Opinión

En múltiples ocasiones señalamos cómo los astros se alineaban para favorecer la aparición de candidatos disruptivos en esta contienda electoral. Ya había aparecido uno, de extrema derecha, ahora aparece otro, de extrema izquierda, rompiendo todos los pronósticos precedentes. Justamente por su naturaleza disruptiva, son impredecibles.

Vivimos una atmósfera lo más cercana posible a la de finales de 1990, con una crisis económica pavorosa, que ha llevado a millones de la clase media a la pobreza; un Estado colapsado, sobre todo en materia de salud pública; una crisis de corrupción generada por los escándalos sucesivos Odebrecht, Club de la Construcción, Cuellos Blancos, etc.; una tormenta política desatada desde el fatal desencuentro entre el Ejecutivo de Kuczynski y el Legislativo de Keiko Fujimori; una catástrofe producto de la pandemia que ha producido casi 200 mil muertes y ha generado la rabia natural de los deudos por la desatención recibida. La tormenta perfecta.

Si a ello le sumamos los problemas estructurales propios del Perú, con un Estado desastroso en asuntos de convivencia social mínima, como educación, salud, seguridad y justicia, se puede entender perfectamente el malestar ciudadano. El 11 de abril la gente va a ir a votar de malhumor y eso, obviamente, genera apego a fórmulas estridentes, disruptivas, disonantes del statu quo.

El centro, que era por donde tradicionalmente se llegaba al poder en el Perú ha sido devorado por las fuerzas centrífugas, tanto de derecha como de izquierda. Lo que no se percibía al inicio de la contienda es que estas fuerzas llegaran a los niveles extremos a los que han llegado.

Nada está dicho aún, por cierto. Los días que faltan para la elección van a ser decisivos, pero sea cual sea el resultado, hay un fenómeno de disidencia política que es menester entender y acotar, porque si no se va a repetir en todos los procesos electorales venideros, sembrando zozobra e incertidumbre.

Ojalá el país más equilibrado reaccione y evite que cualquiera de los dos extremismos pase a la segunda vuelta. Superada la pandemia, a partir del 2022 seguramente, se necesitará mano firme y, sobre todo, sensata para conducir el país, no arrebatos beligerantes ni ánimos confrontacionales de alta peligrosidad para la democracia peruana.

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Candidatos, Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur

Ganará la derecha pero las encuestadoras se resistirán a decírtelo. Este once de abril a las 7 de la noche, los dueños del sondeo a boca de urna te mostrarán cifras ajustadas, muy pegaditas, juntitititas, y comentarán que nada está dicho, que todo puede pasar, que el margen de error aquí, que el margen allá o que lo otro. Son tan predecibles. En consecuencia, este domingo de elecciones no habrá flash. Así que ni te molestes ni te aburras ni te hagas viejo. No esperes sentado. Es que hay una predisposición de la prensa a no reconocer el triunfo de la derecha.

 

Al final del día de la elección tampoco esperes resultados de la Onpe, eso, para empezar, jamás se ha visto. O no te acuerdas de que siempre nos han paseado por semanas con resultados del conteo al 5 %, al 15 % ó al treintaitantos por ciento y con el cuento de que faltan los votos rurales o que el camión con las cédulas no llega o cualquier otra excusa que le ponga suspenso al evento, como si fuera esto una película de terror o de acción con efectos especiales. ¿No te acuerdas? La Onpe es la institución burocrática más lenta del mundo y, con pandemia o sin pandemia, en el día más importante de su razón de ser siempre hace gala de su lentitud. En cada elección general es lo mismo. La rapidez no es virtud de la Onpe. Mucho menos lo tiene que ser ahora que no es políticamente correcto hacer celebrar a la derecha.

 

Y mientras todos se toman su tiempo, y pasan los días, la incertidumbre crecerá aun más rápido que el dólar. No tendremos candidatos claros de segunda vuelta y las inversiones ni tocarán la puerta. Y por si fuera poco tendremos, además, que esperar cerca de dos largos meses para definir al presidente. ¡Dos largos meses! Mucho tiempo, lo necesario para dar cabida al calentamiento fuera de la cancha de personajes autocalificados como inmaculados que siempre te dicen por quién debes votar y —por supuesto— siempre equivocadamente, guiados por el resentimiento personal histórico. Uno de ellos, el abanderado: el señor Mario Vargas, el escribidor. ¡Ah! Llosa es su segundo apellido.

 

Siempre, el señor Vargas, aparece en el escenario de la segunda vuelta electoral. Es como el as bajo la manga del caviar, de aquel que no quiere salir de la planilla del Estado. Mario Vargas siempre sale para dar el espaldarazo a quien compita con Fujimori, quien sea pero que sea el competidor. Esta vez me pregunto, entonces, si apoyará a Rafael López Aliaga. Qué dilema para el señor Mario Vargas.

 

Un once de abril con movidas raras nos espera. Pero no nos inquietemos. Hagámonos la idea de que todo está bajo control. Ya sabemos que no, pero hagámonos esa idea para no aburrirnos.

 

¡Ah!, una cosa más. Esta columna, por supuesto, asume que el once de abril habrá elecciones.

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Elecciones 2021, Flash, ONPE

En estas elecciones para el Congreso de la República podremos votar 9,830,538 mujeres y 9,764,762 hombres. Pero es muy probable que, de los casi veinte millones de votantes, adultos mayores, personas que tendrán que cuidar a pacientes y familiares, y quienes debían desplazarse interprovincialmente prefieran pagar la multa. Sólo la siguiente semana sabremos cuántos votos quedaron tras esta comprensible deserción. Los votos de quienes sí caminaremos hacia nuestros centros electorales estarán distribuidos en 27 distritos electorales: el de cada departamento, el de Lima Provincias, el de la Provincia Constitucional del Callao y el de Peruanos en el extranjero.

 

Cada distrito electoral no tiene el mismo número de congresistas. Hasta el Congreso actual, varios departamentos han tenido solo dos congresistas: Amazonas, Apurímac, Huancavelica, Moquegua, Pasco, Tacna y Tumbes. Madre de Dios tiene solo uno. Arequipa tiene 7, La Libertad tiene 8. Lima 37. Esa desproporcionada diferencia sin duda afecta al país porque inevitablemente centraliza la producción legislativa desde la perspectiva de la capital. Sin embargo, esta aparente mala distribución de las curules siempre culmina en otra distribución organizada de acuerdo con los intereses económicos que representa cada partido político. Surge de este modo una apariencia sumamente fragmentada entre los partidos políticos más relevante que la departamental.

 

Esta fragmentación que proyectan las encuestadoras entre 6 y máximo 20 curules por partido político no es una novedad, pues el actual Congreso ya presenta esa estructura. No obstante, si observamos como se comportó debido a ello, podemos imaginar cómo rápidamente, incluso desde antes de saber los resultados, qué alianzas se configurarán a partir del 28 de julio, día del Bicentenario de nuestra República.

 

Las bancadas de Soto, López y Fujimori se unirán espontáneamente. Ya vimos en este Congreso cómo los integrantes de Solidaridad Nacional y Fuerza Popular se reacomodaron rápidamente en los partidos de alquiler. Distribuidos ahora en este triada, se llevarán armoniosamente bien en tanto comparten intereses comunes como el dar carta blanca a redes de corrupción, defender la evasión tributaria, el monopolio y liberar la informalidad en los grandes sectores económicos como minería, turismo y agroexportación. En otra alianza, las bancadas de Acuña, Urresti y el FREPAP cerrarán filas para defender sectores menos rentables pero fundamentales en nuestra economía como la educación y los cultivos ilegales. Frente a este desmadre, las bancadas de Guzmán y Mendoza representan una alianza que representa los intereses económicos del sector público y cultural, que agrupa un amplio abanico técnico y profesional vinculado a servicios del Estado, instituciones artísticas, educativas, de investigación y organizaciones no gubernamentales. Eventualmente, las bancadas de Forsyth y Lescano, que representan otros sectores económicos como la mediana construcción, industria y exportación, estarán usualmente en alianza con el grupo de Soto y compañía, pero que ante situaciones de trastabilleo de la democracia o derechos fundamentales, se aliarán con Guzmán y Mendoza. Como vemos, no se trata de una fragmentación de fondo, sino de alianzas locales y nacionales que prefieren trabajar en paralelo y fortalecer sus propias redes políticas y económicas. Son cuatro sectores claramente definidos en un campo en el que se juega muchas veces tres contra uno, pero a veces dos contra dos.

 

Los resultados que se publicarán la próxima semana, dejarán en claro que nuestro voto habrá respondido a los ideales que cada peruana, que cada peruano tenemos entreverados con nuestra situación socioeconómica. Más aún en esta situación de pandemia. Pero si hay algo que nos une, nuestro dos contra dos debe ser nuestra apuesta: no queremos corrupción y no cejaremos de pelear. Preparémonos porque para eso necesitamos dos tareas: asegurar que sea quien sea que ocupe el sillón presidencial por primera vez este 28 de julio, cuente con una cantidad de congresistas necesaria, entre 40 y 50, que aseguren el contrapeso necesario para un gobierno estable y vigilado en la defensa de nuestros derechos y nuestra salud. Y la segunda es terminar, a punta de protestas, referéndum y acuerdos colectivos, las reformas políticas necesarias para que el 2026 tengamos un congreso sin delincuentes y con capacidad para legislar fuera de la corrupción.

 

Tengamos en cuenta que podemos votar por un partido para Presidente y otro para congresista, pero no se puede votar por dos congresistas de diferentes organizaciones políticas. Tiene que ser una sola. El número total de votos por cada partido determinará cuántos congresistas tendrá. Como no sabemos quiénes de ellos tendrán más votos, verifiquemos que los primeros 30 candidatos aseguren que saldremos dignamente de esta crisis, sin pisar a nadie para correr detrás de un billete. El lapicero azul está en sus manos.

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Carla Sagástegui, Elecciones, Elecciones 2021

Sin lugar a dudas, la gran sorpresa de esta elección la constituye Pedro Castillo, el maestro radical, candidato de Perú Libre, cuyo crecimiento amenaza inclusive con alcanzar la segunda vuelta o restarle tantos votos a Lescano y Mendoza que los podría sacar de la misma y ocasionar una final de derechas.

Según las últimas encuestas publicables, en Ipsos, Castillo pasaba de 3 a 6%, en IEP de 4.3 a 6.6% y en CPI de 4.3 a 6.2%. Si mantiene esa tasa de crecimiento puede dar el batacazo el 11 de abril.

De hecho, su candidatura expresa una radicalidad de izquierda que ha podido cosechar por el centramiento de Mendoza y por las falencias ideológicas de Lescano, sus dos contendores en la semifinal de izquierda que se disputa. Y su base magisterial ya demostró en la huelga de hace algunos años que tiene cierta representatividad. No debería sorprender. Hay un porcentaje pequeño de radicales en el país, pero cuyo peso crece relativamente en una elección tan atomizada como la que estamos viviendo. En una elección normal, como las últimas que hemos tenido, Castillo no pasaría de ser una expresión disruptiva ubicada en el sexto o séptimo lugar.

Pero también hay que analizar otro fenómeno, subyacente a la existencia de Castillo, y es el de la vigencia plena de vidas políticas subregionales, totalmente excéntricas al estatus limeño o costeño. La alta votación de Castillo en el centro se debe a la influencia probada de Vladimir Cerrón en la zona. Y en el sur confluyen los Aduviri, Cáceres Lliclla y demás. Eso le da sustento a Castillo.

Es buena la ocasión para reflexionar sobre la urgencia de recrear la bicameralidad en el país y que se permita en la Cámara de Diputados, la postulación de movimientos regionales, no solo nacionales. Hay un país en las regiones que necesita representación política desde hace décadas y no la encuentra en el sistema electoral y político vigente.

El fenómeno Castillo es también expresión de ello. No es solo la radicalidad de izquierda, presente indudablemente en un país plurideológico como el nuestro sino también una voz de protesta anticentralista que merece ser atendida.

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Confiep, CPI, Juan Carlos Tafur, Pedro Castillo

En las próximas semanas, una camada de billones de cigarras del género magicicada emergerá en diferentes regiones del noreste de los Estados Unidos. Estos insectos han estado bajo tierra durante exactamente 17 años. Sus padres emergieron el 2004, vivieron dos semanas, se procrearon, depositaron sus huevos en el suelo, y murieron. Las hijas han estado incubándose durante todo este tiempo, y este año emergerán simultáneamente para repetir el proceso. Los huevos que depositen permanecerán bajo tierra hasta el 2038.

 

Se han identificado 15 diferentes camadas de magicidadas, todas en el noreste de los Estados Unidos. Las que están más hacia el norte tienen periodos de 17 años, y las de más al sur periodos de 13 años. Este año toca que emerja la famosa “camada X”, la más grande de todas. Y sí, famosa. Bob Dylan escribió una canción basada en su experiencia con esta camada en Princeton, New Jersey, en el año 1970.

 

Existen diferentes aspectos del comportamiento de estos insectos que resultan fascinantes. Por ejemplo, ¿por qué tienen ciclos de vida tan largos? ¿Por qué existe una diferencia entre las del norte y las del sur? ¿Por qué emergen simultáneamente? Sin embargo, desde mi punto de vista la pregunta más interesante de todas es: ¿Por qué los periodos vitales corresponden exactamente con números primos?

 

De acuerdo al biólogo Yin Yoshimura, diferentes factores biológicos y geológicos explicarían que el rango de años esté entre 12 y 15 años para las cigarras del sur, y entre 14 y 18 para las del norte. Pero por qué la selección natural escogió exactamente 13 y 17 no se explicaría puramente por estos factores. Aquí entra el trabajo relativamente reciente de los investigadores Goles Shulz y Markus, para quienes la explicación es justamente que 13 y 17 son números primos. Más precisamente, el tener ciclos vitales primos disminuiría las posibilidades de encontrarse con depredadores:  hipotéticamente, si su periodo vital fuera de 12 años, las cigarras se encontrarían con depredadores con periodos de 1, 2, 3, 4, 6 o 12 años, mientras que cigarras con ciclos de 13 años solo se encuentran con depredadores de periodos de 1 o 13 años. Es decir que tener un periodo primo es ventajoso desde un punto de vista evolutivo.

 

Curiosamente, muchos filósofos de las matemáticas han mostrado un gran interés por el caso de las magicicadas. La razón es la siguiente: Cuando hacemos matemáticas, nuestro razonamiento se enfoca en números, funciones, formas geométricas, etc., mientras que al hacer ciencia razonamos sobre entidades concretas como electrones, campos electromagnéticos, especies animales, procesos evolutivos, etc. Ahora bien, la gran mayoría de personas no tiene problemas en creer que la ciencia estudia el mundo real, y que por lo tanto los electrones, campos electromagnéticos, etc., existen en el mundo real, incluso si no podemos verlos. La razón es la gran cantidad de fenómenos físicos que se pueden explicar apelando a estas entidades. (Piense en el teléfono o computadora donde lee esto, la luz sobre su cabeza, la corrosión de la pata de la silla) Pero es difícil concebir la existencia de un mundo de entidades matemáticas: ¿Dónde se encontrarían los círculos perfectos, el número 5, el infinito? Claro, esta es una pregunta injusta pues las entidades matemáticas, si existieran, no estarían ubicadas en el espacio-tiempo (las cinco manzanas en mi mesa no son el número cinco). Pero mi punto es que, en general, tenemos actitudes distintas frente a los objetos matemáticos y a los científicos, y es más fácil adoptar una actitud realista frente a los últimos que frente a los primeros.

 

Es cierto que las ciencias usan matemáticas, pero por lo general este uso es instrumental. Cuando uno dice que el agua hierve a 100∞C, el número 100 en sí mismo no importa tanto como el proceso físico que se describe, proceso que podría haberse descrito también con el número 212 si se hubiera escogido la escala Fahrenheit.

 

¿Y qué tienen que ver las cigarras con todo esto? Bueno, el caso de las cigarras es curioso porque al parecer el uso que se hace de las entidades matemáticas “13” y “17” se parece más al uso que se suele hacer de “electrón” en la explicación de la corrosión, que al uso de “100” en la explicación de la ebullición del agua. En el ejemplo del agua, si remplazo al 100 por 212 no pasa nada. Cambio de unidades y todo sigue igual. En el caso de las cigarras, por el contrario, si no menciono al número 17 no puedo usar la noción de primo, y por lo tanto se me cae la explicación. Es decir que la explicación depende indispensablemente de las propiedades matemáticas del número 17, justamente en el mismo modo en que la explicación de la corrosión depende indispensablemente de las propiedades de los electrones. En ese sentido, si no tenemos problemas en creer que existen los electrones, a quienes no podemos ver, no deberíamos tener problemas en creer que los números existen, así no los podamos ver, especialmente si nuestras mejores explicaciones científicas dependen de estas entidades.

 

Si este argumento fuera correcto, deberíamos tomar el canto de las cigarras como una celebración del realismo matemático.

 

[Nota: en mis siguientes columnas voy a mostrar los problemas de este argumento, pero el lector interesado puede leer mis artículos académicos al respecto. Ahí podrá encontrar también las referencias que he omitido aquí]

 

* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. Obtuvo su doctorado y maestría en filosofía en la Universidad de Virginia, y su bachillerato y licenciatura en la PUCP.

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Cigarras, Manuel Barrantes, Matemáticas

Verónika Mendoza, candidata de Juntos por el Perú, está atrapada en una disyuntiva sin salida clara. Entre vaivenes ha terminado finalmente por moderar sus propuestas. En general, me parece una necedad acusarla de chavista o cosa parecida, aunque sí queda claro que el suyo no es un programa económico que se sostenga en el impulso a la inversión privada, cosa que este columnista considera crucial más aún en estos momentos de recesión pandémica.

Con ello, quizás ha pretendido conquistar a parte del electorado morado, desencantado de la mala performance electoral de su líder, Julio Guzmán, o también a algunos lescanistas. Pero Mendoza a la vez tiene quien le respira en la nuca desde su propia izquierda, como es el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, quien, según algunas encuestadoras, está, inclusive, en el pelotón de los que podrían pasar a la segunda vuelta.

Castillo tiene un discurso mucho más radical que Mendoza. Abiertamente propone la estatización de las actividades estratégicas (gas, petróleo, minería, energía, etc.) y el otorgamiento al Estado de un rol preponderante en el manejo no solo de la economía sino de la vida social en su conjunto.

Castillo empezó creciendo en el sur andino, pero hoy su influencia se extiende a todo el territorio nacional y podía seguir creciendo porque en Lima aún no hace campaña (la ha guardado para el final de su estrategia). El candidato de Perú Libre representa el voto duro de izquierda radical, sin concesiones al statu quo, y sus voceros acusan más bien a Mendoza de haber cedido a las presiones de los grupos de poder.

Este electorado, crucial para sumar los votos necesarios para asegurar el pase a la segunda vuelta, los ha perdido Mendoza con su moderación. Bienvenida una izquierda más centrada al país, pero al mismo tiempo ello se asoma como un error electoral, ya que hay un sector ciudadano de izquierda que reclamaba mayor radicalidad (o por lo menos un sector importante que Mendoza ha soslayado).

En términos estratégicos lo que pase entre Mendoza y Castillo va a mostrarnos un juego estratégico electoral muy interesante de seguir. El 11 de abril confirmaremos si Mendoza se equivocó o acertó con su estrategia vigente.

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Candidatos, Juan Carlos Tafur, Pedro Castillo

Breve análisis y pronóstico para la segunda vuelta. ¿Qué pasará esta semana?

Sigue ahora a Alexandra Ames en su videocolumna La Caja Negra.

 

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Lima – Perú

 

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Alexandra Ames, Congreso, Cuarentena, Elecciones 2021

¿Qué nos deja la tormenta de números de ayer? Demasiada adrenalina tal vez. Pero debajo de todo ello, en el fondo, la constatación de que nada se mueve. Y que seguimos esperando a los indecisos, a los del extranjero y al voto rural.

 

Tuvimos encuestas, simulacros, empresas nuevas, las de siempre… Distintos criterios. Pero hay ideas centrales que tienen que permanecer así en la cabeza de los lectores. Las reseño:

 

Un tercio elige nadie

 

No se mueve, está quieto. Se tapa los ojos. Inédito. Ya hemos hecho bastante hincapié en que es una cifra difícil de mover esta de los que eligen “nadie”. Pero lo terrible es que nadie ha tratado de hacerlo. Su perfil es: mujeres, de edad media hacia arriba, de NSE bajos del interior. Cuando les hablamos nos dicen que las elecciones son un tema secundario frente a convivir con la pandemia, con las muertes por salud y por bolsillo, por educación. ¿Cómo quieren que el debate ayude si nadie les dijo nada? ¿Qué se ha hecho desde la oferta y el discurso por convencerlas? Nada. Esto es claro desde enero. Y se mantiene así. Es cierto que en el simulacro de IPSOS baja algo, pero en las encuestas IEP e IPSOS se mantiene así.

 

La pelea por el primer lugar

 

Ya no podemos hablar de que hay un candidato fijo en segunda vuelta. Eso se lo llevó el río. Lescano no está más seguro aunque sigue teniendo opciones. Pero va a la baja. Notable en Ipsos, progresiva en IEP. Las mujeres candidatas suben algo, pero el fenómeno es De Soto y es Castillo. Ambos generan un “salto cuántico” (Urresti dixit) y se ubican expectantes. De Soto con mejor posición. Pero ya venía siendo parte del pelotón que se presta y se quita votos semana a semana. El que parece perdido irremediablemente es Forsyth. Ya no logra consolidarse en los primeros lugares ni siquiera para Ipsos, que siempre lo había registrado como peleando más arriba.

 

¿Quieren ver bien las tendencias? Pues Paolo Sosa hizo un estupendo trabajo para graficar esto (desde su cuenta de twitter: @paolososa) y acá las pueden ver (tomo prestado, con la debida mención, este cuadro):

 

Evolución del voto

 

Se ve con claridad el descalabro de Forsyth, la caída de Lescano y López Aliaga, y la tendencia al alza de De Soto y Castillo. Ligero repunte de Vero y Keiko. Nos falta más de esto en el análisis.

 

El Congreso y los votos BV

 

Provoca inspirarnos y dejar nuestro voto con alguna obra de arte impresa. Pero esta vez mientras menos votos, más se incrementan las curules y el pase de la valla de las distintas agrupaciones que pueden hoy tener menos de 3% de intención de voto. ¿Por qué? Porque se descuentan los válidos y se hace un prorrateo solo con ellos. ¿73 curules te dicen algo? Fue lo que obtuvo Fuerza Popular el 2016 con menos del 30% de los votos totales. Así que aunque tengas que ponerte un gancho en la nariz, mejor vota.

 

¿Dónde nos deja todo esto? En el medio de la nada. En el cierre de la publicación de encuestas, ninguna certeza. No hagan caso a los órdenes de los candidatos. Todos están empatados como el IEP prueba al hacer cálculos de intervalos de confianza. Las tendencias mostradas arriba son las que mandan. Las que hay que mirar si queremos comprender cómo llegarán.

 

¿Predicción? Ninguna. Irresponsable sería dar alguna. Solo entender quién va para arriba y quién para abajo.

 

Hay cosas que debemos cambiar

 

Ahora bien y, ¿estás tranquilo con la forma en que las cosas se llevan en esta campaña? ¿O cierras los días con más angustia que tranquilidad por lo que se viene? ¿Crees que las cosas han sido violentas, mentirosas, poco claras?  Hemos vivido una campaña rápida y no por eso calmada. Por el contrario, es una carrera electoral que nos deja agobiados. Muy seguro que el 12 de abril vamos a seguir igual. Una sensación rara, ¿no? No hay horizonte. Entre fake news, candidatos que no despegan, que despegan a punta de violencia, un debate mediocre y mucho ataque sin sustento. Con pandemia. Con encierro, sin plata. Una campaña sin alegría, sin esperanza. Casi como una serie europea de Netflix. De las que solo te golpean y no hay final feliz.

 

¿Se pudo haber hecho mejor? En este país la respuesta no sólo siempre es sí, sino que es urgentemente sí. Por eso, algunas medidas que creo que son relevantes no desde el accionar de los políticos, sino desde acá, desde el análisis y de los medios. Vamos a tratar de exponerlas:

 

Rol educador del JNE

Ya sabemos que las encuestadoras no lo haremos. Los medios parece que tampoco quieren comprarse ese pleito. Pero estamos tan acostumbrados al hecho de que 10 es más que 9 que entender lo que es una estimación, que no es tan precisa como eso, requiere seguir trabajando.

Si las encuestas son un medio de información -quizás el más importante de todos durante la campaña- tal vez el JNE puede ayudar educando sobre cómo leerlas, interpretarlas, presentarlas. Desde las técnicas hasta la comprensión de sus resultados.

Si hay un tufillo estatista por decir esto, que lo haga Transparencia, o IDEA, no importa quién. Pero que sea eficiente. Necesitamos mayor transparencia.

 

Consejo de Ética de la Encuesta Peruana

Así rimbombante para que suene más chévere. Necesitamos ser más orgánicos en esto. Discutir más las diferencias y que sean más explícitas. Que haya un manejo más técnico. Que se deje en ficha a los que no tengan este manejo.

Ayer tuvimos encuestas y simulacros. ¡Las grandes diferencias! ¡Cómo es posible! Son mermencuestas, sin credibilidad, ¡pagadas! (todas los son, ¿no?), a cuánto el punto, etc.

Cuando era más fácil tomar lápiz y papel, armar un cuadrito y comparar encuestas con encuestas. ¿Saben cuál era el margen promedio de diferencia total entre las encuestas? Menos del 2%. Hernán Chaparro hizo el cálculo y era clarísimo.

Con un poco de discusión y buena disposición a abrir un poco aquello que está en una suerte de “caja negra” para la opinión pública podemos regular y guiar mejor. Todo depende de la buena voluntad, si eso existe.

 

La prensa peruana

O los medios. Ya hemos analizado en esta columna la relación entre la aparición de candidatos en entrevistas con la intención de voto. Deben regularse. Este ha sido el más roto de los acuerdos. Los PR son los nuevos jefes de campaña. No lo sé, no me consta, si es que se monetariza el ser invitado a una entrevista. Pero hay partidos que se juegan allí también. Y en programas no políticos que “regalan” su tiempo a candidatos. O en portadas de impresos, que descaradamente -incluso en palabras de sus directores- buscan bajarse candidaturas y subir otras.

 

Hay que repensar todo esto, ¿o no?

 

 

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Encuestas, JNE, Mauricio Saravia
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