Opinión

Este es un nuevo programa de Luz Roja conducido por Juan Carlos Tafur

El Perú va camino a ser Ecuador en materia de inseguridad ciudadana. Tiene todos los elementos para serlo: precariedad del Estado democrático, corrupción policial y militar, matriz del narcotráfico y todas las mafias y proliferación de bandas criminales.
La ciudadanía ya percibe a la inseguridad ciudadana como el principal problema nacional. La ineficacia del actual gobierno para resolverlo, alienta, en el futuro político, la aparición de candidatos disruptivos autoritarios y poco democráticos.

 

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Luz roja, programa Luz Roja

Estoy siguiendo de cerca lo que pasa en Argentina. En realidad, escribí sobre la crisis económica de este querido y entrañable país sudamericano antes del “fenómeno” Javier Milei. Lo que señalé entonces es que los peruanos, para ordenar nuestra economía en la década de 1990, tuvimos que pasar por el shock y reducción del Estado emprendidos durante el gobierno de Alberto Fujimori. Indiqué entonces mi alta valoración del conjunto de la sociedad que supo comprender que, tal mal como andaban nuestras finanzas, había que hacer enormes sacrificios para salir adelante. Tres años después, en 1993, comenzaron recién a apreciarse los resultados, la inflación había sido controlada, la venta de empresas estatales había dotado al gobierno de reservas que invertía en programas sociales y el Perú, tras décadas de crisis, volvía a respirar. 

He apoyado y apoyo, en líneas generales, las reformas económicas planteadas por Javier Milei por razones análogas. Argentina se acostumbró a vivir gastando más de lo tiene, con un Estado que brinda servicios maravillosos que es incapaz de costear, por eso no hay reservas, por eso hay déficit fiscal, por eso hay inflación, devaluación de la moneda, dolarización de la economía. Por eso los argentinos son pobres en un país rico, por intentar lo imposible: vivir por encima de sus posibilidades, puro populismo para contentar a masas que, al final, son las que sufren las consecuencias. 

Luego, soy políticamente opositor al fujimorismo porque soy un demócrata. Para mi el golpe del 5 abril de 1992, como atentado contra la institucionalidad y la clase política entonces existente -buena o mala pero allí estaba- me resulta imperdonable, máxime porque, como sabemos, el GEIN ya estaba tras los pasos de la cúpula de Sendero Luminoso. Su caída era cuestión de tiempo y con esto no voy a entrar en la discusión de quien acabó con el terrorismo. Lo que señalo es que el sacrificio de la democracia nunca debió ser parte de la solución a la violencia política, de hecho no lo fue. 

Mi opinión no es mejor ni peor que la de nadie, pero quizá me ayude ser historiador y docente. Ello me obliga a enseñar, entre otras cosas, diferentes gobiernos o procesos históricos y analizarlos desde una perspectiva política, económica y social. Cuando hablo de Augusto B. Leguía debo resaltar su moderno concepto de Estado, el que desarrolló hasta donde pudo, pero también debo subrayar su carácter autoritario y su absoluta dependencia, no solo económica, sino también política, frente a los Estados Unidos de América. 

¿Entonces qué? ¿Soy un tibio por no sumarme a uno de los extremos que hoy rigen la política peruana, latinoamericana y mundial? ¿Debería escoger un bando y, desde él, ensalzar a los propios y denostar a los extraños? ¿A este esquema tan pernicioso debemos reducirlo todo? ¿tan rápido olvidamos los claroscuros de la democracia, del análisis político y de la búsqueda de consensos?

Perdón, pero abdico. Abdico de sumirme al maniqueísmo contemporáneo y me reafirmo en mis valores que colocan por delante la tolerancia, el republicanismo, los derechos fundamentales y la democracia como sistema de encuentro, de igualdad de oportunidades y principalmente de diálogo. Creo en el universo abierto, así lo llamó alguna vez Karl Popper, creo en que hay que evaluar cada cosa de acuerdo con su naturaleza, creo que la teoría debe adecuarse a la realidad y no a la inversa, y creo en la justicia, en mi justicia, si es que existe alguna y, lo más importante, no creo en verdades absolutas. 

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centro político, Derecha, derecha peruana, izquierda peruana, Milei., Política

-Ha causado conmoción la contratación de Ricardo Gareca por parte de nuestro clásico adversario, Chile. No han faltado quienes han acusado al entrenador de traidor a la patria. Las cosas en su sitio. Gareca se fue porque el presidente de la Federación Peruana de Fútbol, Agustín Lozano, no quería a alguien que le hiciera sombra. Habernos llevado a Rusia y casi habernos clasificado a Qatar le daban crédito suficiente para continuar al mando de la selección, y él quería seguir a cargo. No hay entonces razones para transformar la querencia positiva que existía hacia él en odio nacionalista infundado. Otra cosa, muy distinta, es que genuinamente deseemos que le vaya muy mal.

De pésimo gusto que la dirigencia de la U no haya considerado un espacio particular de homenaje al gran Roberto Challe en la Noche Crema, celebratoria del Centenario, y en donde se rindió homenaje a figuras históricas del club. No solo fue un jugador identificado con las sedas cremas sino que, en su calidad de entrenador, nos llevó al único tricampeonato logrado en nuestra historia. Merece un desagravio y, de paso, que la administración le preste mayor apoyo en su condición médica delicada. Hay que cuidar el patrimonio histórico de la institución. Una visita de Jean Ferrari al hospital donde recala el Niño Terrible correspondería.

-Es pertinente, a su vez, anotar la ausencia de Juan Carlos Oblitas y Chemo del Solar en la mencionada Noche Crema. No sabemos si fueron invitados y prefirieron no acudir, porque hay un sector de la hinchada que no les perdona que hayan sido entrenadores del Sporting Cristal, una insensatez mayúscula, o si fueron soslayados, lo que sería una inconducta de la dirigencia. Lo que corresponde, en todo caso, al respecto, es que el club busque la manera de establecer una reconciliación. Ambos son personajes del fútbol, símbolos de la U, y que merecen un sitial especialpor su trayectoria. Los apasionamientos tontos de sectores radicales de la tribuna no pueden soslayar su impronta. Es una estupidez soberana que se pretenda que los exjugadores identificados con la U solo puedan entrenar a este club. ¿Qué se quiere? ¿Condenarlos al desempleo eterno? Son profesionales y muchos de los hoy reivindicados, como Héctor Chumpitaz, jugaron, inclusive, en el Cristal, y nadie se hace bolas por ello. Chemo y el Ciego son parte ineludible de la historia merengue y merecen un mejor trato.

Cuando se discute el tema de la corrupción, la pasiva gestión del estado, la toma del congreso por líderes de la economía informal e ilegal, el tema se suele abordar desde los hechos, la evidencia, las cifras:  les vendemos armas fabricadas por el estado peruano a las mafias ecuatorianas,  las negociaciones con la policía y el ministerio del interior son inútiles, una congresista inspirada en Milei está convencida de que debemos reducir nuestros ministerios de 18 a solo 9 para gastar menos 

El problema es que la discusión pocas veces consigue revertir aquello que critica, pues enfrentamos a productores y tozudos defensores de falsa información: por ejemplo, aumentan las cifras de violencia para que la compra de armas crezca y luego puedan comercializarla ilegalmente; o para impedir la fiscalización de las economías criminales nos quieren convencer de que es necesario reducir ministerios por el gasto público, cuando somos uno de los países con menor gasto en América Latina.  

Que nos gobiernen alzando la falsa información como bandera no es tan sólo un problema de cifras o evidencia, es también origen de un profundo problema que afecta directamente la construcción de nuestra subjetividad social. Pues crecer en medio del engaño, poniendo todo el esfuerzo en denunciarlo, y percibir que no se consigue revertir la situación, consume nuestros esfuerzos, agota nuestras esperanzas. Produce un profundo cansancio social que nos deja cruzados de brazos ante la agonía de nuestros partidos políticos y de todo el sistema democrático nacional. 

Como levanta la sospecha de que resulta más sencillo dejarse engañar, empezamos a ver en el otro un potencial mentiroso o un incapaz engañado, de forma que no podemos confiar en ninguno de ellos, sólo en uno mismo. De esa manera las redes sociales funcionan mejor que un partido político. Decido socializar virtualmente con quien me da la razón, sin necesidad de que nuestra presencia y aquello que escondo corra riesgo. El partido político, a diferencia, nos convoca a sesiones, a espacios de diálogo y de debate ideológico, a campañas y elecciones donde delegamos nuestra confianza en los candidatos. Nos hace socializar, conocernos y compartir nuestras diferencias y afinidades. No es que no se tome en cuenta la suspicacia, pues sabemos que se trata de una competencia por tener el poder, el control de un territorio, de sus fondos fiscales y de su población; pero aún aceptando este riesgo, seguimos fieles a las propuestas cómo un nuevo gobierno transformará nuestro entorno y condiciones de vida. 

En cada país hay sin duda candidatos de redes que prefieren manipular la información y engañar y candidatos de partidos que llegan con propuestas y equipos de trabajo dedicados a comprender nuestros conflictos y necesidades. Pero en Perú, pareciera que el copamiento del sistema democrático por parte de los candidatos y gobernantes aliados para engañar y corromper hizo de los partidos políticos espacios de alquiler electoral para conseguir beneficios personales. 

En medio de la desconfianza que alimentan los actuales poderes del estado, donde sus protagonistas están acusados de haber cometido crímenes y delitos, que puesto fin a los partidos y ahora regresa para retomar el control de las universidades ¿dónde podremos sentirnos seguros para debatir modelos de gobierno ante el futuro de inestabilidad climática y territorial del que depende la duración de nuestros recursos? ¿Dónde discutir el futuro de nuestras siguientes generaciones que tendrán que hacerse cargo del mundo nuevo con sus profundos retos que les tocará vivir?

Si en estos tiempos aparece un nuevo partido, el reto de recuperar nuestra confianza será grande, pero sin ella no podremos seguir. 

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confianza politica

A muchos nos agarró por sorpresa, justo entre Navidad y Año Nuevo, el 29 de diciembre último, la noticia de la súbita muerte de Iván Rodríguez Chávez (Cajamarca, 1941-Lima, 2023). Quizá su nombre no les suene a todos, pues no era amigo de salir en grandes medios de prensa ni de aspavientos políticos. Sin embargo, en el ámbito académico peruano e internacional se trataba de una figura que despertaba muchísimo respeto y admiración.

Iván Rodríguez Chávez era un académico y un humanista en el pleno sentido de la palabra. Se inició como educador en la década de 1960, llevado por su vocación de entrega al conocimiento y el aprendizaje en los más jóvenes. Sin embargo, por razones de diversa índole, entre otras el maltrato a los profesores durante la segunda fase del gobierno militar (1975-1980) optó por seguir estudios de Derecho y ejerció como jurista en los años posteriores. 

Esto no borró su vocación de maestro y su pasión por la literatura. Siempre mantuvo la mirada abierta hacia la magia de la creación verbal y hacia un entendimiento del Derecho más allá de las frías normas jurídicas y ese vocabulario muchas veces árido de las legislaciones.

Lo que el Dr. Rodríguez Chávez buscaba era el sentido primigenio de la ley, es decir, el objetivo principal, que debe ser siempre la justicia. Detrás de las constituciones, los códigos penales y civiles, los decretos y las normas vigentes, siempre debe prevalecer la idea del equilibrio entre las partes y del reconocimiento debido al mérito de cada uno.

Es así como empezó a elaborar ya desde esos años una serie de nexos que vincularían dos grandes disciplinas, sus pasiones: Derecho y Literatura como campos que tienen numerosos puntos de encuentro. Como el mismo Iván Rodríguez Chávez señaló en algún momento: «Si el Derecho se comprende como una normativa que se orienta a regular la vida social del hombre para alcanzar la justicia, y la Literatura como la expresión artística que simboliza los avatares sociales y culturales de la humanidad, de hecho que se advierte la importancia de una necesaria articulación entre ambas disciplinas para enriquecer el entendimiento del ser humano en sus distintas y complejas facetas de la vida social» (en su libro Vallejo para abogados, del 2014, p. 17).

Muchos de sus escritos han abordado esta zona altamente interdisciplinaria, siendo que Iván Rodríguez Chávez se convirtió muy pronto en uno de los pioneros de esta nueva área de estudios a nivel continental. Con ese motivo se realizó en noviembre del 2023 el «Primer Congreso Internacional sobre Derecho y Literatura en América Latina: Homenaje a Iván Rodríguez Chávez» en el campus de la Universidad Ricardo Palma, institución de la que fue rector durante los últimos diecisiete años hasta su fallecimiento.

La primera publicación derivada de ese importante congreso, que reunió especialistas de Europa, América Latina y los Estados Unidos, es el volumen que se presenta en su homenaje este lunes 29 de enero a las 11 am en el mismo campus de la URP (Av. Benavides 5440, Surco, Lima). Ha sido editado diligentemente por la Dra. Gladys Flores Heredia, gran vallejóloga peruana, y el actual rector de la URP, el Dr. Félix Romero Revilla. Contiene sustanciosos artículos de destacados intelectuales peruanos y del exterior, como Francisco Távara Córdova, José Antonio Mazzotti, Javier Morales Mena, Gustavo Reynaldo Domínguez, Manuel de J. Jiménez Moreno, Ricardo González Vigil, Thomas Ward, Rosario Valdivia Paz-Soldán, Wilfredo Kapsoli, José Felix Palomino Manchego, Camilo Fernández Cozman, además de los mismos editores.

Iván Rodríguez Chávez ocupó también los cargos de Presidente de la Asamblea Nacional de Rectores del Perú (2004-2011), Presidente del Consejo Universitario Iberoamericano (2009-2010), Presidente del Consejo Universitario Andino (2009-2010) y Vocal en el Consejo Ejecutivo de la Unión de las Universidades de América Latina y el Caribe. Asimismo, en 2011 fue condecorado con las Palmas Magistrales con el grado de Amauta por el Ministerio de Educación del Perú.

Entre sus estudios académicos se cuentan La ortografía poética de Vallejo (1974), El derecho en «El mundo es ancho y ajeno» (1982), Entre la incomprensión y el deber. La universidad peruana hasta la década del 80 (1993), Introducción al Derecho (2002), Otra ventana sobre Ricardo Palma (2003), César Vallejo al pie del orbe (2006), Pensadores y forjadores de la universidad en el Perú (2009), Vallejo para abogados (2014), El pasado recurrente (2019) y Las buenas cuentas (2021). Además, publicó numerosos artículos en revistas profesionales del Perú y el extranjero.

Sus poemarios incluyen Melodía de la nostalgia (1999), Amortropía (compilación de varios libros inéditos, el 2005), Cusco, sinfonía pétrea en seis canciones y una melodía (2005), Vidamar, con pétalos de estrella en primavera (2009), Cardiomiel (2013), Jardín de cosas y de circunstancias (2017), entre otros. 

Si tiene  tiempo, vaya a la URP este lunes para empaparse de información sobre el creciente campo del Derecho y la Literatura y la gran figura de este peruano ejemplar que buena falta nos hará en el futuro.

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academico, Ivan rodriguez

La derecha radical latinoamericana y la reinvención de un enemigo común.  Así se titula el último libro de Farid Kahhat. En él señala tres características de la derecha radical: nativismo, autoritarismo y populismo político. En otras palabras, nacionalismo étnico creciente, vocación antidemocrática y uso del populismo -que no es una ideología sino una estrategia política- como mecanismo de acceso electoral y de supervivencia gubernativa.

Particularidades de la derecha radical en América Latina: a) post gobiernos de izquierda, b) conservadores que reaccionan a agenda más liberal en temas civiles; c) mano dura frente a explosión delictiva.

Y, por supuesto, necesita de un enemigo y lo ha encontrado en el llamado “marxismo cultural” o “neomarxismo”, que supuestamente nos viene invadiendo desde hace décadas, de modo silencioso. Luego de haber fracasado en la toma violenta del poder, la izquierda pretendería hacerlo a través del control cultural.

El libro redondea una faena analítica en la que desmenuza los avatares del denominado Foro de Madrid y su vinculación con la franquista ultraderecha española, el fetiche de Evo Morales, los vacíos conceptuales y políticos del fenómeno Milei y, finalmente, el capítulo más sobresaliente de esta publicación de Farid, que trata sobreBukele. Con una abundancia fáctica demoledora,desmonta los mitos edificados alrededor del autoritario gobernante salvadoreño.

Un libro imprescindible en el debate político del presente, que es parte de una saga estrenada con El eterno retorno, donde habla del mismo fenómeno, pero a nivel global y una advertencia de que si bajamos la guardia cívica, podríamos hacer que el Perú transite hacia una deriva autoritaria y conservadora que claramente nos haría retroceder décadas.

Abre temas de discusión: ¿la izquierda radical no es un peligro real (ya ganó el 2021 y amenaza con hacerlo el 2026)? ¿el surgimiento de esta derecha no será, en verdad, una revuelta antiliberal antes que antimarxista? ¿tiene posibilidades de crecer en el Perú, donde el nacionalismo étnico se diluye en la feliz integración de la migración que nuestro país despliega? ¿no es el populismo una herramienta inevitable para gobernar democracias disfuncionales como la peruana? Lo más interesante del libro es que permite polemizar con él y ahondar en el debate.

Un honor haber sido invitado a presentarlo anoche en una abarrotada librería El Virrey. Lo recomiendo a mis lectores.

Dos hechos concretos y tristes reafirman que estamos en un país donde el acceso a la justicia es un derecho negado permanentemente: (1) el vergonzoso fallo que cambia la sentencia en el caso de Solsiret Rodríguez y (2) la criminalización de los familiares de las víctimas de los asesinatos durante las protestas contra Dina Boluarte.

Sobre el vergonzoso fallo en el caso Solsiret: 

Solsiret, una joven desaparecida durante tres años, parte de sus restos fueron encontrados en el 2020. Desde entonces, la familia ya no la busca, pero clama por justicia. Hace poco más de una semana0, la Segunda Sala de Apelaciones Permanente de la CSJ del Callao emitió una sentencia que perpetuó la impunidad. Mediante esta, se cambió el delito de feminicidio por encubrimiento personal y real en el caso de uno de los agresores, Kevin Villanueva, disminuyendo su pena a solo a seis años. Asimismo, se absolvió a los cómplices ordenando su inmediata liberación.

Solsiret - Liz Meléndez

Como es lógico, los familiares, su padre y madre, quienes se han mantenido perseverantes en la búsqueda de la verdad y la justicia, están sumidos en el dolor y la desesperación al ver con impotencia cómo el crimen de su hija queda impune. Justicia a medias no es justicia.

En medio de la desolación, ellos, los principales afectados, han dado una serie de declaraciones en medios de comunicación mostrando su indignación. Apenas con fuerzas para seguir después de tanto, el señor Carlos y la señora Charito le vienen diciendo a las autoridades lo que merecen, al observar tanta negligencia y dejadez.

En el caso de Solsiret, el Estado incumplió su deber de debida diligencia desde el inicio, desde el momento de su desaparición sus familiares recibieron maltratos y revictimización. Este último fallo confirma la irresponsabilidad con la que se abordan los casos de violencia contra las mujeres en el país y la falta de perspectiva de género de nuestras autoridades.

Lejos de mostrar empatía con los familiares, de respetar su dolor, la Sala que dictó la última sentencia emitió un comunicado donde no solo defiende su cuestionada sentencia (como si un fallo fuera infalible) sino que también «rechaza las opiniones y apreciaciones subjetivas» vertidas frente a la misma.

Con este comunicado, al parecer, la CSJ del Callao, cuestiona a quienes han dado declaraciones sobre el caso, mostrando una nula empatía con los familiares. A estos no se les puede pedir que se expresen técnicamente, pues lo hacen desde el dolor y la impotencia que les genera la impunidad. Desde el dolor de perder a una hija que estuvo desaparecida por muchos años y que luego fue encontrada víctima de un terrible feminicidio cometido con gran crueldad. Y están en todo su derecho.

La indolencia de las autoridades desborda el dolor de un padre y una madre cuyo único consuelo es ver sancionados a quienes le arrebataron lo más preciado: su hija. ¿Puede esto ser criticado?

Sobre la criminalización a los familiares de la masacre en Ayacucho:

Hace unos días fuimos testigos del incidente en donde se le jaló el cabello a Dina Boluarte durante su visita a Ayacucho.

Hace poco más de un año, Ruth e Ilaria perdieron a sus seres queridos. Una perdió a su esposo y la otra a su hijo de apenas 15 años, quienes fueron murieron después de ser atacados por agentes estatales durante las protestas y hasta la fecha sus muertes están impunes, no se ha sancionado a nadie por estos hechos.

Ruth e Ilaria, absolutamente desbordadas por la impotencia y la angustia, se dirigieron a gritos a la presidenta exigiendo justicia, y, una de ellas le jaló el cabello. Que esta es una conducta reprochable y que no debe promoverse, lo es. Pero, a la vez, es absolutamente comprensible la indignación de los familiares que vienen clamando por justicia frente a autoridades que no solo niegan la misma, sino que paradójicamente se burlan del dolor lanzando caramelos.

La presidenta, durante los hechos, estaba lanzando dulces a la población. Cual ser poderoso, dando una dádiva a quienes considera inferiores. Burlándose del dolor, pisando sin respeto ni remordimiento la tierra que hace muy poco vio morir a sus hijos.

Definitivamente lanzar caramelos a quienes te gritan «justicia» es una conducta violenta y discriminatoria. La actuación de los familiares puede no ser justificable, pero desde la empatía, se comprende.

La respuesta de los defensores de este gobierno, violador de derechos humanos, ha sido buscar la criminalización de estas mujeres, olvidando que ellas también son víctimas de la violencia estatal y de la impunidad.

Cuanta infamia en quienes no tienen empatía con el otro, en quienes no comprenden el dolor profundo de una pérdida y la impotencia que genera la falta de acceso a la justicia e impunidad.

Ruth e Ilaria no han cometido ningún delito; lo que han sufrido es una pérdida terrible que ha cambiado sus vidas para siempre. La que ha cometido crímenes pendientes de sanción es Dina Boluarte.

En definitiva, la impunidad en este país desborda a quienes la sufren, golpea nuevamente a quienes ya han sufrido lo inimaginable. A veces hay que ponerse en el lugar del otro antes de sacar el manual de buena conducta.

(1) Dos delitos menores que consisten en obstaculizar la justicia ayudando a una persona a ocultarse o encubrirla después de cometer un delito o desapareciendo las huellas o pruebas del delito y sus efectos (Artículos 404° y 405° del Código Penal). 

(3)  Comunicado de la CSJ Callao: 

https://www.facebook.com/

Hay más de treinta ciudadanos peruanos pretendiendo acceder al poder presidencial el 2026. Aquí algunas preguntas que habrá que exigir que el postulante responda:

-¿Cómo va a solucionar el problema de la inseguridad ciudadana? Que se diga con lujo de detalles. ¿Va a cambiar la política penitenciaria, el código penal, va a reorganizar a la policía? Que nos lo explique sin palabreos ni generalidades.

-¿Cómo va recuperar la senda de la inversión privada y el crecimiento económico? ¿Qué señales piensa dar? ¿Va a privatizar Petroperú y Sedapal? ¿Va a sacar adelante los proyectos mineros de Conga y Tía María?

-¿Cómo piensa desterrar la corrupción pública, un cáncer nacional? Desde la cúspide hasta la sima del poder está contaminada por la corrupción. ¿Mayores penas? ¿Más capacidad disuasiva o preventiva a la Contraloría? ¿Cambio en las contrataciones del sector público? ¿Reducción del Estado y sus “peajes”?

-¿Qué piensa hacer con el desastre de la regionalización? ¿Va a recentralizar algunas funciones? ¿Cuáles? ¿Va a ahondar el proceso, acaso federalizando el país? ¿Cómo piensa mejorar la eficiencia del gasto público en los gobiernos regionales y locales? ¿Piensa cambiar el manejo de las regalías y canon minero?

-¿Qué va a hacer para instaurar un sistema de salud pública mínimamente digno? ¿Unificará el Minsa con EsSalud? ¿Aumentará el presupuesto del sector y en cuánto? ¿Cómo piensa derrotar a las mafias sindicales del sector? ¿Qué piensa del denunciado oligopolio farmacéutico, de seguros y clínicas? ¿Lo va dejar tal como está? ¿Va a aumentar las alianzas público-privadas en el sector?

-¿Cómo planea recuperar el nivel de la educación pública, hoy tan venida a menos, y no por culpa del Sutep, como la derecha radical esgrime, sino por malas políticas educativas? ¿Retomaría las reformas iniciadas por el exministro Jaime Saavedra? ¿Lo convocaría de ministro?

-¿Cómo piensa manejar el rol del Perú en el creciente conflicto chino-estadounidense? ¿Mantendrá una postura no alineada o cederá a las presiones de Washington? ¿Impondrá alguna restricción a la inversión china?

No podemos elegir nuevamente a improvisados para que ocupen Palacio. El país ha perdido un lustro producto de la incompetencia y la medianía de quienes, por albur, llegaron al poder. No nos puede volver a pasar lo mismo y eso depende mucho de una ciudadanía activa y una prensa inquisidora.

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Candidatos, Elecciones, tafur

[PIE DERECHO]  El remezón capilar a la presidenta Boluarte en Ayacucho, debiera ser un jalón de orejas para los sectores del centro y la derecha, que están viendo anidar y crecer un poderoso sentimiento de frustración y cólera en toda la zona del sur andino respecto no solo del gobierno sino de todo el establishment, sin hacer algo al respecto.

El sur andino (Puno, Cusco, Arequipa, Tacna, Moquegua, Apurímac, Huancavelica y Ayacucho), representa al 19% del electorado nacional. De no variar la situación, lo más probable es que vaya a votar en la primera vuelta del 2026 como lo hizo en la segunda vuelta del 2021 (80% a favor de un candidato radical de izquierda). Eso implica al menos el 15% de votación para la izquierda. Sumado al voto andino del centro y norte, más el resto del país, podría permitir que dos candidatos de ese perfil disputen la segunda vuelta.

Hay que tener presente los reales niveles de votación del 2021. Más allá de la contabilidad respecto de los votos emitidos, o, peor aún, de los votos válidos, lo cierto es que Pedro Castillo pasó a la segunda vuelta con apenas el 10.77% de los votos respecto de la población electoral, y Keiko Fujimori obtuvo el 7.63%.

Se entenderá que con el potencial voto señalado párrafos arriba, el temor de un resultado propicio a sectores radicales es alto. Cabe señalar, además, que Puno es el centro geopolítico del sur andino y allí Castillo obtuvo casi el 90% de los votos válidos en la segunda vuelta del 2021. Ese respaldo se ha mantenido parcialmente, al extremo de que la mayoría de ciudadanos puneños avaló el golpe de Estado castillista, según encuestas del momento.

El gobierno ha descuidado por completo al sur andino y es patético observar a la primera mandataria tratando de soslayar el rechazo que sufre en esa región, acudiendo poseramente a ellas, con los resultados lamentables conocidos.

Pero más desolador es apreciar a los precandidatos de este espectro ideológico (del centro a la derecha) y a las élites académicas o empresariales identificados con dicha raigambre ideológica, dejando al sur andino políticamente abandonado, creyendo, quizás, que por puro decantamiento, el ánimo anti establishment allí preponderante va a amainar, cuando todo hace suponer que, más bien, va a ahondarse.

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