Opinión

Los marginados del modelo no son pocos. Son millones. Y a ellos se les ha sumado un bolsón importante de ciudadanos que han pasado a la pobreza producto de las cuarentenas dictadas para combatir la pandemia.

Este segmento poblacional es, obviamente, anti establishment. Quiere un cambio de su situación y ello lo deriva a esperar, justamente, un cambio del modelo. Es la base social que alimenta la votación de Castillo.

No podemos dejar de atribuirle enorme responsabilidad a Vizcarra en el descalabro electoral que ha ocurrido. Su mediocre gestión gubernativa y su manejo absurdo e irracional de la primera cuarentena destruyó la economía y no resolvió un ápice el flujo evolutivo de la enfermedad.

Solo nos supera Venezuela en la caída del PBI ocurrida el año pasado. El PBI peruano cayó 13%, más que el resto de países de la región, arrastrando consigo a más de dos millones de peruanos de la clase media en la que estaban, precariamente pero estaban, hacia la pobreza. ¿Ese ciudadano puede estar contento con el modelo? Por supuesto que no.

A ello se le debe sumar la aplicación de un programa de asistencia familiar, mediante bonos, absolutamente ridícula, que este gobierno ha continuado. No hubo jamás subsidios a la planilla, los bonos se entregaron en menor cuantía y tarde, mal y nunca. El Estado no fue capaz de contener el golpe devastador de la cuarentena a las economías familiares. El Estado (“modelo”) les falló a millones de peruanos. ¿Cómo van a estar contentos con ello?

Castillo es, en esa perspectiva, hijo ideológico de Vizcarra. En verdad, es hijo de una transición democrática mediocre y corrupta que ni siquiera en sus años de bonanza fue capaz de construir un Estado inclusivo (salud, educación, seguridad y justicia) y generó una casta de ilegales dentro de su propio país, que vio pasar a lo lejos las bondades del modelo.

Hay millones de beneficiarios del modelo seguido, pero hay otros tantos marginados del mismo y son votantes anti establishment. Tremendo desafío el de Keiko Fujimori de convencerlos y a la vez ser pro statu quo, dicho sea de paso.

Entre los múltiples pasivos políticos y económicos que hay que achacarle a Vizcarra es haber creado las condiciones de crisis suficientes para la generación espontánea de un candidato radical y extremista como Pedro Castillo, que amenaza con patear el tablero y hacer volar todo por los aires, con el aplauso y beneplácito de millones de compatriotas.

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Juan Carlos Tafur, Keiko Fujimori, Martín Vizcarra

«Mario Vargas Llosa ha cometido el mismo error que están cometiendo muchos de los electores que no votaron por Pedro Castillo ni por Keiko Fujimori en primera vuelta: ‘regalarles’ el voto. Ambos son peligros reales para la democracia y es necesario asegurar que no vulnerarán el estado de derecho de ganar las elecciones. Aquí siete compromisos mínimos que deberían asumir los dos», dice David Rivera, analista del podcast Debate de Sudaca.pe.

Mira la nueva videocolumna Disonancia de David Rivera.

 

 

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David Rivera, Pedro Castillo

Consideremos las siguientes afirmaciones: (a) ‘Las Esmeraldas son verdes’; (b) ‘Bilbo es el tío de Frodo’. Ambas son verdaderas, pero por razones diferentes. (a) es verdadera en virtud del hecho de que existen esmeraldas en el mundo y sucede que estas son verdes, pero (b) es verdad solo en el universo ficticio de El Señor de los Anillos, no porque Bilbo y Frodo existan. Ahora bien, consideremos una tercera afirmación: (c) ‘Existen infinitos números primos’. (c) también es verdadera, pero ¿es verdadera en el sentido de (a) o en el de (b)? En otras palabras, ¿existen los números?

 

A pesar de que es probable que El Señor de los Anillos se haya inspirado en hechos reales, no es algo que se use en ciencia de manera generalizada. Tal vez un científico social podría aprender algo sobre la cultura británica de comienzos del siglo pasado, pero de ningún modo se puede comparar al uso que se hace de las matemáticas en casi todos los ámbitos de la actividad científica. Es casi imposible concebir una ciencia madura que no se apoye en las matemáticas para construir modelos teóricos, hacer predicciones, y explicar fenómenos empíricos. Muchas personas sostienen que esta es una razón para creer que los objetos matemáticos existen. Por ejemplo, de acuerdo al filósofo y lógico Gottlob Frege, “es únicamente la aplicabilidad de las matemáticas la que las eleva de ser un simple juego al rango de una ciencia”. ¿Cómo podrían ser las matemáticas tan útiles en ciencia si fueran solo una ficción? Para muchos, existe un vínculo casi automático entre la aplicabilidad de las matemáticas y el realismo matemático.

 

A pesar de lo dicho anteriormente, yo creo que la utilidad de las matemáticas en ciencia se puede explicar independientemente de si las entidades matemáticas existen o no. El rol que cumplen las matemáticas en ciencia es básicamente representacional. Si decimos que la masa en reposo de un electrón es 9.109×10^(-31) kg, el número 9.109×10^(-31) sirve para representar una propiedad física, a saber, la masa de reposo del electrón. El número en sí mismo no es tan relevante. Si hubiéramos escogido unidades diferentes, habríamos tenido que escoger un número diferente. Este rol representacional es compatible con que las matemáticas sean una ficción.

 

Existen dos objeciones comunes a esta postura. Si tanto El Señor de los Anillos como las matemáticas son ficciones, entonces ¿por qué las matemáticas son tan útiles en la ciencia, mientras que El Señor de los Anillos y otras ficciones no lo son? Mi respuesta es que, una vez que prestamos atención al proceso de aplicación, podemos ver que los fenómenos físicos bajo estudio tienen que matematizarse primero. En muchos casos, existe toda una jerarquía de modelos matemáticos que median nuestro acceso al mundo físico. Por ejemplo, para que un fenómeno sea estudiado matemáticamente, primero tiene que ser medido, y este proceso de medición implica en sí mismo una matematización, es decir, establecer una correspondencia con un enunciado físico/matemático. Para describir esta versión matematizada de la realidad, no es sorprendente que tengamos que usar matemáticas, o que algunos conceptos matemáticos nos sean útiles. No “señordelosanilleamos” los fenómenos físicos en ciencia, por eso es que El Señor de los Anillos no es útil para estudiar estos fenómenos.

 

Claro, podría decirse que la razón por la que matematizamos los fenómenos físicos es que las matemáticas son, por así decirlo, el lenguaje de la naturaleza, y en eso se basa su utilidad y realidad. Se suelen citar dos tipos de casos para justificar esta postura. Primero, existen muchas teorías matemáticas que fueron desarrolladas sin tener ningún tipo de aplicación en mente (por ejemplo, los números imaginarios) y que luego terminaron siendo muy útiles en ciencia (por ejemplo, en la formulación de la mecánica cuántica). Adicionalmente, hay muchos casos de descubrimientos científicos que supuestamente se hicieron simplemente analizando representaciones matemáticas de las leyes de la naturaleza (se suelen citar casos como el de Paul Dirac, quien supuestamente descubrió el positrón simplemente analizando la “Ecuación de Dirac”). Casos como estos demostrarían que las matemáticas están de alguna manera conectadas al mundo físico.

 

Frente a esto, sostengo, primero, que tenemos que tomar en cuenta la vastedad del ámbito matemático. Las matemáticas son una fuente inmensa de estructuras. Es razonable suponer que algunas de estas estructuras serán útiles para representar estructuras físicas. Es más, muchas veces ocurre que la misma estructura matemática puede usarse para representar aspectos comunes a diferentes estructuras físicas. Adicionalmente, en cierto sentido hay un sesgo en el uso de las matemáticas: los científicos se enfocan en fenómenos que son susceptibles de matematización, y hacen encajar sus modelos en las matemáticas disponibles. Por lo tanto, no es en absoluto sorprendente que algunas estructuras matemáticas terminen siendo útiles en ciencia de forma inesperada y novedosa.  Por último, los científicos nunca ‘leen’ hechos físicos directamente de sus modelos matemáticos. Por el contrario, siempre tienen que interpretar las matemáticas de una forma u otra. Por ejemplo, Dirac asignó tres interpretaciones diferentes a los resultados de sus ecuaciones, y la teoría de los positrones fue aceptada solo cuando la existencia de los positrones se verificó experimentalmente.

 

No estoy afirmando que las matemáticas sean una ficción, sino que la aplicabilidad de las matemáticas en ciencia no nos da razones para pensar que no lo son. Sin embargo, si la aplicabilidad de las matemáticas fuera la única opción de los realistas matemáticos para defender su postura, entonces sí tendríamos razones para pensar que las matemáticas son una historia sobre entidades ficcionales. Me pregunto si a J.R.R. Tolkien se le cruzó la posibilidad de que, al hacer que Bilbo diga: “Hoy es mi cumpleaños 111!”, tal vez estaba realizando un tipo de ficción crossover.

No se pueden entender las cifras de anoche sin un balance de la primera vuelta. Las huellas de un país debilitado y fragmentado, la carrera que se centró más en Lima y la falta de una estrategia para pensar el país nos dejan una segunda vuelta muy complicada.

 

Llegó la segunda vuelta. Llegó la primera encuesta que es como una línea base para entender de dónde parten y cómo parten los candidatos. Lo único bueno es que ya no habrá outsider posible. En el resto, más sombras que luces.

 

Lo primero que debemos decir es que la encuesta deja a los candidatos mal que bien como quedaron en la primera vuelta. Una diferencia razonable para Castillo y una segmentación que ya se había advertido pero que siempre divierte por todo lo que genera en Twitter y Facebook.

 

Lo segundo es que comprueba algo que ya habíamos mencionado en este mismo espacio: somos más de un país. No cabe ninguna duda de ello. Las diferencias que hay entre Lima y el resto de las regiones es demasiado profunda como para que dejar de mencionarlo.

 

 

El peso que tiene Lima es muy fuerte para algunas candidaturas y muy débil para otras. Beingolea, López Aliaga, De Soto, Guzmán, Forsyth y Urresti consiguen la mayoría de sus votos de la capital. Mientras que Castillo de lejos, pero Lescano y Acuña también, tienen un caudal afuera de Lima muy importante. Fujimori y Mendoza presentan un peso más equilibrado en función a la distribución real de Lima (poco menos de un tercio del total).

 

¿Qué nos dice esto? Que algunos se tomaron estas elecciones como si hubiesen sido para la alcaldía y no para la presidencia. El no generar adhesiones fuera de Lima habla de incapacidad para entender lo que se necesitaba o campañas muy mal enfocadas.

 

Mucho se habla del anti establishment. Pero también cabe otra pregunta. ¿Es posible pensar que si algún candidato quería “salir” de Lima y escalar, tal vez encontraba eco? ¿No será que eso que llamamos el centro, se refiere más al centro del país, pegado a Larcomar, antes que a una propuesta programática? Seis candidatos peleando el voto de Lima, previsible que más del 70% restante quedara ahí, volátil.

 

Yo quisiera detenerme en APP un segundo y considerar que es la tercera fuerza en el Parlamento, con una votación mayoritaria en regiones fuera de Lima. Siempre estuvo subregistrada. Elección tras elección. Y siempre está en la foto. No le alcanzará para que Acuña sea presidente jamás, pero vaya que logran ser una fuerza electoral con sensibilidad y olfato. Pero es más cómodo el meme.

 

Adicional, veamos las diferencias que explican el triunfo de Castillo. Si Lima estuvo atomizada, hubo regiones en las que Castillo sencillamente arrasó. Y los “limeños” no existieron. Con menos peso poblacional pero con porcentajes más contundentes:

 

Pero vamos por partes. Un primer detalle es que si bien hay una diferencia notable entre los dos candidatos, que no se ha visto en encuestas previas de segunda vuelta, no hay nada dicho y faltan varias semanas. A ver si dejamos de hiperventilar un poco. Los 11 puntos no significan en esencia nada de cara a la elección y mucho de cara a la interpretación.

 

Veamos algunos detalles que nos permiten comprender mejor -desde la primera vuelta- estos números de anoche. Lo primero que mencionábamos es lo que representa Lima para los partidos y candidatos. Tuesta señalaba anoche en Cuarto Poder cómo la capital iba perdiendo peso en las últimas décadas. Ahora lo podemos ver con claridad:

 

Este cuadro presenta la distribución proporcional de los votos entre Lima y Huancavelica. Sobran comentarios, ¿verdad?

 

Sumado a esto, la importancia del candidato o la importancia del partido se han puesto de manifiesto y poco se está notando esto. Si el Partido Morado pasa la valla es por el peso de su lista congresal y a pesar de su candidato. Ni qué decir de Somos Perú. El siguiente cuadro lo muestra:

 

¿Qué nos quiere decir esto? Que en el caso de Somos Perú, por ejemplo, la votación por el Congreso alcanza hasta el momento casi tres veces más que la presidencial. En el caso del Partido Morado, casi dos veces más. Caso contrario es el de De Soto, Castillo y López Aliaga, que han sido candidaturas más presidenciales. En estos casos, su votación congresal alcanza solo la mitad de su voto presidencial. Por ellos hubo voto cruzado por montones.

 

En cinco años dos candidatas repiten su postulación. Fujimori, con Fuerza Popular en el 2016 obtuvo poco más de 6 millones 100 mil votos. Veronika Mendoza, en ese entonces con el Frente Amplio, obtuvo cerca de 2 millones 900 mil votos. En el 2021 Keiko obtiene casi 1.9 millones y Mendoza 1.1 millones. El 30% y el 38% de lo que obtuvieron hace cinco años.

 

Pero además en relativos, con esos votos Fujimori obtenía el 40% de votos válidos y Mendoza el 19%. Hoy esos porcentajes se hicieron 13% y 8% respectivamente. ¿Qué pasó? ¿Por qué no los cuidaron? Es más fácil entender el retroceso de Fuerza Popular por su papel en el Congreso. Pero ¿Mendoza? Nunca creció en la campaña, como notamos tantas veces. Una involución muy importante. Como también la es la mayoría de votos congresales con respecto a hace un año:

 

Los que han incrementado significativamente su votación con respecto a hace un año han sido aquellos partidos y movimientos que en 2020 n o contaban con los líderes que hoy sí: Lopez Aliaga, De Soto, son ejemplo de ello. Y Castillo ha sabido hacer crecer geométricamente la votación para el Congreso. Fuerza Popular y Juntos por el Perú orgánicamente mantienen su voto 2020. Pero casos como el Frepap, el Partido Morado, Podemos y hasta el mismo Acción Popular son interesantes para estudiar. Se desploman de mala manera. No incluimos a PPC pues con los problemas que tuvo con su lista en Lima era evidente que se iba a caer.

 

En resumen, lo que la primera vuelta nos deja nos permite entender mejor por qué el resultado de la encuesta de ayer. Un país dividido que no se entiende entre sí. Élites cuyas apuestas no se entienden. Elecciones muy recientes de las que no aprendieron nada. En cada caso, los que no están en esta segunda vuelta tienen que mirar hacia adentro y ser autocríticos. Todos los perdedores perdieron por su culpa, no por los demás.

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Elecciones, Elecciones 2021, ONPE

En primer lugar, las personas, empresas y gobiernos toman decisiones, sean buenas o malas, acertadas o no, pero no hay duda de que deciden. Lo hacen porque tienen algún objetivo, sea este personal, grupal o de cualquier índole y al hacerlo, comparan los beneficios y los costos de cada decisión. Por ejemplo, si alguien quiere pasarse un semáforo en rojo, compara los beneficios (avanzo más rápido) con los costos (es poco probable que me ampayen o si lo hacen, lo arreglo).

En segundo lugar, todo lo anterior ocurre porque una característica central de la economía es el reconocimiento de que los recursos son escasos. No podemos hacer todo al mismo tiempo. Si tenemos una determinada cantidad de dinero, usarla en una alternativa significa dejar de hacerlo en otra. Si el gobierno decide gastar más en digamos, salud, tendrá que sacrificar dinero que iba a ser usado en seguridad ciudadana, y así sucesivamente. Lo mismo ocurre con cualquiera de nosotros.

 

En tercer lugar y como consecuencia, a lo largo de nuestras vidas, sea desde el punto de vista familiar o laboral, lo cierto es que enfrentamos disyuntivas y tenemos que escoger por alguna de ellas y en esto no hay discusión. Podemos discrepar en por qué elegir una opción sobre otra, pero no en el hecho de que tenemos que escoger.

 

En cuarto lugar, el dinero no crece en los árboles. Los gastos se financian con ingresos; lo mismo es válido para una familia, una empresa o un gobierno. Supongamos que está pensando en que el gobierno debe aumentar los sueldos de todos los funcionarios públicos. Suena bien para todos aquellos que trabajan en el Estado.  Pero, ¿de dónde saldrá el dinero? Es muy fácil decir que hay que gastar sin que se explique de dónde sale el dinero. Cualquier propuesta que no cuente con esa información es un deseo, pero no una propuesta seria. ¿A quién le están quitando el dinero para aumentar los sueldos? Si el dinero sale de deuda, entonces tengamos claro que mañana pagaremos más por concepto de impuestos para poder financiar ese gasto de hoy. El populismo, en economía, significa no entender que la economía tiene límites. No es posible gastar por encima de los ingresos de manera indefinida. No entiendo la razón por la cual muchos piensan que el dinero es infinito.

 

En quinto lugar, el costo de oportunidad es el costo de la mejor alternativa dejada de lado y está presente en toda decisión. Veamos un ejemplo. Si el gobierno decide gastar, por ejemplo, en aumentar los recursos para la seguridad ciudadana,  entonces se tendrá que reducir el gasto en otros rubros, por ejemplo, vacunas o educación.

 

En sexto lugar, las decisiones deben tomarse sobre la base de evidencia empírica. De lo contrario, son solo opiniones. Y todos podemos opinar lo que nos plazca en cualquier área. Siempre que escuchemos propuestas, debemos hacernos dos preguntas: ¿quién paga?, ¿cuáles son los efectos no visibles de cada decisión?

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Carlos Parodi, Economía, Economista

Estaba en un almuerzo campestre familiar hace algunos años. Era el momento esperado, la hora de la carrera de encostalados había llegado y todos los niños que iban a participar estaban felices y más que entusiasmados por participar y divertirse. “Pepito, ve a ganar la carrera para que todos en la familia estemos felices y orgullosos de ti…”. Esta frase, que aparentemente es bastante inocente y de lo más normal, se la escuche decir a uno de los padres a su hijo de 6 a 7 años.

Probablemente en este momento puedas estar pensando: “Pero es normal, no le veo nada de malo”. Incluso tú también podrías haber dicho o escuchado frases similares. Frases que no parecen tener mayor relevancia, trascendencia o importancia.  Nada más lejos de la verdad.

Zig Ziglar, uno de los más prominentes oradores sobre liderazgo, desarrollo y crecimiento personal decía: “Las palabras crean imágenes en nuestra mente”. Te lo explico así: Imagínate que te digo “bebe”, cuando tú escuchas esta palabra, no te imaginas la palabra, es decir no te imaginas una “B” una “E” otra “B” y otra “E”. Lo que te imaginas es la “foto” de la palabra, es decir te imaginas la palabra, te imaginas un bebe. Visto de otra manera, cuando escuchamos, estamos recibiendo información que la procesamos y convertimos en imágenes. Entonces, te pido por solo un instante, imaginarte las cosas que ese niño puede pensar o creer al escuchar a su padre decir: “Pepito, ve a ganar la carrera para que todos en la familia estemos felices y orgullosos de ti…”.

¿Qué se puede imaginar cuando le dicen que si gana su familia estará feliz? ¿Qué se puede imaginar cuando le dicen que si gana su familia estará orgullosa? Y aunque no se lo dicen literalmente, ¿qué puede imaginarse que pasará con su familia o que puede pensar de él o ella si pierde?  ¿Cómo se sentirá si es que no llega a ganar? Y aquí viene lo que podría ser una de las peores consecuencias de lo que el niño o niña pueden aprender o interpretar de lo que le dijeron. ¿Qué será capaz de hacer para ganar? ¿Qué estará dispuesto o dispuesta a hacer con tal de lograr su objetivo? Por otro lado ¿Qué carga emocional soporta ese niño cuando cree que la felicidad de toda su familia depende de él o ella?

Es muy probable que crezca con la idea de que su felicidad y la de los que ama o le importan está basada en ganar siempre, a toda costa, a cualquier precio y a como dé lugar, sin importar las consecuencias o los “daños colaterales” que pueda generar.  Y si todo esto puede suceder con tan solo una frase “inocente”, piensa por unos instantes a cuantas más frases similares puede estar este niño expuesto a lo largo de su vida.  Y te aseguro, que ninguna tenía esa intención.

De la misma manera, es importante que te des cuenta de que hoy por hoy, tú de adulto, experimentas un proceso similar con las frases que cotidiana y constantemente escuchas, pero sobre todo con las que te dices a ti mismo.  “Yo soy una persona impuntual”, “Yo soy una persona explosiva”, “Yo soy…”, “Yo soy…”, “Yo soy…”. ¿Cuántas de este tipo de frases, con connotación negativa, te dices al día?, ¿Cuántas veces tú mismo estas creando una imagen de ti que no te sirve o no te funciona? Lo que más debes tener presente es que quizás muchas de estas frases, las aprendiste mientras ibas creciendo y no necesariamente tiene o debe ser así.

Lo más importante, a tomar en cuenta, es tu lenguaje. No es lo mismo decir que “tú eres – yo soy”, que decir “me comporto” o “actúo” de tal o cual manera.  La sutil pero gran diferencia es que, si “lo eres”, no hay posibilidad de cambio, porque “lo eres” – pasado – presente – futuro – no hay posibilidades. Pero si es solo un comportamiento, este lo puedes modificar y conscientemente decidir actuar de la manera que se requiera, para obtener el resultado que realmente funcione para ti.

¿Qué tipo de frases puedes decirte cuando no obtienes los resultados que deseas, de tal manera que estas creen una imagen de ti que se alinee con tus expectativas?  ¿Qué o cuales son las frases que te puedes decir constantemente que te apoyen a construir la imagen de la persona que decides ser?  Piensa por un instante lo que te puedes decir a ti mismo para crear una imagen de ti que funcione… para ti.

Recuerda: “No permitas que la opinión de otros sobre ti, sean quienes ellos sean, sea más importante que la tuya. Sobre todo, si esta opinión está en contra de lograr tus resultados, metas y sueños”.

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Coaching, El poder de la palabra

Como dice el refrán, “vox populi, vox Dei”: la voz del pueblo es la voz de Dios.

 

En estas semanas turbulentas hemos visto aflorar los más variados detritos contra diversos candidatos. No es algo raro. Son tiempos tensos, agravados por la peor crisis que atraviesa el país desde la guerra con Chile y los años de la violencia terrorista (tanto la de los grupos subversivos como la del estado). Nos estamos jugando, pues, en estas elecciones cinco años más de esa continuidad neoliberal que se ha impuesto desde hace décadas o la posibilidad de un cambio que atienda las necesidades urgentes de la mayoría, no solo en términos de la pandemia y sus más de 150 mil muertos debido a la precariedad de los servicios de salud abandonados por el estado, sino también de otros servicios como la educación, la alimentación, el agua, el desagüe, la electricidad, la conservación del medio ambiente. Es decir, todas aquellas necesidades básicas cuya atención llevaría a nuestro país asalir de su condición subdesarrollada.

 

La postergación de la mayoría no pudo ser paliada por el relativo crecimiento económico que disminuyó la pobreza durante el segundo gobierno de Alan García (2006-2011). Nuestra dependencia de los precios de las materias primas en el mercado internacional nos tiene sujetos a esas fluctuaciones que de la noche a la mañana vuelven a empujar a cientos de miles de peruanos a la pobreza de la que apenas empezaron a salir. En otras palabras, el mentado “chorreo” neoliberal no funciona si el país sigue siendo profundamente dependiente de los intereses extranjeros y del robo y la corrupción generalizados dentro del mismo estado.

 

Traigo estas reflexiones porque me preocupa que haya sectores que han expresado su rechazo visceral a algunas candidaturas, tildándolas de irracionales, terrucas, resentidas y otras joyas. Es decir, amenazando con desconocer los resultados de las elecciones si estos no favorecen a sus candidatos, especialmente los que representan la continuidad neoliberal.

 

Hago, pues, un llamado profundo a todos mis compatriotas a respetar los resultados de las elecciones. Ganen quienes ganen en esta primera vuelta, serán resultado de la opinión y el apoyo libres que la mayoría expresa. En esto consiste la democracia representativa. Pero también hay que considerar que ese voto mayoritario tiene la aspiración de que la democracia formal se transforme en una verdadera democracia participativa, en que los programas sociales y la organización desde el pueblo ayuden a alcanzar una vida digna para todos los peruanos.

 

¿De dónde saldría la plata para financiar los programas sociales? ¿No caeríamos en el viejo estatismo de probada falencia? Uno de los candidatos ya ha expresado claramente su estrategia para mantener mayores capitales dentro del país y financiar así el bienestar de la ciudadanía en su conjunto, no solo la de los más ricos. Que su plan sea viable o no a simple vista es otra cosa. Ese candidato (el profesor Pedro Castillo, a quien ya he expresado mi apoyo anteriormente) tendrá que demostrar su sentido de la realidad y su capacidad de concertación si resulta ser, como parece, uno de los finalistas en las jornadas de hoy. Tendrá que demostrar también que su arraigo en provincias y en los conos urbanos se exprese de manera constructiva, reivindicando la historia del campesinado y los demás sectores trabajadores sin llegar a un revanchismo antilimeño.

 

Sé que escribo esto en un medio periodístico bastante allegado al modelo neoliberal y al consuetudinario centralismoperuano. Por eso agradezco la amplitud de Sudaca.pe para reflejar opiniones desde distintas trayectorias étnicas y políticas. Lo más importante de todo es que respetemos, tirios y troyanos, los resultados del voto popular, que es la voz de Dios.

 

Es nuestra única esperanza de construir un país moderno y cada vez más justo.

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11 de abril, Candidatos, Elecciones 2021

Hoy perderemos las elecciones, o, de algún modo, las ganaremos. El punto es, en el fondo, el mismo. Este proceso electoral comenzó sin una clase política que sustentase las candidaturas presidenciales y a las pseudo organizaciones que las secundan. Bajo esa premisa ¿qué resultado podríamos esperar?

 

Es por eso que a los candidatos se les ha complicado tanto pasar el 10% en las encuestas. Antes teníamos caudillos que encandilaban a las multitudes y que simulaban llenar el enorme vacío institucional de una república de papel; hoy esos caudillos no están más. Y en el fango de la impresentable catadura moral de sus émulos, cada quien decidió mostrarse como es y con absoluto desenfado ¿podría entonces esperarse otra reacción ciudadana?

 

Sin embargo, dentro de este esquema hay quienes jugaron sus cartas con inteligencia. Los tres candidatos alrededor del fujimorismo fueron una magnífica estrategia electoral, juntos aglutinarán alrededor del 30% de las preferencias y es posible que al 40% de la representación congresal o un poco más, nada mal. La idea es llevar a Keiko Fujimori a segunda vuelta, pero no importa tanto si quien la alcanza es Jhonny Lescano de Acción Popular, independientemente de las intenciones del semi-carismático político puneño. Lo cierto es que su bancada será sinérgica a sus tres análogas fujimoristas y, de esta manera, obtendrán la mayoría congresal y, muy probablemente, la presidencia del Perú. Era cuestión de marketing político, no de tumbarse presidentes, aprendieron en el camino.

 

Del otro lado de la vereda, la izquierda se ha convertido en dos izquierdas; la convencional y limeña, a pesar de su candidata cusqueña, y la antisistémica, contestataria e invertebrada. La más genuina en el fondo, y no por izquierda, sino por expresar el visceral rechazo a todo lo que hemos visto los últimos cinco años, a congresistas y políticos defender y blindar la corrupción, y sin mascarilla, a pesar del Covid. Pedro Castillo es cuestión del azar, no la indignación tras él.

 

Al medio no sabemos qué pasará, de momento prefiero hablar de los extremos y sus significados. Parece que finalmente quienes tanto han buscado la “estabilidad de la corrupción” están a un paso de obtener el preciado botín estatal y esta vez sin disparar una bala, ni cegarle la vida a ningún joven al que le sobraban los principios. La alternativa es que, para la segunda vuelta, la indignación sea tal que supere en número a los que mañana saldrán gritando acalorados que “si gana Castillo me voy del país” y acabemos con él en Palacio el 28 de Julio, con una bancada importante con el apoyo de Juntos por el Perú, y eventualmente el de otras centristas, pero muy probablemente sin alcanzar la mayoría.

 

Y entonces de nuevo la danza del “corre que te vaco” pero con ribetes de guerra civil, o a lo mejor hoy voten menos del 50% y posterguemos todo para más adelante, e inclusive posterguemos el Bicentenario. Mejor el 9 de diciembre de 2024, 200 años de Ayacucho. Tal vez y entonces finalmente habremos parido una república o algo que mediamente se le parezca; o sencillamente, habremos aplazado para más tarde el mismo desenlace.

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11 de abril, Daniel Parodi, Elecciones 2021
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