Opinión

La última encuesta de CPI arroja 34.2% para Castillo y 32% para Keiko Fujimori. En los hechos, ya podemos hablar de un empate técnico. Esta medición confirma la tendencia que ya han mostrado Datum. Ipsos e IEP, con Castillo estacionado o ya cayendo (este es el dato político más significativo) y con Keiko subiendo sostenidamente.

El mayor desplome de Castillo ocurre en la costa y sierra norte, donde cae de 40.2% a 28%, y en el interior rural, donde se desploma de 61.5% a 43.6%. En el caso de Keiko, su mayor ascenso ocurre en el interior, que pasa de 17.9% a 28%, en costa y sierra norte, donde pasa de 23.2 a 36.7%, en la costa sur, que sube de 11.9 a 23.7%, en el oriente que crece de 22.2 a 38.6% y en el interior rural que se dispara de 13.8 a 23% (casi el doble).

Ello no es gratuito. Es resultado de una estrategia afinada de Keiko y de una falta de estrategia por parte de Castillo, quien parece seguir convencido de que el “modelo Frepap” -que le permitió pasar a la segunda vuelta- le alcanzará para ganar las elecciones.

Y seguramente pensará que la activación de todos los colectivos antifujimoristas -que será el principal aporte de Verónika Mendoza a su campaña- le alcanzará para crecer, sin percatarse que ya no basta con la puesta en marcha de antivotos sino que la campaña ya entró en otra dinámica.

Se equivoca Castillo de cabo a rabo. El problema para él es que está atado de manos. No puede moderarse porque esencialmente él y Cerrón son radicales y la impostura saltaría a la vista: adscribe una proclama convocada, entre otras entidades, por la Conferencia Episcopal, y al día siguiente lanza una estrategia de reforma constitucional abiertamente inconstitucional y autoritaria.

Se niega a debatir y mostrar equipos técnicos y no ceja en ello, mostrándonos el mismo talante del Castillo de la huelga magisterial del 2017, intransigente, caprichoso y beligerante. Como ocurrió en Ecuador, la derecha va a ganar gracias a los errores de la izquierda.

Castillo no es un buen candidato. Tuvo la fortuna de que la rueda de disruptivos sucesivos que hubo (Forsyth, Lescano, López Aliaga), le tocará justo a él en el momento mismo de la primera vuelta, pero en esta segunda ronda definitoria está mostrando groseramente sus limitaciones.

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Encuesta, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

Con veintidós años en el Arsenal, la trayectoria de Arsène Wenger está fuertemente asociada a los Gunners. Tan intensa identificación con el cuadro londinense, al parecer, impone la idea según la cual la vida futbolística del Profesorse agota en tan largo periplo. Sin embargo, con la reciente publicación de su  autobiografía, traducida al español comoArsène Wenger. La filosofía de un líder(Córner), queda claro que su amplia carrera se conforma de variadas y sustanciosas experienciascomo futbolista y entrenadorque, además, se inscriben de manera protagónica en el marco de las grandes transformaciones del fútbol contemporáneo.

Aunque pueda parecer poco común, en estas memorias, Wenger no tiene la intención de abundar en los detalles, en las descripciones detenidas de los sucesos que configuraron su carrera futbolística y, menos aún, en las «polémicas». Quizá se pueda argüir que la mayor evidencia de ello es que le dedica sólo un capítulo a sus veintidós años en la dirección técnica del Arsenal. Pero, lo cierto es que, a partir de un relato de carácter sintético, el técnico francés incluye no solo reflexiones interesantes surgidas desde la comprensión de su trabajo futbolístico, sino también aporta consejos sobre la gestión en los grupos humanos que pueden ser de utilidad para otros campos profesionales.

Desde su infancia en Duttlenheim, una pequeña comuna de agricultores ubicada en Alsacia, donde predominaban los valores religiosos y el respeto por el «esfuerzo físico», el fútbol se convirtió en la actividad que le daría sentido a su vida. En el bar de sus padres, por las noches, el humilde equipo de comunidad se solía reunía para organizarse; de ese modo, Arsène fue adquiriendo interés en el juego. Así, ante el limitado horizonte de expectativas que otorgaba la cotidianidad del pueblo, el fútbol se constituyó como un espacio de libertad y de imaginación. Este es el recuerdo de aquellos días:

Jugábamos en la calle. Jugábamos sin camiseta, sin entrenador y sin árbitro. Jugar sin camiseta era estupendo porque nos obligaba a levantar la cabeza, a desarrollar visión periférica y a adquirir una visión profunda. No tener entrenador cuando éramos jóvenes también era muy bueno, porque nos hacía tomar la iniciativa ¿No habremos caído en todo lo contrario hoy día?

A lo largo del texto, aparecen una serie de cuestionamientos similares. No es una visión idealizada del pasado ni mucho menos pesimista, pero sí una que intenta reconocer y recuperar la tradición para, desde ahí, ejercer una crítica sobre cuestiones problemáticas que han surgido en la actualidad. Por ejemplo, la del uso predominante de los datos en los equipos. Las estadísticas y la tecnología deben formar parte del análisis futbolístico de cada jugador, pero hay que usarlas a partir de un conocimiento profundo del juego. Los últimos estudios muestran que demasiados datos pueden desmoralizar al futbolista, al que parece que se despersonaliza, señala.

Wenger fue introductor, en todos los equipos que dirigió, de innovaciones en los entrenamientos, un creyente de la importancia de cuestiones tildadas en su momento de secundarias como la alimentación saludable para sacar el mejor rendimiento de sus jugadores. De hecho, en su etapa en el Mónaco entre 1987 y 1994, cuenta qué tan útil, para su trabajo, fue la introducción de la tecnología Top Score, pero siempre de forma suplementaria, entendida como un apoyo que permite tanto seguir el progreso de los futbolistas como impedir que las emociones –por lo general negativas- dominen sus valoraciones como entrenador. El fragmento, que no de casualidad menciona la «despersonalización», se puede entender en el marco de la crítica al «dataísmo» de Byung Chul Han, pues ese conocimiento profundo del juego que señala Wenger no es sino capacidad de interpretación, de otorgar sentido en el  análisis del juego: El dataísmo es nihilismo. Renuncia total al sentido. Los datos y los números no son narrativos, sino aditivos. El sentido, por el contrario, radica en su narración. Los datos colman el vacío de sentido.

Así, en el capítulo sobre sus años por el Mónaco, años de de su madurez en banquillos, con títulos, grandes fichajes de jóvenes promesas como George Weah, Liliam Thuram y ascenso al primer equipo de jugadores de la talla de Thierry Henry, se encuentra una definición de la acción del pase que capta la sensibilidad de la visión futbolística de Wenger: Hacer un pase es comunicarse con el otro, estar al servicio del compañero. Resulta esencial. Para que el pase sea bueno, el jugador tiene que ponerse en el lugar de quien va a recibirlo. Es un acto de inteligencia y generosidad. Yo lo llamo «empatía técnica». De esta forma, la empatía en el plano colectivo, el de la interacción entre los futbolistas, se genera con mayor naturalidad.

Tras su exitosa campaña en la institución monegasca, el técnico francés aceptó una propuesta proveniente Japón y se convirtió en entrenador del Nagoya Grampus. Luego de un inicio complicado con ocho semanas sin victorias, donde incluso se intentó sacar a su intérprete, el Profesorrealizó no solo determinadas modificaciones tácticas, sino también en su propia disposición hacia los jugadores. La diferencia cultural requería una postura abierta a la comprensión, a la adaptación y, en ciertos casos, a otorgar concesiones. Esto no implicó una pérdida de autoridad, pero sí una conducción distinta que trajo buenos resultados, pues el equipo mejoró de manera notable, consiguiendo  títulos como  la Copa del Emperador en 1995 y la Supercopa de Japón en 1996. Para Wenger este periodo fue el de un reencuentro con los orígenes viví por el juego y para el juego [] volví a la esencia de nuestro trabajo-, una desintoxicación de todo lo que rodeaba al balompié europeo y, en especial, la adquisición de una serie de aprendizajes culturales que enriquecieron su aproximación hacia el fútbol.

Cada lector sacará sus propias conclusiones del capítulo más cuestionado del libro, a saber, el que aborda los años en el Arsenal. Esperaba algo más de los pasajes en los que se relata la conformación y las vivencias de esos equipos campeones en los años dorados previo a la final perdida de la Champions League del 2006 frente al Barcelona, el gran momento de quiebre. Aun así, los comentarios sobre la llegada al club londinense de jugadores como Patrick Vieira, Nicolas Anelka, o Kolo Touré, el traslado al Estadio Emirates y su impacto en las medidas austeras de gasto que supo equilibrar Wenger con su liderazgo futbolístico, ganan su interés. Además, vemos algunos apuntes que son centrales para comprender la conflictiva actual coyuntura:

Progresivamente, hemos pasado de que los propietarios fueran los propios aficionados a que lo fueran los inversores. Con todo lo que ello implica, los clubes -y el Arsenal no es una excepción- se han convertido en empresas. La dimensión humana se ha perdido, o al menos se ha reducido. La organización se ha vuelto más pesada, y la parte técnica -el equipo, los jugadores, la cantera- se han empequeñecido en el seno de una empresa cuyos departamentos comerciales, de marketing y de prensa ocupan cada vez más espacio.

A medida que va llegando el cierre de su etapa en el Arsenal, ya mostrando desgaste fuerte, la partida cada vez más rápida de futbolistas, la intromisión de falsos especialistas con opiniones sesgadasy la burocratización del club, se evidencia que la tensión por preservar la «identidad», el «espíritu deportivo» de la institución era mayor. A pesar de todos los logros y el legado construido, la desazón con respecto al último trato de tanto de ciertos grupos de hinchas como de los directivos no deja de remarcarse. Se entiende, además, por la dedicación absoluta, monacal, con el club en cada temporada, que no siempre fue reconocida, incluso con episodios de marcada hostilidad de la prensa. Por ello, la figura de Arsène Wenger tiene algo de nostalgia. Pero, no es una nostalgia que detiene ni anhela un pasado que nunca existió, sino que apunta a seguir contribuyendo al progreso del fútbol desde el compromiso y la pasión por el juego. Así, qué mejor lugar para cumplir con ello que como director de Desarrollo Mundial de Fútbol de la FIFA, su nuevo espacio en el mundo del fútbol.

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Arsenal, Arsène Wenger, Fútbol
[CAJA NEGRA] Se acorta la brecha entre Castillo y Fujimori. Desafíos pendientes para ambos
 

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Encuestas, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

Es un error de ingenuidad creer que Pedro Castillo es una marioneta de Vladimir Cerrón, y que éste último es el radical y Castillo un eventual moderado en quien sí se puede confiar.

Hay que recordar que Castillo fue representante del sector ultraradical, vinculado al Movadef, del magisterio nacional en la huelga del 2017, y en ese entonces no conocía a Cerrón ni en pelea de perros.

Castillo es más radical que Cerrón. Lo demuestra en su última entrevista dada a los colegas María Elena Castillo y Enrique Patriau, de La República, en donde deja en claro cuál será su estrategia de copamiento de poderes y desconocimiento del orden constitucional. Castillo piensa convocar a un referéndum sobre si cabe o no una Asamblea Constituyente y si la consulta le es favorable (algo altamente probable, considerando que bastará aplicar cuatro o cinco medidas gubernativas demagógicas para obtener altísima popularidad), convocarla, más allá del Congreso constituido y sin importar que se esté saltando a las normas vigentes olímpicamente.

Cerrón al menos se había mostrado más “legalista”. Él había sugerido presentar cuestiones de confianza sucesivas al Congreso entrante, forzar a su negativa (algo muy fácil también, si se proponen despropósitos inaceptables y además se instruye a sus propios congresistas a votar contra), y luego disolverlo, convocando a nuevas elecciones congresales con el fin de obtener la mayoría suficiente para emprender las ansiadas reformas constitucionales.

El riesgo de una destrucción desde adentro de la democracia por parte de Perú Libre y el inicio de un proyecto autoritario está más que escrito. Las pruebas están al canto en las declaraciones de los líderes del partido y el propio candidato presidencial.

Es un camino que, además, no resulta inédito. Lo han seguido Chávez, Correa, Ortega y Evo Morales. Es un software político de copamiento del poder y de todas sus instituciones, de estatización gradual de la economía y destrucción del libre mercado, de sojuzgamiento o asfixia de la prensa independiente, de perennización en el poder, etc., etc.

Si ganase Castillo -lo que, al parecer, según las encuestas al unísono, es probable que no ocurra-, entraríamos a un camino político sin retorno inmediato. Le costaría años al Perú librarse de la costra autoritaria que está detrás del proyecto político de Perú Libre, de Castillo y Cerrón, al unísono.

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Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

La última semana se ha constatado que la tendencia electoral va en función de una Fujimori en avance y un Castillo entre estancado y en declive. A una velocidad acelerada, vale mencionar. ¿Es esto definitivo y nos acercamos a una presidenta el 7 de junio o tendremos una pelea con final impredecible? Ensayamos para eso una lista de escenarios y actores que pueden alterar el panorama

Si hay una tendencia clara luego del fin de semana y de conocer las últimas encuestas, es que Fujimori va avanzando y Castillo retrocediendo. Que además las distancias se han reducido ahora sí dramáticamente, poniéndolos, números más y números menos, a 5 puntos de distancia.

Lo otro que es claro también es que si no hay algo que pueda ser relevante o significativo, podemos cambiar el orden de los candidatos de cara al 6 de junio. ¿Por qué? Por la tendencia, pero también porque hay una candidata que hace campaña y otro que parece que quisiera minar la propia.

Castillo no quiere -o no puede- entrar en el juego de la campaña formal y queda continuamente descolocado frente a todo el despliegue de fuerza orgánica propia y la que le ha llovido gratis a Fujimori. Entonces, no hace cambios a la estrategia que lo llevó a ganar la primera vuelta y eso lo lleva a detener su avance y a retroceder en las preferencias.

La encuesta de ayer de IEP es muy clara en eso. Castillo ya no está estancado, retrocede. Y Fujimori ya no se nutre de indecisos, le está quitando votantes a Castillo. Ese escenario era el peor posible para un Castillo envalentonado pero sin aparato detrás que le asegure estrategia. Sin estrategia su campaña es contradictoria, opuesta, impredecible. Un día quiere ser garante de derechos y al día siguiente se tumba esa idea. Un día quiere A y el otro grita B en una plaza. Hace lo que en buena medida le nace hacer. Aunque la presidencia de la República no sea un cargo por impulso.

Por el otro lado, y como todo en su vida, la cosa viene muy fácil. Todos le regalan su apoyo de manera incondicional. Mejor corrupto conocida que comunista por conocer parece ser el derrotero de esta campaña. Es la definición perfecta del mal menor. Hay un juego mediático sin ningún contrapeso. Hay “iniciativas ciudadanas” que son campañas descaradas que nadie quiere cuestionar, porque no son partidarias. Hay endoso de apoyo sin criticidad. Muy fácil. Como fácil estudió, fácil fue su carrera política y fácil le ha sido zafar del acoso judicial, del que posiblemente se libre para siempre después de estas elecciones. Es impresionante la estrella de la candidata que ha logrado convertir adversos y hacerlos portavoces de su campaña.

¿Qué podría cambiar las tendencias y ponernos en escenarios distintos? Hay pocas cosas que hoy generen un contrapeso que vuelva a poner a Castillo en subida y a Fujimori en bajada, pero vamos a elaborar algunas hipótesis.

  1. La campaña de contacto directo vuelva a tomar impulso. Esa campaña que llevó a Castillo a triunfar en primera vuelta. Esa que privilegia la plaza pequeña, el boca a boca, el WhatsApp como la red de intercambio y propaganda. Esa campaña de la que tenemos tanto por aprender aún. Castillo demoró en prender en primera vuelta. ¿Podría estar demorando su explosión? Muy poco probable. Más si no da golpes de timón relevantes. Ya no estamos en el voto de protesta. Es quizás el voto de propuesta el que se manifiesta ahora. 
  2. La probabilidad de algún destape. O de algún hecho que se conozca de los candidatos en la campaña, aunque estamos seguros de que está más cerca, como probabilidad, de hundir a Castillo que a Fujimori. La candidata hoy tiene toda la prensa masiva de su lado, de una manera impúdica. Por ese lado, no es esperable que haya algo que a nivel de medios masivos pueda hacer que la candidatura fujimorista tambalee. Más bien tenemos que esperar más celo con Castillo y su entorno. Aunque cualquier noticiero local sea ya caja de resonancia de cualquier cosa que se diga para hundirlo.
  3. Adherencias. Creemos que más allá de la discusión sobre si implican votos o no, el que estructuras partidarias decidan su apoyo por uno u otro candidato puede ser definitivo. Si el apoyo de Mendoza y JP a Castillo es importante a nivel de discurso, el de APP y de RP a Fujimori es más significativo porque implica movilización y logística. Algo que a Castillo le falta a raudales. Lescano, Guevara y esa facción de AP aún podrían entrar más en campaña, pero no parecen cercanos a Castillo. Pero nadie más aparece en el horizonte para el lápiz.
  4. Estrategas. Desde la primera vuelta extrañamos la presencia de campañas inteligentes, orientadas, que supieran encauzar ideas y establecer ejes programáticos. En esta segunda vuelta es evidente que ello se mantiene. Una alternativa para Castillo puede ser la adhesión de algunos estrategas que puedan generar un impulso importante. En el caso de Fujimori, parece ser que los ecuatorianos que este portal destacó han hecho su trabajo. Se habla desde Otero hasta quienes llevaron la campaña del MAS en Bolivia como potenciales soportes de Castillo. Veremos si eso se materializa.
  5. Sociedad Civil. Un contrapeso importante en las últimas elecciones han sido las iniciativas libres de la sociedad civil. Desde la relevancia que tomaron los movimientos antifujimoristas en el 2016 hasta la calle que logró revertir el golpe de Estado de Merino hace apenas unos meses. Pero esa sociedad civil parece agotarse en la fórmula de manifiestos y acuerdos. No se percibe una efervescencia en la calle, una sensación tan fuerte que pueda hacer tambalear las tendencias actuales. A no ser que despierte pronto, no parece que la calle vaya a ser un factor importante. Si despierta, veremos lo que ocurre.
  6. El contexto -y aprovecharlo-. Hoy parece que vivimos en una burbuja y nada de lo que pasa alrededor importa en esta campaña. Casos como el estallido social y la represión de Duque en Colombia, o el anuncio de Biden de políticas tan a la izquierda que hacen parecer a Mendoza de centro, no juegan en esta campaña y algo podríamos pensar que nos quieren decir, pero nos miramos tan al ombligo que ni eso influye.

Creemos que estos 6 elementos podrían ser significativos en lo que queda de campaña. Pero no somos optimistas de considerar que lo van a ser. La mesa está servida para Fujimori. Va a depender sólo de ella sentarse a comer. Ojalá que quienes dieron apoyo público a su candidatura asuman ese costo. Del lado de Castillo, vale la pena preguntarse si realmente quiere ganar. 

La encuesta del IEP publicada hoy, la encuestadora que más generosa había sido con Castillo en su primera medición post primera vuelta (la tercera semana de abril le otorgó una ventaja de 20 puntos), hoy revela que la distancia se ha acortado a apenas 6.2 puntos; en la práctica, considerando el margen de error, casi un empate técnico.

Castillo se desploma. Cae 5.3 puntos, revelando una tendencia que coincide con otra de una encuesta privada seria. El puntero empieza a perder adeptos. En cambio, Keiko Fujimori sube nada menos que 8.5 puntos, manteniendo la tendencia que el resto de encuestadoras le asignan.

Sin duda, el parteaguas ha sido el debate de Chota. Por eso, Castillo se corre de tener otro encuentro de ese tipo porque sabe que las tendencias lo muestran como probable perdedor. Es por sus propios errores que está regalándole el triunfo a Keiko Fujimori.

La candidata de Fuerza Popular sigue un libreto muy eficaz y lo sigue al pie de la letra. Primero, se planteó la ecuación “peruanos versus el comunismo” como un modo eficaz de contrarrestar el “pobres versus ricos” propuesto inicialmente por su rival. Le ha resultado con creces. Ha recapturado el sector derechista, que es mayoritario en el país. Por más que los “genios publicitarios” aconsejen cambiar de guión, no se mueve lo que ha demostrado funcionar y falta aún cosechar en ese bolsón derechista o centroderechista indeciso.

Luego, sobre ese mantel se ha empezado a servir un buffet de ofertas, algunas de ellas populistas (canon directo, duplicación de Pensión 65, bono Covid, etc.) dirigido al aún refractario D y E. En ese esfuerzo está.

Y para conquistar el antivoto aún tiene tarea por desarrollar. Se impone un compromiso con la Patria o algo así, más extensivo e inclusivo que el promovido por la Conferencia Episcopal, que la verdad es que resulta demasiado laxo. Y si a ello le suma la convocatoria paulatina de personalidades no fujimoristas, tipo Luis Carranza, podrá atacar ese gran segmento, que es el fuerte antivoto, hoy exacerbado por la maquinaria mendocista prestada a su adversario.

Castillo no tiene estrategia. Va de tumbo en tumbo, yéndose de boca (ese desafío miserable a debatir en el penal de Santa Mónica le va a costar puntos), un día es moderado, al día siguiente lanza arengas radicales, rehúye los debates y la presentación de su equipo técnico, etc. A este paso, en Perú va a pasar como en Ecuador, donde Lasso ganó más que por sus méritos, por los errores del candidato correísta.

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Encuesta, IEP, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

No me sorprende que en el Perú no hayamos reparado que el pasado 29 de abril, Joe Biden, Presidente de los Estados Unidos de América, pronunció, ante la sesión conjunta del Congreso de la Unión, un histórico discurso que posiblemente represente el puntillazo final al neoliberalismo a ultranza que ha normado las relaciones económicas en el mundo desde su advenimiento a principios de la década de 1980. 

Para entonces las condiciones estaban dadas, la crisis del embargo del petróleo de la OPEP de 1973 había magullado las economías occidentales, pero, al mismo tiempo, había sumido en una crisis sin retorno a sus símiles socialistas. Los resultados no tardaron en llegar. Para 1987, Mijaíl Gorbachov, nuevo presidente de la URSS, ya negociaba con sus antiguos archienemigos la inyección de capitales frescos para el bloque oriental, pero era tarde: bajo el transparente empuje de la glasnost, el socialismo real estalló en pedazos ante los ojos atónicos del mundo, al punto que en 1991 no quedaba ya casi nada de él. 

Era la hora del neoliberalismo, el economista John Williamson se apresuró, en 1989, en llamar Consenso de Washington a las 10 recetas con las cuales el FMI, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro Americano impusieron un nuevo orden económico basado en la desregulación y la semi eliminación de la participación del estado en la economía. Había llegado la hora del mercado cómo supremo juez de las relaciones comerciales y como gestor de la estabilidad macroeconómica. 

Casi cuarenta años después de los tiempos en que Reagan y Thatcher  diesen los primeros pasos en la implantación de un nuevo orden mundial basado en un renovado laissez-faire, Joe Biden gira las tuercas en la dirección contraria con una energía que casi nos hace recordar los amables tiempos de George Marshall con Europa Occidental en la post Segunda Guerra Mundial: sustancial alza en los salarios, importante reducción en el precio de las medicinas, salud universal, sindicalización universal para una gran nación construida por sus trust de obreros y sus clases medias, y no por los hombres de Wall Street. 

El designio no puede ser más claro, la pelota ha cambiado de dueño en un país, y en un mundo, en el que las ganancias del capital crecen, como diría Thomas Piketty, en su célebre El Capital del siglo XX, a un ritmo mucho mayor que el del resto de la economía, y en el que la acumulación de la riqueza no se relaciona, ni por asomo, con su distribución(1). En este aspecto, la libertad del mercado fracasó estrepitosamente en el encargo de generar bienestar por lo que el Estado tendrá que invertir casi con tanta energía que en los aciagos tiempos de la New Deal de Franklin Delano Roosevelt, tras el Crack de 1929. 

América Latina 

No quisiera prolongar demasiado estas líneas. El mercado como regulador de la economía no existe. En su remplazo existen las grandes corporaciones multinacionales o internacionales y, para el caso de nuestros países, sus intermediarias, las grandes burguesías nativas. Suena a manual de marxismo para principiantes, pero funciona en la realidad, al punto de que por eso estalló Chile en 2019, donde las tesis de Thomas Piketty funcionaron a la perfección. Allí el dogmatismo del ortodoxo piloto automático fue tan extremo que bastó que una mañana unos jóvenes se negasen a pagan la tarifa del transporte público: el país estalló en llamas. La riqueza estaba demasiado mal distribuida, ni que hablar del acceso a los servicios de salud y educación. 

En caso colombiano parece más irreal. Tras la pandemia del COVID, la clase política, personificada en su presidente, ha pretendido recuperar lo perdido, una vez más, a costas de aumentar la carga tributaria sobre las clases medias y trabajadoras obteniendo el mismo resultado, otro país convulso, lo que me remite al título de este artículo: el presidente del uno por ciento, que es la idea central del discurso de Joe Biden ante el Congreso de la Unión. Dijo Biden que el pueblo ya estaba pagando suficiente, que ahora le tocaba a ese 1% que concentra casi toda la riqueza hacer el esfuerzo de pagar más impuestos para nivelar las cosas. 

El Perú: retrato de un país surrealista

Si algo pudiese preguntarle a nuestro nobel Mario Vargas Llosa es por qué le creyó a Ollanta Humala y no a Pedro Castillo. Ojo que Castillo acaba de firmar las mismas garantías democráticas que Humala, y Castillo, que yo sepa, no ha sido financiado por el Hugo Chávez de sus mejores tiempos, ni proviene de una formación castrense que pudiese amenazar el orden constitucional, al contrario, es un ex-rondero y maestro de escuela rural.  Pensando el tema, comienza a latirme que Vargas Llosa se sitúa, si acaso no lo estuvo siempre, entre quienes sostienen el modelo hasta las últimas consecuencias, y comienza a latirme también que lo que está en juego, lejos de la manida disyuntiva democracia vs comunismo es neoliberalismo autoritario vs democracia con reformas sociales las que, muy probablemente, deban pasar por profundos cambios constitucionales. 

Pedro Castillo usa poncho y sombrero, pero lo que verdaderamente aterra a nuestra derecha neoliberal es que su discurso lo acerca demasiado al programa reformista de ese apacible gringo llamado Joe Biden, a la sazón presidente de los Estados Unidos de América, no vaya a ser que arruine la fiesta, aquí en la tierra del sol.  Otra vez el Perú, y sus fuerzas económicas, remando contra la historia. La idea es salvar el kiosko, no importa si se incendia el barrio. 

(1) Andreu Missé. Biden, la utopía útil de Piketty. https://elpais.com/economia/2021-05-03/biden-la-utopia-util-de-piketty.html

¿En qué se parece el Perú a una madre?

No hace falta pensar mucho para llegar a una respuesta. Imágenes del país natal como una fuente generosa de recursos naturales y humanos abundan en la historiografía, no solo en el Perú, sino en todo el mundo. La convencional designación de “patria”, es decir, la colectividad más el territorio, unidos en una amalgama indivisible, es exaltada al rango de sagrada, hasta el punto de que muchos están dispuestos a sacrificar sus vidas por ella.

Pero, curiosamente, el nombre tiene una connotación masculina obvia, pues deriva del latín que señala el lugar de origen de nuestros padres. Se refería en la antigüedad a un espacio mucho más limitado, el de una ciudad o región, semejante a lo que hoy llamaríamos la “patria chica”. Más tarde, con la creación de los estados nacionales modernos y su afán de abarcar espacios más amplios y transregionales, la patria pasó a ser equivalente del país entero, homogeneizado bajo una administración central que supuestamente representa a todos sus habitantes, puestos en el mismo saco pese a sus diferencias.

En efecto, el nombre de “patria” tiene un origen masculino, pero se vuelve femenino por la necesidad de significar ese aspecto protector y a la vez intachable que nos permite pensar en ella con un orgullo profundo y una entrega incondicional. Por la patria se hacen guerras y por la patria se cantan himnos y se saludan banderas. Por la patria aguantamos mil pesares y trabajos, pues el sacrificio supone una mejora, aunque sea a largo plazo. Pero la patria, aparte de una idea, es también una realidad. Está en cada una de las personas que la habitan, en sus valles y sus cerros, en el mar que la besa, en sus ríos turbulentos, en el barrio en que crecimos, en sus “bosques de pinos, / fortalezas, / una ciudad deshecha, / gris, monstruosa, / varias figuras de su historia”, como decía el poeta mexicano José Emilio Pacheco en su famoso poema “Alta traición”.

En el Día de la Madre quiero compartir esta breve reflexión no solo para rendirles homenaje a todas las madres peruanas y del mundo, sino también para subrayar lo importante que es pensar en términos de nuestro futuro, más allá de los lugares comunes que suelen decirse en esta fecha. Pensar en la madre es pensar en su bienestar, con agradecimiento; es pensar en que a ninguna madre le falte el cariño de sus hijos y que estos a la vez se vean siempre amparados por su ternura incondicional.

Pero nada de esto es posible si falta el alimento, el calzado, el mínimo cuidado de nuestra salud. Nada hiere más a una madre que la situación de abandono de sus hijos. Y nada debería herir más a un ser humano que ver a una mujer golpeada, maltratada, violentada, olvidando que en ella podríamos tener a nuestra propia madre, hermana o hija.

La estadounidense Anna Jarvis empezó en 1905 una ardua campaña por designar un día del año en homenaje a nuestras progenitoras. Y finalmente lo logró, instaurándose en la mayoría de países el segundo domingo de mayo para celebrar tal fecha. Las que somos madres sabemos lo que esto significa. Es un día de gozo si tenemos a nuestros hijos cerca y de nostalgia y orgullo si están lejos. Pero de ninguna manera es un día indiferente.

Cuidemos a nuestras madres y cuidamos a nuestra madre, el Perú. Todos sus hijos merecen atención, especialmente los más olvidados. Hagamos de nuestra patria una madre digna, plena, empezando por nuestra progenitora en la familia. Y que ese amor se extienda a todos los peruanos y peruanas, hijos como somos de la misma madre.

“Entre ti y el horizonte / mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos / Porque ante ti, madre, callan las rosas y la canción”.

 

En medio del bullicio electoral, hay un hecho político que está pasando relativamente inadvertido, y es la excelente gestión administrativa que está desplegando el presidente Sagasti en las tres materias que se comprometió a respetar: lucha contra la pandemia, salida de la crisis económica y neutralidad electoral.

Acaba de anunciarse la firma de un contrato para la llegada segura hasta fin de año de 60 millones de dosis de vacunas, cantidad suficiente para inmunizar a todo el país, de sobra. Y Sagasti recibió el gobierno con nada entre manos. La gestión lamentable de Vizcarra, Gustavo Zevallos y Víctor Zamora -prejuiciada ideológicamente o con intereses subalternos-, se la pasó entretenida enmaniobras políticas para mantener alta la popularidad gubernativa y no movieron un dedo para proveer al país del único medio seguro que existe para controlar la pandemia, como es la vacuna.

En ese sentido, hay que reconocer el trabajo valioso del Presidente, de la premier Violeta Bermúdez y de modo particular del canciller Allan Wagner, quien se ha puesto al hombro la tarea de gestionar los contactos y contratos con los laboratorios. Y en términos de vacunación la labor del ministro de Salud, Oscar Ugarte, complementada por la superlativa eficacia de Fiorella Mollineli en EsSalud, han garantizado un proceso ordenado y transparente.

Llama la atención por ello la estupidez soberana de algunos congresistas que pretenden censurar al gobierno si es que éste acude al Tribunal Constitucional por la ley que permite el retiro de fondos de las AFP. Personalmente, creo que el Gobierno debiera permitirle a la clase media recuperar algo de holgura presente, aun a costa de su jubilación futura, porque la emergencia la amerita, pero si decidiese otra cosa, lo entendería como un acto soberano del Ejecutivo.

Tirarse abajo en estos momentos al gobierno, supondría un acto de irresponsabilidad extrema. Sería ahondar la crisis política, atizando la hoguera de la cual se alimentan candidatos radicales como Pedro Castillo, cuya disrupción ha sido posible justamente por la simultaneidad de crisis que hemos soportado.

Ojalá las mayorías congresales no hagan eco de esta barbaridad y más bien reconozcan que el país está siendo bien conducido, a pesar de la emergencia bajo la cual llegó al manejo del Estado Francisco Sagasti, en medio de inestabilidad política y convulsión social.

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Allan Wagner, Francisco Sagasti, vacunas
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