Opinión

Es altamente peligrosa la estrategia común que vienen desplegando los sectores ultras de la derecha y de la izquierda, denunciando una presunta voluntad de fraude por parte de los organismos electorales a favor de uno u otra de las candidaturas.

Es absolutamente imposible que el sistema produzca un fraude. El Jurado Nacional de Elecciones no tiene vela en el entierro (salvo para revisar eventualmente actas impugnadas), y la ONPE ha dado hasta el momento pruebas fehacientes de seriedad técnica y solvencia profesional.

Es clara la estrategia subalterna. De la derecha, que si gana Castillo haya pretextos argumentativos para que algún entorchado militar decida tomar cartas en el asunto y dar un golpe de Estado. A eso conduce tanta alharaca. Y del lado de los castillistas a justificar la turbamulta callejera que pueda desatar si los resultados le son adversos.

Ambos deben ser denunciados por irresponsables, más aún en una elección que será tan ajustada que probablemente no bastará ni el resultado a “boca de urna” ni el de “conteo rápido” dominicales para asegurar el triunfo de ninguno de los dos candidatos y habrá que esperar al conteo oficial de la ONPE que podría demorar dos o tres días.

No hay que hacer eco de las voluntades antidemocráticas de los termocéfalos de ambos sectores. Gane quien gane las elecciones, el resultado debe ser respetado y apuntar a que se produzca la quinta sucesión electoral consecutiva en el país, algo inédito en nuestra historia republicana (lo más cercano a esa circunstancia fue en el llamada República Aristocrática, de finales del siglo XIX e inicios del XX).

La democracia peruana, a pesar de su precariedad, ha sido puesta a prueba en el último lustro, y a pesar de los contratiempos, ha logrado salir airosa, como lo pudo hacer también en los tiempos turbulentos del régimen de transición de Valentín Paniagua. Confiemos en la resistencia institucional de la democracia para hacerle frente a los golpistas de ambos bandos, a quienes solo parece preocuparles su interés político menudo por encima del valor supremo del sistema democrático.

Las elecciones del bicentenario recibirán el mejor homenaje republicano si son aceptadas consensualmente por ambas partes, como corresponde. Esperemos, por ello, que al final predomine la sensatez y la racionalidad.

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Democracia, Elecciones 2021, ONPE

Querida Manuela,

Mi tío Alejandro César Bazan, al enterarse de nuestra correspondencia me comentó de la elegía del escritor chileno Pablo Neruda dedicada a tu memoria, La Insepulta de Paita. La he estado leyendo y releyendo. Es hermosa. Sabemos que falleciste en Paita, pero no sabemos dónde yace tu cuerpo. Muchas personas, cuando les cuento que te escribo no saben de ti, de tu rol en la historia del Perú. Te perdiste en la memoria.

En 1997 estaba haciendo mis practicas preprofesionales en la Adjuntía de Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo. Era una institución reciente, creada con la Constitución de 1993, llena de profesionales jóvenes con lo que me formé en la universidad. Este equipo me dio las bases para ser la profesional que soy. Fue en ese momento que conocí a una mujer única, sensible e inteligente, Angélica Mendoza Almeida, Mamá Angélica, la llamaban de cariño. Era madre de Arquímedes. La madrugada del 2 de julio de 1983, los militares allanaron su casa en Huamanga y la amenazaron de muerte. También estaban su hija Ana María y su esposo Estanislao. Los arrinconaron contra la pared y les apuntaron con armas, mientras sacaban a Arquímedes de su habitación y lo conducían a un vehículo ubicado fuera del domicilio. Mamá Angélica era la presidenta de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecido del Perú (Anfasep), que el 7 de setiembre de 1997 presentaron un petitorio a la Defensoría del Pueblo solicitando se investiguen los casos contra la libertad individual, bajo la modalidad de secuestro-detención y desaparición forzada involuntaria. Esta investigación llevó a publicar el Informe La Desaparición Forzada de Personas en el Perú 1980-1996, herramienta de trabajo y consulta para la Comisión de la Verdad y Reconciliación, el Ministerio Público y la sociedad en su conjunto. Mamá Angélica murió hace tres años, reconocida con la Medalla de la Defensoría del Pueblo, pero sin encontrar a Arquímedes.

​En el 2016, el Ministro del Interior me nombró Defensora del Policía, una Dirección General del Ministerio del Interior, cuyo rol es velar por los derechos humanos del personal policial y sus familias.  Ahí conocí la problemática e historia de 1589 policías con discapacidad, así como de los deudos compuesto por viudas, huérfanos y madres de más de 3200 policías fallecidos a causa del terrorismo. Los policías vivieron enfrentamientos armados, aniquilamientos selectivos, emboscadas, reglajes, coches bombas, intentos de asesinatos, la lucha contra el terrorismo. Ser Defensora también me permitió conocer a detalle la historia de los valerosos policías de la Guardia Civil, Guardia Republicana, Policía de Investigaciones y la Sanidad Policial. Le tengo mucho respeto y siempre seré una defensora de sus derechos, de su historia y de su dedicación.

Manuela, se estima que el número total de muertos y desaparecidos causado por el conflicto armado interno peruano es 69 280, dentro de un intervalo de confianza al 95%, cuyos límites superior e inferior son 61 007 y 77 552, respectivamente según la Comisión de la Verdad. Fue un fratricidio.

Este domingo son las elecciones y, durante esta campaña solo he escuchado palabras vacías sin contenido por parte de todos los candidatos: terrorismo, terrucos, comunismo, democracia, pueblo, miedo, odio. Tenemos un candidato que parece que no es consciente de que somos una República compuesta por ciudadanos(as) con derechos y obligaciones y, por otro lado, una candidata que pretende solucionar todos los problemas sociales y, en especial los de derechos humanos, con bonos económicos. Faltan dos días para elegir nuestros destinos y seguimos confundidos, con un futuro incierto.

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Democracia, Elecciones 2021, Terrorismo

En 1941 se publicó la primera edición de El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría. La novela fue escrita durante su destierro en Chile y ganó el concurso de novela latinoamericana convocado por la editorial neoyorquina Farrar&Rinehart, algo que sin duda contribuyó a un significativo éxito de ventas y de lectoría.

Ciro Alegría, para entonces, ya era un escritor consagrado y venía precedido del éxito de sus dos primeras novelas: La serpiente de oro (1935) y Los perros hambrientos (1939) le proveyeron renombre y prestigio. El mundo es ancho y ajeno se leyó en clave regional y dentro de los cánones del indigenismo.

Sin embargo, creo que, por su carácter épico y visionario, la novela ha sabido trascender esas etiquetas, porque con el indigenismo o sin él, El mundo es ancho y ajeno es, ante todo, una novela de la fractura nacional, algo que nos acompaña históricamente, a través del fracaso de sucesivos proyectos nacionales.

En términos novelescos, es una cumbre del realismo social, un clásico capaz de desbordar su horizonte e interpelarnos hoy mismo, en medio de una polarización entre dos modelos de comunidad: el occidental, “moderno” y el andino (sumar el amazónico), visto como “arcaico”, ignorado y peor comprendido desde la orilla hegemónica.

La novela narra la historia de la comunidad de Rumi, representada por su alcalde, Rosendo Maqui, oponente de Álvaro Amenábar y Roldán, un hacendado codicioso que por ampliar las fronteras de su hacienda despoja paulatinamente a Rumi de sus tierras.

El conflicto enfrenta dos cosmovisiones. Por un lado, la comunidad tradicional, enfocada en labores agrarias, en sus creencias, en su arraigo por la tierra; por otro, la economía feudal, que contaba con el aval del centralismo capitalino y su sistema de justicia, espacio en el que se daban las batallas legales entre campesinos y hacendados.

Este conflicto propone un cambio de perspectiva en relación con las dos novelas anteriores de Alegría. Tanto en La serpiente de oro como en Los perros hambrientos e, tiempo depende en parte de los ciclos naturales; en El mundo es ancho y ajeno, en cambio, predomina la causalidad histórica.

Y si en la base del conflicto está la idea antonómica “barbarie” (campo, comunidad agraria) y “civilización” (núcleos urbanos, latifundismo), Alegría la invierte: la barbarie no está en el campo, sino en el egoísmo y la incapacidad de los sectores dominantes de comprender los valores reinantes en las comunidades campesinas.

La rebelión de Benito Castro, aunque fracase, es paradigmática: la destrucción de Rumi ocurre en un horizonte de relaciones conflictivas y reclamos que incluso hoy no ha logrado ser resuelto. El mundo es ancho y ajeno sigue siendo un vasto fresco social cuyos latidos podemos sentir claramente en la actualidad.

Termino estas líneas recordando al propio Ciro Alegría: “Mi posición frente al indio no es la del patrón ni del turista. Claro que me convendría formar parte de esa vistosa colección de artistas y escritores regalados que todo lo resuelven con ponchos y faldas de colores y alguna historieta mas o menos curiosa o truculenta. Tienen éxito y forman una nueva clase de explotadores del indio. Pero tanto por experiencia e ideas cuanto porque entiendo que en una novela del pueblo deben entrar os conflictos del pueblo mismo, mi oposición personal frente al indio es de adhesión y como escritor asumo sus problemas básicos” (Novela de mis novelas, PUCP, 2004, p.206).

 

Testimonio de dos lectores

Alfredo Pita

“Mis impresiones sobre El mundo es ancho y ajeno son un tanto precoces. Fue la primera gran novela peruana que leí, hacia mis diez años, y fue un libro que, de algún modo, selló mi infancia, dándome a la vez conciencia del mundo y de nuestra sociedad, al tiempo que me confirmaba como lector de historias. La escena inicial, el encuentro de Rosendo Maqui con la serpiente, sigue viva en mi memoria, por su gran eficacia y plasticidad. Más tarde tuve conciencia de otra cosa: Alegría contaba el mundo serrano del norte y me había dejado la sensación, ya en aquel tiempo inicial, de que sus historias de algún modo me pertenecían. Este expresar el mundo de los otros, de contar el mundo de todos, es un claro signo de universalidad, me digo. Eso explica su fama temprana y merecida”.

 

Selenco Vega

Publicada en 1941, El mundo es ancho y ajeno consigue una verdadera proeza literaria: por un lado, plasma una historia conmovedora en la que los comuneros de Rumi, con Rosendo Maqui a la cabeza, se enfrentan al poder y la arbitrariedad del hacendado Álvaro Amenábar y Roldán, quien finalmente los despoja de sus tierras. Por el otro, el estilo y la estructura de la novela la dotan de ese valor artístico que sin duda, constituye el sello común de las grandes obras clásicas.

 

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Ciro Alegría, Literatura, Novelas

En caso de ganar Castillo su gobierno estará signado por la zozobra política, lo que sumado a su pasmosa improvisación (no tiene idea de cómo funciona el Estado), asegura un periodo de inestabilidad y mediocridad gubernativa.

En el escenario de que Castillo llegue al poder y se modere, y decida gobernar con los cuadros técnicos de Juntos por el Perú, podría ampliar su capacidad de convocatoria a partidos como Alianza para el Progreso, Morados, Somos Perú, Acción Popular, pero perderá de sus 37 congresistas a 22 cerronistas que no aceptarán esa moderación. En el mejor de los casos, Castillo logrará 55 congresistas, evitaría que lo vaquen de arranque, pero se despediría de la Asamblea Constituyente y de toda reforma importante.

Lo más probable en ese escenario es que las huestes radicales desengañadas por ese giro castillista, se dediquen a desestabilizarlo desde las calles y bajo ese escenario de presión social -por la decepción popular producida por las enormes sobreexpectativas que existen alrededor de Castillo-, lo más probable que la frágil coalición congresal que lo ampararía termine por disolverse y se conduciría así en una situación de absoluta orfandad y precariedad.

En el otro escenario, el más probable, que mantenga en ristre su agenda radical, sólo sumaría 42 congresistas -menos que en el escenario moderado- sumando solo los 37 propios más los cinco de Juntos por el Perú. Si con esa debilidad política se decide a romper fuegos constitucionales yendo hacia una convocatoria de facto de un referéndum y que lleve a una Asamblea Constituyente, o si busca disolver el Congreso, estará inerme frente a la posibilidad de ser vacado en el cargo.

Y si mediante la presión popular, quizás aupada por medidas efectistas de corto plazo, logra atarantar al Congreso e intenta llevarnos a la deriva inconstitucional, es altamente probable que ocurra una interrupción militar del proceso, de sectores castrenses a quienes no podría cooptar en el intento de llevarnos a la margen chavista o nicaraguense.

Castillo no solo asegura un desastre económico. También nos garantiza un caos político, signado por un autoritarismo creciente y manotazos de ahogado para tratar de resolver una crisis que desborda sus posibilidades de solución.

A ese empeño sería suicida sumarse. Allá con su conciencia la izquierda más moderna y progresista que ha decidido soslayar mínimas aprehensiones políticas y éticas (el silencio sepulcral sobre las barbaridades misóginas y transfóbicas que ha expresado el candidato hace pocas horas, es de espanto) para sumarse a un proyecto que llevaría al país al desastre seguro.

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Elecciones 2021, Pedro Castillo, Perú

La eventual llegada al poder de Pedro Castillo y de la izquierda radical supondría una catástrofe económica sin precedentes en las últimas décadas, solo equiparables a la situación que padecimos en los 80, producto de la herencia velasquista que ni Belaunde ni García se atrevieron a extirpar.

Según cálculos de Apoyo Consultoría, el escenario de un Castillo radical sin Asamblea Constituyente supondría de acá al 2026 un crecimiento total del PBI de apenas 5% frente a un 15% en el caso de ganar Keiko Fujimori. Y de darse el escenario de una Asamblea Constituyente, el PBI global de acá al 2026 caería 1%.

Entre el 20222 y el 2023, el PBI con Keiko crecería 4.4%, con Castillo sin AC 2.5% y con Castillo con AC 1.4%; entre el 2024 y el 2026, con Keiko crecería 3.3%, con Castillo sin AC apenas 1.6, y con Castillo con AC caería 0.9%.

En términos de pobreza, dada la inercia contínua de la pandemia, ésta aumentaría aún, pero en el escenario de ganar Keiko apenas en 200 mil peruanos, en el caso de un Castillo sin Asamblea Constituyente en casi un millón de personas y con AC, más de un millón 600 mil peruanos pasarían a engrosar el bolsón de pobreza.

Todo ello sería concomitante al destino de la inversión privada, que es el principal motor de la economía. Considerando el 2019 como base 100, en el escenario de un triunfo de Keiko, ésta subiría a 120; con Castillo sin AC caería 30 puntos (a 70%), y con el candidato de Perú Libre con AC, se desplomaría a la mitad (50%).

Solo una economía de mercado competitiva es capaz de sacarnos de la pobreza y a la vez de remediar el colapso institucional del Estado. Aún con gobernantes mediocres y corruptos, como los de los últimos 30 años, el modelo de sensatez macroeconómica ha permitido que la pobreza disminuyera de 58.7% de la población el 2004 a 20.2% el 2019, y que la pobreza extrema lo hiciera, en el mismo lapso, de 16.4% a 2.9%.

Producto de la furia popular efecto de la recesión pandémica, el país está a un paso de retroceder décadas en caso de elegir a Pedro Castillo como gobernante los siguientes cinco años. Como siempre ha ocurrido con modelos estatistas e intervencionistas, la riqueza disminuye, la desigualdad aumenta y la pobreza se acrecienta, generando además el colapso del propio Estado en el que se quiere amparar el proyecto izquierdista de Perú Libre. Ojalá el país recapacite y vote racionalmente.

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6 de junio, Elecciones 2021, Pedro Castillo

Que la corrupción siempre ha existido en el Perú, eso es indiscutible. Un país que desde la colonia siempre ha vivido del extractivismo y la exportación, ha tenido que aprender de buena o mala manera a lo largo de sus dos siglos de república, a combatirla y rebajarla lo que fuera posible. Sin duda, si las prácticas de abuso y corrupción como las del siglo XIX (cuando antes y después de la guerra del Pacífico un puñado de familias peruanas y extranjeras se repartió tierras, ganado y minas con todo y población para enriquecer sus bolsillos) siguieran vigentes hoy en día, seríamos un serio motivo de preocupación internacional. Sin embargo, aunque los criterios éticos mundiales contemporáneos de buen gobierno y nuestra dolorosa lucha interna por los derechos humanos se han encargado de ir cerrando el paso a los descalabros de angurria política que busca regresar a aquellos tiempos de leyes con apellidos, las actuales cabezas de redes de clientelaje regional, agroexportación, minería, y narcotráfico han encontrado una vía inesperada que nos ha resultado terriblemente amenazante: han descubierto que pueden perpetuarse en el Congreso y en el Poder Judicial mediante una simple reforma constitucional que les permita perpetuarse en su curul.

 

Esa potestad que tenían los congresistas de poder reelegirse indefinidamente gracias a la Constitución de 1993, las peruanas y los peruanos la habíamos logrado eliminar con el referéndum del año 2018. Como en el referéndum también se planteó la bicameralidad, quisieron los congresistas dárselas de criollos y utilizar esta otra reforma solicitada como un recurso para que el Poder Ejecutivo no pudiera disolver el Congreso tras haber negado la confianza a dos gabinetes ministeriales. Su jugarreta consistió en poner en el proyecto que, si tanto la cámara de Senado como la de Diputados se oponía a esta decisión, esta orden de disolver quedaba anulada. ¡Así de simple! No nos quedó más remedio que tener que abandonar la bicameralidad para que no la utilizaran a su favor. Pero no les dimos el gusto.

 

Ahora bien, sin rendirse, y sacando provecho de la circunstancia electoral presidencial que en estas últimas semanas ha copado nuestra preocupación, y escondiéndose detrás de la campaña acordada por los propietarios de los principales medios de comunicación para no hablar de otra cosa que no sea la que provoque el miedo al comunismo, la mayoría del Congreso, de manera aún más burda, nuevamente ha conseguido cómo cambiar la Constitución para recuperar su posibilidad de reelegirse. Incansables, sabiendo estos congresistas que con una sola legislatura ya no podían modificar nada, porque los cambios a la Constitución solo pueden darse si consiguen la votación favorable en dos legislaturas ordinarias consecutivas o la aprobación en una legislatura y la ratificación en un referéndum, de pronto, de manera tan sorprendente como desconcertante, ¡aprobaron dividir la última legislatura en dos! Aunque usted no lo crea, como en un truco de sombrero o en un momento irónico de Lewis Carroll, consiguieron las dos legislaturas necesarias. El plazo entre la primera y la segunda, la que permite discutir sus propuestas de reformas antes de que cesen sus funciones, durará solo un mes. Un mes tendrán para aprobar la bicameralidad, de tal manera que pasar del cargo de senador a diputado y viceversa, elimine el impedimento para conseguir la reelección indefinida perfecta.

 

Como bien les señaló la presidenta del Congreso, Mirtha Vásquez, puede que sea legal, pero indudablemente, no haberse inventado la posibilidad de crear una legislatura de esa manera no puede ser legítima. De decretarse esta reelección, los congresistas de las 10 bancadas del parlamento que entrará en funciones el 28 de junio (6 de las cuales están vinculadas a Fuerza Popular y otras agrupaciones con congresistas investigados por corrupción) podrán reelegirse una y otra y otra vez. Lo ha leído correctamente. Y si además, usted no vota por la candidata de Fuerza Popular para la presidencia de la República (ya se lo deben haber dicho por la televisión o la radio). perderá su canon familiar y se hundirá en la peor miseria comunista.

 

¿Hasta dónde podrán llegar los engaños y cortinas de humo de las cabezas de las redes de corrupción nacional? Quizá ya deberíamos ser un serio motivo de preocupación internacional.

 

1 de junio de 2021

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Congreso, corrupción, Perú

Esa es la cifra hasta el 22 de mayo, ya oficial y actualizada, del número de fallecidos por covid en el Perú desde el inicio de la pandemia. Un número de espanto que nos convierte en el país con el mayor número de muertos per capita de acuerdo a su población, del mundo.

Mucho de responsabilidad en los gobiernos, sin duda. La mediocridad e indolencia lindante con la corrupción de Vizcarra para la compra de vacunas y la provisión de oxígeno y camas UCI, y la tardía reacción de Sagasti ante la segunda ola (él mismo ha reconocido que los tomó por sorpresa), explican en cierta medida el desastre.

Pero lo que más debería llamar a reflexión es que ese resultado lo que pone en evidencia es el fracaso del Estado peruano, en este caso con el tema de la salud pública, pero la misma situación la veríamos sin nos referimos a otros dos aspectos esenciales del sector público, como son la educación y la seguridad interna.

Y no es sólo ineficiencia o corrupción, lo que explica el desastre. Es verdad que el sector público es un paquidermo que no funciona si no es a las patadas y si no hay funcionarios públicos que se juegan el pellejo judicial haciendo que algunas cosas funcionen nada se mueve, y es cierto también que la corrupción campea en todo el aparato estatal haciendo que la poca inversión pública existente termine en bolsillos privados y no en los beneficiarios finales, como debiera ser.

También es preciso construir un nuevo Estado, de hecho no sólo más eficiente y menos corrupto, sino más grande. Suena a tirar los evangelios liberales por los suelos y seguramente escandalizará a algunos fundamentalistas ingenuos, pero el Perú necesita un Estado más grande. Somos el país con menor tasa de presupuesto público respecto del PBI de la región, y ya nuestra región es una de las que peores índices muestra al respecto en comparación al resto del planeta.

El Estado debe invertir y gastar más en esos tres aspectos esenciales: salud y educación públicas y seguridad interna. Es la única manera de construir un Estado equitativo e inclusive, que haga que la ciudadanía no voltee irritada cada cinco años a buscar un candidato antisistema que ofrezca patear el tablero, como sucede ahora con Castillo y seguramente el 2026 con Antauro Humala si no se hace nada al respecto.

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Perú, Salud pública

Me pasó algo muy curioso el fin de semana. Entre la subida del dólar y, por defecto, del aceite, del pollo, de la papa y del pan, me percaté que mis mascotas, dos perros que en principio pertenecían a mi hermana pero que hace un buen tiempo decidí cuidar, se quedaban sin comida. Hasta aquí nada extraño. Todo en orden. Cada dos meses hago el pedido de su alimento. La última vez fue en marzo. Ya tocaba.

La tienda donde siempre hago esa compra queda muy cerca de mi casa y como allí me conocen y yo al dueño del negocio, paso la tarjeta de débito por el POS sin mirar más detalles, recibo el producto, con él la boleta de venta, y regreso a casa. Ya en casa, dejo las cosas en su lugar y las llaves en la barra de la cocina, recibo una llamada y por alguna razón necesitaba un papel para anotar algo que en estos momentos no recuerdo qué era. Meto las manos en los bolsillos y lo único que encuentro es la boleta que me dieron en la tienda de comida para perros. Escribo lo que tenía que escribir y mientras lo hacía vi la cifra que había pagado hacía unos minutos. Me causa sorpresa. ¿La comida del perro también subió de precio? Termino de hablar por teléfono y de escribir sobre la boleta. Llamo al dueño del negocio y lo primero que le digo es si tal vez se equivocaron al cobrarme no unos soles más sino varios soles más. ¿Quizá el cajero digitó en el POS donde pasé mi tarjeta la cuenta de otro cliente? No hay equivocación, me responde. La comida del perro también subió de precio. Pero estrepitosamente.

El dueño de la tienda me cuenta que hay alimentos importados y otros fabricados en el país pero que hasta esos necesitan insumos del extranjero. Lógicamente la producción se tenía que ver afectada por la subida del dólar. Además, me explica que cada año, por la inflación, las empresas que le proveen a su negocio suelen subir sus precios pero que nunca como ahora. Dice que tiene que ver con la incertidumbre asociada a la coyuntura política y que si Castillo ganara las elecciones los perros también se morirían de hambre.

Sin duda. Los animales también la verían verde o, mejor dicho, no la verían. Quizá Pedro Castillo deba ir pensando, de aquí a una próxima campaña electoral, en unos 20 ó 30 años, en proponer un programa para la pobreza perruna. Esa de “barriga llena, corazón contento” caería bien también para nuestros amiguitos perritos. Claro, si de aquí a 20 ó 30 años Vladimir Cerrón le permite ser el candidato a la presidencia.

1 DE JUNIO DEL 2021 

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Dólar, Elecciones 2021, Perú

En época de elecciones, sobre todo en las segundas vueltas, las discusiones políticas se salen de control: basta que una persona haya escogido a un candidato distinto al de la mayoría para que el grupo de WhatsApp se vuelva un solo de ofensas, la reunión familiar se convierta en gritos, y los extraños en Facebook se sientan con derecho a proferir insultos. En este contexto un cliché se repite con mucha frecuencia: “No destruya amistades por simples diferencias políticas”. Yo no estoy seguro de que este consejo, tomado en sentido literal, sea muy saludable. Ciertamente habría que pensarlo dos veces antes de guardar amistad, por ejemplo, con un neonazi. Pero más allá de casos extremos, yo creo que uno debe romper con algunas personas dependiendo de la forma en que estas suelan encarar las discusiones políticas.

Mi idea es que, si su amigo o familiar es una bestia para discutir, lo mejor es alejarse de esa persona.

El presupuesto básico para una discusión es que ambas personas se presenten con un cierto grado de vulnerabilidad. Ambas aceptan que desconocen la verdad sobre un punto, o que no poseen la imaginación suficiente para concebir argumentos que los hagan dudar sobre algo que creen verdadero. Una buena discusión es como un juego de Jenga. Para pasar un buen rato jugando Jenga no importa tanto quién sea el ganador, sino qué tan alta es la torre que alcanzan a construir juntos. Un buen jugador de Jenga no espera que su contrincante se equivoque y bote la torre, sino más bien desea que el otro consiga colocar una pieza más, para así enfrentar un reto mayor y poner a prueba sus propias capacidades. Ahora bien, imagine que una persona insiste en jugar Jenga con usted, usted accede, pero al cabo de un rato, cuando le toca a usted su turno, la persona le mete un patadón a la mesa para que la torre se desmorone a pedazos, y luego se levanta vociferando ¡gané, gané! Si al cabo de unos días la misma persona se le acerca y le pide jugar de nuevo (y es más, ¡le dice que le encanta jugar con usted!), lo aconsejable, evidentemente, es rechazar la invitación.

En el caso de una discusión, si mi interés es encontrar la verdad, entonces lo que más me conviene es que mi interlocutor articule sus ideas con la mayor claridad posible, para así poder evaluarlas con cuidado. Y si mi interés es poner a prueba algo que yo considero como verdadero, debo también esperar con paciencia, y sobre todo, interpretar los argumentos de mi oponente de la mejor manera posible. Pues cuando interpreto un argumento o idea de manera tendenciosa lo único que hecho es crear una versión distorsionada que es mucho más fácil de refutar, lo cual me da la falsa ilusión de que he ganado la discusión – esto es equivalente a patear la mesa cuando mi oponente de Jenga está intentando poner su pieza, quedándome así con la sensación idiota de que soy un gran jugador.

Si en discusiones previas una persona le ha mentido, se ha burlado de sus ideas, lo ha interrumpido constantemente, lo ha interpretado tendenciosamente, levanta la voz, se irrita, etc., entonces no hay vínculo de amistad o filial que lo obligue a aceptar una invitación para discutir, ni disculpa o excusa que valga. ¿Mi consejo? Evite a toda costa a esa persona. Y si esa persona le pregunta por qué no quiere discutir, evite explicárselo, porque ese intento de explicación también conlleva una discusión.

En elecciones hay que distinguir claramente entre aquellos amigos o familiares que buscan una discusión con usted como instrumento para manipularlo y que vote por un determinado candidato (y para ello usarán mentiras, buscarán asustarlo, infundirle vergüenza, etc.), y aquellos que realmente quieren tener un intercambio de ideas; entre aquellos que quieren patear la torre, y los que buscan construirla más alto. Un votante realmente convencido de que su opción es la mejor no tendría por qué mentir para defenderla, o tergiversar las posiciones contrarias. Al contrario. Su posición se solidificaría aún más si consiguiera rebatir los mejores contraargumentos, no los peores. Y si usted genuinamente no sabe por quién votar, qué mejor que buscar conversación con aquellos que realmente la van a ayudar a construir una alta torre de ideas. Lo que se debe evitar a toda costa es jugar Jenga con Chewbacca.

* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. Obtuvo su doctorado y maestría en filosofía en la Universidad de Virginia, y su bachillerato y licenciatura en la PUCP.

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Elecciones 2021, Jenga, Perú
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