú, Unidad Policial Especializada

[EN UN LUGAR DE LA MANCHA] Desde siempre la tradición occidental ha procurado ocuparse de la enfermedad, traduciéndola al terreno literario y estético. Desde las pestes medievales hasta las epidemias que asolaron Europa en los siglos posteriores al medioevo, no faltan representaciones icónicas, poemas ni relatos que exploren el padecimiento humano, justificando, en la moderna lectura de Susan Sontag, el uso de lo que ella llama “las metáforas bélicas”, la más común de ellas la “guerra” contra la enfermedad, contras las bacterias u otros agentes de ella: bacterias, microbios, virus y algunos insectos como las moscas, vistas siempre como una especie de bombardero enemigo.

Hoy el cáncer ocupa probablemente el lugar dejado por la tos de Chopin, y asume el prestigio dorado de la antigua peste blanca. Cuando Julio Ramón Ribeyro anota en su diario, el 6 de junio de 1973, la noticia de una segunda intervención quirúrgica se lee: “Sé que esta nueva prueba será tan terrible como la primera, pero confío en que saldré adelante, por un puro esfuerzo de mi voluntad”. Sin embargo, el reinado del cáncer parece haber cedido un poco. Dice Susan Sontag refiriéndose al sida: “…el hecho de que hoy se hable del cáncer con menos fobia que hace una década, o en todo caso, con menos sigilo, se debe a que ya no es esta la enfermedad más temible. En los últimos años se ha reducido la carga metafórica del cáncer gracias al surgimiento de una enfermedad cuya carga de estigmatización cuya capacidad de echar a perder una identidad, es muchísimo mayor”.

El punto aquí no es tanto qué enfermedad se padece, pues sería una competencia muy indolente. Lo central es que la enfermedad impulse la escritura y que esa escritura, además de una marca confesional inevitable, sea un camino de limpieza, de catarsis, de autoexploración, de resorte para la creación, medicina invisible, curación fuera de toda receta. La enfermedad abre la posibilidad de volver sobre el mapa de viejas heridas que aún buscan alivio. Así la memoria teje sus conjuros.

Apunto todo esto para referirme a un reciente libro de Julia Wong, titulado 11 palabras, libro en el que un proceso posoperatorio abre una caja de sorpresas y da pie a un libro que debe leerse como lo que es: un artefacto de palabras, un híbrido sin género fijo, un conjunto de textos que van del cuento al poema en prosa y del poema en prosa al ensayo, anécdotas, citas que revelan a una lectora exigente, prosa que confirma a una escritora rigurosa.

Julia Wong enfrenta el proceso de su enfermedad con la escritura. 11 palabras que son en realidad veintidós, por que cada una tiene su revés, cada una se mira en el espejo en el que la intimidad y la conciencia dialogan de diversas maneras. Las escenas que se suceden están ahí para demostrarlo: la memoria del padre, los orígenes recuperados, la lejana China que va resonando en la lectura, las sesiones en busca de la paz quebrada.

La estructura es engañosamente simple: las primeras once palabras se mueven entre la memoria y el padecimiento; las once que sirven de respuesta son la invocación de la lectura, en este caso de Ovidio y sus Metamorfosis, para construir un contrapunto explicativo. ¿Qué función cumple esta alusión a un clásico latino? Diría que se trata de un juego: Ovidio rompe las reglas de la composición épica, así como las que corresponden al perfil de sus personajes: es épico a su modo, es decir, es una épica en la que los dioses no solamente no son los héroes, sino también pueden resultar burlados.

Un mérito de 11 palabras no es solo su valor confesional o literario, o su condición de híbrido textual. Es también su condición de artefacto, su naturaleza de obra abierta, que permite lecturas aleatorias y deja que el lector ordene y reordene este universo de sentido. Desmitificar el mito es entonces una de las líneas de sentido más sugerentes de este libro. El mito depende tanto de cuestiones culturales o históricas como de todo lo que un sujeto libre quiera elevar a esa condición.

Estas 11 palabras y su doblez se cierran para el lector con cinco relatos adicionales, relatos de aire ensayístico, de fino trabajo artístico, de sutil tejido. Destaca “El cerdo belga”, una especie de cuento maravilloso en el que una mujer queda atrapada con fascinación y delirio entre las vísceras de un cerdo gigantesco. O “Persiana americana”, que nunca descuida su erotismo siempre al borde del exceso.

¿Por dónde comenzar? Podemos ir en orden o en desorden. Pero el desorden no es tal. Es solo una posibilidad de lectura más, es la puerta hacia nuevos sentidos. El lector decide qué hacer con estas 11 palabras, sus 11 palabras de respuesta y los cinco cuentos que dan forma y aliento a un libro singular, que se gestó con el aliento de la enfermedad y que termina ante los ojos asombrados y agradecidos de un lector.

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'11 palabras', Enfermedad, Julia Wong, Literatura Contemporánea

A contrapelo de lo que suele suceder luego de una campaña electoral, cuando la sociedad descansa, por decirlo así, de la sobrecarga ideológica que implica una elección, en el Perú la polarización política viene aumentando.

El IEP suele preguntar por la autoidentificación ideológica de la ciudadanía. Pues bien, en su última medición de octubre, se aprecia que tanto la izquierda como la derecha crecen y el centro cae. En octubre del año pasado se definía de izquierda el 18% de la población, este año pasa a 19%; el 2022 el 16% se estimaba de derecha, este año lo hace el 21%. Mientras tanto, el centro cae de 37 a 34% (ya venía cayendo desde el 2021, cuando así se definía el 41% de la ciudadanía).

Aunque, sea dicho, solo un 65% de los encuestados sabe dar alguna definición respecto de su propia respuesta, en cuanto a lo que significa ser de derecha o de izquierda, sí llama la atención que el resultado más frecuente cuando se le pregunta a la gente qué significa ser de izquierda sea “algo malo/atraso/estancamiento” y cuando se le inquiere sobre la derecha, la respuesta predominante sea “algo bueno/progreso/avance”. Ojo con ello a los voceros de la derecha que andan usando tontamente el término “progre” para burlarse de la izquierda, cuando es una bandera que debería ser capturada por ella.

La quimérica paz social de la que habla Dina Boluarte en foros internacionales no existe. Una cosa es que no haya revueltas o marchas y otra que los peruanos de a pie estén tranquilos o sosegados. Todo lo contrario, la recesión económica, la inseguridad ciudadana y la crisis política vienen enervando los ánimos y ello se refleja claramente en la encuesta reseñada.

El Perú politizado está polarizado; el Perú apolítico ha decidido desafectarse como mecanismo de defensa, pero en líneas generales es evidente que las tendencias van perfilando un próximo escenario electoral aún más tenso que el del 2021.

Mensaje claro para los “políticamente correctos”. De ellos no será el reino presidencial. Se debe dar mensajes disruptivos que disientan del statu quo. Y se puede ser de izquierda, de centro o de derecha para poder hacerlo. Lo aguachento no tendrá visos de éxito para capturar al politizado y mucho menos al desafecto. Tarea menuda para los estrategas publicitarios y asesores políticos de los candidatos que al final queden en liza.

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Derecha, Identificación Ideológica, Izquierda, Polarización

LA TANA ZURDA] En la escuela nos enseñaron que el Imperio Incaico o Tahuantinsuyo era una amplia extensión longitudinal que cubría sobre todo la parte central de los Andes y la costa sudamericana, desde el sur de la actual Colombia hasta el río Maule en Chile, pasando por las zonas montañosas de Bolivia y el norte de Argentina. Es decir, los mapas tradicionales del imperio lo identificaban como un territorio fundamentalmente serrano y costeño, con muy poca incidencia en la Amazonía debido a las difíciles condiciones que la inmensa llanura verde ofrecía y aún ofrece (calor, humedad, mosquitos, enfermedades, falta de rutas de penetración –salvo los ríos–, hostilidad de sus habitantes, etc.).

Pero en los últimos años han venido revelándose nuevos conocimientos a partir de evidencias arqueológicas hechas por equipos que utilizan técnicas de punta como ubicación por rayos infrarrojos, tecnología láser, carbono 14 y otros que nos confirman que los incas llegaron a tener un buen conocimiento del territorio amazónico, lograron construir diversos asentamientos tan dentro de la selva como el actual estado brasileño de Acre y que incluso incorporaron como parte de su universo mental la idea del océano Atlántico, al cual habrían llegado por el camino de Peabirú, que cruza el Chaco y llega hasta las costas del Brasil. En suma, la comunicación y el comercio con numerosos pueblos al este del Cuzco fue algo bastante más frecuente de lo que se pensaba.

El prestigioso historiador y antropólogo José Carlos Vilcapoma reúne todos estos datos y muchos más en su reciente libro Los incas en la ruta del Antisuyo y el Atlántico, publicado en Lima a mediados de este año por el Instituto de Investigaciones y Desarrollo Andino (IIDA). En él nos da una gran cantidad de detalles a través de mapas y una profunda revisión de las fuentes documentales, incluyendo crónicas coloniales.

Por ejemplo, rescata el dato del portugués Aleixo García, que habría llegado al imperio incaico en 1525 (antes que Pizarro) por la ruta del este, es decir, utilizando ese camino que cruza el continente sudamericano de lado a lado, orientado por los guaraníes del Paraguay. Este y otros pueblos alimentaban el mito de una «Tierra Sin Mal» en el oeste, es decir, en la zona andina, un reino sin enfermedades ni hambre con un gobierno justo. ¡A tanto llegaba el prestigio de los incas! A su vez, estos habrían recorrido tal camino e intercambiado objetos con aquellos pueblos que no llegaron a incorporar formalmente a su territorio, pero que les facilitaron información sobre la gran masa de agua en el oriente, donde nace el Sol, ese océano que los españoles llamaron Mar del Norte y hoy conocemos como océano Atlántico.

Examinando la información sobre los incas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac, que gobernaron entre los siglos XV y XVI, Vilcapoma nos traza un cuadro amplio y preciso del conocimiento geográfico y político que los incas tuvieron de los inmensos territorios orientales y también en el oeste, considerando la gran expedición que comandó Túpac Yupanqui a la Polinesia. Esto es coherente con la visión del mundo de la civilización andina, que concebía al Sol como una entidad que se sumergía en las aguas del Pacífico o Mamacocha en occidente, pero que luego de nadar por la noche bajo la gran isla del kay pacha (Sudamérica) renacía en la vasta masa acuífera del Atlántico en el oriente.

José Carlos Vilcapoma tiene numerosos libros en su haber relacionados con la historia y el folclor andinos y amazónicos, a los que ha dedicado décadas de estudio y difusión. Fue el primer viceministro de interculturalidad cuando se inauguró el Ministerio de Cultura el 2009 y ejerce cátedra en la Universidad Nacional Agraria La Molina, además de ser un activista cultural de talla internacional. Los incas en la ruta del Antisuyo y el Atlántico es un libro sobriamente escrito y bellamente editado, que contiene mapas e ilustraciones poco conocidas, además de fotografías inéditas sobre los asentamientos incaicos que los equipos de investigadores brasileños y de otros países vienen descubriendo en la Amazonía.

El libro bien vale un Perú o, por menos, un buen Paititi. Lo recomiendo con orgullo de peruana.

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amazonía, Historia, Imperio Incaico, José Carlos Vilcapoma., Libros, Océano Atlántico

Lo que está ocurriendo con la Defensoría del Pueblo y con la Sunedu es la mejor demostración de cómo una coalición derechista conservadora es capaz de destruir instituciones, en base a los prejuicios ideológicos que acompañan su arsenal cognitivo.

Si a ello le sumamos el desastroso paso del alcalde Rafael López Aliaga por la Municipalidad de Lima y junto con él, de muchos de sus correligionarios distritales, deberá deducirse que este núcleo del espectro ideológico nacional puede haber alcanzado protagonismo, pero no profesionalismo político.

La derecha conservadora no tiene idea de cómo resolver los graves problemas nacionales que nos aquejan (inseguridad ciudadana, corrupción, crisis económica, reforma del Estado, fortalecimiento de instituciones, etc.). Está signada por un arsenal de frases efectistas, pero a la hora de ejecutar, como se aprecia en la esfera congresal y en la municipal, no da pie con bola.

Lamentablemente, la principal fuerza de la derecha peruana, el fujimorismo, en lugar de haber fortalecido su raigambre liberal, identitaria de lo mejor de los 90, se ha deslizado hacia senderos conservadores, mercantilistas y autoritarios, yendo a contrapelo de sus propios orígenes sociales e ideológicos.

Es casi tan malo que gane la izquierda extrema el 2026 como que lo haga la derecha conservadora. No habría ninguna reforma liberal y muy lejos de ello, el Perú retrocedería en muchas cosas positivas que se lograron, a cuentagotas, en la transición democrática, y nos despediríamos del avance de reformas importantes como las vinculadas a políticas de equidad de género, luchas feministas, respeto a la diversidad cultural, etc.

Si queremos salir del embrollo social, económico y político en el que nos encontramos, es menester que se fortalezcan opciones liberales, que incorporen fuerzas de derecha, de centro e, inclusive, de la centroizquierda que se mantuvo incólume de la tragedia castillista.

Entre la izquierda radical cavernaria y la derecha conservadora troglodita, nos aseguran el retroceso del país y la pauperización brutal de la convivencia política. Es imperativo que las fuerzas liberales y democráticas unan voluntades y le eviten al país ese terrible trance.

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derecha conservadora, Fujimorismo, Izquierda Radical, reformas

[REFLEXIONEMOS PERÚ] Todas las campañas políticas ven a las plataformas digitales como el territorio para ganar las elecciones. Algunos con bailes, otros con parodias, y otros con formas bruscas para llamar la atención. Sin embargo, estos contenidos propiamente no son auténticos, ni propios.

En la actualidad, los ciudadanos digitales nos hemos convertido en consumidores de los contenidos digitales. La pandemia nos llevó a vivir también la política por medio de las redes sociales.

La política de la democracia liberal está pasando por una crisis debilitada, por una falta de credibilidad y apatía ciudadana. Y esto es muy preocupante.

Basta con ver las instituciones públicas y los partidos políticos desgastados en algo que no han sabido aprovechar, con todas estas crisis: el reposicionamiento de la marca institucional o la creación de marcas humanas políticas líderes de verdad. 

Esta política tan deteriorada, actualmente apuesta a la popularidad, pero sin construir marcas propias de los candidatos.

¿Popularidad es sinónimo de Liderazgo? No, son dos cosas absolutamente diferentes.

El ego que intenta gobernar con poder, control y autoridad, crea cuadros políticos que intentan ejercer su influencia sobre otros grupos de interés en sus ideas, pensamientos, y actitudes, sin hacer nada. Sin ni siquiera trabajar un liderazgo auténtico, y con credibilidad. Por eso es importante, rescatar el concepto del líder de opinión, desde la comunicación.

Un líder de opinión es aquella persona que ejerce una influencia en la sociedad, sobre otros que pertenecen a un grupo social, sirviendo de guía para los demás. Las personas con este prestigio de autoridad creíble funcionan como fuentes de información, consejos, análisis para dar al grupo humano líneas de interpretación verdaderas de la realidad.

Ahora bien, el liderazgo es un estilo de vida humano, donde se vive la disciplina, se encarnan valores y refleja coherencia entre el pensamiento, actitudes y comportamientos en la persona sobre el tema en especialidad que defiende y lidera. Para ser líder hay que tener características particulares, sobre todo en la actualidad.

En ese sentido, un líder político de verdad, debe tener valores que se reflejen en su actuar para que su audiencia o público, perciba la diferencia del resto de sus competidores. Su discurso debe reflejar un co-relato con su actuar. Se debe ser coherente en cuanto a la imagen que da, pensamientos, estilos de vida, gustos, y personalidad. Lo que conocemos como integridad.

Los líderes de verdad – en cualquier campo – además de ser auténticamente muy humanos, son íntegros.

Por otra parte, el líder además de tener empatía, que es un concepto que todavía no se entiende, porque no es estar a los pies de alguien sino ponerse en sus zapatos, para desarrollar esa sensibilidad humana, de lo que necesita. La empatía crea el puente hacia la conexión humana, como otro ser humano.

El líder también tiene debe tener habilidad para comunicar y este es uno de los grandes problemas que llegan a tener los políticos, porque no es clara. Nos han enseñado a asociar la comunicación por transmisión de mensajes y no como vinculo o puente que construye un encuentro a través del dialogo. La comunicación verbal y no verbal debe transmitir la unidad pensamientos, valores y creencias desde todo ángulo de la persona. No puede haber dobles discursos, dobles facetas, dobles vidas o dobles facetas.

El político que desea ser “influencer” desde las plataformas digitales, primero debe analizar su propia vida.

Los políticos con cargos de corrupción no pueden ser verdaderos líderes. Deben estar comprometidos con sus valores y los valores institucionales del partido, como con los problemas que aquejan a la población. Y uno de los valores claves que debe sentir es el del Bien común para servir al otro, y ayudar a la población, sin conveniencias, sino más bien por convicciones.

Sería interesante que las escuelas, las universidades, comiencen a considerar estas características de los líderes para que todo tipo de educación, formación desarrolle el potencial de los estudiantes en todos los niveles y podamos tener mejores cuadros políticos basados en valores y liderazgos verdaderos.

Los valores, la autoestima, el conocimiento de la persona, la dignidad, no son categorías mentales, creados por la razón. No son percepciones subjetivas. Son verdades absolutas antropológicas. Son realidades propias del ser humano y siguen siendo los insumos esenciales de la formación de todo líder, desde la educación.

Recordemos que un país que no educa engendra masas. Y si no colocamos la educación al centro de la persona, estamos deshumanizando su misma finalidad.

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[EN LA ARENA] Buena parte de la música criolla le canta al amor perdido. Cada canción expone alguna de las razones que explican por qué la pareja llegó a su fin: desde la condición de humilde plebeyo hasta considerarse una nube gris. Pero una de las razones de ruptura más duras en la Lima y las ciudades costeñas de antaño que fue poco atendida en las canciones populares fue la huida del matrimonio infantil. Probablemente porque en los tiempos en los que se producían esas canciones estaba naturalizado. Lo cierto es que el matrimonio de niñas y adolescentes (que sólo requirió hasta 1984 de la autorización de cualquier familiar para que la hija tuviera que casarse) terminaba cuando las chicas de catorce años o menos escapaban de las violencias con las que sus maridos les golpeaban el cuerpo y el alma, y quedaban con pocos recursos para sobrevivir.

Hasta mediados del siglo pasado a la mujer no le quedaba otra forma de vivir sino dentro del matrimonio (o el convento). En las ciudades algunas terminaban primaria, en las zonas rurales ni siquiera. Viudas o separadas debían realizar oficios vinculados al hogar y el panllevar. Eran muy pocas quienes terminaban secundaria y que estudiaban alguna profesión, que sí o sí seguía muy parecida al hogar. Fuera de esta élite, las demás debían casarse y según el nivel de pobreza, lo antes posible. Por tanto, separarse era para la mujer poner en riesgo su vida y la de sus hijos también.

No era la separación de la mujer un tema romántico que alguna persona quisiera tararear o cantar en una fiesta, pero hubo algunos aportes en los que se denunció la violencia aunque no la edad de la mujer, pues les era indiferente. Son canciones que sólo conocen especialistas, con poco espíritu de difusión. No obstante, aunque nos faltaron las canciones, sí hubo vidas que nos pueden contar cómo fue. Una de ellas es la de Lucha Reyes. La precariedad y violencia que sufrió su madre, la hizo cantar desde niña. Sin recursos para mantener a sus quince hijos, tuvo que entregarla a un convento, donde estudió algunos años de educación primaria. Trabajó como su mamá de lavandera y otros oficios que pudo ofrecer como niña. El año 1950 tenía 14 años. Segura de su voz, concursó en un programa de Radio Victoria. Cantó un vals muy conmovedor, “Abandonada” de Sixto Carrera, en el que una mendiga le cuenta a un desconocido, que por el maltrato del marido tuvo que abandonar a su hijo y se encuentra viviendo en la calle. Él reconoce a su madre, la recoge y la abraza. Quizá había un mensaje de la adolescente Lucila Sarcines Reyes para su mamá, pero quien irónicamente le responde es su primer esposo, un policía del que se separó para lograr sobrevivir. Con su siguiente esposo quedó embarazada y dio a luz a su primer hijo a los 16. La maternidad no la salvó de una nueva relación violenta, de la que también consiguió escapar. Pocos años después se convirtió en Lucha Reyes una de las cantantes peruanas más reconocidas en el mundo entero.

Mucho nos hubiera servido escuchar canciones criollas donde las adolescentes compartieran sus padeceres. Porque así, generaciones del siglo pasado y del presente quizá hubiésemos quedado advertidas de las uniones forzosas, de los embarazos no deseados y quizá, sabríamos cómo atender a mujeres aún tan niñas que hoy siguen sufriendo en el Perú la violación de sus derechos más íntimos y elementales; porque setenta años después, cuando el Congreso recién se debatirá el Proyecto de Ley para erradicar el matrimonio infantil, el presidente de la Comisión de Educación, José María Balcázar, se opone. Dice que las relaciones sexuales tempranas ayudan al futuro psicológico de la mujer. Porque setenta años después, en las oficinas del Ministerio de la Mujer un psicólogo abusa sexualmente de una adolescente, una trabajadora social impide el aborto terapéutico de otra abusada por sus abuelos. Ojalá el Congreso lo apruebe pronto, porque cada día de espera, cada día, dos niñas han dado a luz en nuestro país.

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