La pérdida de centralidad tiene uno de sus antecedentes en la transformación del pensamiento y práctica política de los partidos y sus representantes. Bien valdría la pena analizar en detalle, por ejemplo, el derrotero de Perú Libre y de Juntos por el Perú, que se reclaman de izquierda; y de Renovación Popular, identificada con la derecha. Ese cambio, se expresaría en la autonomización de sus representantes, es decir, en ellos primarían sus intereses particulares y, por lo tanto, actúan en correspondencia con los mismos; y en la desafección política de la ciudadanía.
Antes, los partidos políticos agregaban intereses, demandas, de sectores sociales distintos como resultado de su trabajo político, las convertían en ideas y proyectos y convocaban adhesiones. Y, por lo tanto, esos sectores se sentían así representados. Ahora, ¿cuántos partidos políticos lo hacen? Es difícil saberlo, pero como bien anotaba Juan Carlos Tafur, quien lo viene haciendo de manera sistemática es Antauro Humala. Sin trabajo político no es posible agregar intereses y, por lo tanto, se multiplican los reclamos y se diluye la acción e impacto de aquellos sectores movilizados en pro de su bienestar.
Recuperar la centralidad de lo política es un desafío que nos convoca a todos los ciudadanos. Hacerla desde la sociedad civil o desde los partidos polìticos. De lo contrario, la mesa estará servida para todos aquellos que aspiran a ocupar cargos de elección popular no para servir a la ciudadanía sino para servirse de los mismos en consonancia con sus intereses particulares.