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Opinión archivos | Página 141 de 342 | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad

Opinión

De por sí estas mafias afectan la economía nacional. Algunos, cínicamente, creen que es mejor hacerse de la vista gorda y asumir que gracias a su actividad ingresan ingentes cantidades de dinero, pero olvidan que el “blanqueo” de tales dineros destruye la competitividad sana en muchos sectores donde estos mafiosos “invierten”. Los empresarios limpios no pueden competir con estas lavanderías.

De otro lado, la propia ilicitud de estas mafias es la causante, en gran medida, de la creciente ola delictiva que sufre el país. Disputas por territorios o cuotas de poder, ensangrientan las calles del Perú a punta de sicarios y plomo. No es admisible que se le mire de soslayo y no haya conciencia plena del aspecto central que la lucha contra estas mafias debiera tener en los planes de gobierno de cualquiera que quiera regentar el Estado peruano, el mismo que está a punto de ser capturado por bandas criminales y convertir al Perú en una nación fallida.

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narcotráfico

En su posterior libro “Sociedad Emergente y Estado Desbordado” (Editorial Ricardo Palma, 2012), vuelve a retomar el tema de las barriadas, agregando la descentralización y el cambio de ciudades dormitorio a ciudades satélites, que se generaron en el mundo popular e informal. Brindó aportes.

Se nos fue físicamente hace unos años este gran sanmarquino, pero sus ideas quedan para seguir reflexionando sobre el Perú informal y sus posibilidades.

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ensayo, Informalidad, Perú

Me explico. Todas las campañas, sin ejes programáticos claros, apuntan a “resolver”, desde una posición vertical se actúa como sujeto clave en la resolución de necesidades de las personas. Pero eso nos genera un elemento ausente: las personas. No existe la voz ciudadana en esta campaña. Solo el “yo / nosotros, haré / haremos”. La voz del vecino está sin ser considerada porque los candidatos ya saben lo que queremos, porque la enumeración en encuestas de los principales problemas de las ciudades ya les dio la única fuente de información que creen que requieren para ofrecer cosas.

Esto es excluyente y desprecia algo clave: a quién representan. Sin identidad partidaria, menos ideológica, y sin considerar a los vecinos, ¿qué queda? Un tipo que dice que hará cosas. Todos iguales. Frente a eso, qué nos queda como electores. Votar por el que nos caiga mejor o el que se alinee mejor contra nuestros enemigos.

Porque ese es el nivel de debate de esta campaña. El despreciar al que tenemos en frente. El último domingo lo que hicieron López Aliaga y Urresti en Latina TV fue eso, burlarse de un espacio para plantear algo y atacar sin bases al otro. Aburrido e insustancial. Pero esa es, no lo queremos ver, la forma más fácil y evidente de burla de sus electores. El no considerarlos ni atender los -pocos- espacios de comunicación que tenemos para oírlos proponer cosas.

En esta campaña ha primado la falta de recursos imaginativos para transmitir, por otro lado. Se cree que por tener una cuenta en tiktok poniendo cualquier tontería (me consta, me pasé horas viendo cuentas de partidos y candidatos y ninguna vale la pena) ya están haciendo una campaña disruptiva que los conectará con una audiencia que los está esperando con los brazos abiertos. Nadie se salva. La ausencia de conocimiento sobre lo que la gente realmente valora es deplorable. Pero la indiferencia para asumir esto y no actuar es peor. La oferta es realmente un desastre.

Por eso esta campaña es mediocre. Por eso no levanta y no genera emociones. Porque revela un conjunto de falencias que la política nacional tiene y el fracaso de un modelo de representación que tenemos que repensar de manera detallada.

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elecciones regionales y distritales

Derecha conservadora, centro derecha, centro izquierda, vanguardia de izquierda “contrahegemónica” e izquierda comunista son los cinco bloques principales del espectro político-ideológico chileno que se han visibilizado claramente tras la victoria del “rechazo” en el plebiscito de salida de su trascendental proceso constituyente. La batuta en la Convención Constitucional la tomaron las vanguardias “contrahegemónicas”, pero acaban de constatar que esa no es la izquierda que quiere Chile. El vecino país  busca que los servicios del Estado se acerquen a la gente. Otras reivindicaciones como las relativas a los pueblos originarios deberán incluirse en un texto constitucional que deberá redactarse de nuevo pero con un enfoque distinto. Ese ha sido el mandato del pueblo chileno el pasado domingo 4 de septiembre.

En el Perú, la situación de Chile debe ser seguida con atención pues vivimos una enorme paradoja. Si más del 80% de los peruanos apoyó la caída de Manuel Merino hace dos años fue porque nuestro sentido común es bien parecido al de Chile. Es decir, contamos con una mayoría de centro o centro izquierda que cree en la democracia y quiere que los servicios del Estado satisfagan sus necesidades, a esto se suma el hartazgo por la farra perenne de las arcas estatales que explica el espectacular recibimiento a Antauro Humala en Andahuaylas. Sin embargo, solo hay representación política para la derecha conservadora y la izquierda radical antisistémica. Esta última, originalísima expresión de la peruanidad, y ausente en el espectro político chileno, cuenta con ribetes de conservadurismo arcaico que la hacen aún más sui generis.

El Perú es de centro, o de centro izquierda, podría apoyar a un centro derechista también, pero podría volcarse hacia un antisistémico radical si no encontrase a nadie que encajase en las primeras tres opciones. Sin embargo, no hay ni partidos, ni caudillos, ni de centro, ni de centro izquierda, ni de centro derecha que asomen en el horizonte. ¿Con quién nos encontraremos al final del camino?

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Perú

Se dirá que Nemesio Chupaca nació en un momento en que el indígena peruano apenas si tenía presencia en la televisión. Eran los años 60 y 70 del siglo pasado y el mencionado personaje destacaba como el «serrano pícaro» que podía hacer frente a los señorones criollos. Sin embargo, el acriollamiento de Chupaca era una reivindicación a medias, porque no dejaba de ser ridículo para lograr sus objetivos. Más bien se reforzaba la imagen del indígena ladino, oportunista, sin conciencia política y medroso finalmente del poder real. Es decir, la otra cara del estereotipo del indígena sumiso y llorón. Ambos, finalmente, resultan denigrantes, indignos: son creaciones desde una mentalidad colonial que sigue viendo en nuestros pueblos originarios a personas en condición de inferioridad moral.

En su propia defensa, el MinCul lanzó un comunicado que decía: “Precisamente, desarrolló un personaje basado en el perfil del típico inmigrante de provincia que llegó a la capital y lejos de ser pasivo e ingenuo, presentaba más bien actitudes de un burgués acriollado, avispado que no se dejaba ganar por nadie. Su fórmula original, de provinciano audaz, gustó mucho porque era algo que no se había hecho aún y que nadie imaginaba que podría existir algún día”. Vaya explicación. ¿O sea que ser «burgués acriollado y avispado» es un ideal al que aspirar? ¿Ese es el reconocimiento otorgado a nuestros milenarios pueblos andinos?

Para colmo de contradicciones, el derechismo de Loza es más que sabido, habiendo llamado al presidente Castillo un delincuente y comunista. O sea, el MinCul se hace de la vista gorda con respecto al trato denigrante que la derecha peruana viene machacando hasta el cansancio (golpismo y racismo de por medio) en la figura del primer mandatario.

Luego han surgido personajes como la Paisana Jacinta, el Negro Mama y la Chola Chabuca, que han continuado con diversos estereotipos. ¿Llegará también el día en que Jorge Benavides, el creador y actor que encarna a los dos primeros, y Ernesto Pimentel, a la tercera, reciban su reconocimiento por el MinCul?

Ya déjense de hacer el ridículo: el Ministerio De Cultura debería ser mucho más riguroso para entregar estas distinciones y mostrar más consecuencia en cuanto a qué se evalúa en la trayectoria perpetrada por distintas figuras de nuestra farándula. Qué tal manera de meterse autogol.

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Ministerio de Cultura

3.- Salud Pública. Uno de los rasgos de calidad de vida y dignidad ciudadana en el mundo es la provisión universal de un servicio de salud pública para los pobres, para aquellos que no pueden pagar una clínica privada o un seguro médico. El desastre conjunto de EsSalud y el Minsa requiere una cirugía mayor y cambios normativos importantes, que pasan por el Congreso. Fórmese una comisión de expertos que debata seriamente qué hacer con el entuerto y que se apruebe un paquete legislativo que remedie el problema. Recursos hay en el sector -se han multiplicado varias veces en las últimas décadas-, pero la trama corrupta de mafias enquistada en el mismo impide que el ciudadano de a pie reciba un trato mínimamente digno. Es éste uno de los servicios esenciales de inclusión social y su falla estructural es una fábrica de antisistema y de portavoces de rencores muy profundos.

La del estribo: muy recomendable, como siempre, el tercer número de la revista Ojo Dorado, que publica el ICPNA, bajo la dirección de Alberto Servat. Entre muchos otros temas, contiene este número el testimonio del cineasta alemán Werner Herzog haciendo un repaso de su relación con la Amazonía, a propósito de cumplirse 50 años de Aguirre o la ira de Dios; un adelanto de la autobiografía de Susana Baca; una conversación entre Ana de Orbegoso y Natalia Iguiñiz. Y mucho más.

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Congreso de la República, reformas

En segundo lugar, la estolidez sabia está asociada con el conocimiento de las trampas de la mente y los sesgos que la caracterizan. Es la capacidad de entender que no se trata de coeficientes intelectuales deficientes ni deshonestidad, sino que es un funcionamiento que tiende a privilegiar primeras impresiones, preferir datos que confirman creencias,  sobreestimar conocimientos y habilidades propias, confundir ruido y señal, y desconocer la naturaleza probabilística del universo.

Finalmente, quizá lo más importante para la necedad productiva, está el sentido del humor, la capacidad de ver, incluso la búsqueda activa de aquello que no tiene sentido, que parece como una broma de mal gusto, que es risible, ridículo e irónico en las ocurrencias de la vida, también en las más trascendentes, y sobre todo en las que nos tienen como protagonistas.

Mi mente cuentista, la mente sesgada y la posibilidad de usarla para reírse de uno mismo, son los ingredientes que permiten ser idiotas de la mejor manera.

Por su parte, Historia de la cumbia peruana: De la música tropical a la chicha (Instituto de Estudios Peruanos, 2022) es, probablemente, el primer acercamiento que un investigador académico serio hace al proceso de gestación de la cumbia peruana. Si bien es cierto existe una bibliografía muy extensa de artículos, ensayículos y ensayos sobre estas temáticas, dispersos en publicaciones multiautorales, revistas de sociología o medios de comunicación -que el mismo autor se encarga de citar apropiadamente-, este libro de Jesús Cosamalón traza una línea evolutiva que, también en tres décadas, encuentra vasos comunicantes entre sí, con la salsa y hasta con el rock de sus respectivas épocas.

La meticulosidad del historiador para enlazar acontecimientos políticos y económicos con el desarrollo de los hábitos de consumo y gustos populares es muy ilustrativa, aun cuando por momentos se intuye cierta idealización respecto de la influencia, en términos sociales y de construcción de autoestima, de movimientos como los encabezados por las orquestas de Freddy Roland, Carlos Pickling, Rulli Rendo (años sesenta), Los Destellos, Los Pakines, Juaneco y su Combo (años setenta), Los Shapis, Chacalón y la Nueva Crema (años ochenta). Es cierto que estos y otros artistas mencionados en sus páginas tuvieron, en muchos casos, gran éxito masivo en el Perú -y algunos también lo lograron fuera- en cuanto a venta de discos y asistencia multitudinaria a conciertos. Pero, a la luz de lo que vino después del auge de la chicha -que Cosamalón ubica, correctamente, como resultado de un proceso previo y no como creación original de migrantes del campo a la ciudad- es evidente que ese éxito comercial no sirvió para construir una ética de trabajo, con productos de calidad que ofrezcan algo más que el escapismo vacío, de infértil irreverencia y desacato permanente al buen gusto que hoy vemos y oímos.

Los excesos de sublimación en ambas obras no constituyen, en modo alguno, una característica negativa. Por el contrario, esa visión romántica que es, a un tiempo, objetiva y realista pues proviene de datos concretos, vivencias, materiales publicados, hace atractivas a estas publicaciones pues pone ante ojos y oídos de los lectores, un pasado que merece ser reconocido como fundacional de aquellos fallidos intentos por construir una identidad musical nacional, en la que se integraron, en desorden, múltiples fuentes de información, con la finalidad de recuperar esos bríos y, por qué no, reiniciar esa búsqueda a contramano del sistema que busca homogeneizarlo todo.

Si al escuchar canciones como 1ero. de Noviembre, del segundo álbum de Héroe Inocente (El campeón de los campeones, 2005), La sociedad me enferma, del álbum debut; o cumbias como Don José (Los Ribereños, 1969), Viento (Grupo Celeste, 1975), Colegiala (Los Ilusionistas, 1977) o El aguajal (Los Shapis, 1981) -todas incluidas en un listado de QR al final del libro de Cosamalón, para escucharlas en YouTube- no se activa en tu cerebro esa nostalgia capaz de emocionarte con recuerdos entrañables de tu infancia, adolescencia o eterna juventud, significa que la modernidad y sus distracciones te han dejado vacío.

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cumbia, Música

Si ello no ocurre, la irresponsabilidad de la fragmentación le abrirá las puertas a la izquierda radical, que montada en la segunda vuelta, volverá a invocar el rencor de los desplazados de la bonanza, de los marginados del sistema, de los ciudadanos sin Estado. La inmensa alza global de precios internacionales (Castillo va a recaudar en renta minera en cinco años más de lo recaudado en los últimos veinticinco y, por supuesto, lo va a dilapidar) y las ventajas competitivas naturales de un país emprendedor como el Perú, solo necesitan un par de buenos gobiernos proinversión sucesivos para voltear la página del abismo en las cercanías.

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Antauro Humala, Pedro Castillo
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