Opinión

[El dedo en la llaga] Apulia es una árida región del sureste de Italia, a orilla del Mar Adriático, de anchas llanuras y onduladas colinas. Allí se encuentra el pueblo de San Giovanni Rotondo, una pintoresca localidad de poco más de 27,000 habitantes, recordada por haber sido el lugar de residencia entre 1916 y 1968 de San Pío de Pietrelcina (1887-1968) —más conocido como el Padre Pío—, un sacerdote capuchino que llevaba en su cuerpo los estigmas de Cristo, al cual se le atribuían curaciones milagrosas y que tenía el don de ver los pecados de aquellos que se acercaban a él para confesarse sacramentalmente.

Pero actualmente sería el lugar de residencia de alguien mucho menos santo, a saber, Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, quien, como señala un decreto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica del 9 de agosto de 2024 —que lleva la firma del mismo Papa Francisco además de las firmas de oficio— ha sido expulsado de la institución que él mismo fundó. Sin embargo, este decreto presenta muchas ambigüedades.

Se señala que la expulsión se efectúa «por causa de circunstancias distintas de las previstas en el can. 695 y can. 696», por lo cual quedan excluidos «el descuido habitual de las obligaciones de la vida consagrada; las reiteradas violaciones de los vínculos sagrados; la desobediencia pertinaz a los mandatos legítimos de los Superiores en materia grave; el escándalo grave causado por su conducta culpable; la defensa o difusión pertinaz de doctrinas condenadas por el magisterio de la Iglesia; la adhesión pública a ideologías contaminadas de materialismo o ateísmo» (can. 696).

El canon 695 señala «los delitos de los que se trata en los cc. 1397, 1398 y 1395» como posibles motivos de expulsión. Los delitos señalados en el canon 1397 no son evidentemente aplicables a Figari, pues se refieren a «quien comete homicidio, o rapta o retiene a un ser humano con violencia o fraude, o lo mutila o lo hiere gravemente» o a «quien procura el aborto», pero sí podrían aplicarse delitos señalados en el canon 1395 —el «que, con violencia, amenazas o abuso de su autoridad, comete un delito contra el sexto mandamiento del Decálogo u obliga a alguien a realizar o sufrir actos sexuales»— o en el canon 1398 —el «que comete un delito contra el sexto mandamiento del Decálogo con un menor o con una persona que habitualmente tiene un uso imperfecto de la razón o a la que el derecho reconoce igual tutela»—.

Sin embargo, cómo señala el decreto de expulsión, no son éstos los motivos que fundamentan la medida sino circunstancias distintas, «en cualquier caso incompatibles y por tanto inaceptables en un miembro de una institución de la Iglesia».

¿Se indica cuáles son esas circunstancias? Por ningún lado. Es decir, no sabemos cuál es el verdadero motivo de la expulsión, pero se deja en claro que no es por los abusos sexuales cometidos.

Una interpretación plausible de este proceder sería que en 2017, cuando Figari fue sancionado por primera vez por el Vaticano, no había una norma en el Código Derecho Canónico que permitiera sancionarlo por un delito grave, dado que este tipo de delitos —incluidos los abusos sexuales— se castigaban sólo cuando eran cometidos por clérigos. Y Figari no lo es: es un laico. Consagrado, pero laico al fin y al cabo. Inimputable, por así decirlo.

Esto ha cambiado con las reformas del derecho eclesiástico introducidas por el Papa Francisco en los años 2021 y 2022, de modo que ahora un miembro de un instituto de vida consagrada puede ser sancionado por esos delitos. Sin embargo, esas nuevas leyes no se pueden aplicar retroactivamente a Figari. Ésta es la razón por la que no habría sido expulsado por abusos sexuales, sino por algún otro delito que el Vaticano ha indagado y encontrado para sancionarlo.

El segundo motivo es «por causa de escándalo y grave daño al bien de la Iglesia y de cada uno de los fieles». Como de costumbre, la Iglesia está protegiendo su imagen y omitiendo cualquier mención de las víctimas. Si los delitos de Figari hubieran permanecido en secreto, este motivo de expulsión no aplicaría, pues no habría escándalo. Téngase en cuenta que la justicia no es una prioridad para el derecho eclesiástico, sino “la salvación de las almas”, aunque se tengan que cometer injusticias en el camino.

Por otra parte, queda claro que se trata de una decisión del Papa Francisco, expresada en una carta del 6 de agosto de 2024 al dicasterio en cuestión. La decisión se toma pro bono Ecclesia, por el bien de la Iglesia. ¿Por qué se requería una intervención del Papa Francisco? Simplemente porque quien tenía la potestad —otorgada por la ley eclesiástica— de expulsar a Figari —a saber, el Superior mayor del instituto— nunca lo hizo. De este modo, Eduardo Regal, Alessandro Moroni y José David Correa, superiores generales del Sodalicio después de la dimisión de Figari en diciembre de 2010, tienen responsabilidad en no haber tomado las medidas del caso y haber protegido a un miserable que tiene en su haber delitos graves.

No queda claro cuál será la situación de Figari de ahora en adelante. El decreto no lo aclara. ¿Seguirá viviendo en San Giovanni Rotondo u otra localidad italiana con todos los gastos pagados por el Sodalicio? ¿Se le seguirá prohibiendo hablar con los medios? ¿Y qué pasará con todos aquellos que lo protegieron y encubrieron, comenzando por las autoridades del Sodalicio?

Por otra parte, ¿es esto un paso más hacia la supresión del Sodalicio? ¿O se trata de una operación quirúrgica que buscará rescatar la institución, aduciendo que el tumor ya ha sido extirpado y que todo el cuerpo restante está sano? Esperamos que sea lo primero, pues el Sodalicio sin Figari en su conducción ha seguido cometiendo diversos abusos, siendo el principal el maltrato de las víctimas y la falta de una reparación simbólica y pecuniaria justa y adecuada.

Una muestra de este maltrato es el “Comunicado sobre la expulsión de Luis Fernando Figari del Sodalicio de Vida Cristiana” del 14 de agosto de 2024, firmado por José David Correa, el actual Superior General. Se trata de un comunicado lleno de mentiras y omisiones. Dice que «las autoridades del Sodalicio hemos colaborado estrechamente con la Santa Sede en la búsqueda de la verdad y la justicia», cuando en realidad lo que hizo el Sodalicio desde un principio es aplicar una estrategia de control de daños, obstaculizando que toda la verdad sobre las víctimas salga a la luz, persiguiendo judicialmente a los periodistas que destaparon el escándalo directamente —mediante querellas interpuestas por Mons. José Antonio Eguren— o a través de terceros, mintiendo descaradamente en la Fiscalía, moviendo influencias en el Ministerio Público a través del Estudio de Abogados Hauyón & Hauyón a fin de que se archiven las denuncias contra miembros y exmiembros del Sodalicio y se mantengan abiertos las denuncias interpuestas contra los periodistas Pedro Salinas, Paola Ugaz y Daniel Yovera. Se ha de suponer que la “colaboración” con la Santa Sede ha ido en la misma línea, haciendo necesarias las intervenciones de Mons. Charles Scicluna y Mons. Jordi Bertomeu para que comience a haber justicia y se reconozca a varias víctimas deliberadamente ignoradas, además de reconocer lo insuficiente y ofensivo de las reparaciones ofrecidas por el Sodalicio a las 67 víctimas que hasta ahora han admitido oficialmente.

También miente José David Correa cuando dice lo siguiente:

«En 2019, la V Asamblea General del Sodalicio en Brasil expresó el pedido de perdón institucional a todas las víctimas que han sufrido algún tipo de abuso de parte de Luis Fernando Figari y me encargó, como Superior General, que examine la pertinencia de iniciar un proceso canónico para su expulsión. Después de mucha reflexión y diálogo, en diciembre de 2019 solicité a la Santa Sede la expulsión del Sr. Figari».

El pedido de perdón institucional fue puramente declarativo —pues en ese entonces nunca se comunicaron personalmente con las víctimas para pedirles perdón— y tampoco tuvo ningún efecto en las reparaciones. Por otra parte, recién nos venimos a enterar que habían decidido la expulsión de Figari. ¿Por qué no lo comunicaron en su momento? ¿Por qué no hicieron efectiva la expulsión ellos mismos, considerando que el Superior mayor de un instituto, después de haber consultado a su consejo, tiene la facultad de expulsar a un miembro, sin tener que pedirle permiso previo a la Santa Sede?

No satisfecho con mentir descaradamente, José David Correa nos relata el siguiente cuento de hadas:

«El Sodalicio cuenta con una Oficina de Escucha y Asistencia, que desde el año 2016 recibe a personas que han sido víctimas de diversos tipos de abuso por miembros y ex-miembros del Sodalicio desarrollando procesos de reparación».

El informe sobre abusos del Sodalicio de los expertos Ian Elliott, Kathleen McChesney y Monica Applewhite de febrero de 2017 señalaba como completada la siguiente recomendación:

«Publicar la información de contacto de la persona que recibirá los reportes de abuso en varios medios y en el sitio web del SCV».

Hasta el 4 de noviembre de 2019, cuando me comuniqué telefónicamente con la Oficina de Comunicaciones del Sodalicio para preguntar por estos datos —pues no se hallaban en el sitio web del Sodalicio ni en ningún otro medio— no había manera de contactar esta oficina. El 7 de noviembre me respondieron y ¡oh maravilla! apareció un link en el sitio web con el título de “Ambientes seguros”, indicando la dirección de correo electrónico con la cual se podía uno comunicar para reportar casos de abusos. Sin embargo, no había dirección física ni número telefónico, pues esta oficina no dispondría propiamente de un local. Además, no se tiene conocimiento de que el Sodalicio haya admitido posteriormente más casos de abusos que los que reconoció oficialmente cuando se publicó el informe de los expertos internacionales.

Por todo lo dicho resulta ofensiva y alejada de la verdad una frase como:

«Reconocemos profundamente el dolor de las víctimas y reiteramos nuestra solidaridad con ellas».

Quisiera concluir con una frase del comunicado capaz de suscitar una sonrisa irónica en cualquiera:

«Como hemos declarado anteriormente, Luis Fernando Figari es el fundador histórico del Sodalicio de Vida Cristiana, pero no es un referente espiritual para nuestra comunidad ni para la Familia Sodálite».

Y si Figari no es un referente espiritual, ¿por qué siguen manteniendo en pie la misma ideología inculcada por el fundador? ¿Por qué muchos de los textos que escriben algunos sodálites podrían haber sido escritos por el mismo Figari, pues contienen su misma doctrina y su mismo estilo? ¿Por qué el supuesto carisma que dicen tener es el mismo que inculcó Figari a sus incondicionales seguidores?

A decir verdad, el único pensamiento admitido en el Sodalicio desde sus inicios fue el de Figari. Nunca hubo lugar para una pensamiento o doctrina distintos. Sin Figari, el Sodalicio no es nada. No tiene ideología, espiritualidad ni carisma, pues todo lo que había quedado de eso después del destierro de Figari en Italia se basaba sobre lo que este les había inculcado a sus leales discípulos. El siguiente paso lógico sería que el Sodalicio fuera suprimido.

Llegó la hora de bajar el telón. Y que el último apague la luz.

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Abusos sexuales, fernando figari, Iglesia católica, Papa Francisco, sodalicio de vida cristiana, víctimas

[Música Maestro] A las tres y media de la mañana de un día como hoy, hace 55 años, Sly & The Family Stone alborotó a una multitud de hippies en el festival de Woodstock. Pocos minutos antes, The Kozmic Band Blues había hecho lo propio, con la extraordinaria pero depresiva descarga bluesera de la inolvidable Janis Joplin (1943-1970). En cambio, el septeto iluminó la oscura madrugada de aquel campo neoyorquino con el electrizante positivismo de sus canciones, una mixtura de soul y funk con rock psicodélico que venía sentando las bases para un nuevo capítulo en la forma que tenían los afroamericanos de hacer y entender la música popular.

Quienes han visto el legendario documental que resume los tres días de paz, amor y música de agosto de 1969 saben perfectamente de quién estoy hablando. La frenética versión deI want to take you higher, single de su cuarto LP titulado Stand! -lanzado tres meses antes del festival- que se incluyó en el largometraje dirigido por Michael Wadleigh condensa la intensidad del mensaje de esta banda, pero no bastan para entender su importancia, en términos más amplios. El concierto completo duró poco menos de una hora y fue una catarsis rítmica cargada de significados que mereció ser tan recordada como las actuaciones de Santana o Jimi Hendrix (1942-1970). Sin embargo, por algún motivo, el legado de Sly & The Family Stone quedó encapsulado y reducido a esos diez minutos de algarabía e interacción con el público, liderados por el compositor, arreglista y multi-instrumentista Sylvester Stewart.

Para cuando Sly & The Family Stone llegaron a Woodstock, ya eran un grupo reconocido que venía lanzando discos desde 1966. Los expertos coinciden en que Sly Stone es, junto a James Brown (1933-2006) y George Clinton (Parliament-Funkadelic), una de las columnas vertebrales de la identidad musical afroamericana. Si en el rock y el jazz fueron Jimi Hendrix y Miles Davis (1926-1981) respectivamente, Stone impulsó con su creatividad melódica las ramificaciones del gospel y el R&B hasta convertirlas en parte de la subcultura hippie, haciendo disfrutar a públicos blancos y negros de estas odas a la diversión y la armonía que, poco a poco, fueron adquiriendo más peso ideológico, en un tiempo de diversos activismos que marcaban la agenda diaria en los Estados Unidos.

La visión musical y social de Sylvester “Sly” Stewart fue, sin embargo, varios pasos más allá, dispuesto a hacer que elpúblico que entraba en contacto con sus propuestas reflexione sobre conceptos como la integración interracial y de género, muchas décadas antes de que se convirtieran en supuestas banderas de lo que hoy suele llamarse “progresismo”, término que es, a la vez, peyorativo y vanguardista. Para comenzar, The Family Stone era, literalmente, un colectivo familiar, lo cual le daba un carácter confiable, cálido. Los hermanos Sylvester(voz, teclados, guitarra), Freddie (guitarra) y Rose Stewart (voz, teclados), nacidos en Texas y criados en California, comenzaron a tocar juntos desde niños, bajo el nombre The Four Stewart. Sobre esa base, Sly convocó a los primos Larry Graham (bajo) y Cynthia Robinson (voz, trompeta). Y para completar, dos músicos blancos, el saxofonista Jerry Martini y el baterista Greg Errico.

Entonces tenemos, por un lado, un combo que tenía en su formación estable a dos mujeres, algo inusual para la época. Si bien es cierto eran comunes los tríos vocales femeninos -Diana Ross & The Supremes, Martha & The Vandellas, The Ronettes-, lo común era que, en contextos de bandas lideradas por hombres, ver a las chicas cumpliendo roles secundarios (coros, coreografías, percusiones menores) y no tocando sus propios instrumentos. En ese sentido, Cynthia Robinson y Rose Stone fueron anónimas pioneras de la inclusión en la historia del rock. Y, por el otro lado, la presencia de Errico y Martini le generó más de una crítica a Sly por parte de grupos defensores de los derechos civiles, desde los más moderados hasta radicales como “Las Panteras Negras” que, incluso, llegaron a exigirle que los expulsara de su banda, tanto a ellos como a su manager, David Kapralik (1926-2017).

La discografía de Sly & The Family Stone consta de diez álbumes oficiales en estudio y un LP recopilatorio. En solo tres años, la banda construyó el legado que le dio imperecederoprestigio en el universo del pop-rock de los sesenta, con sonidos anclados en los mejor de la música negra norteamericana y una actitud/aspecto que redondeaba una utopía artística y social. Los álbumes A whole new thing (1967), Dance to the music(1968), Life (1968) y Stand! (1969), contienen todos los elementos que hicieron de este grupo una poderosa e influyente fuerza musical y de movilización de ideas.

A diferencia de las fórmulas repetitivas de James Brown y la dureza conceptual del colectivo P-Funk de George Clinton, los dirigidos por Sly Stone mostraban frescura y plasticidad en el terreno sonoro -el bajo redondo de Larry Graham, la diversidad de recursos en teclados y guitarras tanto de Sly como de su hermano Freddie, los metales bien colocados, las voces múltiples– y una riqueza lírica que le permitían elaborar mensajes profundos sin caer en lo panfletario y siempre con la capacidad de generar una atmósfera vital e inspiradora.

Mientras que los tres primeros álbumes contienen melodías hechas para el disfrute y la liberación a través del baile, como Dance to the music, M’ Lady o Underdog -el primer tema del primer LP, un anticipo de las temáticas sociales que serían más adelante su materia prima, en su cuarta producción discográfica, Stand!, aparece esa orientación hacia los aspectos más sensibles de las relaciones humanas. Composiciones incluidas en este disco como You can make it if you try, Stand!o Everyday people sirven para exponer esas preocupaciones por mantener la armonía, respetar al prójimo y divertirse sin límites ni prejuicios.

Por su parte, Sing a simple song y la mencionada I want to take you higher, cuyo título puede interpretarse de varias maneras, especialmente por la acepción coloquial que tiene el vocablo “high” en inglés -que alude a estar drogado- retoman la intención más relajada de sus inicios. Ese disco también presenta dos adelantos de la onda experimental y de críticas más agudas que desarrollaría en años posteriores.

Uno de ellos es un extenso jam instrumental titulado Sex machine, publicada un año antes del superéxito de James Brown del mismo nombre, que presenta un intenso trabajo de Freddie Stone con el pedal wah-wah y una interacción magnética entre la batería de Greg Errico y el bajo de Larry Graham (además de un solo ultra distorsionado de este último, casi al final). Y la otra es, probablemente, la composición más controvertida de Sly & The Family Stone, Don’t call me nigger, whitey (“No me digas negro, blanquito”) que en su coro incluye la contraparte de esta llamada de atención –“don’t call me whitey, nigger”- que, seguramente, debe haber inspirado a los mexicanos Molotov cuando comenzaron a escribir su éxito de 1999, Frijolero.

Casi un año después del festival de Woodstock, la casa discográfica Epic Records organizó todo para capitalizar el gran impacto que había tenido la banda, a través de la publicación de un LP titulado Greatest Hits, doce canciones de las cuales nueve provenían de los discos previos, con excepción del álbum debut. Además, presentó tres temas que se habían estrenado entre julio y diciembre de 1969 como singles y que, a la larga, se convertirían en clásicos de su repertorio en estudio, Everybody is a star, Hot fun in the summertime y Thank you (Falettinme be mice elf agin), título con una deliberada deformación de las palabras, para reflejar en textos escritos la mala pronunciación que suelen tener las poblaciones de barrios negros pobres. La frase correcta sería “for let me be myself again” que, literalmente significa “por dejarme ser yo mismo de nuevo”.

Con el inicio de la nueva década, las composiciones de Sly dieron un giro de 360 grados, pasando del optimismo abierto a una postura un poco más crítica, con un enfoque algo amargado y cínico, si lo comparamos con sus producciones anteriores.There’s a riot going on (1971), el quinto disco del grupo, encara temas como los derechos civiles y las luchas sociales afroamericanas pero desde un punto de vista desafiante, con canciones como Family affair o Running away que funcionaron como singles, con las letras de cuestionamiento o desilusión hacia lo que se conoció como contracultura. Musicalmente prosigue la senda del soul pero también comienza a introducir baterías programadas, efectos de sonido y un acercamiento al estilo de Parliament Funkadelic, más duro y arriesgado que el de sus primeros discos más relacionados al amable sonido de Earth Wind & Fire.

Para este momento, las profundas adicciones de Sly Stone ya lehabían comenzado a pasar factura. Las fricciones que tenía el compositor y líder con sus compañeros eran constantes y eso generaba diversos niveles de frustración en la estructura interna de la banda. Como recuerda Greg Errico, quien fue el primero en retirarse en 1971, la química existente entre Sly y el resto inició un proceso de deterioro que afectaba el cumplimiento de contratos, las sesiones de grabación y los conciertos, especialmente desde que el cantante decidió mudarse a Los Angeles. Errico desarrolló una muy interesante carrera como baterista con Santana, Weather Report, Tower Of Power, entre muchos otros. Su lugar en The Family Stone fue ocupado por el neoyorquino Andy Newmark, músico de sesión que posteriormente alternó con superestrellas como John Lennon, David Bowie y Roxy Music, solo por mencionar algunos de sus trabajos.

Un año después, en 1972, se produjo la segunda gran deserción en la banda. El bajista Larry Graham tenía tantas discusiones con Sly Stone que era casi imposible hacerlos coincidir en un mismo lugar sin que terminaran peleándose. Después de un concierto, los guardaespaldas de Sly prestaron oídos a un rumor no confirmado de que Graham había contratado a un sicario para eliminar a Stone. Para evitarlo, los matones atacaron a los colaboradores del bajista quien tuvo que huir por la ventana de la habitación que ocupaba con su esposa. Dos años después, Larry Graham -creador de la técnica de slapping muy usada por bajistas como Flea (Red Hot Chili Peppers), Les Claypool (Primus) o Marcus Miller (Miles Davis, David Sanborn), entre otros- lanzó su propia banda, Graham Central Station, jugando con el nombre de la centenaria estación central del metro de New York y su apellido– con la que se mantuvo activo durante el resto de la década.

Entre 1973 y 1976 la banda lanzó tres álbumes más, Fresh(1973), Small talk (1974) y Heard ya missed me, well I’m back(1976), acompañado siempre de sus hermanos Freddie y Rose, así como del saxofonista Martini y la trompetista Cynthia, con quien Sly mantuvo una fugaz relación de la cual nació su primera hija. En estos discos la banda todavía mantiene ese toque mágico, gracias a la musicalidad de Sly, y generó algunos éxitos como If you want me to stay o Loose booty. En medio, un disco en solitario llamado High on you mostró a Sly Stone dispuesto a retomar sus glorias pasadas, con canciones salidas de su inagotable fuente de sonidos y melodías de orgánico funk,soul y R&B, además de ciertos acercamientos a la música disco. El álbum contiene canciones notables como el tema-título, So good to me o el instrumental Green eyed monster girl.

En el año 2009 el mundo quedó estupefacto al enterarse de que el creativo músico, uno de los líderes de la cultura musical afroamericana, vivía desamparado en un asilo. Las complicaciones económicas y de salud asociadas a las drogas más las sucesivas estafas de managers que se las arreglaron para quedarse con sus regalías, lo dejaron en bancarrota. Sin embargo, poco a poco, el músico fue reapareciendo por aquí y por allá. Reportajes, invitaciones fugaces en conciertos, intentos de retomar sus actividades artísticas, documentales como On the Sly: In search of the Family Stone (2017) y hasta un excelente álbum de dúos con importantes colegas como I’m back! Family & Friends (2011) hicieron saber a sus seguidores que Sly Stone aun estaba vivo.

El catálogo de Sly & The Family Stone debe ser uno de los más revisitados por otros artistas, señal inequívoca de su influencia en diversas generaciones. Desde sus pares como George Clinton, Prince o The Jackson Five hasta modernos ensambles de hip hop como A Tribe Called Quest y electrónicos como Fat Boy Slim -que usa la intro de Into my own thing (Life, 1968) en su éxito Weapon of choice, del año 2001, los Red Hot Chili Peppers o los Beastie Boys han usado samplers de sus éxitos. Uno de los covers más conocidos fue el que incluyó Joan Jett & The Blackhearts en su tercer LP Album (1983), del clásico Everyday people (Stand!, 1969). Y el bajista y cantanteargentino Pedro Aznar grabó una versión en español de Stand!en su séptimo álbum como solista, David y Goliath (1995).

La publicación, en octubre del año pasado, de la autobiografía de Sylvester “Sly Stone” Stewart, volvió a poner sobre la mesa una trayectoria brillante que fue sepultada por los excesos y las adicciones. Como ocurrió con Brian Wilson de The Beach Boys o Syd Barrett de Pink Floyd, la estrella de Sly Stone se apagóde manera prematura y definitiva, cayendo en una oscura espiral que lo hizo desaparecer del ojo público durante más de dos décadas. Apoyado por el cronista de The New Yorker Ben Greenman, el libro Thank you (Falettinme be mice elf agin), Sylvester Stewart, actualmente de 81 años, recorre su accidentada vida personal y cuenta con detalle los vericuetos de aquella utopía artística que lideró en los gloriosos años sesenta.

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Funk, Psicodelia, rock clásico, Sly & The Family Stones, Soul, Woodstock

La madrugada del 4 de agosto los asistentes al bar “La Noche” de Barranco reconocieron a una recién llegada al local, la congresista Patricia Chirinos, quien se hallaba acompañada y ya sentada en una mesa como una asistente más. El bar “La Noche” es conocido por ser uno de los centros de la bohemia limeña barranquina, que no está compuesta por barranquinos sino por los usuales visitantes del distrito de Barranco, el más pequeño de Lima metropolitana y que es reconocido por ser un centro de atracción turística. Hace cien años Barranco era un balneario de lujo y hoy es un distrito partido en tres: una zona de clase alta, que vive en edificios de alta gama aledaños a la zona del mar, otra de clase media ubicado a solo unas cuadras en donde abundan restaurantes, peñas y bares y una zona pobre notoriamente marginada de la prosperidad que abunda en el resto del distrito. Por su singular arquitectura republicana, que aún subsiste a pesar de la modernización, Barranco es una de las joyas de la capital que ha sufrido durante décadas la maldición de la mala gestión de sus alcaldes, con muy pocas y contadas excepciones, y que terminó de ser partido en dos con la construcción del Metropolitano por el alcalde metropolitano Luis Castañeda. Barranco ha sido y es el hogar de artistas ilustres como José María Eguren, Julio Ramón Ribeyro, Mario Vargas Llosa y Ramiro Llona; otros personajes importantes vinculados al barrio fueron el historiador José Antonio del Busto, la dirigente de Villa El Salvador María Elena Moyano, allí nacida, y los políticos Alan García y Jorge del Castillo, este último que inició su carrera en la cuestión pública como alcalde del distrito. Hoy cuenta como su más importante atracción el Museo de Arte Contemporáneo. 

La belleza del distrito es tan obvia como el descuido que padece. Su ambiente artístico y cultural, que lo identifica como el barrio más “hípster” de la ciudad, contrasta con la nula identificación con estos valores por parte de la mayoría de sus gestores municipales. “La Noche” es un bar que ha logrado crear un ambiente nocturno típicamente progresista. Hace unas décadas podías toparte allí con personajes como Paco de Lucía o Joaquín Sabina y seguramente sigue siendo un bar visitado por otros artistas internacionales que no logramos reconocer. Para estos lugares, es el ambiente creado por los mismos asistentes y no tanto la calidad del servicio la principal razón de su atractivo.

Patricia Chirinos se hallaba en compañía de Luis Aragón otro congresista quien, a pesar de tener nombre de poeta, no tiene mayor relación con los círculos bohemios y artísticos limeños. Chirinos, en cambio, sí es conocida por muchos miembros dentro de tales tertulias, ya que mucho antes de entrar a la política era una asidua visitante de la zona artística de la calle Quilca, en el Centro de Lima.

 Al ser reconocida por los asistentes, fue abucheada de manera agresiva por los asistentes, quienes exigían que se retirara del lugar. Los insultos se volvían cada vez más sonoros y violentos. En algún momento, fue lanzado un vaso de vidrio que por fortuna no causó daños. Un grupo de meseros tuvo el tino de formar un cordón frente a los dos congresistas para evitar que la agresión verbal pasara a mayores. Los congresistas decidieron retirarse a regañadientes del lugar.

Se supo de la noticia porque fue grabada desde varios ángulos y fue publicada en las redes digitales por los mismos agresores, quienes fueron aplaudidos por miles de comentaristas que apoyaban ese acto espontáneo de repudio. Las razones de ese rechazo no son, ciertamente, inexplicables. El Congreso del Perú es la institución que causa la mayor desaprobación de la población peruana y que, según varias encuestas, supera el 90%. Todo parece indicar que nunca antes nuestro parlamento ha soportado tanto repudio, por parte de todos los sectores, desde la izquierda hasta la derecha. El desprestigio de la institución parlamentaria ha sido bien ganado. Lo que hace solo dos décadas era un puesto de autoridad que merecía aún cierto respeto, hoy es visto por una apabullante mayoría como un trabajo ocupado por personas ineptas, corruptas y abusivas que han dejado ya no son representantes de sectores ideológicos o gremiales y son más bien lobistas de sus propios intereses y de pactos infames. Ya todos entendemos que las etiquetas que identifican a los parlamentarios como conservadores, liberales, socialistas o sindicalistas están completamente vacías, salvo una o dos excepciones a lo sumo. Desde que existe la política, siempre ha habido cinismo y negociaciones encubiertas porque el manejo del poder opera de esa manera. Como lo explicaba Max Weber hace más de cien años, la política es el arte de los fines, no de los principios, y por ello sentenciaba que todo aquel que se involucra en la política firma un pacto con el Diablo. No se puede juzgar a un político por la pureza en sus convicciones sino por sus logros. La gran diferencia con lo que el Perú y otros países experimentan es la pérdida de las formas, la degradación de la formación política, que exigía a quienes la ejercían el entendimiento y el uso correcto de las formas y, sobre todo, la capacidad de mostrar resultados. Muy lejanos están ya los tiempos en los que se llegaba ser diputado o senador junto con alguna destacada carrera como académico, industrial, sindicalista o líder de una corriente ideológica. Personajes como Ernesto Alayza Grundy, Róger Cáceres Velásquez, Roberto Ramírez del Villar, Javier Valle Riestra, Javier Diez Canseco, Rolando Breña Pantoja, Manuel Dammert o el mismo Enrique Chirinos Soto, padre de la congresista Patricia Chirinos, poseían caracteres y visiones distintas y con frecuencia enemistadas pero tenían no pocas características en común: una larga carrera política que los había llevado a ganarse su puesto frente a otros contrincantes dentro de su mismo partido y una amplia cultura sobre temas nacionales e internacionales ganada por cierto esfuerzo intelectual y la experiencia en innumerables viajes por el país y el mundo. Ello les permitía ser considerados representantes de un sector ideológico o social. Eran además buenos oradores y demostraban con sus gestos y su capacidad de movilizar a sus seguidores ser partes de una élite que podía ser respetada al menos por los suyos.  

Esa falta de representatividad está conectada con la percepción de que para llegar a ser congresista no se requieren mayores méritos. El anti intelectualismo y el anti elitismo, que en principio parecen ser más democráticos e inclusivos que sus contrarios, abonan en esta creencia cada vez más extendida. El ciudadano y la ciudadana de a pie ya no tiene una buena respuesta a la pregunta de por qué cierto personaje ha llegado al puesto de congresista y no él o ella misma. La carencia de ese distanciamiento impide que el político posea una mínima aura de admiración o respeto. Por tanto, sus sueldos y sus privilegios son percibidos como injustificados y sus intentos de baños de popularidad son comprendidos como falsos. Dado que dicha aura de importancia y respetabilidad son inexistentes, insultar directamente a un congresista e incluso a la presidente es mucho más fácil, ya que no hay ninguna barrera simbólica que romper. 

Por más que se insista en lo contrario, para el funcionamiento de la vida pública las formas son más importantes que los llamados “asuntos de fondo”. Por ello, el político que no comprende o se empeña en no cumplir con las formas que se esperan de él o de ella se enfrenta con mayor probabilidad al escarnio público. 

Definir si las personas que participaron del abucheo han cometido algún delito, es decir, un acto penalmente punible, corresponde al campo del derecho. En mi opinión, esta es una cuestión secundaria frente a la pregunta de si ese tipo de acoso es socialmente aceptable. Para mí (aunque sean pocos los que compartan mi idea) esta pregunta se resuelve cuestionando en qué tipo de sociedad queremos vivir, es decir, si ese tipo de acción, independientemente de que sea espontánea, independientemente de que esté propiciada por los efectos del alcohol que facilitan la ira, contribuye a una mejor convivencia. Mi respuesta es que no. Las funas, los escraches, los acosos contra las personas que repudiamos, pero también los juicios sumarios y las cancelaciones, debilitan aun más la frágil democracia que padecemos. Algunos olvidan que Piero Corvetto, jefe de la ONPE, fue acosado en un restaurante del Club Regatas por un socio convencido de que el funcionario era parte de un complot para sostener unas elecciones fraudulentas. Además ¿basta una acusación en las redes para que un docente sea separado de su institución? ¿No es necesaria una investigación y un consecuente proceso para definir si hay responsabilidad y se ha cometido un acto sancionable?

Sin duda los personajes públicos deberían ser los primeros en defender el respeto a las formas. Pero los ciudadanos también tenemos una responsabilidad, que incluye cumplir con las indicaciones de los semáforos, con las exigencias de nuestras labores, con la tolerancia a quien piensa distinto, así como no dejarse llevar por la ira. La construcción de una sociedad democrática requiere de ciudadanos capaces de contenerse, de expresar su oposición al poder mediante canales institucionales y normativos que sean más efectivos. La cancelación mutua no parece ser la reacción más sensata si se desea observar el objetivo de una convivencia propiamente política.

He expresado en múltiples ocasiones desde mis propias redes la repulsión que me causa un grupo fascistoide como “La Resistencia”. Sus lemas reaccionarios, sus gestos nacionalistas y patrioteros me resultan despreciables. En ellos resuena de manera notoria la imaginería matonesca de las SA y de los “fasci di combattimento” que florecieron en la Europa de los años 30. Las consecuencias de ese espíritu sectario, supremacista y anti social son conocidas. Nadie que posea convicciones democráticas puede desear convertirse en un espejo de tales tácticas. La ciudadanía debe prevalecer sobre la masa.

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Escrache, Funa, La Noche, Patricia Chirinos

Vengo escribiendo columnas diarias desde el año 2000, cuando era director de Correo. Con intermitencias, por renuncias o despidos, me he pronunciado cotidianamente sobre la realidad política casi veinticinco años. Y por lo general, a la hora de sentarme frente a la computadora a expresar una opinión, tenía tres o cuatro temas sobre los que escribir y debía elegir el que me parecía más interesante.

Desde hace un par de años, esa variedad electiva se ha perdido. Me paso minutos varios pensando sobre qué escribir. No encuentro tema. A pesar de lo folklórica y variopinta de la política peruana, no hay asuntos relevantes de los qué opinar.

El gobierno no despliega políticas públicas, basadas en evidencia. Gobierno en plan de supervivencia, con gazapos ministeriales contínuos (ya el periodismo de investigación se centra especialmente en contrataciones cuestionables de organismos públicos), pero es un páramo.

El Congreso es una fuente de desastres permanentes, pero se comenta una vez sobre ello y paremos de contar. No hay reformas legislativas importantes, no hay grandes debates legislativos, no hay siquiera propuestas de interés.

Los partidos políticos, a pesar de que, al parecer, van a llegar a la cincuentena para el 2026, aún preparan sus planes de gobierno -los que buenamente los van a preparar, ya que la mayoría llenará de lugares comunes sus programas gubernativos- y no entran al debate frontal de ideas. No hay grandes enfrentamientos entre la izquierda y la derecha y el debate ideológico es un desierto.

Hay que aguzar la imaginación para poder escribir diariamente sobre la política peruana y se corre el riesgo de tener que ser reiterativo sobre ciertos temas, aunque ciertamente vale la pena hacerlo hasta el cansancio sobre algunos (por ejemplo, sobre la punible irresponsabilidad de que la derecha vaya tan fragmentada al proceso electoral, o que la izquierda ha abandonado los cartabones democráticos radicalizándose cada vez más).

A seguir remando, sin embargo, con mucha paciencia, tesón y sentido de responsabilidad. Ante la ausencia de debate y polémica en nuestra paupérrima clase política, corresponde a los espacios de opinión periodísticos, trazar derroteros, abrir espacios de reflexión, encontrar con esfuerzo líneas interpretativas no tan evidentes, y apostar a que ello mejorará en algo el panorama político de acá al crucial y definitorio 2026, fecha electoral en la que el Perú se juega mucho. No se puede tirar la esponja.

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Congreso, política peruana

Un nuevo ataque a los derechos de las mujeres y a la institucionalidad se viene gestando. La posible desaparición del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) disfrazada de fusión con el MIDIS, para – supuestamente – “optimizar el Estado”, es un golpe directo a los principios democráticos.

Las demandas de igualdad de género, así como la exigencia de derechos incomoda a un gobierno que ha claudicado ante sectores mafiosos, fundamentalistas y corruptos. Están tomando el Estado y las resistencias no alcanzan. 

El Ministerio de la Mujer, inicialmente creado como PROMUDEH (Ministerio de Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano), hace 27 años, ha pasado por varios cambios y siempre estuvo bajo amenaza.

En estos años, el sector ha desempeñado un rol clave en la promoción y defensa de los derechos de las mujeres, con un énfasis en la atención la violencia de género que afecta a las mujeres y otras poblaciones vulnerables.  Es el ente rector de las políticas de igualdad y tiene como responsabilidad monitorear e impulsar la implementación de estas en todos los sectores del Estado. Labor nada fácil en una sociedad profundamente machista y en donde las resistencias no han cesado.

El MIMP, como otros sectores, tiene sus debilidades por lo que siempre ha sido una demanda de las organizaciones defensoras de derechos humanos y del ámbito internacional, el fortalecimiento presupuestal de esta cartera, la reforma integral de sus servicios y la mejora de las capacidades de su funcionariado. 

Sin embargo, así como tiene debilidades, tiene logros; por ejemplo: la gestión del Programa Aurora, que cuenta con Centros de Emergencia Mujer en todo el país (433), CEM Comisaría , la línea 100 y el servicio de atención rural; el registro y visibilización del feminicidio,  la Ley 30364, que es la ley contra la violencia hacia las mujeres y los integrantes del grupo familiar, promover y monitorear el  Sistema Nacional Especializado de Justicia para la Protección y Sanción de la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar (SNEJ), el Programa Presupuestal Orientado a Resultados “Reducción de la Violencia contra la Mujer”, Estrategia Nacional de Prevención de la Violencia de Género contra las Mujeres “Mujeres Libres de Violencia, la Política Nacional de Igualdad de Género,  la creación de la Dirección General de Promoción y Desarrollo de la Autonomía Económica de las Mujeres; entre otras medidas y normas de relevancia y apoyo para que las mujeres del país, especialmente las más vulnerables cuenten con mejores condiciones para ejercicio de sus derechos y el acceso a la justicia. 

No es perfecto, siempre lo hemos dicho, por lo que el mandato del Estado es fortalecer las medidas para alcanzar igualdad, no desaparecer los mecanismos que hacen posible las políticas en este campo. 

Con la “fusión” se vulnera el derecho de todas las mujeres, niñas y adolescentes; pero también el de otras poblaciones vulnerables como los niños, jóvenes, personas adultas mayores, personas con discapacidad, mujeres indígenas, afrodescendientes y migrantes. 

No solo va a debilitar la atención de la violencia contra las mujeres y desaparecer las políticas de igualdad; también se afectará los programas sociales que gestiona el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), estancando procesos y entrampando decisiones, lo que afectará a las poblaciones en pobreza o pobreza extrema. 

Estos han sido años agotadores defendiendo lo avanzado, tratando de dar un paso más frente al descaro de quienes solo ven por sus intereses. Quedará en la historia que en el gobierno de Dina Boluarte, la primera mujer presidenta del país, se dieron los más grandes retrocesos en materia de igualdad y de institucionalidad de derechos. Quienes la acompañan son cómplices. La historia se las y los recordará.

No hay democracia sin igualdad, y, no hay igualdad sin democracia.

[Agenda País] Antauro Igor Humala Tasso, conocido como Antauro, tomó notoriedad en el año 2000 cuando junto con su hermano Ollanta y al frente de 69 reservistas, se sublevaron contra el moribundo régimen de Alberto Fujimori, más por un tema mediático con visos presidencialistas que por una razón de conciencia. Los hermanos Humala lograron tener cierta notoriedad y fueron amnistiados por el presidente transitorio Valentín Paniagua.

A los pocos años, en el 2005, Antauro, esta vez solo, lideró otro grupo de reservistas que se amotinaron y tomaron violentamente la comisaría de Andahuaylas, donde, a balazo limpio y sin piedad, asesinaron a cuatro valientes policías, algunos de ellos desarmados.

Esta incursión contra el estado, que fácilmente pudo enmarcarse en terrorismo, le valió una condena inicial de 25 años, reducida graciosamente por el poder judicial a 19 y de los cuales solo cumplió 17 al otorgársele generosos beneficios penitenciarios por su habilidad manual en preparar proyectos con el personaje de Hello Kitty. Pero si son tan tiernos en el poder judicial…

Ya dentro de la cárcel, Antauro continuó con el objetivo marcado por su padre Issac, el de ser presidente del Perú, usando a los ingenuos o interesados medios de comunicación para propagar ideas de un nacional socialismo a la peruana, clamando virtudes a la superioridad de la raza cobriza, vomitando odio a los homosexuales y exacerbando un racismo clasista envuelto en humo marihuanero de cosecha incierta.

Ya libre, Antauro ha seguido por la ruta de la violencia verbal, confirmando su homofobia y racismo, un nacionalismo absolutista y expropiador de la inversión extranjera, pero lo que es peor, con un desprecio a la vida humana proliferando amenazas de fusilamiento a cuanto corrupto y rosquete encuentre por ahí, siempre y cuando su aventura presidencial tenga, Dios y la Constitución nos salven, éxito.

Antauro Igor Humala Tasso, conocido como Igor, era alumno del colegio Franco-Peruano junto con varios de sus hermanos. Sí, lo conocíamos como Igor, nombre que, de saque, causaba cierto temor ya que nos recordaba a personajes de ficción siempre identificados con el mal.

Igor era un abusivo, de aquellos que golpeaba, te jodía, te pateaba la pelota cuando estabas tranquilo jugando con tus patas. Lo que hoy llamamos bullying era encarnado perfectamente por Igor en la década del 70’.

Pero la actitud violenta de Igor no solamente se concentraba con otros alumnos, no. Igor quería más, siempre más.

En un partido de vóley, deporte que se practicaba con mucha pasión en el colegio Franco-Peruano, surgió desde una tribuna, una hermosa naranja madura que en vez de encontrar un boca que la saboree, terminó en la cabeza de una profesora de educación física, explotando de manera pirotécnica y volviéndola refresco de IQ.

Furibunda y al borde de la histeria, la profesora trata de ubicar al atacante que hábilmente se escabulle entre la masa del alumnado, con tanta astucia que le empiezan a echar la culpa a un compañero que era más bueno que el pan.

Pero todos habían visto a Igor y se identificó al culpable. Y si bien la nebulosa de las décadas no asegura el recuerdo si fue expulsado del colegio por ello, pues de sobra que se lo merecía.

Antauro Igor Humala Tasso no es un violento de ahora. Es un violento de siempre. 

Y continúa siendo un peligro para la sociedad, esta vez disfrazado de candidato presidencial y apoyado por esa izquierda vomitiva, la de Vero y compañía, que no le importa juntarse con el diablo con tal de quedarse, ya no con la mamadera del estado, sino con toda la vaca.

Que ese Naranjazo escolar y la indignación del Andahuaylazo nos prevengan de una larga noche de insania violenta de un tirano nacional socialista que, aprovechándose de la democracia, de la complicidad de algunos y de la inocencia de muchos, pueda llegar al poder. 

Si este relato nos recuerda a Adolfo Hitler, su pasado sicópata, la noche de los cristales, su asunción democrática al poder para luego violarla y las millones de vidas que se perdieron por una insania, es pura coincidencia… 

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“andahuaylazo”, Antauro Humala, Democracia, Dictador, Elecciones, Perú, Poder Judicial, Política, Tiranía

Desmontando el Estado regulatorio que Ollanta Humala se esmeró en construir, retrocediendo en las reformas económicas estrenadas en los 90 y que fueron continuadas por Toledo y García, se podría generar nuevamente el estado virtuoso de la primera década del siglo.

La pandemia ha trastocado todo, inclusive los ánimos políticos y ha hecho estallar la disconformidad con el modelo económico, entendiendo como tal no solo los principios de una economía de mercado, sino, sobre todo, la provisión de servicios básicos de calidad (salud y educación, seguridad y justicia, particularmente).

Ese debe ser el mensaje central, empaquetado en un alejamiento extremo de los políticos tradicionales, aborrecidos hoy por la ciudadanía. El statu quo es detestado por la población y ya lo está expresando de mil maneras, incluidas las encuestas.

Fondo y forma van a ser esenciales en esta campaña electoral. Mensajes y rostros nuevos pueden tener un nivel de aceptación gradual mayor que el que albergarían los envases tradicionales y mucho peor los identificados hoy con el gobierno de Dina Boluarte.

A los nuevos candidatos que se asoman con esas características no les puede pasar lo de Vargas Llosa en los 90, que sucumbió cuando se mostraron impunes, a su costado, con una campaña publicitaria ostentosa, los rostros de Acción Popular y el PPC, dos agrupaciones entonces desprestigiadas, por hacer sido corresponsables del desastre del 80-85 (la tragedia de esa década no empezó con el apocalipsis de Alan García).

La mesa está servida para la izquierda radical, lo hemos dicho, pero hay suficiente tiempo para revertir esa tendencia, si la centroderecha hace un trabajo inteligente, despliega programas de gobierno atractivos y disruptivos y, además, se asesora en términos de marketing político con las nuevas técnicas que hoy se aplican en el mundo.

Hay que remar con fuerza e inteligencia en esa línea. Ese trabajo dará frutos, sin duda, y lo veremos apenas empiece la campaña electoral. Se debe empezar a sembrar desde ya -como algunos partidos ya lo están haciendo- y no cabe duda que el país puede dar un giro que refuerce el modelo y lo haga moderno e inclusivo, cosa que no ha ocurrido en estos 25 años de transición post Fujimori.

Hay quienes piensan que es posible que el 2025, en un afán de tomar distancia del gobierno, las bancadas que hoy lo sostienen, se le voltearán y podrán llegar, inclusive, a la vacancia.

Es un escenario improbable. ¿Imaginan ustedes si cualquier régimen que surja de las entrañas de un Parlamento tan desprestigiado podrá sostenerse en el poder o sufriría el mismo fenómeno que se tumbó a Merino? Esto es lo más probable que ocurra. Nadie de la oposición en su sano juicio se va arriesgar a semejante traspiés ad portas de un proceso electoral. No es por allí que podría venir un fenómeno político que recorte el mandato de una presidenta tan impopular como Dina Boluarte.

Es solo la ocurrencia de un fenómeno de masas callejeras el que podría hacer que Dina Boluarte se vea obligada a renunciar. Hoy se ha logrado, a pesar del inmenso malestar que el régimen produce, una relativa paz social, pero ya hay una sucesión de síntomas, que aislados no significan mucho, pero que reunidos pueden estar mostrando que la paciencia popular ya está en su límite.

Hemos sido testigos en las últimas semanas de múltiples muestras de irritación popular, algunas con desenlace indeseablemente violento, pero que dicen mucho del telón de fondo que signa a la ciudadanía del Perú, harta de sus políticos, de todos en general (muy pocos se salvan), y que hoy empieza a manifestarse por el momento inorgánicamente.

Basta un detonante, que puede ser cualquier medida administrativa irritante, para que se incendie la pradera. Y si eso ocurre este gobierno no aguanta ni tres días en Palacio.

Por allí veo la única manera de que este gobierno no dure hasta el 2026. Desde el escenario político del Congreso no va a surgir ninguna iniciativa que lo promueva porque no le conviene a nadie. Prefieren a Boluarte como monigote en Palacio y ellos seguir gobernando desde la comodidad impune de sus curules.

El régimen chicha, mercantilista y lindante con la criminalidad que hoy nos rige, ha encontrado su punto de equilibrio y no lo va a deshacer por más que las encuestas lo descalifiquen.

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Dina Boluarte, elecciones 2026

A propósito de una columna mía referida al interés especial que iba a colocar en los programas de gobierno que los candidatos al 2026 presenten, sin que me importe mucho si pegan o no en las encuestas y que iba a votar por quien presentase mejores propuestas, me escribe el líder de un partido ya inscrito y me dice lo siguiente:

Hola Juan Carlos

Ya tengo un grupo de 73 personas trabajando en Plan de Gobierno que se han dividido por equipos de acuerdo a su especialidad.

Muchos de ellos son independientes y se les respeta por su trayectoria, otros simpatizantes y otros del partido.

Hay muchos trabajos previos, planes anteriores y se están estructurando propuestas.

El tema ético es muy importante. Armamos un gran equipo y en el camino se va depurando.

Gracias a la valiosa información (Big Data) que tenemos, sabemos con precisión cuáles son los lugares del Perú que debemos investigar. Es fundamental que esta investigación se realice de manera incógnita, entrevistando a los ciudadanos sin revelar nuestra afiliación, para conocer realmente lo que piensan y cuáles son sus preocupaciones.

Tomar muestras representativas de cada región es clave para captar las diversas realidades del país. Con los datos obtenidos a partir de estas entrevistas, podremos analizar la situación de cada región y ofrecer soluciones efectivas que respondan a las verdaderas necesidades de la población”.

Me parece genial la respuesta y saber que ya hay algunos partidos que se están tomando en serio la elaboración de un plan de gobierno que permita que de ganar las elecciones no se pierda tiempo valiosísimo (la luna de miel política) para recién armar cuadros y propuestas.

Recuperar la plena democracia institucional y reconstruir el Estado destrozado por el chicherío reinante desde el 2021, la mediocridad más impune y la influencia avalada de las economías ilegales, va a requerir de un gran esfuerzo político, una tarea descomunal.

Si recién llegados al poder los gobernantes se van a poner a hacer esa tarea, la inercia del statu quo los ganará y será un nuevo lustro perdido para un país que, como el Perú, solo requiere buenos gobiernos para despertar velozmente de su letargo económico, reengancharse con el crecimiento y lareducción de la pobreza, añadiéndole en esta oportunidad la construcción de un Estado capaz de brindar salud y educación públicas de calidad, garantizar seguridad ciudadana mínima y proveer de justicia (Ministerio Público y Poder Judicial requieren una reforma radical).

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jusn carlos tafur, Plan de Gobierno, sudacaperu
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