Opinión

La grave disfuncionalidad que muestra de arranque el gobierno de Pedro Castillo, la misma que difícilmente remediará, generará un nuevo lustro perdido, sobre todo en materia de reformas.

Ya nos hemos resignado a que las reformas de libre mercado estarán congeladas cinco años, con un régimen que no cree en ellas sino todo lo contrario, y al que, más bien, habrá que mantener a raya para impedir que vaya a contramarcha destrozando lo mucho que se ha avanzado en progreso económico los últimos 30 años.

Pero cabía la expectativa, quizás muy ingenua y optimista, de que al menos una gestión de izquierda pudiese ser capaz de llevar a cabo la construcción de un Estado ecualizador e inclusivo, sobre todo en materia de educación, salud y seguridad. Que, digamos, desde la izquierda se hiciese lo que en verdad correspondía hacer estos últimos años de estabilidad macroeconómica, pero cuyos responsables (Toledo, García, Humala, PPK y Vizcarra) fracasaron estrepitosamente por indolencia reformista. La transición post Fujimori, en esa perspectiva, ha sido un fiasco y es por ello, en gran medida, que hemos pagado la factura política de tener en el poder a un candidato antiestablishment.

Al paso que vamos, sin embargo, ni siquiera esa construcción de un mejor Estado se va a lograr. Más allá de los gritos radicales de algunos voceros del gobierno, lo cierto es que es un régimen débil, sin cuadros técnicos, sin mayoría parlamentaria y con las calles crecientemente adversas. Encima de ello, la altisonancia generará incertidumbre y arruinará la moderación económica por la que parece haberse optado y el resultado final será una gestión mediocre, inútilmente confrontacional, y paralítica en reformas.

Políticamente al Perú le convendría la interrupción de un mandato que ya muestra los síntomas sombríos de lo que será por los siguientes cinco años. Sobre ello no caben dudas.

La pregunta que cabe hacerse es si resulta legítimo, constitucionalmente hablando, desembarazarse de un régimen mediocre y malo, como el que promete la dupla Castillo-Cerrón. Pues no, no lo es. Pero la oposición congresal debiera tener claro que le haría un inmenso bien al país si a la primera de bastos que haya justificación para una vacancia moral, proceda a hacerlo, que el Perú no se merece transitar por la travesía penosa de cinco años de improvisación, irresponsabilidad y mediocridad a la que nos asomamos.

El gabinete Bellido, la falta de talla política del Primer Mandatario, la improvisación en la designación de funcionarios públicos, la lentitud pasmosa respecto de las rápidas decisiones que ya corresponde tomar en diversas políticas públicas, y encima de ello la inmadurez de engalanar ese tinglado de medianía, con frases díscolas y petulantemente radicales de muchos de sus voceros, suponen una calamidad intolerable.

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Pedro Castillo

Nos encontramos en una coyuntura de crisis muy distinta si la comparamos con coyunturas similares en los últimos 60 años.

Una constante en la mayoría de las crisis de las últimas seis décadas era la falta de recursos para enfrentarlas. Faltaba dinero, faltaba crédito, respaldo político exterior, no había remedios o posibilidades materiales contra fenómenos como el fenómeno del Niño, etc. Más aún no había consensos políticos y técnicos de cómo enfrentarlas, lo cual mermaba fuertemente las posibilidades de éxito.

En esta crisis la cosa es muy diferente.

Estamos en medio de una pandemia sin precedentes en las últimas décadas, pero ya existen las vacunas para inmunizarnos. No sólo eso, ya las compramos y están en camino.

La pandemia ha generado una crisis económica muy profunda sobre todo incrementando el desempleo. Pero tenemos todos los recursos necesarios para enfrentarla y reponernos rápidamente.

El Estado tiene dinero para invertir, las empresas tienen dinero para invertir, las personas (no las mas pobres por supuesto) tienen dinero para gastar. Hay proyectos listos para desarrollar, tecnología y personal capacitado para desarrollarlos. El país y sus empresas tienen acceso a créditos competitivos. Encima de todo tenemos un ciclo de precios de nuestras exportaciones mineras buenísimo y una demanda fuertísima para todas nuestras exportaciones.

Nunca presencié una situación de crisis con tantas posibilidades de recuperación.

Para cualquier Presidente este sería un regalo. Si dejara a los expertos trabajar podría ser el Presidente más exitoso de la historia!

Con Julio Velarde y su equipo en el BCR (aclamados varias veces mundialmente como el mejor banco central por sus resultados), y un equipo de similar fortaleza en el MEF dirigido por Pedro Francke y ministros con equipos de similar capacidad técnica en Agricultura, Energía y Minas, Transportes, Vivienda y Salud; Castillo podría encargar la PCM a un excelente conciliador, que funcione como director de orquesta en Lima y dedicarse a viajar por el Perú profundo visitando pueblos y ciudades recogiendo las necesidades más urgentes de la población y ordenando su rápida implementación. Actividad que le es por demás atractiva personalmente.

En su quinquenio podría construir más escuelas, hospitales, caminos, canales de regadío, puentes, conexiones eléctricas, conexiones telefónicas y de internet, etc, que ningún otro Presidente de la historia.

Y podría, porque no solo existen los recursos económicos y tecnológicos necesarios para hacerlo, sino también los consensos políticos y técnicos de que eso es lo mas indicado en este momento  para enfrentar la crisis.

Mas aún con los precios de los minerales de hoy podría solucionar todos los conflictos con las empresas mineras generando las mejores condiciones posibles para los pobladores.

Obviamente a Castillo le falta imaginación.

No se puede entender otro motivo para renunciar a esta proeza y cambiarla por estúpidas peleas en Lima que sólo han generado enfrentamientos inútiles hasta ahora.

Pero pareciera que a Castillo no solo le falta imaginación para lo bueno sino también para lo malo.

Prácticamente todos los Presidentes de los últimos 36 años están procesados, presos, con procedimientos de extradición o con impedimentos de salida del país por corrupción. En todos los casos las pruebas de sus actos de corrupción fueron probados por su vinculación con delincuentes que en el momento de realizar los crímenes eran desconocidos o poco conocidos por la opinión pública.

Castillo anda de la mano del delincuente Cerrón y repartiendo puestos a miembros de la organización política Perú Libre, la cual tiene muchos miembros que apoyan la actividad delictiva de Cerrón al punto de aportar personalmente dinero para el pago de reparación civil que los jueces han dictado contra él.

¿No es capaz Castillo de imaginar que si 5 ex Presidentes han sido descubiertos por el excelente sistema anticorrupción que los ha perseguido a pesar de que sus cómplices estaban ocultos, ese mismo sistema anticorrupción lo va relacionar con sus socios delincuentes y sus actividades delictivas?

¿Será falta de imaginación?

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BCR, Pedro Castillo

UNO

Conocí el interior del país entre 1986 y 1987. Me di cuenta que el Perú no era uno, sino varios. Y estaba fragmentado. Viví en lugares disimiles, como Chupaca o San Jerónimo de Tunán, durante interminables meses. Más tarde, bebí de la cultura cuzqueña, cerca de 3 meses; disfruté de la tierra roja y el gran cielo azulado de aquella ciudad. Aun así, había miseria y desamparo en Santiago y San Jerónimo, barrios donde moraba. También Arequipa tenía su lado mísero. Alto Misti no tenía nada en común con la opulencia de otros barrios. Increíblemente, fue en Lima donde conocí mayor miseria. A 45 minutos del Centro de Miraflores había una ciudad, Nueva Esperanza, de interminable cielo grisáceo y calles polvorientas. Pero, sobre todo, de viviendas precarias en los cerros colindantes. Asimismo, me topé con el arenal, interminable, de Tablada de Lurín y el desierto, fordiano, de José Gálvez. Me di cuenta que esa gente vivía como podía. Eran los rezagados, los excluidos del Modelo decrépito, de un tal, Alan García. El país se jodió en aquellos años, y yo estuve allí.

Una década después, hubo crecimiento económico. Su PBI estaba entre los mejores del continente. Aun así, seguían latente las desigualdades. De a poco, las nuevas oportunidades produjeron que la clase media aumentara su grosor, ya sea en Lima o en provincias. Sin embargo, el país pudo haber dado un mayor salto (cualitativo y cuantitativo) en términos macro económicos. Como siempre, los conflictos políticos ralentizaron el crecimiento. Y ahí, Keiko, tuvo un gran porcentaje de culpa. Nunca se recuperó de la perdida de las elecciones de 2016. Y tuvo una fijación morbosa y enfermiza contra el gobierno de PPK. Su partido controlaba el Congreso y, cada vez que pudo, petardeó al débil e inútil de Kuczynski.

Y vino la vacancia de PPK, y luego de Vizcarra.

En marzo de 2020, asomó la Pandemia.

DOS

“La expropiación sin pago de la Industria Nacional y Extranjera. Y la necesidad de dejar en manos de particulares las bodegas, taxis, talleres artesanales y parcelas de tierra.”

Hugo Blanco – entrevista con Cesar Hildebrandt – noviembre de 1979

Era un personaje. Usaba yanquis y un pantalón gastado, sujeto con una soga. Una vieja camisa a rayas y una barba sesentera con un mechón blanco. Su fe en el marxismo-leninismo era inamovible. Poseía un fanatismo, cuasi religioso, acerca de la lucha armada. Y si, era un personaje infumable. Dícese, que a finales de los setenta, luego de sus diatribas congresales; salía del recinto y, al llegar a su auto, se despojaba de su atuendo y se vestía como un burgués más. Se iba junto a su esposa sueca. Si, se casó con una europea.

En Chile, el Partido Comunista tuvo un origen desde principios del siglo pasado. Entre Allende y Bachellet, hay una diferencia abismal, no sólo 41 años. Michelle respetó la propiedad privada y mantuvo la economía en buen estado. Al finalizar su Primer Mandato, tenía un 84% de aprobación y respaldo ciudadano. Incluso, años después, hizo un Segundo Mandato. Personalmente, me parecen increíble las diferencias abismales entre las izquierdas chilenas y uruguayas, con respecto al resto de Latinoamérica.

TRES

Biden está pagando un subsidio a las familias con hijos, para atenuar los efectos de la Pandemia. Mientras tanto, Chile está destinando un punto del PBI, en cheques, al 90% de la población, como una ayuda en tiempos de Covid. Va a cobrar un impuesto extra a las empresas mineras también. Los países más poderosos se unieron para suscribir una ley que permite cobrar un impuesto mínimo global a las Multinacionales (Amazon, Google, Facebook, etc). Y entonces, ¿te jode que las empresas mineras paguen un plus como impuesto?

Eso sí, las Elecciones han sacado a relucir nuestras miserias. Nos creíamos tan unidos, tan orgullosos de nuestra civilización o herencia; pues no lo somos. Aún estamos lamiéndonos nuestras heridas, mientras la derecha aprovecha cada error del incipiente (¿y despistado?) Gobierno, para pedir su vacancia. A doscientos años de nuestra Independiente, ¿vivimos aun en la cornisa política y social?

Ahora Bellido y Bermejo parecen intrínsecamente obtusos. Y no hablo, con respecto a lo que opinan de Cuba y Venezuela, sino creer que ganaron con el 80% de aprobación y pueden impulsar una Constitución como sea. Y se agrava todo, si usas la confrontación como una forma de hacer política. Ya han perdido una batalla en el Congreso.

La Primera de muchas.

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Pedro Castillo, Perú Libre, Vladmir Cerrón

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Guido bellido, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

Una estrepitosa derrota política ha sufrido el oficialismo en el Congreso, en el reparto de las comisiones, quedándose con algunas secundarias y ninguna crucial. Algo inédito en la historia política del país de los últimos cuarenta años.

Esa es la respuesta del Parlamento al gabinete de choque encabezado por Guido Bellido. Si Castillo hubiera entendido que su mandato lo obligaba a ejercer un gobierno de centroizquierda moderado no solo en lo económico sino también en lo político, podría haber conseguido aliados en el Congreso, además de los cinco votos que le aporta Juntos por el Perú y que claramente son insuficientes para tentar alguna mayoría que haga fluida la gobernabilidad del Ejecutivo frente al Congreso.

Pero la necedad política del Presidente ha conducido a un choque de poderes en el que ha salido claramente perdedor y no se asoma con buen pie a la presentación del gabinete en los próximos días.

¿Está en posibilidad el régimen de salir mejor librado? Sí. El camino correcto pasa porque el Presidente ejerza dos actos de gobierno: uno, primero, el apartamiento de Cerrón de la toma de decisiones del Ejecutivo (la última encuesta de Ipsos señala que para el 59% de la población, el gabinete lo ha armado el exgobernador de Junín y un 84% estima que dicho personaje debe alejarse), cuya presencia debilita enormemente la imagen presidencial.

El otro es que acote la pretensión de convocar a una Asamblea Constituyente, la misma que tampoco cuenta con aprobación popular y genera inmensa incertidumbre. Por último, si quiere cumplir su promesa electoral, que presente el proyecto de reforma al Congreso y una vez que éste lo rechace, se quede tranquilo y deje allí nomás el tema. Como ya ha dicho Francke, se pueden desplegar políticas económicas de izquierda sin necesidad de cambiar la Constitución.

Tomando ambas decisiones, el gobierno podría lograr aliados en el Congreso. Había y puede haber disposición de algunas bancadas (Morados, Somos Perú, Acción Popular, Alianza para el Progreso, Podemos y hasta de la derecha fujimorista o de Avanza País), de apoyar al gobierno si éste da señales de moderación y de abandono de la estrategia de choque, estrategia condenada al fracaso, como se ve.

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Guido bellido, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

El Contralor General de la República alarmado, como buena parte del país, por el incumplimiento de los perfiles de algunas personas designadas para ocupar cargos en algunos ministerios, se reunió de inmediato con el presidente Pedro Castillo. Al concluir la sesión, pudo comunicar a la prensa que el jefe de Estado había ya dispuesto las medidas respectivas ante las faltas y que había acogido su propuesta de presentar una iniciativa legislativa para evitar se repitan este tipo de situaciones. La contraloría, nos dijo, se hará cargo de revisar que no exista ninguna irregularidad en la contratación y designación de funcionarios.

Pero mientras ocurría este encuentro en las salas del Ejecutivo, en el Congreso se estaban acordando los parlamentarios que dirigirían las comisiones permanentes. Y tal como en los irónicos listados de ministras y ministros que Fuerza Popular hubiese puesto en cada sector de haber ganado las elecciones, el perfil de sus cuatro congresistas también podría requerir de los métodos de la Contraloría para vigilar su desempeño. Las comisiones que Fuerza Popular ha recibido son cuatro: Relaciones Exteriores con Carlos Bustamante, Comisión Agraria a cargo de Leslie Olivos, Fiscalización y Contraloría bajo Alejandro Aguinaga y Constitución presidida por Patricia Juárez.

Ernesto Bustamante, biólogo y actual legislador de Fuerza Popular, es quien envió un oficio al presidente del Consejo de Ministros contra la vacuna Sinopharm, a la cual meses antes había calificado como “agua destilada”, ignorando los estudios y medidas de la Organización Mundial de la Salud y poniendo en riesgo a la población. A pesar de ese directo interés vinculado a sus intereses laborales, presidirá la comisión que dará pase a iniciativas legislativas e investigará el funcionamiento del Estado en materia de política exterior, relaciones y cooperación internacional.

La Comisión Agraria, de seguro carácter protagónico para las medidas que planteará el Ejecutivo este año, estará a cargo de la abogada Leslie Olivos. En las elecciones 2020, Leslie Olivos fue tachada por no haber declarado en la hoja de vida su sentencia condenatoria por los delitos de falsificación de documento y uso de documento falso. Para llegar al Congreso, en esta ocasión sí declaró el antecedente, pero omitiendo que fue condenada por falsificación y uso de documento falso en agravio del Congreso de la República. Olivos era la candidata auspiciada por el excongresista fujimorista Elard Melgar Valdez, quien para titularse como abogado por una universidad en la que no estudió, sustentó una tesis con más de la mitad de párrafos tomados de otras tantas, incluida hasta la dedicatoria.

La ineficacia que nos preocupa se agrava cuando se trata de congresistas que ya han hecho daño al país en instituciones públicas. Patricia Juárez tendrá a su cargo la Comisión de Constitución, la cual debatirá y aprobará los proyectos de reforma de la Constitución, interpretará y derogará leyes, e investigará la conducta política del gobierno. Patricia Juárez fue presidenta de la Comisión de Procesos Administrativos Disciplinarios de Alto Nivel que estuvo a cargo de investigar el caso Comunicore durante la gestión de Castañeda Lossio. Al exburgomaestre lo encubrió y defendió públicamente hasta que fue sentenciado por recibir sobornos de Odebrecht. Solo entonces se distanció de Solidaridad Nacional.

Quizá lo más lamentable es que la Comisión de Fiscalización y Control que tiene como función principal el funcionamiento eficaz del Estado y toda la administración pública, haya sido entregada a Alejandro Aguinaga, el ministro de Salud de Alberto Fujimori, acusado de haber supervisado las intervenciones de esterilización forzada a centenares de mujeres. Las pruebas sustentan que estaba al tanto incluso de cómo se captaba a las mujeres sin su consentimiento. Aguinaga, hoy médico de cabecera de Fujimori, y su esposa formaron parte de la lista de las 487 personas que se vacunaron contra la COVID-19 antes de que comenzara el proceso de inmunización a nivel nacional.

Un Congreso que se atribuye el querer hacer hasta el plan de gobierno del Ejecutivo, apelando a un ofensivo paternalismo, distorsionando el terrorismo y sembrando miedo en los medios de comunicación para proteger sus intereses, debería contemplar primero si sus integrantes se encuentran preparados moral e intelectualmente para las tareas que las Comisiones exigen.

10 de agosto de 2021

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Odebrecht, Pedro Castillo

Barcelona es una tumba y París es una fiesta. Las dos ciudades son el centro de la noticia mundial. Un solo jugador de fútbol es capaz de conmocionar al mundo entero. Una sola persona carga en su mochila todo un mundo futbolístico, que se soporta casi a través suyo. Hace quince años. Y ha sido azulgrana, pero a partir de ahora será solo azul. Y bailará, de seguro, el mismo ritmo con el balón.

Pero Barcelona no es una tumba porque París haya podido más. Barcelona se hundió sola. Chocaron el proyecto futbolístico más grande de la historia del deporte, uno que supieron labrar de a pocos, desde muy pequeño. A un proyecto al que tuvieron que hacer crecer, literalmente. Porque a ese jugador estrella le faltaba estatura y alimentación para explotar su talento. Y lo hicieron triunfar.

Lionel Messi es el más grande de la historia, sin dudas, en tanto a números se refiere. El único trofeo que ha competido y no ha ganado es el Mundial, aunque ha sido subcampeón, nada menos, y mejor jugador del mismo. Messi personifica el triunfo, el logro, la cima deportiva. Rompió todos los récords. Es, además, según dicen, una buena persona, un buen compañero. Se abraza con todos y sonríe.

Pero Messi tenía, sobre todo, un costo. Como todo jugador, en realidad. El fútbol es un deporte y un mercado. Los jugadores son valorizados y comercializados entre clubes, que son realmente empresas. Algunas súper privadas, corporaciones enteras o partes de conglomerados económicos. Otros son organizaciones comunales pequeñas, pero que participan en el mismo juego, el de la compra y venta.

En el 2016, Lionel Messi tenía un valor de 180 millones de euros. Su ficha comercial tenía ese costo, el valor más alto en el deporte, si querías adquirírselo al Barcelona. El mismo valor que tenía Neymar en el mismo equipo y en el mismo año. La otra gran figura, Luis Suárez, costaba 90 millones. Hacía poco que el equipo había ganado su última Champions y se encontraba, aún, en la cima del mundo futbolístico.

Imagínese entonces usted que Messi concluía su carrera siempre jugando para el club de sus amores, compitiendo hasta el final con ellos al más alto nivel. Era la consecuencia lógica de una carrera brillante, en una sola casa, en una relación de amor inquebrantable. Además alzaba la mística del Barcelona por todo lo alto: más que un club, una casa. Ningún hincha del fútbol podría imaginarse otro desenlace. 

Cómo así entonces este equipo en la cima del éxito, pierde hoy algunos años después a su más grande figura, el multi campeón de todo, el goleador que pudo hacer más de cuarenta goles por temporada sostenidamente, por una transferencia que equivale a cero euros, y sin mayor capacidad de retención. Incluso a pesar de que el jugador aceptó bajar el 50% de su sueldo, y estaba dispuesto a cooperar con todas las negociaciones.

Y cómo así, además, el Barcelona, a pocos días de empezar la temporada, no puede inscribir en la plantilla por un problema de sueldos a sus dos nuevas contrataciones que deben llenar el vacío de Messi: Agüero y Depay. O como así el equipo no logra un título hace varías temporadas, no compite en las instancias finales de la Champions, y no brinda nuevas figuras hace varias temporadas.

Pues, la respuesta está en el dinero mismo. El fútbol es un deporte donde las decisiones financieras pesan tanto o más que las deportivas. En el mejor de los casos, deben estar siempre alineadas. Antes de la pandemia, Barcelona metió otro récord: superó mil millones de dólares en ganancias. Pero la deuda actual asciende a mil cuatrocientos millones de dólares. Y ya no tienen la mega estrella que aseguraba un despunte económico altísimo.

Todo ello tiene cola. Precisamente, en el 2016, todavía en la cumbre, Barcelona ganó su cuarta Champions en diez ediciones. Era el rey absoluto de Europa. Y lo hacía sin gastar demasiado, porque venía de años generando futbolistas desde sus propias canteras. Como Messi, Alba, Xavi, Iniesta, Busquets, y tantos otros que servían como suplentes útiles permitiendo comprar a los mejores jugadores del mundo.. Hasta que llegó Bartomeu y las compras compulsivas de una nueva dirigencia. La época oscura del club. 

Poco después, Neymar fue vendido al PSG y Mbappé fue ignorado por el club, habiendo sido ofrecido primero a ellos. Y en cambio ficharon a Ousmane Dembelé por 105 millones (la mitad de lo recaudado por Neymar en un solo jugador). Desde esa época, Mbappé ha anotado 81 goles en 108 partidos con su club, además de ser titular de Francia campeona del mundo. Dembelé, su suplente en Francia, ha anotado 27 goles en 81 partidos, la mayoría de suplente. 

Seis meses después llegó Coutinho por 160 millones, un volante que ha pasado desapercibido en Barcelona y tuvo que ser cedido al Bayern Munich una temporada. Poco juego y lesiones. También se compró a Frenkie de Jong por 78 millones, cuando su representante dijo que el Ajax hubiera aceptado la mitad. La dirigencia gastó en tres años mil millones de euros en fichajes. Pero “cada año éramos un poco peores”, diría Gerard Piqué.

Todo esto sin contar haber dejado ir a Suárez gratis a un rival directo que ganó La Liga con él la última temporada. Hoy, Barcelona no puede vender a sus mayores gastos en plantilla: Griezmann, Dembelé, Coutinho y Umtiti. Jugadores que ya han demostrado no poder darle logros al club. Y los gastos en plantilla superan lo permitido por una Liga que no ha cedido ante la precisión y ha respetado sus barreras. Así, el azulgrana se alista para una temporada que parece garantizar tocar el fondo de la tabla.

Messi jugará en el rival francés en un precio de regalo, y se mueve con todo su arsenal de popularidad a una liga menor que puede despegar con su presencia. Todo ese mundo futbolístico detrás suyo. Y con Neymar, Di María, Mbappé, Icardi, Paredes, Draxler, Donnarumma, Verrati, Sergio Ramos, Wijnaldum, Marquinhos, Kimpembe, Hakimi y Kurzawa… Parece ya un rival invencible. Y parece poder darle la bienvenida, por fín, a la orejona en Paris. 

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Barcelona, Lionel Messi, París

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Guido bellido, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

Son lamentables las disputas tontas dentro de Renovación Popular. No interesa ya a estas alturas discernir las responsabilidades, pero queda claro que el vocero de la bancada, el almirante Jorge Montoya, no es precisamente un dechado de tolerancia y buenas maneras.

En cualquier caso, la buena noticia es que los tres renunciantes han recalado en Avanza País, una agrupación más liberal y democrática que la de Renovación Popular, que representa a la extrema derecha autoritaria del país.

Decimos esto porque más allá de diferencias claras, lo que en estos momentos necesita el país es una férrea unidad entre todas las fuerzas de centro y derecha para hacerle frente al despropósito mayúsculo que muestra el casticerronismo. Salvo excepciones, el gabinete ministerial es un espanto de impericia e improvisación, además de cuoteo político descarado.

Nada bueno augura la gestión de un tipo taimado como Guido Bellido de Premier, involucrado ahora en una nueva investigación fiscal, esta vez por lavado de activos. En modo de aterrizaje suave, la estrategia del gobierno es arrasar con todas las barreras de contención. Con la misma perspectiva estratégica hay que responder.

La mediocridad clama al cielo y es intolerable en un país con tantos problemas como el Perú, pero, por último, democráticamente hablando, es y debe ser tolerada por respeto a los votantes de esta opción política, por más advertencias que se hicieron durante la campaña.

Pero lo que es inaceptable es que bajo el disfraz de la moderación económica se pretenda construir un proyecto radical y autoritario, que pasa por la convocatoria a una Asamblea Constituyente corporativista, que supondría el fin de la democracia representativa reinante en el país los últimos 20 años ininterrumpidamente.

Frente a esa amenaza, no caben vacilaciones ni querellas intestinas que bloqueen una acción común. Desde el Congreso, desde las calles y las organizaciones sociales se debe poner coto a tamaño despropósito. Ya hay, por ejemplo, una iniciativa de la bancada de Podemos para acotar las cuestiones de confianza. A ello debe seguir la elección de nuevos magistrados del Tribunal Constitucional. Y cuando el tema esté clarificado, arrinconar al gobierno si éste pretende salirse del carril democrático, teniendo la vacancia como munición extrema en caso sea necesario.

Centristas y derechistas deben actuar unificados en dicha tarea. Eventualmente sumar a algunos izquierdistas desencantados. Como ya hemos dicho, todo suma, nada resta. Hay que descartar la práctica infantil de pretender ajustes de cuentas absurdos en momentos en los que ello no corresponde y más bien divide los esfuerzos comunes.

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Casticerronismo, Guido bellido, Renovación popular
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