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Opinión

Entre tanto, la comunidad inversora, los liderazgos políticos alternativos de la oposición (que anidan fuera del Congreso) y líderes de opinión, mejor será que nos hagamos a la idea de que veremos al Perú deteriorándose sin pausa en los más de cuatro años que le restan de mandato al gobierno actual, generando, terriblemente, las condiciones para que el 2026 la cuestión electoral sea aún peor que el 2021. La inacción o indolencia de la oposición parlamentaria corrobora que no tiene la talla para resolver el problema que sufrimos los peruanos de a pie, que no recibimos un seguro sueldo público y no tenemos las gollerías del poder.

 

 

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Congreso de la República

Eso genera que la política en el país, sin un espacio de competencia regulada (que podría ser a nivel de “marcas” como atajos de interpretación o de identidades claras), sea más interpersonal y por lo tanto retorica. Se deja de lado la ideología y prevalece el discurso. El problema es que ese discurso muchas veces distorsiona los criterios de la realidad “objetiva”, pero eso no importa, porque de lo que se trata es de sembrar elementos de argumentación.

Todos quieren asamblea constituyente o nadie quiere asamblea constituyente son absolutos con los que nos hemos acostumbrado a vivir en el país. Mencionar huecos en uno u otro discurso equivale a ganarse la sentencia de “vendido” al otro. Esos criterios de realidad contrapuestos son parte de un mismo escenario y conviven casi armoniosamente. Eso es curiosamente lo que mantiene en el poder al presidente Castillo: la oposición de dos discursos que neutraliza la expectativa de cambio.

A nivel de cómo este escenario funciona en el ciudadano elector, Simon Locke trabaja el tema en un compendio reciente de temas en psicología política. Para Locke, [5] la existencia de diferentes versiones de la realidad nos enfrenta a un dilema fundamental: 

¿es algo que existe en el mundo real, o simplemente una construcción humana, una invención de la persona que lo presenta? 

Este dilema está presente de manera constante. Lo que ocurre es que siempre tenemos los recursos para manejarlo, para justificarlo, para tratar una versión de una manera particular. Por ejemplo, un paradigma aceptado en la sociedad es presentar nuestra versión preferida como «científica», lo que le da una entrada importante a la discusión pública. Por ejemplo, el debate sobre la vacuna en tiempos de cuarentena COVID, se trató de llevar por ahí, recordemos la “vacuna peruana” de Chincha nomás.  

Locke también indica que “el discurso es siempre retórico, en el sentido de que todo lo que se dice o escribe es una versión presentada en relación con otras versiones competidoras potenciales o reales”. Para cada descripción del lado del objeto, hay una alternativa del lado del sujeto; y para cualquier afirmación empírica, se puede presentar una contingencia en oposición. Así es como las personas justifican y legitiman puntos de vista y deslegitiman puntos de vista opuestos. Se emplea el razonamiento argumentativo, buscando persuadir a otros (o incluso a ellos mismos) para que vean las cosas de una manera en lugar de otra

Los argumentos no existen simplemente como objetos que nos rondan por casualidad; surgen porque la gente los hace usando el lenguaje que proporciona nuestro mundo social. Como destacamos en un artículo pasado, donde citamos el trabajo de Montell sobre el lenguaje de culto: “Lo que ha hecho que la gente se adhiera a grupos de esta naturaleza es el lenguaje. Desde la astuta redefinición de palabras existentes (y la invención de nuevas) hasta eufemismos poderosos, códigos secretos, renombramientos, palabras de moda, cánticos y mantras, «hablar en lenguas», silencio forzado, incluso hashtags, el lenguaje es el medio clave por el cual todos se producen grados de influencia de culto.”[6]

El lenguaje nos permite representar la realidad de múltiples formas; es un depósito de argumentos que se expresan ​​en dichos cotidianos que resumen puntos de vista contrastantes. Estos dichos son persuasivos; estimulan nuestro pensamiento, que luego retroalimenta al mundo social del que se origina, reafirmando los argumentos a medida que se esfuerza por resolverlos. 

En resumen, parte del gran problema que estamos enfrentando es que no analizamos la oferta electoral desde el voto sino de manera previa. Así va a ser difícil entender qué pasó realmente. Una de las hipótesis que acá esbozamos es que esa oferta no está dada por marcas políticas (como atajos de promesas, planes, organización e ideología) sino por personas. Eso hace que el debate político se transforme de lo ideológico a lo personal. Lo que genera marcos de referencia que estamos recién empezando a ver y que pueden relacionarse más con elementos del lenguaje -discursivos- que con una acción política real.

 

[1] Mona Moufahim (ed.): Political Branding in Turbulent times (2022). Palgrave Macmillan.

[2] Pich & Armannsdottir (2022): Political Brand Identity and Image: Manifestations, Challenges and Tensions. En: Moufahim (2022)

[3] Un buen ejemplo de esto lo da el periodista Diego Salazar en el recomendable artículo: https://www.washingtonpost.com/es/post-opinion/2022/04/25/peru-crisis-politica-2022-iep-barometro-de-las-america-pedro-castillo-salvador-del-solar-francisco-sagasti/

[4] Lilleker, D. (2005). The impact of political marketing on internal party democracy.

[5] Locke (2018): The Politics of Psychological Language: Discourse and Rhetoric. En: Political Psychology. A Social Psychological Approach. The British Psychological Society.

[6] https://sudaca.pe/noticia/opinion/los-peligros-del-lenguaje/

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Pedro Castillo

Por ejemplo, esto viene sucediendo actualmente en torno al tema de la seguridad, de las políticas sociales y de la ejecución del presupuesto público en el marco de la descentralización. Actúan coyunturalmente, pero no es que se haya perdido el interés en los asuntos públicos, sino que se ha modificado la participación política en torno a lo político.

 

 

 

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Democracia, Gobierno

Hablaba de la izquierda. El 5 de abril de 1992 Fujimori clausuró el sistema de partidos políticos más potente de la historia republicana del Perú, uno que se inauguró el día que se instaló la Asamblea Constituyente de 1978. Desde entonces, hasta el 5 de abril de 1992, y a pesar de todos los problemas que son materia de otra nota, tuvimos derecha, centro derecha, centro izquierda y varios partidos de izquierda marxista: había partidos políticos para todos los gustos. Sin embargo, la recuperación de la democracia en 2000 significó una gran oportunidad para rehacer esa partidocracia golpeada, o construir una nueva sobre sus bases y la izquierda estuvo a la vanguardia, obtuvo posiciones de privilegio, ministerios, la dirección de la CVR desde el gobierno de Valentín Paniagua pero nunca surgió de su seno un proyecto de partido o de frente de izquierda democrática e institucionalista que hoy necesitaríamos a gritos para enfrentar a los extremismos, de izquierda y de derecha que nos están sitiando, de allí mi reiterada crítica. 

Por supuesto que la izquierda no es la única vela en el entierro de la partidocracia peruana, el APRA sucumbió sumida en el caudillismo, mientras que a Acción Popular le han sentado muy bien las renovadas formas del neoclientelismo patrimonial que remite a la vieja política del siglo XIX. El triste gobierno de Manuel Merino es prueba patente de ello. 

En suma, en unas eventuales elecciones generales de 2023 la mayoría de las ofertas políticas se reclutarían, precisamente, de esos potentados provinciales que se mueven bajo las formas del clientelismo patrimonial, y que entienden el acceso al poder como la posibilidad del enriquecimiento ilícito y del fortalecimiento de sus redes locales. Por cierto, grandes grupos de poder en Lima, concilian con dichos intereses y defienden los suyos que poco o nada tiene que hacer con el bien común. 

Quienes no aparecen, ni a lo lejos, ni de cerca, son las opciones institucionales que puedan hacerles frente a todo el enorme espectro político peruano que combina clientelismo, patrimonialismo con extremismos de izquierda y de derecha. Así las cosas, en 2023 asistiríamos a una versión peruana de El mito del eterno retorno, y elegiríamos más de lo mismo, a no ser que la iniciativa de Francisco Sagasti, la de recaudar firmar para una iniciativa de reforma constitucional, devenga en un potente y entusiasta movimiento cívico y ciudadano, que nos recuerde noviembre de 2020, y desde el cual se reúnan las fuerzas que aún ven en el Perú una auténtica Utopía Republicana, que aspira al desarrollo de la nación en su conjunto.

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Elecciones, Gobierno, Pedro Castillo

 Muchos poetas han escrito al respecto, muchos cantantes han compuesto sobre ese ser que, para algunos, y no sin razón, tiene un toque de divinidad. Para mí es un honor poder desearle a mi madre un lindo día y agradecerle públicamente todo lo que ella ha hecho por mí y por mi hija.

Así que aprovechemos para engreírlas y mimarlas y darles todo el amor, el cariño y el tiempo que se merecen. Porque si no, como decía nuestro decimero mayor, Nicomedes Santa Cruz,

Este domingo de mayo vergüenza debiera de darme,

marcar el día la hora y premeditar el instante

tomar del año un minuto para querer a la madre…

Este domingo de mayo vergüenza debiera darme…

¿Pero acaso solo un día al año debemos de ofrecerles nuestro amor? Mantengámonos en contacto constante, que a ellas les debemos todo. La especie humana –y en realidad, todas las especies– desaparecería sin ellas.

¡Feliz día de la Madre, mujeres guerreras, fuertes y hermosas!

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Feliz día de la Madre

El concierto arrancó con Detroit rock city -que fue la del cierre la primera vez- y una batería de explosivos que parecían querer derribar el lugar. En la previa, extremadamente larga por culpa de los organizadores que no debieron hacer el show en ese sitio, desfilaron desde Aerosmith, Motörhead, Def Leppard y ¡Kool & The Gang! (como que ya no sabían qué más canciones poner). Finalmente, fue el himno Rock and roll de Led Zeppelin el que anunció que, por fin, comenzaría el concierto.   

Lo que vino después fue un setlist que combinó la fuerza setentera de temas como Shout it out loud, Calling Dr. Love, Cold gin -con impresionante segmento de Tommy Thayer lanzando bombardas desde su brillante Gibson- con temas de su periodo sin maquillajes, como Lick it up, Tears are falling o Heaven’s on fire, más parecidas a la onda del glam metal de bandas como Poison o Mötley Crüe. Si bien la voz de Paul Stanley está un poco desgastada en comparación a lo que lograba hacer en poderosos álbumes en vivo como Alive (1976) o Alive III (1993), su carisma como showman y, especialmente, su talento como guitarrista, lo convierten en uno de los personajes más representativos de ese rock clásico que ya casi no es posible verse en ninguna parte. 

La sensualidad andrógina de Paul Stanley y la risueña oscuridad de Gene Simmons se apoderaron del público en temas como Deuce, de su primer álbum, en el que aprovecharon para proyectar antiguas imágenes en blanco y negro de la banda. Los desplazamientos de la banda, conocidos para los fans más fieles, hicieron delirar a las casi 25 mil personas que esa noche fueron testigos de un espectáculo único en su género, inigualable. Cada una de las canciones fueron coreadas sin descanso y los miembros hicieron de las suyas en reciprocidad, dando todo de sí y cumpliendo lo prometido, a pesar de la mala organización.

Paul Stanley sedujo al público con sus sugerentes bailes y posturas, voló por los aires hasta la mitad del campo durante Love gun y la infaltable I was made for loving you e hizo añicos una hermosa guitarra delante del boquiabierto público, casi al final del show. Gene Simmons señaló a todo el mundo, desplegó todo su catálogo de gestos y movimientos, escupió fuego (al final de I love it loud) y vomitó sangre en la introducción de God of thunder, mientras observaba de brazos cruzados y con rostro severo, graciosamente endemoniado, al público. Tommy Thayer ofreció una vez más, una muy convincente combinación del virtuosismo inspirado e intuitivo de Ace Frehley y la prolija técnica de Bruce Kulick (guitarristas previos del grupo). Y Eric Singer, curtido hombre de tambores, estructuró estremecedores solos de batería sobre una plataforma que, casi como una nave espacial, parecía despegar hasta el infinito en medio de una lluvia de fuego y explosiones en Black diamond y 100,000 years, dos alucinantes canciones de su primera época.

Entre las sorpresas del setlist estuvo la inclusión de uno de los mejores temas de su último tramo antes de revelar sus rostros al público, War machine (Creatures of the night, 1982), además de Say yeah, del disco Sonic boom, su penúltima producción discográfica en estudio) y Psycho circus, con imágenes en pantalla alusivas al arte de carátula de aquel disco en que se reunieron los cuatro miembros originales, de 1998. El cierre llegó con Beth, la emotiva balada del álbum Destroyer (1976) que Eric Singer interpreta de excelente forma, Do you love me y una masiva lluvia de papel picado durante Rock and roll all nite. Sin lugar a dudas, este ha sido el mejor concierto que ha visto Lima en la era post-COVID 19, y será difícil igualarlo.

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concierto Kiss, Kiss, Kiss en Perú

Así es Manuela, hoy en el bicentenario, las mujeres son activas luchadoras contra la criminalidad. Por dos años y medio tuve el honor de ser Defensora del Policía, velar por los derechos humanos del personal policial y soy testigo de la contribución de las mujeres en la lucha contra la criminalidad así como la prevención del delito en sus diferentes formas. No tienen condiciones igualitarias pero ellas luchan, avanzan contra una organización muy masculina. En unos pocos años contaremos con Generalas de Armas ya que actualmente tenemos Coronelas de Armas. Como sociedad debemos garantizar que eso ocurra.

En estos tiempos de pandemia, las oficiales de servicios han salido a salvar vidas a través de la Sanidad Policial. No puedo dejar de reconocer a las 1442 mujeres oficiales de servicios cuyo grueso se encuentra en la sanidad compuesto por profesionales de la salud que se asimilan a la PNP.  Ellas son las enfermeras, técnicas, médicos  que han luchado frente al COVID19 en estos tiempos de emergencia sanitaria. A ellas un fuerte agradecimiento por cuidarnos durante estos dos años de pandemia. 

La contribución de las mujeres en la carrera pública, como te comente una carta anterior,  es importantísimo. Identificar la diversidad de trabajos que desempeñan así como sus retos nos lleva a una sociedad más igualitaria. Como dice su himno:

Sin fatiga sin tregua, con honor hasta el fin

Siempre habrá un policía, presto a servir

Listo a morir por el Perú

Feliz día de la Mujer Policía.

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PNP, Policía Nacional

Y así como en el texto cervantino el juego de las identidades resulta crucial, en el de Rushdie no es un detalle menor. Por ejemplo, el propio Rushdie se incorpora al mundo ficticio bajo la máscara de una improbable Salma R (reencarnación de Dulcinea), a quien Quijote le envía una esquela amorosa que dice, entre otras cosas: “Es usted mi Grial y ésta es mi búsqueda. Inclino la cabeza ante su belleza. Soy y seré siempre su caballero”. 

No hace falta recordar la intensidad con que Don Quijote reclama a Dulcinea en una carta que es realmente de antología, donde quedan frases para la eternidad, como el pasaje donde brilla la exclamación: “¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!”.

Borges señalaba que una de las claves de lectura de Don Quijote radicaba en su capacidad de contraponer “a un mundo imaginario poético, un mundo real prosaico”. Esta afirmación está plenamente representada en la misiva de Quijote a Salma R: está escrita en una caligrafía exquisita, pero sobre un papel burdo y ordinario. El propio Borges intentaba imaginar, como dice en sus propias palabras, “a un novelista de nuestro tiempo que destacara con sentido paródico las estaciones de aprovisionamiento de nafta”. Ese novelista es, sin duda, Salman Rushdie quien, con una parodia brillante, mantiene viva la llama de uno de los mejores libros que se hayan escrito jamás y nos devuelve un caballero que, a punta de idealismo y de una imaginación enajenada, nos enrostra algunas miserias del prosaico y cruento mundo de hoy. 

Salman Rushdie. Quijote. Traducción de Javier Calvo. Bogotá: Seix Barral, 2020.

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Salman Rushdie

Cuando el presidente Castillo era un niño, sus profesores le enseñaron lo que pudieron para que formara parte de la primera generación en su familia que supiera leer y escribir. También le enseñaron a memorizar y sin duda lo castigaron si lo encontraron plagiando o soplando durante alguna prueba que tuviera que rendir. Concluida la secundaria, el presidente Castillo entró a uno de los institutos pedagógicos reabiertos para seguir la carrera de educación. Existen estudios muy buenos sobre la mala formación que recibían en aquel entonces los jóvenes que se convertirían en los nuevos profesores del país. Después obtuvo su bachillerato en una sede de la Universidad César Vallejo, que en aquel entonces era una institución libremente improvisada, y luego, obligado por la reforma magisterial que comenzó el año 2007 para conseguir docentes realmente bien formados, siguió una maestría que requiere una tesis para la titulación. 

Hacer una tesis no es una tarea sencilla. Hasta ahora no queda claro por qué se pide para obtener el título de todas las carreras universitarias, cuando se trata de una investigación sustentada académicamente y en la mayoría de ellas esa labor no forma parte del perfil profesional.  Sin embargo, una maestría en psicología educativa, ¿cómo no la va a solicitar? Pero revisando la formación del presidente, ¿una persona con esa formación podría aprender a hacerla en el breve plazo de una maestría? 

Sea cual sea la forma en la que el presidente Castillo y su esposa consiguieron la tesis (les fue obsequiada, la mandaron a hacer o la plagiaron ellos mismos), era imprescindible para mantenerse en la carrera magisterial. El tema está en que no sólo han sido ellos. Sino que gracias a universidades como César Vallejo a las que no les importó si sus egresados sabían o no investigar, miles de docentes que se han encargado de la educación de cerca de la mitad del país se mantienen hasta hoy en su carrera magisterial gracias al plage más grande que hubiesen podido utilizar, sin el peligroso reto de tenerlo que esconder.

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Pedro Castillo, plagio
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