Opinión

En el Perú estamos en crisis porque hay un claro enfrentamiento que no resolvió el proceso electoral y que impide la consolidación de un equipo de trabajo que pueda enfocarse en el gobierno mismo. Pasan los días y la derecha no acepta renunciar al conjunto de privilegios acumulados desde el fujimorismo y la izquierda regional, para demostrar que el gobierno es suyo, continúa desafiando a los demás partidos con los personajes de poca seriedad ética y profesional que consigue colocar en el gabinete ministerial y el entorno presidencial. Pronto serán tres meses y no nos permiten redireccionar las acciones de ambas facciones hacia un trabajo conjunto para poder salir de la crisis actual sin tener que dejar que la informalidad se multiplique, asegurando nuestros derechos y compromisos para una vida digna.  Mientras tanto, la derecha se ha extremado en la persecución comunista, de tal forma que hasta los derechistas sensibles ante la necesidad social, han sido sentenciados públicamente como terroristas por algún tipo de vínculo imaginado con “algo” de Abimael Guzmán. Mientras tanto, la izquierda regional continúa apelando al discurso castrista que ya ha perdido autoridad en América Latina. Es tan claro que Cuba es su modelo, que Vladimir Cerrón y su enclave familiar y amical parecieran seguir hasta la pauta de la dinastía cubana, tal como aparece en los reportajes sobre Perú Libre, los Dinámicos del centro y otras malversaciones por las que es investigado. 

Este enfrentamiento se juega en distintos ámbitos. Uno de ellos es el espacio público. La toma de las calles como campo de confrontación física y violenta ha sido la estrategia principal de la derecha desde hace algunos años atrás y se ha fortalecido en las últimas elecciones. Atinadamente, la izquierda regional no aceptó las bravuconadas y luego de los resultados finales quienes llegaron a Lima retornaron a sus tierras. Dado que no es un enfrentamiento consentido por ambas partes, no podemos referirnos a una pelea, sino a un violento y constante hostigamiento político, físico y verbal. Los ataques son protagonizados por simpatizantes fujimoristas o de Renovación popular que responden a campañas para cercar y perseguir periodistas, funcionarios del estado y demás personajes públicos que cuestionan la corrupción del fujimorismo y de los principales grupos económicos. La agrupación principal es La Resistencia, la cual lidera a otras más pequeñas que también se definen como fervientes anticomunistas y gustan de la utilería fascista. Mes a mes continúan acumulándose las denuncias contra sus dirigentes pero ninguna sanción los ha detenido e intervienen violentamente hasta en la presentación del libro del expresidente Francisco Sagasti. 

Otro enfrentamiento, incluso más desigual e injusto es el que se observa hasta ahora en los medios de comunicación. El control que tienen grandes grupos económicos como El Comercio o RPP sobre los principales medios escritos, de la radio y de la televisión ha llegado a extremos insospechados. El hito principal ocurrió cuando la directora periodística de América Televisión, Clara Elvira Ospina, fue reemplazada por Gilberto Hume. Si bien él había sido el primer director de Canal N hasta el año 2002, unos años después fundó Willax Televisión canal que siempre ha emitido información falsa e imprecisa sobre temas de política e incluso, en plena pandemia, sobre temas de salud pública, como la desinformación que realizaron sobre la vacuna Sinopharm. La salida de muchos periodistas dejó en claro con sus reemplazos que los principales canales de señal abierta, junto con las cadenas de noticias y la prensa de mayor prestigio, hoy se dedica a remarcar el imaginado vínculo con el terrorismo de todos y cada uno de los funcionarios del nuevo gobierno de Castillo, desprestigiando toda propuesta política del Poder Ejecutivo. Los medios de comunicación alternativos no cuentan con el poder necesario para contrarrestarlos. 

Pero la pelea principal, la cual no puede ser distorsionada por darse en el ámbito constitucional y tener impacto directo en el equilibrio de poderes del Estado, es la que se ha presentado entre el Congreso de la República y el Ejecutivo respecto de la vacancia presidencial y el voto de confianza. Mucho ya se ha escrito sobre la indefinición de incapacidad moral, razón por la cual se ha decidido omitirla, y mucho también sobre el voto de confianza, que permite retrasar las labores sectoriales al censurar a los gabinetes ministeriales, pero que también otorga al Presidente de la República el poder de cerrar el Congreso. Estas reformas constitucionales tienen que ser entendidas también en el marco de la lucha contra la corrupción en la que está comprometido el país entero. Las propuestas ya han sido estudiadas por especialistas como Fernando Tuesta, quien ha dejado claro que no son intercambiables. Urge pues que la primera ministra y el Congreso lleguen a un acuerdo, pero para ello es sin duda necesario que esta pelea electoral llegue a su fin y que se toma la estabilidad del país como el primer paso fundamental para un gobierno que piense en el futuro del país y no en viejas contiendas que solo aumentan conflictos y pobreza. 

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Fujimorismo, gabinete ministerial, Izquierda, Presidente Castillo, voto de confianza

En su libro «La banalidad del mal», Hannah Arendt —una judía que vivió el holocausto— narró su experiencia durante su estadía en un campo de concentración en Francia. Así, en su condición de filósofa realizó un análisis al juicio de Adolf Eichmann, uno de los principales responsables del genocidio judío. Luego de analizar la personalidad de Adolf Eichmann llegó a la conclusión que cualquier persona podría cometer los más terribles crímenes y que sólo hacía falta eximirle de responsabilidad para poder ejecutar estas atrocidades.

Ha sido de conocimiento público la información propalada por el portal digital Sudaca, el 16 de setiembre de 2021, sobre que el fiscal supremo Óscar Fernández Alarcón, encargado de la investigación del caso “Cuellos Blancos”, solicitó sin motivación alguna la interceptación de las comunicaciones de diferentes números telefónicos cuya titularidad no fue establecida, adicionales a investigados que sí fueron debidamente identificados. Entre estos últimos, se encontraban los números telefónicos de dos jueces supremos y de, incluso, el efectivo policial de la DIVIAC encargado del análisis de comunicaciones del propio caso investigado por el citado fiscal supremo. Dicho requerimiento fue presentado el 13 de mayo de 2019 y, luego, el 23 de mayo del mismo año se emitió la decisión judicial que lo declaró fundado; sin embargo, en esta resolución tampoco se realizó análisis alguno sobre la interceptación telefónica solicitada respecto a los 20 números telefónicos cuya titularidad no fue establecida. Simplemente, en la parte resolutiva, sin justificación alguna, se autorizó su interceptación. 

Sucede que, el 20 de agosto de 2021, el fiscal supremo Oscar Fernández Alarcón solicitó que se deje sin efecto, “vía aclaración”, el levantamiento de secreto a las comunicaciones de 19 de los 20 números telefónicos interceptados. Es de advertirse que, durante más de dos años, el fiscal supremo en lo penal ha interceptado, sin motivación, las comunicaciones de jueces supremos y del propio equipo policial que coadyuva a la investigación del caso Cuellos Blancos. 

Esta práctica se está volviendo recurrente en el ámbito fiscal, que no solo es el órgano persecutor del delito, sino también defensor de la legalidad. Incluso, cabe destacar que, si bien podría ser cierto que no se conocía la titularidad de los números telefónicos, lo relevante es que ello podía ser verificable, previo al requerimiento fiscal, solicitando información a las empresas de telefonía. Y es que estas acciones tutelan, de una mejor manera, el no afectar el derecho fundamental al secreto de comunicaciones de ciudadanos que no sean objeto de investigación. Recuérdese pues, que el Ministerio Público, aun cuando organismo constitucional autónomo, está obligado a tutelar los derechos fundamentales de los ciudadanos e investigados cuya presunción de inocencia les asiste, hasta que su culpabilidad no sea declarada mediante sentencia firme. Debe relievarse que todos los estamentos públicos —incluido el Ministerio Público— están vinculados por la fuerza normativa transversal de la Constitución Política del Perú y, en tal sentido, están impedidos de realizar acciones que menoscaben los derechos fundamentales de los ciudadanos y obligados a emprender acciones que los tutelen y efectivicen.

Esta mala praxis fiscal genera la obtención de prueba ilícita que no podrá ser utilizada en el marco del proceso penal, dado que la consecuencia de su obtención en detrimento de derechos fundamentales conlleva su exclusión e inutilización. Qué duda cabe que el caso Cuellos Blanco requiere de una amplia investigación, pero en un Estado democrático y constitucional de derecho no es admisible una actuación fiscal contraria a la Constitución y a la ley, que en lugar de coadyuvar a la pronta culminación de los procesos penales, generaría la absolución de diferentes procesados al no existir prueba lícita y debidamente obtenida que los incrimine. 

Cabe destacar, que la norma procesal que faculta la interceptación telefónica establece que la orden judicial se dicta en mérito de datos objetivos determinados y, además, que se identificará, de ser el caso, al afectado y se especificará la forma de interceptación, su alcance y duración. A ello se añade que, como toda medida limitativa que afecta un derecho fundamental, debe ser debidamente motivada y estrictamente proporcional a los fines perseguidos. En tal sentido, si no se cumplen dichas exigencias de justificación y proporcionalidad, la medida resultará inexorablemente inconstitucional y, por tanto, los datos obtenidos a partir de ello no podrán ser utilizados en el marco de un debido proceso penal, el cual también garantiza el respeto por garantías mínimas y que en su tramitación no se afecten derechos de corte constitucional.

Pese a todo ello, la actuación irregular del fiscal supremo Fernández Alarcón no ha merecido ninguna respuesta por parte del Ministerio Público ni de la Junta Nacional de Justicia. Tampoco se ha pronunciado sobre la materia la presidencia del Poder Judicial ni el titular del Ministerio del Interior, aun cuando han sido interceptados ilegalmente jueces supremos y personal de la DIVIAC. Ello revela que la actitud fiscal ha sido banalizada y tomada como una circunstancia anecdótica, pese que se ha revelado una flagrante actuación ilegal e inconstitucional, máxime si no se tiene conocimiento alguno del resultado de dichas interceptaciones ni cuál ha sido el destino de los mismos, las cuales podrían ser instrumentalizadas en perjuicio de los interceptados al margen de la ley. 

Es evidente que el caso Cuellos Blancos es emblemático y pretende ser un símbolo de la lucha contra la corrupción judicial, pero ello no debe avalar excesos, arbitrariedades y constantes vulneraciones de los derechos fundamentales. Por tal razón, los organismos vinculados a la administración de justicia deben tomar las acciones necesarias para proteger las libertades y derechos fundamentales de todos los ciudadanos (incluso de los investigados), como el secreto a las comunicaciones, vinculado al derecho fundamental a la intimidad personal y familiar.   

 

Disclaimer:  El autor del presente artículo es docente, abogado penalista y defensor de algunos ciudadanos investigados por el fiscal supremo Oscar Fernández Alarcón. 

 

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banalidad, chuponeo, ilegal

¿Qué le puede aportar el inefable Ricardo Belmont al presidente Castillo, para que lo haya nombrado consejero presidencial? ¿Conocimientos especializados en economía, en política exterior, en resolución de conflictos, en asuntos constitucionales, en análisis político? Obviamente, ninguna de las mencionadas.

Al presidente Castillo se le sale la cadena, sin lugar a dudas. Es un personaje muy básico, no es bruto, es inteligente, pero desconoce por completo el funcionamiento del gobierno y del Estado y en esa medida no parece calibrar la dimensión de algunas de sus decisiones.

Y ello parece que no tendrá remedio pronto, así que deberemos acostumbrarnos a acciones bizarras con inesperada recurrencia. Desde declaraciones altisonantes e inapropiadas hasta designación de funcionarios absolutamente sin sentido (es el caso de Belmont, como también lo fue el de Julián Palacín en Indecopi, o lo es el de los ministros del Interior y de Educación, por citar los más notorios).

Belmont es un reaccionario consumado, machista, xenófobo (basó su última campaña edil en mensajes antimigración venezolana), pésimo administrador (lo demostró en la Municipalidad y en su canal de televisión). Cuando el gobierno parecía haber empezado a enmendar rumbos políticos en el buen sentido (con la salida de Bellido y el alejamiento de Cerrón), vuelve a meter la pata con un nombramiento que va a generarle ruido mediático innecesario y distractor.

Castillo se dispara al pie. Tiene vocación por el autosabotaje. Es, en ese sentido, irremediable y habrá, al parecer, que resignarse a ello. Un gobierno que tendrá pocas nueces, pero mucho ruido, generado la mayor parte del mismo por acciones y decires presidenciales impertinentes o absurdos.

Parece que más temprano que tarde, el Presidente decidirá alejarse también del ala Movadef del magisterio y entenderá, leyendo la realidad social y política (encuestas y composición del Congreso), que el tema de la Constituyente es un pie forzado innecesario. En ese sentido, su perspectiva de gobernabilidad mejorará.

Pero lo que parece que se mantendrá incólume e inamovible será su vocación por el dislate, por el autoboicot, por generar zozobra política innecesaria y perturbadora, que afecta, sin duda, lo que de bueno pueda estrenar en asuntos propios del quehacer gubernativo. El nombramiento de Belmont es una cabal demostración de ello.

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Movadef, Presidente Castillo, Ricardo Belmont, Vladimir Cerrón

Imaginemos el caso de Jones. Esta es una persona que ha fumado toda su vida, y que, a partir de su experiencia de no haberse enfermado nunca de cáncer de pulmón, afirma categóricamente, en contra del consenso del estáblishment médico internacional, que fumar no causa cáncer. 

Es cierto que el buen Jones puede impresionar a otros despistados como él, pero es evidente que está equivocado. La razón es bastante clara. Más allá de la anécdota individual, hay muchísima evidencia que apunta a que fumar eleva el riesgo de cáncer, a pesar de que no necesariamente causa esta enfermedad en todos los fumadores. Esto tiene que ver con la noción de causalidad. 

Cuando los médicos dicen que fumar causa cáncer de pulmón, no se refieren a que si uno fuma necesariamente vaya a contraer cáncer de pulmón —ni siquiera a que fumar haga que sea probable que uno contraiga este cáncer—, sino que, al fumar, uno eleva las probabilidades de tener esta enfermedad (de casi cero a más o menos 20%). En ese sentido, a pesar de que lo más probable es que un fumador no se enferme de cáncer, es correcto decir que fumar es una causa de esta enfermedad. 

La historia de Jones ilustra dos puntos filosóficamente interesantes. Lo primero es una noción probabilística de causalidad, que consiste en que A es la causa de B si A eleva las probabilidades de que ocurra B. Esta mirada probabilística va en contra de las nociones de causalidad que sostienen que A es la causa de B solo si, cada vez que ocurre A, necesariamente tiene que ocurrir B. 

Lo segundo tiene que ver con la manera como se descubren las relaciones causales. ¿Cómo saben los científicos que fumar causa cáncer de pulmón? Las relaciones causales no se pueden observar tal como uno observa, por ejemplo, los síntomas de una enfermedad. En muchos casos, estas relaciones se tienen que inferir a partir de estudios. En el caso de la relación entre fumar y cáncer, a lo largo de varias décadas se han realizado diferentes estudios que contrastaban la incidencia de cáncer entre fumadores y no fumadores, controlando factores como edad, sexo, clase social, tiempo como fumadores, condiciones preexistentes, etc., aislando así la diferencia entre fumar y no fumar como los únicos factores relevantes, y eliminando la posible influencia de otros factores (estos son los llamados estudios aleatorios prospectivos).

La razón por la que el ejemplo de Jones da risa es que no se ha dado cuenta de que su experiencia individual es limitada. Es como el borrachín que cree que conducir ebrio no es peligroso porque nunca ha tenido un accidente. 

En el caso de enfermedades nuevas, estos temas son más relevantes aún, pues no se han realizado aún los estudios prospectivos que indiquen la posibilidad de relaciones causales entre, por ejemplo, el consumo de un medicamento, y la cura de una enfermedad. Eso lo sabe bien cualquier estudiante de medicina de primer año. Hacer afirmaciones causales en contextos médicos, sin contar con la evidencia de estudios serios, puede ser muy peligroso, y es ciertamente muy poco profesional.  

Estas ideas son relevantes para entender parte de nuestro contexto actual: ¿se acuerdan cuando, hace ya varios meses, a partir de su experiencia de haberse recuperado del Covid, Ciro Maguiña, afirmó categóricamente, en contra del estáblishment médico internacional, que la ivermectina fue una de las causas de haberse recuperado del Covid? Lo que estaba haciendo el vicedecano del Colegio Médico del Perú es justamente una inferencia causal basada en la generalización de la experiencia individual, al mismo estilo de mis personajes ficticios ‘Jones el fumador’, y ‘el borrachín conductor’, solo que ni Jones ni el borrachín han estudiado medicina. 

 

* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. 

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Ciro Maguiña, estáblishment

Recientes propuestas de reformas al sistema de gobierno han llamado la atención, pues parecen no centrarse en atacar el problema de raíz, sino en respuestas a situaciones coyunturales. El proceso de reforma constitucional tiene un gran impacto y, por lo tanto, no debe tomarse a la ligera.

Una constitución es un texto que recoge los principios y valores, las reglas de convivencia, de una sociedad. En ese sentido, no es propósito del texto constitucional desarrollar cada aspecto de nuestro quehacer cotidiano. En cambio, a partir de la norma suprema, se aprueban leyes y reglamentos específicos para cada sector y actividad que amerite regulación, siempre en armonía con los principios constitucionales.

Esta norma, al reflejar los valores de la sociedad, tiene vocación de permanencia en el tiempo que nos dé predictibilidad y seguridad. Esto no significa de ningún modo que nuestras reglas de convivencia no puedan evolucionar y adaptarse a los cambios sociales. La Constitución puede ser interpretada de manera dinámica por el Tribunal Constitucional, de tal forma que sus disposiciones se apliquen de acuerdo al contexto actual. 

Sin embargo, ante cambios sociales que lo ameriten, la propia Constitución contempla la regulación para introducir reformas que permitan ajustarla a la realidad nacional. Esto ocurrió, por ejemplo, cuando se reconoció el derecho al voto a nuestras Fuerzas Armadas, en el año 2005, o cuando se prohibió la reelección presidencial inmediata, según nuestra tradición constitucional.

Cualquier reforma constitucional debe ser evaluada con detenimiento y con particular enfoque en su impacto en el resto del texto constitucional. Es imprescindible mantener la armonía y consistencia de la norma suprema, de forma que el cambio en una disposición no entorpezca o vuelva inviable la aplicación de otra.

En este contexto, preocupa la reciente tendencia a la presentación de proyectos que buscan reformar la interacción de los poderes del Estado, pues no parecen derivar de un estudio profundo del problema que se busca solucionar y sus causas, sino más bien aparentan ser reacciones a situaciones a las que se ha enfrentado el país recientemente. Es el caso, por ejemplo, de la propuesta de interpretación de la cuestión de confianza, así como de las propuestas de modificación de la vacancia presidencial, o la llamada muerte cruzada, cuya aplicación derivaría en la disolución automática del Congreso.

No cabe duda que la relación ejecutivo legislativo es uno de los aspectos de la Constitución que mayor atención ha atraído, en particular a raíz de la interacción entre estos poderes en los últimos cinco años. En tal sentido, es necesario implementar cambios al sistema de balance de poderes. Sin embargo, estos cambios deben partir por evaluaciones profundas de expertos, seguidas por propuestas que ataquen el problema de raíz y de manera integral, en lugar de a cada figura de manera aislada. Finalmente, estas propuestas deben ser analizadas, reflexionadas y debatidas por los legisladores en búsqueda de la mejor alternativa. Es responsabilidad del legislador generar propuestas de calidad, debidamente sustentadas y evaluadas.

Urge regular adecuadamente un mecanismo real de control político al Ejecutivo, como el juicio político, así como el alcance de la cuestión de confianza. Pero la única manera de evitar futuras crisis políticas que nos paralicen de la forma en la que ha ocurrido en el pasado, es mediante una mirada integral y poniendo por delante el interés del país. Mucho bien nos haría retornar al sistema bicameral, entre otras razones porque las propuestas legislativas ameritan una reflexión más profunda.

 

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Ejecutivo, voto de confianza

Negarle la confianza al gabinete presidido por Mirtha Vásquez sería hacerle el juego al radical leninista Vladimir Cerrón. Ojalá la derecha y el centro parlamentarios entiendan que las batallas son estratégicas y no ideológicas o, mucho menos, fanáticas.

Claramente, el gabinete Vásquez supone una mejora cualitativa respecto del gabinete Bellido. Mantiene un par de nombres muy cuestionables, como los ministros del Interior y de Educación, tras los cuales haría bien el Congreso en ir y, eventualmente, luego de una interpelación, censurarlos. Pero el gabinete en su conjunto merece una oportunidad de gobernabilidad más aún luego de la crisis partidaria desatada entre el presidente Castillo y las facciones cerronistas de Perú Libre.

Cerrón ha jugado sucio a la política. Primero, porque quiso aprovechar el triunfo de Castillo en beneficio propio, priorizando su agenda sobre la del gobierno, y luego, cuando se tornó inmanejable la presencia de su alfil Bellido, pateando el tablero y poniendo nuevamente como valor superior el presunto beneficio de su agrupación.

A Castillo le va a hacer bien esta ruptura. Tiene ahora mayores márgenes de acción. Ha ganado oxígeno. Con Cerrón y Bellido marchaba a paso firme hacia la vacancia. Hoy ha recuperado terreno y se esperaría que pronto entienda lo saludable que sería que se desgaje también del ala Movadef del magisterio y, finalmente, asuma que el tema de la Asamblea Constituyente no va, ni ahora ni después.

Ese margen de evolución debe otorgárselo la oposición. El Congreso -y el centro en particular- cometió un grave error al darle la confianza al gabinete Bellido. Nunca se la debió dar. Pero la mejor manera de remediar la culpa por un error no pasa por cometer otro, como sería, esta vez, no darle la confianza a un gabinete mejor constituido que aquel que sí mereció dicho respaldo.

Lastimosamente, el Primer Mandatario, es un personaje muy limitado, incapaz de generar credibilidad por sí mismo. En esa medida, aun cuando se cometan todos los aciertos (separación del Movadef y descarte de la Constituyente), su gobierno no será capaz de movilizar a los agentes de inversión privados, los únicos en capacidad de lograr el propósito de la reactivación económica, que, según la encuesta de Ipsos de ayer, debería ser la primera prioridad ciudadana.

Esas son las consecuencias de votar por la izquierda en la encrucijada histórica en la que se hallaba el Perú. Será importante que el votante lo aprenda. Abortar este proceso de mediocridad -con un recorte abrupto del mandato de Castillo, camino que empezaría con la negatoria de la confianza al gabinete Vásquez-, borraría el descrédito político de la izquierda, que, bien merecido, se está ganando.

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Mirtha Vasquez, Movadef, Vladimir Cerrón

Desde hace unas semanas, debido a la posible aprobación de la cuestión de confianza por parte del Congreso de la República por insistencia, se viene debatiendo la posibilidad de su reforma y sus implicancias. ¿Qué propone el proyecto de ley en cuestión? Regular los artículos 132 y 133 en la que se proponga que el Ejecutivo solo pueda utilizar la cuestión de confianza para temas relacionados a políticas de gobierno en general, exceptuando de ella reformas constitucionales que competen al Congreso de la República y otras entidades autónomas. Acto seguido -en una disposición complementaria y final de la autógrafa- propone que solo el Congreso de la República puede interpretar el sentido de decisión. 

Proyecto de ley realmente cuestionable porque pone en desbalance el equilibrio de poderes. Como señala Carlo Magno Salcedo en su análisis del tema (La Mula, 11/10/21), actualmente el Congreso de la República, implícitamente, tiene la potestad de poder interpretar la Constitución para su labor legislativa, pero qué pasa cuando contraviene -por ejemplo- temas que puedan afectar la relación ejecutivo y legislativo. 

Sabemos que el contexto actual es de una polarización extrema debido al objetivo que tiene el gobierno de llevar adelante una Asamblea Constituyente, pero se debe actuar con suma cautela en temas jurídicos para causas políticas prodemocráticas, como detener esa intentona que pretende cambiar las reglas de juego. En ese sentido, y de acuerdo a la propuesta del constitucionalista y docente universitario Joel Campos, es necesario salir de esa dicotomía que contribuye a un enfrentamiento político fratricida y sin salida. 

Para ello -según el constitucionalista- se debe establecer una reforma al artículo 134 de la Constitución, sobre la disolución del Congreso de la República, en la que se proponga la “muerte cruzada” (que se usa también en el Ecuador) en la que disuelto este primero poder del Estado se proponga convocatoria a nuevas elecciones no solo para elegir nuevos parlamentarios sino también de presidente de gobierno. 

Dicha reforma limitaría el enfrentamiento permanente de los actores en el juego político. Reformas así oxigenan nuestro precario sistema político tan venido a menos en la que minorías activas (como el caso de grupos vinculados a Sendero Luminoso) tengan margen de acción para -desde el propio sistema- destruir los cimientos democráticos que tanto nos ha costado construir. 

La oposición política debe hilar fino -en tiempos turbulentos para el mantenimiento del Estado de derecho- para proceder a usar armas legales que no contravengan a la Constitución y a su estrategia de detener pretensiones que generan graves problemas a lo avanzado durante los últimos dos décadas en el país. 

 

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Asamblea Constituyente, Congreso de la República, voto de confianza

Francia o Inglaterra, S XII. Se señala que en algunos monasterios de clausura los monjes, para evitar el aburrimiento, tenían un juego particular que se basaba en una pelota que tenían lanzar a un contrincante que se situaba al frente y que solamente tenía permitido un bote antes de responder al adversario. Se le denominaba jeu de paume o juego de palma, ya que solo se podía usar la mano. Recién en el S XVI se permite el uso de una raqueta y a fines del S XIX se forma el primer club profesional. Evidentemente, hablamos del tenis.

Más allá de algunas referencias asiáticas (ts’uh Kúh en la China de la dinastía Han y el kemari japonés) o americanas (el pok ta pok maya o el pasuckuakohowog norteamericano), la principal referencia sobre el fútbol como lo conocemos hoy se remonta al S XII también en Inglaterra y Francia. Eran juegos de pelota grupales que iban tomando forma como entretenimiento y que después fueron tomando forma. Sin embargo, se trató de un juego asociado al lumpen y a la violencia extrema que estuvo proscrito y practicado de manera ilegal durante algunos siglos. Es recién en el XVI que en Italia se publica el primer libro de reglas. 

Si continuamos indagando por la historia de los demás deportes, tendremos relatos parecidos. Una lógica de entretenimiento que va tomando una forma específica, que normalmente personas asociadas con élites sociales deciden desarrollar y normar y que luego generan una institucionalización de su práctica: el deporte como tal, con reglas específicas.

Hace una semana, en pleno siglo XXI asistimos sin darnos cuenta al intento contemporáneo más relevante en este sentido: el primer campeonato mundial de globos, que por añadidura lo ganó un peruano y lo hizo el mismo día que la selección de fútbol, nuestro deporte más popular, caía ante Argentina. La metáfora es la misma: aprovechar una práctica popular (¿quién no ha jugado con un globo, evitando que toque el piso, en su infancia o más adelante, con sus amigos, familiares o como una forma de hacer amigos en una fiesta?) y darle forma, reglas y manejar la normativa del deporte. Como jugando.

El responsable de hacer algo así se llama Ibai Llanos. Y es un fenómeno a nivel mundial que está dando qué hablar y sobre el que vale la pena hacer ciertas reflexiones relevantes en la realidad del país.

¿Quién es este Ibai? A ver si somos precisos y que nuestros propios sesgos no nos ganen el comentario. Ibai es un streamer. Un streamer es un transmisor en vivo. El término me lo comentó Joaquín, 13 años, seguidor del comunicador. Un streamer que además sabe perfectamente qué decir y cómo decir permanentemente. Va de acierto en acierto. Muy famoso e influyente. Tanto que es portada de la edición española de la revista Forbes. Tanto que tiene más de 8 millones de seguidores en Twitch, 6 en Instagram,  7 en Youtube y 5 en Twitter. Tanto que puede darse el lujo de transmisiones con más de 600 o 700 mil espectadores en vivo, solo porque el las hace. Tanto que entre todos los periodistas deportivas de canon mundial, fue a él a quien Messi eligió para dar la primera entrevista oficial cuando pasó al PSG. Una de las preguntas que Ibai le hizo, suelto de huesos, a la estrella argentina fue: “¿crees que el otro día comí mucho en tu casa?”. Fue la primera vez que Messi hablaba en Twitch además.

Ya. Alguien que ha logrado tanto en apenas cinco años, ¿qué truco tiene? Antes de pensar en ensayos que lo expliquen decidimos preguntarle a la fuente más directa. Volvimos donde Joaquin y le consultamos qué le veía: “es entretenido, me hace reír”. Pero ni es solo entretenimiento ni es solo risa. Es cercanía, es lenguaje directo y no es dependencia a ninguna regla que no sea la de Ibai. Es honestidad en un mundo que no se considera honesto. Es capaz de despertarse un día y conversar con Messi, al día siguiente hacer de un juego de sala un deporte con Mundial y luego hacer una transmisión con un cuarto de millón promedio de espectadores viéndolo comentar sobre casi cualquier cosa.

El entretener pasa por hacer cosas diferentes cuando todos se esfuerzan en hacer lo mismo. La risa viene por el lado de la naturalidad con la que enfrenta los fenómenos. ¿Cuál es la diferencia con una entrevista en ESPN o Fox? Que Ibai habla con ellos (los entrevistados) y les pregunta las cosas como las preguntaría a amigos. No se complica. Es lo que textualmente Joaquín nos dice y le creemos. Joaquin puede quedarse viendo una entrevista que Ibai le hace a cualquiera en Twitch, pero jamás vería una de ESPN.

Más allá del medio, aunque este sea importante, creo que la principal ventaja competitiva de Ibai es esta manera de romper el canon que los medios imponen. Su forma de comunicar es distinta y eso lo hace deseable. Es un medio en sí mismo. Probablemente -es una hipótesis- si sometemos a prueba la credibilidad de algo que diga Ibai versus algo que diga un medio tradicional, las audiencias jóvenes no dudarían en creerle más al streamer que al medio. Todo está en el lenguaje.

Como el periodista Diego Salazar ha explicado con mejor arte: “Lo importante es que Ibai está siendo él mismo, o al menos eso es lo que los espectadores perciben. A diferencia de lo que ocurre con la televisión o la radio, donde la distancia con el espectador u oyente es inherente al medio, donde hay un emisor y un receptor y esos papeles no se confunden nunca, internet es el espacio donde todos acudimos a expresarnos como somos o como nos gustaría creer que somos”¹

Estando claros en lo que Ibai significa, ¿qué es lo que tiene que ver con la realidad nacional un conductor como él? Bueno, con la realidad como tal, no mucho. Pero hay tanto que aprender que a veces nos intriga saber por qué a nadie le interesa ver estos ejemplos en el mundo mundial. 

Esta semana, hubo algunos comunicados desde distintas fuerzas políticas. Uno de ellos, de los más recientes, es el de la cuenta oficial de la bancada de Perú Libre explicando los motivos por los que no se reunirán con La PCM mañana. No abundaré en razones, pero ya Eduardo Gonzales lo ha comentado en un hilo de tuiter²: ¿por qué la comunicación política tiene que ser tan distante, enrevesada, complicada y repetimos, distante? ¿Por qué no pueden decir las cosas directamente, en sencillo, sin usar un metalenguaje que nadie más quiere seguir? ¿Por qué optar por el laberinto en lugar de la línea recta? 

 Los políticos, así como los analistas e influenciadores locales, en su gran mayoría, jamás entendieron que la posibilidad de usar la expresión vía redes sociales los obliga a dialogar. Todos son mensajes unidireccionales, sin respuestas, sin intercambio. Y lo peor, sin capacidad de reflexión conjunta. Una de las principales fuentes de desconfianza interpersonal es la percepción de falsa autoridad. No es posible construir lazos si se opta por una forma de comunicación que sólo va a expresar y no a dialogar. Revisen cuentas de políticos y de autoridades. Jamás responden comentarios o preguntas. Si no quieren discutir, mejor que no posteen nada.

Cuando apreciamos las entrevistas a las autoridades, es tan evidente el armado de historias que no corresponden a la realidad que a todos se les asigna el rol de mentirosos y desconfiables. Parece que el ejercicio de honestidad estuviera penado. 

Tres ejemplos bien simples pero potentes de cómo en un universo de discursos armados y falsos, personajes como Ibai son tan bien recibidos. El contraste, pero sobre todo el uso de códigos que las audiencias valoran y esperan parece bastante claro. Desde estos parajes, ejercicios como las transmisiones casi diarias de comunicadores como Carlos León Moya (@contracultural) o el popular Man Ray (@litolobo) son ejemplos que debemos mirar. En especial este último, no solo por su parecido con Ibai, sino por la sensibilidad que muestra y porque a diferencia de otros comunicadores, no le cuesta ceder el micro y dejar que su audiencia se apodere de sus temas. Son dos grandes ejemplos que han planteado el uso de un lenguaje diferente, claramente comunitario y recíproco, que deberíamos mirar con expectativa y, por qué no, esperanza. 

Más allá de generar nuevos deportes, Ibai nos está enseñando qué grandes errores cometemos al comunicar como lo hacemos.     

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1 https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2021/09/01/ibai-llanos-messi-twitch-entrevista-periodistas/

 2 https://twitter.com/elfjcgc/status/1449660108418555906?s=20

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ESPN, Fox, Ibai Llanos

Después de casi treinta años, José Alberto Bravo de Rueda publica su segunda novela, titulada Fanático del rock (Lima: Hipocampo Editores). Si bien Bravo de Rueda es un prolífico escritor peruano que publica poesía y prosa, esta vez nos sorprende con un tema muy actual –político y cultural– que resalta la historia peruana de los últimos cincuenta años. 

Desde el inicio del relato notamos que el narrador en tercera persona nos cuenta sobre la admiración que existe en Lima por los músicos internacionales, particularmente los del género del rock y la banda The Rockin’ Bones (un sucedáneo literario de The Rolling Stones). Así, el argumento se desarrolla a través del secuestro de esa famosa banda por el comandante Fernando Goicochea, ex torturador y genocida del Grupo Colina que había sido dado de baja por sus atrocidades, pero seguía suelto en plaza y se dedicaba a la vida delictiva gracias a su avanzado entrenamiento militar y su posesión de diversas armas. Goicochea, curiosamente, es un fanático del rock y su intención es tocar con la banda mientras esta se encuentra cautiva.

Con una prosa limpia dentro de un lenguaje coloquial y lúdico, el narrador nos relata las hazañas de gente de poder en el estado peruano donde los corruptos (como Goicochea) terminan siendo los triunfadores y los honestos (como el detective Jorge Arteaga, de la Policía Nacional, perseguidor de Goicochea) son castigados. 

Asimismo, los temas de violencia, corrupción y crímenes son vistos bajo una nueva luz, donde se busca e indaga quiénes son los responsables de dichas acciones. La música cumple un rol fundamental a través del relato político-policial, desde un rock internacional, donde grandes músicos comparten su talento, hasta el gusto por lo local y regional. La música en sí identifica y define en muchos casos a nuestros personajes, que viven tanto el rock como el huayno.

La relevancia cultural que Fanático del rock nos expone es justamente la presencia musical en todos sus ámbitos y categorías, como un retrato alegórico del Perú, desde el rol fundamental que se le asigna al rock hasta sus derivaciones en subcategorías, como el auge de los músicos nacionales que representan distintas esferas sociales.

Sin embargo, el trasfondo histórico y político de la trama nos lleva a pensar en la denuncia de las atrocidades cometidas contra los derechos humanos que no se han resuelto en el país y que han derivado en algunos casos en la formación de comandos de delincuentes como síntoma de una sociedad enferma que no ha logrado superar sus problemas fundamentales (pobreza, desigualdad social, inseguridad pública, etc.). 

Fanático del rock nos ofrece una visión diferente a la aceptada por el conservadurismo nacional. Es decir, la novela pone en tela de juicio comportamientos y acciones perpetradas por gente de poder y finalmente nos ofrece una entretenida prosa con personajes que ejemplifican momentos trascendentes en la historia cultural y política del país.

José Alberto Bravo de Rueda ha publicado los poemarios Intento de ala (1983) y El libro de las reencarnaciones (2019), el conjunto El hombre de la máscara y otros cuentos (1994) y la novela Hacia el sur (1992). Es uno de los grandes valores de la notable Generación del 80, descuidada está, en su conjunto, por nuestra crítica local, más atenta a las publicaciones de las angurrientas editoriales transnacionales. Por añadidura, Bravo de Rueda forma parte del enorme contingente de escritores peruanos afincados en los Estados Unidos, que ya llega a por lo menos unos 150, según los índices del primer Encuentro de Escritores Peruanos en los Estados Unidos realizado el 2015 en Washington, DC. 

A leer a Bravo de Rueda, que vale la pena.

 

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