Opinión

En términos comparativos, América Latina es una región en la que casi no ha habido conflictos militares. Hoy mismo no hay ninguno vigente. Eso podría cambiar, sin embargo, radicalmente si el mundo sigue girando hacia la multipolaridad, con los Estados Unidos perdiendo el dominio geopolítico del planeta y, ya desde hace años, de la región sudamericana.

La creciente y expansiva influencia china en Latinoamérica, la estampida de los capitales norteamericanos, la pérdida de influencia del Brasil, y la aparición de populismos extremistas en varios países de la región, podrían generar, a futuro, condiciones predisponentes para que algo que hoy solo generaría un par de comunicados diplomáticos, pueda escalar impensadamente, contra todo lo previsto.

Solo imaginémonos que gane Antauro Humala las elecciones del 2026 e insista con su mirada de reconquista de los territorios perdidos en la Guerra del Pacífico. O pensemos que pueda ganar Evo Morales en Bolivia y vaya más allá de lo admisible en su pretensión de crear una nación aymara que incluiría territorio puneño. O supongamos que la falta de ecuanimidad de los gobernantes venezolano y colombiano, vaya, por encima de las simparías ideológicas que puedan tener, hacia operaciones de recuperación de la popularidad perdida a través de conflictos bélicos internacionales. O imaginemos al descentrado Petro alentando la penetración colombiana en la zona del Putumayo, del Perú. En fin, hipótesis de conflicto hay decenas.

Y todo ello, en medio de un escenario de disputa internacional entre megapotencias, como ya se ve en Ucrania, en Medio Oriente y, no nos sorprendamos, pronto en otras latitudes. Latinoamérica es una región rica, empobrecida por su pésima clase política y por haber seguido un rumbo económico fallido, pero con recursos naturales que la hacen apetecible para los intereses geopolíticos de las potencias mundiales.

Puede sonar a una perspectiva distópica pensar en una guerra en el continente, pero las dinámicas globales apuntan a hacer ello factible y la pregunta de rigor, que se cae de madura, es si el Perú está preparado para ello, no solo en términos de equipamiento militar sino de tejido de alianzas estratégicas mundiales. Por lo pronto, no nos cabe duda alguna que el gobierno mediocre y miope de Dina Boluarte no debe entender ni de qué se trata, pero las élites castrenses y diplomáticas ojalá ya estén pensando en qué hacer ante escenarios probables como los referidos.

 

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Alianzas estratégicas, América Latina, Influencia China, Retiro de capitales

[AGENDA PAÍS] Hace pocos días, me sumergí en la lectura del libro de Mario Vargas Llosa, “La llamada de la tribu”, donde al autor hace una retrospectiva de los pensadores que influenciaron en su transformación política, la cual lo llevó del sueño socialista de juventud, a la madurez liberal con la que lo conocimos en su campaña presidencial de 1990 y que continúa expandiendo a través de disertaciones y fundaciones.

Uno de los pensadores que Vargas Llosa analiza y que fue, según sus propias palabras, uno de los que más influenciaron en su transformación política, es Friedrich August von Hayek (1899-1992), filósofo político que tuvo una contribución literaria extensa a través del siglo XX en ámbitos como el político, económico y sociológico principalmente.

Hayek era un individualista por naturaleza y por contraposición, un enemigo de cualquier forma de asociación que tenga como objetivo definir la forma de vida de las personas a través de la elaboración modelos económico-políticos, cuyas vertientes van desde el comunismo al fascismo.

Vargas Llosa puntualiza ciertos aspectos de Hayek que lo podrían caracterizar como un liberal extremo al exponer que algunos elementos que vemos como comunes en nuestra vida cotidiana como el lenguaje, la propiedad privada, la moneda, el comercio y el mercado, no son construcciones impuestas, sino que van naciendo espontáneamente, de manera natural.

Casi se siente que Hayek es un anarquista, que, desde la explosión de iniciativas individuales, se forma un cierto orden que regula naturalmente los posibles excesos. Sin embargo, de lo que hemos visto, vivido y leído, el ser humano tiende a no ser tan solidario y un individualismo excesivo puede llevar a sociedades con concentraciones de poder económico y político que dejarán al margen a aquellas personas que quizá, por su naturaleza o por su entorno, no hayan tenido la capacidad de generar, individualmente, suficiente valor para tener una vida digna.

El Perú, con 80% de informalidad, es entonces, un país esencialmente liberal por la naturaleza de su gente emprendedora, donde día tras día se crea oportunidades, valor, comercio y propiedad.

Sin embargo, no todas estas valiosas iniciativas llegan a generar suficiente valor para que, por sí mismas, puedan retribuir a todos con un mínimo de bienestar que permitan a las personas tener una vida digna.

Y es allí donde la figura del liberalismo a ultranza choca y se enfrenta al dilema de la necesidad de contar con algún tipo de contrato social que permita un sistema en el cual los ciudadanos tengan acceso a salud y educación gratuita de calidad, seguridad para vivir en paz y un sistema de justicIa que realmente la imparta sin presiones ni corrupción.

No es tema de construir sistemas totalitarios para ello. Todos han fracasado, desde los nacionalistas y fascistas, los comunistas, o los llamados socialistas, término suavizado, pero de puro cinismo, como Maduro o Petro, que lo único que buscan es concentrar poder y recursos, olvidándose de buscar, realmente, el bienestar de la población.

El liberalismo económico puede y debe unirse con el liberalismo social, aquel que respeta la iniciativa del individuo y su derecho a realizar sus sueños. Pero también se requiere de un Estado con las suficientes capacidades para brindar servicios públicos de alta calidad que liberen al individuo de necesidades básicas para así generar un entorno favorable que fomente las iniciativas ciudadanas.

Ver y constatar nuestra realidad política y social hace que, esa visión de un liberalismo económico y social acompañado de un Estado eficiente donde trabajen los mejores, parezca más una utopía que un sueño.

Pero ese sueño es también una visión política que habrá que compartir con nuestros conciudadanos, para atraerlos y convencerlos que se sumen a la transformación de nuestro país hacia una sociedad solidaria, emprendedora y feliz. No hay tiempo que perder.

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Iniciativa individual, Liberalismo económico, Liberalismo social, Mario Vargas Llosa

[CASITA DE CARTÓN] Esta casita de Cartón abre sus puertas ante los afiebrados días de calor que han invadido las calles de Buenos Aires, tan afiebrados y exaltados como el ‘disparo’ del dólar, que ha llegado a niveles estratosféricos, cerrando el día de hoy, Martes 10 de octubre, en la suma de 1010 pesos, ¡todo un récord! Y todo parece indicar que nada detendrá que el ‘outsider’, el líder de La Libertad Avanza, Javier Milei, llegará próximamente al sillón de Rivadavia. Y es que a menudo me gusta no solamente caminar por la ciudad porteña, sino también por aquellos recovecos donde no llegan comúnmente las cámaras de televisión, como en distintas partes de la inmensa provincia de Buenos Aires –donde ha tenido un caudal importante de votos-, donde los turistas a menudo no pisan, salvo aquellos youtubers para sus documentales pero acompañados. Y si escuchas la voz del pueblo, en su mayoría, dicen que votarán por el ‘León’. Resumiéndolo a la siguiente apreciación: ‘Si ya estuvo el Kichnerismo y el Macrismo, y no han hecho nada, hay que darle una oportunidad a él, que no ha sido gobierno’.

Nacido de esa estirpe de la nueva derecha, considerada como ‘derecha populista’. De la línea ‘antisistema’ curiosamente, de Trump o Bolsonaro, con ciertas diferencias, sobre todo del primero en relación a la función del estado en torna a la sociedad y la economía. Donde en el gobierno del ex presidente Republicano, hubo un claro papel intervencionista del estado. Pero por el contrario, a Milei le repele y aterroriza, ya que considera al estado como cuna de muchos males, entre ellos, el cáncer que invade a muchos gobiernos de la región, la corrupción. Con el último debate recién salido del horno, parecen que las cosas no van a cambiar mucho y que habrá un ballotage con el representante del gobierno actual, Sergio Massa. Del que le acusan estas últimas semanas, de haber hecho una siniestra ‘alianza’ debajo de la mesa, al haber entre sus filas a viejos partidarios de la cara visible del desastroso gobierno actual, Unión por la Patria (antes Frente de Todos). Pero también de su afinidad con representantes de la ‘casta’, del que antes vitoreaba a los 4 vientos aborrecer, como el ex presidente y responsable de la deuda impagable con el FMI, Mauricio Macri. Del que a su vez, cuando era gobierno, decía que ejercía un ‘gobierno socialista’, y del que ahora lo vende como un ‘gran representante y embajador de la Argentina al mundo’, y del que formaría hipotéticamente ‘parte en su gobierno’.

Como bien se sabe, la familia Macri no ha estado para nada exento de los pozos oscuros de la corrupción. Ya desde el padre, Franco Macri, como el ex presidente de Boca, del que es parte de esa cofradía del poder. Pero también otro de la ‘casta’ que se ha subido al bus, es el viejo sindicalista, José Barrionuevo, y del que sus opositores no han obviado recalcarlo, dado a la contradicción con la naturaleza de sus discursos.

Pero no solo por eso ha sido señalado, sino también por el cambio en mucho de sus propuestas, esa suavización de su discurso, a diferencia de lo que lo llevó a ganar sorpresivamente en primera vuelta. Esto al parecer le ha jugado una mala pasado en sus aspiraciones de ganar en una primera vuelta, según los últimos sondeos, pero lo cierto es que el boom no ha menguado, por lo menos en aquellas asfaltos donde resuena la voz popular, donde todavía ven en él, un alud de esperanza. Y donde temas como la dolarización, o la ventas de armas como la venta de órganos, o el alarmante negacionismo en relación a la dictadura militar con sus muertes (del que su candidata a vicepresidenta es abiertamente defensora de los autores de los crímenes de lesa humanidad), donde, señala el controvertido candidato, que no son 30 mil las muertes sino 8.753, no parecen tener la mayor relevancia, ya que lo que urge hoy en día es tener un pan en la mesa para poder sobrevivir.

Esta casita de cartón ve a diario que la pobreza y la desesperanza van en aumento, con un 40 % de argentinos en pobreza y la inflación por las nubes, como un futuro próximo nada alentador. Y con esto cierra sus puertas en esta ocasión, triste, indignado y harto de esta tragicomedia perversa con la que muchas veces se viste la política. Recalcando la siguiente frase popular: ‘no todo lo que brilla, es oro’. Sobre todo en este juego de tronos, donde todo es un círculo vicioso. Pero eso el tiempo lo dirá, el gran aleccionador que tenemos todos.

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Crisis económica en Argentina, Elecciones Argentina, Javier Milei, Pobreza en Argentina

[LA TANA ZURDA] En mi columna del 17 de  julio del 2022 dije sobre este autor y su último libro de entonces: «Edián Novoa fue conocido durante mucho tiempo como narrador. Publicó un cuentario titulado Tampoco tan poco en 1990 y terminó la novela La muerte lenta, que aún permanece inédita. Pero sorprendió a la afición al pasarse a la poesía con dos libros en plena pandemia el 2020: S/il/vana en tiempos del desamor y No hay tela para tanto muerto. Ambos eran el resultado de años de trabajo que se vieron colapsados por el shock que causó la crisis sanitaria mundial. Por eso Novoa decidió publicarlos el mismo año, pues entonces se temía que la vida en su conjunto no prosperara y había necesidad de airear la escritura. Los libros nos revelaron a un poeta con mucha fuerza y ritmo galopante, cualidades que vuelve a demostrar en su tercera entrega, País milhojas, publicado en Lima. Novoa desde el título nos presenta una visión descarnada del Perú, apelando a la descomposición social agravada por la crisis de la pandemia y a la vez la ineptitud de la clase política en su conjunto…»

Pues bien, esa potente trayectoria se ahonda con Exhumaciones del colibrí, un libro que vuelve al tema de la violencia y la muerte, parte esencial de la historia peruana reciente. El libro se inicia con una dedicatoria muy reveladora: «A las víctimas de la guerra fratricida de mi país». De este modo, muerte y violencia quedan procesadas por la memoria, que es la única tabla de salvación que le puede dar sentido a una existencia adolorida.

En el primer texto del libro, una especie de prólogo a manera de reflexión, Novoa expresa: «Han pasado más de 40 años desde q la guerra inició en Chuschi (Cangallo, Ayacucho). Hasta hace muy poco, para que el dolor no me alcanzara, viví aquella época con una racionalidad esquizoide. Me rebelé contra el dolor. Investigué e hice mi trabajo de campo con respeto hacia los otros y honestidad conmigo mismo. Mis preguntas se multiplicaron y apareció una certeza. Una única certeza: escribir es mi rebeldía. Estos poemas exhumaron mi alma y la liberaron del cangrejo q la atenazaba. El poder sanador del colibrí hará renacer la esperanza. He aquí “Exhumaciones del colibrí”».

La poesía se revela así como rito de salvación personal y colectiva, pues reconstruye la memoria del trauma histórico de la violencia buscando la sanación, no la venganza o el simple lamento, pero mucho menos el olvido, como quisieran los popes del neoliberalismo amnésico y sus poetas de moda.

Nuestro país aún tiene heridas por cerrar, e incluso cerrándose, quedarán para siempre las cicatrices. Llagas y marcas le dan identidad a un cuerpo simbólico y vuelven a sangrar cada vez que hay nuevas víctimas de la violencia, como los más de 70 muertos del actual régimen.

Novoa ha sido fiel a sus principios kloakescos, en que ese grupo formado en setiembre de 1982 denunciaba una y otra vez las injusticias de una sociedad que era ya abiertamente una cloaca, con su podredumbre a flote y la infección moral por todos lados (¿les suena conocido o actual?).

Un poema del libro, escogido casi al azar, nos puede dar la medida de la valiosa voz de Novoa:

III. PRÓXIMAS PREGUNTAS

«si los 6 millones de judíos del holocausto hablaran

¿escucharíamos sus historias?

si las 69 mil víctimas del conflicto renacieran

¿pediríamos perdón?

si los 22 mil desaparecidos volvieran

¿reconciliaríamos las discrepancias?»

las osamentas recordarán sus guerras

la de ser soldado en lucha fratricida

la de ser víctima en engranaje afinado

la de seguir banderas como perros tras los huesos

si el hombre mata al hombre

¿para q entonces exhumar mi cadáver inconcluso?

 

son 206 huesos q compiten entre las fauces

el cráneo se resiste a ser repositorio

a ser embudo

a ser calavera que salvaguarde el regreso

los 32 dientes muerden al unísono el pan

la quijada se planta en carcajadas

el tórax anhela el aire q lo henchía de emoción

¿no es la moneda la q decide?

 

somos el reverso y el anverso

somos menos las manos q las arrojan al cielo

somos más las prendas q hallaremos en las fosas

deja en paz mi osamenta

 

descuelga el libro cada mañana

sé la araña en sus hilos

q el veneno no muera contigo

descuelga el libro cada tarde

sé la mujer q desentierra la memoria

q florece con su aliento la tierra

descuelga el libro cada noche

sé el pueblo q muerde su rabia

libera el alma para el retorno del C O L I B R Í

Edián Novoa nos entrega un libro que nos recuerda que el Perú no podrá ser una isla feliz mientras los cadáveres de miles y miles de compatriotas no encuentren explicación.

Exhumaciones del colibrí es un poemario intenso, con un ritmo vertiginoso que nos convoca en el dolor compartido y en la rabia, pero también en la esperanza a través de la palabra. Se presentó con gran éxito el pasado viernes 6 de octubre en el LUM (Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social). El espacio no podía haber sido más propicio. Salud al poeta.

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Edián Novoa, Memoria Histórica, poesía, Sanación

Pareciera que el fujimorismo no ha aprendido la lección del 2016, cuando su infeliz actuación parlamentaria le generó tantos pasivos y anticuerpos que luego Keiko Fujimori no pudo sortear la valla del antifujimorismo y cayó derrotada por el peor candidato presidencial que el Perú ha tenido en las últimas décadas: Pedro Castillo.

Hoy viene desplegando similar irresponsabilidad e impudicia política. Ayer acaba de blindar a la tercera vicepresidenta, Rosselli Amurús, involucrada en escándalos personales y en denuncias de irregularidades en contrataciones bajo su responsabilidad en el Parlamento.

Su propia bancada, Avanza País, había decidido someterla a censura, pero el fujimorismo y Alianza para el Progreso (¿César Acuña quiere arruinar el futuro político de su hijo, Richard?) la blindaron sin pudor ni rubor, rechazando debatir siquiera la moción, poniéndola a salvo de cualquier proceso sancionador que, como correspondía, la expectorara del cargo que desempeña con más desenfado que solvencia.

Lo que causa indignación es el sentimiento de abuso e impunidad con el que actúa la mayoría congresal, digitada por el fujimorismo, que le va a cargar inmensos pasivos a la candidatura presidencial de Keiko Fujimori el 2026 (o antes, si detonara una crisis política), tal como sucedió el 2021.

Lo que es más grave es que el daño no se lo va a producir tan solo a Keiko Fujimori sino a toda la derecha peruana, con la que el pueblo identifica al Congreso y al Ejecutivo, que compiten denodadamente por ganarse el trofeo a la mayor mediocridad política posible.

Ese 90% que desaprueba al Congreso se va a volcar en las próximas elecciones presidenciales por una candidatura antisistema, radical y disruptiva, y le va a ser casi imposible al discurso derechista competir con aquel estado de ánimo. La indignación popular en el interior del país es abrumadora y, al parecer, refractaria a cualquier campaña electoral prosistema, por más de avanzada y sofisticada que sea.

Solo con que el sur andino vote en la primera vuelta del 2026 como votó en la segunda vuelta del 2021 -como va a ocurrir, salvo que ocurra un milagro-, el candidato antiestablishment tendrá 15% de la votación en su bolsillo. Y mientras estas perspectivas nefastas se abren, el fujimorismo juega frívolamente a hacer política menuda en el recinto legislativo.

 

 

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Congreso, elecciones 2026, Fuerza Popular, Fujimorismo

[ENTRE BRUJAS] Uno de los movimientos sociales más importantes a nivel global y que ha generado profundas transformaciones en el mundo es el movimiento feminista.

En el Perú, tenemos un movimiento profundamente diverso y amplio; cuyas luchas no solo atraviesan la erradicación del patriarcado, sino a la vez de otros sistemas de opresión que profundizan la exclusión de las mujeres, disidencias sexuales y otras poblaciones vulnerables y precarizadas.

Por ello, es que desde un planteamiento interseccional los feminismos levantan una lucha permanente contra el racismo, el clasismo y contra el modelo de explotación económica que precariza la vida de la humanidad.

Los feminismos se rebelan contra pensamientos autoritarios, en la medida que el ejercicio efectivo de derechos no puede darse en contextos dictatoriales -o en donde– se criminaliza la protesta y las luchas por la justicia social.

Los feminismos han hecho de este un mejor mundo.

Las feministas enfrentamos la desigualdad sin armas, construyendo argumentos y develando sentidos. Cuestionamos la violencia y reivindicamos un mensaje de paz. Sin los feminismos y su acción en el último siglo las mujeres y también la población LGBTIQ+ tendría un escenario mucho más hostil para el ejercicio de su ciudadanía. La violencia y la discriminación sería mucho más tolerada.

Por ello, sin temor a equivocarme o a la critica le agradezco profundamente a las feministas que nos antecedieron, y, a quienes seguimos en el camino por una lucha casi utópica, pero de la cual dependen muchas vidas.

En el actual contexto de escalada de los pensamientos retrogradas y autoritarios, el ataque a las luchas feministas y a la defensoras de derechos humanos es parte de la agenda de quienes se han enquistado en el poder con intereses perversos. Por ello, recordar la fuerza de los feminismos en el país es importante. Este es un movimiento vivo y cuyo pensamiento se combina con la acción permanente, en los territorios y a nivel nacional.

El 13, 14 y 15 de octubre se realizará en nuestro país el Encuentro Feminista Nacional, denominado: “Feminismos diversos por el buen vivir: por justicia, dignidad y autonomía contra la dictadura”.  Este histórico momento se logra gracias a los esfuerzos de diversas organizaciones, colectivas y activistas a nivel nacional.

Se espera reflexionar los desafíos del actual contexto y articular acciones para contribuir a la igualdad, a la democracia real, la justicia social, la sostenibilidad de la vida, a la lucha contra los fundamentalismos y contra la violencia estatal.

Este encuentro reunirá a cientos de feministas de todo el país. Además, se realiza como antesala del XV Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe, que tendrá lugar en El Salvador a finales del año.

El Encuentro Feminista Nacional, será un evento histórico, el cual con un enfoque transincluyente, reunirá a feministas de diversas vertientes, realidades, territorios y generaciones en un diálogo enriquecedor. Esto evidencia que nuestro movimiento no solo está vivo, sino que además preserva la utopía en el corazón y las ganas de resistir.  Desde ahí la lucha es auténtica y sostenible.

Es el movimiento feminista en su diversidad el único actor que podrá resistir y sostener los cambios, a pesar de los retrocesos.

Finalmente, parte del gran potencial del feminismo es que este favorece el ejercicio ciudadano de toda la sociedad no solo de las mujeres.

¡Feminismos contra los fundamentalismos!

¡Seguiremos resistiendo!

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Mientras subsista una Palestina oprimida, no habrá un Israel en paz. No hay justificación alguna a la salvajada perpetrada por el grupo terrorista Hamás, pero debe hablarse de lo sucedido poniéndolo en contexto explicativo.

Palestina viene soportando desde hace décadas la violación sistemática de los derechos humanos de su población por parte de las fuerzas de ocupación israelíes, que, más aún cuando asume el poder la extrema derecha -como es el caso ahora con Netanyahu- exacerban la represión.

La extrema derecha israelí -porque no es toda la población judía la que piensa así- quiere desaparecer a Palestina del mapa, sin importar las consecuencias ni los límites que el derecho internacional impone.

Los radicales palestinos -que tampoco es toda la población palestina- se retroalimenta de ello y así logran la hegemonía violentista que una vez más se ha desatado.

No habrá paz en el Medio Oriente mientras los países árabes no reconozcan al Estado de Israel, así como no la habrá mientras Israel no reconozca el derecho palestino a ser un Estado soberano, con sus fronteras originales ya fijadas por la ONU, al que no puede humillar y agredir cotidianamente, en base exclusivamente a su mayor poder militar, porque no lo ampara ningún derecho histórico para la disolución de su vecino palestino.

Es un conflicto al que el mundo no puede mirar de soslayo. Tal como están dadas las cosas en el nuevo orden mundial multipolar, una escalada militar que exceda los límites de lo admisible puede comprometer a otras naciones y ascender a un conflicto multilateral, si no se actúa con inteligencia y mesura.

Hoy Occidente debería ser el primero en presionar a Netanyahu para que no aproveche la infeliz circunstancia ocurrida hace algunos días para fortalecerse internamente y desplegar una estrategia militar sobredimensionada contra población civil inocente del lado palestino, porque quizás podrá lograr sus objetivos militares en el corto plazo, pero, muy lejos de haber sembrado la paz en la región, habrá abierto un periodo de violencia sin límites a la vista.

Así como la violencia histórica original empezó por la reticencia del mundo árabe a la sola existencia de Israel, lo que era un descomunal despropósito, hoy la misma transita por la torva vocación expansionista y xenófoba de la ultraderecha israelí que no quiere reconocer el legítimo derecho palestino a su existencia política como nación soberana.

Ojalá los raptos de lucidez de uno y otro bando se impongan sobre los halcones de la guerra, que, tranquilos ellos, mandan a morir a miles de ciudadanos sin importar el dolor presente y las consecuencias futuras de los desmanes mutuos.

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Conflicto Israel y Palestina, derechos humanos, ONU, Paz en Medio Oriente

[MIGRANTE DE PASO] La humanidad se forjó en base a migraciones, desde tiempos en que la historia, como estudio, no pertenecía al imaginario colectivo. Previo a la escritura e ismos. Anterior a las religiones y cunas de civilización. Hace 100 mil años, nuestra especie recién evolucionada, vivió en movimiento constante. Era supervivencia y desarrollo. Este carácter fundamental de la naturaleza humana se encuentra bajo amenaza. Una tendencia antimigratoria va creciendo exponencialmente y de manera global. La fobia al recién llegado está reviviendo políticas de extremo signo. Aparentemente, jamás fueron enterradas. La gama sociopolítica se extiende y los polos contienen mayor respaldo. La xenofobia y el odio están ganando poder ¿Por qué la inmigración está despertando extremismos?

El escritor del aclamado libro, “Cometas en el cielo”, nacido en Kabul y exiliado en Estados Unidos, mencionó: “Los refugiados son madres, padres, hermanos, hermanas, hijos, con las mismas ilusiones y ambiciones que el resto de las personas, excepto que un giro del destino ha vinculado sus vidas con una crisis humanitaria global a una escala sin precedentes”.

Inmigrantes no son solo extranjeros en otros países. Están los desplazados que se vieron obligados a dejar todo por causas económicas y sociales (Invasiones, guerras y más tragedias). Los refugiados son personas fuera de su región por causa de uno de los temores primarios del ser humano: la persecución. Ya sea por etnia, religión, nacionalidad u opiniones políticas (término definido por las Naciones Unidas).

Suena inhumano, pero los hechos demuestran lo contrario. Las ideologías extremistas, en la actualidad, tienen una diferencia particular en comparación al fascismo, que destruyó Europa durante las guerras mundiales, y al comunismo de la vieja escuela que divulgaba ríos de sangre como medio. Los movimientos mencionados respondían a periodos de intensa confrontación social. Igual fueron injustificables.  Lo que sucede hoy, me atrevo a decirlo, son manotazos ahogados, xenófobos, racistas y conservadores que despiertan principalmente a la ultra derecha y, en menor medida, a la extrema izquierda.

Percepciones conservadoras sobre inmigrantes

El despecho anti migrante se ha consolidado como una ideología política. El conservadurismo está al acecho y no se encuentra escapatoria. Lo que está claro es que los Estados se han rendido ante el negacionismo y ahora son cómplices de la exclusión, presentándose como reivindicadores de una nación de antaño.

Gran parte de los ciudadanos se han unido para acabar con lo que llaman hordas invasoras. Cohesionados, buscan controlar el orden público de sus territorios. Se basan en excusas poco sustentadas y disparatadas. ¡Expulsen a los venezolanos, sirios, mexicanos, a todos! ¡Nos están quitando el trabajo! ¡Los ilegales deben ser extraditados! ¿Por qué el Estado debe mantenerlos? ¡Están erosionando nuestra cultura! Escuchar estas quejas se ha vuelto cotidiano. Normalizarlo, un síntoma de decadencia.

Consideran a los extranjeros como agentes que atentan contra la seguridad nacional. Pasaron a ser enemigos de la democracia y humanidad, cuando son los imputadores los que ensucian la libertad y no se percatan. Hay un perjuicio que correlaciona directamente la delincuencia con la inmigración. Son discriminados y marginados, tachados como un otro generalizado. Esto deriva en un racismo institucional de los Estados.

Los acusan de vulnerar los derechos laborales. No olvidemos que arquitectos, científicos, abogados, doctores, psicólogos y matemáticos forman parte de estos “otros”. Hay profesionales de alto calibre. Les echan la culpa de quitarles trabajo a los ciudadanos oriundos y de incrementar la competencia ¿De verdad es culpa suya?

Acusan su estadía como un factor para exceder el gasto público. Los aborrecen por el aumento del costo de vivienda y renta por falta de vacantes. Todo esto es indicio de personalidades miedosas y cobardes. Temen ser desplazados por diferencias étnicas y culturales que podrían dañar el sentido de comunidad. Patriotismo frágil y arcaico. Conociendo un poco de historia: el progreso nace de la interculturalidad ¿Acaso quieren mantenerse iguales para siempre?

Es gracias a esto que la extrema derecha se ha vuelto tendencia en Europa, continente pionero de la libertad. El virus se está propagando a Estados Unidos y Sudamérica. Nos enfrentamos a una pandemia ideológica y, espero me equivoque, puede fulminar la igualdad.

La inmigración y los ultras: una relación estrecha

El anhelo social ya estaba marcado por un nacionalismo excluyente. Se había esparcido de forma general en una gran cantidad de partidos políticos. El populismo fue el gran incentivo, respondía al apetito de las masas. Prometían reforzar y endurecer las medidas inmigratorias. Creando países blindados. En las últimas décadas, una ola imparable apoyaba a la extrema derecha. Esto coincide con la marea de inmigrantes que sucedía al mismo tiempo.

En 1990, se estimaban 154 millones de migrantes. En el 2000, aumentó a 174 millones. Fueron 221 millones en el 2010. Para la siguiente década, creció drásticamente a 281 millones. Es aproximadamente 3.5% de la población mundial. India, Rusia, China, México, Venezuela y Siria son los de mayor emigración. Podemos ver que los desplazamientos no son novedad, solo fueron pasados por alto. Un manejo paupérrimo de la problemática radicalizó a las masas y a ellos les responden los gobiernos. Justamente durante estas décadas incrementaron las políticas extremas.

Hungría fue pionero en el despertar ultraderechista. Viktor Orbán, primer ministro de 1998 al 2002, inicio una cacería inquisidora de inmigrantes. Incluso amenazó con pena de cárcel para quienes los ayudaran. Desde el 2010, retomó su cargo y continuó con el asedio. La índole xenófoba fue tan grande que en el 2015 se construyeron kilómetros de alambres de espinas a lo largo de las fronteras con Serbia y Croacia. Un caso menos radical fue el de Japón. En el 2009 ofrecía 3 mil dólares a los latinos nacidos en el país nipón para que se vayan. Luego fueron ablandando las medidas.

Italia es un caso particularmente brusco. Durante el gobierno de Sergio Mattarella comenzaron a supervisar los puertos y amagaron con cerrarlos para impedir desembarcos. En el 2018 aprobaron el “Decreto Salvini”, tomando el nombre del ministro del Interior. La primera arremetida fue el desalojo del segundo mayor centro de acogida migrante. Se limitaron las protecciones de refugiados y facilitaron las expulsiones.

En octubre del 2022, Giorgia Meloni asumió el cargo de presidenta en Italia. “De Giorgio a Giorgia” fue su eslogan haciendo referencia al dictador Benito Mussolini. Eso ya explica bastante. Los migrantes que cruzan el mediterráneo, en muchos casos haciendo de ese mar su tumba, tienen acceso negado al territorio. Pero eso no es lo más escandaloso. Los que llegaron de manera clandestina son escogidos al azar y encerrados en “centros de repatriación permanente”, funcionan como cárceles, pero con convictos inocentes.

En Australia, 2019, ganó el partido conservador Coalición Liberal-Nacional. Bajo la estrategia “Fronteras Soberanas” regularon los flujos migratorios, dificultaron el acceso a la visa e impedían el desembarco de refugiados, principalmente indonesios.

En Estados Unidos, bajo el mandato de Donald Trump se inició la construcción de una muralla que se prolonga por toda la frontera con México.  Un ataque letal sumado a las balas rancheras que apuntan a quienes cruzan el Rio Bravo. Echando leña al fuego dijo: “fue un gran error en toda Europa dejar entrar a millones de personas que cambiaron tan fuerte y violentamente su cultura”. Luego de su mandato la tendencia no se detuvo. El actual gobernador de Florida, Ron DeSantis pone limitaciones inviables para los trabajadores ilegales que sostienen la economía del país.

La ultraderecha no es la única enaltecida y contagiada por políticas antinmigrantes, los países nórdicos socialdemócratas también han caído en la misma inclinación. Dinamarca, que era reconocida por el buen trato hacia los refugiados, pasó de un paraíso liberal a una isla de destierro. Estos comenzaron a ser expulsados a otros países fuera de la Unión Europea. Se anunció que los refugiados ya no eran bienvenidos.

Finlandia, con su nuevo gobierno conservador, tras desbancar a la socialdemocracia, se une a la dinámica que se extiende en los países nórdicos. Todo detonado por la explosión migratoria del 2015 que intoxicó las tendencias sociales. Los permisos de residencia y ciudadanía han sido endurecidos. Las condenas penales serán más duras para extranjeros y las brutales medidas fronterizas han reducido la entrada de ilegales.

La xenofobia colectiva se propaga rápido y en Perú ya se respira. El líder etnocacerista, Antauro Humala, quiere crear campos de concentración para los venezolanos y dice: “Soy xenófobo y a mucha honra”. El actual alcalde de Lima, Rafael López Aliaga mencionó: “Creo que el Perú debería ir más allá de expulsar: empadronar a todas las personas extranjeras y darles un plazo. Si no lo hacen se les expulsa. No podemos ser tan buena gente”.

La explosión migratoria de refugiados y desplazados vino con racismo, xenofobia y actitudes excluyentes de parte de los países donde llegaron. Surgió una tendencia antimigratoria plagada de discursos de odio. Los partidos políticos lo usaron como alimento y con medidas populistas llegaron al poder mandatos de extrema. Es increíble cómo algo tan humano como la migración haya despertado un monstruo hambriento de aversión. Tanto la derecha como la izquierda. Los ultras han renacido por la inmigración y la tendencia no parece detenerse ¿Qué será de aquellos cuya patria los ha abandonado? Las políticas antimigratorias, el extremismo y la xenofobia populista son hechos que van en contra del valor más sagrado que debería preservar Occidente: la libertad.

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[LA COLUMNA DECA(N)DENTE]  La hipocresía es un fenómeno complejo que se ha manifestado en la política durante siglos. El término se originó en la Grecia antigua, donde los actores cambiaban sus máscaras y comportamientos para interpretar a diferentes personajes. Con el tiempo, el significado de la palabra «hipocresía» evolucionó para referirse a la discrepancia entre lo que una persona dice y lo que realmente hace, especialmente cuando alguien muestra una falsa virtud, moral o sinceridad.

En el ámbito político, la hipocresía puede adoptar muchas formas. Una de las formas más comunes es cuando los políticos hacen promesas que luego no cumplen. Esto puede incluir promesas sobre políticas, reformas o acciones específicas que no se materializan. Esta forma de hipocresía se debe a menudo a limitaciones políticas, financieras o burocráticas que pueden hacer que sea difícil cumplir con todas las promesas hechas durante la campaña electoral. Otra forma es cuando algunos políticos pueden adoptar un discurso público que difiere significativamente de sus creencias o intenciones reales. Pueden expresar apoyo a ciertas políticas o valores en público mientras actúan de manera contraria en privado. Esto a veces se hace para evitar mayores controversias.

Por ejemplo, luego de las primeras ejecuciones extrajudiciales en diciembre del año pasado, la Fiscalía intervino. La presidenta Boluarte y el premier Alberto Otárola públicamente saludaron el inicio de las diligencias y expresaron su compromiso de otorgar todas las facilidades para el esclarecimiento oportuno de lo sucedido. Sin embargo, nueve meses después, ambos solicitaron discretamente a la Fiscal de la Nación que se archive la investigación, según informó el semanario ´Hildebrandt en sus trece´ la semana pasada.

De igual modo, en algunas conferencias de prensa o presentaciones públicas, Boluarte responsabilizó de las muertes a los «ponchos rojos» bolivianos, a una avalancha de cinco mil personas y, recientemente, a los propios ciudadanos muertos. Esta retórica pública contrasta con lo declarado ante la Fiscalía, donde señaló que solo tiene «mando» y no «comando». Es decir, ella se exime de responsabilidad alguna y de manera implícita hace responsables a policías y militares.

¿Cuándo el papa Francisco le pregunte sobre la situación de los derechos humanos en el país y las 49 ejecuciones extrajudiciales, o si tomó en cuenta las palabras de su Nuncio Apostólico, Mons. Paolo Rocco Gualtieri, quien señaló que “ignorar la existencia y los derechos de los demás, tarde o temprano, provoca alguna forma de violencia inesperada, como estamos siendo testigos actualmente”? ¿Boluarte le responderá que el Perú es un país respetuoso de la democracia, del estado de derecho, de los derechos humanos y del derecho internacional, como lo dijo en la ONU?

La hipocresía en la política es un problema serio, que tiene consecuencias negativas para la sociedad. La hipocresía daña la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes y provoca la pérdida de legitimidad de los mismos. Por eso mismo, para nuestra democracia es un costo muy alto seguir manteniendo hipócritas que gobiernan y cínicos y mentirosos que legislan.

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