Opinión

 

Hola amigos. Soy Pedro Guevara y esto es “En pellejo ajeno”. Hoy hablaremos de las Asociaciones Público Privadas como una alternativa para mejorar la educación peruana.

Démosle una mirada a la educación peruana. La expansión de los servicios educativos de las últimas décadas no ha venido acompañada de una mejora en la calidad. La punta del iceberg son los resultados del examen Pisa del 2019, donde ocupamos el puesto 64 entre 77 países. El sector público por si solo, no ha podido ofrecer educación de calidad y de manera equitativa. En resumen, la educación peruana constituye una traición para millones de estudiantes. Es un sistema que genera discriminación y exclusión social.

 

 

Veamos los sistemas educativos en el mundo. El problema en el Perú y muchos países del mundo es que el sector público, por si sólo, no ha podido ofrecer educación de calidad y de manera equitativa. La alternativa de solución en muchas partes del mundo: las APP (Asociaciones Público-Privadas). En ese sentido, proponemos (como complemento de la educación pública) el establecimiento de APPs para mejorar la calidad y cobertura de la educación peruana.

¿Cómo y dónde funcionan las APPs educativas? Las APPs como mecanismos de “School Choice” o “escogencia de colegios es una alternativa que funciona en muchas partes del mundo, tanto en países industrializados como en países en vías de desarrollo.  Tiene su fundamento en la libertad que se les da a los padres, para escoger la escuela que consideren más aptas para sus hijos. Las APPs funcionan para enseñar a estudiantes de todo nivel socio económico, en diferentes modalidades y niveles educativos.

¿Cómo podríamos clasificar a los tipos APPs que proveen servicios educativos?  (Ver Tabla adjunta)

Tendríamos que considerar primeramente, quienes ofrecen la provisión del servicio y el financiamiento. La provisión, puede ser privada o pública y el financiamiento también. En un caso extremo tenemos a los centros educativos en los que tanto la provisión como el financiamiento son públicos. Es el caso de las escuelas públicas, universidades públicas e institutos tecnológicos públicos. En el otro extremo están los centros educativos en los que tanto el financiamiento como la provisión descansan en el sector privado. Es el caso de los colegios privados, institutos tecnológicos privados, universidades privadas, la educación en casa y la tutoría.

Tipos de financiamiento 

 Lo interesante es cuando -tanto el sector público como privado comparten- el financiamiento o la provisión del servicio. Es el caso en el que el financiamiento es público y la provisión del servicio privada. En este caso tenemos los vouchers. Una alternativa en la que los padres de familia reciben un bono o documento de parte del Estado, que les permite pagar o sufragar la educación de sus hijos, en una entidad privada. Otra modalidad son los contratos con las escuelas. Por ejemplo, se puede contratar a una academia deportiva para que enseñe educación física o entrene a los equipos deportivos del colegio. O una academia de arte para que se encargue de la formación artística en ese centro educativo. Existen también las escuelas en concesión como, por ejemplo, las escuelas de Fe y Alegría, en las que la escuela pública es administrada por una organización privada, una organización religiosa. La subcontratación se da también para determinados servicios, como por ejemplo, el mantenimiento o la construcción de infraestructura.

Otra alternativa es la de provisión pública con financiamiento privado. Este es el caso de pensiones estudiantiles o préstamos estudiantiles.

En el mundo, el sector privado juega un papel cada vez más importante en la educación. El rol del sector privado está creciendo más, puesto que está educando tanto a ricos como a pobres. Está asumiendo nuevos papeles como gestor y operador de escuelas, como consultor (capacitación docente, en diseño curricular y gestión educativa), como proveedor de servicios especiales (a estudiantes con discapacidades, ofreciendo capacitación empresarial, o suplementación alimenticia), e inclusive estableciendo joint-ventures educativos para la construcción y mantenimiento de locales, como es el caso de Proinversión, que en días pasados adjudicó 3 COARS (Colegios de Alto Rendimiento) en los departamentos de Pasco, Huancavelica y Cuzco.

Un caso interesante de APPs educativas es el de Holanda. Funciona desde 1850. La clave está en dar libertad a los padres en un entorno de sana competencia entre los centros educativos. Los padres son quienes escogen el colegio que creen es mejor para sus hijos en función de sus valores y prioridades. Puede tratarse de un colegio que enfatiza la labor artística. Otro que prioriza la ciencia y la tecnología. Otro que enfatice probablemente la educación física y el desarrollo de deportes. En todo caso, el Gobierno financia a todas las escuelas. En Holanda, los privados educan a dos tercios del estudiantado. El Gobierno Central fija políticas educativas y cada escuela es responsable de su gestión. El resultado: un sistema educativo equitativo, eficiente y de alta calidad.

APPs por el mundo: las encontramos en todos los continentes… En Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, en Asia, en África. Básicamente los gobiernos buscan sacar provecho de la capacidad y el “know-how” de los privados. Los privados saben cómo educar. Es el caso, por ejemplo, de los jesuitas, que desde el siglo XVII vienen educando en primaria, secundaria, básica regular y en la universidad. En los países de la OCDE, más del 20% de recursos públicos se transfieren a los privados para la educación. Más del 12% del presupuesto educativo va para que los privados eduquen.

En muchos países en vías de desarrollo, tanto en gobiernos de Africa, Asia y América Latina se subsidia a entidades privadas -mayormente entidades religiosas- como es el caso de la Federación Internacional de Fe y Alegría, una red de escuelas privadas que provee servicios educativos en las zonas más pobres de 17 países de América Latina, ofreciendo educación a más de 2.5 millones de estudiantes. ¿Qué hace el Estado mientras tanto? Financia los salarios de docentes, los textos, o los costos por pupilo. Otro caso es el de Chile, en el que se ofrecen “vouchers” de 100 a 140 dólares por mes. Los privados educan al 51% de los estudiantes en primaria y 52% de los estudiantes en secundaria. Y así, con todos sus problemas, Chile tiene hoy los más altos puntajes en los exámenes PISA de América Latina. En Gambia, Lesotho, Kenya, los gobiernos dan subsidios a las llamadas “escuelas independientes”.

¿Cuáles son los argumentos a favor de las APP Educativas? Primero, la mayor competencia y libertad en el mercado educativo. Hay una mayor flexibilidad en contratación y gestión. Los gobiernos, en licitaciones abiertas, pueden escoger proveedores con requerimientos de calidad educativa específicos. La APP, al compartir mayores niveles de riesgo, incrementan la eficiencia en la asignación y generación de recursos hacia la educación. Es decir, la responsabilidad de la educación, recae en el sector privado, compartiéndola con el sector público. En buena cuenta, aprovechan el “know-how” de los privados, para mejorar en calidad y cobertura educativa, principalmente de los más pobres.

¿Cuáles son las posibles ventajas de una APP bien implementada? Primero, aumentaría la eficiencia, las alternativas educativas disponibles y el acceso a servicios de calidad, especialmente de los que actualmente son marginados en las escuelas públicas tradicionales. El gobierno aprovecharía las competencias y habilidades de ciertas organizaciones privadas. El Gobierno superaría las restricciones operativas como la inflexibilidad de escalas salariales y reglas de trabajo que prevalecen en el sector público. Eso es lo que sucede, por ejemplo, en las escuelas de Fe y Alegría, en donde pueden escoger a los profesores más competentes y con mayor vocación por la docencia. Esto no siempre sucede en las escuelas públicas.

¿Más posibles ventajas de una APP bien implementada? Los hacedores de política no estarían tan expuestos a las críticas y controversias de la llamada “privatización de la educación”. La palabra privatización es para los políticos, como lo que era la criptonita para Súperman. Pues los gobiernos no quieren saber nada con la privatización. Las APPs ofrecen una alternativa más aceptada en la narrativa política. Los gobiernos podrían enfocarse en canalizar al sector privado para conseguir objetivos educativos específicos, dirigidos a los sectores más vulnerables de la sociedad, por ejemplo, los estudiantes con impedimentos, los discapacitados, los más pobres, o los que viven en la sierra o la selva, en las áreas rurales con difícil acceso. Ustedes dirán, ¿cómo es que la empresa privada puede tener incentivos para irse a esas áreas de geografía tan difícil? Bueno, pues se recurre a “Premiums” o mecanismos compensatorios: “Si tú como empresa privada me vas a ayudar a educar en la sierra o la selva, entonces vas a recibir un bono o reconocimiento compensatorio por esa labor”. Los gobiernos entonces se convierten en supervisores, ya no en hacedores. Los hacedores son quienes saben educar. Y esto es importante porque el destino de un educando se define en el aula, en el proceso de aprendizaje. Y es dándole a los expertos la posibilidad de ejercer sus competencias que se consiguen los resultados.

Existen contra argumentos y argumentos, a favor y en contra de las APPs. Argumento 1: Las APP podrían conducir a la privatización de servicios educativos y, por tanto, a la reducción del control del Gobierno sobre un servicio público. Hay contra argumentos semánticos y filosóficos. Contra Argumentos Semánticos: ¿Tiene sentido discutir entre lo público versus lo privado en pleno siglo XXI? Contra Argumentos Filosóficos: (a) Debe primar la libertad individual sobre la presencia y las decisiones del Estado. (b) Debe haber un mínimo de igualdad de oportunidades, con un Gobierno o Estado que sea inclusivo. (c) Se genera capital social, porque quienes ofrecen y comparten los servicios educativos, acumulan los conocimientos y la experiencia de los expertos.

Argumento 2: Al incrementar las alternativas educativas para padres de familia y estudiantes, existe el riesgo de segregación socio económica, si los estudiantes mejor preparados acaban autoseleccionándose para las mejores escuelas y éstas a su vez, obtienen los mejores resultados. Contra argumentos: (a) “Segregación´que se base en  aptitudes, interés, valores: si, son bien venidos, en buena hora. Así, si un padre quiere poner a su hijo para que desarrolle sus aptitudes deportivas, en buena hora si escoge un colegio que destaca por las actividades deportivas. Si un estudiante tiene aptitudes sobresalientes para la música, entonces el padre probablemente escogerá un colegio en el que se ponga énfasis en la formación musical. (b) Segregación socio económica: No, (c) En buena cuenta se propone que existan Premiums compensatorios para operadores privados y vouchers para estudiantes en necesidad.

¿Cuáles son los factores claves para el éxito de una APP en educación? En primer lugar, depende de qué tan bien se diseñe la asociación entre el  sector público y el sector privado. En segundo lugar, del marco regulatorio del país. En tercer lugar, de la capacidad del gobierno para supervisar y hacer cumplir los contratos y asociaciones con el sector privado.

Esto nos permitiría cambiar la visión de los maestros sindicalistas… Hoy en día tenemos maestros sindicalistas que anteponen los intereses políticos del sindicato a los intereses del estudiante. Bajo el modelo de APPs planteado, ¡Los maestros podrían asociarse para constituir empresas educativas! Es decir, en vez de tener maestros sindicalistas, podríamos tener maestros-empresarios para la educación. ¿Cuáles serían los factores clave para conseguir esto? (1) Ascenso en el status social del maestro. Los sistemas educativos en el mundo no son iguales. Así el sistema educativo de Corea del Sur es completamente distinto al sistema educativo finlandés, y este es a su vez distinto al sistema holandés. Pero si algo comparten los sistemas educativos más exitosos en el mundo, es la consideración y respeto que tienen hacia los maestros, que se encuentran en la cúspide de la consideración y el respeto por su status de ser maestros. (2) Incentivos para la capacitación y la innovación (becas para posgrados, diplomados, estudios de pedagogía, gestión e incentivos para innovar). (3) Incentivos económicos que estén amarrados al rendimiento. Los maestros que saben enseñar, no deben salir. Deben quedarse en el aula, recibiendo el incentivo económico por su labor.

(4) Apoyo financiero con créditos, préstamos, donaciones para que puedan constituir sus empresas educativas.

En conclusión: Las APPs Educativas podrían convertir a los profesores sindicalistas en empresarios educativos y así, mejorar la cobertura y la calidad de la educación peruana…

 

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app, Educación, Minedu

 

El 15 de febrero de 1992, de forma infame, Sendero Luminoso asesinó a Maria Elena Moyano, para luego dinamitar su cuerpo enviando un mensaje de desprecio hacia las mujeres y sus luchas por la paz y la justicia social.

Treinta años después Maria Elena vive en nuestras memorias y sigue inspirando al movimiento de mujeres y feminista. Difundir su legado ha sido y es una forma de devolverle la voz, esa que fue arrebatada por el terror y el fanatismo.

A Maria Elena la mataron por plantear un cambio sin armas, por señalar que la lucha se hace en la arena política, con propuestas y sin violencia, que las organizaciones son fundamentales para levantar las demandas del pueblo que sufre hambre y precariedad. Así, hizo un llamado a cerrar el paso a aquellos que, con discursos violentos, querían destruir al pueblo que decían defender.

Maria Elena Moyano, fue una lideresa que con tenacidad y desde las arenas del distrito que tanto amó y que ayudó a forjar (Villa El Salvador), lucho contra el hambre, contra la violencia y creyó siempre en la organización de las mujeres como motor para la transformación social.

“Las mujeres han dado en estos ultimo años una demostración efectiva de lo importante que es participar y hacer política en la propia práctica. Nosotras no nos hemos quedado en el solo hecho de hacer oposición, de reclamar ante la situación por la que atravesamos, o simplemente de denunciar; nosotras hemos combinado el reclamo, la denuncia y la lucha con la participación práctica, con propuestas concretas y alternativas a cada uno de los problemas. (…) La participación de la mujer ha sido muy efectiva en la solución de problemas como el hambre y la miseria. (M.E.M, 1992)[1]

“Si las mujeres están respondiendo a nivel de Lima, algo se puede hacer. Si el pueblo se organiza y centraliza esfuerzos, podemos derrotar a «Sendero». Las cosas no son fáciles, pero tampoco imposibles” (M.E.M, 1992)

“la revolución es afirmación a la vida, a la dignidad individual y colectiva; es ética nueva. La revolución no es muerte ni imposición ni sometimiento ni fanatismo. La revolución es vida nueva, es convencer y luchar por una sociedad justa, digna, solidaria al lado de las organizaciones creadas por nuestro pueblo (…) Seguiré al lado de mi pueblo, de las mujeres, jóvenes y niños; seguiré luchando por Paz con justicia social” (Carta pública Maria Elena Moyano, 1991)

A tres décadas de su ausencia, sus reflexiones se encuentran completamente vigentes, por lo que leer sus cartas y discursos es una invitación a pensar el país de una forma diferente, con una lógica de derechos y una ruta de paz. A la vez, recorrer sus memorias nos permite conocer parte importante de la historia del movimiento feminista, en cuyos pasos ha quedado imborrable su huella.

 

 

[1] Extractos testimoniales recogidos del libro: Maria Elena Moyano: Perú, en busca de una esperanza. Coord. Miloslavich, Diana.  CMP Flora Tristán, 1993. Disponible en: https://lum.cultura.pe/cdi/sites/default/files/documento/pdf/Miloslavich%20-%20Maria%20Elena%20Moyano.pdf

 

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Maria Elena Moyano

 

Lo que está haciendo el premier Aníbal Torres confrontando con el Congreso es un viejo truco político de los gobiernos que quieren remontar sus tasas de popularidad. Lo hizo Vizcarra con gran éxito y mucho antes que él Alberto Fujimori, pero eso no lo convierte en axioma político ineludible.

Para que surta efecto, depende de que la ciudadanía perciba, primero, que en el Ejecutivo se hacen cosas y se despliegan políticas públicas, es decir, se gobierna. Así lo percibía con Fujimori y con Vizcarra (aunque con este último haya sido un espejismo lamentable), y no es ese el caso del gobierno de Castillo.

Por el contrario, el desplome en las encuestas refleja la profunda animadversión que han reafirmado quienes no votaron por él, corroborando en los hechos que no se equivocaron un ápice al no darle su respaldo electoral, a quienes se suman los millones de decepcionados que sí le dieron su voto, pero a quienes resulta cada vez más intolerable el pueril despliegue político de un gobierno mediocre y con atisbos de corrupción.

No va a ser con golpes efectistas que el Ejecutivo va a remontar en las encuestas. No le servirá zarandear al Parlamento (además, maliciosamente, sobredimensionando un supuesto afán sedicioso), como tampoco sacar a las Fuerzas Armadas a patrullar las calles, como no le sirvió antes dar muestras de xenofobia al intentar deportar venezolanos en un show del que fue partícipe el injustamente elogiado por su salida indecorosa del Ejecutivo, Avelino Guillén.

Son ardides ya manidos, que exigen un manejo psicosocial fino, coordinado, y con el respaldo de cierta consistencia gubernativa para que produzcan los resultados deseados.

La naturaleza deleznable del régimen castillista hará que esos “trucos”, lejos de engañar a la platea, la enardezcan aún más. Castillo y su particular premier, Aníbal Torres, están jugando con armas que no saben manejar con la mínima solvencia y solo producirán un daño mayor del que ya cargan a cuestas.

Por supuesto, haría bien el Congreso en no atemorizarse por la matonería política del premier Torres y actuar con firmeza frente al sainete. Primero, respondiendo políticamente a las falsas imputaciones. Segundo, persistiendo en las coordinaciones para tratar de encontrar la mejor fórmula de acortar el mandato de un régimen insostenible. Tercero, estableciendo mecanismos de contención de los despropósitos del Ejecutivo, ejerciendo el mayor control político posible. Eso no es golpismo, es defensa de la democracia y sus instituciones.

 

 

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anibal torres, Pedro Castillo

 

Una anécdota del expresidente Francisco Sagasti[i], ocurrida en los tempranos años setenta ilustra bien las relaciones habituales entre inversión en educación y presupuesto público. Un equipo de jóvenes ingenieros en el que participó Sagasti fue convocado para costear la Reforma Educativa que a partir del año 1972 intentó implementar el Gobierno militar de entonces; los cálculos que realizaron arrojaron que la Reforma costaría cinco veces el Presupuesto Nacional del año en curso, ¡Atención! no hablamos del presupuesto destinado a educación sino de todo el Presupuesto de la República. En broma o en serio, el equipo en que participó Sagasti fue acusado de contrarrevolucionario, y otro joven profesional, Richard Webb, fue encargado de chequear los cálculos, pues los funcionarios responsables de la tarea estaban seguros de que algún error tenía que haber.

A las pocas semanas, según nos han relatado, Webb regresó, ratificando los números que habían entregado Sagasti y colegas. Ese día realmente murió la deseada Reforma Educativa, pues los mandamases militares decidieron que con esos costos no era posible hacerla. Por supuesto hubo pilotos de la Reforma que todavía son recordados por los protagonistas, tanto en la capacitación de maestros como en la producción de materiales (algunos muy buenos); incluso hubo docentes y funcionarios que voluntariamente sufragaron  actividades de la Reforma de su propio bolsillo, pero para efectos prácticos, para la gran masa de profesores y estudiantes del país, esta Reforma no ocurrió, dado que el nivel de inversión necesario resultaba excesivo para el Estado Peruano, y que, además, otros rubros presupuestales, por ejemplo, Defensa Nacional, fueron considerados más importantes en aquel momento.

Esta anécdota coincide con que, efectivamente, en esos años se inicia un descenso gravísimo de la inversión en educación en nuestro país: intentábamos hacer una reforma, proceso que lógicamente implica incrementar costos, mientras expandíamos el sistema educativo, por ejemplo, extendiendo la secundaria a prácticamente todo el territorio, y disminuíamos el presupuesto público en educación, un escenario imposible. Reitero entonces mi hipótesis: esta propuesta de reforma no llegó a implementarse realmente, aunque trajo algunas ideas muy interesantes, recogidas luego en otras latitudes.

Y la reforma quedó pendiente. Pero ¿cuál era el contenido de la reforma?

En las décadas de los 50 y 60, el Perú estaba sufriendo una transformación, empujado por las migraciones, el desarrollo de infraestructura, especialmente vías pero también escuelas, junto con  un inicio de  industrialización y la creación de algunas entidades fundamentales para el Estado peruano; la introducción de nuevas políticas («progresistas», en el sentido que tenía el término en la época); coronando todos estos cambios, se produjo  una desestructuración radical de la sociedad estamental durante los primeros años del gobierno militar encabezado por Velasco Alvarado.

En esos años, muchos educadores peruanos, de los más ilustres a los más anónimos, se percataron de que la educación necesitaba una mutación que preparara a las nuevas generaciones para vivir en un Perú más industrializado, menos rural, con más rutas abiertas (físicas y también simbólicas), con más mujeres trabajando fuera de sus casas, y más encuentros entre diferentes, los cuales seguramente nunca se hubieran conocido en etapas previas de nuestra historia. En esos años se hizo evidente que era necesario modificar la escuela (sobre todo la pública) para educar jóvenes que pudieran responder a esos retos, así como a otros que en ese momento eran insospechables.

Es verdad que la Reforma de los 70 tenía una carga ideológica muy pesada; sin duda les ofrecía a sus estudiantes una visión novedosa pero conflictiva y nada consensual del país. Pero también tenía algunas fortalezas: la importancia dada a la educación inicial y a las variantes técnicas de formación, las cuales eran potenciadas en las ESEP; propuestas metodológicas y  pedagógicas basadas en el nivel de desarrollo científico de esos años, por ejemplo la llamada tecnología educativa (que no tenía que ver con máquinas sino con procesos de aprendizaje), la integración de los cursos de ciencias sociales (que irónicamente hoy se atribuye a Fujimori) y varios puntos positivos más.

Pero, vuelvo a mi punto inicial, la Reforma Educativa no se hizo. Heredamos de esas décadas tareas que aún están pendientes: el cierre de brechas y la mejora de la calidad de nuestros servicios educativos. Y, tal vez más importante, la discusión sobre en qué educar y para qué educar.

Y termino: hay una Reforma Educativa pendiente, discutamos su contenido, porque ya no es la que nos propusieron los expertos de los años 70, muchas de esas ideas no funcionaron y además el país no es el mismo. Pero hay un gran cambio que hacer en educación, que, aunque necesite más recursos, no pasa simplemente por más presupuesto. Las nuevas generaciones lo requieren para poder vivir y desarrollarse en “un Perú nuevo dentro del mundo nuevo”, como escribía alguno de nuestros clásicos.

 

 

[i] Le agradezco al expresidente Sagasti darme detalles de su anécdota y permitirme compartirla en este espacio.

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Francisco Sagasti

 

Como era previsible, Pedro Castillo sigue cayendo en sus niveles de aprobación. Según la última encuesta de Ipsos, sufre un severo desplome entre enero y febrero: pasa de 33% de aprobación a 25%, y su desaprobación crece de 60 a 69%.

Otro dato relevante es que, por primera vez, en el sector rural y el sector E pasa a tener una desaprobación mayor que aprobación. En enero, en el sector rural, Castillo tenía 52% de aprobación versus 36% de desaprobación; ahora en febrero, su aprobación es de 47% y su desaprobación es de 49%. Lo mismo ocurre cuando nos referimos al sector E, donde tenía, en enero, 48% de aprobación versus 42% de desaprobación; ahora tiene solo 41% de aprobación respecto de un significativo 54% de desaprobación.

Respecto de la vacancia, entre quienes está definitivamente de acuerdo, o lo pensarían y podrían estar de acuerdo, en diciembre sumaban 46% de la población. Hoy llegan a 53%. Un 56% también estima que el presidente debería renunciar frente a un 42% que cree que debería gobernar hasta el 2026.

La encuesta ha sido hecha entre el 10 y el 11 de febrero, con lo cual mide el cambio del gabinete Valer y su reemplazo por el de Aníbal Torres. Al parecer, el descalabro político del primero, que le hizo durar apenas días, ha tenido tal impacto en la opinión pública que el flamante gabinete Torres, peor aún con los estropicios del ministro de Salud, del Interior, de Transporte, de Energía y Minas, etc., no ha logrado revertir la tendencia, sino, por el contrario, ahondarla.

Ya jugó casi todas sus opciones de baraja, Castillo. Claramente, no está entre sus planes abrir la cancha hacia sectores de centro, lo cual a estas alturas ya, inclusive, resulta irrelevante solicitar o exigir: bastaría que nombre un gabinete de personas decentes, con solvencia técnica y valores meritocráticos. No parece estar, sin embargo, bajo su radar la conformación de un gabinete de ese perfil. No da la correa para tanto.

 

La profunda mediocridad tecnocrática de los cuadros del cerronismo, de los cuales Castillo depende, en tanto no sea capaz de mirar al centro, lo está llevando al colapso político, como corroboran las encuestas.

Si Castillo sigue cayendo a pasos acelerados en las mismas, llegará a madurar la presión opositora por sacarlo del poder. Y sus probabilidades de éxito serán cada vez mayores. Un presidente con 10% de aprobación -niveles a los que Castillo prontamente llegará- hará muy rentable políticamente que las fuerzas que hoy lo respaldan (Juntos por el Perú, Nuevo Perú, Somos Perú y eventualmente Perú Democrático), empiecen a mirar otros horizontes, disidentes del oficialismo. Lo mismo respecto de grupos activistas o frentes sociales, cada vez más inconformes con la parálisis gubernativa.

No pinta bien el futuro del régimen. Ya ejecutivamente hablando, no hay posibilidad de albergar alguna esperanza. La mediocridad va a ser el signo permanente de este gobierno. Lo que podría añadirse a esa medianía estructural es un desastre político y social, que despertaría tales vientos que se podrían llevar de encuentro a Castillo de Palacio de Gobierno.

 

 

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Pedro Castillo

 

Esta semana participé de un conversatorio sobre reciclaje y me quedó claro -una vez más- que el plástico es considerado el enemigo público número uno cuando se trata de cuidado ambiental y la solución que muchos proponen es primero prohibirlo para posteriormente eliminarlo de nuestra vida.

Sin embargo, la prohibición no es una solución real y paso a explicar por qué tomando como ejemplo la primera hora, luego de despertarse, de un ciudadano promedio que llamaremos Carlos:

Carlos se depertó cuando escuchó la alarma del celular, la apagó y aprovechó para revisar las notificaciones que llegaron. Es decir, casi sin estar 100% despierto ya usó un aparato que tiene piezas de plástico. Carlos se levantó de la cama y fue a ducharse con agua que llegó gracias a tuberías que contienen plástico. Carlos utilizó shampoo y jabón líquido que son empacados en envases de plástico, luego se lavó los dientes con un cepillo de dientes de plástico y utilizó pasta dental que contiene una tapa de plástico. Desayunó y desechó los restos en una bolsa de plástico. Puso su almuerzo en un tupper de vidrio cion tapa de plástico y salió de su casa en busca del bus que lo llevará cómodamente sentado en una silla de plástico a iniciar su día laboral.

Con el relato de Carlos tenemos -como mínimo- dos conclusiones:

  1. Es casi imposible eludir el plástico ya que está en nuestra vida sin que seamos conscientes de ello.
  2. Utilizamos muchísimos productos que están hechos de o contienen plástico. Esto se debe a que es un material versátil, eficiente en su uso, duradero y resistente pero sobre todo es un material económico y accesible a todas las personas.

Sin embargo, de acuerdo con un informe de la ONU Medio Ambiente, para 2050 existirán cerca de 12 mil millones de toneladas de desechos plásticos repartidos, que tendrán como destino final mares y océanos. En nuestro país y más especificamente en Lima Metropolitana y el Callao se generan 886 toneladas de residuos plásticos al día.

Además, a nivel nacional, apenas el 4% del plástico producido es reciclado y solo 3 de cada 100 peruanos contribuyen en las iniciativas de reciclaje, según el Ministerio del Ambiente.

Es importante que tomemos conciencia del daño que estamos ocasionando al mundo. Tenemos una responsabilidad con el planeta y el primer paso para cumplir con esta es tomar conciencia de que somos parte del problema. La reducción en el consumo de plástico es responsabilidad de todos, tanto de quienes fabrican el producto, quienes lo consumen y las autoridades que gestionan los residuos. Lo siguiente es decidir ser parte de la solución.

Sabiendo que los plásticos son 100% reciclables y pueden volver a ser materias primas, la solución pasa por sumarnos a la circularidad de los envases -economía circular-  que busca aprovechar los recursos el mayor tiempo posible, recuperarlos al final de su vida útil para transformarlos y devolverlos al proceso productivo, y así los plásticos no se convierten jamás en residuos.

En concreto, compras una botella de agua y en vez de tirarla al tacho como antes, la dispones en un tacho especial para residuos que se pueden aprovechar. ¡Listo! Cumpliste con tu parte de la cadena. Lo que seguirá es que un reciclador -por intermedio de la Municipalidad- la recogerá y venderá a las empresas que transforman el plástico y así, esa botella se convertirá en una nueva botella.

Y tú, ¿serás parte del problema o de la solución?

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Medio ambiente, Reciclaje

 

Los cuatro gabinetes, en poco menos de siete meses de gobierno, evidencian los serios problemas que enfrenta el presidente Pedro Castillo. Son problemas que afectan al diseño e implementación de políticas públicas en beneficio, principalmente, del “pueblo” que su gestión tiene como público objetivo. Asimismo, lo difícil que le resulta convocar y convencer a ciudadanos para que asuman el cargo de Ministros. Esto último ha sido una constante. En buena cuenta, ¿de dónde podría reclutar “ministeriables”?

Como se recuerda, Castillo se hizo conocido a nivel nacional gracias a que condujo la huelga magisterial durante el 2017 sin mayores resultados. Motivo por el cual, Vladimir Cerrón lo invitó a que fuera el candidato presidencial del izquierdista Perú Libre. A raíz de su candidatura, se conoció que había estado afiliado a Perú Posible y como tal postuló a una alcaldía distrital. Es decir, una limitada experiencia política. Asimismo, que no contaba con experiencia en gestión pública.

Una vez en el gobierno, tal inexperiencia política le pasa factura. En un partido más o menos institucionalizado, un afiliado desarrolla sus capacidades para disentir y consensuar. Es más compite al interior del mismo para ocupar puestos de dirección. Lo cual le permite no solo negociar y llegar a consensos en el seno de su organización política sino también con otras fuerzas políticas adversarias. Sin tal socialización política, le ha resultado muy complejo conformar gabinetes más o menos estables.

En un sistema presidencialista como el nuestro, el presidente es el que tiene potestad para nombrar al Primer Ministro y a los Ministros que lo acompañaran. Asimismo, invitar a otros partidos políticos para que formen parte de su gobierno y a personas sin afiliación política. Esto último, quizás, porque no ha llegado a un acuerdo por la distribución de ministerios con el partido que lo condujo al gobierno o las fuerzas políticas que forman parte de él. En ese sentido, si se trata de ganar apoyo o reafirmar el que le brinda uno o más partidos políticos ha de designar ministros entre los afiliados de tales comunidades políticas. En todo caso, el tránsito de un gabinete a otro, le permitiría reordenar las filas de las fuerzas políticas que conducen el gobierno y mejorar las competencias gubernamentales. Sin embargo, esto último no ha sido posible. El presidente Castillo no forjó alianzas más allá de las izquierdas y ha estado bajo la amenaza  congresal de “vacarlo”.

Castillo reclutó a sus Ministros entre afiliados de Perú Libre, Juntos por el Perú, Nuevo Perú y Frente Amplio, todos partidos de izquierda. Asimismo, ha incorporado a sus gabinetes a personas sin filiación política conocida o aparentemente vinculadas a partidos políticos con representación parlamentaria. ¿Cuál ha sido el común denominador de todos ellos? La poca o nula experiencia tanto política como en gestión pública salvo honrosas excepciones como la de los Ministros que provenían de las filas de las izquierdas no perulibristas. Ministros que fueron denostados incesantemente por los principales dirigentes de Perú Libre como “caviares”.  Merece un análisis aparte las razones por las cuales no se incorporaron más políticos y tecnócratas de las izquierdas a un gobierno proclamado de izquierda.

Esta situación conlleva a que sin orientaciones generales sobre lo que quiere hacer el gobierno, señaladas por el presidente Castillo, y sin Ministros competentes en sus ramos, la ciudadanía tenga la impresión de que el gobierno marcha como un barco a la deriva, sin un norte claro.

 

 

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Pedro Castillo

 

El debate sobre las izquierdas está lleno de malentendidos o de explicaciones sesgadas, supongo que naturales en sus adversarios. Sin embargo, cualquier dato de la realidad debe ser bien entendido para evitar desvaríos y politiquería.

Los primeros que debieran entender esto son las propias izquierdas, que desde hace décadas de décadas enterraron el mítico bolchevismo unas, y – al revés – ese es el único discurso posible de las otras.

La relación entre la socialdemocracia y el cerronismo, a cuyos integrantes el dirigente de Perú Libre llama caviares, de la misma manera que lo hace la ultraderecha, es totalmente contranatura. Comencemos por allí.

 

La socialdemocracia (los “caviares”)

Los cuadros de Nuevo Perú son en su gran mayoría profesionales y técnicos, muchos de ellos con carrera académica, publicaciones, etc. Han renunciado al marxismo hace tiempo, para asumir – como toda la socialdemocracia en el mundo – principios liberales que, al contrario de los que se denominan liberales, ellos asumen a pie juntillas: de la prioridad por las grandes preocupaciones colectivistas, han pasado a priorizar las luchas por reivindicaciones más bien individualistas, como son las que levanta el movimiento feminista, el movimiento LGTB, incluso las batallas por los derechos humanos que abarcan todo lo demás y es una de sus grandes banderas.

No es que hayan dejado de lado las reivindicaciones colectivistas, sino que deducen que su solución exige procesos graduales, que no pueden darse de golpe. Llegar al Estado, implica sentar las bases para que se den esos procesos reivindicativos sin prisa, pero sin pausa – como suelen decir – y tienen consciencia de que es necesario hacerlo habiendo ganado la confianza de la población. Es decir, en democracia.

A nivel del aparato del Estado, pueden plantear modificaciones para fortalecer su accionar. No son estatistas, pero sospechan – a mi entender con razón – ante la posibilidad de entregar el país a codiciosos poderes privados que, sin control, seguirán haciendo lo que les da la gana y, por ejemplo, nunca invertirán donde requiere la población: digamos, fuera de Lima.

En los últimos tiempos, la socialdemocracia ha adquirido una cierta afinidad con las reivindicaciones ecologistas – véase el caso de Gabriel Boric, en Chile, que hará de la lucha ambientalista una de sus prioridades.

 

La izquierda básica

Las otras izquierdas, como el cerronismo, son absolutamente diferentes. Cuando era gobernador de Junín, Cerrón trajo desde Arequipa a su región al ya fallecido José Lora Cam, hombre dogmáticamente maoísta, que inspiró unos manuales para el sistema educativo de Junín, los que fueron motivo de controversia y finalmente cancelados. A ese nivel Cerrón y su entorno pueden entender algo. Lora Cam era un profesor de filosofía, marxista puro y duro, pero un teórico. Sobre esto, algo comentamos anteriormente en Sudaca: https://sudaca.pe/noticia/opinion/las-paradojas-del-candidato-castillo/

Cuando Perú Libre presentó un ideario como plan de gobierno, no era tan solo porque no aspiraban a ganar, sino porque en su movimiento no son capaces de producir un programa y mucho menos un plan de gobierno. Y la pura ideología, cuando no pisa tierra, cuando no le queda más remedio que chocar con la realidad y sus demandas desarmado, cede. Cede a todo, en nombre de un reclamado pragmatismo que no es otra cosa que la incapacidad de cuestionar realmente, con políticas concretas, a su tan odiado sistema capitalista.

La distancia entre las izquierdas básicas provistas de ideologías elementales con los sofisticados socialdemócratas es abismal. Cerrón hubiera llamado caviar a Allende, y seguro sospecha que, hoy en Chile, Gabriel Boric y sus colaboradores también lo son.

Pero ni siquiera su admirado Evo Morales es como ellos. Morales, un tipo listo, era consciente de sus propias limitaciones. Por eso tuvo durante todos sus mandatos a un personaje, al que Cerrón llamaría caviar, como vicepresidente: Álvaro García Linera. García Linera es un distinguido académico e intelectual que promovió una política económica estrictamente ortodoxa en Bolivia, aunque con un sesgo distribucionista que ningún gobierno de derechas había dado jamás en su país: inversión en educación, en salud, en vivienda, en generación de empleo vía, sobre todo, apoyo a pymes. Nacionalizaciones igualmente, pero esas son medidas opinables, ni de izquierdas ni de derechas. Y también profundización del extractivismo, hasta la persecución de ecologistas y grupos indígenas, sobre todo amazónicos. El actual presidente boliviano, Arce, no hace otra cosa.

Al terminar el ciclo Evo Morales, a García Linera le preguntaron sobre el socialismo, que cuándo llegaría. Y este respondió que eso debía venir de la gente, de las movilizaciones ciudadanas, no del gobierno. A mi entender, respondió que nunca.

El verdadero conflicto en Bolivia – vale la pena traer esto a colación, porque nos concierne – es entre los que llaman q’aras, es decir personas de apariencia “blanca” e identificada con el sector que tradicionalmente ha gobernado Bolivia, y los t’aras, o indígenas y mestizos. que asumieron el mando con Morales. Lo que se expresa en las organizaciones políticas.

En suma, el marxismo cerronista y de otros grupos como Perú Libre es declarativo, dogmático, a veces capaz de priorizar alguna inversión social, pero sin orden. Y fundamentalmente centrado en la idealización del partido portador de alguna verdad, y que es el que define todo. Como en el caso de Perú Libre, el dueño del partido es Cerrón, la verdad solo viene de Cerrón.

Pero también, dato importante, se sienten portadores de un resentimiento provinciano, serrano específicamente.

La imagen de Cerrón llevando algo parecido a una maskaipacha, dirigiéndose a su militancia en un evento luego de la segunda vuelta, y repitiendo la frase “el partido” docenas de veces, es la síntesis mejor de todo lo que plantean el personaje y su organización. Pero las parrafadas en quechua de Bellido, y su afán de desconcertar con eso, nos hablan de la agenda de resentimiento, no tan oculta y comprensible, que también portan. Aunque, como vemos, deformada por la alienación de hacer lo mismo que los que han gobernado hasta ahora.

 

El fracasado apoyo a Castillo

Cuando la socialdemocracia se la jugó por Castillo, fue primero por antifujimorismo, y luego para sostener a un gobierno a todas luces frágil. Puede criticarse la decisión tomada, pero creo que se puede entender las motivaciones que no eran únicamente por asumir espacios de poder. Sin dudas, esto último juega su rol, pero la posibilidad de implementar políticas que se considera necesarias, de atender urgencias que del otro lado no hubieran visto nunca, es también una motivación importante.

Las limitaciones técnicas de Castillo eran obvias desde antes de la elección en segunda vuelta, y pudo parecer una buena idea apuntalar el proyecto con los cuadros que la socialdemocracia sí tiene. Y a eso fueron.

Asumir la carga de un proyecto ajeno, implicó entender desde el inicio que eran invitados, y que no todo iba a ser como esperaban. La cosa fue peor de lo que pensaron, aguantaron dos meses – luego con el refuerzo de Mirtha Vásquez llegaron a seis meses – hasta que no hubo más remedio que entender que no se podía más. Que Castillo no era “de izquierdas”, sino nada. Y que Cerrón es un saboteador persistente que tiene un único objetivo claro que es hacer que “el partido” predomine, es decir: infiltrar el aparato del Estado.

La izquierda socialdemócrata ha perdido mucho con la experiencia de colaboración, no dejarán de encararles el haber aceptado tragar tanto sapo conservador y socialmente reaccionario dentro del gobierno, a cambio de algunos logros – importantes: es su aporte el que dio estabilidad a la gestión hasta ahora. Pero solo podrán salir del enredo si entienden que su principal virtud, que es disponer de buenos cuadros técnicos, no es suficiente si no va acompañado de un eficiente y sacrificado trabajo de bases, pueblo por pueblo.

 

Cerrón suelto en plaza

No es la primera vez que en el Perú un grupo político infiltra el Estado de gente sin las capacidades necesarias para ser un funcionario. ¿Quién no recuerda al Apra llenando todo el aparato estatal de militantes y seguidores durante el primer y el segundo gobierno de García? ¿Esos nombramientos de docentes que hizo la señora Cabanillas, totalmente despreocupada de la calidad de la enseñanza?

Nadie nos cuenta historias. Yo recuerdo – sentado mientras esperaba para entrevistar a no recuerdo quién – haber visto filas de personas delante de la oficina de congresista de Alva Castro, cada una con su currículum, amablemente tratados como compañeros.

En menor medida, a eso mismo recurrieron Acción Popular, el humalismo, etc. A falta de ideales o utopías, el clientelismo es la única manera de saciar a la militancia que no apoya por otra cosa.

Y los problemas de corrupción en Junín con Cerrón, o los que se le atribuyen ahora a Castillo, tampoco son novedad: ¿o no tenemos una fila de presidentes de la república y de ex altos funcionarios encausados unos y otros presos?

La corrupción es una costumbre. Pregunté a joven amigo que mágicamente tenía brevete, sobre cómo lo hizo, Y la respuesta fue pagando. Cuando lo increpé, me respondió como siempre se responde: “Es que todos lo hacen.”

En este país nuestro, en pandemia, en el momento de atención por covid, había tarifas para ubicarse mejor en la cola de espera para la atención. Y los vigilantes en la morgue y en los hospitales cobraban a los familiares para traerles una foto del cuerpo de su ser querido fallecido, ya en una bolsa negra, a fin de que pudieran confirmar su deceso.

Y médicos vendedores de sebo de culebra, como el ministro de salud Condori, los hay con ojos verdes y en clínicas y consultorios muy caros de los barrios más exclusivos (y excluyentes).

¿Existe alguna gran fortuna que no haya transitado por senderos sinuosos en nuestro país? ¿Qué no haya recurrido al más vil mercantilismo, para forjarse? Pasemos revista, eso es todo lo que hay.

Ocurre que ahora, desde las provincias y con protagonistas que solo hacían lo mismo en los gobiernos regionales, han llegado otros, distintos, a la capital para hacer lo mismo que los criollos y blancos y sus aliados en el gobierno central. Otorgarse licitaciones sacando ventaja, llenar de amigos el aparato del Estado, no importa su calificación, y disponerse a ser ricos como lo hicieron los de siempre. De eso se trata.

Es un tema de color de la piel y de nivel socioeconómico, son ladrones de apariencia distinta, pero tan ladrones unos como otros.

La indignación de los opositores a Castillo es porque son esos otros, a los que no se les da la mano, aunque sea presidente de la república, los que han venido a usufructuar como ellos antes y siempre, del patrimonio de todos. La pelea es por quién se queda con el jamón.

¿Ideología? Apenas un barniz en cada lado. En realidad, como en el caso boliviano (aunque allá se resolvió mejor la diferencia, pues Morales tenía recursos humanos técnicos para hacerlo) en el Perú es también un conflicto inter étnico y de reivindicación descentralista, pero aquí no es para aportar mejor a todos los peruanos, sino para beneficiarse lucrando.

Pero ocurre que estos provincianos que han venido con Cerrón tienen menos capacidades hasta para robar, son los hijos del sistema educativo colapsado por Abimael Guzmán, Alan García y Alberto Fujimori. Y las in fraganti son frecuentes.

 

La hora de las provincias

Hay mucho potencial intelectual y técnico que ha surgido de universidades no capitalinas con mucho esfuerzo, pero no se recurre a ellos. Y cuando pudo ocurrir con Castillo, se apodera de esa oportunidad el ejército lumpenizado de las mayorías que no leen ni se informan, y se han comprado al cien por ciento el ideal de enriquecimiento individualista y egoísta. que les han inculcado para romper su tradicional tesitura comunitaria.

Ahora bien, si como dice Pedro Francke, el presidente Castillo tiene capacidades de comprensión limitadas, no podemos generalizar aquello a todos los profesores rurales, y menos como si fuera intrínseco. Cuando escucho maestro rural, de inmediato me viene a la mente la memoria del gran maestro José Antonio Encinas, o del maestro rural José María Arguedas. Y más cercanamente, el profesor Juan Cadillo, hombre de indudables méritos, primer ministro de educación del régimen de Castillo, que ejerció como docente en Huaraz, ciudad muy cercana al área rural.

Y me vienen a la memoria, los casos que he podido testimoniar de cientos de maestros rurales de zonas tan lejanas de la capital nacional o de la misma capital de su región, mal formados académicamente, pero haciendo enormes sacrificios y recurriendo a toda su inventiva por atender a los niños a su cargo. Hay una deuda con ellos.

 

¡Qué se vayan todos!

Sin dudas, la amenaza que representan tanto la derecha totalmente radicalizada como el cerronismo, nos cierran la posibilidad de continuidad, o de recambio por aquellos opositores a la mano.

La población quiere que se vayan todos, soy partícipe de la idea. Pero bajo las reglas electorales vigentes, el riesgo es que el resultado electoral sea parecido a lo que tenemos que padecer ahora.

Solo queda la presión de la calle, con una agenda clara: renuncia general, convocatoria a elecciones generales, pero con cambios sustanciales en el proceso como que se reactiven las primarias partidarias tal como las propuso – siguiendo el modelo argentino – la comisión Tuesta; romper el candado que impide la candidatura de invitados pues eso nos deja expuestos a las militancias que hoy tienen los grupos políticos y donde hay poco para escoger; y abrir la posibilidad de candidatos independientes como se patentó en el sistema mexicano. Basta un proyecto de ley y su aprobación para garantizar algo de aire fresco en los próximos comicios que deben convocarse, sí o sí.

Ojalá que pronto, ante la tozudez de ambas partes en conflicto, la democracia viva que reside en ese pueblo tan maltratado por unos y otros, imponga su criterio en su espacio natural, y diga ¡Basta ya! con la energía que hace falta.

 

 

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Pedro Castillo

 

Keiko Fujimori prometió en campaña, en el afán de subrayar distancia respecto de su entonces contendor, Pedro Castillo, que el fujimorismo respaldaría el trabajo de la Sunedu y avalaría la reforma universitaria emprendida con éxito desde hace varios años. Hace poco, su bancada votó en contra de dicha reforma, aupada a los intereses mercantilistas de las universidades no licenciadas, y de la mano con sus colegas del radical Perú Libre.

En los hechos, el fujimorismo se ha convertido en un pantano mercantilista, muy lejos de ser una amalgama presta a convertirse en el gran partido de la derecha peruana, mucho menos en una plataforma liberal en materia económica y política.

Los intereses crematísticos de su lideresa y sus allegados más cercanos, parecen pesar más que cualquier ideología o programa de gobierno. Así, vemos al fujimorismo congresal avalando universidades truchas, invasores de terrenos, mineros ilegales, mafias del transporte, etc., sin ningún rubor principista.

El problema principal de Fuerza Popular parece ser Keiko Fujimori. De ella son las lealtades subalternas que obliga a sus parlamentarios a acatar, además de ser una muy mala candidata, que solo parece insistir en postular en todas las elecciones posibles por un afán de capitalización patrimonial, antes que por una búsqueda del poder para transformar las estructuras del Perú.

Bajo esa perspectiva, haría bien el fujimorismo en decidir su propia extinción. Por lo pronto, renunciando a cualquier aspiración presidencial -acatando el sensato llamado de López Aliaga- y contribuyendo tan solo con sus bases populares -que aún mantiene- en favor de una candidatura derechista orgánica y con la alforja limpia de compromisos bajo la mesa.

El fujimorismo pudo haber recogido la herencia reformista de los 90: por supuesto, no le bastaba con desechar sus devaneos autoritarios y antidemocráticos, sino que debía reconstruirse desde orillas centroliberales y erigirse así en una ficha permanente del ajedrez político peruano. Ha decidido, sin embargo, convertirse en una coalición o sumatoria de intereses mercantilistas, dispuesta a tirarse abajo las pocas reformas que se han desarrollado en el Perú en las últimas décadas.

Con un liderazgo gris y perjudicial como el de Keiko Fujimori, el fujimorismo no tiene futuro. Era mejor opción, a pesar de ello, que el desastre de gobierno que hoy tenemos, pero tres ocasiones perdidas por los mismos errores y sin curva de aprendizaje de por medio, nos muestran con claridad que el problema político es de fondo, estructural, casi congénito, y, por ende, irremediable.

 

 

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Fujimorismo, Keiko Fujimori
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