Opinión

[AGENDA PAÍS] El mensaje a la nación de más de 3 horas que la presidenta Dina Boluarte ofreció al país el pasado 28 de Julio, si bien contuvo una serie de ofrecimientos importantes en distintos ámbitos de la problemática nacional, dejó también la sensación de una falta de priorización y la duda sobre si con las capacidades actuales del Estado y de las Regiones, estas promesas podrían, efectivamente, ser cumplidas.

También queda el sentimiento que un mensaje tan denso y extenso, acompañado de otro extenuante desfile de fiestas patrias, con llegada presidencial en carro descubierto, estuvo buscando primero, una reconciliación con el pueblo con pedido de perdón incluido, y segundo, dar al empresariado, interno y externo, una señal que la pacificación en el país es una realidad, pero lo más importante, que hay gobernabilidad y que no hay duda de que Dina Boluarte tiene el poder.

Pero pasando a la sustancia de las propuestas, de las críticas y comentarios que el discurso presidencial ha recibido (algunos muy ácidos, otros agridulces y unos pocos entusiasmados), rescato las opiniones del ex Ministro de Economía Carlos Oliva Neyra, actual Presidente del Consejo Fiscal y Vice-Presidente del Banco Central de Reserva (BCR).

Con su conocido temple, claridad y sentido de la realidad, Carlos Oliva introduce la variable del Consejo Nacional de Competitividad y Formalización-CNCF (https://www.cnc.gob.pe/) antes que la del Acuerdo Nacional-AN (https://acuerdonacional.pe/). La CNCF (a diferencia de la AN, que es más un entorno de mucha retórica pero de poca o nula efectividad) tiene como misión institucional “articular los esfuerzos del sector público, privado y la academia para implementar reformas y medidas de impacto en favor de la competitividad y productividad en el país”.

El CNCF es, por lo tanto, un espacio de interacción entre los actores relevantes y eso fortalece la credibilidad de las propuestas y de la institucionalidad. En este entorno, el CNCF desarrolló hace ya varios años un plan institucional muy bien estructurado basado en 9 objetivos priorizados con sus correspondientes medidas, que, de manera concreta y medible, busca mejorar el bienestar de todos los peruanos.

Incluso, el CNCF ha desarrollado planes regionales, identificando dónde se debe realizar inversiones para cerrar brechas, como, por ejemplo, una cartera de proyectos para la promoción de inversiones en turismo en la región San Martín.

Los 9 objetivos priorizados, que dada la realidad del país son también ambiciosos, incluyen: Infraestructura, Capital Humano, Innovación, Financiamiento, Mercado Laboral, Ambiente de Negocios, Comercio Exterior, Institucionalidad y Sostenibilidad Ambiental.

Hubiese sido interesante que el mensaje presidencial hubiera tomado estos 9 objetivos y las 84 medidas que relacionan a 14 entidades, como marco para el plan de gobierno 2023-2026, estableciendo mejoras fundamentales como el fortalecimiento de la institucionalidad. En este punto, por ejemplo, se careció de una visión integral de cómo mejorar los servicios públicos de todo el Estado, cuyo eje principal es la calidad de los funcionarios públicos y el acceso meritocrático a la carrera pública.

Las propuestas de modificación de la manera cómo se eligen a los congresistas y el regreso a la bicameralidad son interesantes, pero no articuladas con una reforma política. Otra propuesta fue la inclusión de 50,000 policías del orden cuya forma más bien, va en contra de la institucionalidad de la PNP. Estas promesas no dieron la impresión de estar bajo una visión integral en el campo de la institucionalidad, sino más bien, anuncios que buscan el aplauso de corto plazo sin medir las consecuencias posteriores.

Es tarea de la PCM tomar los objetivos priorizados del CNCF, hacerlos suyos y trabajar articuladamente en la sincronización con el mensaje presidencial, para que devengue en un plan de acción 2023-2026 con objetivos que sean medibles progresivamente y que la ciudadanía, a través de un portal que el gobierno ponga a disposición, pueda hacer el seguimiento y si es el caso, el llamado de atención a las autoridades para que se cumpla el plan y se use adecuadamente el dinero de todos los peruanos.

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A pesar de que el Perú no es un país particularmente lector, siempre sorprende con los niveles de asistencia y de venta que comporta la Feria del Libro, cuya edición 27 acaba este domingo (va más gente que a Mistura, la multitudinaria feria gastronómica). Corrobora que el formato impreso, uno que además no ha tenido variación en siglos, para no remontarnos a los tiempos preimpresión, sigue cautivando el interés del consumidor.

Y lo mismo sucede en el mundo. Las Ferias del Libro son un suceso cultural central, las ventas de libros impresos no decaen y el formato digital nunca ha llegado a destronar el mercado tradicional que implica el circuito de ferias, librerías y posterior destino en bibliotecas particulares.

Es, de paso, un llamado de atención al mundo de los diarios impresos, que soportan una crisis pavorosa en el Perú y en algunos países del orbe (aunque hay diarios que han logrado sobrevivir incólumes el boom digital). No es verdad que sean el papel y la tinta los que espantan a los lectores. Si así fuera, los libros también sufrirían las consecuencias. Es otra la razón.

Los diarios insisten en propalar noticias como su principal contenido, y ello es un sinsentido. ¿Quién diablos va a comprar un producto donde se va a encontrar con aquello que ya conoce por las redes sociales, la radio o la televisión 24 horas antes? Los diarios ya no deben “vender” noticias, sino contenido de valor agregado (entrevistas, reportajes, crónicas, investigación, notas gráficas) y no solo en su sección política sino en todo su contenido. El negocio de las noticias es de la radio y la televisión. De otro modo, va a ser imposible que crezcan sus lectores y mucho menos que los jóvenes se acerquen a un kiosko a comprarlos. No es el envoltorio el enemigo, es la falta de criterio de directores y editores.

Lo que sucede con los libros es el mejor ejemplo. No hacen concesiones al formato, siguen siendo centenares de hojas llenas de letras, tienen el costo adicional de su acumulación física (los diarios se desechan y no complican el panorama doméstico), y a pesar de ello gozan de buena salud. Y en un país poco lector, ya no hablemos de otros países hispanos, como Argentina, México o España, donde el libro es un objeto de culto.

 

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[LA TANA ZURDA] Grandes fotos del periodista se exhiben en todos los corredores de un evento que puede pasar a la historia por sus inmensas proporciones y seguramente por el volumen de sus ventas.

Se dice que el Perú es uno de los países con menos lectores en el mundo, pero ahora se puede al menos asegurar que lee a Bayly. Qué pírrica victoria contra el analfabetismo funcional.

En otros ambientes de la Feria la gente no hace largas colas, aunque en menor proporción compra algunos libros que de veras son importantes. Por ejemplo, «Kachkaniraqmi, Arguedas», una novela de Eduardo González Viaña en la que su autor narra con amor la vida de José María Arguedas, así como los ríos que predicen el destino, las montañas que hablan y la gente que resiste en el mundo andino. Más todavía, el humor y el amor se juntan cuando el novelista finge no ser el narrador de la historia y atribuye esa función a dos zorros. Se trata de una novela que hará historia y de cuyas virtudes ya me he ocupado antes.

Otro libro importante es sin duda la «Correspondencia completa» de César Vallejo, en dos tomos, al cuidado de los reconocidos vallejólogos Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi. Contiene más de 400 documentos minuciosamente descritos, en los que los editores trazan el cuadro detallado de las circunstancias personales del poeta a lo largo de más de veinte años de ires y venires entre el Perú, Francia, España y Rusia. Un gran aporte para quienes desean conocer de cerca e investigar los pormenores de nuestro poeta bandera.

Y ya que seguimos con Vallejo, no puede dejar de mencionarse la nueva edición de «El tungsteno», la novela proletaria que publicara en España en 1931 y que dio un giro a su narrativa, amoldándola a los requerimientos de la lucha socialista del momento. Esta edición estuvo al cuidado de Paolo de Lima y lleva dos prólogos, uno del poeta Paul Forsyth y otro de los ya mencionados Fernández y Gianuzzi.

Asimismo, hay que mencionar la colección de ensayos «Vallejo a un siglo de Trilce: nuevos estudios», recopilada por el consagrado poeta y académico José Antonio Mazzotti, que contiene 23 ensayos novedosos sobre el gran poemario de 1922, cuyo centenario el año pasado motivó numerosos congresos y mesas redondas. Dos de esos congresos, en Sevilla y en La Habana, organizados por Mazzotti, son el semillero de los ensayos del libro, entre los cuales destacan las audaces hipótesis de Stephen Hart sobre la muerte de Vallejo, de Lucy Bell sobre Vallejo como un precursor del pensamiento lacaniano acerca del carácter pre-simbólico del lenguaje, y del propio Mazzotti sobre el origen del nombre «Trilce», entre otros igualmente interesantes.

Y no puede faltar la recomendación sobre un documental titulado «César Vallejo, poeta del Bicentenario», de Roberto Aldave, que 24 minutos resume de manera atractiva y profesional los pasajes más importantes de la vida del poeta de Santiago de Chuco.

Como se ve, esta Feria del Libro hace justicia a su dedicatoria «El universo de César Vallejo», pues sirve para exponer las nuevas investigaciones sobre nuestro gran poeta. Pero no todo queda ahí. La FIL también está dedicada a Cronwell Jara (Piura, 1950), uno de nuestros mejores escritores peruanos contemporáneos. Autor del ya clásico relato «Montacerdos» (1981), Jara tiene varias novelas y poemarios valiosos en su haber. Sin duda se merece los homenajes y paneles que tratan de su obra, que esperamos que después de este espaldarazo se difunda más y más.

En suma, no todo es morbo en esta FIL, que gracias a Vallejo, Arguedas, Jara y otros grandes autores ha elevado su nivel intelectual en relación con años anteriores. Dése una vuelta por el Parque los Próceres de la Independencia en Jesús María hasta el domingo 6 de agosto y de paso compre un libro. Así también se hace Perú.

 

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En la última encuesta de Ipsos se le preguntó a la ciudadanía qué temas debería priorizar Dina Boluarte en el mensaje de Fiestas Patrias. Las respuestas son reveladoras porque denotan las reales preocupaciones de la gente. Un 44% responde que lucha contra la delincuencia, 43% lucha contra la corrupción, 28% reducción de la pobreza, 27% salud pública, recién en quinto lugar adelanto de elecciones (25%) empatado con promoción de la inversión para generar más empleos (25%).

Ahora se entiende el fracaso de la “toma de Lima” del 19 de julio y la delusión que acompaña a la izquierda peruana cuando cree ver allí la muestra cabal de un gobierno dictatorial enfrentado a un pueblo movilizado, cuando la verdad es que estamos lejos de ser una dictadura y más lejos aún de un activismo multitudinario.

Así como se erraba radicalmente haciendo del tema de la Constituyente el leit motiv central de la plataforma política de la oposición inicial a Boluarte, se marra con mayor amplitud cuando ahora se convoca performances políticas en base a un adelanto de elecciones que bien puede querer en abstracto la mayoría, pero no preocupa tanto a la misma como otros temas (indicados en la respuesta a la pregunta referida al inicio de esta columna).

De igual guía debe servir para la derecha, que no da pie con bola y anda más despistada que la izquierda y ni siquiera sabe si debe oponerse o no al régimen (satisfecha de que haya reemplazado al nefasto Castillo, le perdona casi todo a Boluarte). Y lo más grave es que los temas de seguridad ciudadana y el de reactivación económica son parte de la agenda central y excluyente de la derecha (a la izquierda no se le asocia con aquellos asuntos).

Amparada en los poderes fácticos (fuerzas armadas, empresarios y medios de comunicación), Dina Boluarte se siente tranquila, más aún si la oposición comete el grueso error de elegir la agenda equivocada para atacarla.

La única manera de movilizar a las calles es denunciar la inseguridad ciudadana, la crisis económica y la inmoralidad pública (que ya se aprecia en algunos nombramientos deleznables, como los de EsSalud). Solo así habrá una oposición capaz de mover las agujas del reloj político.

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Crisis económica, Dina Boluarte, Encuesta Ipsos, Fiestas Patrias, inseguridad ciudadana, oposición política

[ENTRE BRUJAS: FEMINISMO, GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS] El reciente mensaje presidencial por 28 de julio nos dejó claro que la actual presidenta no tiene ninguna intención de dejar el poder y que la demanda ciudadana por un cambio, reflejada en las protestas y en la mínima aprobación de su gobierno, simplemente le es indiferente.

Boluarte inició con una crítica al gobierno anterior resaltando los altos índices de pobreza y la gran corrupción, olvidándose por completo que fue parte de este como Vicepresidenta y Ministra de Desarrollo e Inclusión Social, cargos que son asumidos por la confianza y cercanía al gobierno de turno.

Afirmó que su gobierno es democrático, negando de esta manera la crisis social, política y cultural que atraviesa el país y, evidenciando una peligrosa indiferencia por la actual captación de instituciones estatales, lo cual vulnera el principio de separación de poderes y, por ende, socava la gobernabilidad.

La presidenta relevó en su mensaje «la paz social», aunque, paradójicamente, se reprimía y gaseaba a manifestantes en el centro de Lima. La criminalización de la protesta ha continuado en las calles, así como los gestos racistas de parte de las autoridades estatales.

La paz social se construye garantizando justicia y reparación real para las víctimas de violaciones a los DDHH, así como evitando repetir actos hostiles que sigan profundizando la exclusión. La paz no puede ser solo un discurso.

La reconciliación no se construye replicando actos discriminatorios y prácticas que vulneran libertades fundamentales.

El discurso de la presidenta, estuvo plagado de incoherencias (como las mencionadas) y grandes ausencias.

Señaló que cumplirá las recomendaciones hechas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; sin embargo, meses atrás deslindaba de todo vínculo con las fuerzas del orden y sus acciones desproporcionadas violatorias de derechos humanos. La CIDH ha calificado lo sucedido como “masacres” y “ejecuciones extrajudiciales”.

Así mismo, Boluarte le dedicó segundos a abordar la problemática de la violencia contra las mujeres, sin mencionar la obligatoriedad del ejecutivo en la implementación de políticas públicas para su prevención y atención. Una corta alusión a temas punitivos evidenció no solo su indiferencia con este tema sino su alianza con sectores anti derechos que limitan y bloquean el avance en materia de igualdad.

Es vergonzosa la omisión, prácticamente absoluta, de temas vinculados a igualdad de género, derechos de las mujeres/niñas y personas LGBTIQ+. Mucho más triste es saber que esto no es casual, sino que es el resultado de acuerdos y probablemente negociados con sectores ultra conservadores en cuya agenda política se encuentra la erradicación del enfoque de género en el Estado.

Este fue un mensaje que dejó claro el proyecto autoritario del gobierno, así como los acuerdos y alianzas perversas que mantiene y protege. En la mira está la igualdad y toda agenda progresista que pueda llevar a garantizar derechos.

Todos los líderes/lideresas de talante dictatorial hablan de paz y a la vez reprimen, hablan de reconciliación e igualdad, pero a la vez excluyen, criminalizan y evitan avanzar en esta ruta. La estrategia no es nueva, pero el escenario es preocupante, porque el hartazgo de la ciudadanía hace que se toleren prácticas peligrosas que nos están llevando a un túnel en dónde los más corruptos festejan por el botín.

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[CASITA DE CARTÓN] Esta Casita de Cartón abre sus puertas con un caso que ha conmocionado a la población argentina. Como saben mis lectores, me encuentro en la tierra del tango y la pasión, pero no por eso ausente de la realidad que acontece en nuestro país. Por eso haré de esto cierto paralelismo, pues no estamos para nada exento del narcotráfico, motivo (según los indicios) de tal macabro asesinato que ha horrorizado a la población ‘gaucha’. Hablo sobre el caso del influencer y empresario, Fernando Pérez Algaba de 41 años, más conocido como ‘Lechuga’, que fue encontrado día atrás descuartizado en un arroyo de Ingeniero Budge, por unos niños que jugaban a la pelota. Todo hace indicar que se encontraba entre las  turbulentas y sucias mareas del narcotráfico, así como de la estafa, los Bitcoin, y que su muerte ha sido un ‘mensaje’, más allá de un ajuste de cuentas. Aún la investigación se encuentra en curso, hay mucha tela por cortar, donde está involucrado un barrabrava de Boca de la primera línea, una persona trans como distintas amenazas por estafas, sobre todo en la venta de autos, que había recibido el perecido.

Pero de lo sustancial de este hecho, podemos extrapolarlo al terreno local, donde la lucha contra el narcotráfico está lejos de ser real, por los menos las pruebas empíricas así lo demuestran. Las autoridades se hacen de la vista gorda, que en vez de lucharlo frontalmente parecieran mantener una tregua. El narcotráfico es desde hace mucho tiempo el caudal de dinero más fuerte que se mueve entre las sombras de nuestro país. O como alguna vez un estudioso del tema dijera sobre los países de la región: ‘es el sostén de nuestras economías’. Como menciona el notable escritor italiano, Roberto Saviano, custodiado 24/7 hace más de una década después de denunciar con su obra ‘Gomorra’ a la temida mafia de la Camorra italiana, al tener un precio su cabeza: ‘Los talibanes, junto a los sudamericanos, son los narcotraficantes más poderosos del mundo’. Y es que llevándolo a nuestro día a día, esa lucha que tanto se ventila pareciera ser más mito que realidad. Que tiene más de romanticismo, como una novela o cuento de Fitzgerald o como unos versos encandiladores de trovadores, ya que con los militares que tenemos y el equipamiento militar que en este último desfile hicieron gala, ¿cómo no pueden contra 50 narcos en el Vraem? De qué sirve tanta suntuosidad si es inútil. Asimismo, ir contra los residuos de sendero  y contra la temida camarada Vilma. Ese juego sediento, el maniqueísmo cansino, tiene poco o nada de soporte ante la razón. No se puede entender como un país sin carteles como el nuestro sea el mayor o de los mayores exportadores de cocaína en el mundo. Esa ‘ayuda’ del país del norte, con la DEA, es totalmente ineficiente y hasta irrisoria. Es que esto es la vida real, no una miniserie televisiva con trama extraída de Hollywood donde los buenos siempre son los mismos, los ‘defensores de la humanidad o la libertad’, cuando ya esa narrativa está muy malgastada. Esta no una película de los Vengadores; y si lo son, son de los fracasados.

Ahora tenemos que lidiar con el tren de Aragua como distintas mafias extranjeras que han hecho de Lima su ‘patio’ para sus negocios siniestros, desde el narcotráfico, la trata de personas, la extorsión, el sicariato… Los antiguas mafias peruanos están siendo desalojadas de sus zonas o sino, en acto de sobrevivencia, se unen a esos grupos delictivos. Si continuamos en este derrotero ya no seremos de los primeros países del mundo exportando cocaína sin cárteles, sino que tendremos cárteles regados por todas partes, si es que realmente no se va contra las cabezas y no con los pececillos para las cámaras, aunque pareciera una utopía. Qué se puede esperar realmente si estos mismos financian candidatos con millonarias sumas de dinero, no solo en distintas localidades sino hasta presidenciales, y del que el Poder Judicial se encarga religiosamente en archivar. Hay tanto por descreer como nación, sociedad, deconstruir, tanto por cambiar… Esta Casita de Cartón cierra sus puertas asqueado de la realidad política, pero más aún, de la hipocresía social. De todas las jerarquías, pero sobre todo de las que llevan las riendas del país. Los que bailan sobre las tumbas.

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[BATALLAS PERDIDAS] Para la derrota definitiva del ejército español y la concreción de la independencia se tuvo que esperar tres años y medio más, y se logró con la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824. Sin embargo, la figura de San Martín es la que más resplandece en las fechas patrias y la de Simón Bolívar, el gestor más importante de la liberación de España, parece no solo relegada a un segundo plano sino muchas veces vilipendiada por un sector intelectual y político.

San Martín se quedó en Lima y no quiso arriesgarse al interior del país. La única zona verdaderamente independiente era el norte del país, la Intendencia de Trujillo, que ya lo estaba desde 1820. Si bien esta decisión permitió una estabilidad política temporal en la capital, también facilitó la reorganización de las fuerzas realistas.

El proyecto de Bolívar era ambicioso y prospectivo: una unión entre los países de América del Sur bajo un solo gobierno central. El Libertador pensaba que esta era la única forma de evitar los conflictos y las guerras que asolaban a Europa, y que solo mediante la cooperación y el intercambio se podría lograr el progreso y el bienestar para todos los pueblos sudamericanos. Por eso, en 1826 convocó una reunión internacional en Panamá con el objetivo de plasmar en tratados legales los principios de un novedoso orden global que había ideado desde hacía tiempo. Su proyecto no se limitaba a la unión política, sino que también abarcaba la colaboración económica y cultural entre las naciones.

Sin embargo, este proyecto no fue bien recibido por las élites políticas de la época, que veían en él una amenaza a sus intereses y privilegios. De hecho, la idea de una Gran Colombia se oponía a la tendencia hacia la fragmentación de América en diversos países independientes. Por esta razón, Bolívar se convirtió en un adversario no solo para las élites peruanas, sino también para las de otros países de la región, incluso Colombia y Venezuela.

Así que el próximo 28 de julio, día de la independencia del Perú, (guiño de ojo),  te invito a que digas sin temor a cometer un error: ¡Feliz 9 de diciembre!

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No hay grandes debates en el Congreso, ni polémicas doctrinarias, a pesar de que existen diferencias ideológicas marcadas entre los distintos partidos del establishment. Lo que importa es el trasiego menudo de intereses de poder, no la perspectiva de transformar el país, en un sentido u otro.

Y en cuanto al Ejecutivo, a diferencia de otros gobiernos, que albergaban alas discrepantes, pugnas por ejercer el dominio, movidas estratégicas para alcanzar mayores cuotas de participación en el mundo de las decisiones, todo se reduce a los embistes o codazos que se dan el premier Alberto Otárola y el hermanísimo de la presidenta.

No es un resultado de los nuevos tiempos antideológicos que supuestamente se enseñorean en el planeta. Basta cruzar la frontera y ver lo que pasa en Chile, Argentina, Brasil, Ecuador, Colombia, etc., y uno podrá ver allí intensos debates, despliegue de argumentos, desfile de razonamientos polémicos y confrontacionales. Es la política que se vive con intensidad y de esa manera recoge las disidencias ciudadanas propias de cualquier sociedad democrática.

Entre los mochasueldos, los Niños, los nombramientos cuestionables y aquellos de allegados o familiares, no salimos. Más riqueza temática hay en las páginas de espectáculos o policiales.

La pauperización de la política peruana es la que explica el surgimiento de outsiders cargados de impericia. Cualquiera puede llegar a ser Presidente, cualquier peatón aspirar a ser congresista, un don nadie a alcalde o autoridad regional. No importan los programas de gobierno, las ideas ejecutoras, los planes de acción. Es la política como espectáculo pueril y vacío de contenido lo que se va apoderando del país y amenaza con llevarse de encuentro consigo cualquier forma civilizada de sostener nuestra democracia.

La del estribo: extraordinaria la puesta en escena de Cómo aprendí a manejar, con sobresalientes actuaciones de Melania Urbina (¡brillante!), Óscar López Arias, Alicia Mercado, Óscar Meza y Verony Centeno, y con la correcta dirección de Juan Carlos Fisher. La obra es de Paula Vogel y fue ganadora del premio Pulitzer en 1998. Va en el ICPNA hasta el 10 de setiembre. Entradas en Joinnus.

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[LA COLUMNA DECA(N)DENTE] El 30 de julio, la Casa de la Literatura Peruana preguntó a sus seguidores lo siguiente: “¿Un libro que recomiendes para entender a nuestro país?”. En mi opinión, es recomendable no uno sino dos libros para entenderlo. El primero, “El reconocimiento de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario” y, el segundo, “Aspectos legales en la responsabilidad médica en el Perú”, cuya autora, entre otros, es Dina Boluarte. Ambos fueron publicados en el 2004. Ambos depositados en la Biblioteca Nacional. Ambos escritos por la hoy Señora Presidenta de la República, al parecer, para dejar constancia de su necesidad de comunicar sus ideas y experiencias de manera estructurada y convincente; compartir sus conocimientos e información sobre tal temática; destacar como una experta en Derechos Humanos y en los asuntos legales que rodean la práctica médica y la responsabilidad del personal médico en el país; mejorar su reputación profesional y abrir oportunidades laborales.

Sin embargo, ambos libros fueron plagiados. El plagio del primero fue descubierto por los periodistas Christopher Acosta y Hernán Floríndez; y el del segundo por el programa “Al Estilo Juliana”. Como bien dice Acosta, en relación con el primero, “la obra se construye con retazos que se copian y pegan de trabajos académicos, tomando contenido ajeno que se hace pasar como propio. Un caso de plagio sistemático”. Al analizar el contenido del mismo con el Turnitin, un software antiplagio, el resultado es categórico. El 55% corresponde a fuentes bibliográficas no citadas. Es decir, plagiadas. En cuanto al segundo, abundan pasajes extraídos de autores no citados como Brenner Díaz, Ana Collado, Jiménez de Asua o de Internet. Al igual que el primero, no cuenta con bibliografía ni pies de página.

Ambos libros permiten entender, sobre todo, a tan dilecta escritora. En primer lugar, el plagio no es otra cosa que tomar ideas, palabras, obras o trabajos de otra persona y presentarlos como propios, sin dar crédito adecuado al autor original o sin obtener permiso para su uso. Una práctica antiética, la cual, todo indica, sistemática en nuestra novel escritora. En segundo término, evidencia que carece de creatividad o habilidades para generar contenido original y, por lo tanto, opta por copiar el trabajo ajeno. En tercer lugar, nula conciencia sobre el plagio. Muestra de una educación inadecuada sobre la ética y la propiedad intelectual pese a ser abogada. Por último, una absoluta despreocupación por las consecuencias del plagio. El mismo, al no tener consecuencias significativas, lo asume parece ser como una práctica aceptable.

Una vez descubiertas las copias de Dina Boluarte y ante contundentes evidencias, la respuesta gubernamental fue lamentable. Un poco más y su primer ministro Otárola repite la ya legendaria afirmación de otro plagiario serial: “no es plagio, es copia”. En esta ocasión fue algo más original y afirmó que, en cuanto al primer libro, “no es un libro, es un texto”. Es decir, “nunca tuvo la intención de ser un libro como malintencionadamente se dijo. Y prueba de ello que no se publicó, no se comercializó y no se ofreció al público” Boluarte dixit. A partir de hoy, cortesía de Boluarte y Otárola, el plagio no es plagio, ni la copia es copia. Basta con señalar que un libro plagiado es tan solo un texto y punto. Gracias por la licencia para plagiar.

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