Opinión

La Coordinadora Republica y allegados, o Erasmo Wong y sus mítines no pueden ser ni la única ni la principal barrera de contención contra la eventualidad de un arresto radical y autoritario del gobierno de Pedro Castillo.

Se necesita una gran movilización nacional, que incluya no solo a la derecha sino también, en principal medida, al centro político del país. Se requiere, además, de la presencia de organizaciones sociales o gremiales, sobrando decir que el trabajo político destinado a brindarle legitimidad a la causa democrática debe pasar por un trabajo intenso en todas las zonas altoandinas donde Castillo arrasó en la segunda vuelta.

Ya el partido Morado ha anunciado que no le dará la confianza al gabinete Bellido. Ya la Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa ha dicho que se movilizará si Castillo no rectifica la designación de su Premier. Ya el poderoso Sutep ha advertido del intento oficialista de quebrar el magisterio dándole rápido reconocimiento legal al segmento radical apadrinado por un ministro de Trabajo que ha sido vinculado al Movadef.

No puede arredrar a los activistas de esta causa la votación en las regiones andinas pro Castillo. En Ayacucho, donde Castillo obtuvo más del 82% de los votos válidos en la segunda vuelta, en verdad, si se toma en cuenta los electores hábiles totales, el excandidato de Perú Libre logró convencer al 56.37% del electorado ayacuchano. En Cotabamba, el distrito del que proviene el Presidente, éste obtuvo el 95.21% de los votos válidos en segunda vuelta, pero si se considera a todos los electores hábiles, es decir a la ciudadanía plena del lugar, en verdad alcanzó a seducir al 58.72% de la población local.

Hay, pues, posibilidad y necesidad de convocar a la mayor cantidad de actores políticos y sociales, de Lima y el resto de regiones del Perú, para asentar una base de legitimidad a los pasos políticos que corresponderá dar si Castillo insiste en el despropósito de este gabinete radical.

Desde una eventual interpelación al Premier, hasta el uso extremo de la vacancia como munición defensiva si el Ejecutivo quiere disolver el Congreso e imponer de facto una Asamblea Constituyente, pasando por la negatoria de la confianza al gabinete Bellido en el Parlamento, las fuerzas de contención de un proyecto que pinta como radical y autoritario van a precisar de apoyo social y no solo partidario o congresal, en un esfuerzo donde todas las voces suman y ninguna resta.

 

EL PODCAST DIARIO DE OPINIÓN DE JUAN CARLOS TAFUR.

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Erasmo Wong, Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa, Partido morado

Este fin de semana que pasó tuve el gusto de presentar el libro que lleva el título de mi columna de hoy, del joven historiador piurano Aleixis Paiba en la Feria del libro de Miraflores. Importante texto en la que se compilan 7 ensayos que van desde la conquista, pasando por el virreinato peruano y sus vicisitudes, un análisis de la ciudad de Lima en el siglo XIX, Pumacahua, la guerra con Chile, el fujimorismo y sus consecuencias en los años noventa hasta la crisis de los partidos políticos que actualmente vivimos.

Como sostuve en la presentación, el texto engloba tres temas importantes. Sobre el título, como sostiene Karl Popper en “La lógica de las Ciencias Sociales”, todo investigador -por su naturaleza- alberga diversas motivaciones y valoraciones, pero es a través de los hechos o evidencias que nos aproximamos a la verdad u objetividad. Así podemos entender lo que nos plantea Aleixis Paiba en sus ensayos. Aproximaciones que pasan por análisis detallados de investigaciones previas alrededor del tema que trata. Los analiza, plantea dudas o complementaciones y concluye bajo la interpretación que les otorga.

Lo segundo es tratar de entender -desde el pasado- el concepto de peruanidad. El historiador Jorge Basadre -dada su experiencia de la ocupación chilena en Tacna-, cuando vivo, trató de construir una doctrina sobre el Perú, allí tenemos sus mayores legados: “Perú, problema y posibilidad” y “La promesa de la vida peruana” en la que nos describe notablemente el gran reto que tenemos -hasta el día de hoy- como es la consolidación de la idea una república de ciudadanos.

Consolidación que pasa por tratar de construir instituciones políticas, idea de nación, espacio público y diálogo constante. El país -de acuerdo a los 5 primeros ensayos del joven historiador piurano- plantea estas ideas. Adscribe en ella una ética que todo investigador social debe proponerse. Para poner un ejemplo: sobre el tema de la conquista, a contracorriente del sentido común difundido en las escuelas, los españoles al llegar al Perú no ganan por el tema del uso de caballos y armas de fuego, sino porque estos advirtieron que el imperio incaico se encontraba en un severo conflicto entre los liderazgos de Huáscar y Atahualpa y las etnias que otorgan lealtades a uno y otro. Pizarro y sus huestes aprovecharon esa situación y -a través de alianzas con los chachapoyas y huancas y otras etnias- pudieron derrotar a Atahualpa que se encontraba sitiado moral, política y militarmente. Paiba al explicar ello nos propone la composición del país y sus regiones y cómo hay que entenderlas hasta el día de hoy.

Finalmente, otro tema a resaltar del libro es el de testigo de época. A través de los dos últimos ensayos sobre el fujimorismo y la crisis de los partidos nos advierte las consecuencias sociales y políticas que se generó -desde los noventa- la cultura antipartidos y la proliferación de los llamados movimientos independientes. Los analiza, agrega su voz disonante y plantea algunas ideas sugerentes para poder plantear reformas necesarias a nuestra cultura política y sistema de partidos.

Un libro que nos invita a pensar en el Perú a sus doscientos años de independencia.

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Aleixis Paiba, Jorge Basadre, Karl Popper

Tres líderes de opinión han planteado sin ningún pudor en los últimos tres días la evaluación positiva que hacen a una probable vacancia del presidente Castillo. Cada uno en su columna o mediante entrevista. Juan Carlos Tafur, Rosa María Palacios y Alberto Vergara consideran que en sólo un par de días ya se vio lo suficiente de Castillo y por lo tanto procede la vacancia. Sin más.

¿El origen de esta sentencia? Se señala que es la nominación del gabinete Bellido, o más claramente, de Guido Bellido como premier. Su ambigüedad frente a algo tan sensible como Sendero Luminoso lo convierten en la justificación de una potencial vacancia. Aunque en realidad los principales argumentos que se plantean por los tres -y por varios más- influencers es que se trataría dela constatación del poder de Cerrón sobre el presidente Castillo. Esa comprobación colocaría a Castillo en una posición muy débil como presidente, optando por una estrategia de incendio que nos llevará rápidamente a hacerse del control del Congreso y por lo tanto se hace necesario vacarlo ya.

¿Es así? Pues desde este espacio tenemos muchos reparos con la ligereza con la que se plantea esta solución y trataremos de explicarlos. No para situarnos en la maniquea posición de oficialismo – oposición, sino porque creemos que este tipo de recursos solo traen más inestabilidad para el país. Que ya la traemos complicada.

Disclaimer: el autor no está feliz con el gabinete. Creo que es muy malo, salvo 5 excepciones: Francke, Durand, Cadillo, Torres y Carrasco; el resto no parecen tener las credenciales de competencia necesarias. Por el contrario, se tienen ministros en claro conflicto de interés en el MTC y el MINAM y con cuestionamientos muy importantes en Trabajo. Peor gabinete, difícil. Pero a la vez considero que hay caminos políticos que se tienen que activar y no pasar a la vacancia de esta manera.

“Cerrón busca acelerar su disolución agudizando las contradicciones. Ilusamente cree que en unas nuevas elecciones tendría mayoría absoluta en el Parlamento y ese absurdo lo comparte Castillo” señala enérgica Palacios en su columna semanal en La República. No es un argumento desconocido, es en realidad compartido por varios que en muy poco tiempo ya conocieron, ya entendieron todo y comprenden cuál es el curso inexorable de las cosas. Tal vez por eso Willax incorpora cada vez más el análisis político de connotados videntes nacionales. Total, es lo mismo.

Sin embargo, todo proceso siempre ofrece más variantes y alternativas y el análisis se queda plano si recurrimos en exclusiva al “créeme, así es”. ¿Que Cerrón trata de influir en el presidente del Perú? ¿Que busca llevar las riendas él? Pues la respuesta, a la luz de los hechos, parece ser obvia: sí. Pero no estaríamos discutiendo esto en casi ningún otro lugar del mundo, donde el presidente del partido oficialista quiere tener un peso propio e influencia en las decisiones de gobierno.

El problema, se especula, es que Cerrón no quiere quedarse en la política formal, quiere trazar un plan de acaparamiento del poder y lo empezó a ejecutar el 28 de julio, por lo que hay que vacarlo la primera semana de agosto. Vacancia porque ya sé qué pasará. Mejor cortar por lo sano. Un poco difícil de creer.

“A mí por lo menos me pareció que hay algunas pistas mentales que te llevan hacia un tipo de gobierno no democrático” considera Vergara en la buena entrevista que le hace Enrique Patriau en La República. Pistas mentales que se desarrollaron en dos días de gobierno y que nos auguran un futuro autoritario o -al menos- nada democrático.

Parece ser que lo que estamos haciendo en el fondo es no darnos cuenta de quién es el presidente, qué representa y hacia dónde va a legislar. Si se sale del marco legal, habrá que actuar en consecuencia. Pero si ejecuta acciones que le están permitidas, ¿por qué creer que tenemos el poder de borrarlo, hacer como que no existió y empezar de nuevo todo? Difícil respuesta, pero eso está claro en el planteamiento de Tafur en Sudaca Perú. “Si el Presidente, en abierto desacato del mandato popular y de la realidad política, cree que puede hacer y deshacer desde su cargo, pues tendrá que recibir el golpe político que se merece”. ¿Cuál es el desacato? ¿Quién puede interpretar el mandato popular? ¿qué se merece por ejercer la presidencia aunque no nos parezca? Difíciles respuestas como dijimos.

La vacancia presidencial no es un mecanismo cualquiera. Es, o debe ser, una activación de emergencia, cuando realmente no hay otro camino. No se puede tomar como parte de un chantaje político desde el Congreso hacia el Ejecutivo, generando una permanente navaja sobre el cuello del presidente. No tenemos memoria parece para recordar lo que eso le hace al país. Azuzar la vacancia es azuzar un golpe de Estado, solo que esta vez se considera que es válido. No creemos que lo sea. Consideramos que está, en la práctica, censurando la potestad de gobernar de un presidente, porque no nos gusta cómo lo hace. ¿Se ha hecho algo ilegal que amerite una vacancia? No. ¿Hay irregularidades y sorpresas desagradables en los nombramientos que pueden llevar a cuestionar la idoneidad de determinados ministros? Por montones. Pero eso no lleva a deshacernos del presidente.

Porque eso parece ser lo que realmente activa todo este mensaje. La necesidad de buscar el recurso para sacar del principal cargo del país a Castillo parece que se ha activado y no solo desde la derecha más recalcitrante. Sino más bien desde la centro derecha. O desde el análisis más superficial. No queremos dejar que Castillo ofrezca un estilo de gobierno y ya lo queremos vacar.

Estas ideas nos van a llevar a un nivel de conflicto inmanejable. Frente a eso, ahí sí, solo se lograrán activar las respuestas más autoritarias y violentas. Pero parece que eso no es tan importante como que Castillo no siga en el cargo.

Insistimos, creemos que el gabinete es muy malo y han puesto a cargo de distintos ministerios a gente con fundadas sospechas de falta de idoneidad. Como si fuera además el primer gobierno que lo hace. Pero de allí a la vacancia hay un trecho bien grande, tan grande como la palabra democracia. Cuidado con eso.

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Pedro Castillo, Vacancia, Vladimir Cerrón

Un rol decisivo en esta crisis de régimen a la que nos ha conducido el presidente Castillo, lo tendrá que jugar el centro parlamentario. El Premier Bellido es inaceptable, debe negársele la confianza, y si el Ejecutivo lo que busca es confrontar con el Legislativo para provocar su disolución, pues a la negatoria de confianza debe sumarse ya la munición de la vacancia.

Ya la derecha se ha pronunciado en ese sentido. Los morados ya anticiparon que no le darán la confianza al gabinete nombrado. Corresponde a Acción Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú y Podemos sumarse a este frente cívico democrático e impedir los despropósitos de Castillo y de Vladimir Cerrón.

El centro no puede permitir que el monopolio de la firmeza y la energía opositora lo capitalice la derecha. Ser de centro no significa ser aguachento, indefinido o malaguoso. Es hora de zanjar con las inconductas políticas y morales de un gobernante que ha demostrado ser incapaz de encaramarse en el cargo y empoderarse, y que ha decidido pervertir su mandato subordinándolo a una agenda radical y desestabilizadora.

Es momento de que los 87 u 88 votos que estas agrupaciones suman (¿el congresista Valer seguirá en plan de albacea de Perú Libre o habrá recapacitado ante el desmadre?) se hagan sentir.

Las calles, las organizaciones sociales, las autoridades locales, los partidos políticos y la opinión pública en general se han manifestado en contra de la decisión presidencial de nombrar un gabinete de tamaña incompetencia y de un signo ideológico por el que las mayorías no votaron. El centro no puede hacerse de oídos sordos frente a ello.

Es más, ante la eventualidad de un recorte del mandato fallido de Castillo, es probable que la opinión pública esta vez recapacite, no vote por los extremos y se incline por opciones más moderadas, dado el rápido descrédito de la izquierda y el papelón que hizo la extrema derecha después de la segunda vuelta alegando un fraude inexistente. Eso no ocurrirá si el centro defecciona.

Lo peor que le podría pasar al país en estos momentos es que la angurria menuda guíe los pasos de nuestra clase política en el Parlamento y el temor a una confrontación que podría llegar a costarle su permanencia, si pierde la batalla, los inhiba de actuar con la energía y sensatez que las circunstancias críticas por las que pasa el país demandan.

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Partido morado, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

Con nuevos aires y algunas sorpresas en el gabinete Bellido ingresa el abogado y escritor Ciro Gálvez para encabezar el Ministerio de Cultura, que pasará pronto a llamarse “Ministerio de las Culturas”. Las propuestas de la campaña por la inclusión de todas las regiones y provincias y así ayudar a cada ciudadano de nuestras tierras y llegar a cada rincón de nuestra población resultan coherentes con este nombramiento.  

 

Uno quisiera ver resultados y que empiece de una vez la representación de autores y productores culturales de todos lados para que sus nombres, estilos e historias sean reconocidos nacional e internacionalmente. Pero este proceso de democratización seguramente llevará algún tiempo. El Ministerio de Cultura, creado en 2009, ha sido un terreno muy controvertido por escándalos como el de Richard Swing y la repetitiva preferencia por autores y personajes de los círculos capitalinos que reciben becas, subvenciones, premios e invitaciones a eventos de manera visible.

 

Por eso es importante que haya también ciertos filtros para que autores de todo nuestro país puedan ir a representarnos en ferias del libro como la de Guadalajara, cuya lista de sesenta invitados contiene nombres de escritores y periodistas que ya han sido privilegiados en ferias anteriores y por lo tanto les quitan espacio y visibilidad a muchos creadores desconocidos de provincias. Entre los favorecidos se trata mayoritariamente de autores que provienen de las canteras de determinadas universidades limeñas y por lo tanto constituyen una élite cultural que suele identificarse con posiciones políticas que simpatizan con una izquierda moderada (léase “caviar”) en desmedro de escritores de otras opciones políticas o provenientes de provincias en mayor proporción.

 

Sería interesante saber cuál es el criterio que se utiliza para invitar o seleccionar a cada autor para que represente a nuestro diverso país. Así como el gabinete Bellido contiene un 70% de ministros de regiones del interior (hecho inédito en nuestra historia republicana), sería muy interesante que se preste más atención a los creadores que provienen de sectores tradicionalmente marginados, como los que producen sus obras en nuestras 48 lenguas originarias. En la lista de Guadalajara hay poquísimos quechuahablantes y los autores de lenguas amazónicas brillan por su ausencia. Los que abundan son intelectuales hispanohablantes entrenados dentro de la tradición europoide de nuestra literatura y por lo tanto continuadores de la colonialidad del poder literario.

 

Se trata, pues, de descolonizar el Ministerio de Cultura. Por eso me parece muy acertada la propuesta del presidente Pedro Castillo de cambiarle el nombre a ese Ministerio y que sea “de las Culturas”, pues hay muchas que rescatar fuera del ámbito limeño, clasemediero y blancoide.

 

Asimismo, la propuesta de convertir el Palacio de Pizarro en un museo (aún no sabemos de qué tipo) en manos del nuevo Ministerio de las Culturas representa un gesto de rechazo a la tradicional imagen “prestigiosa” de la herencia colonial.

 

Son cambios importantes los que se avecinan bajo la conducción de Ciro Gálvez. Esperemos que logre una verdadera democratización de esa importante cartera.

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Ciro Gálvez, Ministerio de Cultura

Para los detractores del Presidente Pedro Castillo, el gabinete Bellido es una profecía autocumplida: el cuco comunista está en Palacio de Gobierno. En cambio, para los que se mantuvieron en la abstención o apoyaron al Pedro Castillo moderado de la campaña para la segunda vuelta, el sueño parece convertirse en pesadilla y el peor escenario, en el que Vladimir Cerrón es el que manda en Perú Libre y en Palacio, ha comenzado a cobrar una inusitada realidad. Lo cierto es que, incluso desde el análisis más conservador, Vladimir Cerrón le ha ganado por lejos la puesta de mano a los aliados que Pedro Castillo fue recogiendo en el camino en la conformación del primer gabinete ministerial. A ese nivel, la inclusión a última hora de Aníbal Torres, y, principalmente, la de Pedro Francke al Consejo de Ministros, más pareciera un paliativo que para nada modifica la desazón generalizada instalada en la opinión pública.

Este Gabinete es de Cerrón, eso es lo único que hoy nadie discute en el Perú. Sin embargo, sí hay un tema que hoy divide a tirios de troyanos. Los más críticos del Presidente Castillo señalan que él y Cerrón son consustanciales, que parten de la misma esencia y que en nada se diferencian; los menos severos, en cambio, piensan que Cerrón ha logrado imponer condiciones porque controla al menos a la mitad de los congresistas de Perú Libre y en la correlación de fuerzas congresal, el flamante Jefe de Estado los necesita para evitar una vacancia que la extrema derecha populista viene cocinando contra él incluso antes de que el JNE lo proclame vencedor de las justas del 6 de junio.

Este, en todo caso, sería un pésimo cálculo político, si observamos que el centro está aterrado, como lo demuestra el pronunciamiento del Partido Morado llamando a no votar por la investidura del nuevo Gabinete y que Somos Perú podría seguir el mismo camino. Al contrario, más parece ser lo que pierde Castillo en el Congreso, con un Premier conocido por sus posturas homófobas y que enfrenta, además, una denuncia por apología al terrorismo.

Escenarios hay para todos los gustos, tantos como especulaciones, desde la no investidura del gabinete Bellido, la vacancia express del Presidente Castillo, el enfrentamiento en las calles y hasta el golpe militar. Lo cierto es que el día de la presentación de Bellido ante el Congreso, y los días siguientes, podría estarse jugando la suerte del primer gobierno de izquierda en la historia del Perú y que sería lamentable echar a perder tan pronto por el radicalismo irracional de unos cuantos.

Si como todo parece indicar, ese día el Congreso no vota la investidura del gabinete Bellido, y el Presidente Castillo se ve obligado a formar uno nuevo, se le presentará al maestro de Tacabamba una oportunidad de oro para separar sus destinos de Vladimir Cerrón y eventualmente de los de Perú Libre, si no se le dejase más alternativa. Es evidente que una maniobra así de audaz tendrá un costo político e implicará correr varios riesgos, pero con todo, no será peor que el de convocar un segundo gabinete donde, una vez más, el líder del partido gobiernista imponga condiciones. En esta última opción, en cambio, se habrán quebrado, temprano y definitivamente, las posibilidades más básicas de diálogo y concertación, y caeríamos abruptamente en el territorio de la ingobernabilidad.

Señor Presidente: la mayoría de los peruanos que lo apoyó en segunda vuelta lo hizo, en primer lugar, en rechazo de todo lo que representa la idea de que otro Fujimori fuese inquilino de Palacio de Gobierno, acerca de ello nos sobran las razones; por ello mismo, esperamos que imperen en Ud. la sensatez y el sentido común. El Perú no se merece, tampoco, las tinieblas del radicalismo.

P.S. Nos parece saludable el reciente pronunciamiento del Primer Ministro Guido Bellido rechazando toda forma de terrorismo y de discriminación sexual, que hemos conocido luego de escribir estas líneas. Esperamos que haga mucho más al respecto pues cuenta con poco tiempo para convencer a los peruanos y a la mayoría parlamentaria, que le es adversa, de su idoneidad para el cargo que ocupa ¿será?

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Guido bellido, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

Si bien mi memoria es frágil, recuerdo el momento cuando le dije a mi madre que quería estudiar cine. Su reacción fue como un “Plop” de Condorito, a pesar de que fuese ella la culpable de mi, quizás, inesperada decisión. Las primeras películas que vi, aún en la época del VHS, fueron elegidas por ella: El Mago de Oz, Mary Poppins, El Ciudadano Kane, Casablanca. Más adelante, cuando las visitas al Blockbuster, franquicia estadounidense de videoclubes, se convirtieron en algo parecido a ir a un parque de diversiones, empezamos a elegir con mi hermana películas más “fáciles”, más ingenuas, y si ahora lo analizo, más cómicas. Recuerdo títulos como “Beethoven”, “Mi pobre Angelito”, “Ricky Ricón”, “Flubber” o “Daniel el Travieso”, todas películas de los 90, año en que nací.

Finalmente, a pesar de mi promedio alto en matemática, mi deseo por “entretener” a la gente vencía mi ponderado, y mi madre me dio la increíble oportunidad de la que por momentos me arrepiento y por otros no encuentro la salida a que mi vida funcione de otra manera: dedicarme al cine. Había conseguido aplausos en las noches de talento de mi colegio, había llevado cursos de teatro, baile y de fotografía, ya había visto películas como “La Vida es Bella” y “Forrest Gump”, había quedado en tercer puesto en un concurso de cortometrajes ambientales para colegios en el instituto “Toulouse Lautrec” y ya me sentía Tarantino. Había visto algunas películas de Darín que me convencieron de que quería irme a Argentina a estudiar. Me preguntaban qué me llamaba la atención del cine argentino y yo respondía: su humor negro. Sinceramente, no tenía idea de qué significaba el humor, pero yo era una persona impredecible, unos días seria, otros con una sonrisa imborrable, algo parecido al personaje de Anne Hathaway en “Modern Love”, mini serie que pueden ver por Amazon Prime. Si analizo hoy el por qué de mi respuesta, quizás fue porque sentía que “la comedia” era un género menos profesional que “el drama”, y que decir “humor negro” sonaba a hacer cine como Woody Allen, sonaba a los objetivos que me había propuesto como “cineasta”, ser esa persona intelectual, seria y vestida de negro, mi lado bohemio. Leyendo algunos apuntes de la universidad me encontré con esto que en alguna clase tomé nota: “El humor aparece cuando algo en nuestro entorno o en nosotros mismos, se nos presenta de otra forma inesperada, deformada o de manera absurda”. Pero yo no encontraba la vida absurda, era muy testaruda como para encontrar belleza cinematográfica en una escena absurda.

Estudiando, descubrí el espectro de géneros cinematográficos que ofrece la industria, los que hoy se mezclan en las películas pero aún así tienen características muy específicas. Yo decidí que quería trabajar en aquel que surge desde hace cientos de años en Grecia, más conocido como el Drama. El cine lleno de choques de automóviles, golpes de tartas y de situaciones insólitas, me parecía un cine que no era inteligente y que por qué invertiría una licenciatura en estudiar una caída torpe y en crear un vestuario más o menos ridículo.

Pero así como las películas de hoy no se parecen a las del pasado, yo tampoco me parezco a la Tarantina, ni a la Almódovar, ni a la Godard, ni mucho menos a la Spielberg, directores que intenté parecerme en mi paso por la universidad. El crear un personaje torpe y aniñado no te hace menos inteligente, como solía pensar. El drama es la personificación de mi vida como directora que sueña con que la cámara mueva sentimientos y países enteros en una película que logre recordarse y no guardarse. Pero expresarme también puede tener matices que no solo configuren mis emociones complicadas, también puedo hablar a partir de personajes de la comedia que no son misteriosos de comprender. Ellos tienen algo que me llama mucho la atención hoy por hoy que se llama versatilidad. Y es que reaccionan de una forma original ante los sucesos, diferente a los personajes en el drama que reaccionan de formas complejas, como nosotros en nuestra vida. En la comedia, el espectador comprende con facilidad las motivaciones y objetivos de los personajes que son más excéntricos, más anormales, más de “otra realidad”. No obstante, no olvidemos que como estamos viajando a través del mundo de la comedia, son personajes verosímiles dentro de su planeta, los entendemos inconscientemente y no esperamos que sean realistas. Este es un ejemplo de que el género predispone al espectador.

Pero si nos vamos por un momento al humor clásico del cine de Hollywod, este también se construye a partir de sucesos que intentan que el espectador relacione con la vida real; un ejemplo es la película “To be or not to be” de Ernst Lubitsch (1942), en la que el humor se basa en la ridiculización del régimen nazista. Otro caso es el de “Dr.Stangelove Or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb”, en la que el personaje del Dr Strangelove hace movimientos involuntarios que se parecen al saludo militar nazi, y, además, se dirige  todo el tiempo al presidente de Estados Unidos como “Mein Führer”. Una película que marcó también mi adolescencia fue “Singin´in the Rain” de Gene Kelly y Stanley Donen (1952), que retrata el paso del cine mudo al sonoro y utiliza este pasaje como trama, como un suceso conflictivo, y es aquí donde la mayoría de sus situaciones humorísticas cobran sentido. Otros elementos que encontramos en las comedias clásicas son la suerte, la casualidad que “evita” el peligro, las coincidencias. El sexo ridiculizado es más una característica de las comedias actuales porque antes solo se hacía referencia a este de forma muy regularizada y disimulada por el “Código Hays”, como es el caso de “Some like it hot”, “The lady Eve” o “What´s new pussycat?”.

Suelo considerar que lo que nos vuelve humanos son nuestras emociones, y aquí les recomiendo un gran libro llamado “The emocional craft of Fiction”. En parte me interesa la psicología y ojalá existieran más vidas para estudiar muchas carreras, pero por ahora me limito a contar historias, y siempre que pueda involucrar otras artes, estaré muy agradecida. Dicho esto, si el drama es considerado como el cine de las emociones, donde por lo general los temas principales son basados en conflictos de índole emocional e inclusive de superación personal, entonces las películas se clasifican en base a los elementos comunes que estas abarcan, es decir, conforme a sus aspectos formales: ritmo, estilo, tono y, muy importante, el sentimiento que se propongan provocar en el espectador.

Creo que en parte, mi decisión de adolescente por el drama también tenía que ver con mi negación a sentir vergüenza, a mi timidez, a la crítica de los demás, al temor de hacer el ridículo. Y es que estudiar cine significa entregar tus historias al sentido que elijas para la vida.

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Drama, Ricardo Darín, Tarantino

Bienvenida la designación de Pedro Francke como titular de Economía y Finanzas. Le otorga una perspectiva de moderación al programa económico que, sin duda, tranquilizará a los mercados y permitirá confiar en que el gobierno transite una ruta de sensatez por lo menos en el corto plazo.

Pero lamentablemente para el gobierno, la presencia de Francke, o de Aníbal Torres, o de Juan Cadillo o de Juan Carrasco por mencionar algunos que sí pasan la valla, no es suficiente para darle la confianza a un gabinete presidido y conformado por sinfín de personajes inaceptables en el manejo de la cosa pública o -en el caso de Bellido- inadmisibles en cualquier gobierno de talante democrático.

Castillo no puede pretender que el país y el Congreso le acepten un gobierno moderado en lo económico, temporalmente, pero imbuido de una lógica política radical, preparada para el choque con el Congreso y la provocación de la disolución del Legislativo. Eso es inaceptable.

Bellido ni siquiera debiera formar parte del Congreso, mucho menos ser la segunda autoridad política del país. Ambiguo -por ser generoso con las palabras- con el terrorismo senderista, admirador del castrismo y del leninismo, involucrado en el caso Los Dinámicos del Centro, de pasado cuestionable, misógino y homofóbico (¿será por eso el respaldo del almirante Montoya?), no califica para ser Presidente del Consejo de Ministros.

El país votó por el Plan Bicentenario, no por el ideario de Perú Libre. Y si Castillo, envanecido a las pocas horas de sentir los masajes del poder, cree que puede hacer tabla rasa del orden democrático para lograr sus propósitos de una refundación constitucional, pues deberá encontrar férrea resistencia en la clase política, en el pueblo organizado (que ya se empezó a manifestar) y en el poder parlamentario.

El Congreso no le debe dar la confianza a Bellido. ¿Se gasta una bala de plata? Bueno, está para usarse, no para tenerla colgada de adorno en la pared. Que Castillo se vea obligado a recomponer su gabinete con gente calificada, que mantenga a los buenos y deseche a la sarta de impresentables que ha arrejuntado en su primer gabinete.

Y si el Congreso -ya lo hemos dicho- aprecia que todo se trata de una jugarreta política del Ejecutivo para arrinconar al Legislativo y disolverlo, pues deberá proceder defensivamente con la vacancia del señor Castillo por incapacidad política y moral. No es hora de tibiezas ni complacencias. El futuro democrático del país está en juego por culpa de la improvisación o necedad del Presidente Castillo, que no ha sabido leer el texto político que contiene el voto que le otorgó su mandato.

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Guido bellido, Pedro Castillo, Pedro Francke

No es un recurso sensacionalista señalar que la vida del ex sodálite arequipeño Martín López de Romaña está plagada de exageraciones, no inventadas sino reales. Pues no puede ser de otra manera para quien ha vivido más de una década en el seno del Sodalicio de Vida Cristiana, la secta católica fundada y liderada por Luis Fernando Figari.

López de Romaña relata su experiencia en un potente libro de reciente aparición: “La jaula invisible” (Penguin Random House, Lima 2021). Al principio se advierte al lector que «Todos los hechos narrados son reales».

El libro, que tiene como acápite “Mi vida en el Sodalicio: Un testimonio”, no sólo es una radiografía minuciosa de la institución, sino a la vez el retrato más vívido y detallado de Luis Fernando Figari que jamás se haya publicado, dado que el autor convivió varios años con él en la ahora inexistente comunidad de San José en Santa Clara (Ate-Vitarte, Lima) y perteneció a su círculo más cercano.

Con un estilo literario cautivador, López de Romaña nos relata cómo fue seducido desde los 12 años de edad por los sodálites, que habían fundado una comunidad en Arequipa, los cuales le hicieron sentir valioso después de que como adolescente hubiera experimentado varios fracasos escolares. El único éxito escolar que disfrutaría fue ganar el primer puesto de cuento en los juegos florales del Colegio San José, para sorpresa de varios profesores y alumnos, recibiendo como premio un ejemplar de la novela “La vida exagerada de Martín Romaña” de Alfredo Bryce Echenique. Pero fueron los sodálites quienes le elevaron la autoestima, haciéndole sentir muy especial. Según cuenta, Figari lo consideraba un “esper”, es decir, un individuo supradotado con habilidades paranormales. Lo que entonces no sabía el joven adolescente era que estaba siendo objeto de una táctica utilizada por las sectas para captar adeptos: llenar de elogios al candidato.

Lo que encontramos a continuación es una descripción de las estrategias proselitistas aplicadas en el Sodalicio para reclutar nuevos miembros. Con métodos intrusivos y lesivos de la privacidad, que paulatinamente iban generando una sustitución de la personalidad del sujeto por otra personalidad impuesta, manipulable, dispuesta a obedecer hasta las últimas consecuencias, el individuo era preparado para unirse al Sodalicio apenas alcanzara la mayoría de edad. Todo este proceso se llevaba a cabo sin conocimiento de los progenitores, más aún, con la indicación expresa de no contarles nada al respecto. En el fondo no era otra cosa que una especie de control mental o lavado de cerebro, por el cual también uno mismo terminaba generando sentimientos de culpa ante cualquier duda respecto al líder, la doctrina o el sistema institucional. Y al igual que en la novela “1984” de George Orwell el personaje de Winston Smith termina amando al Gran Hermano, a pesar de todos los maltratos y vejaciones, de manera similar López de Romaña terminará en un momento amando a Figari y poniendo su vida entera al servicio de sus caprichos y deseos.

Muy interesante es el relato de su paso por varias comunidades sodálites, entre ellas las ubicadas en San Bartolo y la comunidad de San José donde vivía el fundador. El día a día —las exigencias a veces inhumanas, la presión constante, la sustracción de sueño, la falta de libertad, la anulación de la vida privada— es narrado con una sinceridad brutal que a ojos extraños puede parecer insólita y poco creíble. No para mí, que viví en comunidades sodálites entre 1981 y 1993, y pasé por experiencias semejantes a las que López de Romaña tuvo entre 1994 y 2008. Y aunque haya quienes me hayan asegurado que para entonces ya se habían iniciado cambios en el Sodalicio, lo que describe el ex sodálite arequipeño indica que siguió funcionando como una secta destructiva.

Varios de los personajes que describe minuciosamente López de Romaña también jugaron un rol en mi historia personal, comenzando por Figari, aunque yo nunca pertenecí a su círculo íntimo. Los retratos escritos de Germán Doig, Jeffery Daniels, Jaime Baertl, Alejandro Bermúdez, Alessandro Moroni, entre otros, y de quienes son designados con los sinónimos de Manuel Alcázar y Julio Goyeneche son exactos y corresponden a la realidad.

Si bien López de Romaña nunca llegó a sufrir abusos sexuales con contacto genital en el Sodalicio, sí hubo por parte de Jeffery Daniels primero y después del mismo Luis Fernando Figari tanteos en la linea de lo sexual a través de caricias corporales incómodas, solicitudes de desnudarse o preguntas íntimas sobre su vida sexual. Como el depredador que está acechando a su presa, esperando el momento en que muestre un signo de debilidad para morderla en la yugular. Lo cual, en su caso, nunca llegó a ocurrir.

Lo más sustancioso del libro está en el relato de los continuos maltratos que han tenido que padecer los miembros de las comunidades sodálites, con el fin de doblegar sus voluntades y someter sus mentes. Las humillaciones que varios hemos sufrido en el Sodalicio han sido espectaculares, y López de Romaña cuenta varias de ellas. Aquí un ejemplo de una vejación no tan espectacular:

«Una noche había ido el padre Jaime Baertl a San José para conversar con el fundador. Parece que su reunión versó sobre buenas noticias porque éste nos llamó luego, a unos cuantos, a compartir con Jaime en la sala de televisión. Sus bromas eran hilarantes y el ambiente muy distendido. De pronto, el sacerdote se inclinó hacia su lado izquierdo en el sillón y se tiró un sonoro pedo. Todos reímos, un poco escandalizados. Luis Fernando me señaló y me ordenó: “¡Tú! ¡Huélele el pedo!”. La pura verdad es esta: sin oponer resistencia acerqué mi nariz a las posaderas del padre Jaime e hice como que olía los gases que habían salido con tanta parafernalia de su cuerpo. Salí del paso con una broma y todos se rieron. En ningún momento dejé que se manifestase mi dignidad menoscabada. Continué participando del jolgorio comunitario, hasta que el padre Jaime se fue a tirarse pedos a su comunidad».

Me hace recordar una anécdota ocurrida en los años 80, cuando en plena Misa en la estrecha capilla de la comunidad de San Aelred en Magdalena del Mar (Lima), donde el altar entraba a lo largo y los miembros de la comunidad alrededor de él, el P. Baertl despidió uno de sus sonoros y pestíferos cuescos, y todos los presentes tuvimos que aguantar el desagradable lance con cara de piadosa devoción. Como de costumbre, nunca se disculpó.

¿Cómo pudo librarse López de Romaña de eso que él llama la “jaula invisible”, donde los barrotes no son físicos sino que están puestos en lo más íntimo de uno mismo? Constreñida a los límites de un celibato inviable, su sexualidad, que no encontraba cauces para desarrollarse sanamente y que siempre se manifestaba como un secreto solitario, terminó generando en él una especie de doble vida, que incluía no sólo revistas pornográficas, sino también literatura de autores no permitidos en el Sodalicio y películas artísticas. Y aquello que le generaba angustia dentro de los parámetros impuestos por el Sodalicio fue a la vez su vía de salvación, no sin que tuviera que apurar el trago amargo de pensamiento suicidas y la frustración de sentir que había fracasado. El arte le abrió los ojos. Es la misma vía que, en otras circunstancias, tuve que recorrer yo mismo para alcanzar la libertad.

¿Cómo explicar que algunos no lo hayan logrado todavía y sigan prisioneros en sus jaulas invisibles? ¿O que aquellos que hemos logrado escapar nos hayamos demorado tanto tiempo en hacerlo y hasta ahora tengamos secuelas producto de lo vivido? López de Romaña lo explica muy bien:

«…el fundador, casi sin que te dieses cuenta, desde que eras prácticamente un niño, había ocupado por completo el lugar que tu sistema emocional tiene reservado para tu padre y tu madre. Tarde o temprano, un hijo tiene que independizarse. En eso consiste, entre otros factores, su maduración como ser humano. Pero en el SCV no te podías rebelar contra tu padre putativo. No solo porque era poderosísimo e inspiraba temor, sino porque rebelarte equivalía a ponerte en pie de guerra contra toda tu nueva familia y, presuntamente, contra ti mismo y contra Dios. Esto, sumado a la promoción de la obediencia ciega, el servilismo y la vigilancia permanente en un microcosmos que reemplazaba la realidad, hacía que, más allá de tu edad biológica, continuases siendo “como un niño”. […] Me refiero a que se atrofiaba tu capacidad de ser independiente y te volvías incapaz de responsabilizarte de ti mismo, de tomar decisiones sobre tu destino, de abrazar tu libertad y sus consecuencias».

“La jaula invisible” se lee como un thriller psicológico de suspenso, donde los horrores narrados superan ampliamente lo que otros han intentado plasmar en la ficción, como, por ejemplo, Santiago Roncagliolo en su fallida novela “Y líbranos del mal” (Editorial Planeta, 2021). Nos hallamos, pues, ante un libro indispensable para entender ese fenómeno perverso de fachada angelical conocido como Sodalicio de Vida Cristiana.

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La jaula invisible, Martín López de Romaña, Sodalicio
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