Opinión

Tampoco este año voy a pecar de hipócrita ni trataré de poner, misma guía telefónica, cuanto libro se haya publicado por autores peruanos. Necesitaría varias semanas para acercarme a un panorama exhaustivo. No. Aquí se trata de hacer una selección según mis criterios, por lo que forzosamente quedarán fuera muchos títulos que para otros lectores podrían ser interesantes.

Debo añadir que, pese a la pandemia y el relativo distanciamiento (lo que supuso menos actividades presenciales o algunas magras de público), el año fue fecundo en publicaciones literarias, lo que se evidenció en numerosas ferias, presentaciones de libros y festivales virtuales, como los organizados por el Proyecto de La Huaca es Poesía, que dirige el poeta Rafael Hidalgo.

Aquí va lo que me entusiasmó del 2021 y ahora recomiendo:

Novela

¡Kutimuy, Garcilaso!, de Eduardo González Viaña, es la última entrega del prolífico narrador liberteño, construida entre la ficción y la historia de un personaje sumamente importante para nosotros los peruanos, sobre todo en este contexto que acabamos de vivir, nuestro Bicentenario de la Independencia y la fundación de la república. En esta ocasión, la novela se centra en la gran figura del primer mestizo fundacional, el Inca Garcilaso de la Vega, con rasgos de realismo mágico y a la vez reconstrucción de la historia colonial. Nos propone un Inca con raíces andinas, reinterpreta el Taki Onqoy y lo usa como analogía de nuestra reciente historia política en una prosa ágil que ya antes ha sido reconocida por su musicalidad y colorido. 

¡Bésala, idiota!, de Jorge Irribarren, es una novela que entreteje historias y toca temas muy actuales que hacen reflexionar al lector sobre la existencia, el tiempo, el fetichismo y el amor, aparte de mencionar e indagar en otros tan importantes como la migración, el trabajo, las relaciones y la cultura en general. Con gran dominio narrativo, Irribarren nos lleva de una cultura a otra, es decir, de vivir lo peruano a experimentar lo alemán (él vive en ese país), insertando términos de ambas lenguas. De pronto estamos tomando un pisco sour o un chilcano y de repente nos encontramos en un bar disfrutando de una cerveza alemana. El gran acierto de Irribarren es utilizar estos giros y cambios de ambiente a medida que avanza la trama para hacernos sentir el bilingüismo y la biculturalidad que uno obtiene cuando es ciudadano de dos mundos.

Revolución caliente (una historia del Perú) es una de las nuevas novelas del polifacético Rodolfo Ybarra –poeta, novelista, ensayista y cuentista–, quien siempre destaca en el ámbito cultural. Se trata de una novela que nos lleva a las décadas de los ochenta y noventa y nos recuerda lo difícil que era vivir en esos años en el Perú.

 

También Otras caricias, de Alonso Cueto, una interesante incursión por los recuerdos de la música criolla; El carnaval de los espíritus, de Mario Suárez Símich; Historia, de Julián Pérez; El amor es un perro que ruge desde los abismos, novela del promisorio J. J. Maldonado; y, entre los novelistas más recientes, Huella de tigre, Maica Guerrero, y Caen los colibríes, de Carlos Fuller.

Cuento

La irrealidad y sus escombros, de Rocio Uchofen (autora afincada en los Estados Unidos), contiene catorce cuentos, con grandes innovaciones en cuanto a la forma y al contenido, ya que tenemos finales totalmente abiertos donde los protagonistas son capaces de decidir y tomar decisiones imprevistas.

La ciudad en que no estás, de Margarita Saona (también parte de nuestro Quinto Suyo literario), recoge más de cincuenta relatos breves donde la voz narrativa mantiene una actitud nostálgica hacia vivencias que en sí son los protagonistas de estas secuencias narrativas, donde la narradora se desenvuelve en inesperadas situaciones.

Libros de cuentistas jóvenes que han destacado el 2021: El último color, de Manuel Nieves; Mañana nunca llega, de Tadeo Palacios Valverde; y Mis últimas palabras, de Rómulo Reaño. 

Como antologías notables, tenemos 21. Relatos sobre mujeres que lucharon por la Independencia del Perú, con selección y prólogo del crítico José Donayre Hoefken y grandes evidencias del talento y la pasión que tienen nuestras cuentistas contemporáneas. También, Cuentos peruanos de la pandemia, del reconocido crítico y poeta Ricardo González Vigil. 

En literatura infantil, sobresalen Animales peruanos y Navegar por los aires, los dos últimos libros y proyectos que presenta Micael Chiriff, la autora más activa de este género muchas veces ninguneado, y La vaquita, de Samuel Cárdich.  

Poesía

Dos recopilaciones de poetas consagrados descollaron el 2021, confirmando la calidad y variedad de sus respectivas trayectorias. En primer lugar, la antología Castillos en el aire: antología poética 2013-2019, de Marco Martos, que incluye avances de su nuevo libro Mar del Perú, en el tono sereno y depurado que caracteriza a este importante poeta de la Generación del 60. También El Zorro y la Luna. Poemas reunidos 1981-2021, que incluye el nuevo libro de José Antonio Mazzotti Poemas posthumanos, un sentido homenaje en clave transbarroca a César Vallejo y las víctimas de la actual pandemia.

Por su lado, Vanesssa Martínez Rivero publicó ARTE-FACTA, con textos de sus distintos poemarios, desde La hija del carnicero (2007), Coraza (2009), Carne (2012) y Redondo (2015), hasta Un tercer ojo para la tristeza (2019), lo que la consagra como una de las voces dosmileras más interesantes. 

Otros títulos destacables son Los sicarios del tiempo, de Domingo de Ramos; Parábola de las ideas impuras, de Enrique Sánchez Hernani; Amazona, de Susan Lobato; Calaveras retóricas, de Diego Lazarte; Manantiales, de Willy Gómez Migliaro; Comentarios irreales, de Miguel Ildefonso; Migratorio, de Miguel Lescano; Extensas legiones, libro tri-autorial de Evgueni Bezzubikoff, Miguel Ildefonso y Juan José Soto; El califato de Lima, de Diego Otero; Epitafios del desierto, de Ricardo Josadth; Tapir tapir, de Renato Pita; Cam Girl, de Fiorella Terrazas; y Fiesta, de Denisse Vega Farfán.

Entre las revelaciones jóvenes, siendo todas voces femeninas, me impresionaron Canción y vuelo de Santosa, de Gloria Alvitres Aliaga; El Apu descalzo, de Maggie Velarde; y Alguna vez esto dolió, de María Alejandra López.

También debe subrayarse la importancia de la poesía en lenguas originarias, como se ve en Sanchiu, de Dina Ananco, poeta que proviene de la tradición awajún y wampís. Esta es una tradición que poco a poco empieza a merecer mayor visibilidad y que sin duda cobrará mayor presencia según se vayan democratizando nuestras instituciones y medios de comunicación, tradicionalmente criollos y limeñocéntricos.

Otras publicaciones dignas de mención son las antologías que compone la poeta Karina Medina de Poesía joven ultimísima para poetas varones y mujeres, un esfuerzo que merece reconocimiento.

El resto, más o menos deleznable, oscila entre la brichería y el feminismo de feria.

A rascarse rico.

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cuento, Literatura, poesía, recomendaciones literarias

-La ratificación del economista Julio Velarde en la presidencia del Banco Central de Reserva, BCR. Y junto con ello, la elección de un directorio solvente y profesional, que jamás se prestaría a enjuagues monetarios que desde Palacio puedan provenir como intención subalterna. De hecho, gran parte de la relativa estabilidad de la que la economía peruana goza, a pesar de los dislates que se cometen, con fruición inapelable, desde el Ejecutivo, obedece a la presencia de Velarde en el instituto emisor.

-La salida de Donald Trump de la Casa Blanca. Cabal representante de la derecha bruta y achorada global, el expresidente republicano se empeñó en destruir los valores políticos de esa gran democracia que son los Estados Unidos, llevando la polarización fundamentalista a extremos de xenofobia, racismo, clasismo y misoginia pocas veces vistos en una nación libre y comprometida con los derechos humanos, como la fundada por George Washington y los padres de la Independencia. El clímax de su demencia ocurrió en los primeros días de enero cuando hordas de sus seguidores, instigados por el propio Trump, tomaron el Capitolio para impedir la proclamación de Joe Biden como presidente.

-La movilización de la derecha peruana. Acostumbrada a silente testimonio de los hechos políticos, la derrota de Keiko Fujimori y el triunfo de un radical de izquierda como Pedro Castillo, sirvió, al parecer, para activar las consciencias de sectores crecientes de la derecha peruana. Más allá de sus excesos ideológicos o de sus torpezas logísticas (perder meses valiosos en una insensata campaña denunciando un fraude inexistente), es saludable para la democracia peruana que haya una derecha movilizada, con presencia en las calles y con una representación congresal bastante unificada.

-La institucionalidad de las Fuerzas Armadas. A pesar de llamados golpistas de algunos de sus excompañeros de armas y de sectores febriles de la ultraderecha, las Fuerzas Armadas peruanas han dado muestra cabal de que su principal mandato es obedecer la Constitución y que ya pasaron a la historia los tiempos en que los tanques se imponían a las urnas.

-El ingreso de Mario Vargas Llosa a la Academia Francesa. Un hecho sin precedentes y extraordinario, que honra no solo a nuestro Nobel sino también a su país natal, el Perú. Controvertido hasta el final de sus días, es indudable, sin embargo, la superlativa jerarquía artística y académica lograda por el escritor arequipeño, nunca antes alcanzada, a nivel de reconocimiento internacional, por otro compatriota.

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2021, Castillo, Keiko Fujimori

Hace solo un par de semanas, el 19 de diciembre, el mundo del llamado pop operístico o crossover quedó sorprendido por la noticia de la muerte de Carlos Marín, barítono de 53 años edad e integrante del exitosísimo cuarteto vocal Il Divo, creado en el 2004 por el conocido productor británico Simon Cowell. Marín, español nacido en Alemania, falleció por complicaciones del COVID-19, hecho que dejó aun más atónitas a sus miles de seguidoras pues se trataba de una persona joven, con un estilo de vida saludable y con todas las condiciones para mantenerse a salvo de esta atroz pandemia.

Y, a pesar de que la lista de nombres es profusa, lo más probable es que muchos no sean tan reconocibles a la primera mención, salvo casos demasiado notables como el baterista Charlie Watts (24 de agosto, 80), legendario baterista de los Rolling Stones, sin lugar a dudas la muerte que más titulares y obituarios produjo. Otros rockeros de su generación, como su compatriota Gerry Marsden, líder de Gerry & The Pacemakers -pioneros de la primera Invasión Británica- o el vocalista y guitarrista de The Monkees, Michael Nesmith, una de las personalidades fundamentales de la radio y la televisión sesentera en los EE.UU., fallecieron a los 78 años ambos, el 3 de enero y el 10 de diciembre, respectivamente.

En líneas generales, podemos decir que la música en español ha sido protagonista en cuanto a notas luctuosas. Desde emblemáticas figuras como el cantante mexicano Vicente Fernández (12 de diciembre, 81); los dominicanos Johnny Pacheco (15 de febrero, 85) y Johnny Ventura (28 de julio, 81), importantes figuras de la salsa y el merengue; hasta los trovadores Vicente Feliú (17 de diciembre, 74) y Patricio Manns (25 de septiembre, 84), muy conocidos en Cuba y Chile como azuzadores de los movimientos de canción-protesta desde finales de los sesenta, tenemos una variopinta relación de estrellas de la música que han dejado su huella imborrable este 2021.

El rock argentino ha perdido varias luminarias: Gabriel Ruiz Díaz, energético bajista y fundador de Catupecu Machu (23 de enero, 45); el saxofonista y cantante Willy Crook (27 de junio, 55); los históricos Rodolfo García (4 de mayo, 75), baterista de Almendra, banda auroral de rock en español creada por Luis Alberto Spinetta y luego fundador de Aquelarre; y Rinaldo Rafanelli (25 de junio, 71), bajista que tocó con Sui Generis, Color Humano, Seleste y Polifemo, estas dos últimas lideradas por David Lebón. Por cierto, el célebre guitarrista y cantante sufrió este año la pérdida de su hijo Tayda, artista trans que se suicidó el 14 de octubre. Por su parte, los peruanos amantes del rock latino lloraron la muerte del vocalista de Los Violadores, Enrique Chalar, más conocido por todos como Pil Trafa. Pero si hablamos de históricos, no podemos olvidar a Billy Cafaro, quien a inicios de los sesenta impuso éxitos rocanroleros como Personalidad o Pity, pity. Cafaro falleció a los 84 años, el 4 de septiembre.

La salsa también sufrió duros golpes este año. Además de los ya mencionados Pacheco y Ventura, nos dejaron este 2021 el sonero portorriqueño Paquito Guzmán (9 de diciembre, 82), intérprete de conocidas salsas ochenteras como Cinco noches y Doce rosas; el bongosero y bailarín Roberto Roena, líder de la Apollo Sound e integrante original de la Fania All Stars (23 de septiembre, 81) y el extraordinario pianista norteamericano Larry Harlow, alias “El Judío Maravilloso”, columna vertebral del sonido de la salsa dura (20 de agosto, 82). El 1 de septiembre falleció, víctima del COVID-19, la leyenda de la salsa cubana Adalberto Álvarez, con una larga trayectoria dirigiendo orquestas de salsa, son y timba. Otros personajes notables: Ralph Irizarry (5 de septiembre, 67), timbalero de Seis del Solar, la orquesta ochentera de Rubén Blades; Héctor “Tempo” Alomar (9 de mayo, 70), conocido en nuestro medio por la canción Cómo te hago entender que grabara en 1996 con la orquesta de Roberto Roena; Manuel “Mannix” Martínez (29 de diciembre, 66), vocalista de La Sonora Ponceña entre 1983 y 1996, periodo de éxitos como Canción, Sigo pensando en ti, Sola vaya, entre otros.

En nuestro país, recordamos a los siguientes destacados músicos: Filomeno Ballumbrosio (18 de marzo, 59), reconocido por su trabajo junto a Miki Gonzáles en los ochenta; el bolerista Guiller (25 de junio, 79); el promotor de conciertos de rock Eduardo “El Mono” Chaparro (2 de febrero); y el vocalista de Actitud Frenética, considerada la primera banda grunge del país, Ronald “Ronieco” Padilla (12 de diciembre, 50). Otros músicos de la región: el quenista argentino Jorge Cumbo (28 de octubre, 78); el cantautor César Isella (28 de enero, 82), ex integrante de Los Fronterizos y compositor del himno latinoamericano Canción con todos (1969); el pianista clásico brasileño Nelson Freire (1 de octubre, 77); y el saxofonista mexicano Eulalio “Sax” Cervantes (14 de marzo, 52), miembro de La Maldita Vecindad y Los Hijos del 5to. Piso, quien falleciera víctima de COVID-19.

El 5 de julio, a los 74 años, la diva italiana del pop, Rafaella Carrá, dejó a sus fans una estela de sentimientos encontrados, la tristeza por su partida y la algarabía de ver cómo públicos modernos escuchaban con reverencia sus vanguardistas alegatos de libertad sexual femenina. Milva, otro tipo de diva italiana, dejó el mundo físico a los 81 años, el 23 de abril. Maria Ilva Biolcati, su verdadero nombre, será recordada por sus sofisticadas grabaciones acompañada por grandes de la música mundial como el argentino Astor Piazzolla, el italiano Enio Morricone o el griego Mikis Theodorakis quien, por cierto, también partió este año, el 2 de septiembre, a los 96. Y Georgie Dann, autor e intérprete de Moscú, éxito radial de 1980, falleció en Madrid a los 81 años, el 3 de noviembre.

Chick Corea (9 de febrero, 79), poseedor de una impresionante discografía como solista y líder de bandas como Return To Forever y The Chick Corea Akoustic/Electrik Band, pasó a la historia como uno de los tecladistas de Miles Davis durante su etapa más eléctrica, en álbumes como In a silent way (1969) o Bitches brew (1970). Otros nombres importantes incluyen al director cubano de orquestas de latin-jazz Arturo “Chico” O’Farrill (27 de junio, 79); el pianista de bebop Dr. Lonnie Smith (28 de septiembre, 79) que recordaba a Sun Ra por sus extravagantes turbantes; el guitarrista y compositor Pat Martino (1 de noviembre, 77). George Wein, productor de conciertos y fundador de los festivales de Newport y New Orleans, falleció el 13 de septiembre, a los 95.

Pero si hablamos de productores, Phil Spector será el más recordado por crear el llamado Muro de Sonido (Wall Of Sound) a través de densos arreglos orquestales que le dieron sello particular a cientos de producciones musicales de soul, R&B y rock por más de 40 años, especialmente para artistas como The Righteous Brothers, The Ronettes, Ike & Tina Turner y, en 1970, el álbum Let it be de los Beatles, al cual recubrió de grandiosidad sinfónica para desmayo de Paul McCartney. Marcado por una vida violenta y desordenada, Spector murió preso, a los 81 años, el 16 de enero, mientras cumplía una condena a 19 años por asesinato. Herbie Herbert (73), productor de Santana y Journey, banda a la que formó en 1973, dejó de existir el 25 de octubre debido a una prolongada enfermedad. Finalmente, Marsha Jean Ruttenberg, más conocida en el mundo del metal como Marsha Zazula (10 de enero, 68), quien fundara junto a su esposo John Z el sello Megaforce Records, donde surgieron las principales bandas de thrash como Metallica, Anthrax, Overkill, entre otras.

Mick Rock (18 de noviembre, 72) es parte de la historia gráfica del rock. Sus fotografías ilustraron la escena musical en sus años más brillantes, como aquella que sirvió de carátula al LP Queen II (1972) y que hasta ahora identifica al cuarteto británico. David Bowie, Iggy Pop, Lou Reed, Sex Pistols, todos pasaron por su ojo visionario. Por su parte, el documentalista Leon Gast, director de Our latin thing (1972), que cuenta la historia de la Fania All-Stars y The Grateful Dead Movie (1974), un acercamiento a la residencia de cinco fechas que tuvo la banda de Jerry García en el festival de Winterland en San Francisco, murió a los 85, el 8 de marzo.

La escena del pop-rock mundial cuenta, entre sus nuevos ángeles, al bajista y cantante Joe Michael “Dusty” Hill, del trío tejano ZZ Top (27 de julio, 72); Tim Bogert, también bajista de Vanilla Fudge y Cactus, bandas históricas del periodo psicodélico (13 de enero, 76); B. J. Thomas (29 de mayo, 78), famoso por su interpretación de Raindrops keep falling on my head, exitazo de 1969; Don Everly (21 de agosto, 84), del influyente dúo The Everly Brothers, creadores de Wake up little Susie o Bye bye love; Hilton Valentine, guitarrista de The Animals (29 de enero, 77); John Lawton (29 de junio, 74), vocalista que reemplazó desde 1976 a David Byron en Uriah Heep; el violinista de Kansas Robbie Steinhardt (17 de julio, 71), cuyas intensas líneas en el clásico de 1977 Dust in the wind aun escuchamos; Alan Lancaster (26 de septiembre, 72), bajista de Status Quo; Dennis “DT” Thomas, saxofonista original de Kool & The Gang (7 de agosto, 70); y la cantautora Margo Guryan (8 de noviembre, 84), que logró presencia en radios en 1968 con el single Sunday mornin’.

Siguen firmas. David Longdon, cantante y multi-instrumentista de la banda británica de neo-progresivo Big Big Train, falleció a los 56 años, el 20 de noviembre, tras un extraño accidente casero. Meses antes, el 26 de julio, el baterista original de Slipknot, Joey Jordison, murió de una rara afectación neurológica, apenas a los 46. Dos exponentes del metal extremo, el guitarrista finés Alexi Laiho (4 de enero), de Children Of Bodom; y Lars-Göran Petrov (7 de marzo), de los noruegos Entombed, perdieron la vida a los 41 y 49 años, respectivamente. Por su parte, el guitarrista de Cinderella, Jeff LaBar, dejó de existir a los 58 años, el 14 de julio.

Un nivel más profundo en la escala de conocedores, podemos mencionar por ejemplo a personalidades como John Goodsall (11 de noviembre, 68), guitarrista y factótum de Brand X, super combo británico de jazz-rock y progresivo que tuvo entre sus filas, entre 1975 y 1979, a Phil Collins como baterista; Rick Laird (4 de julio 80), bajista irlandés de The Mahavishnu Orchestra, otra importante exponente del jazz-rock liderada por el británico John McLaughlin; Richard H. Kirk (21 de septiembre, 65), miembro fundador de Cabaret Voltaire, uno de los colectivos de música electrónica de vanguardia más longevos, activos desde 1973; Emmett Chapman (1 de noviembre, 85), músico norteamericano inventor del Chapman Stick, instrumento cordófono que integra guitarra y bajo, usado extensamente por Tony Levin (Peter Gabriel, King Crimson), Nick Beggs (Kajagoogoo, Steven Wilson), entre otros; Paddy Moloney (11 de octubre, 83), multi-instrumentista y líder de The Chieftains, grupo señero del folklore celta; Graeme Edge, batrista original de The Moody Blues (11 de noviembre, 80); Mary Wilson (8 de febrero, 76), vocalista de The Supremes; y Billy Conway (19 de diciembre, 65), baterista de la oscura y poco conocida banda de jazz-rock Morphine.

Finalmente, el reggae se vio severamente golpeado por la muerte este año. Dos leyendas del género, Bunny Livingston Wailer (2 de marzo) y Lee “Scratch” Perry (29 de agosto) fallecieron a los 73 y 85 años, respectivamente. El primero conformó, junto a Peter Tosh y Bob Marley, el corazón de The Wailers. El segundo inventó el dub a partir de su prodigioso sentido del oído y del ritmo, que lo llevó a ser uno de los productores más solicitados en la escena pop-rock de los setenta y ochenta. Ub40, el grupo más famoso de reggae, perdió a dos de sus integrantes fundamentales, el cantante y MC Terence “Astro” Wilson (6 de noviembre, 64) y el saxofonista Brian Travers (22 de agosto, 62). El percusionista cubano-jamaiquino Alvin “Seeco” Patterson, también de la etapa clásica de Bob Marley & The Wailers, falleció a los 90, el 1 de noviembre. Los días 8 y 9 de diciembre partieron, de manera sucesiva, otras dos importantes figuras de la onda rastafari: el bajista Robbie Shakespeare (68) quien, junto al baterista Sly Dunbar formaron una solicitada base rítmica conocida como Sly & Robbie; y Garth Dennis (72), fundador de los pioneros del dub y el dancehall Black Uhuru.

Como vemos, este recuento nos viene dejando una idea clara, desde hace prácticamente una década: estamos asistiendo a la desaparición física de aquellos creadores que fueron referentes de diversas épocas y estilos. Para quienes consideramos la música como parte fundamental de la vida, esto constituye un serio golpe a la sensibilidad de un mundo cada vez más corroído por la viruta de lo banal, lo grosero y lo burlesco. Se van los talentosos, los innovadores, los referentes. Se quedan los reggaetoneros, la gritona cumbiamba de los conductores de Yo Soy y Esto Es Guerra, la farándula grotesca del Grammy Latino.

 

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In Memóriam, Música

Querida Manuela,

Se acabó el año, hoy es el último día de 2021. Se pasó bastante rápido. Sigue la pandemia y tuvimos elecciones presidenciales bastante violentas y radicales. Entramos al Bicentenario de la República sin mayores festejos y con mucha convulsión política. Cerramos el año con una baja representación de mujeres en el Ejecutivo: una Presidente del Consejo de Ministros y cinco ministras mujeres para 19 carteras. 

Ha sido un año de contradicciones, donde las restricciones de la pandemia limita el tocarnos, el poder estar cerca, el poder asistir a escuelas y universidades y, sin embargo, hacemos fiestas, reuniones, abren cines y restaurantes, se llenan los centros comerciales y hasta se celebran conciertos. Somos un país de extremos: se limitan los aforos de locales, pero hay colas inmensas para ingresar, es como si solo tuviéramos la capacidad de recibir órdenes, pero no de analizar o internalizar las problemática en todo lo que realizamos. El criterio ha desaperecido. Los niños, niñas y adolescentes aun no van a ir al colegio y no hay un plan concreto para el retorno en 2022 (los últimos datos según las autoridades indican que se regresaría entre marzo y abril y por cuatro horas al día).

¿Crees que estemos acostumbrados a recibir órdenes y solo acatarlas por un tema de educación y formación? Lo pienso así. ¿Cuál es el futuro de un país donde el 25% son jóvenes entre 15 a 29 años y hace dos años que no reciben educación presencial? Entramos a los 200 años de la República sin un rumbo fijo en relación a nuestros niños, niñas y adolescentes.

Nuestra juventud debe de conocer nuestra historia para no repetir los errores y mirar hacia un futuro con expectativas reales. Estuve el 29 de diciembre en una ceremonia en el Parque de la Reserva por los 100 años de la urbanización de Santa Beatriz. Conociste esta zona como la hacienda de José Bernardo de Tagle y Portocarrero, el mismo con el conversaste muchas veces y quien fue el segundo presidente del Perú. Fue 100 después, con el que el entonces presidente Augusto B Leguía, que se desarrolla esta zona de Lima con una visión urbanística estadounidense, casas con retiros y jardines externos con garajes. Fue la primera creada fuera del Cercado, con espacio para la práctica de deportes modernos de la época como el tenis, un hipódromo, el estadio de fútbol y la piscina japonesa. Además, Santa Beatriz fue el barrio de la generación de 1950, ya que en distintos momentos vivieron ahí los poetas Javier Sologuren, Leopoldo Chariarse y Carlos Germán Belli; el narrador Julio Ramón Ribeyro; el pintor José Bresciani; el educador Carlos Cueto; el filósofo Augusto Salazar Bondy; los músicos Enrique Pinilla y Enrique Iturriaga; y mujeres talentosas como Chabuca Granda y la poeta Blanca Varela. El tiempo avanza, cambia, pero debemos mantener el recuerdo y aprender de las experiencias. Hoy Santa Beatriz luce bastante diferente. ¿Cuantos niños, niñas y adolescentes limeños saben de esto?

Recordar que existen mujeres como tú en nuestra historia y mirar hacia el futuro con las mujeres organizadas (somos el 50% del electorado y en Lima el 90% de las dirigentes vecinales). Hace 200 años fuiste condecorada con el título de Caballeresa de la Orden El Sol del Perú por Don José de San Martín por tus actividades proindependentistas, luego de que tomase Lima con su Ejército de Los Andes y proclamase la Independiencia del Perú un 28 de Julio de 1821. Pocas niñas saben tu historia. 

Entramos a 2022, a los 201 años de vida republicana. Es año de elecciones regionales y provinciales y distritales. Actualmente solo 11 mujeres ocupan un sillón municipal en distritos y en provincias de un total de 1676 municipios distritales y 196 provinciales. Esperemos más representación en estas elecciones y avancemos sin olvidar la historia. Por un futuro con más participación de las mujeres, así como con niñas, niños y adolescentes educados con memoria histórica. Feliz año y todo lo mejor para 2022. Manuela, nos mantenemos en contacto.

 

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2022, elecciones regionales y distritales, mujeres

Normalmente, las redacciones periodísticas y columnas de opinión, suelen incluir en sus balances de fin de año, la elección de un ciudadano o ciudadana que simboliza lo mejor de esos 365 días y, en esa medida, es elegido como el o la personaje central del periodo mencionado.

Es muy difícil hacerlo en esta oportunidad. Lo normal hubiese sido que, estrenado un nuevo gobierno a mitad de año, el personaje de marras hubiese sido el elegido Presidente de la República, Pedro Castillo. Pero es tal la cantidad de entuertos, gazapos, estropicios y cuchipandas que este señor ha desplegado desde el poder, que su elección, más bien, es negativa. Es el antipersonaje del año. El símbolo perfecto de aquello que nunca debió ocurrir en el año que está a punto de culminar.

Ya sabíamos que era un personaje precario, poco preparado, sin experiencia administrativa alguna, cargado de prejuicios ideológicos radicales -la peor combinación de todas las habidas y por haber-, pero, a la vez, pensábamos, ingenuamente, que la capacidad influyente del ejercicio del poder iba a permitir que el sujeto de marras se imbuyese de la gravedad presidencial, que tuviera un upgrade personal-político, que le permitiera aprender rápidamente, en curso acelerado, cómo administrar el poder palaciego.

Nada de eso ha ocurrido. Por el contrario, el poder parece haber tenido el efecto perverso de hacerle creer al señor Castillo, que goza de absoluta impunidad. La circulina lo ha mareado. Así, cree que sucesos como los de Sarratea son normales y por eso no da, siquiera, explicaciones a la opinión pública de los estropicios que allí se han perpetrado (por cierto, no solo en Breña, también en Palacio, como ha sido revelado periodísticamente).

Pedro Castillo ha devaluado la investidura presidencial a niveles pocas veces vistos en nuestra República, y eso que hemos tenido personajes impresentables o demenciales ocupando Palacio. No ha sido capaz de armar gabinetes viables, no responde a la prensa, protagoniza conflictos de interés y negociaciones ilícitas sin empacho ni rubor, no toma las riendas del Estado para evitar el colapso minero, ni siquiera conduce -como fue revelado- los mediocres gabinetes ministeriales que ha armado, reacciona con sorprendente y punible lentitud ante los sucesivos escándalos que explotan casi a diario, en suma, un desastre mayúsculo. Es lo peor que nos ha pasado este atribulado año.

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Palacio de Gobierno, Pedro Castillo, Presidente del Perú, República

Virginia Benavides lleva publicados varios libros de poesía; el más reciente es una reedición remozada de Ejercicios contra el Alzheimer (2021), originalmente aparecido en 2019. Uno de los aspectos centrales en la poética de este volumen es la enfermedad y, más concretamente, la pérdida de facultades como la memoria, la lucidez, los vínculos que unen al sujeto con el entorno factual. Incluir el término Alzheimer en el título no es entonces un gesto gratuito, es más bien un reclamo, una interpelación al abandono, al deterioro, a la finitud y a la indiferencia. La poeta asume su trabajo con un lenguaje que puede combinar la visceralidad y la sutileza, el tono airado y la audacia metafórica. Cito un fragmento del que es, para mi gusto, uno de los textos más logrados del conjunto:

“Mi país no es mi país. Es un rencor, un dormirse con hambre, una puerta entreabierta al vacío donde una escalera de emergencia se espera. Mi país es una piedra que hemos pintado limada por un mar calmo, pero áspera, pero sura y certera cuando la arrojamos para no olvidarnos de gritar detrás de ella. Una herida que lloramos a solas, sin consuelo; un óxido, un miedo de niño, un caramelo vencido (…)” (p.47).

002666 Lapo Tencia, poemario de Guillermo Valdizán prolijamente editado por Vallejo & Co. nos devuelve a la ironía y el sarcasmo propios de la mejor tradición coloquial peruana, especialmente la de la década del 60, donde a una observación crítica de la cotidianidad se sumaba el gesto político, se insinuaba un camino de intervención a través de las palabras. Su actualidad es indudable. Leamos, por ejemplo, el poema “Proclama”:

“A poco de celebrar las fiestas patrias / se acabó el papel higiénico // Cuando afirmábamos que todo cambiaría / se acabó el papel higiénico // No pudimos crear los poemas urgentes / se acabó el papel higiénico // Tampoco la vacuna para el universo / se acabó el papel higiénico // Seguramente es un truco publicitario / se acabó el papel higiénico // O los heraldos negros que nos manda la muerte / se acabó el papel higiénico // Senta dos como próceres // Por fin máxima suavidad / y rendimiento” (p.32).

Vanessa Martínez Rivero nos ofrece Arte-Facta, una selección de sus poemas traducidos, en la misma edición, a varias lenguas. Muchos de sus poemas están construidos bajo la premisa de una sencillez engañosa: detrás de ese orden y esos ritmos que la poeta sostiene con rigor, hay lugar para la revelación, para palabras que conscientes de su mordacidad reclaman su legítimo lugar en la enunciación. Así, tenemos, como muestra “Poema para una vaca en la plaza”:

“Si me podrías contar todas las estrellas / de esta casa universal / escogiendo desde mi norte y coleccionando las fugaces, / podríamos tirar el poncho a la grama y / yo jugaría a inventar sus nombres. // Te podría decir también / Un pecho henchido no es señal de amor, / sino de lucha. // Un toro posee a la noche y muge a las estrellas. / La vaca va parir” (p.64).

Calaveras retóricas, de Diego Lazarte, se ubica en una orilla desacralizadora, en la que las figuras del poeta y la escritura son invitadas a descender del Olimpo y sacudirse de sus más caros mitos. El autor imagina este aparato crítico a partir de ciertas categorías culturales populares de México, donde la calavera o calaca ocupa un lugar central. ¿Alguna nostalgia de los 60? Es posible, como es evidente también su autonomía. Dejo aquí este recuento y luego de decirles Feliz Año (en la medida de lo posible) entrego este botón breve y punzante de Lazarte, el poema “Calavera literaria”:

El crítico literario / Sobrínisimo de la cala / Becario de ultratumba / Monaguillo odiadísimo / Enterrador de vanidades / Ave de mal agüero. / Hay que persignarse / Tres veces / Si te lo topas. // El poeta es más bien / el espiritista. / Detrás de él se asoma / un Concilio Cadavérico. / Y hay que saber mantenerlos a raya. / El poltergeist de Adán / Prende y apaga las luces. / Los orbes de Moro / Dibujan un collage ectoplasmático. // Por eso ten mucho tacto, Sr. Crítico, / cuando escribas sobre los poetas / ¡Todos tienen un genio maligno! / No vaya a aparecerse / La calavera de Vallejo / y lo jale de las patas” (p.54). 

Virginia Benavides. Ejercicios contra el Alzheimer. Lima: La Purita Carne, colección La Trenza, 2021.

Virginia Benavides Libro

Guillermo Valdizán. 002666 Lapo Tencia. Lima: Vallejo & Co., 2021.

Guillermo Valdizán Libro

Vanessa Martínez Rivero. Arte-Facta. Selección y traducción multilingüe. Lima: Vallejo & Co., 2021.

Vanessa Martínez Libro

Diego Lazarte. Calaveras retóricas. Lima: La Strada, 2021. 

Diego Lazarte Libro

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2022, Fin de año, poemarios, poemas

Luego de estar cerradas por 16 meses, el 12 de julio las salas de cine volvieron a funcionar. Primero lo hicieron los Multicines Cinestar y Movietime y luego de varias negociaciones las demás cadenas como Cinemark y Cineplanet el 5 de agosto. 

Las pérdidas que el sector cinematográfico ha tenido como producto de la pandemia, superan los US $300 millones. Hoy con la reactivación económica, la producción cinematográfica también ha regresado y así como las salas de cine, esperan alimentar mejores cifras para su continuidad. 

La pandemia también afectó el estreno del film nacional Canción sin nombre. Cinta que venía cosechando múltiples premios en festivales alrededor del mundo y que no pudo llegar a las salas. Situación que la empujó a ser la primera película peruana en ser estrenada en Netflix. Su presentación el 15 de enero en la plataforma de streaming recogió aún más críticas favorables por su realización. Una historia desgarradora que en medio de una época de conflictos sociales como fueron los años 80,revela la vulnerabilidad de una mujer del campo al denunciar el robo de su hija. 

Algo similar sucedió con la película Contactado de Marité Ugaz y producida por Mariana Rondón, que decidió por una exhibición alternativa y se mostró de manera itinerante, así que tampoco llegó a las salas comerciales. Todos los estrenos previstos para el 2020, pasaron para este 2021 y otros en el camino decidieron por las plataformas de streaming. Pero aquellos que llegaron a las salas comerciales, se enfrentaron al problema de la escasa asistencia, quizás por temor al contagio. Sin embargo, los blockbuster como Eternals, permitieron que el público pierda el miedo de regresar al cine. 

Una película de Tondero fue la encargada de abrir el calendario nacional de estrenos: Raúl con Soledad. Dirigida por Bruno Ascenso y grabada con equipo mínimo dentro de la pandemia. Otra de Tondero vendría después: Doble embarazada. Apostando ambas por la comedia ligera. En octubre llegó a las salas también La Cantera del director arequipeño Miguel Barreda. Actualmente también ha sido incorporada a la plataforma de Netflix. 

El 28 de octubre se estrenó Ainbo. El proyecto de animación más grande de la historia del cine nacional. Los hermanos Zelada, a través de su empresa El Tunche, lograron importantes contratos de distribución en todo el mundo que también se vieron perjudicados por la escasa asistencia del público a las salas, debido a la pandemia. 

Las mejores familias de Javier Fuentes-León, luego de su paso por el Festival de Cine de Lima, llegó a las salas de cine comerciales el 04 de noviembre. Un retrato social de nuestra Lima clasista y prejuiciosa de impecable manufactura, pero con grandes contradicciones en su desenlace. Sobrevivió 3 semanas en cartelera. 

El 11 de noviembre se estrenó Un mundo para Julius de la directora Rossana Díaz Costa. La obra de Alfredo Brice Echenique llevada a la pantalla con total libertad en su adaptación supera ya el mes en cartelera, con más de 40,000 espectadores. Importante cifra para un film nacional, en medio de cintas americanas de gran taquilla internacional. El retrato también de desigualdad social, tiene un componente especial en esta adaptación que es importante destacar. No lo hace desde el sentido irónico sino más bien dramático. Lo que no solo es válido, sino también permite una mirada más femenina a esta historia. Un film peruano de exportación.   

Medias hermanas, comedia de Tondero otra vez, alcanzó los 19,000 espectadores en su primer fin de semana. Su apuesta por figuras conocidas como Gianella Neyra y Magdyel Ugaz le ha dado buenos resultados a la empresa de cine más importante del país. Se estrenó el 19 de noviembre. 

El camino que Palito Ortega y Oscar Catacora abrieron para el cine regional ha empezado a dar sus frutos con películas como La Cantera, pero también con El viaje macho del huancaíno Luis Basurto. Un road movie desarrollado en el ande peruano, en el llamado “tren macho” y que llegó a las salas el 25 de noviembre. 

Manco Cápac fue el último estreno nacional del año a cargo del director puneño Henry Vallejo. Cinta seleccionada para los premios Oscar, que no terminó de pasar los filtros que la llevarían a una nominación. La historia de la llegada del joven Elisban a la ciudad de Puno, enfrentando la hostilidad que la pobreza provoca en una sociedad mercantil, también ha recibido las mejores críticas nacionales e internacionales. Esta es sin duda una de las propuestas más particulares y honestas que se han presentado. Se exhibe en las salas comerciales desde el 09 de diciembre.

Mientras la taquilla mundial, le sonríe a producciones hollywoodense como Spider-Man:No way home, en el Perú por primera vez, la producción independiente ha tenido más exposición y presencia en la cartelera local. Aún tenemos que descentralizar la exhibición, para que al hablar de cine regional, no solo nos referiremos al que llega a las salas limeñas, sino al cine que se realice en cualquier lugar del país y se vea en todos los rincones. 

El 2021 que se va, fue el año en que se reabrieron las salas, a pesar de continuar en la pandemia. Con nuevas medidas sanitarias y nuevas normalidades, volvimos a hacer colas para ver una película en pantalla gigante. La apuesta por este tipo de proyección, es todavía, la elección principal del expectador. 

salas de cine 2021

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Cine, cine peruano, Covid-19, Pandemia, salas de cine

-La cruzada de denuncias de fraude en el proceso electoral, que agitó medios y movilizó activistas dentro y fuera del Perú, y al final, como quedó demostrado palmariamente, no pasó de ser un bluff. Keiko Fujimori perdió, ajustadamente, pero perdió. Y lo lamentamos, porque seguimos creyendo que era mejor opción que el desastre de gobierno que tenemos ahora, pero la lideresa de Fuerza Popular no entendió razones, hizo una mala campaña en segunda vuelta y se dejó derrotar por un mediocre e improvisado como el candidato de Perú Libre.

-Las campañas mediáticas y médicas contra la vacuna Sinopharm, que llegaron a asustar a un sector de la población, injustificadamente. En base a bulos o papeles, prejuiciosa y malintencionadamente leídos, se quiso hacer creer que dichas vacunas eran “agua destilada! (¡!). Hoy se sabe que la vacuna en cuestión es eficaz, ha salvado miles de vidas, sobre todo del personal de primera línea, y es aceptada, además, en casi todo el planeta. Los causantes del bulo siguen campantes haciendo periodismo o sentados en el Congreso perorando con presunta autoridad académica.

-La expulsión fallida de los venezolanos. Un operativo mendaz, encima fracasado porque no se hizo la coordinación diplomática debida, dirigido por el propio presidente Castillo y con la complicidad del titular del Interior, Avelino Guillén, sumándose a los ultras xenófobos que circulan, felizmente en minoría, por estos lares.

-La complicidad de la izquierda, dizque moderna y progresista, con los desaguisados contrarreformistas y conservadores de un gobierno como el de Pedro Castillo. Verónika Mendoza, su lideresa máxima, se ha prestado a brindarle apoyo a un inefable exministro de Educación, como Carlos Gallardo o un expremier como Guido Bellido. Ojalá la izquierda completa se achicharre luego de tan mediocre gestión y no reaparezca en el escenario electoral peruano por un buen tiempo, hasta que no haga suyos los criterios de modernidad y respeto a las libertades que, otras izquierdas, en diversas latitudes, sí exhiben, y permiten un saludable ejercicio de rotación política con las derechas nativas.

-La votación del Congreso otorgándole la confianza al gabinete presidido por Guido Bellido, que cayó al poco tiempo por su absoluta impericia y desmadres políticos causados por sus miembros. Fue un voto vergonzante del Congreso, particularmente de las bancadas del centro. Nos atreveríamos a decir que este ha sido el papelón político del año, por encima de los otros mencionados. Gracias a ese voto, el país perdió meses cruciales, la economía se deshizo y la confianza empresarial y ciudadana se vino por los suelos.

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2021, Congreso de la República, Guido bellido

Trabajando para diversas ONGs en New York, he podido constatar cómo muchas luchas sociales son moldeadas y sus agendas adaptadas a los intereses de fundaciones filantrópicas. Las ONGs existen debido al fracaso del capitalismo en crear sociedades igualitarias y justas, y de esa manera se convierten en el “colchón” del sistema capitalista ante las demandas populares. 

Existen más de 1.5 millones de ONGs en EEUU que emplean cerca de 13 millones de personas, siendo el tercer sector laboral. El sector “nonprofit” (ONGs) es muy poderoso, no solamente por ser parte del sistema dominante, sino también porque maneja miles de millones de dólares. En 1998, por ejemplo, las fundaciones invirtieron más de $175 mil millones en proyectos, dinero donado por corporaciones que las ONGs dicen combatir. 

A inicios de 1900, cuando el estado reprimía violentamente a la clase trabajadora organizada, se crearon las primeras fundaciones por familias multimillonarias como Rockefeller, Carnegie y Sage. Su principal motivación era acceder a grandes exoneraciones de impuestos y descarrilar estas luchas. Estas fundaciones crean organizaciones intermediarias, las ONGs, para evitar extremas regulaciones. 

Después de la segunda guerra mundial, las ONGs toman más relevancia. EEUU crea la USAID para promover su ideología capitalista liberal, atacar a la URSS y otras apuestas socialistas. Actualmente la USAID tiene un presupuesto de más de 40 mil millones de dólares que sirve para financiar proyectos en zonas populares urbanas y rurales en nuestros países e influenciar agendas políticas internas.

Hace unas semanas, V. Cerrón dijo en un tweet que “las ONG norteamericanas han capturado el gabinete”. En Perú, las críticas a las ONGs son satanizadas, pero en EEUU es un debate que lleva décadas. En 1916, la Comisión Walsh del Congreso de EEUU, advirtió que las fundaciones “concentraban riqueza y poder al servicio de ideologías que responden a los intereses de sus benefactores capitalistas”. 

El libro La Revolución No Será Financiada publicado en el 2007 por la organización INCITE explica la compleja historia de las ONGs en EEUU, y como han manipulado los movimientos sociales, censurado luchas como la palestina y servido para avanzar los intereses de EEUU en el mundo. Igualmente, Arundhati Roy ha llamado la «ONG-ización de la resistencia» al rol central que juegan las ONGs en los movimientos sociales y su activismo político que sirve a intereses capitalistas.

El auge de las ONGs empieza con la implementación del neoliberalismo. En 1980, Reagan disminuyó el poder del estado para priorizar el sector privado y el libre mercado, recortando derechos laborales y programas sociales en educación y salud, empujando a millones a la pobreza. Es así como las ONGs reemplazan al estado neoliberal en su responsabilidad para supervisar y solucionar demandas urgentes. 

En el Perú, las ONGs también tienen una gran influencia en los procesos políticos, y con más notoriedad desde 1990 cuando los partidos de izquierda se desmantelan y son reemplazados por una agenda liberal y de derechos humanos de fundaciones extranjeras. Ante una izquierda debilitada y segmentada, las ONGs se posicionan, al igual que en EEUU, como una izquierda domesticada, esencialmente anti-comunista y comprometida con la democracia liberal capitalista, subordinado una agenda popular a sus intereses. Se olvidan de la lucha anti-imperialista, y más bien repiten el libreto de EEUU contra Venezuela y Bolivia. Es lo que popularmente conocemos como la izquierda “caviar”. 

Las ONGs reproducen el elitismo de la sociedad capitalista como la falsa idea de la meritocracia. En Perú, las ONGS han sido fuente de empleo para egresados o practicantes de universidades privadas. La gran mayoría son hombres y mujeres blancas y con privilegios hablando sobre el problema de la clase trabajadora y racializada. Mientras la retórica para afuera era anti-fujimorista, muchos de sus proyectos eran con el gobierno fujimorista, como las ONGs feministas que fueron cómplices de las esterilizaciones forzadas.

Parte del clero y ONGs “pro-democracia”, como la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, Transparencia, entre otras, han intentado en procesos electorales utilizar la narrativa de derecha contra el candidato “anti-sistema”. El “juramento por la democracia” buscaba colocar a Castillo como un candidato “anti-demócrata”. Pero eso no es nuevo, en 2005, los representantes de Transparencia en NYC para las elecciones de segunda vuelta no tuvieron reparos en saltar hasta el techo de alegría cuando A. García venció a O. Humala, el “cuco chavista”, narrativa que varias ONGS utilizaron para impedir su triunfo. El presidente de la CVR y rector de la PUCP, Salomón Lerner, también apoyó a García, a pesar de su obvia responsabilidad en violaciones de derechos humanos. 

Las ONGs responden a una lógica colonial y cierto progresismo cree que debemos estar “agradecidas” a las ONGs. Cuando escribí un post en Facebook sobre el rol de la premier Mirtha Vásquez, de la ONG GRUFIDES, en la lucha de Máxima Acuña, explicando que esa lucha fue de la señora Acuña y no de Vásquez, y que, gracias a sus privilegios había podido utilizar esa oportunidad para ahora ser parte del gobierno, cierto progresismo mostró su indignación. Las ONGs han reemplazado a los movimientos sociales y se creen que merecen ser parte de cualquier gobierno debido a su “expertise”. 

En Perú, las ONGs van por el camino a seguir la narrativa estadounidense sobre crear una “democracia multiracial” y “cuotas de género”, siguiendo el libreto liberal capitalista e invisibilizando la lucha de clases. De esa manera se instrumentalizan el feminismo y los derechos humanos para jugar en pared con el poder económico. 

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“cuotas de género”, “democracia multiracial”, ONGs
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