Opinión

[PIE DERECHO] Uno de los deseos del año ha sido que la derecha y el centro se logren aglomerar y presentar máximo dos o tres candidaturas el 2026 o cuando se produzcan las elecciones generales. No parece ser ése, sin embargo, el ánimo de sus protagonistas, quienes parecen creer que es mejor ir cada uno por separado y recién en la segunda vuelta apoyar al que pase a ella.

Es un escenario de alto riesgo. Es verdad que esa perspectiva sí podría lograr un mayor número de congresistas del perfil ideológico señalado, pero atomizaría el voto presidencial hasta niveles equivalentes, en el mejor de los casos, a los del 2016.

Bajo tal circunstancia y teniendo en cuenta la potente vocación antiestablishment de la ciudadanía -según reflejan todas las encuestas que ya preguntan por preferencias electorales-, podría ocurrir tranquilamente que sean dos candidatos disruptivos radicales los que pasen a la jornada definitoria.

Si se toma en cuenta, además, que los dos candidatos de derecha que junto a Keiko Fujimori disputaron el pase en la anterior jornada -Rafael López Aliaga y Hernando de Soto- no gozan hoy del mismo predicamento, la eventualidad de que ocurra el escenario indeseado de dos candidatos de izquierda en la segunda vuelta crece en posibilidades.

Debería existir, además, una tendencia natural al agrupamiento. La diferencia ideológica entre muchos de los candidatos de centro o de derecha que asoman en el horizonte es mínima. Tranquilamente deberían haber sido partícipes de la misma agrupación. Es absurdo que vayan por separado a una contienda.

El Perú no puede correr el riesgo de que se repita el fenómeno Castillo, quien con poco más de un año de gestión arruinó el país y sus efectos aún se sienten hasta hoy. Sería calamitoso que el 2026 triunfe un candidato de la izquierda retrógada que nos ha tocado en suerte.

Es imperativo el llamado a la conjunción de esfuerzos por parte de los sectores ideológicos que al menos coinciden en defender el modelo de una economía de mercado y el sistema democrático formal como lechos rocosos de la sociedad peruana.

Debe tenerse en cuenta, además, que adicionalmente a competir contra el ánimo disruptivo de un sector importante de la población, se enfrentará la adversa situación de tener un gobierno de derecha terriblemente mediocre como el de Dina Boluarte y que puede ser una piedra atada al cuello de dicho sector.

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Candidatos Radicales, elecciones 2026, Fragmentacion del Voto, Unidad Política

Para todos los conocedores y amantes del pop-rock de los ochenta, las canciones de Daryl Hall y John Oates son tan importantes para describir el sonido de esa década como las de Dire Straits, The Police, Toto o Men At Work. 

Para cuando comenzaron a registrar un éxito tras otro, el dúo ya tenía más de diez años combinando sus raíces en el soul marca «Philly Sound» de los sesenta y setenta con contenidas y, por momentos, irregulares dosis de rock guitarrero y hasta progresivo, pero siempre con una marcada e intencional vocación por el pop elegante y comercial inspirado en las exploraciones soft-rock de bandas como Ambrosia, Atlantic Rhythm Section e incluso de Steely Dan, en sus extremos más ligeros y accesibles. Hall & Oates se especializaron en lanzar álbumes muy sofisticados en producción, de precisión matemática en los estudios y descargas intensas en vivo, gracias a la brillante musicalidad de ambos compositores y un infalible ojo clínico para elegir a sus bandas de apoyo. 

Como Air Supply o Tears For Fears, una idea de estabilidad y compañerismo definía la amistad de estos dos talentosos representantes de esa época en que las canciones no solo eran populares sino que eran, además, auténticas obras de arte sonoro y uso de los estudios de grabación como si se tratara de laboratorios. Aquella sólida amistad parecía irrompible. Sin embargo, una fría y amarillenta notificación legal, fechada en noviembre del año pasado, ha puesto fin a esta unidad que, apenas en el 2022, celebraba 50 años del lanzamiento de su primer LP (Whole Oats, 1972) con varias apariciones en TV, YouTube y conciertos. 

El documento en cuestión, sin entrar en los aburridos detalles legales, fue enviado por Daryl Hall (77) para detener a John Oates (75) y sus intentos por vender su porción de los derechos del legado artístico compartido entre ambos a una empresa editorial y administradora de copyrights llamada Primary Wave. Hall, indignado, declaró a la revista Rolling Stone que su socio había cometido «una traición imperdonable». Oates, por su parte, respondió primero que las declaraciones de Hall eran «exageradas e inexactas» para luego, semanas después, anunciar que «ya había dejado todo atrás».

El camino artístico de Daryl Hall & John Oates no fue nada sencillo. Sus primeros tres álbumes, publicados entre 1972 y 1974 no llamaron la atención de nadie, a pesar de contener composiciones de excelente factura como I’m sorry, Goodnight and goodmorning (Whole Oats, 1972), Everytime I look at you, Is it a star (Abandoned luncheonette, 1973) o You’re much too soon, Screaming through December (War babies, 1974), grabadas con suma meticulosidad y con el apoyo de destacados músicos de sesión y productores famosos como Todd Rundgren, Arif Mardin, Bernard Purdie, entre muchos otros. No fue sino hasta el single Sara smile -que anticipa una década al sonido de artistas como Simply Red o Sade-, que el público se percató de sus atildadas melodías y sus finas instrumentaciones. 

La canción, incluida en su cuarta producción discográfica, titulada simplemente Daryl Hall & John Oates (1975) -conocida también como «The Silver Album» y recordada por la apariencia andrógina, inspirada en el glam-rock, de ambos en la foto de carátula, empujó la carrera del dúo ligeramente hacia adelante, pero sin convertirlos todavía en un fenómeno de ventas. Al año siguiente, su disquera de entonces, RCA Victor, decidió relanzar She’s gone, uno de los temas principales del disco anterior, Abandoned luncheonette, tras el moderado éxito que había obtenido, en 1974, en las versiones de dos estrellas establecidas del R&B, el elegante crooner Lou Rawls (1933-2006) y el conjunto vocal de disco-funk Tavares. Rich girl, del álbum siguiente (Bigger than both of us, 1976), nuevamente hizo que los reflectores se posaran sobre ellos, así como la emocional balada Do what you want be what you are.

En pleno ascenso del dúo, Daryl Hall hizo un movimiento temerario, desde el punto de vista musical y comercial. El cantante y pianista de soul y R&B “de cuello blanco” se alió con una de las columnas vertebrales del rock progresivo y de vanguardia, el guitarrista británico Robert Fripp, quien estaba reenganchándose con la industria discográfica tras tres años de haber disuelto su propio grupo, los influyentes King Crimson. Juntos grabaron, en 1977, una docena de canciones que la casa discográfica de Hall rechazó por considerarlas poco vendibles. Sin embargo, Fripp sí logró lanzar muchas de estas sesiones en su propio álbum Exposure (E.G. Records/Polydor, 1979).

El disco terminaría lanzándose en 1980, bajo el título Sacred songs. Es un trabajo de alta calidad, con momentos notables como Babs and babs, NYCNY, The farther away I am o North star (con Phil Collins en la batería) en la misma línea de pop experimental que, en esos años, también siguieron artistas como Peter Gabriel, Brian Eno, Kate Bush o David Bowie. De hecho, Hall y Fripp intentaron armar un grupo nuevo con Tony Levin (bajo) y Jerry Marotta (batería) que, involuntariamente, terminó transformándose, sin Daryl Hall y con la inclusión de Adrian Belew (guitarra) y Bill Bruford en lugar de Marotta, en la renovada formación del Rey Carmesí, responsable de la trilogía Discipline (1981), Beat (1982) y Three of a perfect pair (1984). 

Una de las cosas que más sorprende del reciente desencuentro legal entre Daryl Hall y John Oates, que incluye una “orden de alejamiento” impuesta a este último, es que se produzca al final de su exitosa carrera y, prácticamente, de un momento a otro. Si bien es cierto el dúo ya no tenía la misma presencia de antes en los rankings, debido al inevitable paso del tiempo y los cambios de la industria musical, era una banda fija en la agenda de conciertos nostálgicos hasta hace poco más de dos años. Esto solo confirma que cualquier relación, personal y/o artística, por fuerte y larga que sea, puede hacerse añicos cuando hay, de por medio, disputas por dinero.

Entre los años 1978 y 1984 se ubica el periodo dorado de este dúo de cantautores y productores, uno de los más vendedores de su tiempo. Durante gran parte de esos años, a diferencia de otras épocas en que se rodeaban de un elenco siempre cambiante de músicos de apoyo, la banda tuvo una formación fija. Además de Daryl Hall (voz, teclados, guitarra) y John Oates (voz, guitarra), se integraron G. E. Smith (guitarra), Tom «T-Bone» Wolk (bajo, guitarra, mandolina), Charles DeChant (saxo, teclados) y Mickey Curry (batería). 

Canciones como Kiss on my list, You make my dreams (Voices, 1980), Private eyes, I can’t go for that (No can do) (Private eyes, 1981), One on one (H2O, 1982), encabezaron los rankings a ambos lados del Atlántico. La cohesión de la banda les permitió insertarse en la subcultura de MTV con videoclips que resaltaban las personalidades de los integrantes del grupo, haciéndolos fácilmente reconocibles. De todos aquellos éxitos radiales y televisivos, Maneater (H2O, 1982) con su aura misteriosa, el inconfundible riff de bajo y ese saxo duplicado en el intermedio instrumental, conquistó a los consumidores de música ese año y es, hasta ahora, la canción emblema de Hall & Oates. 

Esa primera mitad de los ochenta los vio cosechando otros éxitos de como Say it isn’t so y Adult education, dos temas nuevos que incluyeron en su recopilación Greatest hits: Rock ‘n soul Part I (1983) y, al año siguiente, su décimo segundo LP titulado Big bam boom (1984), produjo otros dos singles de alta rotación, Method of modern love y Out of touch, con un sonido que incorporó más sintetizadores y trucos de estudio, sin afectar el estilo orgánico del grupo. Ambos estuvieron ese año entre las 47 superestrellas que participaron en la grabación del disco benéfico We Are The World (USA For Africa), muy de moda actualmente entre los Netflix-lovers por el documental recientemente estrenado acerca de aquel importante acontecimiento musical.

Otras canciones destacadas de ese periodo, aunque no tan conocidas como las mencionadas, fueron Wait for me (X-Static, 1979) -cuya excelente versión en vivo se incluyó en la recopilación Rock ‘n soul Part I-; It’s a laugh (Along the red ledge, 1978); Did it in a minute (Private eyes, 1981); y los covers de Family man y You’ve lost that lovin’ feelin’ clásicos de Mike Oldfield y The Righteous Brothers, en los álbumes H2O (1982) y Voices (1980), respectivamente. En este último también apareció la balada Everytime you go away, composición de Daryl Hall en su momento desapercibida, pero se convirtió en éxito global cuando fue grabada en 1985 por Paul Young. 

Durante un receso del grupo que comenzó en 1985, G. E. Smith aceptó una invitación del humorista y productor de NBC Studios Lorne Michaels para asumir la posición de primer guitarrista y director musical de la banda de su conocido programa Saturday Night Live, cargo que desempeñó durante toda una década. El baterista Mickey Curry, quien tocaba en paralelo con Bryan Adams, se dedicó a tiempo completo al grupo del exitoso canadiense. Mientras tanto, Charles DeChant y Tom «T-Bone» Wolk -quien también estuvo junto a G. E. Smith en The SNL Band entre 1985 y 1995- se dedicaron a diversos trabajos como productores y músicos de sesión, pero sin desligarse nunca de Hall & Oates, participando tanto en sus grabaciones en conjunto como en solitario. En el caso del carismático Wolk, lo hizo hasta su inesperada muerte, en el año 2010, a los 58 años.

Un personaje poco mencionado en la saga de Daryl Hall & John Oates es Sara Allen, coautora de varios de los más grandes éxitos del dúo. Sara fue, además, pareja de Daryl Hall durante más de 30 años, aunque nunca se casaron oficialmente. De hecho, Allen fue inspiración del tema Sara smile, quizás la más asociada al grupo, después de Maneater. En la comedia romántica Serendipity (2001), la canción es usada en una graciosa secuencia en que el protagonista, interpretado por John Cusack, intenta olvidarse de la misteriosa chica que encontró por casualidad una noche de Navidad, llamada Sara (Kate Beckinsale) y, en medio del tráfico, un ciclista con audífonos se la canta prácticamente a la cara (ver aquí).

Sara Allen y su hermana Janna -quien falleció trágicamente a los 35 años de leucemia- se unieron a la banda como compositoras y coristas a mediados de los setenta. Tras su separación en el 2001, Sara mantuvo una estrecha amistad con Daryl Hall, participando en su discografía como solista y sus proyectos televisivos, que incluyeron un programa de renovación de casas y otro musical, inspirado en los shows que condujeron sus colegas Elvis Costello (Spectacle with Elvis Costello, 2008-2010) o el pianista Jools Holland (Later… with Jools Holland, 1992-hasta ahora), pero con un toque más informal y abierto.

Live From Daryl’s House arrancó el año 2007 como un programa que se transmitía únicamente online, una vez por mes, y así se mantuvo hasta la temporada 2011-2012 en que comenzó también a aparecer en varias cadenas televisivas, de manera esporádica. En el espacio, Daryl Hall recibe, en su casa/estudio en New York o en un local que también posee en esa ciudad, a músicos destacados para tocar con ellos, conversar informalmente y hasta cocinar juntos. De hecho, John Oates ha participado en varios capítulos del programa, como por ejemplo aquel en el que ambos realizaron una retrospectiva de su carrera juntos (2009) o en el que recordaron la vida de su amigo Tom “T-Bone” Wolk, a quien le dedicaron una sentida rendición del clásico del soul de 1972 Harold Melvin & The Blue Notes, I miss you. En uno de sus últimos episodios, se le ve junto a su gran amigo Robert Fripp, tocando varios temas del Sacred songs y esta explosiva versión del clásico crimsoniano Red.

En los años posteriores a su máximo apogeo, la trayectoria discográfica de Daryl Hall & John Oates fue más o menos activa, con discos como Ooh yeah! (1988), que consiguió colocar un par de temas en los rankings de música adulto-contemporánea como Everything your heart desires o Missed opportunity. Sin embargo, sus espaciados lanzamientos posteriores -Change of season (1990), Marigold sky (1997) o Do it for love (2003)-, ya no tuvieron el impacto de antes, aun cuando conservaban su intrínseca calidad, potenciada por la experiencia y una actitud respetuosa de sus raíces musicales, como en el álbum Our kind of soul, en el que hacen homenaje a algunos de sus referentes fundamentales (Smokey Robinson, Aretha Franklin, Marvin Gaye, Al Green, entre otros). 

En compensación, el dúo siguió saliendo en giras mundiales, además de producir sus propios materiales por separado. Daryl Hall, por ejemplo, lanzó entre 1993 y el 2011 los álbumes Soul alone (1993), Can’t stop dreaming (1996) y Laughing down crying (2011); mientras que John Oates debutó como solista en el siglo XXI con el ultra funky Phunk Shui (2002) y ha publicado desde entonces cuatro discos más, siendo el último Arkansas (2018), en clave de country, blues y gospel. En medio, en el 2014, la banda fue incluida en el Rock And Roll Hall Of Fame, presentada por el baterista y productor de The Roots, Questlove. Lastimosamente, las últimas informaciones sugieren que, después del pleito legal y los puyazos que siguieron, las posibilidades de que Daryl Hall y John Oates limen esas asperezas son virtualmente nulas. Un opaco final para tan brillante trayectoria en el mundo del pop-rock.

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Hall & Oates, Philly sound, Rock de los 80, Soul

Mostrando total incoherencia con su lema de batalla “Viva la libertad, carajo”, el presidente argentino Javier Milei, campeón de campeones entre los liberales de nuestro tiempo, ha prohibido el uso del lenguaje inclusivo en la administración pública de su país. No contento con eso, califica la perspectiva de género como un negocio político. Queda en evidencia que el liberalismo de Milei es fundamentalmente uno de mercado y que está desprovisto de cualquier traza humanista.

Y no puede haber humanismo cuando se prohíbe el lenguaje inclusivo y se sataniza la perspectiva de género en un país que actualmente ocupa el primer lugar, entre los 35 que formaron parte de la Encuesta Global de Voices sobre violencia en mujeres: 37% de mujeres declararon haberla sufrido (física o sicológica) en el año 2023. La doble cara de Milei es más doble que nunca: desde la tribuna grita su liberalismo, pero en el fondo lo que hay es un conservadurismo que raya en lo patético. 

Pensar que el lenguaje inclusivo va a solucionar los problemas de la mujer es iluso. Pero no olvidemos que el lenguaje es una herramienta poderosísima para mostrar, hacer ver y verbalizar la realidad. En ese sentido, una apertura hacia el lenguaje inclusivo quizá comenzaría a operar en la conciencia ciudadana, promoviendo el respeto y la tolerancia, dos cosas cuya ausencia son los ingredientes ideales del odio y de prohibiciones autoritarias como esta. 

Y no me refiero al lenguaje que está en las agendas políticas de algunos movimientos y colectivos, me refiero simplemente al hecho de que, desde la administración pública de un país se ofrezca un reconocimiento cada vez más esquivo, un reconocimiento que es reducido a un asunto ideológico propio del comunismo, de organizaciones guiadas por la maldad y que quieren destruir el sagrado orden binario que, por lo visto, para Milei es la única forma de mirar el mundo y sus complejidades. Ese reconocimiento es, por ahora, una oportunidad perdida.

La prohibición pierde de vista varias cosas: la vulnerabilidad de las mujeres y la de otros grupos que sufren marginación por su identidad sexual o de género, o por cualquier otra razón que menoscabe sus derechos; el hecho de que el lenguaje inclusivo, guste o no, es una variedad lingüística en formación y que los hablantes que la utilizan terminarán creando reglas a consecuencia del uso; finalmente, es la negación de la realidad misma, porque hay nuevas formas de subjetividad, hay nuevas identidades y es natural que estas exijan ser representadas en el universo de las palabras.

No me cabe duda de que el lenguaje inclusivo acabará por encontrar un lugar y ese lugar será fruto de consensos y de acuerdos porque en lengua no puede imponerse nada, con lo cual, la bravata de Milei es fundamentalmente eso: una bravata. No hay prohibición duradera en materia de lengua. La situación argentina desnuda pues las falencias de nuestra propia educación. América Latina es un auténtico paraíso de acosadores, violadores, asaltantes sexuales y feminicidas. Las autoridades con su miopía y con la facilidad que muestran para aupar discursos de odio, siguen pensando el lenguaje inclusivo y la perspectiva de género como puntos de una agenda comunista o caviar, cuando se trata, simplemente, de abrirle las puertas a una ciudadanía educada, sensible y democrática, capaz de encontrar en las diferencias un motivo de respeto y no de mofa. 

En el año 63 a.C., el senador romano Marco Tulio Cicerón, en sus recordadas Catilinarias, denunció la conspiración de Lucio Sergio Catilina para derrocar la República, salvando a Roma del golpe de Estado. Pero no por mucho tiempo. Años después, se destruiría la República cuando Julio César se hizo nombrar dictador perpetuo. Marco Antonio, un aliado de Julio César, ordenó el asesinato de Cicerón, quien había criticado con dureza el creciente poder de César. Aunque su muerte no fue la causa de la caída de la República, privó a Roma de un firme defensor de la democracia romana.  Algunos le criticaban a Cicerón no tener bandera, porque podía estar respaldado por los populares en un momento o por la aristocracia en otro. No entendían que su bandera era la República.

A Gustavo Gorriti también lo quieren eliminar, pero de forma más sofisticada. No es que la humanidad haya avanzado al punto de rechazar el asesinato, ni que a sus adversarios les falte voluntad para usarlo. Prefieren una opción más letal y trascendente: la destrucción de su reputación, credibilidad e influencia. Que sirva de lección para desalentar a cualquiera que amenace la consolidación de su poder e intereses.

Gorriti no es infalible, pero creo que tiene cierta obsesión con serlo. La influencia que tiene dentro de la sociedad no la ha adquirido en cócteles de embajadas ni en lobbies de empresas. Sus investigaciones hablan por sí mismas y no recuerdo que se haya desmentido ningún caso importante en el que haya trabajado. A diferencia de otros que pomposamente se presentan como periodistas de investigación, Gorriti  no es una mesa de partes de aquellos que buscan a la prensa para filtrar denuncias que perjudiquen a sus oponentes políticos. La práctica de IDL-Reporteros se basa  en la búsqueda exhaustiva de la verdad, la verificación de datos y la exposición rigurosa de los hechos. No sé a quién le escuché decir que el periodismo de investigación era la mejor política anticorrupción, en el caso de Gorriti se corrobora.

Por supuesto, no siempre se puede estar completamente de acuerdo con él. A veces, uno desearía que pusiera énfasis en otras causas o que coincidiera más con nuestras ideas. Sin embargo, Gustavo  tiene una visión muy clara de las prioridades del país y actúa en coherencia con ese pensamiento. Incluso en los matices discrepantes, uno puede confiar en que está frente a una persona íntegra. Que si no toma la  postura que uno desearía, se puede tener la seguridad de que no es por cobardía ni mucho menos por buscar un beneficio personal, sino por convicción.

La contribución de Gustavo Gorriti no se limita a la revelación de los grandes casos de corrupción, sino que también ha llevado a cabo una de las investigaciones más serias sobre Sendero Luminoso.

Durante años, he intentado leer todo lo que se ha publicado sobre el conflicto armado interno, y mi apreciación es bastante severa: la mayoría carece de rigor, profundidad y presenta errores graves. Incluso connotados intelectuales se extravían en subjetividades y pierden prolijidad. En contraste, el libro de Gorriti Sendero Luminoso: historia de una guerra milenaria  destaca por su análisis meticuloso y exhaustivo, incluso con la información limitada disponible en 1989.

Existen quienes sienten recelo hacia Gustavo Gorriti y son en cierto grado condescendientes con la campaña de desprestigio emprendida por medios de la ultraderecha como Willax, Expreso y La Razón. Dicen, muy independientes ellos,  que es necesario investigar a todos y dejan un margen de credibilidad a imputaciones falaces. El instinto más elemental en política nos dice que quienes vienen por Gorriti, vienen por todos. La persona con la que se han obsesionado estos medios es un personaje que han creado de manera deliberada para poder hacer viables sus planes. 

No es el primer caso en que en Perú, con fines subalternos, se inventan enemigos terribles. Algunos se prestan a este juego buscando distanciarse de la figura fabricada, pero con ello solo refuerzan la narrativa de la ultraderecha.

Los enemigos de Gustavo Gorriti no tienen idea de lo que él realmente piensa. La caricatura que han hecho de él, es la de un hombre obsesionado con el fujimorismo que solo quiere ver a Alberto Fujimori pudrirse en prisión. Nada más lejos de la realidad. Gorriti, conocedor de la historia y sus dinámicas, sabe lo nocivo que es empantanarse en procesos eternos. Puede ser más bien pragmático en ese tema , siempre y cuando cualquier perdón esté precedido de un compromiso auténtico con los valores democráticos.

No importa cuán distante te encuentres de las ideas y posiciones de Gorriti, él es solo un pretexto para acabar con el periodismo independiente, la democracia, la libertad de expresión y el derecho de la ciudadanía a fiscalizar el poder. Necesitan desacreditarlo para proteger los intereses de un sector mafioso que ha tomado control del país. Por eso, mi defensa de Gustavo Gorriti es sin ambages  y sin concesiones a la ultraderecha, no solo por un afecto personal,  que  lo tengo, sino porque acá nos estamos jugando el futuro del país en las próximas décadas.

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gorriti, Gustavo Gorriti

UNO

Es de vital importancia conocer el pasado para comprender el presente e imaginar el futuro.

Escritor Luis Sepúlveda

Las reproducciones del video con sus declaraciones superan los 9,5 k. Gran parte de los comentarios, en YouTube, se llenan de alabanzas y vítores, resaltando sus logros. No les interesa, en absoluto, las muertes, torturas o hechos corrupción por las que fue condenado. Es más, diría, que el Chino, si fuera candidato, obtendría más votos que Keiko. 

La entrevista fue planificada. No hubo nada de improvisación. Willax, como siempre, siendo el papel toilet de la democracia amorfa que tenemos. No esperaba menos de ellos. En tanto, que Alberto –con una evidente mejora de salud– frente a un micrófono, después de tanto tiempo, se envaneció y afirmó lo que sospechábamos. Dejando en claro, el papel de Keiko, como sostén principal de un gobierno ilegitimo.

Siempre me he preguntado los méritos de Martha Moyano para estar en el Congreso. Aparte, lógicamente de ser enfermera.

  • ¿Ser una inclaudicable fujimorista? 

Sin un pelo de tonta y amparada por el famoso apellido, se enroló por Cambio 90, en los tempraneros noventa. Recién, en el 2000, fue electa como congresista.

Consultada, hace unos días, por los periodistas, negó lo dicho por Fujimori. Eso sí, no lo desautorizó. Algo así como.

  • No es cierto, pero el expresidente tiene todo el derecho a dar declaraciones.

María Elena Moyano se debe estar revolcando en su tumba.

DOS

Los peruanos nunca hemos tenido una verdadera democracia. Jamás. Tampoco, partidos políticos que apuesten por el desarrollo del país. Nunca se ha establecido una República, donde todos los peruanos se sientan iguales, los unos a los otros. Aun somos lo que LAS describió en su libro. 

  • Perú: retrato de un País Adolescente. 

En igual manera, los partidos políticos, en su gran mayoría, han fracasado o desaparecido. El Partido Civil, formado por oligarcas, se funda en 1871.  Otro, fue el Partido Demócrata, cuyo líder era el nefasto Nicolás de Piérola. Ambos, fueron responsables de la Guerra del Pacifico y de la posterior derrota. Augusto B. Leguía, candidato de los Civiles, pronto se olvida de ellos. Autoritario y ególatra, pronto se convierte en dictador y da el puntillazo final a los civilistas. En los años treinta, emergen el APRA y los comunistas. Más tarde, los apristas le joden la existencia al probo de Bustamante y Rivero. Esto dio paso a la dictadura de Odría. Tan recordado y estimado por muchos. En los sesenta, un débil Belaunde se topa con la oprobiosa alianza APRA-UNO. La secuela natural es el golpe de Velasco. Quien fue despreciado por la Plutocracia, amado por los campesinos y respetado por la clase media, que surgió, con fuerza, en aquellos años. En los ochenta, fue el declive total de los partidos. La crisis económica y social erosionó el país y trajo como secuela, la elección del outsider japonés.

En aquellos años de supuesta bonanza y la reelección indefinida, al expresidente jamás le importó fundar un partido. Cual caudillo, elucubró que su figura era lo único indispensable. Necesitaba vasallos, no seres pensantes que le disputasen el liderazgo. Tal como, ahora, hace Keiko. Esa es la fórmula. Justamente, la lideresa de FP tiene en la palma de la mano a Dina, al Tribunal Constitucional, al Congreso y ahora tendrá al JNJ.

  • ¿Qué más le falta para seguir gobernando tras las sombras?

Mientras tanto, la oposición se atomiza y empequeñece.

– ¿Alguien, en su sano juicio, considera aun a Dina Boluarte y Otárola como izquierdistas?

Ni siquiera el pomposo Hernando De Soto, se toma tiempo en fundar un partido propio, con ideología libertaria. Tomó prestado uno, que parió a cuatro personajes esperpénticos.

  • Rosselli Amuruz, Alejandro Cavero, Patricia Chirinos y Adriana Tudela.

Más daño a la democracia, imposible. 

Del Partido Morado, lo que más se recuerda es la huida de Julio Guzmán del departamento incendiado, donde tenía un encuentro amoroso (¿?) con una dirigente.

Vuelvo a sostener que la derecha debe esforzarse por elegir un candidato decente. La sombra de Antauro está a la vuelta de la esquina.

-El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla.

Luego de la aplicación del indulto otorgado por PPK a Alberto Fujimori ordenada por el Tribunal Constitucional, no quedaba dudas que, por un lado, la izquierda iba a tratar de regresarlo a la cárcel, y que, por el otro, su presencia en libertad iba a influir, de algún modo, en la política local.

Fujimori, al principio cauto, se dio varios baños de popularidad en sus visitas a la Reniec y a la Sunat para hacer trámites personales, los cuales empezaron a alimentar ese bichito político que estuvo dormido durante su encierro, pero que comenzó a despertar al sentir los vientos de la libertad y el cariño de compatriotas de todas las edades.

Hace pocos días, Fujimori, entrevistado de paso por un periodista, comenzó a enmarcar la posición de lo que él llamo “fujimorismo”, haciendo una sutil diferencia con el partido Fuerza Popular, en la cual fija, cual jefe, la visión de llegar al 2026, que sugiere un apoyo tácito de gobernabilidad al régimen de la presidenta Dina Boluarte.

La jalada de pelos y gritos de la izquierda ante la supuesta evidencia de un cogobierno de Fuerza Popular y Dina Boluarte no solamente fueron exagerados, sino que otorgan, además, un poder sobre natural a ese partido que cuenta con 24 congresistas de los 130, es decir, menos del 19% y lejos de incluso, una mayoría simple.

Lo que sí es evidente es que la mayoría del congreso está pensando en la gobernabilidad de corto plazo para poder llegar a las elecciones sin una nueva vacancia o renuncia presidencial que acelerarían este proceso sin haberse realizado ninguna de las reformas políticas necesarias, como la bicameralidad, la eliminación del voto de confianza a los nuevos gabinetes, la acotación de la vacancia presidencial y de los causales de cierre del congreso, entre los más destacados.

La nueva incursión de Alberto Fujimori a la política plantea un escenario distinto hacia las elecciones del 2026.

De lo visto en sus apariciones, mantiene su carisma y empatía con buena parte de la población, lo cual puede ayudar a su hija Keiko, que digamos, no es Miss Simpatía.

Las teorías de cómo Alberto puede participar en el 2026 van desde una ilusa candidatura presidencial con Keiko de vicepresidente para dejarle el poder a los pocos meses, postular a un eventual Senado o, lo que suena más razonable, participar activamente en la campaña de Fuerza Popular para trasladar esa empatía a la muy probable candidata Keiko Fujimori. 

Claro que habrá que ver en cualquier escenario, si un hombre de edad avanzada como él y con condiciones de salud delicadas, podrá llegar al 2026 en condiciones de involucrarse de lleno a una campaña electoral.

Pero imaginemos que llega relativamente bien de salud y que apoya decididamente a Keiko en su campaña presidencial. A la fecha, tenemos 25 partidos políticos inscritos y con los que están pendientes, fácilmente podremos tener 35 en el partidor de abril 2026.

Si a esta realidad le sumamos los cacicazgos de nuestros líderes políticos que prefieren pasar a segunda vuelta con 7% antes que formar alianzas electorales, es altamente probable que Keiko Fujimori, pase al balotaje.

Keiko perdió las 2 últimas elecciones por 40,000 votos. Ante el desastre del gobierno comunista de Castillo y el apoyo carismático de Alberto Fujimori, es posible deducir que esa diferencia podría ser fácilmente revertida, sobre todo si enfrenta a un candidato de izquierda radical como Antauro Humala.

Se le haría más difícil a Keiko si compitiera en el balotaje contra una alianza “caviar” de centro-izquierda o una liberal de centro-derecha, pero a la fecha, la mayoría de nuestros caciques políticos no toman la iniciativa de las alianzas, aunque a lo lejos, se puede vislumbrar a Nieto con Marisol Perez-Tello, Daniel Olivares y ex morados en los esbozos de una futura unión, mientras que de la centro-derecha, salvo conversaciones entre bambalinas, no se ve humo blanco en el horizonte todavía.

El efecto de un Alberto Fujimori con buena salud, jugará, sin duda, un rol importante en la campaña electoral 2026 que ya comenzó. Sólo quedan 25 meses para la primera vuelta (abril 2026) y ya es tiempo que los líderes políticos implementen alianzas y comiencen a reclutar profesionales competentes y probos para formar alternativas de gobierno cuyo objetivo sea el bienestar de los peruanos, en especial, el de los más necesitados.

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efecto fujimori, Fujimori

Esta casita de cartón abre sus puertas leyendo el libro póstumo que se hiciera del minimalista y a su vez extraordinario escritor, Raymond Carver, ‘Si me necesitas, llámame’. Una colección de cuentos que da el sello final a un legado perdurable hasta el día de hoy. Por eso, la referencia de escritores de tallas tan grandes como Haruki Murakami, quien tradujera toda su obra en japonés. Y es que, el escritor nipón, al que siempre lo señalan como el próximo Nobel de literatura, mucho bebió del maestro como de otro beodo norteamericano, el romántico nostálgico de las letras, Scott Fitzgerald. 

Y fue gracias a Tess Gallagher, poeta y viuda de uno de los más grandes exponentes del realismo sucio, que tenemos este último alud del que supo ser el mejor cuentista de su época. Y que cuando llegara a tocar los primeros cristales de la fama, un cáncer de pulmón le despojara rápidamente del sendero de la vida como a sus lectores de muchas más obras, con apenas 50 años. Pero comencemos con su aparición en el mundo silencioso y sacrificado de la literatura. Y de esto se podría asimilar con su misma vida, y en que creciera en una familia muy pobre y con padre alcohólico, como su primer amor con 20 años él, y su compañera de 15, y que cuando ella cumpliera la edad en que lo conoció a Carver, 20, ya tener ambos dos hijos. O en los 70’s, cuando era profesor universitario, que emprende sus primeros relatos, llegando a la mitad de la década a tener reconocimientos con premios de notoriedad como el O. Henry, de relatos cortos. Pero del que se dice que en sí fue el que le tendió servido su estilo novedoso hoy reconocido, descarnado, parco, lacónico y exacto, es su famoso editor, Gordon Lish. Y es que con el tiempo se descubrió apuntes de corrección de una de sus obras más excelsas, ‘De qué hablamos cuando hablamos de amor’. Libro que ahonda por las turbulentas mareas existenciales con lo que abarca este sentimiento del que hasta el día de hoy no tiene respuesta, pero del que puede uno entenderlo al dejarnos enclaustrados en cantinas de mala muerte bebiendo por inacabables noches, escuchando las de Chacalón o de José Alfredo Jiménez. En sí, estos cuentos iban a tener el nombre de ‘Principiantes’, pero es por Gordon que cambia como mucho de aquellos textos, como sacando personajes o cambiando drásticamente la trama como los finales. Lo cierto es que tiempo después Carver se alejaría y haría dos de sus mejores libros: ‘Catedral’ y ‘Tres Rosas amarillas’, este último, que es sobre la muerte de su gran farol literario, Antón Chéjov. Y así desmarcándose completamente de la sombra de su editor.

Más allá de ser un insigne cuentista, también tuvo otra faceta aunque no muy conocida, y es como poeta. Del cual pude dar con dos grandes perlitas, para mi grata sorpresa, como ‘Lluvia’ o ‘Donde hayan vivido’, con estas conmovedoras letras que en reflejan puramente la esencia de su arte: ‘Fuera donde fuera,/ aquel día andaba por su propio pasado./ Dando puntapiés a jirones de recuerdos./ Mirando las ventanas que no hace mucho le habían pertenecido./ Trabajo, miseria y pocos cambios. / En aquella época vivían para sus deseos,/ decididos a ser invencibles. / Nada les detendría. / Al menos durante muchísimo tiempo. / En la habitación del motel aquella noche, de madrugada, abrió una cortina/. Vio nubes cubriendo la luna. / Se apoyó en el cristal. / Le traspasó un aire frío que puso la mano sobre su corazón./ Te amé, pensó. / Te he amado mucho./ Hasta que se me acabó el amor.

Esta casita de cartón cierra sus puertas con la felicidad de haber leído y escrito sobre uno de sus escritores favoritos de cabecera. Del que rememora mucho sus pasajes de juventud, y ahora entendiendo con el pasar de los años lo que sus personajes sufrían, es que el tiempo avanza y como la obra de Carver, no existe final, eternizada por sus cuentos imperecederos aún hoy, porque acaso la miseria, la esperanza muerta, el divorcio, el amor… son temas tan recurrentes en la vida de cada uno que nunca pierden su fulgor. El autor abrá muerto, pero si se lo necesita, se le puede ‘llamar’, y de la única manera que puede hacerlo un lector, es a través de sus obras, que traspasan el tiempo y la distancia, y he allí a su inacabable magia.

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escritores, raymond carver

En los últimos años, Ecuador pasó de ser uno de los destinos turísticos más importantes de la región a uno de los países más violentos. De acuerdo a la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), la tasa de homicidios en Ecuador se cuadruplicó entre 2016 y 2022. A inicios de enero, el mundo se paralizó mientras un grupo de periodistas televisivos eran secuestrados en vivo por criminales encapuchados. Estos últimos portaban armas de fuego, granadas y, hasta botas, con sellos de las Fuerzas Armadas del Perú. El escalamiento progresivo de la violencia delictiva en ese país ha logrado que, en la actualidad, más de la mitad de los feminicidios en Ecuador se cometan en el contexto de enfrentamientos entre bandas criminales. 

Lo que parece haber sido una salvaje explosión de la violencia criminal es, en realidad, el resultado de fenómenos y dinámicas que se han ido consolidando en la sociedad ecuatoriana durante los últimos años: un reposicionamiento del país andino como actor principal del narcotráfico mundial; una crisis carcelaria que ha permitido la expansión de las filas de las principales organizaciones criminales del país; y un conjunto de respuestas del Estado que se han dado entre el populismo punitivo, la mano dura y el efectismo. Y no, todavía no estamos hablando del Perú. 

La reciente encuesta publicada por la Consultoría Interdisciplinaria en Desarrollo, también conocida como CID Gallup, empresa dedicada a la realización de encuestas de opinión pública basada en Costa Rica da cuenta de un panorama alarmante: Ecuador y Perú son actualmente los dos países con mayor percepción de inseguridad en la región. En nuestro país, cuatro de cinco personas han percibido un incremento en el crimen durante los últimos meses. Por otro lado, otro estudio realizado por la misma encuestadora ubica al Perú empatado en el primer lugar —otra vez con Ecuador— por el porcentaje de hogares donde algún miembro ha sido víctima de un robo o asalto en el mismo periodo de tiempo: 47 %. Es decir, casi la mitad de la población ha sido víctima de un delito de estas características. 

No es necesario ser un experto para discernir que la situación va empeorando cada vez más en el Perú. Según datos de la Policía, entre el 2022 y el 2023, las denuncias por robos a nivel nacional aumentaron en un 70 %; en tanto que las denuncias por extorsión también incrementaron notoriamente en 44 % —y más de 100 % en 12 regiones del país. Mientras tanto, el Ejecutivo ha visto por conveniente declarar en emergencia a las provincias de Trujillo y Pataz, prohibir el ingreso a las tribunas de los principales equipos de futbol de la capital, y deslizar la posibilidad de que una exestrella del futbol nacional reciba protección especial por parte de la Policía para luego recular sobre su declaración inicial.  

Sin saberlo —o quizás, sin decirlo explícitamente—, el actual Gobierno y su displicencia están generando las condiciones para que el Bukele peruano arribe sobre una alfombra roja. Un Bukele peruano que, digno de las realidades paralelas de las que nos hemos vuelto expertos en recrear, sea probablemente un remedo más huachafo y, por supuesto, más peligroso. 

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Bukele, Ecuador

Existe actualmente en la mayoría de jóvenes peruanos y quizás en el mundo, (no lo sé), la idea de “ser sus propios jefes”. El mercado ha calado de tal manera en las mentalidades de los jóvenes, sobre todo, que hace que les resulte atractivo emprender con los entusiasmos propios de la edad, negocios que busquen ser innovadores, competitivos, y que en el corto tiempo les permita la holgura de vida de un empresario exitoso. El filtro de la realidad es fuerte y solo los más preparados y consientes de las dificultades podrían comenzar la estabilidad deseada de un negocio que se emprende con fe y dedicación. 

En el mundo urbano, la competitividad es muy fuerte y los emprendimientos son más focalizados a necesidades ya estandarizadas, pues los servicios y las atenciones son ya parte del normal consumismo de la sociedad actual. Los jóvenes comienzan a madurar la idea de fortalecerse con las oportunidades comerciales que van identificando, creando sólidas bases para su desarrollo y crecimiento económico; Las redes económicas y sociales siguen funcionando en la ciudad y es muy importante canalizar los esfuerzos de muchos jóvenes con necesidades económicas o con visiones de oportunidad empresariales, para consolidar sus emprendimientos. Es el momento de los emprendedores y el Estado ha dejado de verlo como una realidad palpable, minimizando su importancia. Hay muchos ejemplos que confirman esta afirmación, las familias emprendedoras, o los jóvenes emprendedores dejados de lado.

Sin embargo, yo sigo insistiendo en que además del mundo urbano que emprende, sin dejar de ser importante, no perdamos de vista al sector llamado rural, pues ahí se sienta las bases para que se comiencen a gestar emprendimientos innovadores que se convertirán más adelante, en propulsores de una economía que genere grandes procesos de cambio, y de esta forma pase a ser determinante en la generación de riqueza y empleo. Esto es clave pues, para impulsar dinamismo en cualquier economía. Es allí donde comienza a ser muy importante el interés por analizar las dinámicas de los emprendimientos y sus implicaciones, tomando en cuenta las estructuras que generan la producción y su desarrollo, dando pase a la innovación y el crecimiento de cualquier ciudad.

Si del mundo rural se trata, el Perú que con su diversa geografía es lugar de, en todo sentido, muchas particularidades, se alimenta de un fuerte componente que solo es entendido con el estudio de los componentes culturales y que en jóvenes rurales van asociados a la fuerza de la edad y a los entusiasmos regionales. Por ende, corresponde destacar como en las regiones se releva la importancia de identificar y considerar emprendimientos individuales, asociados o comunales, que valiéndose de las redes sociales estampan fuerza en los espacios que se van generando a nivel económico, y donde la competitividad es un elemento determinante para el desarrollo. Se abre así, camino a una alternativa propia donde se comienza a acuñar el termino de emprendimiento rural como una posibilidad latente y casi nueva, los llevados a liderarlo son los jóvenes rurales, quienes son hijos de la mentalidad del retorno, del ida y vuelta, del campo y ciudad, son los elegidos. 

Las alternativas que se generan desde los emprendimientos rurales son muchas y van de la mano con el interés de muchos emprendedores que comienzan a identificar oportunidades de negocio en entornos alejados de las ciudades, y son los espacios rurales los que persiguen este fin, para ir adecuando su entorno a los cambios que el mercado presenta. No es una generalidad, pero son las mujeres rurales las que generan mayores posibilidades para emprender un negocio, vale decirlo rural. Es una tendencia no solo en el país sino en Latinoamérica o quizás el mundo. 

Habría mucho que decir, cuando se piensa en emprendimientos rurales, ya en muchos artículos lo he mencionado, se generaría cambios sociales, se afinaría las apuestas innovadoras, la competitividad regional sería saludable, en fin, los jóvenes rurales deben emprender, sabiendo que tienen como base su propia geografía y la diversidad de recursos que ello origina. Mercado hay, solo se espera que la mentalidad de ser sus propios jefes se consolide y se fortalezca en el campo con la m irada madura de emprender. Para ello, es necesario ir al campo para fortalecer esas capacidades innatas que la historia ha demostrado es real, sobre todo en los jóvenes del campo.

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Emprende, Emprendedor, emprendedor rural
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