Opinión

No basta ser empresario para ser liberal. Comprender cómo funciona la economía puede generar también hábitos mercantilistas, es decir la búsqueda de privilegios estatales que distorsionen la libre competencia.

De ello hemos tenido en abundancia en los últimos lustros -recuérdese la enorme resistencia a las reformas liberalizadoras de los 90 por parte de los principales gremios empresariales del país-, aunque debe reconocerse que en el empresariado formal es una práctica cada vez menos extendida (salvo, por supuesto, en empresas corruptas que rompen la libre competencia al amañarla tramposamente).

El problema que se aprecia en el país es que un sector significativo del nuevo empresariado, el que surge del mundo informal, arrastra consigo una serie de mañanas mercantilistas tremendas. Hay un nuevo mercantilismo: el de las economías informales/ilegales que tienen mucha más influencia en las autoridades (por las buenas o las malas) que el empresariado formal. Véase las prórrogas al Reinfo (y lo difícil que le resultan a las mineras formales obtener sus permisos: años!!); mírese cómo patalean las desarrolladoras formales en todos los distritos (son chantajeadas por alcaldes) versus lo que ocurre en invasiones en la periferia que luego son legalizadas; atiéndase el caso de las universidades truchas o el de los transportistas informales que consiguen hasta apoyo legislativo a sus respectivos quehaceres.

No es casual que ese sector empresarial, en lugar de inclinarse políticamente por la derecha, como uno naturalmente tendería a pensar, dada su condición de empresarios privados, haya terminado apoyando a Pedro Castillo el 2021 y financiado inclusive la asonada de fines del 2022 y comienzos del 2023 luego de la caída del funesto Atila chotano. Castillo les ofrecía las prebendas que el sistema formal no les abría.

Es un problema grande porque lo que normalmente sucede es que esos empresarios informales a la postre terminan formalizándose ya que sus escalas les impiden seguir siendo informales, pero traen consigo un equipaje ideológico que no ayuda a que el sector empresarial sea un motor liberal, sino que resucitan viejas prácticas mañosas y destructivas de cualquier economía de mercado. Un problema más a atender de los tantos que ya tiene nuestro atribulado país.

Ojalá mejore un poco la situación económica en el 2025, como ha previsto Julio Velarde, presidente del BCR, y ello genere, a su vez, una relativa sensación de mejora o mayor bienestar en las empobrecidas clases populares peruanas.

Tal circunstancia podría amenguar en algo la irritación popular masiva y omnipresente que siente la plebe en el Perú, podría servir para aminorar la “cólera del pobre”, como la definía nuestro poeta mayor César Vallejo.

La pandemia sirvió para tumbarse la ilusión de que había surgido en el Perú una pujante clase media y fue útil también para demostrar la inexistencia del Estado para los más pobres, que recibieron una atención médica de país del cuarto mundo.

Y ese hecho los debe haber hecho reflexionar cómo les sucede lo mismo, en educación, en seguridad, en acceso a la justicia, en oportunidades, digámoslo claramente, de romper el círculo de pobreza en el que se hallan, desbaratando la ansiada mejoría de sus nuevas generaciones.

El Perú va a necesitar un gobierno extraordinario el 2026, que sea capaz de romper la inercia económica y hacernos retornar a la dinámica existente hasta el final del segundo gobierno de García, pero que, a la vez, y no en menor jerarquía, empiece a construir un Estado capaz de ejecutar políticas públicas, libres de ineficacia y de corrupción.

Lamentablemente, la mediocre y pueril gestión de Dina Boluarte atenta contra una opción así, porque favorece que el malestar popular busque fórmulas autoritarias, populistas, radicales, disruptivas, y soslaye las propuestas acomedidas de la sensatez.

Ya los expertos en marketing electoral tendrán ante sí la dura tarea de convertir el hartazgo popular en esperanza y optimismo. Pero ello va a depender, en gran medida, de que la centroderecha (¿o acaso el fujimorismo o la izquierda radical son opciones razonables?) logre unirse. Ayer me escribía un amigo de que con la lista de presidenciables de derecha que había colocado, la misma no iba a ningún lado. Con mayor razón, en su unidad puede alcanzar la virtud política que se traduzca en intención electoral. No veo otro camino.

La del estribo: gran expectativa y confianza en la dirección de la gran Mariana de Althaus para sacar adelante Detrás ruge el lago, una versión libre de La Gaviota de Antón Chéjov. Con un elenco encabezado por Tatiana Astengo y Leonardo Torres Villar promete buen teatro. Va en el Teatro La Plaza hasta el 22 de octubre. Entradas en Joinnus.

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BCR, Cólera del pobre, Julio Velarde

[Música Maestro] Los conciertos de Phish suelen durar un mínimo de cuatro horas, divididas en dos sets de hora y media con intermedio, como solían hacer los Grateful Dead. También como el legendario grupo liderado por Jerry García (1942-1995), el cuarteto tiene legiones de seguidores que recorren las carreteras interestatales para asistir a varios puntos de una misma gira, por su férrea costumbre de nunca tocar las mismas canciones y esa capacidad para extender sus jams hasta duraciones inimaginables. Por ejemplo, hace poco, hicieron una versión en vivo de Chalk dust torture -de su cuarto disco A picture of Nectar (1992)- que sobrepasó los cuarenta minutos (¡¡¡!!!), a diferencia de esta, más comprimida y similar a la grabación en estudio, tocada en el show de David Letterman, en su primera aparición en televisión. Después era común verlos en los programas de Conan O’Brien, Jimmy Fallon o Saturday Night Live.

Los conciertos de Phish son una verdadera fiesta. En una entrevista para Rolling Stone, publicada un par de meses antes de llegar a los 60 años -su cumpleaños fue hace unos días, el 30 de septiembre-, Trey Anastasio, guitarrista, cantante y líder del grupo, cuenta que Ed O’Brien, consumado fanático de Phish, le dijo que una vez se la pasó mirando hacia atrás, a las tribunas más alejadas, para ver si encontraba alguien distraído pero solo comprobó que hasta el último de los asistentes bailaba y coreaba las canciones, mientras que en los shows de su banda, Radiohead, es común ver, entremezcladas con los seguidores, a personas que no prestan atención, miran sus teléfonos o conversan. Que están allí solo porque “es cool”.

Los conciertos de Phish son espectaculares puestas en escena, con extremo cuidado en las proyecciones, sistemas de luces, pantallas, sonido y participación de actores. Por ejemplo, en el concierto de Año Nuevo que hicieron en el Madison Square Garden en diciembre del 2023, la banda interpretó su ciclo de canciones Gamehendge, historia conceptual que tiene sus raíces en una tesis musical titulada The man who stepped into yesterday, compuesta por Anastasio en 1988 para graduarse, y que nunca han plasmado en estudio. 

Por cierto, la banda realiza conciertos por Año Nuevo en el legendario recinto neoyorquino, a casa llena, casi todos los años desde 1994. Para esta temporada, ya se están anunciando en redes sociales las tocadas para los días 28, 29, 30 y 31 de diciembre. Como el espectáculo de vaudeville de The Rockettes en el Radio City Music Hall o las temporadas de Billy Joel, los conciertos de Phish en el Madison Square Garden son, más que un hecho aislado que ahora puede conseguir cualquiera -como, por ejemplo, un par de chacoteros de esquina, vulgarones con zapatillas de marca y suficiente plata para alquilar el local- una tradición que congrega, desde hace décadas, a comunidades multitudinarias que comparten, en cada show, una experiencia única.

Los conciertos de Phish son eso y mucho más. Y lo son desde 1983, en que estos cuatro compañeros de la Universidad Goddard en Vermont, al noreste de los Estados Unidos, se juntaron cuando apenas tenían veinte años para hacer lo que más les gustaba, tocar. Y una vez que empezaron, jamás se detuvieron. Veinte álbumes en estudio, más de 250 lanzamientos en vivo, entre oficiales y no oficiales, box sets (como la serie Live Phish de 27 volúmenes, hasta ahora) e innumerables grabaciones hechas por fanáticos y autorizadas por la banda -otra vez, las referencias de Grateful Dead- son testimonio de una energía incansable. 

Y cuando Phish se separaba, por alguna razón de salud o conflictos personales, lo más común era verlos en múltiples proyectos individuales, como el supergrupo que, en el año 2000, juntó a Trey Anastasio con Les Claypool (Primus, bajo) y Stewart Copeland (The Police, batería) para unas apariciones exclusivas en el Festival de Bonnaroo que se repitieron en varias ocasiones hasta el 2019, tras el lanzamiento de su único CD en estudio, el alucinante The grand pecking order (2001); o colaborando los unos con los otros en sus lanzamientos como solistas. 

Pero ¿qué música toca Phish? Podríamos definirla como una mezcla de rock clásico con psicodelia, prog-rock con jazz, blues, funk, reggae y música alternativa -hasta un disco de space-rock sacaron, el psicótico The Siket disc (1999). Digamos que Phish llevó al extremo el concepto de “jam band”, creado a fines de los sesenta e inicios de los setenta por combos como The Allman Brothers Band o los ya mencionados Grateful Dead y sus decenas de derivados. Junto a sus colegas Widespread Panic, The Dave Matthews Band, Blues Traveler y Gov’t Mule, Phish encabezó el resurgimiento de esta propuesta artística.

Trey Anastasio (60) es un guitarrista extremadamente versátil, capaz de desarrollar creativos fraseos y solos cada vez que se monta en uno de sus viajes instrumentales, en los que parece desconectarse de la realidad. Esto, que suena bastante etéreo, es una ciencia rigurosa que requiere harto trabajo y ensayo. Y a su lado tiene a tres monstruos -Mike Gordon (voz, bajo, 59), Page O’Connell (voz, teclados, 61) y Jon Fishman (voz, batería, 59)- que, cada uno en su instrumento, poseen la misma habilidad para seguirle el paso. En la conversa con la Rolling Stone, Anastasio asevera que “si un integrante de Phish se va o fallece, la banda se acaba”.

Ese sentido comunitario y esa mística que rodea a la banda es una extensión de la amistad irrompible cultivada por Anastasio, O’Connell, Gordon y Fishman a lo largo del tiempo, una que ha superado divorcios, adicciones y ocasionales desacuerdos. Otros tres personajes notables en la entidad familiar de Phish son el letrista Tom Marshall, también compañero de Goddard College, que le ha puesto textos a la gran mayoría de exploraciones musicales del pelirrojo guitarrista; el lutier e ingeniero de sonido Paul Languedoc, quien ha construido guitarras y bajos de modelos exclusivos para Anastasio y Gordon a lo largo de los años; y Chris Kuroda, su director de luces desde los años noventa.

Si hablamos de la discografía de Phish, todo comienza en 1989 con su álbum debut, Junta, un lanzamiento independiente que, en años posteriores, fue reeditado primero por Elektra Records y luego por la escudería independiente JEMP, fundada por ellos mismos en el 2005. Junta incluye una canción que, hasta hoy, es considerada como la más popular en su particular universo paralelo, You enjoy myself. El tema tiene solo una línea de letra, una extraña frase que cantan los cuatro integrantes usando armonías en falsete, en tono juguetón, que dice así: “Watch Uffizi drives me to Firenze” que podemos traducir como “ver Uffizi me llevó a Florencia”, precedida por cuatro palabras –“Boy! Man! God! Shit!”, exclamadas por Anastasio tras cinco minutos y medio de introducción instrumental que tiene de Yes, Genesis, Steely Dan, Gentle Giant y, por supuesto, Grateful Dead. Tanto título como letra de la canción se relacionan a una anécdota que solo conocen los fans más antiguos y conocedores.

Otra de las características que hacen especial a Phish es su dinámica en escena. Generalmente estáticos, cada músico se mantiene concentrado cuando está haciendo algún solo o improvisación, pero cambia si Anastasio realiza alguno de sus monólogos introductorios o cuando Fishman, el baterista, salta a la primera línea, con sus atuendos de colores inspirados en poblaciones hawaianas, a interpretar temas conocidos de otros artistas. Y, hablando de saltar, en You enjoy myself Anastasio y Gordon ejecutan un coordinado segmento de saltos mientras tocan sus instrumentos, ayudados por mini trampolines. Anastasio considera este tema como el último que le gustaría tocar en el último concierto de Phish que, según sus cálculos, será cuando los cuatro cumplan 90 años.

El primer álbum que escuché de Phish fue Billy breathes (1996), el sexto en estudio -séptimo si consideramos en la cuenta The white tape (1986), un demo que grabaron en medio de sus primeras giras-, un CD que encontré tirado en una vieja caja de ofertas en el local que la desaparecida cadena de tiendas Disco Centro tenía en la cuadra 4 del Jirón de la Unión. De inmediato me atrapó la destreza instrumental, el nexo con el rock clásico y esa libertad que, aun sin verlos, se deja sentir en canciones como el tema-título -dedicado a su hija, Eliza- y otras piezas como Character zero, Free o los instrumentales Bliss y Cars trucks buses.

Sin difusión en las radios y sin videos en MTV, Phish fue construyendo su fama y mitología propia gracias a su creatividad, autenticidad y esa conexión tan especial con su público, los “Phishheads” -nombre inspirado, cómo no, en los “Deadheads”, una nueva asociación con la banda que lideró la psicodelia de la Costa Oeste en los tiempos de Woodstock-, una de las fanaticadas más leales en la historia de la música popular contemporánea. A pesar de los intentos de Anastasio por desligarse de su imagen como sucesores de Grateful Dead, a estas alturas es innegable la relación entre ambos, por sus trayectorias y formas de entender la industria discográfica. De hecho, Anastasio ocupó el lugar de García en los cinco conciertos Fare thee well: Celebrating 50 years of the Grateful Dead, realizados entre junio y julio del 2015, que hicieron los miembros sobrevivientes del grupo. 

Entre 1989 y 2004 Phish lanzó doce álbumes en estudio, algunos de ellos realmente notables como Hoist (1994, con invitados como el intérprete de banjo Béla Fleck y la legendaria sección de vientos Tower of Power-, The story of the ghost (1998) o Farmhouse (2000) mientras que, en paralelo, realizaba infatigables giras, llegando a registrar más de 300 conciertos por año entre 1988 y 2004, en que tuvieron su primera y única separación formal. En ese hiato, mientras Anastasio ingresaba a una clínica de rehabilitación, Page McConnell lanzó su primer y único álbum en estudio como solista; el bajista Mike Gordon comenzó colaboraciones con el guitarrista Leo Kottke; y Jon Fishman se dedicó a otros emprendimientos musicales y artísticos. El cuarteto regresó, triunfalmente, con dos extraordinarios álbumes de material original, Joy y Party time (2009).

Además de giras convencionales, Phish organiza festivales a campo abierto, con ellos como única banda del cartel en la mayoría de los casos, de dos o tres días en que las caravanas de seguidores acampan en extensos terrenos de estados como New York, California, Vermont, entre otros. Entre 1996 y 2015 la banda realizó diez de estos festivales, con audiencias entre 65,000 y 80,000 personas, haciendo hasta siete conciertos durante tres días, estrenando canciones o tocando clásicos de su repertorio que tocan en vivo desde sus inicios pero nunca han grabado en estudio, como Mike’s song o AC/DC bag o Possum.

Por ejemplo, los días 30 y 31 de diciembre de 1999, más de 85,000 asistieron a la reserva nacional de Big Cypress en Florida. El festival, denominado simplemente Big Cypress, fue el concierto de Año Nuevo con la mayor asistencia de ese año, por encima de otros artistas de primera como Barbra Streisand, Metallica, Billy Joel o Eric Clapton. Por su parte The Great Went (16 y 17 de agosto de 1997) fue considerado el concierto con mayor cantidad de público en aquel verano en los Estados Unidos, más de 75,000 personas congregadas en Maine, en una base aérea ubicada cerca de la frontera con Canadá. 

Por si fuera poco, a los Phish les encanta tocar covers, como si no les bastara con las más de 500 canciones que han compuesto en 40 años de carrera. Mientras en algunos sectores de la crítica especializada aun se rasgan las vestiduras frente a aquellas bandas que deciden interpretar material ajeno, Anastasio, Gordon, Fishman y McConnell disfrutan muchísimo al homenajear a sus referentes musicales. En sus largos instrumentales, no es extraño que incorporen clásicos del rock, blues, jazz, country, bluegrass R&B y funk, con la mayor naturalidad. 

De hecho, cada cierto tiempo organizan conciertos en los que tocan, de principio a fin, algún disco clásico. Estas tocadas, denominadas “Musical Costumes” las vienen haciendo desde 1994, casi siempre para Halloween. Algunos de los discos que han tocado en su integridad, son The white album (1968) de The Beatles, en 1994; Quadrophenia (1973) de The Who, en 1995; Exile on Main Street (1972) de The Rolling Stones, en 2009; Remain in light (1980) de Talking Heads, en 1996; Loaded (1970) de The Velvet Underground, en 1998, The dark side of the moon (1973), de Pink Floyd, en el 2000; entre otros. 

El año 2010, Trey Anastasio fue invitado a presentar la inducción de Genesis, una de sus bandas favoritas, en el Salón de la Fama del Rock and Roll. Y Phish hizo tributo a las dos etapas del grupo tocando No reply at all (Abacab, 1981) y Watcher of the skies (Foxtrot, 1972). Mientras que la primera no les quedó muy bien por falta de ensayo, la segunda -una de las composiciones más complejas de Gabriel, Collins, Banks, Hackett y Rutherford- es de los mejores covers que han hecho. 

Desde ese año en adelante, la banda retomó su apretada agenda de conciertos y, en el camino, ha lanzado varios discos en estudio ampliando su ya abultado catálogo, con títulos como Fuego (2014), Big boat (2016) y Sigma oasis (2020). En 2019 se estrenó Between my mind and me, el más reciente documental sobre la banda. Y recientemente, retomaron también los campamentos musicales con Mondegreen, su décimo primer festival, realizado durante cuatro días, del 15 al 18 de agosto en una amplia explanada de Dover, capital de Delaware. Y hace apenas tres meses lanzaron su vigésima producción en estudio, Evolve (JEMP Records, 2024), la cual celebraron con una aparición especial en la serie de NPR Tiny Desk de la radio nacional de Washington, interpretando cinco canciones, entre ellas sus clásicos Sample in a jar (Hoist, 1994), Chalk dust torture (A picture of Nectar, 1992) y You enjoy myself (Junta, 1989), con trampolines y todo. El video ya tiene más de 750 mil reproducciones. 

Como vemos Phish, esta banda que teloneó en sus inicios a Violent Femmes y Santana, que donó un carro alegórico gigante con forma de hot dog al Salón de la Fama del Rock and Roll en 1998 y ha vendido más de 8 millones de zcd y DVD solo en Estados Unidos, tiene cuerdas para rato. Sus coloridas páginas https://phish.com/ y https://phish.net/ son más que elocuentes.

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Jam-Bands, Phish, Prog-Rock, rock clásico, Rock de los 90, Trey Anastasio

1.- Lo primero es definirse sin ambages de derecha. Ya no es una mala palabra para los sectores populares. Por el contrario, según algunas encuestas, supera a la izquierda en autoidentificación ideológica.

2.- No es posible que Hernando de Soto, Fiorella Mollineli, Fernando Cillóniz, Roberto Chiabra, Rafael Belaunde, Carlos Espá, Ricardo Márquez, Carlos Neuhaus, Pedro Guevara, Carlos Anderson o Wolfang Grozzo, vayan por separado a una justa electoral. Todos unidos, en un solo frente, con un buen candidato y sobrados cuadros tecnocráticos y candidatos al Congreso, pasarán a disputar, sin duda, la segunda vuelta.

3.- Debe ser disruptiva. El “modelo” vigente, tal como lo entiende la gente, es un desastre, sin salud, educación, justicia, seguridad, crecimiento económico. Hay que patear el tablero y ser enfático en que se quiere cambiar el establishment, no mantenerlo y mucho menos defenderlo. Hay decenas de propuestas programáticas en diferentes sectores que bien podrían darle ese tono disidente a la derecha unida.

4.- Deben alejarse lo más posible del gobierno actual. Es un desastre absoluto. El pacto Ejecutivo-Legislativo que nos gobierna es una calamidad sin remedio y por eso su altísima tasa de desaprobación. Algunos sectores de la derecha se conforman con Dina Boluarte porque hay relativa paz social. Es un craso error de interpretación, que no está leyendo el inmenso malestar popular que crece a diario bajo la epidermis aparente de la calma.

5.- Debe cuestionar con dureza a los dos socios cooperantes del desastre, que son Keiko Fujimori y César Acuña, que en los hechos están demostrando cómo sería un gobierno de cualquiera de ellos. Por supuesto, ni pensar en sumar a Fuerza Popular o Alianza Para el Progreso, en ningún tipo de pacto o alianza.

6.- Empezar la campaña desde ya. Quien más recorra el país, más opciones tendrá. Lo pueden hacer. La gente no los identifica con el régimen y no son, por ende, repudiados. Con una buena campaña de marketing publicitario, la derecha debería estar llamada a disputarle a la izquierda radical o a Keiko Fujimori la jornada final de la segunda vuelta.

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elecciones 2026, ideas para la derecha

Una feria del libro siempre es una buena noticia. Y mejor si se trata de editores independientes, que asumen la tarea de construir catálogos de libros basados en criterios que muchas veces exceden lo puramente comercial. Es sabido que en los últimos años el sector de editores independientes ha registrado un crecimiento nada desdeñable y creo no equivocarme si digo que una feria que muestre la diversidad bibliográfica a la que contribuyen los editores independientes no debe pasar inadvertida. 

Por esta razón, la próxima semana muchos lectores nos vestiremos de feria. Organizada por la Federación de Editoriales Independientes del Perú, este 9 de octubre comienza la segunda edición de la Feria de Editoriales Peruanas, en la explanada del Museo Metropolitano de Lima, en la esquina de las avenidas 28 de Julio y Garcilaso de la Vega (ex Wilson). La feria permanecerá abierta al público hasta el día 13 de octubre, en el horario de 1 a 8 pm. El ingreso, así como las actividades preparadas para la ocasión, como presentaciones de libros, talleres y encuentros entre autores y lectores, son absolutamente gratuitos. 

Son veinte editoriales las encargadas de dar vida a este evento. Una oportunidad para apreciar el trabajo de un sector importante de nuestra industria del libro. Poesía, narrativa, ensayo, ciencias sociales, literatura infantil y juvenil, además de novedades y lanzamientos recientes para felicidad de los lectores que acudan a la cita. Se saluda el apoyo institucional del Museo Metropolitano de Lima.

Las ferias incentivan la lectura y son espacios que propician el encuentro con esa maravilla que es el libro. Como decía el venerable Borges: “De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo…Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”. Y por si esto no bastara, hay un remate cervantino: “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. No se pierda esta feria. Va del 9 al 13 de este mes, de 1 a 8 pm. Vaya y lea. 

Este 15 de octubre comienza el Campeonato Sudamericano de Natación Master en Argentina, un evento esperado por atletas de toda la región. Entre ellos destaca una competidora peruana que, con disciplina y pasión, ha alcanzado la cima en su categoría: Úrsula Rambow quien competirá representando al Club Regatas Lima.

Mientras muchos aún disfrutan del sueño profundo en la madrugada, y el frío más intenso acompaña el amanecer, Úrsula —o Uschi, como la llaman sus amigos— ya está en movimiento. Con delicadeza, toma las llaves de su auto, procurando no despertar a su hijo ni a su fiel compañero canino, y sale rumbo a su entrenamiento diario.

A las 4:45 a.m., cuando Lima aún duerme, Úrsula ya se encuentra en el Club Regatas. Su rutina es meticulosa: coloca su plan de entrenamiento, ajusta su reloj y se lanza al agua. Su compromiso y dedicación no tienen comparación, a veces acompañada por un par de aficionados que se sienten inspirados por su ejemplo. Pero es su perseverancia solitaria la que la ha llevado a ser campeona mundial.

Es necesario hacer un paréntesis en este punto, ya que el éxito de Úrsula no es fácil ni ha llegado sin sacrificios. En un país donde el deporte raramente es primera plana y donde los atletas como ella no reciben el reconocimiento ni el apoyo que merecen, su historia es aún más admirable. Para Úrsula, ese duro horario de madrugada es la única forma de equilibrar sus roles: ser madre, trabajar, y a la vez, entrenar como campeona. Después de nadar, vuelve a casa, prepara el desayuno para su hijo, lo lleva al colegio y se enfrenta a las responsabilidades de su día a día. Más tarde, regresa a casa, cocina, y comparte tiempo con su niño, demostrando que, aunque la vida de una campeona mundial es exigente, hay cosas que no pueden dejarse de lado.

El año pasado, Úrsula hizo historia en Fukuoka, coronándose campeona mundial en los 200 metros mariposa, una de las pruebas más exigentes de la natación. Este logro no solo reafirmó su lugar en la élite del deporte máster, sino que es un reflejo del esfuerzo incansable y la pasión que la impulsa.

Sin embargo, a pesar de su éxito, la falta de apoyo estatal hacia el deporte persiste. Úrsula es una de esas grandes deportistas que, desafortunadamente, no recibe el reconocimiento que merece. A pesar de esto, continúa dejando huella. Recientemente, se consagró campeona absoluta en la XV Travesía de Vichayito, un evento anual celebrado en una de las playas más hermosas del norte peruano, organizado por el admirable Ismael Merino, quien también es un ejemplo de emprendimiento y amor por el deporte.

La historia de Úrsula Rambow es un testimonio vivo de que la disciplina y la perseverancia pueden superar cualquier obstáculo. Su ejemplo no solo inspira a los atletas, sino a todos aquellos que creen que los sueños se alcanzan con trabajo duro y dedicación.

A continuación, dejamos algunas preguntas para que Úrsula comparta con nosotros su experiencia y aprendizaje, y así seguir inspirándonos con su camino:

¿Empezaste a nadar desde pequeña y lo dejaste o volviste?

 –El agua siempre me llamó mucho la atención. Desde pequeña pasaba todos los días de las vacaciones en el club metida en la piscina. Aprendí a nadar a los 3 años de edad y a los 10 empecé a nadar de manera competitiva en el club San Antonio, de Ismael Merino. Nadaba todos los días, doble entrenamiento inclusive sábados y domingos. Antes de ir al colegio entrenábamos en la madrugada y por la tarde había preparación física y entrenábamos dos horas más en el agua. Participé en copas Pacífico y sudamericanos. A los 17 años ya estaba cansada y sentía que la natación me quitaba demasiadas horas de mi día, aparte de que no podía hacer muchas cosas aparte de nadar. Cuando entré a la universidad continué entrenando y compitiendo esporádicamente y así durante muchos años, hasta que a los 26 años retomé la natación por un tiempo y luego la dejé. Desde el 2018, a los 41 años retomé con más fuerza la natación y ha sido después de la pandemia que he empezado nuevamente con los entrenamientos diarios y a mejorar cada vez más mis tiempos.

¿Recibes algún tipo de apoyo o reconocimiento del Estado?

–En realidad no recibo ningún apoyo, ni del Estado ni de ninguna empresa. Yo me pago mis viajes, los implementos y las inscripciones a las competencias. Varias veces he dejado de ir a algunas competencias por falta de dinero, como el Panamericano de este año que se realizó en trinidad y Tobago y el mundial que se realizó en Doha.

¿Qué consejo les darías a los jóvenes interesados en la natación?

–Mi consejo para los jóvenes o para las personas de cualquier edad (no hay límite de edad) es que todo se logra con mucho esfuerzo, disciplina y perseverancia. Ponerse una meta es importante y hacer lo posible por llegar a ella. Es cierto que hay días que uno no tiene ganas o está cansada, pero son justo esos días en los que uno debe ir a dar lo mejor de uno.

¿Tienes algún patrocinio de marcas?

–No, no tengo ningún patrocinio de ninguna marca. Arena a veces me apoya con descuentos al comprar ropas de baño o implementos de natación.

¿Qué legado te gustaría dejar en la natación peruana?

–Me gustaría que mi nombre quede en la historia de la natación peruana, por varios años. Deseo seguir haciendo récords nacionales y sudamericanos, y quién sabe, tal vez lograr alguna meta mayor. Se que aún me falta mejorar varios aspectos en mis pruebas, pero sé que aún las puedo mejorar.

¿Tienes algún ídolo o persona que te inspire en tu carrera deportiva?

–Creo que Michael Pelphs. Por su perseverancia y por trabajar tanto para llegar a la meta que se trazó.

 

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campeona mundial, natación, nos inspiran, ursula Rambow

Interesantes las respuestas que sobre el fujimorismo contiene la última encuesta del IEP. Preguntada la ciudadanía respecto de la influencia del fujimorismo actual, 52% cree que mucha, 19% algo, 13% poca, 7% nada. Yo hubiera respondido que mucha, dado el peso político que Fuerza Popular mantiene en el Congreso y su rol de socio del gobierno de Dina Boluarte (ésta, sin Fuerza Popular, no dura una semana en Palacio).Lamentable papel que ojalá le cueste a Keiko el pase a la segunda vuelta.

Más precisada, la encuesta pregunta sobre la valoración de la influencia y coincide con mi parecer. Un 63% estima que su influencia es mayormente negativa, 51% positiva y negativa al mismo tiempo y 45% mayormente positiva.

Respecto de la evaluación de Alberto Fujimori como personaje político, un 47% la considera mayormente negativa, 37% mayormente positiva y un 12% positiva y negativa al mismo tiempo. Acá yo hubiera respondido “mayormente positiva”; sus activos me parecen superiores a sus pasivos.

Calza ello con la evaluación del gobierno de Alberto Fujimori: un 44% lo considera mayormente positivo, 42% mayormente negativo y 12% que tuvo cosas positivas y negativas al mismo tiempo. Fujimori fue un gobernante extraordinario en lo bueno y en lo malo (derrota al terrorismo, reforma económica versus autoritarismo y corrupción), pero su legado final me parece positivo en el balance.

Un 51% considera que el fallecimiento de Alberto Fujimori impactará políticamente en el futuro del fujimorismo y un 41% considera que no. Me sumo a la mayoría. La muerte del patriarca, ocurrida en un momento de unidad familiar, le suma a Keiko Fujimori; el albertismo es una fuerza importante.

Discrepo de la respuesta que señala, en un 9.1%, que fortalecerá al fujimorismo y en un 18.5% que lo debilitará. A la postre, terminará beneficiando a Keiko y seguramente utilizará la figura del padre durante su campaña. Lo cual no es una buena noticia ya que, como dijimos ayer, la mejor noticia política para el país es que Keiko no pase a la segunda vuelta.

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Encuestas, IEP

La única razón atendible para entender por qué alguien como Keiko Fujimori mantiene una relativamente alta tasa de aprobación o de intención de voto, es el recuerdo de la gestión del padre -calificada positivamente por la mayoría de ciudadanos-; no se halla otra explicación.

Porque las dos gestiones congresales del keikismo han sido un desastre mayúsculo. La del 2016, con inmensa mayoría, pudo darle el apoyo legislativo al gobierno de PPK, del mismo signo ideológico, y haber completado las reformas de segunda generación que se requerían luego de las del 90.

Pero no, llevada por resentimientos pueriles, condujo a su bancada al sabotaje y a la destrucción del gobierno de Kuczynski, llevándolo al final hacia la renuncia, abortando así la que quizás haya sido la última oportunidad histórica de la derecha de poder gobernar con mayoría absoluta en el Legislativo.

De peor modo, desde el 2021 en adelante, la gestión congresal del keikismo es penosa. Se ha convertido en comparsa y sostén del peor gobierno de los últimos lustros, excepción hecha del de Pedro Castillo. Se entiende en César Acuña, quien debe haber sopesado que nunca va a ser presidente del Perú, y que, en esa medida, lo único que le queda es sacar el mayor provecho posible de los gobiernos de turno. Pero no de Keiko, quien mantiene, según las encuestas, intactas opciones de pasar a la segunda vuelta el 2026.

El pacto Ejecutivo-Legislativo es lesivo para el Estado de Derecho y para el país. No ha aportado un solo proyecto de ley rescatable o que haya mejorado la vida de la sociedad peruana. Es una componenda para distribuirse cuotas de poder que ha tenido el descaro de incluir en la marmaja nada menos que a Perú Libre, corroborando así que lo suyo no responde a un proyecto político o ideológico sino a una simple repartija de canonjías.

¡Cuánto bien le haría al Perú que el 2026 Keiko Fujimori no pase a la segunda vuelta y que sea otro candidato de la centroderecha quien le dispute el poder al seguro candidato de la izquierda radical que de hecho será protagonista de la justa!

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candidatos peruanos, Keiko

La guerra que está ocurriendo en el levante mediterráneo, encabezada por Israel y alentada por Irán, tiene dos aspectos que no podemos separar, uno geopolítico y otro teocrático. 

Israel fue el primer país creado por un acuerdo internacional. Tras el holocausto, parecía una forma de protección a un pueblo perseguido, pero pronto se develó que se trataba de la recuperación histórica de un conveniente territorio situado entre Europa y Asia con salida al Mediterráneo: qué mejor puerto “europeo” para el petróleo. La justificación de la propiedad judía del territorio palestino se basó en dar por verdad absoluta que su Dios la había prometido. Tal es la postura del sionismo, movimiento nacionalista judío que surgió en Europa en el siglo XIX durante la terrible persecución que estaban sufriendo. No todos los judíos estaban de acuerdo, asumieron que se perdió el territorio siglos atrás y que si se mantenían unidos era por su religión. De ahí que muchas familias optaran por la asimilación, dispuestas a integrarse a otras sociedades, tal como ocurrió en Argentina. Opuestos, los que fueron a Palestina participaban del sionismo. De ahí que en Israel la postura hegemónica sea la de su actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien apela a Abraham y a su viaje a la tierra prometida. En Israel recuperaron el uso del hebreo, mantenido en sus textos religiosos y se aceptó no contar con una Constitución dado que la máxima ley no puede ser terrenal. De esta manera, las leyes básicas son la Torá, el Tanaj, el Talmud y el Shulján Aruj; y las leyes fundamentales son aquellas que determinan la organización de las instituciones públicas, las cuales abarcan desde el gobierno, el sistema de justicia y el poder militar hasta los sistemas de apartheid étnico y demolición.

A ninguna de estas leyes Israel puede recurrir actualmente para justificar los genocidios cometidos. Por eso su actual consigna es que pondrá fin al terrorismo iraní. Con ese término se designa a los movimientos políticos islamistas que actualmente gobiernan Gaza, Siria y el Líbano, que aunque tienen muchas diferencias tienen en común el ser auspiciados por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, fuerza armada de un gobierno considerado teocrático, dado que el líder supremo es elegido entre los clérigos islámicos chií, y tiene el control de los poderes del Estado. Esta forma de gobierno comenzó con la revolución islámica el año 1979. El último sha de Persia (el otro nombre de Irán), aliado de Estados Unidos, había reconocido en 1953 a Israel. Advirtiendo siempre que debía reconocerse a Palestina, el vínculo con Israel se rompe recién con la Revolución Islámica bajo el gobierno del ayatolá Jomeini y se declara a Irán protector de Palestina y la región árabe. 

El islam es una religión que también se basa en los relatos bíblicos sobre Abraham. Para sus creyentes no hay más dios que Alá y la diferencia está en quién es el profeta: Moisés, Jesús o, en este caso Mahoma​. Las principales escrituras del Islam son el Corán, que toma partes de la Biblia, pero que en este caso se cree que es la palabra textual de Dios, y las enseñanzas y prácticas (sunnah) de los relatos de Mahoma. Hoy, la cuarta parte de la población mundial es musulmana. Musulmán significa “el que se somete”, pues todas y cada una de sus acciones, desde la más personal hasta la militar están regidas por la orden de Dios. En Irán, tierra persa, prima el islamismo chiíta, y en Palestina, tierra árabe, los musulmanes son sunitas, por eso son tan distintos los gobiernos de Hezbolla en Líbano y de Hamas en Palestina.

Es una guerra cruel, pero difícil de entender, porque se disputan un territorio donde la política, la religión y las fuerzas armadas son cruelmente indesligables, y donde morir luchando puede ser la única forma de vivir. 

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