Opinión

El que acierta es Pedro Planas, qué pena que Tito Flores y él nos hayan dejado tan temprano, ambos nos legaron libros memorables y polemizaron sobre Haya y Mariátegui, aunque pocos le llamen polémica al contrapunto entre Tiempo de Plagas y el Joven Haya. En la República Autocrática, Planas sugiere que tras el periodo aristocrático (1895 – 1919) debió advenirse al Perú la democracia de las masas pero que Leguía canceló dicha posibilidad instaurando la dictadura. 

No es igual la dictadura de Leguía, al caudillo militar del XIX, que no es ni santo, ni beato, pero que no controlaba necesariamente al Congreso y al Poder Judicial, que andaba a caballo y no en un vehículo presidencial descapotable. Leguía es postindustrial, es un dictador chic, con clase, le encanta el hipódromo, los certámenes de reinas belleza, populariza el cine, y disfruta del frenético ritmo del charleston en las cadenas de radio nacionales; pero también es el émulo peruano de los dictadores bananeros centroamericanos impuestos por el imperialismo yanqui. ¿Los Somoza nicaragüenses les dicen algo?

Pero hizo obra. ¡Ay Perú populista y clientelar! no has entendido nada. Nada, salvo quizá las carreteras, que multiplicase la riqueza, nada que nos dotase de una base industrial, nada que asegurase la capitalización y multiplicación de los recursos a futuro. Todo rimbombante, espectacular, carnavalesco, como las casonas a un lado y otro de la avenida que inauguró él mismo y en homenaje pre-póstumo a él mismo, o como los grandes monumentos que nos regalaron las potencias europeas por el Centenario de la Independencia.  Todo especulación inmobiliaria y harta corrupción. ¿Cuál es el mérito de despilfarrar el saldo de una tarjeta de crédito sin límites ni cortapisas, sino generas los fondos para pagarla? 

Y Leguía, tras el crack del 29, dejó un país quebrado y mucho más pobre de lo que lo encontró. Los oligarcas que lo antecedieron, hay que reconocerlo, fueron responsables con el gasto público. Él no, derrochó y derrochó, y si dicen que él no robó, todos a su alrededor robaron a manos llenas.

Pero la peor herencia de la dictadura de Leguía es la cancelación del incipiente movimiento obrero de 1919, el cierre de San Marcos y el acallamiento de su entonces brillante pléyade política e intelectual, el allanamiento de los diarios El Comercio y La Prensa, los que luego se alinearon al régimen autoritario; el exilio de Haya, la conminación a Mariátegui a no enfrentar en Amauta al régimen dictatorial. etc. 

La peor herencia de Leguía es trocar, en los años veinte, la transición a la democracia de las masas, que el régimen republicano creó para que sus instituciones funcionen de manera independiente y equilibrada, por la nefasta cooptación de los poderes públicos a manos de un lóbrego cenáculo en el poder, respaldado por las fuerzas armadas o conformado por sus más engalonados representantes. 

En 1919, a la manera de Hobsbawm, se inauguró el siglo XX en el Perú. Este fue el siglo de las dictaduras, sino recordemos: Leguía, Sánchez Cerro, Benavides, Prado, Odría, Lindley y Pérez Godoy, Velasco, Morales Bermúdez y Alberto Fujimori. 

Si estamos preocupados, si la desolación nos acongoja, busquemos las causas: la corrupción es una de ellas. Pero si acá no tenemos instituciones republicanas solventes, ni partidos políticos como tales, ni una clase política respetable es porque el siglo XX nos echó encima, bañada en sangre, a una horripilante criatura autoritaria que no nos permitió ni enterarnos de qué trataba esto de la democracia. 

Pasado mañana el Congreso votará una reforma constitucional. No son tiempos de dictaduras tan obscenas y descaradas como las de antes. Por ello, quienes ahora buscan el poder con las mismas intenciones que los patrimonialistas de antaño, se han sofisticado mucho en las formas que utilizan. A ese nivel, un golpe de Estado camuflado en más de 50 reformas a la Constitución es toda una novedad en esta tierra donde la república, con minúsculas, alguna vez fue el impuesto que los indígenas pagaban al Estado por el simple hecho de nacer peruanos.

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Gobierno, Leguía

La derecha peruana, antiglobalista en materia de derechos civiles, cree ser la última trinchera frente al avance del globalismo progresista que atenta contra los principios básicos de la tradición y la familia. Muchos de ellos se oponen por esa razón al reconocimiento de lo que creen serán factores de disolución del orden establecido y de los valores cristianos que inspiraron la fundación de nuestra sociedad.

Además de conservadores son ignorantes. No se dan cuenta que las libertades son la esencia del Occidente que dicen defender y que su avance es incontenible y que, más temprano que tarde, el Perú no escapará al triunfo de los derechos individuales, y la defensa de la libertad y de la vida como principios rectores, de toda sociedad liberal, que supuestamente un sector de esta derecha reaccionaria también anhela.

Mi homenaje a quienes como Susel Paredes hacen de esta una causa política pública, porque ya es hora de romper el silencio temeroso respecto de una motivación hermosa, como es la del amor y la libertad.

La del estribo: imperdible Todos vuelven, el musical que la productora Preludio ha puesto en escena en el Teatro Municipal y que va hasta el 3 de julio. Es un repaso maravilloso y emotivo de toda nuestra historia. En la dirección Carlos Galiano, dramaturgia, el propio Galiano y el gran Mateo Chiarella, y en la producción y dirección vocal, la extraordinaria Denisse Dibós.

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Gobierno

5.- ¿Dará entrevistas Castillo? Nunca más, salvo que sea a los pasquines gobiernistas que han proliferado en los kioskos del país. Su nula elocuencia e incapacidad de respuesta a situaciones comprometedores, como ya se demostró en la entrevista a Fernando del Rincón, de CNN, lo deben haber curado de espanto de esa posibilidad. Tendremos un presidente alejado de la prensa lo que resta de su mandato.

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Congreso de la República, Gobierno, Pedro Castillo

A la violencia sexual se añadieron maltratos físicos y psicológicos. «Por ejemplo, yo era obligado a comerme mi propio vómito cuando había arrojado», cuenta Zander sobre su sádica preceptora. «Yo mojaba la cama. Entonces ella me ponía en la mañana bajo la ducha fría y con un cepillo de dientes restregaba mi pene con sal». El párroco también aplicaba violencia, llevaba a cabo exorcismos sobre la “estirpe del diablo”, golpeaba a los “engendrados en pecado”. Dice Zander que esta “violencia religiosa” era tan nefasta como la violencia sexual.

«Abajo en el sótano eras violado y arriba se nos obligaba a la fuerza a rezar y cantar. Había coerción para ir a la iglesia todos los domingos. Había verdaderas expulsiones de demonios con golpes. Y siempre reproches y amenazas: “¡Si no haces esto, te irás al infierno!” Para mí de niño eso era normal, pero a la larga no era otra cosa que coerción. Desde mi punto de vista actual era pura demostración de poder, abuso de poder. No importaba que fuera el párroco, la preceptora, el conserje o el director del hogar infantil: todos ellos tenían cuasi poder sobre nosotros. El abuso sexual siempre es abuso de poder; no se debe relativizar esto, diciendo que todos eran pedófilos. Como el conserje, que no era pedófilo. Abusaba de los niños y luego les introducía cuerpos extraños, yo mismo lo viví. Se caracterizaba por ser muy sádico. Y esta conducta se reflejaba después en mi grupo, allí había insoportables orgías de golpes».

En el año 2015 Zander publicó una pequeña novela basada sobre sus experiencias personales con el título de “Y Dios aparta la mirada (La historia de Dieter Z. – Un niño en el infierno)” [“Und Gott schaut weg (Die Geschichte des Dieter Z. – Ein Kind in der Hölle]”, donde, además de narrar los abusos de todo tipo que sufrió, describe lo que se puede considerar un sistema de abuso, donde cada uno de los responsables cumple una función y donde muchos no ven —o no quieren ver— lo que se les hace a los niños. Allí también se describe a un grupo de donantes, hombres que colaboraban monetariamente o con servicios a la comunidad evangélica y que podían llevarse un fin de semana a cualquier niño para un paseo, supuestamente para hacer que por algunos momentos se sientan parte de una familia. Uno de los principales donante de la comunidad de Korntal habría sido también un abusador de menores, así como otros señores interesados en el “bienestar” de los niños.

No obstante que los Comunidad Evangélica de Hermanos de Korntal buscó silenciar a Zander, desacreditándolo como un mentiroso y embustero, finalmente tuvieron que admitir los hechos, dado que aparecieron nuevos testimonios de más de 140 víctimas. Se encargó una investigación independiente que incluía dos hogares infantiles de la comunidad entre los años 50 y 80, realizada por la exjueza Brigitte Baums-Stammberger, el pedagogo Bruno Hafeneger y el sociólogo Andre Morgenstern-Einenkel, los cuales presentaron su devastador informe el 7 de junio de 2018. Fueron entrevistadas 105 víctimas —entre ellas Zander—, de las cuales 56 habían sufrido violencia sexual. Se pudo identificar a 81 abusadores, de los cuales 8 eran abusadores intensivos en serie. Una vez publicado el informe se han reportado más de 50 víctimas adicionales.

Comenta Zander: «Desde mi punto de vista no se puede decir que el contexto católico sea peor que el evangélico – en ambas iglesias no se hace nada. Ambas están igual de mal y son terribles». Pero la atención puesta sobre la Iglesia católica eclipsa los abusos cometidos en las iglesias evangélicas. Zander recalca que «para nosotros, víctimas protestantes, hay poco apoyo».

Actualmente Detlev Zander forma parte de un equipo de investigación independiente para la atención de violencia sexual y otras formas de abuso en la Iglesia evangélica en Alemania, es oficialmente representante a nivel federal delas víctimas de abusos de la Iglesia evangélica alemana y ha fundado la Asociación Fórum Red de Víctimas (Verein Netzwerk Betroffenen Forum).

En febrero de este año declaraba que «el mismo se había convertido en punto de contacto». En el último año y medio se habían contactado con el 168 víctimas de comunidades protestantes. Muchos no querían declarar ante comisiones conformadas sólo por representantes de las iglesias evangélicas. Incluso para la investigación en curso se habían reportado demasiadas pocas víctimas. Zander alienta a participar: «El que calla, le fortalece las espaldas al abusador».

Detlev Zander ya no callará nunca más. Quiere pisarle los callos a los obispos para llevar adelante un esclarecimiento independiente. «Quien no logra crear estructuras sanas, se hace cómplice, le da a los abusadores y abusadoras la oportunidad de violar niños», dice. Para el próximo año se esperan los resultados de la investigación independiente. Zander prevé en la Iglesia evangélica el mismo terremoto que actualmente sacude a la Iglesia católica.

De este modo, a las iglesias que se vanagloriaban de ser recintos de luz y santidad se les puede aplicar lo que decía el escrito alemán Johann Wolfgang Goethe: «Donde hay mucha luz, la sombra tiende a ser profunda».

El LP de 1971, el de la carátula blanca con el título al medio, escrito a mano, está compuesto por retazos de los segundos shows de cada noche, una labor finísima de edición, realizada entre junio y agosto. Contiene dos hilarantes parodias, The Mud Shark, basada en una anécdota real ocurrida en The Edgewater Inn en Seattle, Washington, conocido en los setenta como el hotel de los rockeros, que involucra a miembros de Vanilla Fudge y una “joven señorita con gustos bizarros»; y Do you like my new car?, en que la banda se burla de la subcultura de las groupies, fans femeninas que hacían literalmente de todo para estar cerca de sus músicos favoritos, uno de los temas explorados en el film suprarrealista 200 Motels, que se estrenó cuatro meses después, ese mismo año. O la tríada What kind of girl do you think we are?/Bwana dik/Latex solar beef, en que Flo & Eddie despliegan toda su destreza vocal y deslenguado histrionismo. También hay excelentes temas instrumentales como Willie the Pimp -cuya versión original es cantada por Captain Beefheart (Hot rats, 1969); o la frenética Little house I used to live in -del LP Burnt weeny sandwich (1970) con la que, supuestamente, comenzaba el show- e incluso el éxito radial de The Turtles, Happy together, para dar pase a las del “cierre”, Peaches en regalia (Hot rats, 1969), Tears began to fall; y Lonesome electric turkey, un extracto de las improvisaciones instrumentales de King Kong (Uncle Meat, 1969).

El setlist de los shows originales es, sin embargo, totalmente distinto. La banda arranca cada noche con Peaches en regalia y Tears began to fall, para luego intercalar material nuevo como la secuencia She painted up her face/Shove it right in, un anticipo del soundtrack de 200 Motels con temas grabados previamente como Status back baby (Absolutely free, 1967), Concentration moon y Mom & dad (We’re only in it for the money, 1968), en medio de las cuales inserta otra de sus rutinas humorísticas, The Sanzini Brothers, un circo alocado y escatológico, con Preston y Underwood convirtiendo un concierto de rock en una imaginaria función de carpa, payasos y malabaristas desde sus Hammonds B-3, acompañados por los redobles de Dunbar. Otro de los puntos centrales de aquellos conciertos en el Fillmore East fue la presentación de Billy The Mountain, más de 30 minutos de entretenimiento musical que combina teatro, comedia y rock, que un año más tarde, Zappa lanzó como lado A del LP Just another band from LA (1972). 

En el último concierto de la segunda noche del Fillmore, Frank y su grupo recibieron en el escenario a una pareja muy conocida, para un cierre inesperado. John Lennon y Yoko Ono se unieron a The Mothers en una intensa media hora en que hubo blues, composiciones de Zappa y una descarga de jams instrumentales. De más está decir que el histórico encuentro de estas dos importantes lumianrias del rock clásico hubiera sido musicalmente perfecto si no fuera por los insoportables berreos y alaridos de Yoko Ono. El segmento, que ya había sido publicado previamente, con ediciones, en el álbum póstumo de Frank Zappa, Playground psychotics (1992), aparece completo aquí por primera vez, con todos las intervenciones vocales de Flo & Eddie que Lennon, mañosamente, eliminó para la versión incluida en su propio LP Sometime in New York City (1972), donde no solo alteró el audio sino que además cambió títulos y se apropió de autorías, un hecho que rompió los acuerdos previos a los que había llegado Frank con el ex Beatle (más sobre ese tema, aquí).

Pero The Mothers 1971, el boxset, incluye también una grabación inédita, el concierto completo que ofrecieron en Londres, el 10 de diciembre de ese mismo año, en el Teatro Rainbow, una semana después del incendio en el Casino de Montreaux (Suiza) que destruyó sus equipos e instrumentos, evento que quedó inmortalizado en el clásico de Deep Purple, Smoke on the water (LP Machine head, 1972). 

El primero de los dos shows programados para esa noche se desarrolló con total normalidad, salvo ciertos problemas técnicos y de sonido ya que la banda tuvo que alquilar todo tras el siniestro. La casa estaba llena. Al final, Zappa anuncia la última canción, sin decir el nombre. Y de repente, las voces de Flo & Eddie comienzan a entonar I want to hold your hand de los Beatles, algo que los más de 3,000 asistentes agradecieron con mucho entusiasmo. Sin embargo, cuando ya la banda se despedía del público, un hombre enloquecido subió y, de un empujón -que se logra escuchar en el minuto y medio final del track- arrojó a Frank desde el escenario hasta la zona donde, normalmente, se ubican las orquestas, una caída de casi 3 metros de altura. Se puede sentir, en ese último tramo de sonido ambiental, la conmoción ante lo ocurrido, un oscuro momento que puso en riesgo la vida y carrera del artista. 

La prensa británica cubrió ampliamente el asunto, pero nadie supo, en el momento, la magnitud del ataque. «La banda creyó que yo estaba muerto. Después me enteré de que el tipo pensó que yo estaba haciéndole guiños a su esposa, al final del show. Eso es imposible, en ese momento la luz me da directamente a la cara y no puedo ver a nadie en el público, solo un gran agujero negro. Ni siquiera lo vi venir», comentó el músico años después. El agresor, un joven de 24 años llamado Trevor Charles Howell, fue condenado a un año de prisión. Zappa, de 31, sobrevivió milagrosamente, pero quedó muy mal herido, con una pierna y un brazo fracturados, contusiones en la cabeza y en la espalda, lo cual trajo como consecuencia el final de este corto pero fructífero período de The Mothers Of Invention.

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The Mothers

Debe ocurrir un proceso de maduración ideológica, tanto del centro como de la derecha. Ha quedado demostrado que defender el statu quo es condenarse a la derrota. Hay que pensar y encontrar fórmulas atractivas que le devuelvan a este sector la imagen de cambio del orden establecido, y no permitir que ese activo lo capture la izquierda, que en la práctica es la fuerza política más retardataria porque es el retorno el viejo populismo y autoritarismos que ya hemos transitado en el país y en la región y que fueron receta segura para el fracaso.

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Asamblea Constituyente, IEP

Con evidente espíritu clásico, Tauro nos dice: “Amar al libro equivale a disfrutar íntimamente su mensaje de luz y belleza, y a proyectar sobre el mundo la verdad que de él emana” (p.18). Siguiendo con otras afirmaciones que invitan a la reflexión, Tauro anota que los grandes libros, aquellos que dejan huella en diversas comunidades culturales, no pueden de ninguna manera ser fruto de azar o improvisación. En el caso peruano, señala dos textos que no por fundadores pueden resultar menos discutibles: Comentarios reales, del Inca Garcilaso y Tradiciones peruanas, de Ricardo Palma, dos libros que han “sondeado el tiempo y el espacio para revelar las cautivantes lejanías que han dominado el nombre del Perú, dos libros claramente alentados por la sensibilidad humanista y las afinidades románticas” (p.20). 

No he olvidado, como muchos lectores, que Tauro fue siempre un gran estudioso del Perú. Y recuerdo que, gracias a muchos de sus textos, tanto artículos de crítica como antologías, comencé a construir lazos de afecto muy grandes con la literatura peruana. Más allá de esa circunstancia personal, quisiera enfatizar en lo acertada que resulta la aparición de este volumen, que seguramente permitirá a lectores de generaciones más jóvenes, dialogar con un genuino amante, no solo del libro, sino también del Perú.

Elogio del libro y otros ensayos. Alberto Tauro del Pino. Lima: Biblioteca Nacional del Perú. Colección Cultura Impresa. Lima, 2022.

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Elogio del libro y otros ensayos, Tauro del Pino

Un hecho relevante, que suma, es la reciente aprobación en la Comisión de Constitución de la bicameralidad y de la posibilidad de reelección inmediata. Ambos hechos, de terminar aprobándose en el Pleno, crearían incentivos favorables a que los actuales congresistas voten a favor de un recorte de mandato, ya que no los alejaría de la posibilidad de volver a postular y tentar seguir en el cargo.

Lo ideal -insistimos- es la vacancia de un gobernante que ya ha probado incapacidad moral permanente, pero a menos que aparezca un audio o video demoledor, con él como protagonista, va a seguir manteniendo su blindaje en los 44 votos izquierdistas que impiden el proceso. El plan alternativo de recortar el mandato tiene el costo de tener que soportar la ingobernabilidad hasta el próximo año, pero igual es infinitamente preferible a tener que hacerlo hasta el 2026.

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Bicameralidad, Comisión de Constitución, Presidente Castillo

TRES

La escena del restaurante, es una de las mejores presentaciones de personajes en la historia del cine. Un plano subjetivo, donde cada uno saluda a Henry, quien -voz en off- menciona sus nombres. La música de fondo es la canción italiana “El Cielo en una habitación”. Subrayando el sentimiento del joven protagonista por el universo delictivo.

La escena de la boda es posiblemente una de las mejores. Martin ralentiza el momento ¿por qué? para que la disfrutemos con delectación, trasladándonos a un estado de ensoñación. La canción “Como si de un sueño mismo se tratase” enfatiza el sentimiento onírico. 

El Autor también usa el congelamiento de imagen, para establecer una doble narrativa o darle una mayor importancia a la escena.

Dícese que la intención era hacer una especie de Falso Documental, y da en el clavo. De ahí que el personaje de Henry Hill y de Karen –en ciertos momentos- nos hablen, incluso, mirando a la cámara. 

La música esta puesta al servicio de cada escena. Siendo Martin un melómano por excelencia, nos da a conocer canciones irrepetibles. Las cuales le dan un plus a cada fotograma.  Por ejemplo: la parte final de “Layla”, mientras descubren los cuerpos de las víctimas de Jimmy. O la violencia extrema e inusitada; en la muerte de Batts, con la obra maestra de Donovan: Atlantis de fondo. Incluso el final, con el cover Punk, de Sid VIcious de “My Way” con el cual homenajea la peli de 1903 “El gran robo al tren”.

MS nos retrata personajes como Tommy (excelso Joe Pesci) que de un momento a otro puede pasar a una ferocidad in extremis. Esos son los personajes de cine del Autor: taxistas atormentados, boxeadores crueles e impiadosos, hombres imperfectos y celosos. Amantes dispuestos a sufrir y resignarse a su destino. Siendo las mujeres e hijos víctimas colaterales en aquel universo. 

Paul Sorvino (solo con su presencia intimida), De Niro, Pesci, Ray, Lorraine Bracco, Franck Vincent, entre otros, brindan actuaciones antológicas. 

RL empezó como actor de telenovelas a inicios de los ochenta. Escalo de a poco y a finales de la década ochentera fue elegido para el papel, por el cual será recordado. Por siempre. 

Y si, Ray Liotta es uno de los Nuestros.

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Ray Liotta
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