Opinión

Empecé a identificarme con el feminismo hace casi dos décadas, era muy joven y había algo en mí que me hacía indignarme frente a aquello que – a los ojos de gran parte de la población – parecía natural, eso que justamente entraba en el orden de lo “normal” me sonaba muy extraño, pero también me hería de diferentes formas. 

Por indignación frente a las injusticias, por vivencias propias y ajenas me fui metiendo en un mundo de cuestionamientos, de críticas al statu quo, fui rompiendo la indiferencia frente a la desigualdad y la violencia, pero con lentes feministas. En ese camino encontré a otras “locas”, otras “brujas” como yo, con quienes me fui identificando, mujeres que veía luchar, reflexionar, debatir y cuestionar; siempre pensando en construir un sueño, una utopía. 

Se ha construido feminismo desde diferentes espacios, la reflexión colectiva e individual no se ha dado desde un solo lugar. Hemos sido y somos diversas.  Feministas en ONGs, en los centros de estudio, en las calles, activistas, mujeres con lógicas diferentes, jamás hemos sido homogéneas, pero siempre se ha tenido una construcción activa y constante de conocimiento y una gran capacidad para detonar la acción social.  

Si recorro los últimos 18 años, he observado encuentros, desencuentros, nudos, entrampamientos, duras discusiones, pero también diálogos, reflexión profunda, solidaridad, sororidad, empatía, construcción colectiva, movilización social y una fuerte visibillización de las sujetas políticas, lo que ha sido fundamental para exigir el reconocimiento de derechos.

Mi memoria vivencial solo recorre estas casi dos décadas, pero el feminismo en el Perú es mucho más antiguo y ha pasado por diferentes momentos; es un movimiento vivo, potente, en donde han existido y existirán diferencias profundas que detonarán debates, algunos nudos que habrá que ir desatando, reflejándose así nuestra fuerza y diversidad de pensamiento. 

A la par que el feminismo avanza, también lo hacen sus detractores, el patriarcado se defiende y reacciona con especial ferocidad y sanción contra quiénes se atreven a cuestionar sus mandatos; se fortalece de la mano de un modelo de desarrollo deshumanizante para mantener el orden de estatus diferenciado. En estos escenarios, de avance de los fundamentalismos y los sectores antiderechos el rol de los feminismos, de sus organizaciones, colectivas y activistas es crucial. La actitud de permanente critica contestaria, así como de análisis y reflexión interseccional es clave en tiempos donde lo que se encuentra en disputa es la idea de bienestar y de desarrollo. 

Pensar que el feminismo debe ser homogéneo es un error, creo que es clave reconocer las diferencias como parte de un todo y desde ahí construir las diversas memorias y los caminos hacia un futuro plagado de desafíos. No creo que sea imperativo ni saludable que todas estemos perfectamente coordinadas o articuladas, pero si se necesita reconocer el camino recorrido, comprender la historicidad de los procesos y sobre todo rechazar narrativas que, muchas veces, basadas en datos errados o inexactos, buscan estigmatizar o invalidar a las feministas que luchan desde uno u otro escenario.

Reconocer el aporte de todas, de las que construyen desde la teoría, desde las calles, desde las ONGs o cualquier otro espacio es clave. Recuperar las memorias, reconocer los aportes mutuos, enriquecernos con ellos, superar las divisiones es parte de lo que tiene pendiente el feminismo para seguir fortaleciéndose en su diversidad.

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Tiene razón Felipe Ortiz de Zevallos cuando, en entrevista dominical en El Comercio, reclama la existencia de un centro político, como manera de fortalecer la democracia y su viabilidad, y de darle, al país, un eje de acción.

El desafío planteado comienza, sin embargo, cuando se trata de configurar ideológicamente ese centro. Porque claramente, no se trata de instituir una constelación promedial, sin controversia ni zanjamiento en cuestiones cruciales. Se busca un centro, no un punto medio aguachento.

Y eso pasa, claro está, por una postura alejada de los extremismos revolucionarios de la izquierda y los pasadismos conservadores de la derecha. Ni la dinamitación del statu quo ni su cimentación eterna.

En esa perspectiva, la única manera de que el centro no sea tan solo un polo inercial, carente de sentido reformista, es que se imbuya de una ideología liberal, capaz de plantear reformas estructurales importantes para la profundización del capitalismo competitivo (no el mercantilista que nos define) y, a la vez, para la institucionalización operativa de la democracia (no el sistema político electoral vacío de representación eficaz que hoy nos caracteriza).

Porque si el centro no se imbuye de liberalismo, será más de lo mismo que hemos tenido durante la transición post Fujimori y que explica, en gran medida, por qué el país terminó pateando el tablero y optando por un candidato disruptivo, a pesar de los indudables beneficios socioeconómicos que conllevó el proceso de semimercado desplegado (si hubiera habido política promercado en estos últimos 25 años, el Perú ya sería un país cercano a los indicadores de desarrollo primermundista).

Ese centro liberal bien puede albergar un ala de derecha y otra de izquierda, dependiendo de cuánto papel se le quiera otorgar al Estado en determinados aspectos (salud y educación pública, políticas sociales, derechos ciudadanos, etc.), pero adquirirá consistencia si pasa por una clara definición promercado y prodemocracia, por encima de cualquier circunstancia y sin ningún atenuante.

Ese centro se necesita en el Perú, capaz de ser, además, un polo de atracción creciente de filiaciones izquierdistas y derechistas que vayan migrando de posturas disidentes o reaccionarias, hacia fórmulas de cambios importantes, pero dentro de la gradualidad que exige la democracia.

Este centro, como tarea pendiente, por cierto, es algo muy lejano de lo que hoy, por un descarte topográfico (lo que no es, por un lado, Perú Libre o Juntos por el Perú, y no es, por el otro lado, Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País), llamamos así, generosa e injustamente. Un centro republicano y liberal, a fondo, es lo que el Perú requiere para recuperar la utopía bicentenaria.

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Alberto Fujimori, centro político, El Comercio, Felipe Ortiz de Zevallos

Al tercer día de la designación del Ministro de Educación, un asesor diligente le alcanzó un informe sobre la situación de las universidades públicas y privadas en los rankings internacionales, una de las metodologías usadas para medir la calidad de las universidades, durante el 2020 y el 2021. El Ministro se detuvo en los debates acerca de la pertinencia y el objetivo de llevar a cabo tal medición, en los indicadores seleccionados para la misma y en los sesgos predecibles. Es más, puso particular atención a los resultados de dos reconocidos rankings: Times Higher Education y QS Latin America University Rankings. 

En el Times Higher Education, a julio del 2021, figuraban ocho universidades nacionales en el ranking de las mejores universidades de América Latina y el Caribe. Dos más que en el 2020. Entre las 100 primeras, de un total de 177, se encontraban dos universidades privadas: la Pontificia Universidad Católica del Perú (puesto 36) y la Universidad Cayetano Heredia (puesto 51); y dos universidades públicas: la Universidad Nacional Agraria La Molina (puesto 76) y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (puesto 81). Las otras cuatro, ubicadas a partir del puesto 151, eran las siguientes: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, Universidad San Ignacio de Loyola, Universidad San Martín de Porres y Universidad Científica del Sur. 

En tanto, en el QS Latin America University Rankings 2020, entre las 100 primeras, se ubicaban la Pontificia Universidad Católica del Perú (puesto 18), la Universidad Cayetano Heredia (puesto 73) y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (puesto 68). Al año siguiente, a las tres universidades señaladas, se sumó la Universidad del Pacífico (puesto 95). Entre uno y otro año,  con la excepción de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, mejoraron su ubicación en el ranking. De igual modo, el Ministro revisó con detenimiento los 16 indicadores que utiliza QS para formular sus rankings, algunos de los cuales los asoció con los estándares mínimos o Condiciones Básicas de Calidad que las universidades deberían contar para licenciarse tales como las de disponibilidad de docentes calificados, producción académica y mecanismos de inserción laboral para sus egresados. 

Asimismo, recordó algunas de las conclusiones del II Informe Bienal sobre la realidad universitaria en el Perú elaborado por la Superintendencia de Educación Superior Universitaria (Sunedu) en cuanto a los resultados de la investigación y su publicación en revistas indexadas. Así, entre el 2014 y el 2020, su número se triplicó pasando de 1770 a 5823; y el Ranking nacional de universidades según investigación. El cual se elaboró para que se contara con un indicador de la producción científica de la investigación universitaria según estándares internacionales de calidad. 

En su formulación se empleó la información de los documentos de todas las disciplinas publicados en revistas indexadas por Web of Science (WoS) y Scopus por separado, dos bases de datos reconocidas por sus rigurosos estándares editoriales y científicos. Así en el Ranking general – Wos la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Universidad de Ingeniería y Tecnología y Universidad Nacional Agraria La Molina ocuparon los cinco primeros puestos. Mientras que en el Ranking general – Scopus, en las cinco primeras ubicaciones, figuraban la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Universidad Nacional Agraria La Molina y Universidad Científica del Sur. 

El posicionamiento e incremento de las universidades en los rankings internacionales; el aumento de publicaciones en revistas indexadas producto de las investigaciones llevadas a cabo;  y la elaboración de un ranking de universidades según su producción científica e impacto confirmaron al Ministro que la reforma universitaria había encaminado a las universidades licenciadas por la ruta de la mejora continua y la prestación de una educación de calidad en beneficio de sus comunidades académicas y el país. Por eso mismo, reafirmó su decisión de defenderla y profundizarla. Esta ficción sobre el Ministro y su postura favorable a la reforma universitaria ojalá se haga realidad. 

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reforma universitaria, SUNEDU, universidades

Leyendo Ojo por Ojo de Umberto Jara, me topé con un párrafo sobre el accionar de Vladimiro Montesinos que decía lo siguiente: “Montesinos […] pasó a controlar las fuerzas armadas y policiales en su totalidad […] e impuso en los principales cargos a sus compañeros de promoción sin importar méritos o capacidades.” ¿Esto les suena familiar? Muy parecido al reciente escándalo por los ascensos forzados en las FFAA donde Castillo buscó influir para ascender a dos coroneles que, coincidentemente, nacieron en el mismo distrito del actual presidente.

Definitivamente en el Perú, apostar por la calidad y la meritocracia no siempre han sido prioritarios, y es algo que venimos viendo desde hace muchos años, no solo en la política peruana sino también en otros sectores como educación. 

El documento “Marco Conceptual del Grupo de Directivos Públicos del Servicio Civil Peruano” publicado por SERVIR señala que el 80% de los puestos directivos del Estado serán ocupados por profesionales seleccionados en concursos públicos competitivos, dejándose un 20% para cargos de confianza, pero que deben cumplir con el perfil del puesto (Fuente: SERVIR). Y hoy en día, el mismo Congreso está buscando vulnerar esto con la modificación de la Ley de Reforma Magisterial.

Este año, la Prueba Única Nacional, que es la evaluación que deben rendir todos los docentes para postular a una plaza en 2022-2023, fue filtrada, y el Minedu amplió los contratos para asegurar la presencia de maestros en marzo próximo. El Congreso aprobó eliminar esta prueba en el 2021, y además de eso, aprobó incorporar a la carrera pública magisterial a todos los profesores que trabajan en instituciones educativas que no son controladas por el MINEDU, sino por MINDEF o MININTER, sin que deban aprobar previamente la Prueba Única Nacional. ¿Dónde quedó la meritocracia? Si el mismo Congreso parece estar en contra de ella, y supuestamente son quienes representan a todos los peruanos, entonces, ¿qué podemos esperar? 

Definitivamente estamos lejos de tener un cambio en los ámbitos mencionados. Los años pasan, y nada cambia, y al parecer, siempre hay intereses ocultos que prevalecen sobre el bienestar del país. Y el problema no solo es que escogemos mal a nuestros líderes políticos, sino que el sistema tampoco ayuda. Hace unos años se aprobó la no reelección de congresistas, lo cual yo creo que es un craso error y, además, uno de los factores por los cuales no existe la carrera política, ni tenemos buenas opciones para elegir. Como menciona Martín Hidalgo en su libro Congresopedia, “Al no poder reelegir a sus cuadros, los partidos han optado por buscar personalidades de distintos rubros sin detenerse a pensar en la importancia de la carrera política, y específicamente la especialización parlamentaria”.

Por eso mismo no sorprende ver a exfutbolistas postulando a cargos públicos como George Forsyth, Jean Ferrari o el Coyote Rivera, o a una actriz como Vanessa Terkes postulando al Congreso. Aparte de Forsyth, ninguno de los demás mencionados tenía alguna experiencia legislativa, y muchos partidos recurren a estas personalidades para ganar votos y lograr pasar la valla electoral. Actualmente tenemos congresistas que parecen luchar por presentar el mayor número de iniciativas donde figure su nombre, antes que presentar proyectos de ley que realmente aporten, o siquiera conocer bien el reglamento en lugar de blindar a personajes cuestionables.

Nos urge un cambio. Necesitamos que las personas que trabajan para el país estén ahí por sus capacidades, por su experiencia, por el mérito, no simplemente por contactos, por allegados, o por intereses personales. Y esto precisamente juega un rol sumamente importante en la corrupción que nos aqueja hoy en día. No sigamos permitiendo que quienes nos gobiernan continúen haciendo del Estado su tablero de ajedrez. Alcemos la voz de ser necesario, informémonos para estar al tanto de lo que sucede con nuestro país, e involucrémonos para generar un cambio. Si nuestras autoridades no lo hacen, no nos quedemos sentados de brazos cruzados.

 

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Congreso de la República, meritocracia, política peruana

La BBC produjo una serie documental llamada “Civilisation” en 1969, conducida por el historiador Kenneth Clark, acerca de la historia del arte, la arquitectura y la filosofía occidental desde la Edad Media hasta el siglo 20. 

En el primer capítulo, Clark se encuentra en París y dice: “Las grandes naciones escriben su autobiografía en tres manuscritos: el libro de sus actos, el libro de sus palabras y el libro de su arte. Ninguno de estos libros puede ser entendido sin leer los otros dos, pero de los tres el único confiable es el último.”

“¿Qué es civilización?” se pregunta Clark, con las torres de Notre Dame en el fondo. Responde: “No lo sé. No puedo definirla en términos abstractos, pero creo que puedo reconocerla cuando la veo; y la estoy viendo en este momento.” 

Después Clark añade: “Si tuviera que decidir quién dice la verdad respecto a la sociedad, un discurso del ministro de vivienda o las construcciones que fueron ejecutadas durante su mandato, yo diría que las construcciones. 

El documental es realmente extraordinario y está disponible en YouTube, aquí les dejo el vínculo al primer capítulo (son 13 en total): https://www.youtube.com/watch?v=JxEJn7dWY60 

Las sociedades que construyeron grandes obras artísticas y arquitectónicas tuvieron los recursos, la decisión y la capacidad para llevarlas adelante. Tanto los incas como los españoles dejaron grandes obras que todavía podemos apreciar en el Cusco y en los centros históricos de muchas ciudades de nuestro país. 

La RAE define “Civilización” como: “Estadio de progreso material, social, cultural y político propio de las sociedades más avanzadas.” 

El Perú es más libre y democrático que nunca en su historia. Hemos crecido significativamente en lo económico y avanzado sustancialmente en la reducción de la pobreza. Sin embargo, si dentro de trescientos años los historiadores tratarán de evaluarnos por las construcciones que dejamos en esta etapa, no creo que nos tengan en mucha estima.

Nuestras grandes ciudades tienen un centro histórico arquitectónicamente atractivo y relativamente ordenado, fruto de nuestro pasado lejano, pero a medida que avanzamos por la ciudad, la expansión urbana es desordenada, caótica y fea.

¿Por qué no somos capaces de generar espacios públicos de calidad que puedan ser disfrutados y obras que estéticamente perduren en el tiempo? El desorden y fealdad de la expansión urbana es un síntoma más de la enfermedad que aqueja a este país. 

Nuestro sistema de administración municipal y regional adolece de falta de criterio, autoridad y capacidad de gestión. La gran mayoría de alcaldes y gobernadores son aventureros que solo buscan aprovecharse económica y/o políticamente del cargo y no tienen la experiencia ni la preparación para gestionar un distrito, provincia o región.

Los analistas han resaltado el importante crecimiento económico de las últimas dos décadas, pero no han prestado atención a la calidad de vida real de los peruanos. 

Para lograr calidad de vida no solo basta crecimiento, también se necesita ciudades donde sea agradable vivir, con servicios de salud, educación y transporte de calidad, para lo cual se requiere una administración municipal, regional y central con recursos, capacidad de gestión y criterio. 

Somos como una familia con la casa desordenada, los padres constantemente peleando y sin capacidad de resolver los problemas. ¿Qué clase de país le estamos dejando a nuestros hijos? 

Podemos y debemos cambiar para bien. Nos toca luchar contra la incapacidad, el desorden y la corrupción. No podemos permitir que el país se siga administrando de la misma manera. Necesitamos una coalición de hombres y mujeres honestos, que unidos trabajen por un Perú mejor. Capaces de dejar un país que pueda ser admirado por todos.

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La decepción del gobierno de Castillo no proviene solamente de los sectores divergentes de su raíz ideológica. No son solo el centro o la derecha los que lo desaprueban. También, mayoritariamente, la izquierda. Según la última encuesta del IEP, el 42% de los que, en la propia encuesta, se autoidentifican de izquierda, lo aprueba, pero el 50% lo desaprueba.

Si nos guiamos por los segmentos que lo llevaron a la presidencia (zonas rurales y niveles DE), el resultado también es relevante. En el Perú rural el 36% lo aprueba y el 50% lo desaprueba; en el sur el 40% le da nota aprobatoria, pero el 48% le otorga nota negativa; en los niveles socioeconómicos DE, el 34% lo aprueba mientras que el 54% lo desaprueba.

Entre los que se definen de izquierda, 44% considera que tiene capacidad para gobernar frente a un 52% que considera que no la tiene; a un 47% le inspira confianza, mientras que a un 52% no; un 49% de gente de izquierda cree que Castillo no terminará su gobierno frente a un 42% que sí estima que lo culminará: de ese porcentaje (de gente de izquierda) un 60% cree que no acabará por su incapacidad para gobernar y un 46% porque no lo dejan gobernar.

Claramente, la decepción descrita, que ha generado el mediocre gobierno de Castillo en sus primeros cinco meses de gobierno, se extiende a todo el espectro ideológico y a la propia gente que votó por él, que resiente una gestión llena de acciones cuestionables: nombramientos inaceptables, malas decisiones, actos limítrofes con la moral pública, escándalos por doquier, etc.

Algunos sectores radicales podrían interpretar que estos resultados se deben, precisamente, a que Castillo no ha cumplido las promesas refundacionales que se esperaban de él: estatizaciones, expropiaciones, Asamblea Constituyente, caballazos radicales, etc. Pero a la vez, todas las encuestadoras señalan su discrepancia de esta percepción: la mayoría de la población no aprueba una Constituyente, expropiaciones ni acciones radicales.

La decepción social de Castillo es por su mala gestión, por su pésima administración de políticas estatales, por su mal manejo del Estado, por su brutal impericia y falta de propósito de enmienda, por los indicios de corrupción que ya empiezan a asomar, etc. Hasta la propia izquierda y sus bases sociales perciben que algo anda muy mal en el gobierno y se expresan disconformes por esa razón. Ojalá, al menos frente a esos ciudadanos que le dieron su voto, Castillo entienda que debe recapacitar y corregir rumbos.

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gobierno de Castillo, Izquierda, raíz ideológica

Hay una afirmación realizada por el politólogo Martín Tanaka, quien sostiene que en el Perú lo que tenemos no es una derecha o centro derecha que disputa el sentido común en la competencia electoral o en el parlamento a las otras opciones políticas. Afirma que tenemos, ¿sin ideología de por medio en su análisis?, una “ultraderecha”. ¿Cuál es el sostén de esa idea transmitida? Pues el pedido de vacancia presidencial. 

El punto de partida no hace más que poner en cuestión su afirmación que la realidad en estudio. Existen evidentemente en el escenario político apuestas populistas de derecha, que invocan la necesidad de Estado para ciertos temas sociales con más mercado (como es el caso de López Aliaga), existe un anticomunismo en los espectros políticos vinculados al centro y a la derecha dada la experiencia vivida bajo la violencia terrorista ocasionada por Sendero luminoso y el MRTA, pero el pedido de vacancia no es sinónimo de ultraderecha. Revisando la data al respecto, esa ultraderecha al que hace referencia no son más que actitudes políticas vinculadas al fascismo o a estilos dictatoriales. Y eso no es lo que vemos en la oposición de forma general. Pedidos desmedidos sobre la injerencia del Ejercito no es la regla. Es intencional la producción de sentidos que quiere transmitir Martin Tanaka.  

Pero veamos si realmente el gobierno actual y sus aliados pertenecen a la ultraizquierda, que no quiere mencionar por ningún lado el politólogo. La realidad nos señala que el gobierno, dentro del discurso y prácticas gubernamentales, apuesta por medidas sociales sofocando al empresariado nacional. Apuesta por criticar a la minería, cerrar minas y aumentar impuestos a las existentes. No se dirige a los medios de comunicación abanderando la libertad de prensa, se reúne selectivamente con ciertos periodistas. No realiza independencia y transparencia en las licitaciones con el Estado, se reúne en Sarratea o en Palacio con postores que ganarán las licitaciones. No muestra transparencia allanándose a los procesos de investigación que le realizan fiscales, se reúne con la presidenta de la Fiscalía directamente, ¿para qué con ella? 

Ataques directamente a la inversión y a la independencia de poderes es lo que podemos apreciar en un gobierno de ultraizquierda, aupada por Nuevo Perú que no es más que otra organización que tiene ese estilo de liderazgo. Sino qué hacen en el gobierno sus militantes más conspicuos. 

Eso es lo que nos muestra la realidad. 

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Martín Tanaka, MRTA, ultraizquierda

Este 2022 que empieza ya nos tiene con más interrogantes que certezas. En este artículo trataremos de hilvanas algunos escenarios posibles de lo que será el escenario político nacional.

Lo primero es que el show de la vacancia no queda allí, desde luego que continuará. El orden de los factores sí altera el producto. La vacancia es una especie de termómetro de fuerzas políticas y no un mecanismo en última instancia. Entonces, en este país, acostumbrado a que las cosas pasen por fuerza antes que por razón o institución, la vacancia es el inicio de la conversación antes que el fin. Vamos a buscar los argumentos para la vacancia en estos dos meses dice orondo el congresista Montoya y lo aplauden como si descubriera petróleo. No se trata de buscar el argumento, se trata de que haya el argumento para vacar de una manera incuestionable. La vacancia es perniciosa en el debate nacional, por ello es necesario regularla al máximo o jamás saldremos de esta absurda lógica. Apostaría que antes de las elecciones regionales Castillo tendrá una calma chicha a la espera del resultado.

SI algo nos ha enseñado el tratamiento de la pandemia es la necesidad de tener buenos marcos de interpretación de los datos y de un ejercicio sano de la docencia. Hoy vivimos esa realidad cuando desde distintos lados se analiza el anuncio del MEF del crecimiento de la economía peruana para el 2022. Lo bueno es que tenemos el dato. Lo malo es que los legos en economía no sabemos a quién creerle. Que si al gobierno, que si a los opositores. El mismo significa A y B. Agua y aceite. ¿Cómo hacerle? La única forma es siendo honestos y transparentes en el análisis. Otra vez volvemos al inicio. Si dejamos que los sesgos nos coman, estaremos entrampados en la justificación y no en el conocimiento. Así que no tendremos paz. Todo será, como hasta hoy, el espacio de confirmación y no de crítica.

Empezó el carnaval electoral. Y lo digo sin entusiasmo alguno. Carnaval no por fiesta sino más bien por descontrol. Ya Forzai se inscribió en Somos Perú para frenar a la mismocracia haciendo lo único que sabe hacer: siendo parte de ella. No hay político más tradicional hoy que él. Hace todo lo predecible en un político. No será alcalde, es muy poco probable y es muy fusible como candidato. Lopez Aliaga y Urresti aguardan. Se pone de hormiga la elección para las mujeres y para la temática de género.  Y pasará lo de siempre, miraremos solo a Lima. Las encuestas serán solo en Lima. El gran debate será solo de Lima (cómo no recordar a Reggiardo que tiró al tacho su postulación pasada renunciando al debate). Cuando lo que realmente importa para el país estará fuera de Lima. Cómo quedará la correlación de fuerzas allí. Quienes se impondrán allí donde se deciden las elecciones nacionales. Como se construirá el nuevo mapa político del país. ¿AP y APP seguirán con su presencia importante? ¿Aparecerá un nuevo movimiento como Perú Libre? ¿La derecha podrá conquistar espacios locales? ¿El centro encontrará centro? No se lo pierda en breves meses.

Todos los rumores del giro de Castillo hacia la derecha o la izquierda hasta ahora no pasan de ello. Si el buen Waldo será el nuevo MEF o si el nuevo premier será cerronista son incógnitas complicadas. Porque Castillo se encarga de complicar todo con una praxis política indecisa que abre siempre todo tipo de especulación nociva. En todo caso, lo que deja entrever es que quienes señalan que la cabeza del Ejecutivo no tiene ninguna idea de cómo hacer las cosas, gana terreno.

El presidente Castillo no debe tener un solo escándalo más asociado a él. Cada uno que ocurre, mina su credibilidad, su llegada y hasta sus potenciales acuerdos políticos. Después de las elecciones, definida la cancha política, es posible que APP, Podemos y AP lo dejen solo en la cancha. SI no ha logrado establecer una correlación importante, es difícil comprender su destino. Una parte Castillo se lo busca, pero la otra parte está llena de chacales que no han dejado de buscar la grieta para tumbárselo.

Hoy domingo El Comercio inaugura el año con una extensa entrevista a FOZ. Una de las mentes más lúcidas que tiene este país y que merece que se amplíe más el alcance de sus ideas. Interesante giro. Cuando todos esperábamos la entrevista a Merino, Alva o López Aliaga, el decano apuesta por un titular que llama al centro. ¿Cambio de timón? ¿Se desmarcará de la liga vacadora? ¿Cambiará su estrategia? Los rumores de la quiebra, sumados a la necesidad de no pelearse con los auspiciadores podrían realmente hacer que el grupo tenga una posición diferente este 2022.

Hubo quienes -me incluyo en primer lugar- que este gobierno iba a implicar por lo menos levantar en lo más alto la bandera de los DDHH. Salvo esfuerzos notables de las ministras Durán y Ortiz, hay un déficit notorio en esto y en muchas más áreas. Pero no corregir el operativo Olimpo y permitir casi con entusiasmo el accionar de La Resistencia ponen el foco en el rostro del Ejecutivo y pueden debilitar el alcance de lo que Interior y Justicia pueden hacer como carteras relevantes.

Seguramente tendremos muchos escándalos más. Mucha prensa inquisidora que levantará los temas de los que hablaremos día y noche. Seguro que seguiremos nombrando comisiones que investigarán caigaquiencaiga y leduelaaquienleduela y que no entregarán jamás un informe ni conclusiones de nada. Solo recordar que al inicio de su mandato, Alva juró investigar quién había tergiversado la historia del Perú en la comunicación del Congreso y varios meses después nada. Que hasta ahora Muñoz nos debe explicaciones por el caso Larcomar, cuando era alcalde del distrito. Que necesitamos saber quiénes visitaron a Castillo en Breña. Pero acá investigamos eternamente y nunca concluimos nada.

Keiko anda en silencio, ya hablará cuando el proceso de control de acusación siga su curso. Mantiene un discurso más enfocado en el Poder Judicial que en la opinión pública. Y es lógico, nadie quiere volver a la cárcel. Pero tener todo un partido político cuya misión institucional es impedirlo tiene más mérito que correr un triatlón. Dudo mucho que el fujimorismo cambie un ápice su espacio de juego.

El Nuevo Perú tiene un camino complicado. Tiene a los ministros y ministras que mejor están haciendo las cosas. Pero a la vez, si las crisis se agudizan más con el gobierno, su presencia en él amenazará su futuro como organización. Ya el cerronismo se ha encargado de declararlos enemigos primeros. Que no quepan dudas que darán la estocada por la espalda cuando quieran hacerlo. Y habrá desde muchos lados personajes dispuestos a ser los Brutos de Cesar. Habrá que ver si Mendoza tiene muñeca real para saber mantener el rostro de una izquierda distinta o no.

En resumen… nada nuevo habrá este 2022.

 

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2022, comisiones de investigación, Hayimi

En 1989 Gonzalo Portocarrero y Patricia Oliart publicaron el libro EL PERÚ DESDE LA ESCUELA (Lima, IAA). Una segunda edición, con una nueva presentación escrita por Oliart, acaba de ser lanzada por la Universidad del Pacífico y está disponible en su sitio web. ¿Qué interés, fuera del histórico, puede tener hoy un libro de 32 años de antigüedad para merecer una nueva edición? El estudio intenta reconstruir cómo alumnos y maestros veían la realidad nacional y la historia del Perú, apoyándose para esto en materiales diversos: encuestas, entrevistas en profundidad, revisión de textos escolares y otros.

Su principal hallazgo, creo, es identificar un conjunto de nociones con fuerte presencia en el pensamiento de los profesores peruanos, que los autores denominan la Idea Crítica del Perú (IC), y que estaría conformada por cinco elementos que forman un cuerpo orgánico: 1) el Perú es un país rico por sus recursos naturales, pero 2) ha sido manejado por el Imperialismo y 3) por los grupos gobernantes para sus propios intereses. Frente a esto 4) se reivindica lo nuestro, lo peruano, asociado a una 5) idealización de una etapa de nuestra historia, el Imperio Incaico.

Según los autores, esta visión no solo existe en la escuela: “En el mapa ideológico de la sociedad peruana, la idea crítica ocupa un lugar cada vez más importante. Se encuentra en el dirigente popular, en el profesor de colegio y hasta en el militante de base”. En otras palabras, la Idea Crítica le ofrece una manera de entender la historia y la futura evolución del país a un amplio sector de los peruanos, no solo a los maestros.

¿Existe efectivamente esta visión del país en el Perú de estos días? Cuando se escuchan las opiniones de diversos actores sociales, sobre todo nuestros políticos,  el referido texto pareciera totalmente actual; por ejemplo, frases como “no más pobres en un país rico” sin duda suenan a Idea Crítica. Muchos ven el origen de esta visión en un marxismo sobre simplificado, donde la sociedad se divide en dos grandes bandos, unos virtuosos, los otros malvados. Sin embargo, vale la pena considerar si la IC como visión del Perú no puede ser asimilada también por nuestros diversos Populismos, que normalmente incluyen en sus análisis la oposición pueblo y élite gobernante corrupta, que ven a las instituciones como instrumentos de estas élites; y que en el Perú casi siempre han reivindicado positivamente “lo nuestro”, entiéndase lo popular, al menos desde Leguía y la Patria Nueva. En ese sentido la IC podría ser compartida -con mayor o menor radicalidad- por gente de izquierda que se considera cercana al marxismo, pero también por el ala izquierda de las tendencias y movimientos populistas que han surgido en nuestro devenir político. Sería como un lenguaje común que permite identificar y generar afinidades, establecer un “nosotros” y unos “ellos”, algunas votaciones en el Congreso son buenos ejemplos.

En todo caso la Idea Crítica sigue viva, aunque hay que completarla con algunos rasgos: la percepción de la omnipresencia de la corrupción en el Estado, así como una creciente desconfianza social generalizada. Esto último lo apunta Mariana Eguren, una de las comentaristas de la nueva edición, quien añade que otros rasgos recientes serían cierto aprecio por la diversidad y el valor otorgado a la educación. 

Pero habría algunos cambios respecto a lo encontrado en el estudio: ¿cuánto pueden haber modificado la IC los años noventa y siguientes, con crecimiento económico y reducción de la pobreza, y una prédica pro-emprendedora, de disminución de roles del estado, dirigida al individuo, etc.? ¿más optimismo respecto al futuro+? ¿y es estable? Por otro lado, abrazar el discurso del éxito individual que llegó al Perú en esa década ¿realmente se opone a la IC o podrían convivir ambos discursos, IC e individualista, en una misma persona y activarse de acuerdo a las circunstancias, sin que esto se viva como algo muy dramático? Tiendo a creer que esto último es perfectamente posible.

La Idea Crítica del Perú nos deja varias preguntas ¿es un logro de nuestro sistema educativo? ¿Cómo variará en el futuro? Por ejemplo, ¿cómo esta visión responderá y mutará frente a un fenómeno tan contundente como la pandemia? ¿Y qué otras sorpresas nos podrían brindar los estudios de mentalidades y sensibilidades de las peruanas y peruanos? ¿no valdría la pena completar hoy ese “mapa ideológico” del país para entendernos mejor y enfrentar nuestro futuro común?

 

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