Opinión

UNO

El Negro anotó tres goles, en cada una, hubo jugadas magistrales. El primero, pase largo, bombeado, a Pele; quien la recibió en el borde del área, rodeado de dos defensas. Entonces, hizo fácil lo difícil: un sombrero a Manga; el segundo, vino un centro desde la izquierda y el 10 hizo el salto imposible, rodeado de rivales más grandes, como en la final del Mundial de México 70; el tercero, le robó el balón al lateral, en el área, y luego de driblear al arquero, éste lo derribó. Todo en menos de 20 minutos. Fue hace 61 años, Santos y Botafogo jugaban la semifinal de la Libertadores. El encuentro de ida, en Santos, había terminado empatado. La vuelta fue en Rio, los cariocas tenían un equipazo: Garrincha, Zagalo, Nilton Santos, Quarentinha y Manga, entre otros. El equipo paulista tenía a Pele, con eso bastó. Terminó 0-4 a favor de los visitantes.

Diez años más tarde, el Fogão, volvió a clasificar a la segunda fase de la Libertadores. Entre sus estrellas, estaban: Jairzinho, Marinho Chagas, Dirceu, Brito y el lobo Fischer. Era el favorito. Sin embargo, perdió, clamorosamente, ante Colo Colo, (que debió ser campeón ese año); el Maracaná fue testigo de aquella noche aciaga, un 1-2, que debió terminar 1-3. También está, en el pretérito, el partido en Asunción, ante Cerro Porteño (el crack Saturnino Arrua estaba lesionado). Los brasileños ganaban 2-0, sin sobresaltos. Corría el minuto ochenta; en los siguiente cuatro minutos, todo cambio. El encuentro acabó 3-2 a favor del equipo azulgrana. Botafogo, terminó último en su grupo. 

El año pasado, quedó en ridículo, al perder el Brasileirao en las últimas jornadas. Lo había liderado, por más de 30 fechas. En el futbol, el factor psicológico es fundamental, tanto como el físico, la técnica o lo táctico. Hicieron los ajustes necesarios. Trajeron a Barboza, defensa central, argentino, envidiable juego aéreo y un físico que intimida. Dio tumbos por distintos equipos de poca monta y logró encontrar su lugar en Rio. Luiz Enrique, el excelente delantero, que volvió del Betis español, donde no era tenido en cuenta. A Jefferson Savarino lo compraron de la infladísima MLS. A esos se suman: Igor Jesus, Thiago Almada (campeón del mundo con Argentina) y Vitinho.  Creo que los campeones -siempre- tienen un punto referencial. Hace 3 años, Flamengo, dio un recital, en el Amalfitani, con una goleada histórica. Por su parte, el Fogão hizo los 45 minutos, más perfectos, que se recuerden en una Copa Libertadores. Lo apabulló al Peñarol, que vivía, en un estado onírico. Esta clase de torneos, siempre dan chance a equipos -con pasado glorioso y presente grisáceo- para que puedan avanzar. El año pasado, a Olimpia le sucedió lo mismo. Ambos, eliminaron a un Mengão, sin identidad propia y funesto en defensa. Fluminense, el 2023 y ahora el Botafogo, los devolvieron al mundo real. Hay muchas similitudes entre el Tricolor y la Estrella Solitaria: Posesión, juego a un toque y presión alta. Más aun, con los jugadores virtuosos que posee.

DOS

El Galo tenía un cuadrazo en 1981. Clásicos eran sus encuentros con el Fla. Las estrellas eran: Reinaldo, Eder, Toninho Cerezo, Palinha y Luizinho. Hubo un tercer match, para definir quien pasaba a la segunda fase de la Libertadores. Un 21 de agosto se jugó el partido del escándalo, el Atlético sufrió la expulsión de seis jugadores, está en Youtube, la ignomiosa actuación del réferi. El Rubro Negro, pasó a la siguiente etapa y ganó, lógicamente, la Copa.

El 2013, contó con Ronaldinho. Eran los últimos pasos, del genio. La primera fase, el Galo demostró su gran nivel, junto con los destellos del Diez. Sin embargo, en los cuartos de final y semifinales, bajó su nivel, ostensiblemente. Sin ánimos de equivocarme, si Independiente Santa Fe, Olimpia o Newell’s hubieran salido campeones, no hubiera sido injusto. En absoluto, los cuatro estaban a un mismo nivel. El Atlético Minero se clasificó para la final y salió Campeón, por medio de la tanda de penales. 

Este año, contrataron a Gabriel Milito, de gran campaña con Argentinos Jrs. Ganaron el Estadual y comenzó con todo el Brasileirao. Su filosofía era de presión constante, posesión y ataque. El Atlético se maneja a nivel europeo, instalaciones de primera y avión privado. Tiene una base, el líder es Hulk. Esa es una ventaja de los equipos grandes del Brasil, pueden mantener su plantilla, sin problemas. Junior Alonso, dejó Rusia y volvió a Belo Horizonte; Bataglia es un pilar en la defensa; Everson es uno de los mejores del continente; Scarpa un exquisito, al igual que Zaracho (está volviendo de una lesión). Fausto Vera, el volante argentino, encontró su lugar en el equipo, Hulk y Paulinho son los delanteros temibles. Por último, esta Deyverson, una especie de Jhon Kennedy del Galo. Imprevisible, tribunero y capaz de inquietar a toda una defensa. Aplastó a River en la ida. El domingo 10, define la Copa Brasil, ante un renacido Fla. Está en décimo lugar, en el Brasileirao. Entonces, cae la pregunta de madura.

  • ¿Es el Brasileirao más difícil que la Copa Libertadores?

TRES

Unos periodistas y youtubers, argentinos a la cabeza, pide un cambio de formato. En lo que respecta, al tema económico se hacen los boludos. El aporte de los auspiciantes y los derechos televisivos, es por la influencia y presencia de los teams brasileños, quienes modificaron todo el universo monetario. De ahí, que el premio haya subido a 23 millones de dólares para el Campeón y 7 millones de dólares para el Subcampeón. El PBI del país-continente es de 3,7 billones de dólares. Es la mayor economía de América del Sur. La Conmebol estima los ingresos en 862 millones, por derechos de televisación del Torneo Continental. En tanto, que los acuerdos comerciales superarían los 300 millones de dólares.

  • ¿Es necesario otra explicación?

Es cierto, que es difícil competir, sino imposible. 

  • ¿Pero qué hacemos?
  • ¿Una Copa Libertadores sin brasileños?
  • ¿Sacarles los cupos que tienen?

Es ridículo por donde se mire. Desde hace más de 30 años que los países del continente, imitaron el nefasto Torneo Argentino (Apertura y Clausura) y sus inentendibles promedios. Todo hecho, para que los grandes -en cada país- no desciendan. Con Chiqui Tapia, al frente, todo empeoró, al crear un torneo de 30 equipos y sin descenso. Le quitó seriedad y competitividad al campeonato. Lo volvió mediocre. Ahí están los resultados: River, nunca jugó ante un rival de fuste. Cuando lo hizo, fue eliminado. Ojo, también, se equivocó en las compras que hizo. Si bien, muchos resaltan la billetera de los clubes brasucas, lo más importante es el proyecto. El Botafogo contrató a un técnico portugués de nivel: Arthur Jorge, que llevó al Braga -equipo chico- a clasificar a la Champions League. Mientras tanto, Flamengo, gastó ingentes cantidades de dinero; sin embargo, desde hace 2 años fracasa, rotundamente, en el torneo. Palmeiras, a partir del 2020, sostiene al técnico Abel Ferreira. El Verdao tiene una identidad indiscutible; Fortaleza, está a punto de clasificar a la Copa del 2025, con Vojvoda, que los dirige desde 2021. Trajeron a técnicos de nivel, como Milito, Zubeldía y Ramón Díaz. El Brasileirao es uno de los torneos más importantes del mundo. Lo coloco detrás de la Premier y la Liga. Encima, es mucho más complicado, por la geografía, distancias y variedad de climas. Tienes 20 equipos que pelean siempre por algo. Doce clubes pelean por clasificar a la Libertadores o Sudamericana. Los cuatro restantes por ir a la Copa, de segundo orden, y no descender. Con un aditamento, que no sucede en ningún lado, tiene 4 descensos directos.

Entonces, excluir a los equipos brasileños o disminuir el cupo, no dará oportunidades a los demás de ganar, si posiblemente de llegar a la final, pero no de ganarla. Debemos mejorar los torneos, hacerlos más competitivos. En la Champions League vemos, que los campeones de los últimos 10 años son el Manchester City, Liverpool, Real Madrid, Barcelona, Bayern Munich y Chelsea. Esto es, los equipos grandes y poderosos. La última vez que un equipo, de Europa del Este, ganó la Orejona fue la Estrella Roja en 1991. Y a eso avanza la Libertadores. La Sudamericana es distinta, ahí está Racing, que es favorito para ganarla. Tal como lo hizo en su momento LDU o Independiente del Valle. Creo que, por ahí, está el camino.

Mientras tanto, los argentinos se van a tener que bancar, una final brasileña en el Monumental. Confirmando el dicho del país-continente.

  • Alegría nao tem fim.

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Copa Libertadores 2024

Desde su aparición, la revista Martín, bajo auspicio de la Universidad Peruana San Martín de Porres, se convirtió en una referencia en el ámbito de las revistas literarias peruanas. El proyecto se articuló alrededor de una idea monográfica, es decir, cada número sería dedicado a un escritor o escritora cuyo merecimiento no ofreciera dudas. 

Así, sucesivos números han ido contribuyendo también a la configuración de un canon. Martín Adán, César Moro, Juan Gonzalo Rose, Blanca Varela, Carmen Ollé, Julio Ramón Ribeyro, Arturo Corcuera o Antonio Gálvez Ronceros, por mencionar algunos nombres. Durante este fructífero período (36 números) la revista estuvo a cargo del poeta Hildebrando Pérez en la dirección y del artista Jesús Ruiz Durand en la edición gráfica. Hoy tenemos entre manos el número 37, fruto de un rediseño y un cambio de timón en la dirección de la revista, esta vez bajo la atenta mirada de Dante Trujillo y Arturo Higa.

Manteniendo el ánimo monográfico, el número está dedicado a Karina Pacheco, una escritora cusqueña que poco a poco ha ido ganando notoria presencia en la narrativa peruana, ya con varios libros en su haber y con el Premio Nacional de Literatura en la categoría novela, que le fue otorgado en 2021 por El año del viento. 

La narrativa de Karina Pacheco se encuentra estrechamente vinculada con dos problemáticas cuya discusión está cargada de ardores, unos justificados y otros no tanto: los años de la violencia política, especialmente los marcados por el conflicto armado interno; en segundo término, su obra está atravesada por una constante reflexión en torno a la condición de la mujer en el Perú. 

La memoria, la idea de una escritura atenta a los vaivenes de la historia, la posibilidad de seguir practicando un realismo fuertemente anclado en la experiencia social y política de la nación, incluyendo la reivindicación del sujeto femenino, se mantienen vigentes en una obra que se las arregla para interpelarnos. 

La obra de Karina Pacheco adquiere mayor significación cuando la pensamos en las contigüidades de una tradición que se remonta al siglo XIX, donde podemos encontrar la huella fundadora de escritoras como Clorinda Matto o Mercedes Cabello de Carbonera, legado que Pacheco conoce como lectora y, a su estilo, reactualiza como autora. Muy recomendables los acercamientos de Nataly Villena, Victoria Guerrero, Avecita Chicchón, Carlos Yushimito, Juan Carlos Cortázar, María Eugenia Ulfe, Rocío Ferreira, Verónika Tupayachi, Adriana Peralta y la entrevista de Jaime Cabrera Junco. Mención aparte para los textos inéditos de Karina Pacheco. Edición impecable. Plato servido, lectores. Buen provecho. 

Martín 37. 2024. Universidad San Martín de Porres.

El triunfo abrumador de Donald Trump es una pésima noticia política y económica para los Estados Unidos y para el planeta entero. Populista, autoritario, nacionalista, proteccionista, antiderechos civiles, solo asegura un porvenir sombrío para la aún primera potencia mundial y, como efecto colateral, para el mundo.

La mediocre campaña de Kamala Harris, el papelón del retiro de Biden, y el alejamiento de los demócratas de los sectores populares norteamericanos, le abrieron la puerta a un personaje que hace pocos años nadie hubiera imaginado que iba a llegar dos veces a la Casa Blanca, más aún luego de una primera gestión gris y rupturista de la tradición democrática del país continente.

Como bien ha señalado el periodista Andrés Oppenheimer “en materia económica, la presidencia de Trump fue muy mala. Durante su mandato, la economía estadounidense creció menos que con Biden, y el déficit nacional alcanzó un máximo histórico. Trump dejó el cargo con tres millones de empleos menos que cuando lo tomó, mientras que el gobierno de Biden creó 16 millones de empleos, según cifras oficiales”.

Pero lo peor es el proteccionismo comercial que Trump pregona y que ahora podrá llevar a la práctica gracias a la mayoría obtenida en ambas cámaras. Si a ello le sumamos el control de la Corte Suprema, habrá también un retroceso en los derechos civiles que tan bien definían una democracia liberal como la norteamericana y que ahora sufrirá, sin duda, un retroceso radical.

Trump no es un representante de la derecha liberal. Es la versión gringa de la DBA. Su desempeño complicará al mundo y a la sostenibilidad -ya precaria- de las democracias liberales del orbe, que transitan por una severa crisis de legitimidad y representación.

Por lo pronto que Ucrania y Palestina se pongan a buen recaudo, dada la política exterior del rubicundo autócrata. Y que el Perú se prepare para ver sus exportaciones afectadas por el reaccionario proteccionismo trumpiano. Estados Unidos ha dado un salto para atrás y solo queda confiar en que la poderosa sociedad civil y política democráticas, que anida en su seno, sepa cómo contener los desmanes que, no cabe la menor sospecha, Trump pretenderá perpetrar desde el poder que se le ha conferido.

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DBA, Elecciones, Trump

[Agenda País] En 17 escasos meses, los peruanos iremos a las urnas para elegir, en primea vuelta, a los dos candidatos que se disputarán la presidencia en la segunda vuelta, y a los futuros diputados y senadores de la república.

Nuestro presente sistema electoral y procedimiento de votación es prácticamente el mismo desde hace décadas y no solamente es vulnerable a acciones fraudulentas, sino que también, impide una conexión más cercana entre el elector y su representante.

Actualmente, el mapa electoral peruano se divide en 27 circunscripciones donde cada partido lanza su oferta de candidatos a los electores. Debido a que estas circunscripciones son múltiples, tenemos, por ejemplo, que en el caso de Lima para diputados, cada partido debe presentar 33 candidatos, cifra igual a las curules asignadas a esta circunscripción. Imaginemos que tendremos 40 partidos políticos en el partidor del 2026, entonces los electores de Lima tendrán que elegir entre 1,320 candidatos para diputados.

Ardua tarea también para los miembros de mesa que tendrán que computar a mano la asignación de votos para cada uno de los 1,320 candidatos y plasmarlos en el planillón de control para luego transcribir el resumen en al acta electoral respectiva. A más alternativas, mayor es la probabilidad de error o fraude. 

Este sistema, además, aleja al congresista de sus votantes, nadie se siente representante ni representado.

Para evitar errores y/o fraudes, tanto en el acto de votación como en el escrutinio, así como para lograr un mayor acercamiento y compromiso entre congresista y votantes, es necesario que derivemos hacia distritos electorales uninominales. 

Con circunscripciones de unos 180,000 ciudadanos para diputados y 400,000 para senadores, el elector podrá decidir por un solo candidato que representa a un partido; así, se simplifica la votación y aunque nuestro candidato preferido no gane, sabremos quien es el diputado y senador que representa a nuestra circunscripción.

Pero otro cambio fundamental es incluir la tecnología en el acto de votación, en el escrutinio y que además otorgue la posibilidad de una auditoría en caso que se requiera.

Existen muchas posibilidades de incluir la tecnología en las elecciones, pero me voy a referir a la que se usa en el Estado de la Florida en los Estados de Unidos de Norteamérica, que me parece muy práctica y fácil de implementar. Claro que, previamente, debe realizarse la reforma hacia los distritos electorales uninominales, condición previa ineludible.

En Florida, una vez que el elector se identifica, se le imprime ahí mismo una cédula de sufragio que incluye un código en vez de nombre, para mantener su privacidad. Esa cédula es una tarjeta electrónica que al costado de cada candidato tiene un ovalito que el elector debe rellenar para mostrar su preferencia. No aspas, ni cruces, ni números.

Una vez que el elector termina de llenar todas sus opciones, digamos que, en el caso peruano, para escoger la plancha presidencial, el candidato a diputado y el candidato a senador ( recordemos que estamos en distritos uninominales ), esta cédula se introduce en un escáner que lee las opciones marcadas pero que además es almacenada en la misma máquina. 

Es decir, se simplifica el proceso tanto para el elector como para los miembros de mesa, la lectura electrónica de la cédula hace que el escrutinio sea inmediato y el almacenamiento de la misma permite una auditoría, si es el caso, manteniendo la anonimidad del elector.

De mantenerse el actual sistema, con distritos electorales múltiples, la proliferación de partidos y candidatos, y un acto de votación manual y tedioso, nos volveremos a enfrentar a las dudas sobre la transparencia de las elecciones y la legitimidad de sus resultados.

A ver si se hace una el congreso y nos regala distritos electorales uninominales e incluye la tecnología con auditoría en las trascendentales elecciones del 2026.

En la última década se avanzó considerablemente en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y las niñas. Lamentablemente, el avance de sectores antiderechos y el rechazo que estos han promovido a enfoques claves como el de igualdad de género, ha impactado en la comprensión de lo que es la violencia sexual y sus causas. Esto se refleja en la normalización de conductas y narrativas abusivas y la sexualización de las niñas.

La reciente publicidad protagonizada por Mark Vito, quien se autodefine como influencer, es una grosera forma de promover la violencia sexual contra las niñas; así como una invitación a la pedofilia. 

Pero más allá de lo burdo de dicha publicidad y del lamentable rol de este personaje. El hecho en sí debe hacernos reflexionar sobre los altos niveles de tolerancia a la violencia que existe en nuestro entorno. Esto no solo se refleja en la publicidad, en los “chistes”, sino también en la impunidad y en la ausencia de políticas serias implementadas para la prevención de este flagelo social que se cobra la vida y sueños de miles de niñas todos los años. 

El mencionado video publicitario, muestra a un hombre mayor (Mark Vito, tiene 48 años), con una adolescente en edad escolar con quien mantiene una relación “amorosa” y de control. Durante el desarrollo de este spot se trasmite que la niña, inexperta en la vida, plantea un matrimonio temprano (cuando el matrimonio infantil está prohibido), mientras que él como su pareja busca un lugar a su conveniencia para que estudie. 

Esto en una lógica abusiva y de apropiación del cuerpo y decisiones de la adolescente.  Además, la trama busca hipersexualizar a la menor y normaliza el acoso de los diferentes hombres que intervienen en el video.

Solo en el 2024 se han denunciado en los Centros de Emergencia Mujer (CEM-MIMP), 15 028 casos de violencia sexual en menores de 17 años, es inadmisible que este tipo de publicidad se desarrolle con total impunidad y pretenda ser “graciosa”. ¿Es la violencia contra las niñas un chiste en nuestro país?, ¿Puede generar risa, la ridiculización de las agresiones y el ejercicio de poder contra una niña?

Aunque la publicidad ya ha sido retirada, el hecho es concreto y grave. Cuando una sociedad se burla de las agresiones a las niñas es un síntoma de que algo realmente se está pudriendo y debemos despertar.

Las niñas no se tocan y la violencia sexual es un delito.

No debiera tranquilizar a nadie que hayan sacado de la carrera electoral a Antauro Humala. Es verdad que su presencia protagónica -ya aparecía segundo en la reciente encuesta de Ipsos respecto de preferencias electorales- y sus desvaríos hacían temblar a cualquiera y en esa medida resulta saludable que la democracia se proteja (ojalá la Corte Suprema o el Tribunal Constitucional no reviertan la inicial decisión judicial), pero lo que la centroderecha debe entender es que los candidatos disruptivos radicales van a aparecer de todas maneras.

Si no es Antauro será otro y por ello nadie debería confiarse y cejar en el empeño de construir una candidatura sólida y potente en dicho sector del espectro ideológico. Hay que saber, además, si el Congreso amplía el plazo ya vencido para registrarse en un partido y postular. En ese escenario, Antauro podría hacerlo y moderar su discurso estratégicamente. Es un tema aún por definirse plenamente.

El grado de irritación popular, que se arrastra desde la pandemia y la escandalosa inacción gubernativa y estatal para atender las demandas de los más pobres, que se acentúa con la brutal represión tras la caída de Pedro Castillo -entre diciembre del 2022 y enero del 2023- y que ahora alcanza su cúspide por la mediocridad absoluta del gobierno de Dina Boluarte, producirá que la narrativa radical de algún candidato prenda rápidamente, peor aún cuando se asocia a la centroderecha con el régimen y solo unos pocos líderes de ella toman debida distancia del establishment.

Si Antauro finalmente no postula, hay dos candidatos que se asoman como receptores de la alta intención de voto que Antauro ya tenía (8% según Ipsos): Guido Bellido y Aníbal Torres, ambos tan o más radicales que el líder etnocacerista, y cuyo discurso fácilmente tendría empatía con la cólera ciudadana vigente, la misma que ya ha empezado a manifestarse con paros y protestas, como no ocurría hace meses.

Que el susto no se pase, pues lo peor que podría ocurrir es que lleguemos a abril del 2026 con más de treinta candidaturas de centroderecha (en general, ya hay 37 partidos inscritos y 31 en proceso). Le dejarían la mesa servida a los radicales antisistema, sean Antauro, los mencionados o cualquiera que surja en el horizonte final del proceso electoral (como sucedió con Pedro Castillo).

El domingo 27 de octubre a las 9:10 de la noche se presentó en el Estado Nacional del Perú Paul McCartney dentro de lo que haya sido, posiblemente debido a su edad, sido su última gira mundial.

Lo singular de la banda más famosa de la historia es que no podemos seriamente afirmar que alguno de sus cuatro integrantes haya sido prescindible. Es cierto que ya en 1968 Ringo Starr se alejó del estudio por unos días y McCartney tuvo que tomar su lugar en “Dear Prudence” y “Birthday”. Pero fue de la hábil mente del baterista que surgió la rarísima percusión de “Ticket to Ride” que, como saben los músicos, fue compuesta en un compás de 4/4 y, por tanto, podía ser acompañada de manera muy estándar. Ringo compuso para esa canción un acompañamiento de batería singular, que suena a tropiezos, a pasos que no avanzan y retroceden. Esto tiene mucho sentido porque la canción toca un tema muy popular y nada original: la tristeza del muchacho que pierde el amor de su chica. Ese tema tiene mil y una versiones, pero hay al menos una de The Beatles que quedará en la memoria de las generaciones. 

Ringo Starr no era ni es el más excepcional de los bateristas. George Harrison no era el mejor primer guitarrista, como tampoco John Lennon era la mejor segunda guitarra ni Paul McCartney el más virtuoso de los bajistas. Lo que los hacía excepcionales era que cada uno de ellos encajaba y entendía que su aporte debía estar al servicio de la canción y no a la exhibición de virtuosismo. Por ello mismo, Ringo Starr hizo una sola excepción al hacer un solo de batería al final de Abbey Road, el álbum de despedida, después de que cada uno de sus compañeros demostrara sus habilidades con la guitarra. Componer melodías memorables y ensamblarlas en una ejecución imperfecta pero llena de efectos como modulaciones e instrumentaciones audaces los convirtió en la banda más icónica, el modelo de casi todas las demás. 

Quienes tuvimos la suerte de escuchar a McCartney ese domingo 27 pudimos ser testigos de su proverbial ética del trabajo, una pasión tan intensa por buscar la perfección y la innovación que se convirtió en uno de los varios motivos por los que la banda se disolvió en 1969. “Let it be”, su penúltimo álbum en ser grabado pero el último en ser publicado, fue un gran fracaso que desgastó a la banda, pero fue un fracaso de gigantes que se propusieron volver al espíritu de su primer disco y grabar uno con temas nuevos y en directo. Resultó imposible y terminó con amargas discusiones.

Paul McCartney es conocido por una pasión por el trabajo duro que lo ha llevado a ser considerado como un insoportable tirano en el estudio, como el tipo de compañero que no te va a soltar y te va a obligar a repetir tomas hasta que se llegue al resultado que tiene en su mente. Es además el tipo de persona que no puede estar tranquilo. Siempre está haciendo algo. La inactividad, el retiro, no parecen ser tolerables para un ánimo tan enérgico. No es perfecto. Ha cometido muchas, innumerables fallas. Pero es perfeccionista. No conoce otro mundo que no sea el del arte y un poco el de las finanzas. 

La ética del trabajo de McCartney nos enseña que no basta ser creadores e innovadores. Además, hay que buscar la perfección, aunque nunca la alcancemos. En todo equipo de trabajo debe haber un perfeccionista, alguien que reclame repetir la toma hasta que suene como se ha proyectado que debe sonar, alguien que pida rehacer el proyecto hasta que sea plasmado como fue soñado.

Su concierto fue un viaje en el tiempo. Nos llevó desde los inicios de la historia hasta el final. Nos transportó con su música a distintas edades y emociones. Los motivos fueron los de siempre: el amor, el desamor, la lucha social, el asombro, la nostalgia, el auto cuestionamiento, la hermandad de toda la humanidad. Pero la experiencia fue particular, intensa e irrepetible. Estábamos escuchando a un gigante y veíamos el mundo desde sus hombros.

Paul McCartney plasma en su vida aquella idea de Albert Camus de que debemos imaginar a Sísifo feliz. Se llega a la cima para volver a caer y volver a subir y volver a caer. Sí, es una referencia a “Helter Skelter”, canción que inauguró el heavy metal y que el domingo 27 de octubre de 2024 resonó en el Estado Nacional

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ética, Got Back, Now and then, Paul McCartney, The Beatles

[La columna deca(n)dente] Otros son los traidores

La reciente declaración del vocero presidencial, calificando a quienes planean movilizarse durante la cumbre de la APEC como «traidores a la patria», ha sacudido, una vez más, la frágil relación entre el gobierno de Dina Boluarte y la ciudadanía. En un país donde la democracia y sus instituciones se encuentran bajo constante asedio tanto por el Congreso como por el Ejecutivo, estigmatizar las voces disidentes solo profundiza la desconfianza y refuerza la percepción de un régimen que ignora los sufrimientos diarios de la población.

La presidenta Boluarte, con un 95% de desaprobación, parece haber optado por convertir las críticas ciudadanas en actos de subversión. Esto ocurre en un contexto en el que la delincuencia y la inseguridad cobran vidas con una frecuencia alarmante, difícil de ocultar en las estadísticas oficiales. Cada cuatro horas, una persona es asesinada en nuestro país. En Lima, la violencia criminal ha incrementado tanto que la morgue se encuentra colapsada ante el número creciente de personas asesinadas.

El llamado de los ministros a no movilizarse, en nombre de proteger la «imagen internacional» del país, suena a hipocresía cuando se compara con el fracaso del Estado en garantizar lo más básico: la vida y la seguridad de su población. La retórica de “traición” hacia los manifestantes busca camuflar el temor de un gobierno frívolo, consciente de que su legitimidad se desmorona día tras día. Silenciar las voces discrepantes bajo el pretexto de un supuesto desarrollo económico que promete la APEC es un espejismo que no encuentra eco en los hogares cuyos integrantes son extorsionados o asesinados por resistirse al cobro de cupos.

¿Quién es, entonces, el verdadero traidor? En un sistema donde se legisla a favor de mafias y se protegen los intereses de grupos que lucran con la violencia, señalar a los ciudadanos que alzan la voz como enemigos de la patria es un acto de cinismo colosal. El verdadero patriotismo se encuentra en la defensa del derecho a protestar, en la denuncia de las tropelías de las organizaciones criminales y en la exigencia de justicia. La historia enseña que las sociedades que renuncian a la protesta se condenan a vivir bajo el yugo de quienes detentan el poder para fines ajenos al bien común.

El gobierno de Boluarte pide silencio, pero la ciudadanía comprende que en el silencio reside la aceptación de lo intolerable, de lo injustificable, de lo indignante. Movilizarse no es un acto de traición, sino de dignidad. La retórica oficial de “traidores a la patria” solo evidencia el miedo de un régimen incapaz de enfrentarse a la realidad: el verdadero peligro para el país no proviene de las calles que claman justicia y seguridad, sino del gobierno y del Congreso, que dictan políticas y emiten leyes que perpetúan la inseguridad, la corrupción y la impunidad.

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Congreso, Dina Boluarte, organizaciones criminales, traición a la patria

[Música Maestro] De jueves a viernes, esta semana, bares, oficinas y callejones seguramente fingieron querer al Perú, en el Día de la Canción Criolla (31 de octubre), cantando a grito borracho esa composición que el gobierno militar de los setenta le encargó a Augusto Polo Campos -me refiero, por supuesto, al vals Contigo Perú- y que cuatro décadas después se convirtió en superficial himno de banderazos para celebrar fracasos futbolísticos y coartadas de políticos de estercolero que buscan capitalizar la vacía e infértil emoción de quienes se ponen camiseta rojiblanca cuando juega la selección pero que, en paralelo, terruquean a quienes marchan o apoyan a las marchas, manifestaciones de un hartazgo que, siendo mayoritario, aun no es suficiente para sacarnos del agujero oscuro en el que nos encontramos como país.

Para mí, escuchar música criolla es otra cosa. No tiene que ver con engaños patrioteros de poca monta. Tiene que ver con el amor que me hizo sentir mi familia paterna por los sonidos propios, por la sana picardía y el calor de casa, el preludio nacional que me preparó para disfrutar hoy de todo lo que por naturaleza me es ajeno: un jazz o un death metal norteamericano, una rumba cubana o una tonada mediterránea en Estambul, una polka balcánica. Escuchar música criolla es, para mí, sinónimo de mi niñez y mi universidad, de mis anhelos socialdemocrátas y mis iras frente a la bazofia que carcome hoy nuestra sociedad y nuestra política. Es la base de mi liberalismo sonoro y mi humanismo radical. Es todo lo que los poderes Ejecutivo y Legislativo hoy pisotean con su ignorancia, su cinismo y su corrupción. Ellos no merecen escuchar estas canciones. No merecen ser considerados peruanos, como ellas. 

RAFAEL MATALLANA, VÍCTOR REYES Y ALBERTO URQUIZO – EL PRIMER RECITAL DE LA CANCIÓN CRIOLLA (Decibel Discos, 1968)

Apenas cinco meses antes de que el general Juan Velasco Alvarado tomara el poder a través de un golpe militar, derrocando al primer gobierno del arquitecto Fernando Belaúnde Terry, el 1 de mayo de 1968, se grabó este LP en la Sala Alzedo (así, con “z”) del Teatro Segura de Lima, en el que se reproduce este recital de música criolla, organizado por la Corporación Nacional de Turismo. 

El concierto no es una simple sucesión de valses conocidos, sino que incluye elegantes textos escritos por nuestro recordado poeta y compositor Juan Gonzalo Rose y leídos por Estenio Vargas, conocido periodista de la época, quien además fue el productor de este espectáculo en el que se cuenta la historia del vals peruano. Varias de las composiciones que forman parte del programa pertenecen a la llamada Guardia Vieja –como La palizada (“a la muchachada del Karamanduka”), La andarita o El plebeyo (de Felipe Pinglo)- pero también hay canciones de la segunda hornada de autores criollos que surgió a mediados de los años cincuenta, y algunos temas que para esa época eran relativamente nuevos. 

Muchos de estos, con los años, se convirtieron en títulos fundamentales del cancionero limeño, reproducidos hasta la saciedad e interpretados de mil maneras: desde La flor de la canela, de Chabuca Granda (grabada por primera vez en 1953); Madre, de Manuel Acosta Ojeda (escrita en 1951 y popularizada por el Trío Los Chamas); hasta Cuando llora mi guitarra (Augusto Polo Campos) o Yo la quería patita (Mario Cavagnaro); todas en versiones cortas, resumidas, para facilitar las descripciones con las que empezaba cada surco del LP. 

Las guitarras, tocadas con fineza y trinar criollo, son de Víctor Reyes y Alberto Urquizo, dos de los guitarristas más solicitados en los estudios de grabación y las radios de entonces, ambos miembros activos del Centro Musical Unión y provenientes de la escuela de Breña, expertos en bordones y solos agudos que caracterizan el toque criollo antiguo, genuino. Ambos de gran talento, eran conocidos por haber acompañado a diversas estrellas como Nicomedes Santa Cruz, Pedrito Otiniano, entre otros. 

Doce de los catorce temas incluidos en esta histórica grabación son cantados por el recordado Caballero de la Canción Criolla, don Rafael Matallana, en aquel entonces una de las voces más respetadas del criollismo, ese que para muchos ya murió y está sepultado bajo las peñas-discoteca en las que prima el estilo chacotero de Los Ardiles y el vals-balada al que nos han malacostumbrado cantantes como Bartola o Eva Ayllón (sobre todo en sus grabaciones más recientes, orientadas a un público más “internacional”). Los dos temas restantes, Remembranzas e Idolatría, son tocados solo por los guitarristas Reyes y Urquizo y constituyen una clase maestra de cómo debe tocarse el vals criollo. 

Este álbum, inexistente en formato digital, contiene además algunos títulos que se interpretan muy poco en la actualidad como Jesús (Pedro Bocanegra), Ídolo (Manuel Quintana/Braulio Sancho), Anita (Pablo Casas) y Mi primera elegía (Eduardo Márquez Talledo/Serafina Quinteras). Si quieres escuchar verdadera música criolla, en este disco descubrirás que no todo es Regresa, Mal paso o Mi propiedad privada. Esta es música criolla de la fina, de esa que cada vez se practica menos.

ARTURO «ZAMBO» CAVERO & ÓSCAR AVILÉS – LES TRAEMOS… EL CHACOMBO (Iempsa, 1979)

Nuestra música criolla costeña tiene una larga historia, cuyo comienzo formal data en las décadas finales del siglo XIX y primeras del XX. En esos casi 100 años de evolución, hay diversos momentos emblemáticos de desarrollo musical, con figuras que ayudaron a definir el sonido de nuestra patria. En 1979, dos titanes del vals criollo se juntaron para producir este álbum titulado Les traemos… el chacombo. 

«Chacombo» es el nombre de un instrumento de percusión proveniente del norte peruano -específicamente en Zaña, Lambayeque- usado por las poblaciones afroperuanas para tocar festejos y landós. En 1958, Manuel Quintana y José Durand, gestores culturales de la época, recuperaron letra y melodía de una canción dedicada a este peculiar instrumento, con ritmo frenético similar al popular festejo, y se la entregaron a Óscar Avilés y Arturo «Zambo» Cavero, quienes la arreglaron junto a don Augusto Ascuez, un legendario cantante criollo de callejón y solar. 

Avilés -para muchos, la primera guitarra del Perú- había paseado su talento en diversos conjuntos como Fiesta Criolla, Los Morochucos, entre otros. Y ya era conocido su estatus de leyenda por su revolucionaria forma de atacar los bordones y trinos típicos de nuestros valses «guardiaviejeros». Por su parte, «Zambo» Cavero se había hecho muy conocido como cantante y cajonero en interminables jaranas criollas de esa Lima que ya fue, que no existe más, y que jamás volverá. Esa Lima de los años cincuenta y sesenta, que algunos consideraban horrible en su tiempo, hoy es recordada con nostalgia por sus sobrevivientes. 

Avilés y Cavero se unieron por primera vez para este disco y dieron inicio a una colaboración musical que se convertiría en el emblema mayor de la música de la costa peruana durante décadas. Sobre la base de El chacombo -el tema que mencionamos al inicio- la dupla armó un listado con diez canciones ideales para musicalizar cualquier almuerzo familiar: valses de despecho (Mala mujer, Mi amiga la tristeza, Sigue mintiendo), de amor profundo (Sincera confesión, Rebeca, Nuestro secreto, La noche de tu ausencia), un cadencioso y jaranero festejo (Pancha Remolino) y hasta una polka que, a estas alturas, ya viene a ser un género oscuro, antediluviano, por lo poco cultivado que es en la actualidad (El picaflor). 

Los temas vienen firmados por dos compositores de fuste de nuestro cancionero criollo: Félix Pasache y Mario Cavagnaro, con tres y dos títulos cada uno, mientras que Eduardo Márquez Talledo, otro nombre principal entre los autores de valses contribuye, aunque ahora a través del festejo Pancha Remolino que cierra el LP. 

La guitarra de Avilés es brillante, con ese manejo único de silencios y profundos bordones característicos, que cruza con repentinos e inspirados solos y trinos colocados de manera inesperada, entre compás y compás; mientras guapea y llama y hace armonías vocales en su distintivo grito contra-alto. Por su parte, la voz de Cavero suena limpia y sin esos antipáticos gorjeos que incorporó a su desempeño vocal en sus últimos años, para ayudarse seguramente, debido a las dificultades que le ocasionaba el sobrepeso que padeció. Ahora que ambos ya no están entre nosotros, este disco reafirma su condición de clásico por el sonido fresco y, a la vez, tradicional, que ofrece, una propuesta que se echa de menos en la música criolla moderna, dada a las oportunistas, disforzadas y poco talentosas fusiones con la balada, el lounge y el jazz que suelen practicarse actualmente.

LOS TROVEROS CRIOLLOS – VUELVEN LOS TROVEROS CRIOLLOS (Sono Radio, 1954)

En los años cincuenta hubo diversos conjuntos que conformaron la segunda generación de artistas que cultivaban la música criolla -entendida como la expresión musical de la costa peruana- con un repertorio que combinaba valses y polkas de la Guardia Vieja (estas son canciones compuestas durante las tres primeras décadas de siglo XX, aunque algunos extienden el rango de este tipo de valses a los siguientes 20 años). 

Uno de los más populares es el dúo conformado por Lucho Garland (segunda voz, primera guitarra) y Jorge «El Carreta» Pérez (primera voz, segunda guitarra), Los Troveros Criollos. Su estilo festivo y tradicionalista los convirtió en favoritos en Lima, aquella Lima criolla y jaranista que ya no existe más, ni en los valses convertidos en balada de Bartola o Eva Ayllón ni en la chacota con sabor a farándula de Los Ardiles. La voz aguda, con tonalidades similares a las de un payaso -dicho esto sin ningún afán despectivo, por cierto- del «Carreta» se combina con el tono de barítono de Garland, que recuerda a Los Morochucos, creando una atmósfera cercana al público, simpática y de mucha chispa, particularmente porque Los Troveros Criollos impusieron los valses compuestos por Mario Cavagnaro, con letras que incluían múltiples giros idiomáticos y dichos que se usaban en los barrios de antaño, la replana, esta jerga de origen delincuencial hizo su paso al habla coloquial de las personas decentes y familias gracias al uso masivo en canciones como Yo la quería patita, Carretas aquí es el tono o Desembólate chontril, las tres firmadas por el genial arequipeño, uno de los mejores compositores de la era dorada de la música criolla. 

Las tres están incluidas en este segundo LP de Los Troveros Criollos, junto con otros clásicos de las jaranas limeñas como Ay Raquel (de Augusto Polo Campos), El parisién y La Reyna de España, que hasta hoy suelen escucharse en círculos que aun cultivan el buen y verdadero criollismo. 

La guitarra de Garland es inspirada y plagada de trinos, mientras que Pérez replica con un acompañamiento experto en secuencias de acordes, bordones precisos y golpes cerrados que bastan y sobran haciendo innecesaria la presencia del cajón. Este famoso instrumento de percusión, que hoy padece de sobre exposición mediática como símbolo de peruanidad y uso exagerado de propios y ajenos, recién pasó a ser estable en ensambles criollos a finales de la década de los cincuenta. 

El disco contiene además Parlamanías, un tema compuesto por Serafina Quinteras con la ayuda de Jorge Pérez en el que se hace creativa mofa de las promesas eternamente incumplidas de los congresistas. Este valsecito, escrito hace más de 80 años, es 100% aplicable a cualquier campaña electoral de nuestro país, sea esta local, regional, municipal o presidencial. Parlamanías debería ser tan conocida como La flor de la canela, Mal paso, Propiedad privada o Contigo Perú -solo por mencionar a algunos de los temas criollos que hoy cantan a voz en cuello los jóvenes cuando se las quieren dar de «criollazos» insertos, como están, en esa falsa tendencia patriotera que sale a relucir cada vez que juega la selección de fútbol o cada 31 de octubre.

Sin embargo, es evidente la sombra de oscuridad que se cierne sobre este ingenioso vals, que refleja la indignación y el sarcasmo ante las distintas generaciones de mentirosos y sinvergüenzas que nos vienen gobernando desde hace décadas, un fenómeno que hoy padecemos en su más alto grado de putrefacción y descaro. Si quiere escuchar un bonito disco de valses criollos antiguos, consígase este o cualquier otro título de Los Troveros Criollos. No hay pierde.

LUCHA REYES – UNA CARTA AL CIELO (FTA Producciones, 1971)

Cuando apareció este disco de Lucha Reyes, ella ya era una superestrella de la música criolla pues se había hecho conocida viajando por todo el Perú como parte del elenco de la Peña Ferrando, grupo itinerante de artistas organizado por el productor y conductor de radio y televisión, Augusto Ferrando. 

Una carta al cielo es el segundo LP oficial de Lucha Reyes, lanzado a través del sello Fabricantes Técnicos Asociados, subsidiario de RCA Victor. La «Morena de Oro del Perú» poseía un fuerte y claro timbre vocal, agudo y expresivo, y llamaba la atención por sus presentaciones en vivo en las que ponía profunda emoción en cada una de sus interpretaciones. 

Con el marco musical del conjunto liderado por los guitarristas trujillanos Rafael Amaranto y Álvaro Pérez (ambos del grupo Los Caciques), y la colaboración en algunos temas del saxofonista y director de orquesta argentino Freddy Roland, Reyes grabó estas doce canciones -diez valses y dos marineras/tonderos), que pertenecen al cancionero popular peruano y que han sido interpretados por una enorme cantidad de artistas. 

Sin embargo -y, en parte, por el estatus de leyenda que adquirió Lucha Reyes por su azarosa salud y su posterior muerte, dos años después- estas versiones son de las mejores de cada uno de estos temas, cargadas de una emotividad muy particular. A pesar de que en los últimos años solo se escuchan Regresa y Propiedad privada, la última de las cuales está contenida en este álbum, producido por Viñico Tafur, Lucha Reyes nos ofrece una bonita selección de valses románticos, firmados por algunos de los más connotados compositores de la segunda generación de autores criollos. 

Por ejemplo escuchamos Remembranzas (de Pedro Espinel), Jamás impedirás (de José Escajadillo) y Ya ves (de Augusto Polo Campos), tres de los valses más escuchados durante los años setenta y ochenta, en las voces de famosas intérpretes como Eva Ayllón, Cecilia Bracamonte, Cecilia Barraza, entre otras. 

El tema-título, Una carta al cielo, es una tierna historia en la que un niño huérfano es llevado a una estación de policía por haber robado cintas de una tienda. El chico, cuando el oficial le pregunta si ha robado, le dice que sí pero para ponerle las cintas a una cometa en la que ha amarrado una carta para su madre que está en el cielo. La canción fue compuesta por el trujillano Salvador Oda (autor de la también popular canción El árbol de mi casa, popularizada por Carmencita Lara). Una carta al cielo fue grabada por primera vez en 1945 por Los Trovadores del Perú y luego por Maritza Rodríguez, pero fue esta versión la que quedó como la mejor, por el talento interpretativo de Reyes, que la convirtió en un clásico del Día de la Madre, para todos aquellos que ya no la tenemos a nuestro lado. 

Propiedad privada es, de hecho, el tema que más se escucha de este LP, y fue escrito por el poeta y músico hispano-mexicano Modesto López; y, a partir de la fama que alcanzó en la voz de Lucha Reyes, fue grabada también en bolero, salsa y hasta en rock, además de ser un tema inevitable en cualquier recopilación de clásicos del criollismo, fiestas, peñas y karaokes. El verdadero nombre de Lucha Reyes fue Lucila Justina Sarcines Reyes.

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Lucha Reyes, Música criolla, Óscar Avilés, Perú
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