Opinión

Hace menos de una semana el congreso peruano aprobó, con 49 votos a favor, la creación de una comisión para investigar los posibles efectos positivos del dióxido de cloro en relación al COVID-19. Muchas personas han señalado que con esto el congreso le está abriendo formalmente la puerta a la pseudociencia. Pero, ¿qué es la pseudociencia?

Cuando hablamos de pseudosciencia no nos referimos a casos de ciencia ‘mal hecha’, en la que los malos resultados se obtienen debido a errores metodológicos o de razonamiento (ej. cuando quieres hacer generalizaciones acerca de todos los adultos, pero estudias solamente a adultos hombres). Tampoco estamos hablando de casos de fraude científico, en los que científicos inescrupulosos alteran sus resultados o métodos intencionalmente con el propósito de engañar (ej. el famoso estudio de los noventas que reclutó niños con tendencia genética al autismo para ‘probar’ que las vacunas causan autismo). Del mismo modo, no nos estamos refiriendo a disciplinas o prácticas no científicas que ni siquiera pretenden serlo, como la literatura o la mayoría de las religiones. El asunto que nos ocupa es más profundo: ¿Cómo sabemos si una disciplina o una afirmación que pretende ser científica en verdad lo es? En filosofía, a este se le llama el problema de la demarcación.

Muchas ciencias han hecho afirmaciones equivocadas, y muchas pseudociencias de vez en cuando atinan a decir la verdad. Por lo tanto, no podemos resolver el problema de la demarcación diciendo simplemente que las ciencias dicen la verdad, y las pseudociencias se equivocan siempre.

Desde mediados del siglo pasado, ha habido varios intentos de solucionar este problema, siendo el más famoso el del filósofo austriaco Karl Popper. Aquí sin embargo me quiero ocupar de las soluciones más contemporáneas, las cuales suelen poseer dos características principales. En primer lugar, no se enfocan solo en las afirmaciones que se producen en una determinada disciplina, sino que incorporan también las actitudes de aquellos que practican dicha disciplina. Por otro lado, no buscan un criterio único sino más bien definen una serie rasgos comunes que distinguirían la ciencia de la pseudosciencia.

Por ejemplo, el filósofo inglés James Ladyman señala cuatro rasgos de las pseudociencias. En primer lugar, sus afirmaciones usan jerga científica, pero sin asignarle su contenido real (ej. sanación cuántica). Además, los que practican estas disciplinas no se esfuerzan en clarificar sus ideas, sino que las mantienen ambiguas y obscuras. En tercer lugar, suelen trabajar en círculos cerrados, sin molestarse en comparar sus resultados con los de otras disciplinas, y afirmando haber encontrado ciertas verdades que el ‘establishment científico’ quiere ocultar. Y, por último, los practicantes de pseudociencia suelen seguir a líderes de culto ‘que nunca se equivocan’. La idea es que solo las disciplinas que poseen estos cuatro rasgos son pseudocientíficas, sino que, digamos, poseer algunos de estos indica que hay algo de pseudocientífico en dicha disciplina.

La pseudociencia es popular por varias razones. En primer lugar, impresionada por la cantidad de casos de fraude científico o malas prácticas, mucha gente generaliza y concluye que es mejor no confiar en los científicos en absoluto. Lo que aquí se ignora es que en la gran mayoría de los casos son los mismos científicos los que descubren y hacen públicas estas malas prácticas. Otra razón es que los científicos suelen lidiar con asuntos complejos, y muchas veces no tienen respuestas para dichos asuntos: se desconoce el origen de algunas enfermedades, la efectividad de distintos tratamientos, etc. No pudiendo tolerar la incertidumbre científica, y muchas veces motivadas por la desesperación, las personas recurren a tratamientos alternativos que prometen soluciones a estos problemas. Lo que estas personas no toman en cuenta es que la investigación científica se da por definición en el límite entre lo conocido y lo desconocido, ¡si no fuera así no habría nada que investigar! Por naturaleza, la ciencia tiene que lidiar con la incertidumbre. Esto es algo que todos hemos podido ver de cerca durante la pandemia, pero no es ninguna novedad para los científicos.

Es difícil tener absoluta claridad respecto a la distinción entre ciencia y pseudosciencia, pero sí conviene darle vueltas al asunto, sobre todo ahora que nuestros ilustres congresistas han puesto sobre la mesa el tema de designar recursos públicos a la investigación de patrañas como el dióxido de cloro.

* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. Obtuvo su doctorado y maestría en filosofía en la Universidad de Virginia, y su bachillerato y licenciatura en la PUCP.

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Covid-19, Filosofía, Pseudociencia

Según la encuesta de IEP, Castillo trepa de 36.2 a 36.5 mientras Keiko baja de 30 a 29.6, ampliándose la diferencia de 6.2 puntos a 6.9. Controvertida, sin duda, porque difiere de las otras encuestadoras, que le dan menos margen a Castillo (Ipsos le da 3, Datum 2 y CPI 1.8), pero igualmente atendible por su seriedad.

Lo relevante, sin embargo, es que esta encuesta confirma, junto con las otras, la existencia de un voto duro a favor de Castillo, que oscila entre 34.4% (CPI) y 42% (Datum). El candidato de Perú Libre se ha estacionado, habiendo llegado aparentemente a su techo, pero al mismo tiempo demuestra tener un piso duro inafecto a la contracampaña.

A un sector importante, por ahora mayoritario, de la ciudadanía le importa poco la vinculación de Castillo con sectores filosenderistas, la improvisación de su plan de gobierno, el desmadre de sus equipos técnicos, la turbamulta interna por los pactos informales firmados o la radicalidad extrema de su plan de gobierno. Igual, tienen intención de votar por Castillo.

Es un mensaje fuerte al país respecto del descontento e irritación que un sector ciudadano enorme tiene respecto del statu quo o del modelo económico, y que siente haber sido excluido de los indudables beneficios que el mismo ha generado en los últimos 25 años.

Ese sector va a merecer, en cualquier circunstancia, especial atención. Con mayor razón si gana Keiko. Rápidamente va a tener que emprender programas sociales de compensación de la recesión, además de políticas institucionales agresivas en salud, educación y seguridad interna.

Y prepararse para una eventual asonada popular por “quítame estas pajas”, a lo Chile o lo Colombia, frente a la cual va a tener que desplegar un trabajo preventivo y luego una labor de contención represiva inteligente y no a la bruta, con saldo de muertos y heridos, que podrían conducir al final abrupto de su gobierno.

Hay un 40% del país que está protestando y ha encontrado como vehículo de ella a un candidato feble, por debajo de las circunstancias críticas que vive el país, pero que simboliza ese ánimo contestatario que el país entero haría bien en escuchar, sea cual sea el resultado electoral el 6 de junio.

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Datum, Encuestas, IEP

Todos andamos con nuestra calculadora en la mano últimamente. Algo de estadística hemos aprendido en sucesivos procesos electorales apretados, con photofinish y mucha adrenalina en juego. Lo cierto es que a tres semanas de la elección más importante en el Perú, nada está dicho, parafraseando a un conocido programa y conductor limeño.

Entre Castillo y Fujimori se están repartiendo más o menos las tres cuartas partes de los votos hoy y lo que queda, que no es poco hoy elige “nadie”. El problema es que ese 25% aproximadamente que queda durante un par de semanas permanece ahí sin que nadie lo capture. Balance de campaña de cualquiera de los equipos: no avanzamos nada. Seguimos en la misma posición.

Castillo sorprende con su casi 40% inamovible. Nada de la campaña contraria logra hacer que retroceda. No hablo de Fujimori aún, solo de Castillo. Se mantiene, resiste, no baja. Empezó en 40, sigue en 40. ¿Variará eso? Es matemática. Si la campaña logra capturar indecisos para uno u otro lado, pues sí. Pero estando a la mitad del camino recorrido parece poco probable.

Fujimori tuvo un para de semanas de subida explosiva. Remontó de manera impresionante entre 10 y 15 puntos de distancia que Castillo le llevaba. Parece que ha entrado a desaceleración, que no es sinónimo de parada. Crece más lento. Es lógico. Es más fácil que el candidato que va segundo capte más rápido aquellos que rechazan al primero. Sobre todo si el que va primero se encarga de alejar a sus votantes.

Entonces, salimos de una semana en la que pasó de todo, pero parece que los votantes ya no nos movemos mucho. Para Ipsos, tres puntos de diferencia, para IEP seis. Casi un tercio sin elegir a nadie. El problema es que solo quedan tres semanas. Hay que acelerar el paso si se desea llegar cómodo al seis de junio.

A continuación algunos elementos que creemos los candidatos pueden aprovechar más para redefinir su alcance y tentar a aumentar algo su intención de voto

 

El castillo de Lima

El candidato de Perú Libre ha renunciado a la capital o la capital ha renunciado a él. El problema es que se trata de casi el 35% de la población electoral del país. Mucha gente para darla por perdida. La capital concentra un antivoto cercano a 50% para Castillo. Claramente lo rechaza. Pero un 23% capitalino señala también que hoy tiene un voto que puede cambiar. Hasta ahora Castillo se ha sentido cómodo controlando el Perú no limeño, pero no necesariamente ese apoyo se va a mantener así. Buscar revertir algo en Lima debe ser prioridad para estas dos semanas.

El tema de género tampoco lo aprecia Castillo como prioritario, pero como va, el 6 de junio no habrá mujer que vote por él. Ha ido disminuyendo progresivamente su voto en entre mujeres, que ha ido a Fujimori automáticamente por la imagen de ser ella una candidata del mismo género. Pero Castillo no puede ignorar que en su perfil de votante dos terceras partes son hombres. Debe corregir los atributos de imagen que lo llevan a este perfil.

Dijimos hace varias semanas que una de las peleas que pueden asegurar la elección es el NSE C. Castillo ya podría dar por perdido el AB, pero el C aún es un campo de batalla que no debe dejarse de lado. Para Ipsos, la ventaja para Fujimori es clara (10%) en este NSE, pero para IEP se reparten un tercio cada uno. Más allá de ello con los polos decididos, la pelea por el centro por una vez va a ser relevante en esta elección.

 

Fujimori del Perú

En el otro extremo la candidata de Fuerza Popular se siente cómoda en la capital y parece que centrara sus esfuerzos en retenerla antes que en lograr un mayor respaldo en el resto del país. Esto puede ser muy peligroso. Salvo el norte, Fujimori se ha rendido en el sur y el oriente donde las diferencias con Castillo son mayores a los 20 puntos y en el oriente donde Castillo se ha reacomodado con holgura.

La pelea es en el norte donde tras un escenario difícil, la candidata ha recuperado terreno y está en empate técnico para Ipsos y estrechando el margen para IEP. Ese norte tan favorable a Fuerza Popular durante la primera vuelta hoy parece pensar mejor sus votos y dependerá que la candidata mejore su alcance allí para tenerlo controlado. Recordemos que es el segundo bolsón electoral y teniendo solamente Lima, necesita una buena ventaja también acá para asegurar su victoria.

Los jóvenes forman otro segmento importante para el fujimorismo, pero que ha sufrido, para las dos encuestadoras, un revés importante en esta semana. La juventud hoy no aparece tan cercana e incondicional a Fujimori como parecía hasta hace pocos días. Valdría pensar en mejores formas de hacer campaña con ellos.

 

La caza del indeciso

Un déficit que notamos en la campaña de la primera vuelta es que nadie quería comprarse el pleito de capturar a los indecisos. Hoy parecemos estar en el mismo escenario. Describamos un poco a ese segmento que no tiene una preferencia marcada por algún candidato para ver si es que las campañas prenden farolas rojas hacia ellos.

Son en mayoría mujeres, de NSE D/E y algo importante, de Lima. Y señala explícitamente que su voto puede cambiar. De alguna manera, que está buscando la opción que mejor los represente y se acomode a sus intereses.

¿A quién parecen más inclinados estos indecisos? Por el perfil, en NSE a Castillo y en género a las mujeres. Al ser limeños, nos podemos atrever a decir que estos votos hoy pueden beneficiar más a Fujimori que a Castillo, a no ser que hayan movimientos en los perfiles en estos días.

 

En resumen

Mucho aspaviento, poco resultado. Ninguna estrategia está resultando y los movimientos son lentos a estas alturas. Parece calma chicha previa a la tormenta de los últimos días. Pero si no se establecen cambios en las campañas, habrán movimientos inerciales.

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

En el simulacro de Ipsos publicado hoy están 43.6% Castillo y 41.7% Keiko, 1.9 puntos de diferencia. Empate técnico. Pero vayamos a la encuesta, la misma que nos permite comparar las tendencias. Compararemos la encuesta de hoy con la del 7 de mayo, que no fue publicada sino que fue privada.

Keiko crece de 34 a 37% y Castillo baja de 41 a 40%. Le llevaba 7, ahora solo 3. Claramente le está arrebatando votos a Castillo y cosechando de los indecisos, ya que los viciados y no precisa se mantienen igual (en 7% y 9% respectivamente), pero los blancos caen de 9 a 7%.

Donde más se mueve Castillo es en el interior urbano, que crece 7 puntos, cae en el norte 6, crece en el centro 10, cae en el sur 5. En el caso de Keiko crece en el interior 6 puntos, en interior urbano 8, en el norte 8, en el centro 9, en el sur 7, en el sector A 7, en el B 7, en el C 4 y en el crucial E 3. Además, en hombres crece 6 puntos y en jóvenes de entre 18 y 25, 5 puntos.

En relación a la anterior medición, Castillo le llevaba 8 puntos en el norte, ahora Keiko le gana por 6. En el sur, Castillo la avasallaba con 51 puntos de diferencia, ahora se ha acortado la brecha a 39 (Keiko tiene 20% en la plaza más antifujimorista).

En el sector A, entre la encuesta del 7 de mayo y la del 14, Keiko ha pasado de llevarle 39 puntos a llevarle 48; en el B le llevaba 12, ahora 17; en el C Keiko le llevaba 4, ahora 10; en el D Castillo le ganaba por 9, ahora solo por 3; finalmente, en el E, Castillo le llevaba 28 puntos de diferencia, ahora se ha reducido a 23.

Está funcionando la estrategia keikista de ir del A al E -como lo anticipamos en una nota publicada en Sudaca el 30 de abril (https://n9.cl/15cwh): “lo que buscan es ir desde los sectores más acomodados para luego dar un llamado a los estratos sociales más bajos”. La encuesta de Ipsos confirma que esa táctica se está cumpliendo al pie de la letra. Falta mucho aún para definir el empate técnico, pero las cifras ya van mostrando claras tendencias.

 

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Elecciones 2021, IPSOS, Perú

Tamaño revoltijo que se armó esta semana cuando la prensa malintencionada y muchos “Keiko lovers” acusaron al profesor Pedro Castillo de despreciar la lectura. Vaya muestra de analfabetismo funcional la de esos detractores. Lo que dijo el profesor Castillo fue algo muy simple y claro, que cualquiera con dos dedos de frente puede entender en su verdadero sentido: “yo sé del hambre del pueblo. A mí nadie me lo cuenta. Yo no necesito leer el libro que viene de la biblioteca que está allá polveándose, porque la biblioteca está en mi nariz, porque la biblioteca la siento, la camino, la vivo”. 

Hasta resuena a César Vallejo: “»Voy sintiéndome revolucionario más por experiencia vivida que por ideas aprendidas” (de una carta del poeta a su amigo Pablo Abril de Vivero en 1928). Es decir, el sufrimiento y el hambre del pueblo peruano es algo que se ha aprendido por experiencia propia, no en las páginas de un libro. Eso no indica ningún desprecio a la lectura, sino que hay formas de sabiduría que pasan por lo personal antes que por su “descubrimiento” en las bibliotecas. Siendo maestro, es obvio que la lectura y los libros son bienes que se aprecian, pero cada cosa en su lugar.

Hecha la aclaración, les guste o no a los analfabetos funcionales del fujimorismo, cabe preguntarse qué se trae el profesor Castillo en el área de la cultura. 

Por lo pronto, ya ha barajado la idea de un nuevo ministerio de Ciencia y Tecnología, apoyado por importantes científicos peruanos, lo cual nos convertiría en un país exportador de bienes tecnólogicos, patentes científicas, pero, sobre todo, un país que ya no dependería tanto de los países más desarrollados para solucionar inmensos problemas locales (¿recuerdan la escasez y la demora de la vacuna anti Covid-19?).

También se ha voceado que se dedicará el 10% del PBI al sector de Educación, tan maltratado después de casi treinta años de constitución fujimorista, en que la educación dejó de ser un derecho universal y una obligación del Estado para convertirse en un servicio, muchas veces en manos de privados, con obvias miras al lucro (¿recuerdan tantas universidades trucha?).

Cabe preguntarse ahora, ¿qué pasará con el ministerio de Cultura?

Para llegar a una hipótesis debemos primero revisar la historia de dicha cartera en los últimos años. Lamentablemente, el MinCul se ha visto manchado desde el escándalo de Richard Swing, el famoso artista de la farándula que cobró jugosas sumas por dar “charlas  motivacionales” a los empleados del ministerio. Despilfarro. Eso ha ocurrido junto a una progresiva visibilización de agendas relacionadas con grupos progresistas y ligados al ecoambiente de las ONG. Las ayudas por la pandemia, las compras de libros, las invitaciones a ferias internacionales, los premios y subvenciones repiten los nombres de los mismos personajes. Hasta hay una poeta que ha recibido por lo menos cinco formas de reconocimiento y se ha llevado más de 50,000 soles. Merecida o no, esa suma revela una cierta tendencia que, como se dice por ahí, favorece a intelectuales provenientes de una o dos universidades privadas y se encuentran en la cresta de la ola de cierto activismo.

El Plan Económico 2021-2026 emitido por el Partido Perú Libre hace apenas unos días

(https://drive.google.com/file/d/15Q0BFGi1gmqax2aVfm0y9WTaZd-0oHhn/view?fbclid=IwAR0bhgUqebiURD0GhIaoherH0y6aTMyMqWQZCiRvTZ0OhZXfyWg9YR1jl9k ) no menciona ni una sola vez qué haría un gobierno de Castillo frente a la cultura, por lo menos lo que convencionalmente se entiende por tal. Casi todo el Plan cubre sectores importantes relacionados con la economía y la industria, pero parece haber un vacío en el diseño de una política cultural que sea consistente con el discurso de “no más pobres en un país de ricos”.

Sin duda, la cultura florecerá si se invierte en educación, pues nuestros niños y adolescentes aprenderán a valorar nuestros bienes culturales, a cultivar diversas ramas de la producción humana, a conservar nuestro patrimonio. Sin embargo, queda la inmensa tarea de mejorar un ministerio para que no refleje la desprestigiada imagen de ser un coto cerrado de cierto progresismo, plagado encima de escándalos y favoritismos.

Al profesor Castillo le queda la inmensa responsabilidad de llevar el lápiz (y también la escoba) para que el escaso presupuesto del MinCul se distribuya de manera que genere más confianza y atienda a todos los sectores culturales, especialmente los de las regiones, los que circulan en lenguas originarias y los que no necesariamente están ligados a los sectores universitarios y profesionalizados.

Ojalá el profesor se vea bien asesorado y tome las decisiones necesarias. Tremenda tarea. 

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Cultura, Pedro Castillo, Perú

Acabo de terminar mi sesión de historia en la PUCP, tocaba el primer gobierno de Alan García, para muchos el gobierno maldito, el peor de todos los tiempos, el que mayor griterío provoca de la derecha, aún peor que con Velasco. A este último le reconocen a regañadientes que a los gamonales se les había acabado el tiempo y que fue la historia la que los dejó atrás.

De Alan, en cambio, dicen que es el socialista a destiempo, el progre desfasado, quien leyó el Antimperialismo y el APRA, debiendo haber leído Treinta Años de Aprismo: “imperdonable, no aprendió de su viejo y sabio maestro”. Lo que pocos recuerdan es que más allá de su heterodoxa postura de destinar el 10% del valor de las exportaciones para pagar la deuda externa y de la obsoleta subvención de precios para aliviar la economía de las familias peruanas, Alan García buscó a la derecha para reactivar la economía a mediados de la década de 1980.

El joven líder aprista se reunió con los 12 hombres más ricos del Perú, encabezados por Dionisio Romero, tan dueño del BCP como su homónimo hijo, el del maletín con los tres millones de dólares para Keiko Fujimori, y acordaron crear un dólar más barato, el recordado dólar MUC, para el empresariado si este se invertía en insumos industriales y colocaban sus ganancias en el Perú. La apuesta era clara: el capital extranjero no llegaría jamás a un país con terrorismo, había que animar al empresariado local y García lo hacía así, de la manera más irresponsable posible pues, sin adecuados mecanismos de fiscalización, el resultado era previsible.

Además, había que conocer un poco la historia del Perú para vaticinar fácilmente el final, los 12 apóstoles no reinvirtieron nada, difícil pedirle al escorpión que no muerda a la rana, e imposible pretender vocación de desarrollo en una clase económica cuyo pingüe negocio, a través de los tiempos, no hemos sido otros sino nosotros. De esta manera, las reservas del Estado, vía dólar MUC, fueron a parar por miles de millones a cuentas privadas en bancos suizos y no volvimos a verlas jamás.

Pero si en algo se equivocó el joven Haya, fue en pensar que las clases medias podían formar parte de un frente revolucionario. De hecho, a la sangría de millones del MUC, se sumaron perro, pericote y gato, y no hacía falta apellidarse Romero para cambiar 4X5 las divisas de la nación. El resultado: para 1987 el Perú se quedó sin reservas y llegaron el caos, la hiperinflación y la nacionalización de la banca. El país estaba quebrado.

Por eso, cuando veo la blanquirroja peruana asociada a una candidata, solo puedo colegir que se trata de los de siempre, de los que gritaron “libertad” a los cuatro vientos cuando les quitaron sus bancos después de que nos dejaron sin un duro, los mismos cuyo negocio somos nosotros y que ahora, una vez más, quieren confundir sus intereses con los de toda la nación. Yo no sé si el hombre del sombrero es una alternativa, pero sí sé distinguir una garrapata cuando la veo.

 

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Alan García, Historia, Perú

De mantenerse las tendencias, Keiko debe estar llevándose el triunfo en la jornada del 6 de junio. Quizás ajustadamente, pero favorable a ella. Hay, sin embargo, imponderables que podrían romper el curso de las tendencias señaladas. Aquí, algunos de ellos:

1.- Escándalo por denuncia periodística. Puede surgir de algún medio opositor y armar tal escándalo que le cueste votos. El 2016 la feble denuncia de Cuarto Poder le costó la elección a Keiko.

2.- Sentencia condenatoria ante acusación fiscal contra Keiko o esposo. Es muy improbable, ya que la acusación fiscal recién se ha presentado y tendría que haber una especial indisposición para que el juez acelere el caso sin previo juicio oral.

3.- “Chicharrón” o “nosotros matamos menos”. Keiko no comete errores, por lo general, pero un dislate, un exabrupto, suyo o de algún vocero cercano a la cúpula, puede ocasionarle daño y quitarle pocos puntos, pero decisivos en una elección tan ajustada.

4.- Que siga hablando López Aliaga. El líder de la DBA peruana está aprovechando, oportunistamente, para mejor su posición política en vista de la campaña edil en la que ya ha anunciado que será candidato. Pero su violencia verbal, lo único que hace es refrescar en el pueblo la memoria de los últimos cinco años de virulencia keikista en el Congreso. El comando de campaña de Keiko debería implorarle que se calle o se vaya de viaje.

5.- Que a Keiko le dé Covid. Es un hecho fortuito, pero muy posible dada la cercanía y contacto a la que se obliga la candidata en sus mítines y visitas. Si sale fuera de la campaña dos o tres semanas, pierde la elección.

6.- Que vaquen a Sagasti y se genere una crisis política de envergadura. Ya un congresista vinculado a Castillo pidió su censura. A mayor zozobra, quien cosecha es el candidato disruptivo antisistema, Pedro Castillo. Felizmente no prosperó la peregrina idea, pero harían bien las bancadas mayoritarias en estar advertidas del torvo proyecto detrás de este tipo de iniciativas.

7.- Un debate funesto. Que le vaya pésimo a la candidata de Fuerza Popular en el debate. No parece probable. Por el contrario, quien seguramente va a perder es Pedro Castillo, pero ya vimos que un debate puede incidir (Chota, el segundo debate Keiko-PPK del 2016).

8.- Reactivación del antifujimorismo. Que Keiko haya subido al punto de alcanzar a su contendor ha movilizado a todos los colectivos de izquierda antifujimorista, que suelen ser muy activos en redes sociales y en creatividad publicitaria. El antivoto de Keiko ya no es tan alto y se equipara al de Castillo, así que no parece que vaya a tener mayor impacto, pero siempre es un imponderable que puede mellar su desenlace.

 

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Elecciones 2021, Keiko Fuj, Perú

Patrimonio, género y memoria

Cuando pensamos en las figuras protagónicas de nuestra historia, se nos vienen a la mente, las ilustraciones, láminas y pinturas que nos enseñaron en la escuela durante nuestra niñez.  También pensamos en los grandes monumentos y en los nombres de calles y plazas que día a día recorremos. Estos espacios, que habitamos cotidianamente, cumplen la misión de tendernos puentes sensibles con nuestra identidad y nuestro pasado.

De acuerdo a la arquitecta española Nuria Álvarez Lombardero, el paisaje urbano alimenta la memoria pública de los ciudadanos y ciudadanas en forma de “territorio común”, sin embargo, advierte, que las mujeres, no cuentan con una representación material que corresponda a sus hazañas y contribuciones, por lo tanto, carecen de memoria histórica en el espacio urbano.

Agregaría a lo dicho por Álvarez Lombardero, que el escaso repertorio monumental que guarda las memorias de las mujeres en nuestra ciudad, se ubica en los márgenes con respecto a los espacios centrales. Basta con hacer el ejercicio de pensar en los nombres de las grandes plazas de Lima, y tendremos la respuesta. Esta representación periférica y marginal, es sin duda, una metáfora con lo que ha sucedido con las mujeres en los relatos históricos.

Los monumentos más populares, que ocupan las plazas principales de Lima, fueron construidos y/u obsequiados, durante el gobierno de Augusto B. Leguía en el contexto de las conmemoraciones del Centenario. Algunos de los más conocidos son; La Plaza San Martín, El Monumento a Manco Cápac, La Plaza Dos de Mayo, La Plaza Alfonso Ugarte, el monumento a Hipólito Unanue en el Parque Universitario y el monumento a la Libertad en la Plaza Francia.

Es interesante notar, que las únicas representaciones de mujeres en las esculturas antes mencionadas, se constituyeron a través de alegorías. Me refiero, al monumento de la Plaza Francia que presentó a una mujer encarnando la libertad, y el monumento de la Plaza 2 de Mayo, cuya figura principal es, una mujer representando los laureles de la victoria. A ellos, le podemos sumar, el signo Libra en la Alameda de Los Descalzos, y otras alegorías zodiacales en el Parque Neptuno.

En abril del 2018 fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Nación, 91 esculturas monumentales ubicadas en el Centro Histórico Lima y entre el extenso listado de héroes de la patria, presidentes, personajes ilustres, grandes pensadores y profesionales, solo hay dos mujeres con nombres propios; Juana Alarco de Dammert, benefactora y fundadora de las cunas maternales y Elisa Rodríguez Parra de García Rossell, luchadora por los derechos políticos de las mujeres.

Es muy importante y necesario, el proyecto de rescate y restauración monumental, que actualmente viene implementando el municipio de Lima por la celebración del Bicentenario, sin embargo, también es necesario preguntarse dónde están las mujeres y por qué a 200 años de vida republicana, no hemos sido capaces de generar un otro relato que se vea reflejado en el paisaje urbano.

Hace meses que recorro la ciudad en busca de esa respuesta, visitando las huellas de las grandes mujeres de nuestra historia, esa búsqueda ha dado como resultado el documental El Patrimonio Invisible. La realización de este proyecto, fue una invitación a mirar Lima con nuevos ojos, descubrir las pequeñas plazas, bustos, parques y monumentos que rescatan historias relegadas al olvido, muchos de estos espacios están descuidados y otros son poco conocidos o visitados.

Un busto me sorprendió en particular, el de la notable pedagoga e intelectual Elvira García y García en la Alameda Magisterial en Breña. Su escultura, era la única dedicada a una educadora mujer, y a la vez, era la única, a la que, en un acto vandálico se le había cercenado la cabeza. La imagen era realmente triste y violenta.

La ciudad, es reflejo del proyecto social y político de una nación, así como de sus aspiraciones y proyecciones futuras. A puertas de conmemorar el Bicentenario de nuestro país, cabe reflexionar sobre el paisaje urbano desde el enfoque de género, y en los desafíos que implica, que las memorias de las mujeres, empiecen a ocupar un lugar más digno y democrático en la representación patrimonial y simbólica de una ciudad, que nos pertenece a todas y todos.

https://cultural.upc.edu.pe/galeria/el-patrimonio-invisible?fbclid=IwAR3neXM_hyXJtVsPF8x4rwY8HrvGNVQgwH9faVe0i3lJOkarLlRijGM3sIM

 

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Historia, Lima

Ubicado en el puesto #6 del último listado de los 100 mejores guitarristas de todos los tiempos, hecho por la revista especializada Total Guitar, y reconocido como uno de los diez «shredders» más rápidos del mundo -el término alude a aquellos músicos poseedores de una capacidad sobrenatural para tocar a velocidades imposibles-, Buckethead (en español «Cabeza de Balde») ha logrado mantener intactas las capas de denso misterio que lo rodean y, aun cuando es totalmente desconocido para la gran masa, congrega a toda una legión de seguidores, fascinados por su extravagante estilo y estremecedora habilidad con las seis cuerdas.

Su nombre real es Brian Patrick Carroll y nació el 13 de mayo de 1969 en la soleada California (esta semana cumplió 52 años). Desde su primera aparición, EN 1991, con la oscura banda de hard-rock experimental Deli Creeps, Buckethead impactó a la comunidad guitarrística por su destreza y un atuendo sin el que, hasta hoy, nadie lo ha visto: una inexpresiva y dura máscara blanca de plástico y diversos sombreros o bandanas que, finalmente, evolucionaron hasta convertirse en un balde de Kentucky Fried Chicken, con la inscripción “FUNERAL” sobre su cabeza. De allí su alias.

Todo alrededor de él es un enigma. En tres décadas de carrera, nadie lo ha logrado desenmascarar –como Banksy, el muralista británico– y su voz apenas se ha escuchado en dos o tres entrevistas, una de ellas un extenso podcast del 2017 con Barry Michaels, conocida personalidad radial de los EE.UU., en la que se muestra como un hombre sumamente introvertido y sensible, algo disperso, antisocial y desconectado de todo aquello que consideramos convencional. Varios pasajes de aquella entrevista son citados en internet como fuente principal de información sobre el perfil de este huraño personaje que parece sacado de una película de horror serie B, con sus jumpsuits de colores, sus extremidades dislocadas y una Flying V pegada al cuerpo.

Las pocas crónicas serias que circulan en la web lo describen como una persona espiritual, que tuvo una infancia profundamente feliz junto a sus padres y que, desde los 12 años, se encerró en su habitación para practicar con una guitarra acústica. A los 18 fue alumno de Paul Gilbert, uno de los guitarristas de hard-rock, heavy metal y fusión instrumental más prestigiosos, ex integrante de Mr. Big y Racer X. También hay quienes inventan alocadas historias -que usa la máscara hasta cuando come y duerme, que fue criado en un galpón de pollos, que no habla absolutamente con nadie-, para alimentar su leyenda.

Domina, además de las guitarras y sus múltiples efectos y técnicas, el bajo, el violín, el piano y el banjo. Sobre el escenario, realiza extraños movimientos de baile robótico, mezcla de break dance y caminata lunar, regala juguetes y máscaras terroríficas y sorprende con su experto manejo del nunchaku, la legendaria arma de artes marciales, una de sus obsesiones junto con la imaginería cómic, el baloncesto, el cine de terror y el manga japonés.

Su rango de estilos es tan amplio como sus extravagancias: puede tocar, a mil por hora, Smooth criminal, el clásico de Michael Jackson de 1987, y pasar a la suite de Star Wars en cuestión de segundos, sin perder ritmo ni fluidez. Ha tocado metal, funk, jazz, bluegrass, hard-rock, blues, country, música barroca y neoclásica. Ha escrito y grabado bandas sonoras para películas de terror y acción como Saw II (2005) o Mortal Kombat (1995-1997), entre otras. Con su otro alter ego, Death Cube K, una versión “en negativo” de su personaje principal, desata pesadillescas tormentas de dark ambient y new age. A juzgar por cómo toca, es evidente que se trata de un músico extremadamente disciplinado y exigente. Lo único seguro es su virtuosismo y obsesión por el trabajo.

El año 2001, ya establecido como artista de culto y con extenso kilometraje en proyectos de toda índole, Buckethead confundió a sus fieles al unirse a Guns N’ Roses. Los seguidores de «la banda más peligrosa del mundo» se sorprendían al ver, en el lugar del sudoroso, semidesnudo y expresivo Slash, a esta especie de maniquí alto, ultra flaco y de cara fría como una máquina. Pero cuando lanzaba esos solos vertiginosos y casi extraterrestres, las audiencias quedaban estupefactas. Buckethead salió del grupo de W. Axl Rose en el 2004, debido a sus erráticos hábitos, su salud quebradiza y su mínima capacidad para establecer relaciones interpersonales. Sus explosivos solos y arreglos grabados durante ese tiempo, recién vieron la luz el 2008, año en que apareció –más de una década después de haber sido anunciado- el sexto y último álbum oficial de GN’R, Chinese democracy (ver aquí a Buckethead con Guns N’ Roses, en Rock In Rio III, 2001).

Es difícil encontrar una sola puerta de ingreso al universo sonoro de Buckethead. Sus estrambóticas composiciones de hard-rock y progressive metal, lo colocan al nivel de otros virtuosos como Steve Vai, Guthrie Govan, Jason Becker o John Petrucci. Ejemplos de ello son Nottingham lace -CD Enter the chicken, 2005, junto al vocalista de System Of A Down, Serj Tankian-, Soothsayer (Dedicated to aunt Suzie) –incluido en Crime slunk scene, del 2006- o Jordan, un homenaje al ídolo del baloncesto Michael Jordan, que los adictos al videojuego Guitar Hero conocen bastante bien. Pero también están sus colaboraciones con el bajista Les Claypool (Primus) y la leyenda del funk setentero Bernie Worrell (Parliament Funkadelic). El supergrupo, llamado Colonel Claypool Bucket of Bernie’s Brains, lo completó el baterista Bryan «Brain» Mantia, quizás la persona que más conoce al guitarrista (aquí en el Festival Bonnaroo, año 2004).

Pero Buckethead también posee un lado sensible y acústico, apreciable en álbumes como Colma (1998) –que escribió para consolar a su madre mientras se encontraba en el hospital, operada de un cáncer; o el díptico Electric tears/Electric sea, lanzados en 2002 y 2012, respectivamente, en los que incluso interpreta melodías de Johann Sebastian Bach, Joaquín Rodrigo y Miles Davis. En este último destaca The homing beacon, un sentido homenaje a Michael Jackson, tras su fallecimiento. O su sociedad con el actor danés Viggo Mortensen, orientada a la reflexión política y filosófica, como en el alucinante Pandemoniumfromamerica (2003), dedicado a Noam Chomsky. O sus inicios con otra superbanda, Praxis, que armó el prestigioso bajista y productor de jazz fusión y música electrónica Bill Laswell e incluyó a Bootsy Collins (otro legendario integrante de P-Funk), Bernie Worrell y Brain. Discos como Transmutation (1992) y Profanation (2008) son los mejores secretos guardados del rock norteamericano de vanguardia.

Pero lo más sorprendente es la gigantesca cantidad de material que ha grabado. En el año 2007 lanzó su primer proyecto de formato amplio, un boxset de 13 discos, titulado In search of the…, una edición limitada con dibujos y textos a mano, hechos por el guitarrista. Luego, el 1 de octubre de 2015 inició una cuenta regresiva de 31 discos inspirados en la noche de brujas, 31 days ‘til Halloween, a razón de un título por día. Pero es la colección Pikes, cuyo primer ítem apareció el año 2011, con la que Buckethead se saltó todas las bardas.

La serie ha acumulado, en diez años, la alucinante cantidad de 291 volúmenes (solo en el 2015 salieron 118), la mayoría disponibles como descargas digitales en https://music.bucketheadpikes.com/music. Cada uno contiene entre 30 y 45 minutos de música original, compuesta y grabada íntegramente por él, en sus estudios y cuarteles oficiales, Bucketheadland. En total, sumando todas sus producciones como solista, en sus diversos grupos y proyectos, Buckethead ha lanzado más de 400 discos. Es el artista vivo más prolífico de la historia de la música grabada, un récord que ostentó, hasta el año 2007, otro guitarrista, Frank Zappa, que llegó a publicar más de 70 discos, entre 1966 y 1993, año de su fallecimiento. Las seis últimas entregas de Pikes están fechadas entre enero y abril de este año.

Como Jack, el entrañable personaje del clásico de cine de animación de Tim Burton, The nightmare before Christmas (1993), Buckethead es el monarca de su extraño mundo, una criatura indescifrable que es, la mayor parte del tiempo, intimidante y oscura pero que puede también sorprender por su atípica fragilidad emocional.

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