Opinión

Si al menos tuvieran un rol acumulativo, de ir despertando consciencias y activando de a pocos a la ciudadanía, bienvenidas sean, pero actos políticos presididos por rostros como los de Lourdes Flores o Raúl Diez Canseco, no tienen futuro alguno y, más bien, generan paulatino rechazo y desgano de la población, que no va a encontrar en estos actos un canal de genuina expresión de indignación respecto de las tropelías de un régimen infame como el de Castillo. Si en Lima, que el 85% desaprueba a Castillo, solo van cuatro gatos a las marchas es que algo se está haciendo mal. Ojalá lo entiendan los organizadores.

-La del estribo: dos libros a leer: Treinta kilómetros a la medianoche, de Gustavo Rodríguez, y Mariposas y Murciélagos, una compilación de crónicas de Julio Villanueva Chang. Hay que saludar la profusión editorial del mercado peruano, tanto en ficción como en no ficción. La pandemia, al parecer, no ha afectado el ánimo de nuestros escritores.

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Encuestas, Marchas, Pedro Casrtillo

AOPYO tiene programas de enriquecimiento personal, de carreras y de consejos estudiantiles. Cada uno de ellos tiene como propósito trabajar con los participantes y hablar sobre problemas mentales y emocionales para que los participantes puedan profundizar en ellos y contextualizarlos. A través de estos programas y de llevar el Tai Chi para la paz, AOPYO tiene como gran objetivo combatir la violencia urbana a través de la prevención o la intervención. La violencia existente debe ser erradicada por medio de programas sociales donde se enfatice una sana convivencia. 

Hoy en día, mientras se atraviesa tanta violencia y tantos atentados por la venta de armas a personas que tienen problemas de salud mental, además de revisar las leyes para que haya más control en su venta, o mejor aún la erradicación total de ellas, sería bueno incentivar más programas como el de AOPYO, que busca formar individuos a través de actividades integrales donde se quiere el bienestar tanto físico como mental y emocional de cada una de las personas involucradas.  

Así como AOPYO, hay muchas otras organizaciones juveniles locales en distintas ciudades de los Estados Unidos, pero hacia ellas rara vez van los reflectores. Parte de nuestra labor dondequiera que estemos es visibilizar los esfuerzos positivos y no repetir hasta el cansancio el horror de las masacres. Quizá con un poco más de información, muchos jóvenes que han perdido la fe puedan encontrar alternativas. 

Apostemos a ello.

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AOPYO, Jóvenes

¿Es un problema de salud mental y una excusa para comprender y eximir de responsabilidad a monstruos al mismo tiempo que financiar la vida de especialistas?, ¿es un asunto de regulación y control de instrumentos de muerte convertidos en mercancías enormemente rentables?, ¿es un inevitable efecto secundario extremo de gamificar nuestra vida colectiva?

Probablemente todos los anteriores, pero no se ve a nadie haciendo nada en serio, salvo buscar ganar puntos en la polarización que cada vez afecta a más sociedades.

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EE. UU., suicidios, Tiroteo

La calle, por su parte, tiene que poner como gran tema de agenda la lucha anticorrupción. No hay nada que indigne más a un ciudadano de a pie que descubrir que los gobernantes se roban el dinero de todos los peruanos en beneficio propio. Y si, en base a ello, se logra movilizar más gente, con protagonistas más convocantes o surgidos de la propia sociedad -como ocurrió el 5 de abril-, ello puede coadyuvar a que el Congreso por fin reaccione y salga de la modorra acomodaticia en la que se encuentra, arrellanado, con la vana pretensión de quedarse allí, bien sentado, todo el periodo completo.

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corrupción

«The Fletch», como se le conocía al espigado tecladista, quien falleció a los 60 años, se consideraba a sí mismo como «el menos musical» en la banda creadora de clasicazos como Shake the disease, Blasphemous rumours, Personal Jesus, Everything counts o Enjoy the silence. En la nota que sobre él se publicó en la versión online de la revista Rolling Stone, recuerdan una declaración suya incluida en el alucinante documental sobre la banda, 101, dirigido en 1989 por el célebre D. A. Pennebaker (también director de Don’t look back (1967), acerca de Bob Dylan; Ziggy Stardust and The Spiders From Mars (1979) de David Bowie, entre otros): «Dave (Gahan) es el cantante, Martin (Gore), el compositor, Alan (Wilder), es el músico completo. Y yo, bueno, yo doy vueltas por el estudio». 

Pero, más allá de esta demostración de falsa modestia con respecto a su rol en Depeche Mode, lo cierto es que la impronta de Fletcher fue decisiva tras la salida de Alan Wilder -quien, a su vez, había reemplazado al fundador Vince Clarke, posterior factótum de Yazoo y, más reconociblemente, de Erasure- pues quedó como único encargado de los teclados y sintetizadores, además de ser el mediador entre los egos colosales de sus compañeros. Con Dave Gahan moviéndose sobre el escenario como un híbrido entre Mick Jagger, Iggy Pop y Michael Hutchence (INXS); y Martin Gore encargándose cada vez más de sus portentosas guitarras Gretsch con atuendos que parecían salidos de un baile de máscaras, Andy Fletcher quedaba como el único en estado robótico, con sus lentes oscuros y trajes largos, más parecido a un integrante de Kraftwerk que a la máquina llenadora de estadios en la que su grupo se convirtió, con hartos merecimientos por cierto, desde aquel álbum brillante llamado Violator (1990).

El caso de Alan White, por su parte, nos lleva a la verdadera realeza del rock mundial. Antes de unirse a Yes, para reemplazar a Bill Bruford -que se fue a trabajar con King Crimson tras grabar los cinco primeros discos de Jon Anderson y compañía, entre 1969 y 1972- el baterista trabajó muy de cerca con dos ex Beatles, George Harrison y John Lennon. Con el primero grabó algunas sesiones del extraordinario álbum triple All things must pass y también fue miembro estable de The Plastic Ono Band, del segundo, acompañándolos en conciertos y grabaciones, entre ellas el famoso LP Imagine. White llegó a Yes en 1972-1973, poco antes de iniciar la gira promocional del álbum Close to the edge. Tuvo solo tres días para aprender el complicado material de la banda, temas de bruscos cambios de ritmos y tonalidades, nada parecidos al directo rock and roll que venía de hacer con Lennon. White, quien además era pianista, se acomodó en el puesto dejado por el polirrítmico Bruford e hizo suyas cada una de las canciones de Yes, como queda claro en aquel concierto que mencionamos previamente, Yessongs. Aquí dos muestras de esa primera gira: And you and I y Close to the edge.

Los creativos y sólidos desarrollos de batería rockera de White, diferentes al estilo jazzero y experimental de Bruford, se compenetraron con el gigantesco bajo Rickenbacker de Chris Squire, columna vertebral del sonido de Yes en todas sus épocas, formando una sección rítmica imbatible en el rock progresivo. Escuchar temas poco difundidos dentro del catálogo de Yes como On the silent wings of freedom (LP Tormato, 1978), Tempus fugit (Drama, 1980, el subestimado LP que grabaron con Trevor Horn y Geoff Downes, en voz y teclados, respectivamente, conocidos como The Buggles por su éxito Video killed the radio star, de 1979) o Hold on y Changes (ambas del disco 90125, de 1983, el mismo del que salió Owner of a lonely heart) dan una idea clara de cuan buen baterista era Alan White. El instrumental Whitefish -combinación del apellido del batero con el apelativo de Squire, «The Fish»- que el grupo lanzó en su LP en vivo 9012Live: The solos (1985) capta bien la interacción casi psíquica que existía entre ambos músicos. 

Tras el fallecimiento de Squire, hace ya siete años, White quedó como el miembro de Yes que más tiempo permaneció en la banda, ya que los demás -Jon Anderson, el guitarrista Steve Howe, los tecladistas Rick Waleman y Tony Kaye- entraban y salían todo el tiempo. Cuando el grupo se disolvió en 1981, fue Alan White junto a Chris Squire quienes rearmaron Yes, reclutando al guitarrista sudafricano Trevor Rabin, primero como un proyecto que se llamó Cinema que luego se extendió con el retorno de Kaye y Anderson, para esa nueva etapa que buscó adaptar el sonido del grupo a las tendencias radiales y de MTV.

En una época en que se promovía, a nivel de las redes sociales de antaño -grupos de amigos sentados en una esquina conversando acaloradamente sobre sus gustos musicales- la indiscutible e irreconciliable diferencia entre los metaleros y los “waves”, las canciones de Yes y Depeche Mode abrieron para mí, en esos años ochenteros sin internet ni Spotify, varias ventanas paralelas hacia sensibilidades sónicas diferentes pero, ambas, igual de fascinantes y profundas. Recordar las suites arcanas de álbumes como Tales from topographic oceans (1973) o Relayer (1974), los primeros dos de Alan White en estudio con Yes; o las densas elucubraciones electrónicas de discos como Black celebration (1986), Music for the masses (1987) o Songs of faith and devotion (1993), grabados por la alineación más exitosa de Depeche Mode, con Andy Fletcher como uno de sus cuatro pilares, es volver a vivir los inicios de mi camino como amante de la buena música, el mismo que no admite más fronteras que las del talento, la creatividad y el buen gusto.

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Cultura, Música

Considerado luego como un escritor esencial para la configuración de la nacionalidad cubana, la imagen de Martí se dispersa en varios catecismos ideológicos, en evidente mal uso de su figura. Eso no quita la importancia ni el valor de Martí en el contexto de la cultura cubana: representa la autonomía intelectual y espiritual, la libertad de seguir los dictados de la conciencia, la fundación, en pocas palabras, de una literatura y de una manera de pensar y hacer literatura.

Decir que su obra es necesaria y actual excede el propósito de un halago porque son dos adjetivos que se cargan de verdad. Diría, como Fernández Retamar, que “José Martí es nuestro apasionante contemporáneo, y nos reserva aún muchas sorpresas en los años por venir” (pp.821). Una antología como Martí en su universo hará posible ese asombro. 


Martí en su universo. Una antología. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Barcelona: Alfaguara, 2021.

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Martí

Es innegable que el desprestigio de las izquierdas (la de Cerrón y la de Mendoza), luego de este gobierno, va a ser gigantesca y merecida, y en principio, debería sacarla del protagonismo electoral, pero no hay que olvidar que subterráneamente corren fuerzas antisistema que se superponen a las categorías ideológicas señaladas y en situaciones de crisis, las desbordan (pasó en la última elección y ocurrió, sobre todo, en la de 1990).

Si a ello le sumamos la dispersión absurda e insensata del centro y la derecha -los supuestos receptores del desprestigio de las izquierdas-, se entenderá el temor de que, a pesar del desastre que estamos viviendo, en la próxima contienda electoral vuelva a aparecer un disruptivo radical que, contra la confianza ilusa que muchos albergan, termine por sorprender y al final llevarse el triunfo inesperadamente. Sería una tragedia a la que la centroderecha, la clase política y empresarial, está contribuyendo con creces.

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Gobierno, Pedro Castillo

Considero que el camino para salir de la pobreza es invertir en las mujeres, dejar el asistencialismo y así apuntar a acelerar la recuperación del país. ¿Por qué no vemos el potencial que existe en mujeres luchadoras? ¿Por qué no pueden ser vistas como agentes de cambio? Eso sería innovación y progreso. 

(1) Rabonas: Mujeres que solían acompañar a los soldados de infantería (maridos, hijos, familiares y conocidos) en las marchas y campañas militares del siglo XIX.

(2)  http://ollascomunes.gpvlima.com/boletin/BOLETIN%20MANOS%20A%20LA%20OLLA.pdf

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Líderes Locales, mujeres, ollas comunes

¿Hay lugar para intervenciones estatales? Los gobiernos pueden reducir diversas fricciones en los mercados, los costos sociales o casi cualquier falla de mercado a través de intervenciones que permitan acercarnos a algún punto de referencia predeterminado de eficiencia social. Básicamente, esto significa que la asignación de recursos escasos puede volverse más eficiente a través de regulaciones e intervenciones gubernamentales de tal manera que los precios tiendan a reflejar mejor los costos reales de los bienes, los servicios, y los medios de producción. Desde esta perspectiva, la fuerza de trabajo, como medio de producción, es un recurso escaso, sobre todo si nos referimos a los trabajadores altamente calificados. Entonces, el aumento de la eficiencia en los mercados laborales debería llevar a la realización de salarios más eficientes que reflejen la productividad de los trabajadores. Tanto el Gobierno como las empresas de tecnología laboral podrían preguntarse: ¿Cuáles son los puestos óptimos para los trabajadores altamente calificados, los cuales son un recurso escaso, de modo que maximicemos el bienestar social? 

Teniendo esto en cuenta, los gobiernos podrían influenciar ligeramente, o ampliamente, la contratación laboral hacia transiciones del mercado laboral que puedan ser consideradas necesarias; por ejemplo, desde una perspectiva geopolítica, se podría aumentar la contratación de mano de obra altamente calificada en los sectores de energía, agricultura, y tecnología de la información para garantizar el funcionamiento óptimo de sectores estratégicos.

De una u otra manera, los trabajadores tienden a ir a donde los salarios son más altos, donde se ofrecen buenas condiciones de trabajo y amenidades como acceso a jardín de niños, varios días de vacaciones pagadas, capacitaciones profesionales competitivas, etc. Cómo se comunican estás condiciones y amenidades a nuestros teléfonos inteligentes, correos electrónicos, redes sociales y anuncios online, afecta nuestras decisiones individuales y afectan la dirección que tomamos como sociedad, a veces más rápido de lo que creemos.

 

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empleo, Indeed, LinkedIn, StepStone
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