Opinión

Se repite con frecuencia que los grupos de WhatsApp son como cámaras de resonancia, donde una opinión se refuerza y las opiniones disidentes se ignoran o atacan. En las líneas que siguen quiero argumentar, siguiendo a la filósofa Jennifer Lackey, que esto, en sí mismo, no es algo negativo.

Imagine un grupo de WhatsApp de 30 personas discutiendo la efectividad de las vacunas contra el COVID-19. Llega un nuevo miembro del grupo señalando que las vacunas causan autismo, y no ofrece nada nuevo, sino que repite los típicos argumentos que vienen siendo refutados una y otra vez desde hace décadas. En este caso, la opinión disidente genera ruido, y lo más probable es que se la ataque o ignore.

Ahora bien, podría objetarse que el ejemplo descrito arriba no es bueno porque no sabemos nada de las características de los miembros del grupo: ¿Saben de lo que hablan? ¿Están bien informados? Es más, podría darse el caso de que los 30 hayan obtenido su información de una sola fuente, lo cual los convertiría realmente en una cámara de resonancia: es la opinión de esa fuente única la que los 30 repiten una y otra vez.

Pero esto tampoco es, en sí mismo, algo negativo. Si cada uno de los 30 entiende la información de esa fuente común y la adopta de manera crítica, tras someterla a un escrutinio cuidadoso, entonces no tiene nada de malo que los 30 coincidan. Es más, ya que es verdad que las vacunas son seguras, y falso que causen autismo, entonces es más bien una virtud el hecho de que estas 30 personas estén en el lado correcto en este tema. Y si una fuente es lo suficientemente clara e informada como para persuadir a 30 personas que la van a someter a un análisis riguroso, eso también merece evaluarse positivamente. Lo importante, como señala Lackey, no es tanto que las opiniones tengan orígenes independientes, sino que hayan sido asumidas de manera autónoma, es decir, de manera crítica y sin estar tratando de armonizar con el resto del grupo.

También podría objetarse que el problema del grupo de WhatsApp que he descrito es la falta de diversidad, y que esto se hace evidente en casos menos idealizados. No siempre va a suceder que todos los miembros del grupo tengan una opinión verdadera, o que todos la hayan adoptado críticamente. En el mundo real, sigue la objeción, las personas buscan agradarse unas a otras y tienden a repetir las opiniones de personas cercanas, buscando algo así como un sentido de pertenencia. Los grupos de WhatsApp tienden a ahogar las opiniones contrarias, independientemente de si estas son verdaderas o no. Siguiendo todavía la objeción, la idea es que, si fuera política del grupo estar abierto a opiniones diversas, estarían más vigilantes y así evitarían caer en el dogmatismo.

Pero aquí hay que separar dos cosas. Es cierto que un grupo donde todos los agentes son autónomos es una idealización, pero la pregunta que estamos analizando es si la falta de diversidad de opiniones en sí misma es algo negativo, y yo sostengo que no, pues lo importante es autonomía, y no diversidad. El párrafo anterior describe una situación en la que falta autonomía, por lo tanto, no sirve como contraejemplo a mi postura (que he tomado de Lackey). Y, crucialmente, la diversidad no puede suplantar a la autonomía. Un grupo polarizado tiene diversidad de opiniones, pero esto no lo hace más deseable.

El cliché de la diversidad de opiniones tiene su origen en la noción de que todas las opiniones son equivalentes, pero esto no es así, tal como ha quedado tristemente demostrado en esta pandemia, donde la desinformación ha costado muchas vidas.

[Referencia: Jennifer Lackey, ‘Echo Chambers, Fake News, and Social Epistemology’, En: S. Bernecker, A. Flowerree, y T. Grundmann (Eds), The Epistemology of Fake News, Oxford University Press (2021). DOI: 10.1093/oso/9780198863977.001.0001]
* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. Obtuvo su doctorado y maestría en filosofía en la Universidad de Virginia, y su bachillerato y licenciatura en la PUCP.

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Covid-19, WhatsApp

El feminismo es un movimiento que no debe ser visto solo como social, sino también como económico. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la economía de Latinoamérica podría crecer hasta un 22% si lograra cerrar las brechas de género laborales. Esto sería equivalente a 15 años de crecimiento económico en la región.

Aunque en los últimos años nos hemos concentrado en impulsar el crecimiento económico como medida para reducir la pobreza, no hemos notado un factor clave: el feminismo, entendido en esta columna como un movimiento que busca igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, incluyendo igualdad en condiciones laborales, y que juega un rol clave para el desarrollo de cualquier país.

Si vemos los países de la OECD al 2019 (pre- pandemia), no es coincidencia que los países con mayor participación femenina en la fuerza laboral sean a la vez de aquellos con menor pobreza, e ingresos familiares y PBI más altos en el mundo: Canadá, Alemania, Reino Unido, Australia y Japón lideran el ranking con más de 70% de las mujeres entre 15 y 64 años trabajando. Los países de Latinoamérica como Brasil, Argentina y México contaban solo con entre 50% y 60% de mujeres empleadas. En Afganistán, menos de 20% de mujeres contaba con un empleo. Esto se suma a que, en los países en desarrollo, las mujeres son más propensas a acceder a empleos inadecuados, informales y con sueldos por debajo del promedio.

Imaginemos entonces, una realidad en la cual la mitad de la población de un país no pueda trabajar por una terrible desigualdad ante la ley, creada por razones ideológicas: el impacto no es solo social, sino también económico, pues es obvio que, al aprovechar solo a menos de la mitad de su población económicamente activa para generar riqueza (los hombres en edad de trabajar), este país estará en total desventaja al competir contra otros que usan a más del 70%.

En el Perú, las fuerzas conservadoras gobernantes, si bien han levantado la bandera el crecimiento económico, no se han caracterizado por ser especialmente aliadas del feminismo, principalmente por su visión tradicional del rol de la mujer en la familia y su cercanía a la iglesia. Por eso es tan importante que las fuerzas liberales pongamos esta realidad sobre la mesa: crear condiciones para cerrar la brecha de género en el Perú es una pieza clave no solo para el desarrollo social, sino también económico del país.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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BID, feminismo, OECD

Los que no deberían ser ni porteros durante el gobierno de Pedro Castillo son por lo menos seis ministros del gabinete ministerial, incluido el Premier Guido Bellido. No solo por serios cuestionamientos e irregularidades judiciales o legales de sus respectivos pasados, sino por clara incompetencia técnica para el cargo al que han sido llamados.

Conforme ha ido pasando el tiempo, el gabinete Bellido no se ha asentado, como hubiera correspondido, sino que se ha deteriorado a pasos agigantados. Todos los días aparecen serias denuncias contra sus ministros y contra él mismo (anoche nomás el programa Panorama desnudó las relaciones políticas filosenderistas del titular de Trabajo y mostró las fútiles reuniones políticas en las que el Premier pierde su tiempo y gasta su día).

Con este gabinete, el Perú va camino al abismo social, político y económico. Por más que los titulares de Salud y Economía, que son de lo mejor de este gabinete, hagan los esfuerzos necesarios, chocan con una manga de ineptos que traba cualquier política pública. Por ello es que todas las encuestas coinciden en desaprobar al gabinete. Hoy, La República publica la encuesta del IEP que indica que el 58% desaprueba la labor de Bellido y apenas un 32% lo aprueba. Cada día que pasa Bellido sentado en la PCM deteriora al propio gobierno, que también ve cómo sus niveles de aceptación son históricamente bajos.

Ha trascendido que el Presidente haría varios cambios ministeriales, incluido el del Premier, antes de este jueves, que correspondería presentarse ante el Congreso a pedir el voto de confianza. Ojalá así sea. La oposición de centro y derecha es muy dura y está bien que así sea, pero a ello se suman fuerzas internas del gobierno que se resisten a los despropósitos cerronistas de copar de personajes mediocres y políticamente incorrectos el gobierno.

Así, el ala magisterial del Congreso, el grupo parlamentario de “Los Nadies” que lidera Betsy Chávez, los ministros tecnócratas, la propia primera vicepresidenta Dina Boluarte, parecen haber entendido que las capacidades gerenciales políticas de Vladimir Cerrón son un desastre y que si Castillo le sigue haciendo caso, llevará al gobierno en su conjunto al cadalso.

Está aún a tiempo el Primer Mandatario de dar un golpe de timón a una gestión que va camino a ser un fracaso y, lo que es más grave, a ser muy corta. Porque a este paso de irresponsabilidad suprema, podrá librarla este jueves, por una decisión meramente estratégica del Congreso, pero habrá un factor de disturbio permanente que, al menor pretexto, podrá activar el arma de la vacancia frente a un Presidente que hasta el momento, de avalar la presencia de ministros incapacitados, revelaría él mismo incapacidad moral para gobernar.

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Guido bellido, Pedro Castillo

El Perú pasa por uno de sus periodos más largos de vida democrática desde su independencia. Son aproximadamente 20 años que contamos con un régimen que ha asegurado -con aciertos y errores- crecimiento económico, libertades políticas y civiles y una gobernabilidad que nos ha permitido entrar en consensos razonables.

¿Pero qué pasa cuando el régimen democrático se asienta sobre una precaria oferta política y un magro sentido de ciudadanía? Pues ese es el quid de asunto desde hace 20 años. No hemos logrado consolidar una madurez política (léase entendimiento político) que nos permita hablar de las grandes reformas que necesita el Perú en el corto, mediano y largo plazo. Hemos podido apreciar que nuestra política doméstica está permanentemente enfrascada en rivalidades canibalescas -casi tribales- en la que los puentes de diálogo funcionan cuando ya estamos al borde de una destrucción de uno y otro lado del espectro político.

En la academia se tiene como premisa que las instituciones, entendidas como reglas juego, modelan comportamientos de los actores políticos y sociales. Esas reglas de juego generan confianza -según la teoría- dado que otorgan certezas en la clase política y en la ciudadanía. Así lo pudimos apreciar -por ejemplo- en España cuando pasaron de un sistema bipartidista a uno multipartidista. Aprendieron los políticos españoles a entrar en consenso con más actores en el nuevo escenario político y los ciudadanos identificaron nuevas opciones organizativas en la que militar y simpatizar.

Algo similar podemos apreciar también en el Perú, pasamos -por estos últimos años- por ciertos retos sobre el que tenemos que hablar: como los alcances y límites de nuestro régimen semipresidencialista. En un libro que escribí hace algunos años considero la posibilidad de hablar de algunos candados que nos permitan asegurar reglas de juego claras sin estar preocupados por su quiebre.

En el país, es necesario poner en el debate público reformas que reimpulsen la gobernabilidad democrática en la que el ejecutivo no manipule las leyes o la cuestión de confianza para disolver el Congreso y en la que el legislativo no manipule las leyes para vacar presidentes.

Por otro lado, es importante entrar también en un consenso razonable -vía los espacios de diálogos pertinentes- sobre las reformas que se necesita hacer a la Constitución Política más no su recambio total. Hemos sido testigos que los líderes populistas, usando discursos de cambios constitucionales, no han hecho otra cosa que intentar la permanencia en el Estado por largos periodos de tiempo, manipulando elecciones, sino miremos lo que pasó en Venezuela y Bolivia. Y hemos sido testigos también que países avanzados y del primer mundo con estabilidad constitucional en el tiempo les ha permitido crecer económica e institucionalmente.

El Perú necesita hablar de estas reformas -entre otras- que nos permita reencauzar las reglas de juego para que se reestablezca la confianza tan dinamita por estos tiempos. Dentro de la oferta política, hay actores políticos que pueden acotar el debate y llevarlas a la opinión pública. Es lo que exige la razonabilidad que todavía podemos apreciar que hay en nuestro país.

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Democracia, Gobierno

Si Lima fuera el Perú, la diferencia entre Keiko Fujimori y PPK en la primera vuelta del años 2016 habría sido de solo 10% y no de 15% como fue en la realidad. Igual PPK habría sido presidente en la segunda vuelta, aunque con una diferencia mayor. 144 mil votos lo separaban de Fujimori. Quién sabe si con una diferencia así habría podido tener un gobierno menos complicado y quien sabe si lo terminaba.

Si Lima fuera el Perú, en las elecciones congresales del 2020, Podemos habría sido la bancada más numerosa del Parlamento, alcanzando el 15.5% del total de votos válidos. El Partido Morado, el segundo con 11%; Frepap tercero con 10%; AP cuarto con 9% y FP quinto con 8%. El PPC habría salvado la valla y hubiese tenido representantes congresales. El partido de los Luna habría conseguido 32 representantes, los morados 22, los Frepap 20, AP 18 y los fujimoristas 16. Ese habría sido el Congreso que se eligió. ¿Sagasti habría sido presidente? ¿Merino habría sido elegido?

Si Lima fuera el Perú, en estas últimas elecciones generales Hernando de Soto habría pasado a la segunda vuelta junto a Rafael López Aliaga. Ambos habrían sumado 38% de votos válidos y habrían llegado al 6 de junio en paridad de fuerzas. Solo 11 mil votos los separaba. Keiko Fujimori no habría podido montar todo su berrinche de fraude porque sencillamente no habría llegado a disputar la segunda vuelta. Se habría quedado en tercer lugar con 14%, a 156 mil votos de distancia de López Aliaga. ¿Castillo? Habría quedado en séptimo lugar con solo 7% de votos, bastante lejos de los punteros.

La bancada mayoritaria habría sido la de Renovación Popular, seguida de la de Fuerza Popular, Avanza País, el Partido Morado y Somos Perú. APP habría quedado afuera del Parlamento y Victoria Nacional (Forzai) tendría representación. Existiría una representación peculiar, pues RP tendría 22 curules, Fuerza Popular 19, Avanza País 17, el Partido Morado 14, Somos Perú 12, Podemos 11, Juntos por el Perú 11, Acción Popular 9.

Además, si Lima fuera el Perú, Keiko Fujimori sería la presidenta actual con un aplastante triunfo sobre Castillo de 66% contra 34%. Casi dos millones de votos de diferencia entre ambos existiría. Seguramente no pensaría que existió fraude, ¿verdad? Por cierto, resulta impresionante cómo teniendo esos casi dos millones de distancia no haya ganado la elección general.

Eso, en cuanto a resultados electorales, pero hay más. Si Lima fuera el Perú, el 26% de su población sería de NSE AB (no el 11% como realmente es) y solo el 6% de NSE E (no el 35% de la realidad).

Si Lima fuera el Perú, el 59% de hogares ya tendría conexión a Internet y el 56% tendría TV cable. Pero además, el 47% de hogares tendría una PC o laptop, aunque el 71% de personas usa Internet. El 83% de hogares refrigeradora, 57% lavadora de ropa, 39% microondas, 19% automóvil propio. El promedio de ingresos por familia sería de S/ 4,803 y existiría casi S/ 1,000 promedio de capacidad de ahorro. La mitad tiene una cuenta de ahorro, el 46% una tarjeta de débito y el 12% una de crédito.

Qué país diferente seríamos si Lima fuera por el Perú. No lo decimos ni con orgullo ni con alegría, sí con preocupación. Pero esta mirada ayuda a entender también qué es lo que va ocurriendo con la opinión pública cuando encontramos resultados que buscan auscultar la coyuntura actual. Somos un país dividido y cada encuesta -seria- que sale lo único que hace es confirmarlo.

 

En la última encuesta del IEP publicada el domingo 22 de agosto, esto se aprecia muy claramente. Lima desaprueba significativamente más que otros departamentos la gestión del presidente Castillo (61% Lima, 37% Perú sin Lima, ¡casi el doble!). En cuanto a la imagen del presidente, todos los atributos son negativos para los limeños, mientras que en el Perú sin Lima se considera que Castillo se preocupa por los que menos tienen, es honesto, democrático e inspira confianza. En promedio, en todos esos atributos, Castillo obtiene 42% en Lima y 57% de aprobación fuera de la capital.

Desglosando uno por uno cada item de evaluación que la encuesta recoge, la sentencia es la misma. Si Lima fuera el Perú la situación del gobierno sería insostenible y muy posiblemente las voces que piden hoy vacancia ya habrían logrado imponerse. Afortunadamente no es así. No porque nos guste el gobierno sino porque creemos que hay que respetar el proceso y Castillo fue el presidente electo (y no lleva un mes en el cargo).

La pregunta de fondo es, ¿qué explica esta fractura?, ¿esta mirada tan disímil dentro de un mismo territorio que no solo IEP muestra sino también Ipsos y Datum -aunque esta última con una estrategia de sesgo que casi invalida su interpretación? ¿Cómo explicar una manera de interpretar el país?

Tal vez sea muy pronto para aventurar un análisis. Tal vez el efecto mercado se siente más en Lima y ello mueve la aguja. Tal vez la capital no logra salir de su modo negación y sigue pensando en la campaña electoral. Quizás la esperanza real y concreta se mantiene en regiones que hoy se sienten representadas y nunca antes experimentaron ello.

En todo caso, debemos esperar para entender mejor todo lo que está pasando con este gobierno y con este país. Pero sí debemos estar atentos al simplismo argumental que muchos analistas están esbozando con una mirada muy fija en la capital y con muy poco ojo fuera de ella.

Si queremos que Lima sea el Perú, que sea una representación de este, no una isla aislada que mira con desprecio lo que pasa afuera de sus fronteras. Ese es el camino de la integración, aunque hoy estemos en el de la segregación.

 

La información electoral se encontró en: www.onpe.gob.pe.

La información económica en: http://apeim.com.pe/wp-content/uploads/2020/10/APEIM-NSE-2020.pdf

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Datum, IEP, IPSOS

La encuesta del IEP que ha publicado La República sobre la marcha del gobierno es contundente: un 46% lo desaprueba y apenas un 38% lo aprueba. Según la medición, inclusive en el sur, su reducto político, si bien el Primer Mandatario obtiene 50% de aprobación y 32% de desaprobación, en el mes de julio, antes de jurar como jefe de Estado, tenía el 64% de respaldo, revelando una caída de 14 puntos porcentuales.

Además de ello, un 79% de peruanos considera que deben hacerse algunos cambios en el gabinete (52%) o que deben ser cambiados todos (27%). Y no hay distingo global de estrato social o región geográfica. En el centro -la región de Cerrón- el 53% considera que se debe hacer algunos cambios y el 23% que deben salir todos los ministros. En el sur -región castillista en la segunda vuelta- el 55% estima que deben salir algunos ministros y el 21% que deben irse todos.

En el sector C, el 51% señala que deben hacerse cambios parciales del gabinete y el 27% que el cambio debe ser total. Y en el D/E, un 50% solicita un cambio parcial y un 27% cambio total. En la sierra, el 55% cree que deben salir varios ministros y el 19% que deben marcharse todos sin excepción.

Y en cuanto a identificación ideológica, dentro de la propia gente que se considera de izquierda, un 49% considera que se debe cambiar a algunos ministros y el 22% cambiar a todos.

Por lo demás, un 43% de los ciudadanos cree que la situación económica nacional estará peor en los próximos 12 meses y un 44% lo mismo sobre la economía de su hogar. Solo un 29% cree que la economía peruana mejorará en el año que viene y un 24% tiene esa percepción optimista sobre su futuro económico en el hogar.

La solución está a la mano: recomposición del gabinete, apartamiento de Cerrón, descarte de la Asamblea Constituyente, y que, sin menoscabo, insista en desplegar un gobierno de izquierda para no traicionar a su electorado. Nadie le pide la humalización.

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Encuestas, IEP, IPSOS, Pedro Castillo

Esta nueva entrega de la versátil poeta y artista Vanessa Martínez Rivero nos ofrece una muestra significativa de su fructífera obra poética iniciada a comienzos del presente siglo.  Definitivamente configurado por ese estilo vivaz, juguetón, lúdico y agresivo, la poeta nos invita a hacer un recorrido sobre su trayectoria y nos invita a abordar sus textos poéticos iniciales para luego notar la presencia de poemas inéditos que recogen un nuevo temple de ánimo, una actitud distinta frente a la vida, una genuina intensidad. Es así como ARTE-FACTA (Casa editorial Vallejo y Company, 2021) recopila textos de sus distintos poemarios, desde La hija del carnicero (2007), Coraza (2009), Carne (2012), Redondo (2015), Un tercer ojo para la tristeza (2019) para seguir con esa temática pero ahora también exponiendo nuevas propuestas: la inmediata, las traducciones de estos poemas a diversos idiomas: inglés, italiano, esloveno, canarés, entre otros.

Como el título lo menciona, ARTE-FACTA se presta para una multiplicidad de significados, pero a lo que yo me ciño es a esa enfermedad de piel, conocida como dermatitis artefacta que define como “cualquier patología dermatológica cuyas lesiones son provocadas por el propio paciente, quien reiteradamente niega su participación en ellas”.  Es así como el título manifiesta esas heridas causadas inconscientemente y que salen a relucir para que desde esa condición se pueda enfrentar a otros retos, como lo demuestra esta última entrega.

La búsqueda de un yo firme, que se lamenta pero que a la vez, se nutre de lo cotidiano para ser finalmente una entidad que se rebela contra presupuestos es lo que nos ofrece Vanessa Martínez Rivero, una poeta cuyo temple de ánimo se interpone e impone para darnos una visión nueva de la realidad, cómo enfrentar las injusticias diarias, cómo tener una voz.  La voz poética en el poema “Espina y credo”  afirma: “Me dices/ yo soy la esposa de Dios/ ¿Qué sería yo?/ Que me mato sacando las espinas/ De las rosas robadas de mis supuradas manos,/ para llevárselas a mi madre”.

ARTE-FACTA, antologa  poemas y abre en diálogo con grandes poetas contemporáneos, en “Canto desocupado” notamos un epígrafe que corresponde a la gran Gabriela Mistral cuyos versos son: “Y lleva vivos y lleva muertos/ el tambor/ indio de la tierra”.  Por medio de estos versos notamos la importancia del ritmo, de la sonoridad que existe en la poesía de Vanessa, los latidos, los golpes, la voz, y los instrumentos musicales en sí, brindan a sus versos, cadencia y musicalidad propias de una música original cuyo bagaje es la experiencia misma de la autora quien también irrumpió en la escena musical como cantante.

Asimismo, encontramos que la poesía de Vanessa Martínez se configura a menudo por imágenes personificadas donde los objetos se sensibilizan y tienen su propia identidad. En “Tal vez la noche” encontramos los siguientes versos, “Parece que tu sol es tan cercano de mi luna/ que solo esperamos el rayo verde/ para contarle la niebla”.

Finalmente, la poesía de Vanessa Martínez ha sido traducida a importantes idiomas como el inglés e italiano, ya que su discurso propone nuevas lecturas y utiliza cierto tipo de lenguaje que un lector atento y ducho  puede identificar las voces de poetas consagrados.  Con gran ironía y perspicacia encontramos que la voz hablante afirma encabezando la lectura de su poemario, Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza,  “¡Oh padre César/ ¿por qué no me has abandonado”.

ARTE-FACTA nos lleva por distintos caminos y pone en tela de juicio ciertos temas canónicos para verlos bajo una nueva luz.  Asimismo, ARTE-FACTA llevará a la poeta a visitar nuevos mundos europeos que sin duda alguna la conducirán a otros proyectos.

¡Grande, poeta!

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Libro, Novelas

Desde que trabajo en el rubro audiovisual comprendí que la novedad mañana puede ser obsoleta. Hace unos días me enfrenté con una tecnología completamente nueva para mí y los estándares bajo los que normalmente trabajo la puesta en escena y el diseño de producción. Se trata de una tecnología que está revolucionando la producción audiovisual al ofrecer infinitas posibilidades creativas. Había estado acostumbrada a trabajar con Chromakey o Chroma, técnica que sirve para sustituir un fondo de color plano, verde o azul, por una imagen. Pero esta vez, me ofrecieron la opción de trabajar con “Stagecraft” y, sinceramente, no tenía idea de su complejidad ni a lo que me estaba enfrentando. Acepté sumergirme en este sistema desconocido y me recomendaron ver el detrás de cámara de la serie The Mandalorian, producida por Disney+ y dirigda por Jon Favreau, que había sido rodada con este recurso.

El “Stagecraft” es la evolución de la retro proyección, una técnica cinematográfica que se empleó desde 1930 y que consistía en filmar colocando a actores y escenografía delante de una proyección. Este efecto visual situaba a los actores entre la cámara y una pantalla. Detrás de esta última se encontraba un proyector que se encargaba de reproducir sobre ella una imagen fija o en movimiento que había sido filmada con anterioridad. Es así como podían crearse escenarios diversos sobre distintos planos sin tener que esperar el momento de postproducción para hacerlo, como sucedía con el Chroma.

No lo sabía, pero investigando me encontré con datos como que Fox había introducido esta técnica en 1980 en películas como “Más allá del porvenir” o “Liliom”. Más adelante, películas como “King Kong”, “Terminator 2: El juicio final” y hasta “Pulp Fiction” utilizan la técnica del “Stagecraft”. De hecho, este recurso se hace conocido por las “escenas de conducción”, en las cuales se sitúa a la cámara en un carro mientras la retroproyección hace la simulación del movimiento de la calle y el vehículo queda delante.

Es así como fui comprendiendo esta tecnología a la par que iba trabajando la preproducción del proyecto que acepté trabajar bajo este sistema. El Stagecraft permite, por un lado, Integrar visualmente los personajes y escenografía gracias a la incidencia en el set de la luz proyectada por las pantallas led de alta resolución. Se trata de un escenario con un suelo físico real que puede ser desde arena hasta un asfalto y que está rodeado por tres grandes paneles LED con definición 4k que actúan, por ejemplo, como cielo, uno de ellos, y otros dos como piezas que envuelven la escena. A estos paneles se les denomina “Render Nodes”. A su vez, el Stagecraft es capaz de cambiar escenarios en tiempo real. Por ejemplo, puede pasar en instantes de un desierto al interior de un avión. También puede mover de posición los elementos que están proyectados en el escenario. Y, finalmente, todos los movimientos de cámara son posibles.

La retroproyección del pasado no permitía varios movimientos de cámara debido a que estaba fija y que solo tenía un punto de vista para que así no afectara a la perspectiva de la proyección. En cambio, en las pantallas led los escenarios CGI 3D proyectados se generan con el motor de gráficos Unreal Engine que permite todos los movimientos físicos de cámara en los llamados “tres ejes”: X, Y y Z. Esto significa que con cada movimiento de cámara el escenario que se proyecta reacciona a este movimiento y crea experiencias únicas. El Unreal Engine 4 es el motor gráfico responsable de casi todos los videojuegos, como por ejemplo el Star Wars Jedi: Fallen Order. Es impresionante la calidad fotorrealista de estos escenarios preconfigurados. Yo hasta ahora no puedo creer la profundidad de campo que te brinda y la sensación de realidad.

Las posibilidades del Stagecraft van mucho más allá de la tecnología, pues también permite, en especial a los directores de fotografía realizar un “scouting” de locaciones estando “dentro” del contexto digital y usando un set de realidad virtual. Fui descubrimiento a medida que íbamos avanzando en la preproducción que podíamos acceder al render, viajar a través de él, modificar la escenografía, la luz, la geografía. Podíamos cambiar la utilería, variar texturas, colores. Simular lentes, planificar encuadres. Un sinfín de oportunidades.

Trasladarnos a espacios imposibles hoy es posible. En Perú se puede encontrar esta tecnología gracias a la empresa “La escena virtual”, conformada por un grupo de audiovisuales talentosos y muy profesionales que son los pioneros en traer este sistema al Perú.

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3D, CGI 3D, Efectos visuales, Teconología

En su sugerente columna diaria, Mirko Lauer ha observado la evolución y casi banalización en los usos de la palabra terrorismo.  Mientras hasta hace pocos años por terrorismo se tenía a las acciones violentas de SL y MRTA, hoy la categoría se extiende a cualquier izquierda, centro o hasta centro derecha que no concilie con la agenda de la derecha conservadora.

Aunque la narrativa se ha expandido a todo lo que se mueve a la izquierda de posiciones cercanas a las de Fuerza Popular o Renovación Popular, las opiniones por las cuales el excanciller y académico Héctor Béjar fue obligado a dejar Torre Tagle ha reabierto la polémica sobre el “terrorismo de estado” y las violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas armadas en las zonas de emergencias durante la guerra interna.

La controversia nos devuelve a lo que no ha resuelto la CVR y su museo, y menos por fallidos o sesgados, cuanto porque debieron y deben entenderse como el punto de partida para la ejecución de un proyecto de reconciliación nacional y no como el punto final de este proceso. El informe de la CVR, en este sentido, es la base de datos, desde la cual comenzar a trabajar y el Museo de la Memoria uno, no el único, de los medios de comunicación en el que deben exponerse los resultados de este trabajo con la finalidad de generar una narrativa más conciliadora acerca de la guerra interna.

A la reconciliación se llega a través de una serie de políticas, pero el gesto basal es el perdón, y el perdón que se le exige a los grupos terroristas no es, ni puede ser el mismo que se espera de las FF.AA. y policiales. En el primer caso se trata del perdón incondicional que tienen que pedirnos dos bandas armadas cuyos roles fueron los de ser violentos victimarios, además de únicos iniciadores y responsables directos del conflicto. En cambio, los roles de las FF. AA. fueron diversos: defensores de la sociedad y el Estado ante la amenaza terrorista, víctimas de la brutalidad de los grupos subversivos y victimarios cuando, en su lucha contra estos grupos, violaron derechos humanos y atentaron contra la población civil.

En tal sentido, una política de la reconciliación de las fuerzas armadas con la sociedad debe contemplar estos tres aspectos y no solo concentrarse en uno o dos de ellos. De hecho, esta es la razón que nos viene dividiendo como sociedad hace dos décadas: la derecha y sectores cercanos a las fuerzas armadas exigen que se reconozca el heroísmo y defensa de la sociedad por parte de estas, mientras que la izquierda enfatiza sus violaciones a los derechos humanos. Es por ello por lo que no hay acuerdo, porque no alcanzamos un consenso en el cual reconozcamos que ambas afirmaciones son básicamente correctas, y que pueden serlo simultáneamente y requerir políticas de reconocimiento y de reconciliación para cada premisa, o inclusive políticas conjuntas, que se cristalicen en los mismos actos y lugares de la memoria.

Yo he pensado mucho, para plantear una idea inicial, en reunir a las madres de las víctimas militares de la violencia terrorista, con las madres de las víctimas civiles de acciones militares. Esas mujeres tienen en común el mismo dolor del hijo arrancado por una guerra de la que solo son responsables SL y MRTA. Su abrazo podría comenzar a acercar a la familia militar, que también fue víctima de la violencia política, con aquellos sectores de la sociedad civil más dañados por la actuación castrense en esos tiempos.

La reconciliación siempre trata de gestos, pues busca reparar simbólicamente algo que se rompió en el pasado. La reconciliación nunca devuelve a los que partieron, pero cicatriza heridas abiertas y, si se hace bien, tiene la facultad de tranquilizar al pasado, logra que sus gritos cesen de perturbarnos en el presente para finalmente ocupar su lugar en la historia, dejándonos una enseñanza. El consenso de querer hacerlo es el primer paso para sanar aquel dolor que todavía vive entre nosotros.

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CVR, MRTA, SL
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