Opinión

El gobierno del profesor Castillo nació sin cabeza y fue creciendo desorganizado. Desde la campaña electoral, los peruanos sabíamos -sí, tú sabías- de las deficiencias y la evidente falta de liderazgo de Pedro Castillo, no como líder sindical o político cajamarquino; sino para un cargo presidencial. Los dos primeros meses de gobierno no tuvimos una real figura de presidente que sepa dónde está parado y tome el timón del país con una seguridad que no haga dudar. Pero esas dudas sobre Castillo que se hicieron tendencia en Twitter durante la campaña electoral ahora se han convertido en certezas. Tenemos un presidente débil, pero sus fanáticos seguidores no lo quieren decir.

Es evidente que Pedro Castillo calló y pasó por paños tibios por largos dos meses -tiempo en el que su imagen como «líder» se debilitó- las acciones y declaraciones irresponsables e impertinentes, no sólo de Guido Bellido, también de otros ministros cuya continuidad sólo ayudó a dejarnos claro que Castillo no es el líder que necesitamos.

Sin embargo, el twitt que colmó la «paciencia» o quizás sacudió, sólo un poco, al presidente fue el que publicó el expresidente de Consejo de Ministros, Guido Bellido, respecto a Camisea. El premier, quien debe responder al presidente, pretendió marcar la agenda al mismo, sin reunión de Consejo de Ministros, sin una llamada al jefe del Estado. Guido Bellido se creyó el Sony Corleone izquierdista de la política, pero sólo quedó como un Fredo Corleone en su escaño.

Señor presidente: usted permitió que le marcaran la agenda durante estos meses y delegó el poder que le dimos para que lo ejerzan los más radicales del partido que lo llevó al poder: Perú Libre. Sin embargo, con sus nuevas alianzas vemos cómo de un error pasa a otro de manera rápida, desleal y derrotista. Pedro Castillo ha cedido el manejo del país a esa izquierda «caviar», como muchos «opinólogos» y políticos de derecha han calificado, a un grupo de políticos y «opinólogos» con tendencias progresistas e izquierdistas que siempre ven la piedra en el ojo del adversario, pero jamás en el suyo. Yo los llamo la «Izquierda posera», que ha estado en diversos gobiernos, pero que siempre difunden el discurso del cambio.

Es importante hacer la pregunta: ¿Qué objetivo busca el presidente con este coqueteo en el tiempo con la izquierda de Verónika Mendoza? La excandidata presidencial está ubicando a sus «mejores» cuadros en el gabinete y ha logrado sentar en la PCM a su compañera Mirtha Vásquez, quien hasta el momento no tiene ningún cuestionamiento grave para manchar su inauguración como jefa de ministros, y ello genera más molestia en la oposición, porque saben que será un poco más complicado lanzar los dardos. Pero para nada imposible.

El presidente quiere cambiar la percepción y rostro de su gobierno que inició con el puño rojo de guerra, por otro puño rojo de guerra, pero con un discurso un poco más florido, sin llamar «explotadoras» a las empresas y que le encanta colgarse de la figura del genocida Alberto Fujimori para alborotar y hacer gritar a su público en Twitter, porque más allá no han logrado nada transcendental más que diversas marchas, nuevamente, contra los Fujimori.

Entiendo la molestia y sentimiento de traición de Perú Libre: el presidente está delegando la responsabilidad de gobierno a una izquierda «posera» que en las elecciones generales obtuvo 6.6% de la votación nacional, sólo un punto arriba del desaparecido Partido Morado, los dos partidos con menos representación en el Congreso. El Perú les dio la espalda, pero Pedro Castillo les está regalando el poder, sin merecerlo

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Una de las primeras poéticas escritas por Mariela Dreyfus se ocupa de espacios y motivos muy presentes en el horizonte de su tiempo: la ciudad, el ánimo explorador del cuerpo y la sexualidad y, también, la desacralización de la figura del poeta: “y yacemos desnudos / burdos semidioses” culmina aquel breve poema, un guiño a la soberbia vanguardista de Huidobro, que veía al poeta como un pequeño dios. Sin duda entre este texto y la filiación de la autora en el grupo Kloaka, hay un vínculo muy explícito. Sin embargo, luego de distanciarse del colectivo, la poesía de Dreyfus asumió la tarea de decantar su lenguaje y su mirada más allá de cuestiones programáticas, pues la ocupó, sobre todo, la construcción de una estética personal. 

Leyendo los libros de Mariela Dreyfus se transparenta un tránsito que va desde un inicio coloquial, en busca de la luz que late en el lenguaje urbano y sus márgenes, a un presente de carácter reflexivo y, por momentos, introspectivo. Hay que anotar que la disidencia de Dreyfus respecto a Kloaka no significó el abandono total de algunas preocupaciones pertinaces en ella, como establecer una relación crítica con el logos masculino, algo muy coherente con el perfil de su generación y el espíritu del convulso tiempo en que comenzó a escribir, los ochenta.

Memorias de Electra (1984) es quizá el libro que mejor se inscribe en su época. El deseo de liberar el cuerpo, el deseo de liberar la escritura de sus ataduras más solemnes, el deseo de integrar lo visceral desde lo femenino. Los versos finales de “Post coitum” son, en ese sentido, ejemplares: “El regreso a casa es solitario / y debo esconder mis pasos, / el olor que sorprenda a mi madre / mil veces violada y todavía virgen” (p.22). 

Placer fantasma (1993) nos enfrenta a indagaciones de mayor hondura y a una distancia respecto del impulso coloquial y a una constatación que revela la fragilidad de todo lo humano: descubrir que el instante en que el placer reina sobre los sentidos es efímero y siempre insuficiente para lograr la ansiada plenitud. La conciencia del yo poético es bastante clara en ese punto: “Llevo años luchando tras la imagen que acierte/ con este malestar. / La sensación de deslizarme por un terraplén, / galerías de espejos donde un viento cruel / me deposita en la apatía, el dolor, la soledad” (p.31). 

Ónix (2001) añade al caudal de experiencia que alimenta la obra de Dreyfus un asunto nuevo: la condición de extranjera, marcado por el inicio de su estadía en Estados Unidos. Los textos de Ónix revelan una mayor intensidad de sentimientos como la soledad, la extrañeza, cierta forma de alienación provocada por un mundo desconocido y algo hostil, que obliga al hablante a refugiarse en su propia interioridad “entonces el dolor /no es una palabra sino un cuerpo // un músculo cansado que destila / este aire de muerte” (p.40).

En tanto, Pez (2005) se mueve entre la celebración íntima y el horror del mundo contemporáneo. Los textos muestran el regocijo por la procreación y la maternidad a puerta cerrada, pero el contexto global contrasta dolorosamente, con sus constantes picos de violencia y deshumanización. El asombro de ver surgir la vida, a pesar de todo, es un sentimiento expresado con notable intensidad y ritmo en las páginas de Pez: “Del pecho fluye ya el calostro río / y el puente de la pelvis se levanta // Pero el centro es la esfera —digo, el vientre— / Su convexa armonía y su balance // Vientre: cántaro y fuente / esférica mansión labrada en carne” (pp.51-52). 

En 2010 aparece Morir es un arte y este libro plantea un dolorosa discrepancia con Pez. El segundo celebra la vida: la madre vive el proceso de la procreación, el primero se interna en los vericuetos del duelo y la pérdida: la hija, ahora madre, ha perdido a su progenitora. Hay unos vasos comunicantes indudables entre ambos textos: ver nacer y vivir la muerte de la madre, la raíz de casi todo: “y en la foto sonríe entristecida / ya mamá y sus ojos en el aire / con el gesto perdido con la mano / que me dice un abrazo y abrazadas despedidas las dos / acá en su cuarto mamá yo pequeñita y ella el ángel / eso es todo mamá y un flash que suena” (p.69). 

Finalmente, la aparición de Cuaderno músico (2015) cierra un ciclo creativo que, lejos de terminar, está en proceso constante. Cuaderno músico es el regreso a ciertas fuentes de la poesía de Dreyfus, como el cuerpo y la visceralidad, que vuelven a ser explorados, pero desde claves propias de la madurez artística: no hay rabia ni grito, hay observación, hay serenidad contenida, elementos necesarios, por ejemplo, para guardar la memoria familiar, un asunto importante en el poemario. 

Gracias a la idea de Peisa de lanzar Arúspice rascacielos, una selección de la obra de Mariela Dreyfus, se nos ofrece a los lectores un apartado, titulado “Poemas aparte”, que deja vislumbrar algo del futuro de su escritura. En suma, un libro que permite aproximarse, de manera global, a una de las poetas peruanas más interesantes de su generación. Y de estos tiempos, por qué no. 

Arúspice rascacielos. Poesía selecta. Peisa: Lima, 2021.

 

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Mariela Dreyfus

UNO

Es la mejor peli de Cameron Crowe. Lejos. Trata de perdedores. Como lo dice el personaje de Lester Bang (inolvidable Philip Seymour Hoffman): “Un grupo de nivel medio, en el cruel umbral del estrellato, luchando contra sus limitaciones”. Todo desde la mirada de un quinceañero-periodista llamado William Miller. Quien se embarca en un viaje con Stillwater, el grupo en mención, y acompañado de Penny Lane y demás groupies.

Cameron recorre la columna vertebral de América. No muestra a los santones del rock en persona. Hace lo correcto. Solo lo mencionan los personajes de la peli, o suena su música de acuerdo a la acción que se desarrolla. En una única vez, muestra de soslayo a David Bowie, entrando al ascensor del hotel, rodeado de fans. 

 

DOS

Pelo ensortijado y negrísimo, de contextura delgada y alto. Conversador neto. Hablaba hasta por los codos. Le conocí en el 2012, fui su profesor, de Literatura e Informática, en un ignoto colegio; enclavado en la frontera invisible entre dos barrios mesócratas. Estaba en el 2do año de Secundaria. Se sentaba en la última fila: la de los matones. 

Antes de las clases, el que suscribe, peroraba de lo sucedido en la semana, o de futbol, cine, tv o música rock. De manera, que un rato después empezaba la materia, sin problemas. Ya había captado la atención de los revoltosos. 

Había muchos fanáticos de rock en el aula. Rodo, más que fan, era un enfermo de la música. 

Eso sí, faltaba mucho. Al poco tiempo, me enteré que tenía problemas de salud. Después supe que era cáncer.

 

TRES

Gracias a esta peli, redescubrí a Elton John, su voz de tenor y un piano de cola son suficientes: Tiny Dancer y Mona Lisas & Mad Hatters nos envuelven en un estado de ensoñación y regocijo, del cual es difícil desprenderse. 

La grandeza de Led Zeppelin se muestra, en especial, a través de sus acústicos: Tangerine, Rain Song y Bron Yr Aur.

O el redescubrir a Yes, y su himno “I’ve Seen All Good People”. Imposible no conmoverse. 

Joni Mitchell y Cat Stevens, dos cantautores, nos regalan dos joyas: River y The Wind. Dícese que la canadiense no dejaba nada en el tintero. Directo a la herida, sin anestesia. Mientras, el inglés, nos susurra al oído, con una música relajante y letra reflexiva.

 

CUATRO

Rodolfo una oportunidad se me acercó – “tal chica me gusta profe, ayúdame a saber si le gusto”– Lo miré fijamente y me di cuenta que hablaba con la candidez de la juventud. 

Cuando enseñé en colegios secundarios, traté de indicarles a los jóvenes, la preparación que deben tener para la vida a posteriori. Que el mundo no se acaba cuando terminas una relación. Muy por el contrario, deben verlo como una experiencia, de las tantas que posiblemente tendrán. Que el hecho de estar de enamorado en la secundaria, no significa que será para toda la vida. Ni que, al salir del colegio, conseguirían el trabajo soñado.

Al poco tiempo, la chica en mención, me dijo que solo ofrecía a sus compañeros de clase “una linda y bella amistad”.

“No eres el único a quien le ha pasado esto, ni serás el ultimo. Ok” le dije a Villasboa. Aun así, sentí su pesar. 

 

CINCO

Las actuaciones son legendarias: Ni los secundarios decepcionan. Stillwater al final, no alcanza la fama tan ansiada. A lo más, obtienen una portada en la revista Rolling Stone. Subirán, cada verano, a Doris (el nombre del bus) para su gira anual. Y después, posiblemente, quedarán en el mapa del olvido.

Mientras tanto, William Miller continuará escribiendo en la revista. Con más éxito, posiblemente; aunque las chicas siempre serán un problema para él.

 

SEIS

Se me ocurrió visualizar la peli “Casi Famosos” con la sección. Durante 122 minutos, los chicos la vieron hipnotizados. Se cagaron de risa en la escena del avión, a punto de caer, y la confesión del baterista. Los varones, se quedaron con la boca abierta, pero les encantó la escena de del desvirgamiento. 

Al final, debatimos animadamente. Me indicaron sus momentos preferidos. Varios concordaron que la mejor escena fue cuando Russell crispado sube al bus. Ahí sentados, y en un ambiente cargado; de repente, retumba la mágica Tiny Dancer; y, de a poco, comienzan a tararearla. La música les cambió el humor.

Como tantas veces nos ha sucedido, ¿no?

 

EPILOGO

Tuvo una larga batalla contra el cáncer. 

Se acercó a Dios, cada vez más. Y allí conoció el amor.

Se enamoró de una chica llamada Laura. Y fue correspondido. 

Cuando me enteré, recordé que muchos ni siquiera conocen, en su larga vida, lo que es el amor verdadero.

Él sí. Se lo merecía.

Quiero pensar que se fue en paz consigo mismo.

Luego de su fallecimiento, me contacté con Laura. Ella me relató que él estaba convencido, que Dios la puso en su camino. 

“Fuimos felices en ese corto periodo de tiempo”.

Rodolfo Villasboa falleció el 21 abril de 2018. 

Tenía solo 21 años.

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Cameron Crowe

Nunca ha sido tan importante ganarle a Chile para llegar a un Mundial. La eliminatoria pasada Perú llegó a Rusia a pesar de perder los seis puntos contra ellos. Incluso, en 1997, cuando faltan dos partidos para llegar a Francia, con un empate en Santiago bastaba. Ahora, un punto no sirve. Perder es el sinónimo de una eliminación. Solo ganar extiende la respiración del equipo de Gareca.

En un partido visagra como este, en plena mitad del torneo, la realidad es que el rival solo ha ganado un partido oficial de los últimos catorce, contra Bolivia. Y se encuentra en un momento de recambio generacional, con un técnico casi nuevo. No estarán Vidal ni Vargas, tampoco Mena en la defensa. Para ambos equipos, este no es un partido para clasificar al Mundial, sino para no quedar fuera.  

En el lado de Perú, la realidad es que ya hace algún tiempo la selección no hace honor a los siete años de la gestión Gareca. La solidez defensiva no llega. El ataque no logra articulación. El gol se consigue con mucho sacrificio. La definición en la últlima jugada es un mal que ha regresado a la blanquirroja. Y en todos esos problemas, aún así, Perú puede ganarle a Chile. 

Pero para ello hay que tomar buenas decisiones de cambio. Atrévete, Tigre.

Hay un concepto en el fútbol imprescindible para el éxito. Es la jerarquía. Es ese elemento de experiencia, calma y dominio de escena fundamental para controlar las acciones de un partido. En una final como esta, y un clásico histórico donde se juega más que un simple partido de fútbol, el parámetro fundamental para tomar decisiones se basa en la categoría. 

En esa línea, es una buena noticia hoy Carlos Zambrano. El central de la actualidad con más experiencia y trayectoria futbolística en el más alto nivel de competencia, vuelve a la selección inmediatamente después de hacerle un gol de cabeza a River Plate de visita, con la camiseta de Boca Juniors. No es un detalle menor. Será suplente en el Xeneixe, pero me pregunto cuándo Zambrano no metió todo para sacar adelante partidos, con ese coraje que lo caracteriza.

A su lado, no es tampoco un detalle menor que Luis Abram haya jugado por primera vez un partido completo con la camiseta del Granada de La Liga española. Uno de los cinco mejores campeonatos del mundo. Al mismo tiempo, fue el primer triunfo del equipo en la temporada, nada menos que contra el Sevilla. En su lucha silenciosa por la titularidad, Abram ha dado un batacazo. 

Perú llegó a una final de Copa América en el 2019 con esos dos centrales. Zambrano y Abram. Es la segunda mejor expresión defensiva de la era Gareca, detrás de Ramos y Rodríguez. Además, empezaron la eliminatoria haciendo juntos dos dignos partidos contra Paraguay y Brasil (salvo la expulsión). Jerarquía resuena y presente futbolístico también. Una buena charla técnica y motivacional para Carlos y todo el respaldo para Luis debieran ser suficientes.

El complemento entre ellos es especial. Abram va al marcaje al cuerpo con la elegancia de saber quitar la pelota de los pies sin ocasionar falta. Zambrano en la misma situación va al choque fuerte y deja huella en el delantero. En las divididas, Zambrano cierra alto mientras Abram espera en las espaldas. En el anticipo, ambos son precisos. Tienen buen juego aéreo los dos. Y se conocen.

Callens, Araujo y Santamaría gozan de un buen presente, pero se ausenta en todos aún la jerarquía. El primero juega en un fútbol sin peso internacional. Araujo requiere aún de mayor rodaje. Y es solo un símbolo haber convocado a un buen back del fútbol mexicano como Anderson, pero que está muy desatinado con la selección peruana. Ah, y Ramos juega en la Vallejo. No más que decir. 

Advíncula va por derecha, que además viene de entrenar un par de meses con Zambrano en el mismo club. Trauco ya tiene dos partidos de titular y noventa minutos en la liga francesa, recuperando el ritmo futbolístico. López aún está en formación y es preferible volver a Trauco por su funcionamiento de equipo, porque Gareca no va a dejar de privilegiar que la pelota le llega limpia a Yotún.

En el mediocampo es un partido idóneo para poner a Tapia y Aquino juntos otra vez. El primero tiene un mecanismo de juego defensivo en el centro, y se desgasta demasiado cuando debe salir a cortar a una banda. Aquino es necesario para hacer los relevos por ese sector, cuando Advíncula vaya al ataque. Por el otro lado, Yotún en lo suyo. Si hablamos de jerarquía, el volante del Cruz Azul es el jugador con más rodaje del equipo actual, incluso algunos partidos internacionales por delante que el propio Guerrero. Si hay un momento para destacar, es este.

Adelante, Cueva es el diez de la selección de Gareca, llevó a Perú a un Mundial y pasa por un buen momento físico. Con Carrillo lesionado, apostar por Flores es insistir en un jugador que aún no recupera su mejor momento. No le ayuda tampoco estar jugando en una liga menor. Y Gonzáles o García carecen de la categoría necesaria para intimidar a una defensa chilena que saldrá con el cuchillo en la boca. La soberbia del jugador chileno al ver un jugador de menor relieve alimenta ese ego maníaco que los hace jugar mejor. 

Por la derecha pero jugando de interior, para las diagonales que envíe Yotún, y dejar el alma entera, a pesar de no ser su posición habitual, va Gianluca Lapadula. El delantero del Benevento ya tiene cuatro goles en un mes de la Serie B italiana y ha recuperado plena forma física. Comanda el ataque de un club que solo con él va a poder pelear su regreso a la máxima competencia italiana. 

Y el nueve, aunque no pase por su mejor versión, es Guerrero. Ante la ausencia de Carrillo, repito, no queda de otra. Ni Ruidíaz ni Ormeño podrían generar mayor peligro a Gary Medel. Aún son delanteros de goma a nivel internacional. Paolo debe jugar su partido 107 con la selección y buscar como un animal sangriento llegar a los 40 goles internacionales. Pues, es cierto, ya no le quedan muchos más. 

En esa sinfonía, a Chile se le puede ganar. Para el segundo tiempo, Peña y Farfán esperan en la banca. Principalmente el segundo, que parece haber encontrado la solución a sus problemas físicos metiendo sexta en los últimos veinte minutos con un Alianza que sin él no estaría invicto en la punta del torneo peruano. Pocas con más estimulantes para el equipo que el diez de la calle dando chocolate.

Perú se juega la vida en una oportunidad de oro para demostrar que se merece llegar a un nuevo Mundial. Es ahora o nunca. 

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Ricardo Gareca, Selección peruana de fútbol

Recuerdo un artículo de Mario Vargas Llosa del año 2006, en el que defendía a Günter Grass de las duras críticas que despertó el que se hiciera público que a los quince años, formó parte de las Waffen-SS, poco antes del final de la guerra mundial. Las Waffen-SS eran las escuadras paramilitares que dirigió Heinrich Himmler y que cometieron los principales y atroces crímenes de guerra. El artículo llamaba la atención porque Vargas Llosa no había mantenido buenas relaciones con Grass y su socialismo. De hecho, en el mismo artículo, él recordaba una polémica muy dura durante el congreso del PEN Internacional de 1986 cuando Grass le pidió que se disculpara con Gabriel García Márquez por haberlo calificado como “cortesano de Fidel Castro”. Ante la indignación de Grass, Vargas Llosa le respondió por escrito que no sentía lástima alguna por su afirmación, pues contenía verdad. Veinte años después, de pronto Vargas Llosa defiende a Grass. El nobel peruano dijo que lo defendería, como él, puso a la democracia por encima del comunismo y porque pertenecía a la “estirpe de escritores” protagonistas ideológicos de grandes temas políticos sociales, culturales y morales, agitadores de conciencias y líderes de una gesta intelectual, como Victor Hugo, Sartre o Camus. 

¿Dónde se ubica Vargas Llosa respecto de esa estirpe? Pues se ubica como un anticomunista, defensor de la democracia y testigo de cómo los escritores jóvenes se han liberado de la carga política en la civilización del espectáculo, cosa que le parece saludable. Un intelectual que ha logrado despertar de aquella ingenua ficción de creer que con la obra de un autor se puede cambiar el mundo. Ese despertar se lo recomienda a Grass. Finalmente, nada de lo ocurrido, dice Vargas Llosa afectará la obra literaria del autor del Tambor de hojalata, la gente olvidará que perteneció a la élite de la SS, aunque quedará cierto rabo de paja en lo que se refiere a sus opiniones políticas. En síntesis, perderá en el ámbito ideológico pero no en el literario. 

Vargas Llosa también tiene rabo, sino varios, de paja. Declarado anticomunista acérrimo, perteneció al grupo político Cahuide, en el que recibió lecciones marxistas del padre del expresidente Ollanta Humala, don Isaac, con el fin de reconstituir el partido comunista perseguido por Manuel Odría y su temible director de gobierno Alejandro Esparza Zañartu. Apoyó la Revolución Cubana hasta que en 1971 se detiene al poeta Heberto Padilla. Entonces, fastidiado también por la cultura popular e indigenista de los gobiernos de izquierda, incluido el de Juan Velasco, decide dejar el Perú y América Latina. Esa postura contra indigenista queda manifiesta cuando es convocado para presidir la Comisión Investigadora de los Sucesos de Uchuraccay en 1983. Su desconexión atraviesa el informe al describir a la comunidad bajo un enfoque decimonónico de “civilización y barbarie”, razón por la cual los comuneros se presentan aislados cultural y geográficamente y por ello capaces de asesinar a los periodistas. Deja de lado la responsabilidad de los Sinchis y, peor aún, ignora su solicitud de protección a las fuerzas armadas. Como consecuencia, el mismo año cientos de comuneras y comuneros fueron asesinados por Sendero Luminoso hasta que la comunidad quedó abandonada.  Vargas Llosa retorna en vano para liderar a la derecha en las elecciones de 1990, en las cuales es vencido por Alberto Fujimori. Como dos años después del autogolpe, se inicia la última dictadura que hemos vivido, Vargas Llosa desarrolla un discurso a favor de la democracia, de crítica al dictador que mantuvo su prestigio, no obstante, profundizaba su condena a la barbarie indígena peruana. En 1996 publica La utopía arcaica, crítica a la obra de José María Arguedas y el indigenismo. Tras la caída de Fujimori, conformó la Fundación Internacional para la Libertad y luego, a lo largo de las elecciones, respaldó a los candidatos opositores a la heredera Keiko Fujimori, investigada por montar una red de corrupción a través de su partido político. 

Y de pronto, en las últimas elecciones, el cambio fue sorprendente. Casi a la manera del poeta Ezra Pound, que pasó de ser un joven de antisistema a morir siendo un fascista –que, por cierto, parecía lidiar con la demencia–, Vargas Llosa de pronto apela al recurso de saber “votar bien” para justificar su apoyo a Keiko Fujimori y la desconcertante recurrencia al enfoque de civilización y barbarie con el que critica al presidente Pedro Castillo. Probablemente hasta aquí podría su literatura, como la de Grass, no verse afectada. Pero quizá haga inolvidable este episodio su aparición en las investigaciones de los Panama y los Pandora Papers, pues ya no se trata de una postura ideológica, sino también de realizar prácticas empresariales usualmente oscuras en términos fiscales, que remiten al estilo fujimorista: la cara bárbara del capitalismo, el trato íntimo con la corrupción, esa vena que despreciaba a los Zavalitas y que lo sienta animoso a Vargas Llosa en la mesa con Haya, Beltrán y Ravines, jugando a repartirse el poder en el Perú como en los años sesenta. 

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Keiko Fujimori, Mario Vargas Llosa, Presidente Castillo

Hay una estrategia no-tan-sutil de cambiar de tema que se repite con frecuencia en muchas conversaciones sociales. La estrategia consiste en evitar discutir perspectivas interesantes y sutiles sobre un tema, desviar la conversación hacia versiones ridículas y absurdas del mismo, y luego criticar dichas versiones. En lógica a esta estrategia se le suele llamar ‘construir un muñeco de paja’ (presuntamente debido a que suele ser más fácil de quemar que un muñeco de otro material). Para efectos de esta columna la voy a llamar ‘la estrategia del culebreo’, y a aquellos que la practican los voy a llamar culebreros. Quisiera comentar un par de casos típicos de culebreo.

Black Lives Matter. Al escuchar la frase black lives matter (las vidas negras importan) la mayoría de personas la interpreta en el sentido de que, en el contexto de la desproporcionada violencia policial y carcelaria contra la que se enfrentan las personas negras en los Estados Unidos y otras partes del mundo, las vidas de las personas negras son importantes también, no solo las de los blancos. Mencionar esa frase en una conversación suele ser una invitación para discutir sobre temas como el racismo sistémico, la violencia policial, etc. El culebrero, sin embargo, a pesar de que jamás en su vida ha leído un artículo serio sobre el tema, asegura que en realidad la frase significa que ‘solo las vidas de las personas negras importan’, y señala que el antirracismo ‘ya se fue al otro extremo’ porque él-tiene-un-amigo-que-dice-que-todos-los-blancos-son-malos. Así, en vez de embarcarse en una discusión razonable sobre violencia policial y racismo, el culebrero elige discutir una postura a todas luces absurda. En vez de meterse a correr una buena ola, decide zambullirse en una piscina de patitos a chapotear.  

Feminismo. La feminista estadounidense bell hooks, en las dos primeras páginas de su libro El feminismo es para todo el mundo, describe sus encuentros con los culebreros. Ella señala cómo cada vez que comentaba que era feminista en una conversación informal, su interlocutor reaccionaba con una serie de críticas desatinadas al feminismo: ‘las feministas odian a los hombres’, ‘las feministas atentan contra la naturaleza’, etc. Frente a ello, hooks respondía que el feminismo se trata de derechos y de igualdad, y procedía a explicar los matices de su postura. Sus interlocutores, sin embargo, le decían que ella no era una feminista ‘real’, porque las feministas reales odian a los hombres. Así, en vez de detenerse a profundizar sobre una postura informada y seria como la de hooks, y sobre los problemas de desigualdad y violencia de género, los culebreros gastaban sus energías en renegar contra posturas absurdas y fáciles de refutar como las de aquellas a quienes llaman ‘las otras feministas’. Es como si, en vez de probar un buen ceviche mixto, uno decidiera comerse unos fideítos cabello de ángel, pero sin mantequilla. 

No estoy seguro de cuáles pueden ser las causas de esta actitud culebréica. Se me ocurre que pueden influir factores neurobiológicos, pragmáticos, y psicológicos. Por un lado, es posible que el culebreo se deba a una cierta incapacidad intelectual. Al culebrero se le recalienta el Volkswagen si piensa sobre matices y sutilezas, y por eso decide enfocarse en temas facilitos no más (después de todo, no tienes que ser Marie Curie para saber que está mal odiar ‘a todos los blancos’ o ‘a todos los hombres’). Por otro lado, pienso que algo en el culebrero quiere evitar a toda costa hablar seriamente sobre sexismo o racismo porque prefiere seguir viviendo en la ignorancia, pues de esta manera evita sentirse obligado a perder ciertos beneficios tales como estar con la consciencia tranquila al no hacer tareas domésticas o reírse de chistes racistas. Por último, es posible que el culebrero pueda estar reaccionando a lo que considera como un ataque, pues siente que, si alguien le describe las estructuras sexistas o racistas de nuestra sociedad, indirectamente le está diciendo a él que es un machista o racista.  

No sé si el culebrismo tiene cura. Ciertamente uno no se va a curar si se desenvuelve en ambientes en los que la gente se siente inteligente y empoderada al criticar posturas ridículas. Lo que sí me queda claro es que es mucho más edificante discutir buenos argumentos en lugar de malos argumentos. Por esa razón, enfrentarse al culebrismo puede ser frustrante, y lo mejor es intentar enmendar al culebrero un par de veces. Pero si se detecta que se trata de un culebrero contumaz, recomiendo culebrearse a sí mismo fuera de esa discusión. 

[bell hooks es el nombre de pluma de Gloria Jean Watkins, quien prefiere que su pseudónimo se escriba en minúsculas]

 

* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. 

 

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black lives matter, culebrismo, feminismo

Estimado lector,

¿Ha experimentado usted alguno de los siguientes síntomas en el último año? Hartazgo de la política, discusiones y alejamiento de familiares y amigos a causa de las recientes elecciones, profunda e incontrolable necesidad de calificar a personas que piensan distinto a usted con la finalidad de reducir argumentos y opiniones a etiquetas.

Si se siente identificado con uno o más de estos síntomas, no se alarme, no esta solo, se trata del fenómeno de los extremos, del que viene siendo víctima el mundo. Este mal nos ha tomado por sorpresa a muchos, aunque no debió ser así: su desarrollo ha sido lento y calculado, a la espera de que nuestra sociedad le cediera espacio para avanzar. Cada noticia falsa que difundimos sin corroborar, cada vez que utilizamos un argumento ad hominem, cada vez que dejamos el diálogo respetuoso de lado, cada vez que permitimos insultos o insultamos a una persona por pensar distinto, le damos más espacio a los extremos.

Es una tarea difícil no caer en algunas de estas prácticas, especialmente en tiempos en los que volverse “experto” en una materia está a un click de distancia. Nuestras interacciones se vuelven espacios para demostrar por qué tengo razón, pues los iniciamos teniendo ya una conclusión, independientemente de los argumentos o evidencia que nos puedan ofrecer. El problema de ceder a esta tentación es que destruimos todos los puentes de diálogo que nos permiten enriquecernos, como personas y como sociedad. Nos perdemos de recibir información valiosa que aporte nuevas perspectivas.

Pero en el plano social la pérdida es más grave aún. La polarización nos ha alejado unos de otros, arrinconándonos en nuestro extremo, llevando cada acontecimiento a una batalla de “ellos” contra “nosotros”. ¿Qué clase de país podemos construir bajo esa perspectiva? ¿Cómo podemos llegar a acuerdos y consensos que nos permitan salir de la crisis política y sanitaria que enfrentamos? No hay diálogo que resista llamados a golpes de estado, a ignorar la Constitución, a la muerte de tal o cual líder, o a justificar las acciones irresponsables de una autoridad solo porque su ideología es afín a la mía y tampoco a adjetivos que buscan descalificar de entrada a cualquier interlocutor que se encuentre al otro lado de la mesa. 

Es urgente que busquemos un diálogo empático y respetuoso, en la política y fuera de ella, que tienda puentes para acercarnos con quienes alguna vez nos alejamos. Que las nuevas generaciones escuchemos de la experiencia de quienes vinieron antes que nosotros y aprendamos de aciertos y errores pasados, y que a su turno podamos compartir nuestros planes para el futuro del país. 

Madeleine Albright, diplomática de los Estados Unidos, rescató un extracto del testimonio de una persona que formó parte del régimen Nazi, en el que comenta “entonces, un día, cuando ya es demasiado tarde, te vienen a la cabeza todos tus principios, si alguna vez los tuviste. La carga del autoengaño ha crecido hasta hacerse demasiado pesada, y un incidente sin importancia hace que todo se venga debajo de repente; y entonces ves que todo, absolutamente todo, ha cambiado, y que lo ha hecho delante de tus narices.” 

La forma de hacer política está cambiando drásticamente. De cada uno de nosotros depende si dejamos pasar las señales de extremismo al que estamos encaminados o retomamos los puentes que nos acerquen para construir democracia juntos. 

 

 Atentamente, una tibia.

 

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Crisis política, Democracia, Política

Roberto ‘Titín’ Drago (Lima, Perú, 1951), reconocido por su larga y sustancial trayectoria en el fútbol, es, además, un “hípico de toda la vida”. Actualmente, desde la conducción del  programa Charlas de Cuarentena —el cual ha superado las cien ediciones—, ’Titín’ se mantiene vigente y, al mismo tiempo, transmitiendo, con su peculiar estilo y sentido del humor, la experiencia acumulada durante tantos años de carrera. Así, conversamos con él, a partir del eje hípica-fútbol, para explorar los diversos momentos de su vida; a continuación la provechosa entrevista, marcada por excepcionales anécdotas junto a su padre, el mítico ‘Tito’ Drago e historias privilegiadas vinculadas al Deportivo Municipal, 

Comencemos hablando de tu infancia. Es sabido que creciste entre la hípica y el fútbol. ¿Cómo se forjó, desde tu niñez, la relación entre ambas en tu vida?

Los primeros recuerdos que yo tengo de muy pequeño son más pegados a la hípica que al fútbol, porque ‘Tito’ me llevaba al stud de Carlos ‘Calquín’ Pianezzi, tío de ‘Lalo’ Pianezzi, preparador actual en Monterrico. ‘Tito’ me llevaba a su stud en el Hipódromo de San Felipe, cuando yo tenía tres o cuatro años. Yo tengo hasta una foto montado en un caballo que se llamaba ‘Destroyer’, un tordillo del stud de ellos, porque allí ‘Tito’ tenía un par de caballos en sociedad con mi padrino ‘Lucho’ Miranda. También iba a ver los aprontes con ‘Tito’ entre los tres y cinco años. Y a partir de los siete años, comienzo a tener recuerdos del fútbol, cuando ‘Tito’ me llevaba a los entrenamientos del Municipal de aquella época en el campo del entonces llamado Ministerio de Hacienda. Concretamente, los primeros recuerdos son más del Hipódromo, después ya me voy acercando más al fútbol y, hasta ahora, ambos caminan en paralelo. 

Claro, y te has mantenido, siempre, ligado activamente a las dos. Ahora, siguiendo un poco más por el segundo, con respecto a los entrenamientos en los que acompañabas a Tito en Municipal, ¿qué recuerdos tienes de aquellos momentos? 

De los entrenamientos en aquella época, me acuerdo de alguna gente. El ‘Muni’ era uno de los mejores equipos del Perú, a finales de los cincuenta aproximadamente. Yo nací el 51’, por lo tanto te puedo decir que en esos momentos tenía 8 o 9 años. Los entrenamientos eran diferentes: tres pelotas, un preparador físico, dar vueltas a la cancha y partido. Eran otras épocas, imagínate, entrenamientos de los años cincuenta. 

Te voy a contar una anécdota tremenda de estos años. Un día, mientras ellos entrenaban, yo estaba a un costado jugando, haciendo pataditas con ‘Luchín’, el hijo del tío Lucho ‘Arequipa’, famoso utilero del ‘Muni’. Me acuerdo que estábamos pateando y él se fue para un lado. De pronto, me quedé con la pelota y vino un “viejito”. Me llamó con la mano y me dijo “hazme gol” o “tira al arco”, no me acuerdo la frase exacta. Me tiraba la pelota y yo pateaba, ¡pum!, un pelotón que parecía de basket (risas), y en una de esas se dejó hacer gol. Me aplaudió y todo. Lo recuerdo siempre con su ‘gorrita’. Con el tiempo, supe, por versión de mi papá, de Montalvo y de Carrasco, que era Juan el ‘Mago’ Valdivieso, en ese momento entrenador del Municipal. 

Qué increíble esa anécdota con  el ‘Mago’ Valdivieso, histórico guardameta de Alianza Lima y de la selección peruana.

Histórico del arco peruano, un capo total. Con él tuve esta anécdota y, con el tiempo, me di cuenta de quién era. Esos son los recuerdos de los entrenamientos, que eran en las tardes, después acompañándolo al camarín a ‘Tito’, viendo los partidos del ‘Muni’, saliendo a la cancha con el equipo, luego me quedaba en la banca porque no habían tantos controles como ahora, no había suplentes tampoco. Así fui creciendo: con camarín, carreras, y entrenamientos. La vida me fue involucrando y dando el gusto por el fútbol y la hípica desde muy chiquito. A muchos chicos puedes llevarlos y simplemente no les gusta. Pero, a mí, en buena hora, me gustaron ambas, y he vivido feliz con eso toda la vida. 

Esas épocas eran de un fútbol de gran calidad. De hecho, ese Municipal se caracterizaba por su juego exquisito. 

A Municipal, ya desde esa época; en realidad, desde finales de los cuarenta, cuando salen los ‘Tres Gatitos’ -‘Tito’, ‘Vides’ y ‘Caricho’- le ponen ‘La Academia’. Por definición propia, era una escuela, enseñaban a jugar. Además, esto se relaciona con que, paralelamente, en Argentina, también había un equipo que tenía un juego vistoso: Racing. De ese equipo, que campeonó tres veces, se hereda ese juego fino y simpático. Ese cuadro, el de los ‘Tres Gatitos’, que yo lo viví de chiquito, con José Carrasco, Óscar Montalvo, José Azofra, ‘Tito’, Claudio Lostanau, Juan ‘Loco’ Seminario, Carlos Bravo, Mario ‘Foca’ Gonzáles, Willy Fleming, el ‘Cholo’ Paredes -mira, los tengo acá como si jugarán ahorita- es un equipazo de fines de los cincuenta hasta, aproximadamente, el 62′. Esa es otra muy buena época del ‘Muni’, que yo la viví con diez u once años, edades en la que uno ya tiene un recuerdo más focalizado. 

De los mejores momentos en la historia del ‘Muni’, con  jugadores excepcionales como los que acabas de mencionar. Entonces, yendo un poco más hacía tu carrera futbolística, mientras aprendías viendo a estos ‘cracks’, empezaste a jugar en las divisiones menores de Universitario hasta que, en el año 1969, con 17 años, debutaste en la primera división con la ‘franja’. ¿Cómo fue esa experiencia del debut en un plantel con jugadores de gran trayectoria y con ‘Tito’ como entrenador? 

Mira, en realidad, fue un poco diferente. No había, cómo se entiende ahora, divisiones menores; eso era muy poco. Yo estudiaba en el colegio Santa María y, en una promoción menor, estaba ‘Papi’ Pellny, hijo de don Miguel Pellny. Entonces, nos invitan a varios del Santa María a jugar un partido frente a los Infantiles de Universitario. Así se catalogaba: Juvenil, Infantil y Calichín. Nada más, y jugabas agrupado con dos o tres años. Y bueno,  le ganamos a los Infantiles de Universitario, por lo que nos invitaron a quedarnos. Ahí se acopló Oblitas e hicimos un tránsito de un par de años, de Infantiles” a Juveniles y, prácticamente, ya estábamos en reservas y el primer equipo de la ‘U’, que por esos años —67’, 68’—  fue a Buenos Aires y sale campeón. 

Entonces, al no haber sitio en la ‘U’, yo llegó a Municipal, que subió en el 68’, y había regresado ‘Tito’ junto a varios jugadores de peso como una especie de homenaje. Entreno el primer semestre y debutó en el segundo, contra Universitario en la segunda rueda. Perdimos 5-2, pero la ‘U’ tenía un equipazo. Jugaban José Fernández, Lucho La Fuente, Nicolás Fuentes, Lucho Cruzado, Roberto Challe, Víctor Calatayud, ‘Loco’  Casaretto, Percy Rojas, etc. Yo debuté contra ellos. Pero también, en Municipal, habían jugadores de mucho peso que integraban el plantel. Nos referenciaban bien, nos protegían futbolísticamente. Allí aprendí lo que significaba una lectura de partido, el respeto y los códigos. Cuando yo debuté, como te digo, de frente, había demasiada gente grande. No había sitio, en esa época menos, para atrevidos ni ‘faltosos’. Así aprendí a tener una línea en el fútbol. 

Un aspecto que me parece interesante de lo que relatas es la noción de «lectura de partido», la cual aprendiste en aquel equipo. En ese contexto si bien el entrenador, que en este caso era ‘Tito’, tenía un rol fundamental, los futbolistas también tenían margen para ordenarse y, a partir de la interpretación de lo que acontecía en el juego, tomar distintas decisiones.  

El porcentaje del entrenador siempre va a ser válido. Es más o es menos, depende del carisma y la credibilidad. Pero, en esas épocas, y después un poco en los setenta, no había tanta planificación, tantos vídeos, tantas cosas como para que el entrenador pueda tener un porcentaje mayor. Si a eso le sumas que, en ese Municipal, habían jugadores bastante mayores que yo, entonces uno capta sus enseñanzas en términos de una lectura de partido. ¿Qué significa esto? Ver cómo viene el ritmo del juego, por dónde llevar la pelota, cómo estar colocado, qué situación buscar, si apretar, retener o tirar largo. 

Esto es la lectura de partido y tienes que captarla dentro de la cancha. Hasta ahora se habla, y eso no ha cambiado, que el entrenador realiza la lectura del partido y, después, vienen los replanteos, las instrucciones, los cambios de posiciones.  Correcto, eso es de afuera, pero siempre tienes que tener a alguno, creo, que sea el «lector» del partido dentro de la cancha, para que lo que intenté transmitir el entrenador con un par de palabras, se realice en el campo. En esa época, jugando en primera algunos partidos, en el 69’ y 70’,  con 17 y 18 años, yo tuve a Nemesio ‘Cochoy’ Mosquera y a José Carrasco que han sido para mí lo máximo en ese sentido. Y después, con el correr del tiempo, también tuve a dos un poquito mayores que yo: el ‘Flaco’ Verástegui y Fernando Cárdenas. Con esos cuatro yo aprendí muchísimo. Fueron, para mí, referentes. 

Centrándonos en los referentes que te influenciaron, hace poco leí que, en tu trayectoria como futbolista, si bien has jugado con verdaderos ‘cracks’, el que más te marcó fue Hugo Sotil. ¿Cómo fue tu experiencia jugando tanto tiempo a su lado? 

Con Hugo he jugado cinco años. Imagínate la cantidad de partidos juntos. Hemos jugado en la Selección, compartido habitaciones en concentraciones como en la gira de los tres continentes que duró casi tres meses. Ahí el ‘Cholo’ fue mi compañero de cuarto. Antes no se cambiaba, no es como ahora. También estuve con él en giras en provincias con el ‘Muni’. Entonces, la compenetración de amistad y en la cancha ha estado al máximo. 

Puedo equivocarme, mi palabra no es la definitiva, he jugado con y he visto a ‘cracks’ nacionales como Teófilo Cubillas, Julio César Uribe, el ‘Ciego’ Oblitas, César Cueto, Percy Rojas, Lucho Cruzado, Roberto Challe, Ramón Mifflin, otros en otros puestos como Nicolás Fuentes, Héctor Chumpitaz, ‘Patrulla’ Barbadillo, pero con el ‘Cholo’ como nunca. Era el impromptu futbolístico. Donde menos pensabas que podía salir del apuro, salía. Invitaba a que lo adelantaran y el siempre terminaba adelantando a los jugadores rivales. Tenía un dominio impresionante. Yo le he visto partidos memorables al ‘Cholo’, jugando conmigo y también desde fuera. A mí me marcó mucho. Mi opinión personal es que, con todo el respeto, y pongo un gran lote, el ‘Cholo’ está ligeramente adelante. 

A propósito del ‘Cholo’, hace unos meses, el Festival de Cine de Lima se inauguró con la transmisión de la película “Cholo” (1972). De lo mucho que se puede hablar del film, me pareció muy llamativa la escena del partido en el Estadio Nacional, que ‘Muni’, con una gran actuación suya, derrota 3-1 a Alianza.

Mira, esa fue una película que hizo Bernardo Batievsky en el 69’. Se demoraron en filmar algunas secuencias, participamos todos los integrantes del equipo como extras, en los entrenamientos en el Lawn Tennis. Había escenas un poco armadas. La nota humorística en el libreto es que el ‘Cholo’ se va a probar, lo cual está lejos de la realidad, pero eso es en la película y el lado anecdótico. Pero a lo que voy es que, ese partido que tu mencionas, mucha gente cree que las escenas son armadas, que fueron editadas con algún programa, pero no, son naturales. Ese día el estadio estaba llenecito, como en varios partidos de ese año. Otro partido memorable fue contra la ‘U’, cuando mí gran amigo ‘H.H’ -Humberto Horacio Ballesteros- terminó en la pista de atletismo. Visualiza en este momento un arquero en la pista de atletismo en el Estadio Nacional: eso no lo vas a ver nunca. 

Esa temporada Municipal llenó estadios. Y el ‘Cholo’, verdaderamente, daba espectáculo con las tribunas colmadas. Con Hugo hemos vivido, también, otros grandes partidos. Con el combinado Muni-Alianza enfrentamos al Bayern Munich y el ‘Cholo’, junto a Cubillas, lo hicieron puré a Beckenbauer. En esos momentos, Franz Beckenbauer era palabra mayor en el mundo, un central espectacular. Al ‘Cholo’ también lo vi triunfar en el Nou Camp. Nos presentaron y jugamos frente al Barcelona en el cuadrangular Joan Gamper. Ahí están los archivos, ante noventa mil personas jugó el ‘Muni’. Yo era el capitán ese año. Nos ganó el Barcelona, con las justas, cinco a uno (risas). 

A los dos días, se juega la final contra el Borussia Monchengladbach y el ‘Cholo’ los hizo puré a los alemanes, tanto así que, en el segundo tiempo, cuando marca un gol de zurda, la gente se para y le saca pañuelo. Ahí no estaba en la cancha, sino desde el borde, mirándolo con mucho orgullo. Entonces, todo esto avala que, para mí, el ‘Cholo’ es épico, puro talento, un impromptu hecho futbolista. Aprendí y disfruté  mucho en esos cinco años en los que jugamos juntos. 

Grandes recuerdos junto al ‘Cholo’. Ahora, es interesante que, al igual que tú, ‘Tito’ también haya enfrentando y derrotado al Bayern Munich en una gira internacional con el combinado ‘Muni’-Boys. Ahora sí, retomando el gusto por la hípica del ‘Maestro’, él contó en varias ocasiones que, en esos largos viajes, no desaprovechaba la oportunidad para conocer los hipódromos. 

Claro, él contaba sobre esas giras, que no solamente eran en Europa, sino también en, por ejemplo, Chile y Argentina, que son países hípicos. Las giras eran bastante diferentes. Por ejemplo, ahora en Copa Libertadores llega el equipo el día anterior, juega y ya está yendo por los calendarios. Antes había más espacio. En los días libres unos se iban al cine, otros al museo, otros a pasear, a comprar, pero otros, como Tito, se iban al Hipódromo. Esa gira de Municipal-Boys que tu me comentas debe ser entre el 59’ y 60’, con Marcos Calderón como entrenador y once jugadores de cada equipo. Hay muchas anécdotas hípicas de ‘Tito’. Unas magnificadas, que con el tiempo se fueron agrandando, pero hay un par de anécdotas que sí son ciertas. 

Justamente a ese punto quería llegar. Me gustaría que nos cuentes algunas anécdotas de ‘Tito’ relacionadas a la hípica. Para las personas de mi edad —22 años—, estas historias no son muy conocidas. 

El cariño de ‘Tito’ hacía los caballos lo tuvo, en algún momento, ‘Chemo’, lo tiene Claudio, pero él está afuera. Es diferente cuando ves un futbolista que jugó el sábado y, el domingo, está en el Hipódromo. Eso ya no se ve porque la época es diferente. 

‘Tito’ con ‘Toto’ Terry, una vez coincidieron en el Hipódromo de San Felipe sin ponerse de acuerdo —esa es la versión que me dieron los dos—; los ‘botaron’ a los dos en un ‘Muni’-U, salieron y se fueron a las carreras. La distancia desde el Estadio Nacional hasta San Felipe era relativamente cerca, entonces gente que los vio ahí los ‘echaron’ y se armó la historia. Tito y Toto eran muy amigos, dos genios del fútbol e hípicos. Esa es una anécdota. Nunca se supo si los ‘botaron’ al propósito o no y que coincidieron casi juntos llegando al Hipódromo. 

La otra que te voy a contar yo la he vivido, pero, al igual que la anécdota del ‘Mago’ Valdivieso que te comenté al principio, recién la entendí después de varios años. Sucede que un día, en un partido a estadio lleno Municipal-U, veo que ‘Tito’ sale lesionado —en esa época no había cambios— hasta el borde del campo y entra el tío ‘Arequipa’, que era el ‘utilero’, con una toalla, con el bolsón y el agua. Tito se echa al borde de la cancha, casi frente a la tribuna de occidente y, al rato, se acerca otro señor. Yo estaba en la banca, preocupado, mirando lo que había pasado. Tendría ocho años pues, y se acerca otro señor, que era ‘Toto’ Terry como para preguntar qué cosa había pasado, cómo estaba ‘Tito’. Lo que sucedía era que dentro del bolsón y la toalla había una radio a transistores y estaban escuchando el Clásico.

Coincidieron a escuchar el Clásico porque ellos dos -‘Tito’ y ‘Toto’ Terry- eran  muy ‘patas’, desde la infancia, de Augusto Ferrando, sobre todo ‘Tito’. El papá de Augusto Ferrando era preparador, al igual que el papá de ‘Calquín’ Pianezzi. ‘Tito’, ‘Calquín’ y Augusto, en el Hipódromo de Santa Beatriz, terminaban en los studs peloteando y ‘mataperreando’. Entonces, Augusto, íntimo amigo de ‘Tito’, dijo que iba a avisar por la radio “bandera arriba, se va a correr el clásico”, y el utilero ‘Arequipa’, que estaba escuchando en la banca, metió un silbido —el silbido e característico de Tito— entonces se dieron cuenta, ‘Tito’ hizo que se lesionó y escucharon el Clásico. Corría un caballo de Tito, si no me equivoco, del Stud Los Titos. Ya después entendí. En su momento no pasó nada, era todo un show. Cuarenta y cinco mil, cuarenta y ocho mil personas, y ellos dos estaban escuchando la carrera. Mira el cariño que tendría Tito por la hípica. Esa creo es la anécdota más grande, que ya después me la contaron y después la entendí. 

La verdad que estas historias son buenísimas. Como bien dices, revelan el profundo amor y la pasión de ‘Tito’ por la hípica. En ese sentido, retomando lo que dijiste, en una entrevista que le dio al recordado periodista Robalca, mencionó que lo introdujo a ‘Pocho’ Rospigliosi a la hípica. Me imagino que escuchar esas charlas hípicas de ‘Tito’ junto a ‘Pocho’ y Augusto Ferrando eran increíbles también. 

‘Tito’, cuando recién se retira, en 1964 —a él le hacen la retirada oficial en 1969— se inaugura Ovación. ‘Tito’ es primo lejano de ‘Pocho’. Había una relación familiar y amical, de muchos años, entre Tito, Augusto, Pocho y Calquín. Y Tito es fundador de Ovación. Y Augusto venía y hacían las “Charlas de Café”, tres en uno en Ovación y yo, con doce, trece, catorce años, los acompañaba. Entonces, ahí aprendes, escuchando uno aprende mucho. Comparando, viendo, midiendo. 

Mira, el cariño de Tito por la hípica era muy grande. Él funda un semanario hípico que se llamaba Ojo Mágico. Yo tengo el ejemplar número uno, debe haber sido del 59’, porque ahí se leía “Monterrico nos espera”. Duró poco, porque para eso se necesita ser periodista de oficio e invertir. Pero creo que salieron, dos, tres, cuatro números. Lucho Quimper, un preparador actual, me regaló el original, porque su papá también era preparador. La mayoría de los preparadores de hoy en Monterrico, sus papás fueron generacionales con Tito. Sabino que ya murió, el papá de Lalo Hernández, de Armando Filipuzzi, los Pianezzi, el papá de Juan Suarez. Personas que, ahorita, si sobreviven, arriba de noventa o ya están descansando. Esa era más o menos la vinculación. 

Lo cual nos revela el lugar de la tradición en el ambiente hípico. Es una pasión que se transmite familiarmente. Esto se relaciona con el Deportivo Municipal, que, también, es un equipo distinguido por lo tradicional de su hinchada. No es un dato menor que 13 integrantes de la familia Drago hayan jugado por la ‘franja’. ¿Qué significa para ti ello ? 

Primero un orgullo, porque es un club vinculado familiarmente. Eso no lo va a cambiar nadie. Segundo, yo creo que debe ser un récord. Y, cuando uno tiene un récord, también se siente orgulloso.  Ahora, habría que probarlo, sacar las planillas, lo cual es bien difícil. Pero en Municipal han jugado trece Drago y los contabilizamos. ‘Tito’, su hermano  ‘Carlos’ —el ‘Cura’, que fue por quien él debuto en primera—, su hermano Virgilio —que después se dedicó al basket—, su hermano Vicente —arquero, medio que lo vacilaban, que llegó a tapar dos o tres partidos—, yo, mi hermano Miguel, mi hermano Jaime —el ‘Diablo’—, mi primo Germán Leguía Drago, ‘Robertito’ mi hijo, ‘Nacho’, Elías que jugó en segunda, mi primo Raúl Gorriti Drago y mi primo Alba Drago, que jugó en reserva. Ahí están.  Eso es un vínculo muy fuerte. 

El ‘Muni’ es un club que despierta mucha simpatía porque la gente ve que no pierde la identidad pese a las malas rachas que tiene. Al igual que el Boys, aunque creo que un poquito más el ‘Muni’, son equipos de segunda opción de mayor hinchada. Esa es una frase que patenté. La gente se identifica, se solidariza y, por épocas, porque no puede ser permanentemente, el buen juego. A mí me ha tocado vivir buenos y malos momentos con el ‘Muni’. Jugar con el Bayern, ir a jugar al Nou Camp, las giras de Tito por todo el mundo, participar en campeonatos sudamericanos de clubes, ser el último campeón amateur. El ‘Muni’ también fue a la Copa Libertadores con mis hermanos, con Franco Navarro, con Eduardo Malásquez, con el ‘Chino’ Sato. Después, han tocado épocas duras, el ‘Muni’ ha bajado, ha pasado por momentos económicamente muy difíciles. Es decir, alzas y bajas. O sea, el ‘Muni’ es un ascensor constante en emociones y sensaciones. Y siempre hemos permanecido con el cariño y el hinchaje. Mi  nieto Cristóbal, el hijo de Roberto, ahora tiene doce y desde los cinco o seis años le encanta ir al estadio con la chompa del ‘Muni’. Eso muestra que ya se transmitió el amor por el ‘Muni’. 

Así es. Y como se ha podido notar durante la entrevista, una persona con diversas facetas, con vivencias importantes, como jugador, entrenador, también he podido conocer tu faceta como formador en la Academia, además de que actualmente sigues llevando un programa en Gol Perú llamado Charlas de Cuarentena, en la que han pasado grandes referentes del fútbol peruano ¿Cómo te sientes, al seguir aportando al fútbol, en este momento de tu vida?

Como tu lo mencionas, lo más importante es sentirse que estás aportando. Eso te hace vivir y superarte. Con los temas de los medios de comunicación, hay que tener máximo cuidado, superación constante. Te pongo todas las facetas juntas. Como formador,  tenemos la Academia que en enero próximo cumple 50 años ininterrumpidos. Como entrenador, en la Liga de San Borja con el equipo de la Academia, en el Lawn Tennis en la Liga de Jesús María; en Copa Perú con Alianza Atlético; en Segunda, el título con Boys, en Primera con el ‘Muni’, en selecciones peruanas sub 17 y 20, asistente también en tres Copa América y tres Eliminatorias. Como futbolista, haber jugado con esa ‘mancha’  de los setenta. Es bien difícil encontrar tantos nombres. En algún momento de directivo, de comentarista de partidos. Mira todas las facetas que uno está tratando de resumir.  Ahora, este programa —Charlas de Cuarentena— a mí me encanta, porque es saber el origen de cada uno, las anécdotas, las vivencias, cómo jugaron, la parte humorística que nunca debe estar lejos. De nuevo, todas estas facetas, las resumimos en una sola,  siguiendo lo que uno es. Hay un dicho que siempre lo decimos: “sonero, nunca dejes tu son”. Es decir, nunca dejes lo que eres y seguir siempre adelante.

Gracias por la entrevista, Titín. Para culminar ¿qué podrías decirle a quiénes permanecen en la tradición de la hípica y el fútbol?

Que son tradición lindas, ricas en experiencias. Tú lo sabes porque también eres aficionado de la hípica. Cuando vas a la hípica, a los hípicos les encanta que les preguntes de fútbol y, al futboleros, le encanta preguntar de hípica. Estas dos son tradiciones compatibles, emocionantes y llenas de pasión. Dicen que el fútbol es pasión; lo mismo la hípica. En ambas hay situaciones imprevistas. De pronto el caballo que te gusta o el que le apostaste no llegó como esperabas. “No, que partió mal”, “lo cruzaron”, «para la próxima”. En el fútbol: “no, que chocó en el palo”, “dominamos, pero el otro equipo atacó una vez”. Eso es incansable, se va repitiendo siempre, y eso es lo bonito. 

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Roberto ‘Titín’ Drago

Resulta más que evidente que el gobierno prepara una estrategia de confrontación que le permita vencer los obstáculos que le suponen no contar con 66 u 87 congresistas en el Legislativo, que le faciliten la reforma constitucional del artículo 206 que a su vez le dé carta abierta al Ejecutivo convocar a una Asamblea Constituyente.

En el evento convocado ayer para anunciar la pomposamente llamada “Segunda reforma agraria”, se reestrenó con mayor claridad el itinerario. Más allá de cuestionar la fecha elegida (no es de grata recordación democrática el golpe militar de Velasco, cuyo gobierno supuso un atraso gigantesco al país), lo cierto es que los anuncios propiamente dichos, respecto de los cambios y propuestas en materia del sector, son, en su mayoría plausibles y positivos. No pareciera que vaya a haber allí mayor motivo de roce o conflicto con el Congreso.

Pero los distintos oradores de la jornada (incluyendo a los cuestionados Guido Bellido e Iber Maravi, y, por supuesto, al mismísimo presidente Castillo), preanuncian algunos elementos políticos beligerantes que es menester resaltar y advertir.

Primero, van de todas maneras por la Asamblea Constituyente. No han renunciado a ello y ya se deben haber percatado que el quimérico esfuerzo del congresista Bermejo y compañía, de pretender recolectar firmas y con ellas forzar a que el Ejecutivo convoque a un referéndum, es abiertamente inconstitucional y que, necesariamente, cualquier iniciativa en ese sentido pasa por el Congreso.

Y allí empieza el problema. Porque el gobierno no tiene los votos para hacerlo. Ni los 87 en dos legislaturas y ni los 66 en una para convocar a un referéndum ratificatorio. Si el gobierno quiere construir la Patria socialista a la que aspira solo podrá hacerlo disolviendo el Legislativo, convocando a nuevas elecciones, y en el interregno llenarnos de bonos y populismo para lograr siquiera los 66 votos que le permiten cumplir sus propósitos en el nuevo Congreso elegido.

Y a eso van. Que no quepa duda. Harán cuestión de confianza por la eventual censura a Maraví y luego lo harán por cualquier cosa que se les ocurra: el paquete de facultades delegadas, la propia reforma del 206, la permanencia de otros ministros impresentables, la expropiación de algunos conglomerados empresariales, etc.

Y los monstruos que construirán en el imaginario popular para acompañar su gesta de alguna aprobación popular, será arremeter contra el propio Congreso, contra los grupos de poder empresariales y contra los medios de comunicación. En diversas manifestaciones y con distinta intensidad ya lo vienen anunciando. Se viene la guerra política y ojalá la oposición dé la talla para enfrentarla airosa y dignamente.

Nota: esta columna reaparecerá el domingo 10 de octubre.

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Congreso de la República, Iber Maraví
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