Opinión

El 12 de setiembre se celebra el día de la historieta peruana. La fecha celebra cuando el año 1952 el diario Última hora, un famoso tabloide peruano que desapareció en los ochenta, publicó nuestras “Historietas 100% nacionales”. Aunque algunos crean el tema intrascendente, se trata de un momento histórico lleno de intrigas, decisiones políticas y anécdotas vinculadas a un género de grandes consecuencias en la vida limeña, cuando los artistas que lo profesionalizaron marcaron nuestro imaginario popular.

La historia comienza con Pedro Beltrán Espantoso, uno de los hombres con mayor poder en el Perú hasta el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada. Fue un hacendado que estudió Economía en la London School of Economics en 1918, en tiempos en que los primeros ministros y futuros presidentes del mundo se formaban en sus aulas. Al regresar, trajo la mejor tecnología, como la fumigación con avionetas (¿se imaginan el tamaño de sus tierras?). Desde la presidencia de la conservadora Sociedad Nacional Agraria y el Banco Central de Reserva del Perú, Beltrán manejó la economía peruana por décadas. Era un hombre tan influyente que durante su labor diplomática con el gobierno estadounidense (que gobernaba tras la Segunda Guerra Mundial a todo Latinoamérica a través de la OEA), fue quien tuvo la iniciativa de retirar a Cuba de la Organización de Estados Americanos. Es a Beltrán a quien se dirige Ernesto “el Che” Guevara en su famoso discurso de Punta del Este.

El año 1947, Beltrán compra el diario La Prensa pero, tras el asesinato político de su director en 1947, decide él mismo hacerse cargo y con ello modernizar el periodismo nacional. Como contraparte al estilo neoyorquino que trajo para la prensa peruana, introdujo el tabloide con Última hora. La dirección se la entregó al oscurísimo Eudocio Ravines, personaje sobre quien pronto, tal como se ha anunciado, saldrá una novela. Ravines, quien cambió el nombre del Partido Socialista al de Partido Comunista, fue un famosísimo anticomunista (sí, aunque suene contradictorio) dedicado a la publicación de noticias falsas y sesgadas. Un precursor de una nefasta práctica política que ahora pareciera estar en el Perú en su máximo esplendor y que las nuevas generaciones conocen como fake news

Pero la obsesión de Ravines no era la del resto del Perú y a Beltrán también le molestaba el poco impacto de su diario con ese estilo. El dictador Odría finalmente lo desterró y Beltrán le dio la dirección a dos jóvenes de veinte años que darían mucho que hablar: Raúl Villarán y Efraín Ruiz Caro, personajes en los que no me detendré, pero que también tienen grandes historias. Ellos comprobaron que cómics como “Roy Rogers”, “El Pato Donald” o “Buck Rogers” no calaban del todo en la sensibilidad de los lectores y pasaban desapercibidos, a diferencia de la tira cómica más “popular”, la única peruana: “Sampietri” de Julio Fairlie. El contar con pocas historietas peruanas y el culto al personaje Sampietri, reflejaban una situación más compleja que preocupaba a sus lectores. Estados Unidos había comenzado una idea del “desarrollo” donde se ubicaba en la cima y que nos situaba en el último lugar ante todo lo que nos para ser “como ellos”. En ese marco ideológico tan difundido por el periodismo de Beltrán y el modelo educativo y social de Odría, resultaba vergonzoso no contar con historietas y superhéroes nacionales.

De ahí que el proyecto de Ruiz Caro y Villarán demandara desarrollar un cómic “nacional”. Y fue complejo. Los ganadores fueron Hernán Bartra con “Boquellanta”, protagonizada por un niño blackface afroperuano, “Chabuca”, clasemediera desesperada por el matrimonio, Vera Castillo con una versión peruana de Tarzán, “Yasar del Amazonas”;  Juan Osorio, con Juan Santos en la “Cadena de oro”, héroe andino defensor de nuestro patrimonio; David Málaga con “Serrucho”, el migrante andino que debe adaptarse a la “modernidad” limeña; Jorge Salazar con “Cántate algo” que usaba con fino humor las canciones para criticar el día a día limeño. Y, por supuesto, el genial Fairlie con “Sampietri”. 

El día de la historieta peruana nos muestra, entonces, cómo se “ilustraba” nuestro nacionalismo:  con personajes heroicos como Yasar y Juan Santos, pero también con personajes como Sampietri, Boquellanta y Serrucho que construyeron una imagen que hoy consideramos despectiva del limeño vividor, de las familias afrodescendientes y de los migrantes de la sierra que no tenían a qué otro lugar ir dado que los servicios básicos estaban concentrados sólo en la capital. Incorrectos o no, como lo narra José Luis Rodríguez Toledo en su tesis sobre “Serrucho”, personajes como Sampietri llegaron a ser tan populares que se puso de moda vestir como él o poner su nombre al de una “barriada” junto al río Rímac en 1959.

Rubén Osorio y Hernán Bartra se retirarían pocos años después para protagonizar con sus personajes la primera revista de historietas que el Perú exportó: Avanzada, proyecto de la Iglesia católica que siguiendo la pauta de las historietas 100% nacionales, los condujo como “Osito y Monky” a dibujar los cómics que configuraron a más de una generación. Coco, Vicuñín y Tacachito, sus personajes más entrañables, confirman la tripartición étnica y racial inaugurada por los directores de Última Hora.

Gracias a sus artistas y al lenguaje popular, Última Hora no sólo fundó nuestras historietas profesionales, sino también una manera de mirarnos como tres grandes etnias y consolidando la burla y el desprecio a la población migrante y afro. Hoy, tras el rechazo contra personajes ofensivos como la Paisana Jacinta y el Negro Mama y el orgullo por nuestra diversidad cultural, estamos recomponiendo nuestras miradas y jerarquías; y nuestros cómics están ahí, para dar cuenta del pensar de las nuevas generaciones. ¡Feliz día de la historieta peruana!

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diario Última hora, historieta peruana, ilustraciones

El país esperaba, con expectativas, el anunciado Mensaje a la Nación del Presidente Castillo anoche. Claro, los temas que se consideraba iban a ser mencionados eran aquellos que preocupan a la mayor parte de la ciudadanía: la permanencia del gabinete Bellido, la presencia dominante del secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón, los ministros filosenderistas y la devastadora insistencia en una Asamblea Constituyente corporativista que llevaría al país al abismo.

Pues, oh sorpresa, nada de eso. Ni una letra. No existieron esos problemas para el Primer Mandatario. Se dedicó los pocos minutos que nos regaló a enumerar una serie de programas asistenciales que ya había anunciado el Premier en su presentación ante el Congreso y la única gran novedad fue el anuncio de la construcción de una planta de producción de vacunas Sputnik, sin saberse bajo qué términos, si ha habido licitación, para cuándo (por lo menos tres o cuatro años).

Fue, claramente, un mensaje escapista. Ni siquiera fue uno dirigido a sus huestes radicales, que aún confían en el gobierno y que esperan el despliegue de una serie de reformas que cambien el modelo, el establishment. No buscaba ello. Evidentemente, se trató de un afán distractor que ha buscado que la ciudadanía deje de aturdirse por la inusitada asiduidad de las denuncias que revelan los pasados cuestionables de los personajes del gobierno o las inconductas de espanto de muchos de ellos. Objetivo iluso, por cierto, que no logrará su cometido psicosocial. El problema, sin embargo, es que este mensaje básicamente revela que el Presidente no está dispuesto a cambiar su modus operandi. No parece entender que el menjunje que ha armado, mezclando al maoísta Movadef, el leninismo trasnochado del cerronismo y la tecnocracia caviar, en un solo guiso, no conduce a nada bueno.

La llegada al poder de alguien como Castillo -más allá de su ideología desorientada- era una ocasión maravillosa para que el acceso al poder del pueblo tal cual, porque eso está detrás de este régimen, activara una situación étnica-cultural que ayudase a cerrar brechas seculares de nuestra República. Pero el propio Castillo está devaluando ese proceso, con la malversación de los cargos públicos que ha puesto de manifiesto y su terquedad para corregir los tremendos errores políticos que viene cometiendo.

Castillo está destruyendo la legitimidad de la democracia popular que ha accedido a Palacio. El pueblo no está representado en el sainete que
perpetra el profesor chotano.

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Mensaje a la nación, Movadef, Pedro Castillo, vacunas, Vladimir Cerrón

Hace casi veinte años, el filósofo Nick Bostrom, de Oxford University, escribió un artículo que alcanzó una fama inusual para un artículo académico. En él Bostrom sostiene que existe la posibilidad de que actualmente estemos viviendo dentro de una simulación computacional. A su vez, este argumento ha sido difundido hacia el público en general por personalidades del mundo de la ciencia y la tecnología tales como Elon Musk y Neil deGrasse Tyson.

Bostrom no se refiere a simulaciones como las de la película The Matrix, en la que millones de personas están conectadas a una computadora que estimula su cerebro para crear un mundo de sueños. En este tipo de simulación es el cerebro (y el resto del sistema nervioso) el que genera una realidad virtual, tras ser estimulado adecuadamente por la computadora. La logística que requiere ese tipo de simulación hace que sea implausible que actualmente estemos viviendo en una de ellas.

El argumento de Bostrom, por el contrario, no se centra en simulaciones que parten de un substrato biológico, sino que el substrato de la conciencia es el hardware mismo de la computadora. Eso es justamente lo que le da plausibilidad al escenario.

Bostrom parte de dos premisas, y a partir de ellas obtiene una conclusión que abre tres escenarios posibles. La primera premisa es la de la inteligencia artificial. La idea es que la conciencia humana no depende esencialmente de una base biológica, sino que puede ser generada (tal vez no ahora pero sí en el futuro) por una base no biológica, tal como un procesador de silicona. Esta tesis implica que es posible desarrollar máquinas que no solo actúen como los humanos, sino que posean una vida mental, un mundo interior. La segunda premisa es que, dado lo que conocemos actualmente acerca de las leyes de la naturaleza, es posible (tal vez no ahora pero sí en el futuro) crear computadoras que sean capaces de generar mundos simulados que reproduzcan el mundo real con niveles de detalle suficientes como para que sean indistinguibles del mundo real.

En base a estas dos premisas, Bostrom razona de la siguiente manera. Si es posible crear conciencias en base al hardware de una computadora, entonces es posible también crear todo un universo para que dichas conciencias interactúen entre sí. Una civilización suficientemente avanzada podría crear computadoras que simulen miles de millones de conciencias interactuando en un mundo puramente virtual, pero que sea indistinguible del nuestro. Llamemos M 0 al mundo real, en el que vive dicha civilización avanzada, y M 1 al mundo en el que vive la civilización simulada.

Si ese mundo M 1 es indistinguible del nuestro, entonces para ellos también será posible crear una simulación. Así se origina el mundo M 2 , y luego M 3 , M 4 , etc., en una cadena que se puede prolongar casi infinitamente. En esa situación, existiría solo un mundo real, y una cantidad enorme de mundos simulados. Entonces, por un principio básico de indiferencia, nuestro mundo no tendría por qué ser el mundo real. Ya que existen tantos mundos simulados, las probabilidades de que nuestro mundo también sea simulado son altísimas. Si ese fuera el caso, nosotros seríamos una simulación de los ancestros de dicha civilización tecnológicamente avanzada, y técnicamente no estaríamos en el año 2021 sino muchos años después.

Ahora bien, hay dos escenarios que podrían bloquear esta situación. Por un lado, es posible que, dadas las características de la especie humana, no sea posible llegar al estado de civilización avanzado que permita crear estas sofisticadas simulaciones. La idea es que el avance de la tecnología va de la mano con el avance del poder bélico y las armas de destrucción masiva, y por lo tanto sea casi un hecho de que la civilización humana se destruya a sí misma antes de llegar a la madurez tecnológica. Si este fuera el caso, entonces las probabilidades de que actualmente estemos viviendo en una simulación serían muy bajas. El segundo escenario es que impedimentos morales, o simplemente apatía, hagan que dicha civilización tecnológicamente madura no esté interesada en crear simulaciones de sus ancestros. En este caso también sería poco probable que estemos viviendo en una simulación.

En resumen, de acuerdo a Bostrom, si aceptamos que es posible que substratos no biológicos generen conciencias similares a las humanas, y que es posible que las computadoras del futuro reproduzcan mundos enteros, entonces tenemos que aceptar como verdadera al menos una de las siguientes tres afirmaciones: o la humanidad se destruirá a sí misma antes de ser capaz de desarrollar estas tecnologías, o sí llegará al nivel en el que pueda desarrollar estas tecnologías pero no estará interesada en hacerlo, o vivimos en una simulación computacional.

Así que ya sabe, señor, señora. Cuando despierte en las noches asustado porque es bastante probable que el actual ministro de trabajo haya sido un senderista que capacitaba a otros senderistas en el arte de armar explosivos, recuerde que hay cosas peores en la vida. Por ejemplo, su entera vida y existencia podría estar ocurriendo en la computadora de un adolescente del futuro sentado en el sillón de su sótano comiendo doritos.

[En la web https://www.simulation-argument.com se puede encontrar el artículo original, así como una versión simplificada de tres páginas, y muchos otros recursos relacionados a este tema. Espero poder escribir una respuesta a este argumento en alguna de mis columnas siguientes]

 

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Bostrom, computadoras, Tecnología

En el calor de la segunda vuelta, cuando el ahora presidente Pedro Castillo fue a Cusco, jóvenes feministas salieron a las calles a darle el encuentro en apoyo crítico a su candidatura. Le dijeron fuerte y claro, carteles en mano, pero de manera fraterna: “Profe, sin feminismo no hay revolución”. En el ánimo de esta escena, que grafica claramente que se puede colaborar con el proceso de cambio al tiempo que se apuntan debilidades, me quiero referir a lo ocurrido con el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, en los últimos días.

El primer ministro ha dado un conjunto de declaraciones inaceptables sobre el grave problema de la violencia de género, banalizando la emergencia nacional que vivimos las mujeres todos los días: acoso, violencia física, psicológica y sexual, desapariciones, feminicidios y más.

Cuando Bellido sugiere a las mujeres que antes de denunciar violencia pensemos en los hombres de nuestras familias, y desliza, además, que el tema no es prioritario; revela un profundo desconocimiento e insensibilidad. Peor aún, de confirmarse que le habría dicho a la congresista Chirinos “ahora solo falta que te violen” como ella sostiene, ya estaríamos ante un político que ejerce violencia machista. En cualquier caso, no debería liderar el gabinete de un gobierno de cambio.

Decir esto no significa “hacerle el juego a la derecha”. Cancelar la crítica feminista con esta y otras expresiones redobla la banalización y minorización de la violencia de género y evade la complejidad de las opresiones al jerarquizar un eje de confrontación (izquierda – derecha) por sobre cualquier otro. Más peligroso todavía, exige un bajado de banderas y silenciamiento incluso violento. Hace poco me dijeron “Kaviar infeliz” y “Fujimorista asolapada”, entre otros insultos vía redes sociales, por criticar la homofobia del primer ministro. 

No se puede dejar de lado la instrumentalización de la lucha contra la violencia de género desde los sectores golpistas. Es inverosímil que de pronto el fujimorismo esterilizador de mujeres campesinas y aliado de los anti-derechos muestre tremenda indignación por la actitud misógina y homofóbica de Bellido. Toca también desenmascarar estos intentos como ya se ha venido haciendo desde diversos sectores de los feminismos con trayectoria de lucha y compromiso. Sin embargo, no por ello vamos a dejar de decirle al gobierno lo que está haciendo mal y demandar que rectifique. 

Sin duda, nuestro país es altamente racista y la presencia en las altas esferas del gobierno de políticos que proceden de un sector históricamente marginado levanta resistencias colonialistas. Esto hay que rechazarlo con contundencia, pero también rechazar y desmontar los argumentos culturalistas que pretenden banalizar la violencia de género y la homofobia. La invasión colonial creó la raza y el racismo sí, pero también exacerbó el sexismo y la homofobia desde un binarismo estrecho que bien haríamos en desterrar de nuestra vida social como parte de un proyecto emancipatorio y anticolonial. 

 

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Guido bellido, Pedro Castillo, Violencia de género

Hoy se cumplen 66 años desde que se reconoció el derecho a voto de la mujer peruana alfabetizada, gracias a la lucha de María Jesús Alvarado Rivera, Zoila Aurora Cáceres, Ángela Ramos Relayze, Magda Portal, y muchas otras mujeres cuyos aportes a nuestra sociedad usualmente pasan desapercibidos.

Sin duda, este hito marca uno de los logros más relevantes en el largo camino hacia la igualdad de derechos de las mujeres, pero al mismo tiempo nos invita a reflexionar sobre cuánto hemos avanzado en dicho camino en estas casi 7 décadas.

42 años después del reconocimiento del voto a las mujeres con capacidad de leer y escribir, las mujeres podíamos elegir y ser elegidas, pero esto último no ocurría realmente. Así, se introdujo una nueva institución en la política peruana: el sistema de cuotas. Un concepto, con vocación temporal, que buscaba lograr la equidad en la representación. En las primeras elecciones en las que se aplicó la cuota de 25% de mujeres en las listas parlamentarias, la representación femenina pasó de 10.8% a 20%.

Sin embargo, la cuota por sí sola no rindió los resultados esperados. Si bien la cantidad de candidatas aumentó, ello no se tradujo en la cantidad de autoridades femeninas electas. Por ello, en las últimas elecciones se implementó la paridad y alternancia, una institución que además de asegurar la participación, también establecía reglas para la asignación de las posiciones de las mujeres en las listas electorales. Mediante esta institución, las listas parlamentarias son presentadas de manera intercalada por hombres y mujeres. Como resultado de la aplicación de este nuevo concepto, las últimas elecciones resultaron en un 38% de representación femenina.

El camino para lograr una representación que nos permita estar en todos los lugares donde se toman las decisiones, parafraseando a Ruth Bader Ginsburg, es largo y no tiene los incentivos suficientes. Ejemplos sobran del maltrato y acoso que sufren las mujeres políticamente expuestas por el único y exclusivo hecho de ser mujeres.

Recientemente los medios mostraron la agresión verbal sufrida por una Congresista de la República por parte nada menos que del Presidente del Consejo de Ministros. Esta situación ha suscitado diversas reacciones. Por un lado, algunos condenamos este hecho. No obstante otras personas han pretendido  justificar  al agresor con argumentos falaces relacionados con su lejanía a la capital, o incluso han negado la afectación de la víctima haciendo referencia a su tendencia política. 

El hecho de que  no haya una condena unánime, y que sigan existiendo  excusas o justificaciones para este tipo de situaciones, particularmente a una autoridad política nos hace notar lo lejos que nos encontramos de la igualdad que buscamos. La lucha por la igualdad de los derechos no es una de carácter ideológico, la equidad solo se alcanza cuando incluye a todas las mujeres.

Han pasado 66 años desde que el primer grupo de mujeres obtuvo el reconocimiento de su derecho al voto. ¿Cuánto tiempo más tendrá que pasar para que podamos celebrar una igualdad real en nuestra sociedad?

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derechos, mujeres, pcm, Voto

Mejora en sus niveles de aprobación el presidente Castillo, según la última encuesta de CPI. Su aprobación pasa de 40% a 43.5% y su desaprobación cae de 47.7% a 43.5%. No obstante, sigue siendo una aprobación baja respecto de lo habitual en gestiones que recién se estrenan.

Donde claramente no ha mejorado el gobierno es en materia de la gestión de su gabinete ministerial. Un alicaído 15.7% dice tenerle mucha confianza al gabinete Bellido, 45.7% poca confianza y un 31.9% ninguna confianza.

Respecto de si deben cambiarse algunos ministros con nombre propio, el resultado es devastador: 53.3% cree que Bellido debe ser cambiado; 48% Iber Maraví (Trabajo); 36.9% Ciro Gálvez (Cultura); 35% Juan Carrasco (Interior); 34.6% Juan Silva (Transportes); y 36.1% Walter Ayala (Defensa).

Queda claro que el problema político mayor que el régimen exhibe pasa por la conformación de su gabinete ministerial, donde, políticamente hablando, lo que se aprecia es una batalla campal entre los ministros castillistas y los ministros cerronistas.

Castillo, como líder sindical, cree que puede mecer al país albergando posturas tan encontradas y dejando en suspenso la toma de decisiones (por ejemplo, respecto del titular de Trabajo), y en ese trance la ciudadanía ve crecer el descontento y el gobierno pierde legitimidad.

No es viable un gobierno con tres fuerzas que tiran cada uno para su lado. Entre al ala magisterial vinculada al Movadef, el radicalismo refundacional de Vladimir Cerrón, y el espíritu tecnocrático de la izquierda más moderada, se genera un zafarrancho indigerible que no permite desplegar políticas públicas eficaces e incidentes.

Castillo tiene que mirar al centro. Allí está la clave de la gobernabilidad y de salida de la crisis. Bien lo ha dicho el expresidente Francisco Sagasti en excelente entrevista efectuada hoy por Patricia del Río, en Sudaca: se requiere un coro de centro que ecualice la radicalidad del gobierno enfrentada a la radicalidad de la oposición. El Primer Mandatario haría bien en tenerlo en cuenta. De él depende dar el primer paso para construir ese espacio común.

Castillo está en capacidad de construir un gabinete de centroizquierda que genere consensos inclusive con la derecha. Sería extraordinario. Lo penoso es ver la chatura de un gobernante que no parece ser consciente del inmenso desafío político que tiene entre manos. Gobernar al Perú era ya una tarea difícil antes de la crisis pandémica, económica y política. Hoy, hacerlo requiere mucha inteligencia y coraje para tomar decisiones, virtudes que no parece tener, lamentablemente, el ocupante de Palacio.

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Patricia del R, Presidente Castillo

En los años ochenta, aparecieron -durante el régimen democrático de Fernando Belaunde Terry- dos grupos terroristas que generaron zozobra al país, estos fueron Sendero Luminoso, liderado por Abimael Guzmán, y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), liderado por Victor Polay. 

Ambas agrupaciones, que hicieron mucho daño al país, en los noventas fueron desbaratados. Sobre Sendero Luminoso, que es la organización criminal al que le quiero dedicar estas líneas ahora para los que nos leen puedan apreciar quienes fueron, una vez capturado Abimael Guzmán Reynoso, se dividió en dos agrupaciones: Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef) y Proseguir. 

Desde su aparición, uno de los objetivos del Movadef es continuar su lucha terrorista bajo la aparición política en el escenario peruano. Han decidido, luego de la captura de Abimael Guzmán, continuar políticamente buscando la amnistía de lo que ellos denominan “presos políticos” a los terroristas hoy presos, entre los que figura Guzmán Reynoso (o camarada Gonzalo). Nada fácil por supuesto al inicio, pero con el pasar del tiempo (al infiltrarse en diversas organizaciones como el Sindicato de Profesores u otras organizaciones políticas regionales) han logrado reconstruir operadores políticos que les ha permitido tener presencia a través de protestas sociales. 

En el caso de los Proseguir, una vez capturado el líder terrorista y rompiendo con su la estructura tradicional de Sendero Luminoso, decidieron irse hacia el Valle del Río Apurímac, Ene y el Mantaro (VRAEM) y establecer alianza con los narcotraficantes para así tener financiamiento y continuar con lo que ellos denominan la “guerra popular”. Esa zona, que actualmente está como zona de emergencia, es un sector que ha financiado diversas organizaciones regionales con el fin de tener presencia en el escenario político y así generar las condiciones para su aparición posterior. 

Estas minorías activas presentadas, en un escenario de colapso de los partidos políticos y de preferencias electorales que no pasan del 20%, han tenido su encuentro, movilización y éxito electoral a través de la organización política llamada Perú Libre. A través del líder de este partido, Vladimir Cerrón (según estudios como el de Antezana) existen nexos con el narcoterrorismo del VRAEM. Y a través del actual presidente Pedro Castillo, existen nexos con el Movadef. Sino miremos el apoyo del Conare Sute (vinculado al Movadef) a la movilización que lideró Castillo en la huelga magisterial el 2017.  

Como podrá leer -estimado lector- en este éxito electoral que han tenido han confluido y ahora se encuentran gobernando. Eso nos debe advertir de las estrategias y tácticas que tienen estos grupos terroristas a lo largo del tiempo en el país y en lugares donde ha habido presencia terrorista. 

La situación es complicada, pero no difícil de superar. Para ello es necesario establecer alianzas en todos los frentes para desbaratar la narrativa que han construido y el objetivo político que tienen entre manos. La democracia que tanto nos ha costado construir debe ser defendida. Podrá estar en crisis, pero es la que genera capacidad de resolver civilizadamente los grandes problemas que tiene el país. A los 200 años de nuestra independencia, reflexiones sobre el tema y tomemos medidas los que creemos en las libertades.

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Movadef, sendero luminoso, VRAEM

Difícil definir la semana que pasó. Tal vez la mejor manera de hacerlo sería entender que los peores enemigos son los que están en casa. No se entiende como frente a una posición errática, poco orgánica, muy peleada, el oficialismo -que es más que el gobierno- decida ponerse tantas trabas y trazar una implosión desde su núcleo central. Va esta columna tratando de entender, desde lo que se conoce, qué se está cocinando hacia las próximas semanas.

El factor B

Después de haber obtenido la confianza en el Congreso, se podría prever que desde la PCM se trataría de articular algunos niveles de acercamiento político con los sectores que permitieron que se mantenga en el cargo. Ello no ocurrió, Por el contrario Bellido ha manejado un discurso que obvia esa necesidad de cercanía. Parece que realmente en sus cálculos hubiera preferido perder la confianza. El tema de género, levantado por él durante toda la semana (elegir para despacharse a sus anchas el programa de Belmont es una cerecita en un pastel bien amargo) le abrió una brecha mucho más amplia.

Con todo lo malo que ese flanco abrió, tal vez lo peor del PCM sea no entender cuál es el factor de unidad que genera en su gabinete. Decidieron sacrificar a Béjar, lo cual ha hecho que Béjar pase a ser casi un opositor y nadie quiere ello, y pusieron a Maúrtua, dos personas tan opuestas en su visión de la relación con el exterior que solo confirma que hay sectores que a Castillo le importa poco. Pero también, aparentemente, lo decidieron con Maraví, solo que éste decidió que no se va. Pasando por encima de su jefe directo además. Si Bellido salía a decir que él ministro salía, el ministro salía a decir que no gracias, que se quedaba y que Castillo sabrá hasta cuándo. Ese manejo con impericia con un gabinete que se sostiene por inercia es exactamente la antítesis de la acción de un PCM. 

Pero mejor mostrar nuestro espíritu misógino conversando con Belmont que tener un gabinete sólido y consolidado. Como Cecilia Méndez comentaba en La República el domingo llama la atención también que todo se centre en Maraví cuando tenemos ministros mucho más cuestionados o que deberían serlo como el MTC por ejemplo.

No se trata de cuántos votos sacaron en primera vuelta, que es un argumento muy comentado por analistas para empujar a Castillo y a su gabinete a ceder frente a todos, sino de que son gobierno. El serlo implica gobernar. El gobierno se hace dentro de un sistema de control político permanente. Patear el tablero descoloca a quienes desde adentro sí están apostando por un manejo lógico. Perú Libre, bajo Castillo, no tiene el espacio político para que esa suerte de soberbia genere algún nivel de consenso. Sí, es cierto que Lima no es el Perú. Para tampoco se puede decir que los ratios de aprobación del gobierno afuera de la capital sean maravillosos, apenas son aprobatorios. Entonces es indispensable un espíritu distinto.

Entonces mientras Bellido se mantenga en el gabinete, la posibilidad de tener un manejo más productivo de la PCM será cercana a cero. ¿Por qué no pensar en cambiarlo?  Ese es un misterio sin resolver aún.

El silencio de Castillo

El presidente no habla. Cuando lo hace son discursos cortos, sobre lo que le quiere, llenos de frases comunes y sin sentido de la coyuntura. Parece que su gabinete de asesores no le revisa las cosas que va a decir o no tiene ninguna idea de cómo funciona el Estado y sus instituciones. La mención a una institución de control que quiere crear, sin considerar que describía a la Contraloría, lo exponen innecesariamente y genera un vacío sobre otros temas de los que no quiere hablar.

La intermediación en este país no se basa en voceros sino más bien en discursos de fuente directa. Si Castillo no quiere hablar, pierde un flanco que será rápidamente lleno con voladas, imprecisiones e interpretaciones de los distintos analistas y opositores. Lo que este columnista no entiende es cuánto tiempo tomará para modificar esto, si es que lo hará y cómo la falta de comunicación directa minará más la percepción en la gente.

El Congreso y la oposición

Si desde el Ejecutivo se transmite un mensaje de no entender bien lo que hacen, la imagen concreta de la oposición es que saben bien lo que están haciendo. Y todos los caminos llegan a la ciudad vacancia. Aunque suene de locos siquiera pensarlo, la vacancia ya es una realidad que construir no solo desde los discursos más a la derecha del espectro, sino desde el centro moderado. Las últimas columnas de Augusto Álvarez y de Juan Carlos Tafur, por ejemplo, ya sin pudor deslizan esa posibilidad. Hay poco de base en querer vacar al presidente y es más anecdótico hoy, pero ya se está sostenidamente manteniendo un discurso complejo sobre el tema.

El problema no es la validez del argumento (particularmente pienso que no lo es), sino que en lugar de dar pelea política de frente, se busca borrar una forma no tan extraña de llevar el gobierno. Temas que antes pasaban por denuncias periodísticas en anteriores gobiernos -no por eso aceptables- hoy se flamean como banderas para sacar al gobierno. Si desde el Ejecutivo se amenaza con cuestiones de confianza, desde la oposición se retruca con la vacancia. Al medio muchos nos preguntamos por qué.

Pero además de la manera más torpe, desde la oposición se anula la posibilidad de debate. Las marchas convocadas, dos por semana, el levantamiento de temas que jamás han sido relevantes para ellos -lo del género es trágicamente cómico-, el mostrarse hipersensibles con todo lo que se haga desde el gobierno, lo que termina haciendo es evitar generar la confrontación desde la opinión pública. Sólo importa atacar todo. Poca adhesión real se va a conseguir si se cuestiona todo. Y lo relevante se va a diluir en un mar de nadas.

El confundir la crítica y el control político con la burla y la deslegitimación desde la oposición no contribuyen a ver las deficiencias en un gobierno que también se empeña en mostrarnos sus límites. Menudo escenario nos espera el futuro cercano. De pronóstico difícil. Pero también existe la certeza de que nada bueno va a salir de esto.

En resumen, nos parece difícil que con estos escenarios, la convivencia política y la estabilidad del país serán objetivamente temas con los que viviremos en los próximos meses. Estemos preparados.

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Congreso de la República, Lima, pcm, Pedro Castillo

Para nadie es una sorpresa que Chile no atraviesa, en la actualidad, por su mejor momento futbolístico. Así lo demuestra no solo su última presentación en la Copa América, sino también su problemático inicio en estas Eliminatorias. Pero, aún así, logró sumar en el ‘Rodrigo Paz Delgado’, una plaza en la que Ecuador había ganado todos sus partidos, con la excepción de la derrota ante Perú en la jornada ocho. 

Así, con un planteamiento que, en principio, se erigió sobre una intención conservadora, pero que, a medida del desarrollo —y la oposición del rival, su reorganización tras una expulsión—, mostró versatilidad y algunos momentos más propositivos, el resultado obtenido fue un empate a cero. Por  el aspecto simbólico, este empate puede significar —tomando en cuenta la dinámica y el carácter cambiante de este torneo— una reacción por parte del seleccionado que dirige Martín Lasarte que, vale decir, se estructura a partir de la presencia de sus ya reconocidos y experimentados jugadores, vigentes desde los procesos más exitosos en años previos. 

El primero de ellos, Claudio Bravo, cada vez que fue requerido, respondió con solvencia. Con cuatro decisivas intervenciones, el experimentado golero del Real Betis demostró no solo encontrarse en alto nivel, sino también el liderazgo que cumple en la escuadra chilena. De precisos servicios para conectar rápidos contraataques, mantiene una cualidad que es de las más valoradas en los guardametas para el fútbol contemporáneo. 

Gary Medel, por su parte, junto a Enzo Roco en la zaga central, cumplió, como la mayoría de las ocasiones, una sólida labor en la última línea chilena. Actuando como central por izquierda, el defensor del Bolonia estuvo acertado para los cruces y cubrir su espacio ante las incursiones por el sector derecho del veloz ataque del ‘Tri’. A pesar de la altura que ganaban de sus laterales —José Hurtado y Pervis Estupiñan— y las modificaciones ofensivas que realizó Gustavo Alfaro, el ataque ecuatoriano careció de profundidad, lo cual indica hasta qué punto hubo un buen desempeño de la última línea chilena, que tuvo aplicados a sus laterales Paulo Díaz y Sebastián Vegas. 

En la primera línea de mediocampistas, Charles Aránguiz, correctamente complementado por Claudio Baeza, no solo recuperó una considerable cantidad de balones —más de treinta—, sino que, además, preciso en los servicios, se incorporó al juego ofensivo. Y, jugando más adelantado, prácticamente libre, estuvo Arturo Vidal, quizá el jugador que, por su personalidad, transmita más —futbolísticamente— en su equipo. A pesar del notorio cansancio que mostró desde gran parte de la segunda mitad, el ‘King’ no dejó, nunca, de disputar cada balón, presionar, luchar en cada zona del campo e intentar todo lo posible en ataque, aunque sin la creación de alguna totalmente nítida.

De importantes participaciones en el Atlético Mineiro que acaba de llegar a las semifinales de la Copa Libertadores, pero ubicado como extremo por izquierda, Eduardo Vargas, ahora de nuevo en su rol como centrodelantero, comenzó con mucha movilidad y se le vio más productivo cuando se recogía para aguantar balones y sumarse al juego interior, pero terminó bien cercado por los centrales ecuatorianos. Lo mismo que Jean Meneses: inició más activo recostado por el sector izquierdo, pero fue diluyéndose en el segundo. No de casualidad, la ausencia de gol —hace cuatro partidos que no marca uno— se presenta como uno de los problemas más marcados de Chile, que, además, no cuenta con Alexis Sánchez y, en cuanto a sus ingresantes para suplir dicho déficit, esta vez no estuvieron finos. 

Evidentemente, el fútbol de selecciones y sus partidos tan juntos, ya no es un espacio en el cual se disponga de muchas sesiones de entrenamiento para ensayar y proponer variantes al modo del de clubes, aunque esto sea cada vez menos absoluto. No obstante, y, por ello mismo, más allá de cualquier otra consideración, resultados como este pueden representar un impulso importante, en términos emocionales y de convencimiento, para afrontar los siguientes cotejos. Apoyado en gran medida sobre el aporte que brinda cada uno de sus referentes, si Chile consigue establecer relaciones más dinámicas y ejecuta comportamientos más sorpresivos en su juego ofensivo en su próximo cotejo ante Colombia, podrá refrendar lo valedero de su empate en Quito. 

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