Opinión

En los últimos años, hemos sido espectadores de innumerables actos de corrupción realizados por funcionarios públicos en todos los niveles e instituciones del sector público, incluyendo el Ejecutivo, Poder Judicial, Congreso, gobiernos regionales y locales, y en todo el resto del aparato estatal.

La Contraloría General de la República, es la institución que tiene el encargo de, y cito : “Supervisamos y verificamos la correcta aplicación de las políticas públicas y el uso de los recursos y bienes del Estado, a través de nuestras gerencias regionales de control, los Órganos de Control Institucional (OCI) y las Sociedades de Auditorías (SOA).”

Lo que hemos visto de la Contraloría, en la voz del Contralor General Nelson Shack, son anuncios de cuánta plata se han robado en el 2023 (más de 24,000 millones de soles), cuánto se gasta en consultorías y que han encontrado unos 9,000 funcionarios incurriendo en faltas de todo tipo.

Pero siempre es lo mismo. Se siguen robando la misma cantidad de soles cada año, seguimos observando, impávidos, contrataciones de “amiguitas” y dinero público, nuestro, de nuestros impuestos, gastado en inútiles consultorías y sabe Dios, en qué otras barbaridades, porque si Dios no lo sabe, menos la Contraloría.

Ya estamos cansados de estos anuncios inútiles que hace el Contralor Shack. En vez de ello debería exponer cuáles han sido las mejoras en los procesos que los Órganos de Control Institucional (OCI) que funciones dentro de las instituciones públicas, han propuesto, implementado y cuáles han sido los resultados.

Si en el 2023 se robaron más de 24,000 millones de soles, ¿Cuál es la meta que la Contraloría se pone para el 2024? ¿Cuánto menos dinero se va ir en corrupción gracias al trabajo que hace la Contraloría y sus gerencias regionales de control, los Órganos de Control Institucional (OCI) y las Sociedades de Auditorías (SOA)?

Todos los funcionarios públicos trabajan con metas e indicadores que miden su gestión. ¿Cuál es la meta de dinero gastado en corrupción Sr. Contralor? Si en el 2023 se gastaron 19,300 millones en contrataciones “a dedo” porque los montos no sobrepasan las 8 UIT (41,200 soles), ¿Cuál ha sido la propuesta de la Contraloría para limitar este tipo de gasto discrecional sin concurso ni licitación?

Ya es hora que se ajuste a la Contraloría, para que trabajen con objetivos claros y que todos los peruanos sepamos las actividades, mejoras en los procedimientos e iniciativas legislativas que se han implementado y las que están en curso, así como sus respectivos impactos en la lucha contra la corrupción.

Pero en la práctica, ¿Quién controla al Contralor?

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Contralor, La Contraloría General de la República, Órganos de Control Institucional, Poder Judicial, Sociedades de Auditorías

Quizá el país donde más se admira y se promueve la obra de César Vallejo –después del Perú, claro– es Cuba. La hermosa isla caribeña ostenta el mérito de haber publicado numerosas ediciones de la obra de Vallejo, algunas ya legendarias, como las prologadas por Roberto Fernández Retamar y Raúl Hernández Novás desde la década de 1960. Asimismo, Cuba ha sido escenario de numerosos congresos, homenajes y festivales alrededor de la figura de nuestro vate bandera.

¿A qué se debe este entusiasmo? No es que Cuba carezca de grandes poetas. Bastaría pensar en José Martí y en José Lezama Lima para hacer enrojecer de envidia a muchos otros países del continente. Lo que pasa es que hay una conexión muy especial entre Vallejo y Cuba: su abierta adhesión al socialismo y al ideal de una sociedad sin clases.

Todos sabemos que Vallejo se hizo marxista más o menos a partir de 1927, cuando en Francia conoció los escritos del filósofo y economista alemán, para entonces una inspiración de todos los intelectuales revolucionarios que se apasionaron por las grandes transformaciones que se vivían en Rusia a partir de la Revolución Bolchevique de 1917. Vallejo mismo viajó a la URSS tres veces (en 1928, 1929 y 1931) a experimentar de primera mano los cambios profundos que la revolución estaba operando sobre una sociedad que hasta hacía poco había sido monárquica y feudal.

Al margen del marxismo heterodoxo de Vallejo, que por momentos lo hizo simpatizar con el trotzkismo, el poeta se mantuvo fiel a sus ideales revolucionarios y eso determinó también su apoyo incondicional a la República española durante la Guerra Civil que asoló a ese país desde 1936.

Vallejo se murió un 15 de abril de 1938, intuyendo que la causa española ya estaba casi perdida. Tampoco pudo, pues, ser testigo de la Revolución Cubana, que triunfó el 1 de enero de 1959. Si Vallejo hubiera vivido, habría tenido 66 años cumplidos y sin duda hubiera dado su apoyo absoluto a los barbudos de Fidel.

La poesía de Vallejo encarna como pocas el ideal revolucionario desde una perspectiva profundamente humana, por lo que no es raro que el público cubano haya encontrado en él la voz de los ideales de cambio y esperanza que se vivieron intensamente en las primeras décadas de la Revolución.

Pero la relación de Vallejo con Cuba empieza mucho antes. Cuando el poeta se sube en el Callao al vapor «Oroya» el 17 de junio de 1923, lo hace intuyendo que jamás regresaría al Perú. Su itinerario lo hizo cruzar el Canal de Panamá y hacer escala en La Habana, donde permaneció tres días antes de reemprender el rumbo hacia Europa.

En Cuba conoció a algunos intelectuales y estableció vínculos que lo hicieron colaborar eventualmente con periódicos y revistas cubanas en los años siguientes. Una vez fallecido, nuestro poeta creció en fama y prestigio como la espuma. Las ediciones cubanas de Casa de las Américas y la Editorial Artes y Letras lo popularizaron tanto que pasó a convertirse en uno de los poetas favoritos de la intelectualidad y los lectores cubanos en general. Grandes autores como Cintio Vitier y Fina García Marruz lo leyeron y comentaron. La última –una de las poetas cubanas más notables– escribió un bellísimo poema, «Carta a César Vallejo», que pinta a nuestro poeta de cuerpo entero.

Además ha habido en Cuba congresos y simposios sobre Vallejo celebrando aniversarios y centenarios, como el reciente «Trilce y las vanguardias latinoamericanas», celebrado en noviembre del 2022 por la Asociación Internacional de Peruanistas y Casa de las Américas con motivo del centenario del extraordinario libro de Vallejo.

Menciono todo esto porque la Embajada del Perú en Cuba ha tenido el acierto de erigir un busto de Vallejo (el primero en la isla) frente al hermoso edificio de la Casa de la Poesía en La Habana Vieja. El develamiento tendrá lugar este viernes 15 de marzo (justo un día antes del cumpleaños del poeta) y participarán dos notables vallejólogos peruanos, el poeta y crítico José Antonio Mazzotti y el coleccionista e investigador Jorge Kishimoto.

Aquí el programa:

DEVELACIÓN DEL BUSTO DE CÉSAR VALLEJO EN LA HABANA

Viernes 15 de marzo de 2024, 4 pm

Casa de la Poesía de La Habana

(Calle Mercaderes, no. 16, entre O’ Reilly y Empedrado, Habana Vieja, La Habana)

PROGRAMA:

PANEL “Impronta de Vallejo en la literatura cubana”

Jorge Kishimoto (Centro de Estudios Vallejianos y Universidad César Vallejo): “Vallejo en Cuba antes de 1938”.

Susana Haug (Universidad de la Habana): “Presencias del vallejismo cubano a partir de la segunda mitad del siglo xx”.

Roberto Méndez(Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela): “Cintio Vitier y Fina García Marruz leen a César Vallejo”

José Antonio Mazzotti (Tufts University y Asociación Internacional de Peruanistas): “Trilce en Cuba en 2022 y los nuevos estudios vallejianos”.

Modera: Caridad Tamayo Fernández (Casa de las Américas)

Performance artístico a cargo del grupo Danza Teatro Retazos

Lectura de poemas a cargo de:

Josefina de Diego García-Marruz (Cuba)

Roberto Méndez (Cuba)

José Antonio Mazzotti (Perú)

Giselle Lucía Navarro (Cuba)

Palabras del Embajador del Perú en Cuba Gonzalo Guillén y de Sinecio Verdecia, director de la Casa de la Poesía

Develación del busto de César Vallejo

Pisco Sour

Si conoce a alguien en Cuba, pásele la voz.

Recordemos que el poeta inglés Martin Seymor Smith denominó a Vallejo como «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Por su lado, el monje trapense estadounidense, escritor, teólogo, místico y poeta Thomas Merton, lo consideraba «el mayor poeta universal desde Dante».

Vallejo es una de nuestras mejores cartas de presentación. Su obra bien vale un Perú.

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César Vallejo, Cuba, literatura cubana, vallejo

Esta casita de cartón abre sus puertas un día lluvioso en Buenos Aires, mirando por las ventanas el cantar de las lluvias que caen sobre la ciudad con furia, destendiéndose lleno de magia. E inevitablemente se me hace imposible no poner aquella memorable canción ‘Purple Rain’, en Syracuse (1985), de Prince, mientras releo ‘Nunca me abandones’ de Kazou Ishiguro, escritor asiático ganador del Nobel de Literatura en 2017. Pero por una razón en especial. Y es por una frase de ese libro que resonó en mí al terminar de ver ‘Vidas Pasadas’, uno de los filmes nominados al Óscar recientemente como mejor película, pero que no llegó a llevarse la preciada estatuilla.

De Oppenheimer, el ganador, hay inumerables ríos de tintas escritos. Era la favorita. Y mientras se celebrabra este magnánimo evento, me fui al cine más cercano a casa a ver esta película coreana- americana, por el trailer que me conmovió. Es que en sí, ya mucho no me llama la atención los premios de la academia, viendo el menú de sus nominaciones, que en muchos rozan lo superficial de lo efímero o en el peor de los casos, cuando son llevados al terreno de lo político y se soslaya la esencia, a priori, de lo que llevaba esta distinguida gala en antaño, asi como el Nobel, y es el arte per se. Debo confesar que en algún momento pensé que podria haber de eso en esta cinta, como muchas veces me ha pasado. Pero nada más alejado que eso, felizmente. Justo hablaba con una amiga este fin de semana, sobre el amor y como el ‘amor’ de Hollywood nos ha obnubilado con sus cansinos ‘happy end’. Y por suerte, este filme no incurre en eso. Por el contrario, uno halla el arte de lo simple, en lo cotiano. El exceso de positividad (Byung-Chul Han) envuelto dentro de la monotonía, en la cual estamos prefijados como la del personaje principal, Nora Moon, quien para lograr su aspiración de ganar el Nobel de Literatura algún día ( ‘los coreanos no ganan el Nobel’), se traslada con su familia a Canadá de niña, para ya de joven estudiar en Usa. Pero a medida que va creciendo, ve a sus anhelos volverse más terrenales, viviendo prácticamente para sobrevivir en una sencilla morada. Y es que la vida dista mucho con la que uno cree de niño. Y la realidad con sus experiencias nos cambia, hasta los sueños se van mirando cada vez más a lo lejos, cada vez más inalcanzables y hasta olvidados con el tiempo. Quién no se ha sentido alguna vez especial o tocado por ‘algo’ mágico de joven, pero que, justamente, al dar el salto a la adultez, uno se ve engullido en el mecanismo en el que vivimos, tragicómico y muchas veces patético.

Cuando has visto una buena película, te quedas pensando durante el recorrido a casa o charlando con los que viste, para luego volver a aparecer en los últimos minutos de la noche antes de dormir, y es acá donde brotó la frase del libro que menciono: ‘No hago más que pensar en ese río de no sé qué parte, con unas aguas muy rápidas. Y en esas dos personas que están en medio de ellas, tratando de agarrarse mutuamente, aferrándose con todas sus fuerzas el uno al otro, hasta que al final ya no pueden aguantar más. La corriente es demasiado fuerte. Tienen que soltarse, y se separan, y se los lleva el agua’. Como es natural, la corriente no nos atreviesa dos veces con las mismas aguas, nos lleva por otros senderos, bifurcados, como cuando se despiden de niños Nora y Hae Sung, subiendo a distintos escalones, o cuando se dividen los buses que llevaban a dos niños también predestinados por el amor, Kevin Arnold y Winnie Cooper: ‘Quería decirle que ella era la única, que siempre había sido la única desde que eramos niños, desde que vivía cruzando la calle (…) Al llegar al asiento vacío en el que viajaría a casa, encontré el anillo que le había dado a Winnie, el anillo que me estaba devolviendo, la busqué en el otro autobús pero no pude verla ya estaba perdida entre la multitud,y entonces supe se habia ido, y que mi vida no volvería a ser la misma jamás’. Con ‘God only knows’ sonando de fondo en la mejor serie que vi, ‘Los años maravillosos’, o como se llamó en España, ‘Aquellos años maravillosos’, con los vientos del pasado entonando lo latente.

O también, como en el capítulo 66, cuando Kevin entiende que ‘era parte del pasado de Winnie, un pasado que ella quería olvidar”. Como Nora Moon con Hae Sung, cuando por la distancia ella decide alejarse de él. Pero aún pasado los años, y ya siendo un adulto con oficio y pareja, Hae Sung no puede desprenderse de su ilusión, y viaja hacia la otra parte del mundo para ‘verla una vez más’, aunque ella esté casada. Y como a Kevin, cuando los padres de su amada le prohibían verla. Y es cuando decide subir a escondidas por un árbol, a la habitación de una convalicente Winnie, quien estaba en cama después de haber sufrido un accidente. Viéndose el uno al otro a través de la ventana, con las miradas traspasando lo que las palabras pueden decir de alma a alma: un te amo en ambos, y al final de la escena la foto de ellos de niños, acompañados de estas enternecedoras palabras: ‘Hay cosas en la vida que son importantes, cosas del pasado que no se pueden negar; Winnie Cooper era parte de mí y yo era parte de ella, y no importaba cómo, mientras viviéramos sabía que nunca podríamos olvidarnos’. Con el tema de Bob Seger, ‘We’ve Got Tonight’. Alguna vez oí que el amor para toda la vida es uno, lo demás son espejos o búsqueda de espejos de aquel recuerdo. El final de esta apoteósica serie como de la película es un canto a la vida y a la nostalgia. Y debo confesar que por más pétreo que uno pueda ser o que aparente, unas pequeñitas lagrimitas cayeron de mis ojos silenciosamente por el desenlace en ambas historias, como me sucediera con ‘Puedo escuchar el mar’, de Ghibli, otra oda al amor y al pasado. Y es que todos tuvimos alguna vez nuestra Winnie Cooper como nuestra historia de amor con alguien de alguna vida pasada, nuestro In-Yun, porque eso es lo que sentimos cuando amamos. Pero que en esta vida no tuvimos la suerte de estar siempre a su lado.

Esta casita de cartón cierra sus puertas descubriendo que para el amor no hay mejor fondo musical que la lluvia, por lo menos en la ‘ciudad de la furia’. Y que la melancolía tiende a hacernos perfeccionar lo que vivimos, o es que nosotros mismos somos los directores de esa película y le damos el mejor recuerdo para atesorarlo siempre en aquellos rinconces donde la vida y su tristeza no pueda dañarlo. Y más sobre un amor. Esas que ‘nos hace llorar cuando nadie nos ve’, sea de felicidad o no, pero con la mirada al cielo por todo lo vivido. Al final creo que somos una mota en el universo escribiendo una historia en paralelo a nuestros sueños, maia, buscando encontrarse dentro del sendero de la eternidad y de lo inexplicable. Y es por estas obras de arte, que vale la pena vivir.

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Nobel, Oscar

[PIE DERECHO]  “De acuerdo con Lorenzo Eguren, en los últimos 30 años el Estado invirtió US$6,321 millones en Olmos, Chavimochic, Pasto Grande, Majes-Siguas, Jequetepeque-Zaña y Chira-Piura, que han añadido más de 200.000 hectáreas de tierras en la costa. De esta cantidad, el Estado solo recuperó US$462 millones (el 7% de lo invertido)”, señala Humberto Campodónico en su último artículo.

Ratifica lo que venimos diciendo hace tiempo: las irrigaciones son un caso de hipermercantilismo supremo, en el que se destinan ingentes recursos públicos para subsidiar una actividad económica privada en particular. En el caso mencionado, a los grandes grupos empresariales agrícolas, que aprovechan muy bien este regalito estatal.

Propuse que se establecieran unidades agrícolas más pequeñas para generar una red de medianos empresarios agrícolas. Se me dijo que eso no era rentable, por el costo técnico de disponer las tomas de agua. Bueno, pues, que las subsidie el Estado, como ya subsidia toda la operación.

En otros países, son unidades pequeñas y medianas las que componen el grueso de la actividad agroexportadora, formando consorcios absolutamente rentables. Algo así podría lograrse en estos proyectos de irrigación obteniendo un beneficio social inmensamente superior al que hoy se logra, al entregarle estas tierras subsidiadas a megagrupos inversores.

Si a quienes alientan este tipo de esfuerzo estatal, este gran subsidio no les importa, en aras de la mejora de un sector privilegiado, pues entonces, que no se hagan ascos en apoyar la ley de promoción de la industria que la Sociedad Nacional de Industrias viene promoviendo y que tantas críticas ha merecido. Al final de cuentas, los industriales no tienen por qué ser menos que los agroexportadores.

Desde un punto de vista ortodoxo liberal, no debería haber privilegios para nadie y debería dejarse al mercado actuar libremente. Pero eso no sucede en el Perú (por ejemplo, mientras existan las AFP de contribución obligatoria no habrá libre mercado en el país) y, todo lo contrario, con el tiempo se ha ido perforando el modelo económico liberal que parcialmente se había instaurado a mediados de los 90.

Beneficios para todos o para nadie. La segunda opción es la correcta, sobre todo en un país donde el Estado es débil e ineficiente, en alguna medida por falta de recursos. A quienes saltan hasta el techo, con razón, por el despilfarro de la refinería de Talara, quisiera escucharlos haciendo lo mismo con el impresionante apoyo estatal a actividades productivas privadas, como la reseñada al inicio de este artículo.

 

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Humberto Campodónico, Inversiones Estatales, Irrigaciones, Modelo económico

Resulta evidente que toda construcción jurídica debe tener presente su efectividad y que el sentimiento que de ello brota está fundado en la convicción de que determinadas normas escritas o consuetudinarias son convenientes y justas para convivir. Dice Pablo Lucas Verdú, el reconocido jurista español, que las normas jurídicas, siendo la Constitución la de mayor jerarquía, calan profundamente en la sociedad y se incorpora en la vida social cuando los ciudadanos la sienten como algo suyo.

Afirma ese autor, “cuando un ordenamiento jurídico es capaz de suscitar amplia e intensa adhesión efectiva a sus normaciones y, sobre todo, a sus instituciones que más enraízan con las bases sociales, entonces tal ordenamiento es algo vivo, (…) penetra en la entraña popular y entonces es ordenamiento sentido”. Cuando se dice que la ley se obedece pero no se cumple, el mandato legal no puede llevarse a cabo, simplemente porque no complace a los ciudadanos. En efecto, y cito nuevamente a Lucas Verdú,  una Constitución vívida lo es, en gran parte, porque es sentida por el pueblo y aparece como símbolo político que tiene sentido por su función integradora”.

Pues bien, eso no ocurre en el Perú de nuestros días. Hemos tenido varias Constituciones y es posible que la mayoría de los ciudadanos en cada ocasión no haya entendido su propósito. No es que no existan personas que entienden y desean vivir y practicar conductas y comportamientos que estén cercanos a ese sentimiento de unidad y de propósito que se expresa en una Constitución; claro que las hay, pero son minoría. Son varias las razones para que ello sea así. La primera es que la mayoría de la población no conoce el sentido de un acuerdo constitucional. Otra, el bajo nivel educativo que impide comprender las ventajas de un acuerdo de esa naturaleza. También la circunstancia de ser un país con marcos culturales diversos, tanto en sus orígenes como en la tabla de valores que propone, y que no han logrado una paridad en la estima de las mayorías. Finalmente, no puede olvidarse a los gobiernos alejados de los intereses mayoritarios y a una representación política de baja calidad. Todo ello hace difícil poder gozar de los beneficios de un pacto consensuado, armónico y con propósito duradero.

Se puede expresar de muchas maneras, pero la conducta de la mayoría de nuestros gobernantes y de las mafias que eventualmente los rodean tienen una evidente acción destituyente, porque lesionan y debilitan aquellas instituciones creadas para que los gobiernos sean eficaces y constructivos, dentro de las variadas propuestas políticas de carácter democrático. Los míseros intereses de corto plazo pugnan por establecerse transitando en compañía de aquellos que les ayuden a consolidarse. Hay que reconocer que son conductas que a muchos les parecen aceptables, pues consideran que son el necesario tránsito para obtener y gozar de las ventajas del poder o de la ausencia de éste. Son estas vías destituyentes las que hacen perder sentido a un acuerdo constitucional sólido. Prácticamente todas las tiendas políticas están implicadas en esa desventura, y no se aprecia en su fragmentación real una vía de superación. Encono, resentimiento, avaricia y ausencia de aprecio a la nación están vigentes.

Lo anterior supondrá para algunos que, como consecuencia de lo dicho, la campaña por una Asamblea Constituyente sea imprescindible y su reclamo justificado, creyendo que ello nos traerá paz, alegría y superación. El deseo es comprensible, pero no habrá ningún texto, en las circunstancias actuales, que haga posible un acuerdo armónico, ensamblado con esperanza y confianza en el prójimo, con un futuro pleno de posibilidades. No se trata de cambiar un texto por otro. Los males que nos agobian van mucho más allá de un texto constitucional.

En esa campaña destituyente que vivimos hay un par de elementos más a considerar. La información y la libertad de expresión  deben ser equitativamente distribuidas en el país, lo que no ocurre actualmente con medios de comunicación concentrados y descaradamente parcializados, y con tecnologías utilizadas para la ofensa y la maldad. La otra, la necesidad de superar el discurso religioso que pregona sin descanso, y así ingresa a los hogares, que lo que vale para “salvarse” después de la muerte es una ética de máximos supra racionales, que hace difícil entender la necesidad de una ética de mínimos, que pueda ser compartida y defendida por todos. Esta última significa la vigencia de una ética cívica que nace de la convicción de que somos ciudadanos, no súbditos, y capaces en consecuencia de tomar decisiones de un modo moralmente autónomo. Lo que comparten los ciudadanos no son entonces determinados proyectos de felicidad, porque cada uno tiene su propio ideal de vida buena, que son las éticas de máximos morales. Lo que se requiere es aceptar unos mínimos morales que sean compartidos porque los distintos grupos sociales han llegado a la convicción de que son valores y normas a los que una sociedad no puede renunciar sin hacer dejación de su humanidad. (Adela Cortina, 2000)

¿Qué significa un pacto roto? Pues que aquellos que han sido elegidos o nombrados para gobernar y trabajar en las instituciones y oficinas estatales son  a la fecha en amplia mayoría defensores de intereses mezquinos, y que están incapacitados para hacer posible un pacto común. Y que los más educados o con mejor situación no tengan verdadero interés por el futuro de su comunidad. Desgraciadamente, la mayoría de los promotores de una nueva ley de leyes sigue el mismo guion que el de las asambleas bolivarianas, como la actual de Venezuela, donde el proceso se ha dado radicalmente fuera de cauces democráticos mínimos. En efecto, la propuesta actual de una Asamblea Constituyente no tiene como finalidad encontrar un texto que convoque a todos haciendo uso de su función integradora. Tiene, más bien, un propósito partidario y coyuntural, para hacerse cargo de un gobierno, quizás totalitario. De otro lado, los defensores de la Constitución vigente, en especial de su régimen económico, son reacios a aceptar cualquier reforma, pues son dogmáticamente extremistas. Por cierto, esta calificación tiene excepciones, porque algunos creen que será un paso adelante formular una nueva Constitución para lograr la unidad nacional, dada la falta de legitimidad de origen, aunque no de ejercicio, de la actual Constitución fujimorista.

Es penoso comprobar que la actual generación del bicentenario ha fracasado, a diferencia de la correspondiente al centenario, pues ha neutralmente aceptado, con la excepción de una minoría patriota y austera, que se ha producido un vaciamiento democrático, ahondando una enemistad histórica con la institucionalidad y la confianza en el otro. Es inexistente, por ejemplo, el lugar que ocupa la política regional en el debate público. Por ahora no hay nada parecido a una carrera política que asuma como desafío revitalizar el proyecto país de unidad nacional. La mayoría de los actuales promotores para convocar a una Asamblea Constituyente, así como sus extremistas opositores, consideran inaceptables las varias reformas que deben incorporarse al texto de la Constitución del 93, tanto en el régimen político como económico. Son sin duda, ambas, conductas destituyentes y antidemocráticas. Cuando ello se supere, entonces habrá llegado la hora de plantearse formular una nueva Constitución que con gran exigencia nos haga a todos “firmes y felices por la unión”.

Es preciso luchar, entonces, para que pueda reconocerse una ética de mínimos común para todos los peruanos y que tenga como cimiento al concepto de dignidad humana, un principio de resistencia contra los tiranos. La dignidad es el bien verdaderamente universal. El artículo 1 de la Constitución vigente señala que “la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, cláusula pétrea que soporta al actual –y esperamos también que al futuro- edificio constitucional peruano. El respeto a la dignidad humana se asienta en el reconocimiento que todas las personas tienen los mismos derechos y ella no puede existir sin libertad, justicia, igualdad y pluralismo político.

[PIE DERECHO] Sí hay un conflicto de interés en el hecho de que los congresistas actuales aprueben una reforma constitucional que permita la reelección congresal inmediata y eso los beneficie a ellos, como me señala Carlos Anderson, quien votó en contra por esa razón, pero en este tema, el bien superior supera cualquier atingencia formal menor.

La bicameralidad es superior a la unicameralidad. Bien diseñada -esperemos que lo haga en adelante el Congreso, tiene tiempo para ello- es un salto de calidad institucional política y ya lo apreciaremos en el futuro. Pero requiere reformas consecutivas: la realización de las primarias, la renovación por tercios o mitades, la puesta en marcha de un diseño institucional representativo distinto al distrito nacional, etcétera. Si no se hace ello, como bien ha dicho el constitucionalista Luciano López, solo se estaría reproduciendo la mediocridad.

De paso, nos parece una gran noticia que el Congreso vigente empiece a emprender reformas en lugar de dedicarse al oficio ruin de destruir la institucionalidad democrática del país (esperemos que no insista con su intento de descabezar la Junta Nacional de Justicia) o a dar muestras impunes de inmoralidad (niños, mochasueldos, viajeros irresponsables, etc.).

Si completara la reforma política y desplegase al menos una más -sugiero la de la regionalización- y reactivara la función fiscalizadora puesta de manifiesto esta semana con la justificada censura al ministro del Interior, Vicente Romero, ya habríase producido un upgrade congresal significativo.

El Congreso es una entidad desprestigiada acá y en las democracias de todo el planeta. Como alguna vez me dijo el excongresista Daniel Abugattás, “al día siguiente de haber juramentado, ya la gente me mentaba la madre en la calle”. Eso es inevitable, en gran medida, pero al menos se puede lograr tasas de legitimidad si se abocase a tareas que le importen a la ciudadanía.

No lo veremos ahora, nos queda claro. Este es un Parlamento infiltrado por las mafias delictivas, políticas y empresariales, y más que deberse al pueblo, la mayoría de congresistas se debe a ellas. Pero, quizás sin ser plenamente conscientes de lo que han hecho, con la aprobación de la bicameralidad y la reelección, han dado un paso virtuoso para la mejora institucional de la democracia peruana. Y eso hay que aplaudirlo.

La del estribo: si hay una persona que merece mi admiración es Mario Vargas Llosa. Por su brillantez intelectual, su entereza moral, su impresionante capacidad de trabajo y sinfín de otras virtudes que sería larguísimo enumerar. Como lector de todos sus libros, solo queda lamentar que haya decidido renunciar, por razones atendibles, a la escritura de novelas, pero se despide con una pieza magistral, Le dedico mi silencio, donde, a propósito del vals criollo, nos da una lección de peruanidad. Hay que respetar esa decisión. Quiero recomendar dos reportajes. Uno es el último capítulo -se supone- de la serie Una vida en palabras, una conversación entre nuestro novelista y su hijo, Álvaro, donde hablan de la última novela. El otro es un viaje que realiza con sus tres hijos (Álvaro, Morgana y Gonzalo) a Puerto Eten, lugar clave para entender la vida del protagonista de la novela mencionada. Documentales imperdibles. Ambos en Youtube.

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Bicameralidad, Institucionalidad, Legitimidad, Reelección congresal

La inconstitucional inhabilitación de dos miembros de la Junta Nacional de Justicia (JNJ) por parte del Congreso peruano ha desatado una intensa ola de indignación y preocupación en la sociedad civil nacional e internacional. Esta acción, impulsada por una alianza tácita entre Fuerza Popular y Perú Libre y otros partidos, no solo representa un ataque frontal a la democracia peruana, sino que también pone en peligro la autonomía e independencia del sistema judicial y electoral.  

Es evidente que el objetivo de esta destitución inconstitucional es evitar que la JNJ investigue y sancione a fiscales y jueces corruptos, muchos de ellos con estrechos vínculos con el Congreso. La impunidad con la que operan estos personajes es una amenaza para el estado de derecho y para la confianza de la ciudadanía en las instituciones democráticas.

La figura de Patricia Benavides, fiscal de la Nación suspendida en sus funciones, se encuentra en el centro de este escándalo. La fiscal que la investiga ha presentado indicios razonables que la señalan como responsable de negociar impunidad a cambio de votos para desmantelar la JNJ e inhabilitar a Zoraida Ávalos por cinco años para el ejercicio de la función pública. Estos hechos son un claro ejemplo de la cooptación de decenas de congresistas por Benavides. 

La actitud prepotente y el desprecio por las normas democráticas que imperan en la mayoría de las bancadas del Congreso nos retrotraen a los oscuros días del fujimorismo. Ebrios de poder, los congresistas, en un flagrante caso de conflicto de intereses, se han arrogado el derecho de destituir a miembros de la JNJ sin siquiera considerar las graves consecuencias de su accionar.

La alianza entre Fuerza Popular y Perú Libre, dos fuerzas políticas que aparentan ser antagónicas, es un factor que agrava aún más la crisis política. Esta unión, motivada por la búsqueda desesperada de impunidad para sus líderes, Keiko Fujimori y Vladimir Cerrón, no solo representa un peligro real para la supervivencia de la democracia, sino que también revela la profunda crisis moral que atraviesa el país. La alianza entre ambos partidos transmite el mensaje que los intereses personales y de grupo están por encima del bienestar común, y que la ética y la transparencia no son valores importantes en la gestión pública y el quehacer político. 

La grave crisis política que vive nuestro país exige un esfuerzo conjunto sin precedentes de diversos sectores para defender la democracia, la justicia, los derechos humanos y el estado de derecho. Si no actuamos ahora, las consecuencias serán graves: el estado de derecho se debilitará aún más, con graves consecuencias para la seguridad y la estabilidad del país; la corrupción seguirá siendo un problema generalizado, impidiendo el desarrollo económico y social; la calidad de la democracia se deteriorará, poniendo en riesgo la libertad y el bienestar de todos los peruanos; y el riesgo de una deriva autoritaria se acrecentará, amenazando las bases mismas de nuestro sistema político.

No existe una solución mágica ni un único responsable, sino una responsabilidad compartida que nos interpela a todos. Es hora de hacer política, una política democrática que priorice el bien común por encima de los intereses particulares, que fomente el diálogo y el consenso entre todos los sectores sociales y fuerzas políticas. Los partidos políticos democráticos, especialmente sus líderes, tienen la responsabilidad histórica de estar a la altura de las circunstancias tan delicadas que enfrenta el país y actuar en consecuencia. No podemos permitir que la indiferencia o la resignación nos arrebaten la esperanza. Es tiempo de actuar con firmeza y determinación para construir un presente y un futuro mejor para el país.

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Democracia, dictadura congresal, Fuerza Popular, JNJ, Perú Libre

Los últimos tres meses han sido los más calurosos registrados y, con febrero, son nueve los récords mensuales consecutivos provocados, de acuerdo con el último boletín climático mensual publicado por el Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S).

Según los datos de C3S, la temperatura terrestre en febrero superó en 1,77 °C, el promedio de la era preindustrial. En un lapso de 12 meses, comprendido entre marzo del 2023 y febrero del 2024, hemos vivido el año más caluroso registrado, con temperaturas que sobrepasaron en 1,56 °C los valores de referencia históricos

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) atribuye estas temperaturas extremas tanto al fenómeno El Niño como a la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, impulsada por las actividades humanas con el uso de los combustibles fósiles.

Así, si bien se baten records mensuales de calor también batimos otros récords que son producto de nuestras malas decisiones: 

  • El 26 de noviembre de 2023 se registró un récord de pasajeros en los aeropuertos de Estados Unidos. En total, hubo 2,884,783 millones de viajeros en un día.
  • El consumo de carbón en el mundo alcanzó un récord en 2023, después de que se quemaran 8.530 millones de toneladas de este combustible fósil.

Ya no hay que tener cuidado con el cambio climático si no que está pasando. Perú es uno de los países más afectados por la crisis climática debido a nuestra diversidad de ecosistemas y que nos pueden llevan a tener una inseguridad alimentaria además de un estrés hídrico.

 Es tan urgente como una obligación que todos nos involucremos y tomemos medidas, desde el sector privado y público pero también desde la comunidad.

También, debemos acelerar nuestra capacidad de adaptación. Realizar procesos de ajuste al clima real o proyectado.  Por ejemplo, nuevas variedades vegetales que resistan las sequías y el calor.

Como verán, este no es un llamado a la desesperación si no a la acción.

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El pasado sábado 10 de marzo, el presidente chileno Gabriel Boric fue entrevistado por el Diario El País de España. Este diálogo encontró al joven mandatario en el mediodía de su gestión, luego de despertar enormes expectativas por representar el encumbramiento de una nueva generación de la izquierda latinoamericana. Sin embargo, la frustrada constitución, los conflictos sociales, el álgido debate político, y la cuestión de la inseguridad ciudadana, novísima en el vecino país, nos muestran a un mandatario más reflexivo y autocrítico, pero siempre optimista. 

1.Son cuatro las lecciones que Boric le deja a la región y, principalmente, a sus izquierdas. La primera tiene que ver con la vuelta a la tolerancia política, a la recuperación del diálogo y el talante democráticos. Se destaca su autocritica, enunciada en su discurso de homenaje pronunciado durante las exequias al trágicamente fallecido presidente Sebastián Piñera. Entonces dijo Boric que sus invectivas fueron más allá de lo razonable, al comparar al desaparecido mandatario con el dictador Augusto Pinochet. Admitió que  “comparar al presidente Piñera, con quien tuve muchas diferencias, con lo que fue la dictadura, banaliza lo que fue la dictadura”.

Esta autocrítica ofrece mucho en el plano metatextual. En el mundo, y en América Latina, ya no dialogamos, ya no intercambiamos posturas, no creemos en la quimera del bien común, ni nos guiamos por el sentido común democrático. La república democrática se ha convertido en un marco formal en la que se desenvuelven acciones, contenidos y formas autoritarias absolutamente aberrantes. Esto sucede tanto a la derecha como a la izquierda. 

2. Una segunda lección que nos deja Boric es el llamado a la moderación de la izquierda. Por ello considera imprescindible “para que avancen las ideas progresistas de justicia social e igualdad que la izquierda y la centroizquierda trabajen unidas”. El mandatario chileno ha cuestionado las agendas maximalistas de la izquierda radical, contrastándolas con lo posible y con la voluntad de la mayoría de los chilenos.

Para Boric, la aplastante derrota del proyecto constitucional de la izquierda en el referéndum del 4 de septiembre de 2022 convoca a hacer política sin fanatismos. Este llamado contiene otro aún más relevante. En Chile ya existe una derecha extrema plenamente constituida, liderada por José Antonio Kast, quien alcanzó la segunda vuelta en las últimas presidenciales. 

En tal sentido, el fenómeno de polarización política que es representado por Donald Trump a nivel mundial, por Jair Bolsonaro en Brasil,  Javier Milei en Argentina, entre otros, ha sembrado sus raíces también en Chile. Para Boric, la salida no es combatir el radicalismo con más radicalismo, sino recuperar la sustancia de la democracia y la deliberación, el concepto de representación plenamente identificado con las demandas del pueblo quien legitima dicha representación. 

3. Aunque Boric no descarta la justa batalla cultural de las mujeres y de las disidencias, encuentra que otra enseñanza legada por el rechazo a los recientes proyectos constitucionales -uno de la izquierda y el otro de la derecha- es la urgencia de atender las agendas económica, social y de la seguridad. Para Boric, la derrota del 4 de setiembre de 2022 ha motivado un impostergable cambio de prioridades, tanto como la exigencia de un reencuentro “con el sentido común del pueblo”. Por ello coloca su énfasis en la mejora material de la calidad de vida de los chilenos y en lograr que los servicios y prestaciones del Estado se sitúen mucho más al alcance de las grandes mayorías.

4. Una cuarta y última lección que nos deja Boric apunta a la condena de la izquierda a todo autoritarismo y violación de los derechos humanos vengan de donde vengan.  A diferencia de otros mandatarios progresistas de la región, el chileno ha condenado las dictaduras y violación de derechos humanos en Cuba, Nicaragua y Venezuela. También lo ha hecho para los casos de El Salvador, de la invasión rusa a Ucrania y de las abominaciones sionistas en Gaza. De lo que se trata, dice Boric, es de colocar los derechos humanos por encima de cualquier color político, lo mismo que la lucha contra la corrupción.

Sobre este último flagelo, el mandatario chileno respondió a la pregunta sobre el caso Convenios, que implicó en investigaciones a su cercano aliado Giorgio Jackson, quien fue separado de su cargo. Ha dicho Boric que las consideraciones de carácter personal deben dejarse de lado en estas circunstancias y que “el ejercicio de la presidencia siempre tiene una dimensión de soledad reflexiva”

 

¿Cuántas veces vimos en el Perú a activistas pseudo-democráticos de izquierda volcarse a favor de Hugo Chávez? Este controvertido viraje motivó algunas reflexiones en el libro Demócratas Precarios de Eduardo Dargent. En sus páginas evoca cómo sus compañeros de lucha contra el régimen fujimorista se convirtieron, súbitamente, en entusiastas defensores de la dictadura chavista. Sucedió lo mismo con políticos de izquierda investigados por corrupción y casi justificados por sus adherentes, como si la corrupción fuese punible solo al provenir del contrincante y en el bando contrario sucede exactamente lo mismo. 

Me quedo con la siguiente idea: tras dos durísimos años al frente del Estado chileno, Gabriel Boric ha constatado que sólo los contenidos y las formas deliberativas de la democracia pueden garantizar una ruta transitable hacia consensos sociales, políticos y económicos imprescindibles para alcanzar el desarrollo y garantizar el bienestar. Adoptar posturas deliberativas y democráticas desde la izquierda podría no obtener una reacción análoga desde la extrema derecha. En cambio, podría aislarla y dejarla sola gritando, descalificando y denostando.

Por ello, para izquierdas y derechas democráticas que comparten la vocación del bien común, recuperar las formas del republicanismo, actualizadas a las exigencias del siglo XXI, podría sustanciar la arena política y dirigir la deliberación hacia un cambio de paradigma: uno más constructivo y alejado del esencialismo y la radicalidad. 

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