Opinión

El imaginario occidental se alimentó, en gran parte, por lo que el cine norteamericano nos dejó con su perfil de espectáculo. Es interesante analizar que la palabra espectáculo viene del latín “spectaculum” y significa: medio para «ver», «presenciar». Al cine se le vincula con el entretenimiento y la diversión. “Diversión” viene del latín “diversio” y significa «acción y efecto de recrear».

“Entretener” supone una tensión entre dos puntos de interés, es decir, incentiva la concentración; mientras que “diversión” desune o disgrega. Este análisis nos permite entender que el espectáculo del cine se concibe como entretenimiento antes que diversión; y es gracias a este punto de vista que el espectador reconoce obras cinematográficas, las contempla, reflexiona y utiliza el intelecto.

El cine, a su vez, va más allá del entretenimiento porque es responsable de la manifestación de historias que sintetizan el mundo:
“Historias leídas en el momento oportuno, jamás te abandonan. Puedes olvidar el autor o el título. Puedes no recordar precisamente lo que sucedió. Pero si te identificas con la historia, ella continuará dentro de ti por siempre.” (Neil Gaiman)

Las historias son tan poderosas que le dan sentido a nuestra vida: identidad, personalidad, organización e incluso evolución. Estas al ser contadas, producen hormonas y diseñan experiencias kinestésicas. La kinestesia proviene de la lengua griega “kínesis”, que significa “movimiento” y “áisthesis” que se refiere a la “sensación”. La kinestesia no sólo estudia el aspecto físico y sensorial del movimiento sino también el emocional, tratándose de las sensaciones que los distintos puntos corporales se encargan de transmitir continuamente a los centros nerviosos, ya sean provocadas por agentes internos o externos. De esta manera, el arte de contar historias o “storytelling” se convierte en un generador de hormonas como dopamina, oxitocina, endorfina, cortisol y adrenalina.

Las historias siguen una estructura narrativa y una línea temporal. Campbell, Syd Field, McKee son autores que desarrollaron paradigmas narrativos basados en el paradigma clásico de tres actos de Aristóteles. Para todos ellos, el acto es una sucesión de secuencias que llevan a un cambio que es irreversible y inalterado. Primero se encuentra un inicio, el primer acto, donde se presenta a los personajes y su normalidad cambia, toma un rumbo distinto debido a un incidente incitante o detonante. Las nuevas decisiones de los personajes traen consecuencias que los llevan al segundo acto de la historia, al nudo, donde aparecen las dificultades e impedimentos. Finalmente hay un segundo punto de inflexión que nos lleva, como espectadores, al punto más alto de producción de hormonas, es el momento del personaje de tomar una decisión importante que rectificará la toma de decisión del primer acto. Aquí me refiero al clímax, al tercer acto, el cual se puede comparar con el postre de una buena cena: si está a la altura de todo lo anterior la experiencia es inolvidable. Sin embargo, un mal postre puede hacer que el recuerdo de la cena sea malo.

Me atrevería a concluir que el cine visibiliza problemas, despierta emociones, genera hormonas y sintetiza la vida en historias memorables.

Tags:

Cine, Entretenimiento
  1. ¿La Constitución es la norma máxima dentro del sistema legal peruano?

En el Perú, cosa que no sucede en todos los países, los tratados internacionales que tratan sobre derechos humanos tienen el mismo rango que nuestra Constitución. Por ende, las disposiciones constitucionales se interpretan a la luz de los tratados suscritos y ratificados por el Perú.

  1. ¿Quién es responsable de interpretar la Constitución?

El Tribunal Constitucional. Dado que la Constitución es dinámica, lo establecido en sus artículos puede ser complementado por las decisiones del TC.

  1. ¿La Constitución garantiza igualdad ante la ley para todos los peruanos?

Si. La Constitución contempla una lista abierta de derechos fundamentales, entre los que se encuentra el derecho “a la igualdad ante la ley” para quienes residen en el Perú. Esto significa que, según la carta magna, nadie puede recibir un trato distinto sobre la base de su raza, religión, sexo, entre otros.

  1. ¿Es verdad que la Constitución actual no garantiza el derecho a la educación?

Es falso. El TC ha señalado que el derecho a la educación constituye un derecho fundamental, pues es mediante el acceso a la educación que una persona puede lograr su libre desarrollo (https://tc.gob.pe/jurisprudencia/2017/00853-2015-AA.pdf). Adicional a ello, el Pacto internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, tratado internacional del cual el Perú es parte, también contempla a la educación como derecho fundamental. (https://www.ohchr.org/sp/professionalinterest/pages/cescr.aspx).

  1. ¿Y la salud?

El artículo 7 de la Constitución señala que todos tienen derecho a la protección de la salud. El alcance de este derecho, al igual que el de educación, ha sido desarrollado por el Tribunal Constitucional.

  1. ¿Qué dice la Constitución en materia laboral?

La Constitución refiere que las relaciones laborales deben contar con la igualdad de oportunidades. Este ha sido desarrollado también por el Tribunal Constitucional, adicional al tratado internacional que mantiene el Perú con el Organismo Internacional de Trabajo (OIT).

  1. ¿Finalmente, la Constitución garantiza el derecho a la vivienda?

El derecho a la salud mencionado arriba garantiza las condiciones mínimas de salud, como el ambiente equilibrado, adecuada vivienda, entre otros. (https://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/02064-2004-AA.pdf)

Tags:

Constitución del 93

Mirarse al espejo no debería provocar aprensión. No obstante, es el caso de miles de mujeres, quienes se la pasan cuestionando su belleza por no verse como las modelos, o se limitan a vestirse como gustan por temor a ser juzgadas o etiquetadas de manera degradante.

Cuando se habla de belleza, cada cultura y/o sociedad tiene su idealización propia de cómo debe lucir una mujer, cumpliendo ciertos criterios, que en su mayoría son inalcanzables. Las mujeres que no llegan a cumplir con dichos criterios son víctimas de las críticas, además de ser excluidas del término “belleza”. Esto llega a tener efectos perjudiciales en la salud de las mujeres de diversos sectores, en especial adolescentes, quienes se encuentran en pleno desarrollo de su identidad. Por ello, abarcaré algunas de las problemáticas y efectos que los estereotipos de moda y belleza causan en las mujeres hoy en día.

Impacto de las redes sociales

Para empezar, entendemos por “estereotipo” a la idea o prejuicio que se tiene sobre alguien por motivos concretos, en este caso sobre la belleza de cada mujer. Precisamente debido a la existencia de estos, se genera e incita al odio en diversas plataformas y/o redes sociales, y aún más en estos tiempos de pandemia cuando el uso de las redes se ha visto en aumento. Lo que muchas personas pasan por alto es que no todo lo que observamos en las redes sociales es la realidad.

Lo cierto es que muchas modelos o influencers promueven estos estándares de belleza irreales, incluso en su mayoría editados, que solo incrementan los problemas de autoestima en las mujeres, aislamiento social, y en casos más extremos lleva a trastornos alimenticios o mentales en las jóvenes que intentan replicar estas apariencias. Sumándole a eso que en muchos casos se usa la imagen de una mujer que cumple con determinados estándares para posteriormente ser utilizadas como objetos de persuasión, para hacer que hombres consuman algún tipo de producto o contenido, y que las mujeres hagan lo mismo para sentirse deseadas y aceptadas.

Fines de Lucro

Mencionado el punto anterior, cabe recalcar que dentro de la industria de belleza, hay diferentes empresas que manejan grandes cantidades de dinero e influencia. De hecho, una entrevista realizada a 3,000 mujeres por Skinstore estimó que las mujeres gastan alrededor de 300,000 dólares a lo largo de su vida únicamente en sus rostros. Esto sencillamente prueba que los estereotipos de belleza también son usados como una herramienta por parte de la industria de la moda para generar más ventas con productos que prometen ayudar a las mujeres a alcanzar los estándares impuestos por la sociedad en la que viven.

Encuesta 25/05/21

Una breve encuesta realizada a 340 mujeres (Entre 14 a 24 años o más) en el mes de mayo de este año, dio a conocer resultados cuyas altas cifras no pasan desapercibidas. El 85,1% de las encuestadas aseguraron haber sido víctimas de comentarios ofensivos por su cuerpo.

Otro 72,5% dijo haber querido o intentado cambiar su cuerpo con el objetivo de alcanzar un estándar de belleza. A todo esto le suma el hecho de que la mayoría de críticas vienen de parte de sus propios familiares. Y si sumamos el total de mujeres que se sintieron intimidadas mínimo una vez en su vida por los estereotipos de belleza, daría como resultado a un 83,3% de las encuestadas.

Criterio machista

Asimismo, según la revista Forbes (Forbes, 2019) los investigadores lograron determinar que cuando las personas pensaban que las mujeres tenían la oportunidad de alcanzar el mismo estatus que los hombres, era más probable que pensaran que las mujeres deberían dedicar más tiempo a la belleza. Si hablamos de moda, la funcionalidad en las prendas de las mujeres es en muchos casos prácticamente inexistente, por ejemplo, una difícilmente encontrará jeans con bolsillos espaciosos. El CEO y fundador de LIF Week Efraín Salas, afirma que esto ocurre debido a que son prendas diseñadas con una ideología machista cuyo objetivo es darle cierta forma específica a la silueta de una mujer, y perdiendo así la funcionalidad.

Estereotipos a nivel global

Los estereotipos de moda y belleza difícilmente desaparecerán. Han existido desde hace tiempos muy remotos y seguirán existiendo. Podemos concluir con la afirmación de que es imposible determinar un único estándar de belleza en el mundo, ya que los criterios e impresiones van cambiando según cada cultura. La belleza es subjetiva, y no tiene ningún sentido querer imponer requerimientos específicos para considerarse bella. Solo se fomenta una competencia innecesaria entre mujeres.

“La base del glamour está en el equilibrio y ser quien eres”  – Michael Kors

Fuentes consultadas:

Tags:

Estereotipos de belleza, Idealización de la mujer, Machismo

El régimen va a insistir con la Asamblea Constituyente. Si no es por angas será por mangas. Ya lo ha dicho el factótum partidario del gobierno, Vladimir Cerrón: se intentará, primero, por el Congreso, mediante una propuesta de reforma del artículo 206; si no prospera, Perú Libre ya junta firmas con la pretensión de que el Ejecutivo convoque directamente a un referéndum que instale la Asamblea referida.

Lo cierto es que el segundo camino es inviable. La inmensa mayoría de constitucionalistas señala que el artículo 206 es taxativo y que “toda” reforma constitucional requiere dos legislaturas de 87 votos o una de 66 que dé pase luego a un referéndum validatorio. Así se junten diez millones de firmas. No hay otra. Y si Castillo, estimulado por Cerrón, se atreve a convocar de facto un referéndum sin pasar por el Congreso lo más probable es que, previo recurso, el Tribunal Constitucional lo rechace, o que, por ese acto, se abra el camino de la vacancia por incapacidad moral.

El gran problema, sin embargo, es que en medio ya de una situación de incertidumbre de la inversión privada -motor de la economía nacional, de la generación de empleo y la disminución de la pobreza-, ésta se hallará ahora en mayor suspenso a la espera de ver qué rumbo político-legal tomará el gobierno.

Una posibilidad que se abría es de que conviviera una fraseología populista radical con un gobierno económicamente tecnocrático (Francke-Velarde) que, mal que bien, asegurase estabilidad macroeconómica y algún resquicio para animarse a relanzar proyectos de inversión de toda magnitud. Sería un gobierno mediocre, por la medianía del aspecto político, pero siquiera albergaría la posibilidad de seguir manteniendo en movimiento esa espiral virtuosa de la inversión privada.

Pero la advertencia política de Cerrón, de querer llevar a cabo a toda costa la Constituyente (no hacerlo sería, en sus palabras humalizar o caviarizar a Castillo), penderá como una espada de Damocles sobre la sociedad inversora conformada por millones de micro, pequeños, medianos y grandes empresarios. Peor aun si se tiene en cuenta la naturaleza corporativista de la Asamblea que Castillo y Cerrón pretenden instalar, conformada solo en parte por el voto directo de la ciudadanía (lo que de por sí también ameritaría un recurso de inconstitucionalidad).

En mala hora el país votó por quienes aseguran una mezcla explosiva de impericia e improvisación, con rigidez ideológica y prejuicios políticos. En el mejor de los casos, nos esperan cinco años de zozobra política, parálisis económica y probable convulsión social.

Tags:

Asamblea Constituyente, Tribunal Constitucional, Vladimir Cerrón

Desde la elección como presidente a Pedro Castillo, hemos sido testigos de los claros oscuros que encierra su entorno cercano. Comenzando por la designación del presidente del Consejo de Ministros -Guido Bellido- de clara simpatía por el grupo terrorista Sendero Luminoso, hasta designaciones de ministros y asesores que desdibujan la confianza ciudadana por un gobierno que recién empieza.

Siendo así el panorama inicial, ¿qué proyecta este nuevo gobierno? Pues claramente nos presenta una línea gubernamental que va en búsqueda de llevar adelante una asamblea constituyente, sea como sea, para que cambie las reglas de juego mediante una nueva Constitución. Eso es lo más evidente que se puede apreciar de las declaraciones de los miembros del Ejecutivo. Pero detrás de este objetivo advertimos que -producto de las puyas internas (léase maniobras de Perú Libre por tener agenda vía Guido Bellido) y por los vaivenes del contexto- la línea de acción política de Pedro Castillo girará en torno a medidas ideológicas e improvisaciones que el contexto de urgencia le exigirá.

Ante esa situación, que no es más que jugar políticamente a la moderación y radicalización en torno a ese objetivo planteado por el presidente, la ciudadanía advierte que podría afectar severamente sus bolsillos y la mesa de sus hogares. Y no es producto únicamente de las denuncias que viene haciendo la oposición política y social; este es producto, también, de los silencios prolongados que Pedro Castillo está generando y que se llena a través de apariciones de Vladimir Cerrón en medios de comunicación. Eso podemos apreciar en los resultados de la encuesta de esta semana que pasó de Ipsos Perú, en la que dan 38% de respaldo al actual presidente y un 45% de desaprobación. En 20 años de democracia en el país, es el primer presidente que inicia con un rechazo tan alto.

Los peruanos sienten preocupación (50% según la encuesta) debido a que el gobierno no ha impulsado un gabinete de unidad nacional, que es lo que se esperaba. Si es realista Pedro Castillo, un avance hacia una asamblea constituyente no sería viable, teniendo un contexto de popularidad desfavorable. Es necesario, para ello, que se busque impulsos de reformas que vayan a lo medular de nuestra urgencia: economía y salud mediante la reactivación del Acuerdo Nacional, porque así lo exige la ciudadanía.

La oposición política y social, movilizados desde la asunción de mando del presidente electo, debe ir en búsqueda de este espacio para abrir un diálogo nacional sobre la reconstrucción económica y sanitaria de nuestro país. Necesitamos, en un contexto de super ciclo del precio de cobre (que nos favorece económicamente), enrumbar la política doméstica hacia lo que demanda el mundo y aprovechar de ella para reimpulsar la pequeña, mediana y gran empresa para la generación de empleo y desarrollo de infraestructura social y productiva.

Y necesitamos, también, emprender un diálogo sobre las medidas constitucionales para proteger el Estado de Derecho y las libertades de cualquier intento extremista que vulnere nuestra joven democracia.

Tags:

Asamblea Constituyente, Pedro Castillo

Durante la semana, el recientemente nombrado presidente de Essalud, Mario Carhuapoma, fue acusado de algunos medios de pedir no informar sobre el alza de alimentos en mercados porque eso atentaba contra la salud mental de la población. Esta es la imagen que además se viralizó en innumerables cuentas, con el cintillo acusador:

La cita, que solo Matheus Calderón (@andoenpando) se dio el trabajo de poner completa es:

“Ustedes como periodistas, como comunicadores, tienen gran responsabilidad. Qué cosa alimentamos a nuestra población. Por favor, yo les suplico, les pido a ustedes, que apoyen en el tema de salud mental, porque si tenemos una salud mental estresada, las cosas especulan, suben los precios, algunas cosas no están bien, no es porque el gobierno no lo quiera, sino que a veces hay ciertas especulaciones, o malas informaciones, de falsas noticias o fake news, esto a veces permite que la población alimentarse con esa información mentalmente se enferme, se preocupe, se estrese y baje el sistema inmunológico; por eso lado es importante que ustedes puedan apoyarnos y colaborar a contribuir con la salud mental de la población».

¿Se ve la diferencia? Sería necedad no hacerlo.

De esas, tenemos a diario decenas de notas que se quedan en el titular y tergiversan desde allí el sentido de una entrevista, declaración o un hecho en particular. El tema se viene acentuando desde el 28 de julio, haciendo realmente complicado separar la paja del trigo. Nos queda ir cada vez a la fuente, contrastar lo que se ha dicho -en largo- con lo que se reporta, verificar que el titular es cierto… Si pues, esa era la labor del periodista.

A fines de los años 90 se estrenó una comedia protagonizada por De Niro y Hoffman llamada Wag the Dog. Algunos la recordarán. En ella, frente a un potencial escándalo que afectaría la imagen presidencial en USA, se decide como estrategia “inventarse” una guerra con un país muy pequeño. El montaje y la ejecución de este conflicto bélico corren a cargo de un productor de Hollywood. Lo central de esto: la narrativa que lo haga creíble, no dejar cabos sueltos y tener respuestas para todo. ¿Suena conocido? No a nivel de guerra, pero claramente la instauración de narrativas con el propósito de darle sentido a un mundo parcial no es una idea que hoy suene descabellado, ¿verdad? Solo que a diferencia de los 90s es más difícil, por la cantidad de información sin control que circula por lo virtual.

Aún así, sabemos que somos un país de titulares. Que sentimos que nos informamos revisando el exhibidor de un quiosco o el principal titular de una nota. No queremos más. Aún los medios masivos no aprenden la lógica del clickbait y continúan sentenciando en un párrafo. Así evitamos lo engorroso de leer o de prestar atención.

¿Y la verdad? Tal vez lo que menos importa. Lo que nos interesa, como ya diversas investigaciones y ensayos vienen demostrando, es aquello que permita “estar en paz” con mi sistema de percepciones, actitudes y creencias. Ya la información no me sirve para formar este sistema sino para confirmarlo. Es un cambio en la cognición humana muy significativo que va a tener repercusiones en las ciencias sociales en los siguientes años. Como Sunstein señala: “la información genera agitación, terror, vergüenza e incluso desesperación. La decisión de obtener información es una apuesta” (Sunstein, 2020. Too Much Information) ¿Para qué jugar esa apuesta si más tranquilo estoy con MIS datos, MIS fuentes, MIS conceptos?

El problema es que en un país como Perú nos jugamos un riesgo mucho más grande que el de la mera discusión especulativa sobre lo adecuado o no adecuado de la verdad. Porque las fuentes no son tan diversas y porque se ha generado un espíritu de cuerpo que genera un desbalance brutal que no ayuda a generar información sino sentencias.

Muchos disponemos de espacios para discutir los temas públicos. Los grupos de WhatsApp se han convertido en los principales ejemplos de ello. Pocos habrán estado ajenos a la presencia de fanáticos que con argumentos falaces han tratado de imponer una visión hegemónica y muy parcializada de las cosas. En estas semanas he tratado de discutir con varios de ellos con resultado imposible. Se ha instaurado una nueva forma de evangelización por redes que a lo único que apela es a lo obvio de razonamientos que nada tienen de ello. Es decir, a la nueva verdad absoluta. Solo que ya no se vive y ordena desde un gobierno, sino desde el mismo tejido social. Esa nueva evangelización que ya no ejerce poder por decreto sino por meme reemplaza el pensamiento crítico por la movilización del miedo. Y la información que encuentra en medios masivos la sigue y la respalda.

Un elemento central en esta configuración de lo que es válido y no para la opinión pública son las encuestas. Porque informan, deseablemente sin sesgos y de manera objetiva, sobre cómo la población evalúa a sus autoridades y los hechos principales de la coyuntura. Durante cada campaña política se pone en entredicho la labor de las empresas que las realizan, pero suele criticarse especialmente su nivel de representatividad y cobertura, porque nos la pasamos viendo el numerito de intención de voto antes que otra cosa.

Pero hoy en día, avisados por este contexto en el que la verdad poco juega y por la percepción de inequidad y desbalance en el tratamiento informativo, podemos tener la posibilidad de discutir el otro elemento que es crítico en una encuesta: qué y cómo se pregunta, porque eso nos lleva a conclusiones relevantes. Recordemos que en el mundo de los titulares, importa solo el número y le prestamos cero atención a cómo salió dicho número.

Entonces en las últimas semanas hemos asistido a la publicación de encuestas sorprendentes por lo sesgadas. Que descuidan aspectos básicos de cómo se deben hacer preguntas para orientar al que responde. La deontología de las encuestas quedó dormida en muchos casos. Espectáculo lamentable.

Pensemos en dos preguntas del último estudio de opinión pública presentada:

  • ¿Cree usted que una persona que enfrenta investigación por apología del terrorismo como Guido Bellido, debe o no debe ocupar el cargo de Presidente del Consejo de Ministros?
  • El presidente Pedro Castillo anunció que no despachara desde Palacio de Gobierno y lo viene realizando desde lugares no institucionales que no cuenta con los registros de visitas normados por ley. ¿Cree usted que la gestión del presidente Castillo está siendo transparente o no está siendo transparente?

En ambos casos, hay un contexto que claramente orienta a los entrevistados a direccionar su respuesta a una evaluación negativa. Es sesgar, dirigir, influenciar, orientar, manipular una respuesta con el fin de que respondan lo que quiero. ¿Cuál es el objetivo de esto? Desacreditar mediante los números al gobierno y a al gabinete. ¿Por qué? Porque esa es la tarea nada divina que se están adjudicando algunos. ¿De donde viene? Es una excelente pregunta.

Solo como recordatorio, estas empresas encuestadoras están agrupadas en APEIM. En la web de la misma APEIM uno puede encontrar un documento oficial de ESOMAR (la red de agencias de investigación de mercados mundial más importante) que dice textualmente lo siguiente:

“Las dos características principales de las investigaciones científicas son:  a) que los encuestados son elegidos por la organización de investigación de acuerdo con criterios explícitos para asegurar la representatividad (…) y b) que las preguntas están redactadas de una manera equilibrada (…).  Las preguntas serán equilibradas y no dirigirán al entrevistado hacia una respuesta en particular”.

Lo curioso es que la empresa encuestadora que hace ese tipo de preguntas está afiliada a APEIM, a ESOMAR y a cuanto gremio hay.

Si la verdad entonces ya no existe, dejará de ser un valor por invocar. Por lo menos aspiremos a que seamos lo suficiente honestos desde el análisis y la crítica para aceptarlo.

Nota: el enlace al documento de ESOMAR, desde la misma web de APEIM: http://apeim.com.pe/wp-content/uploads/2019/12/Guia-ESOMAR-WAPOR-para-sondeos-de-opinion-y-encuestas-publicadas.pdf

Tags:

Dólar, Pedro Castillo, Precios

Como bien ha señalado el politólogo Rodrigo Barrenechea, los inicios aprobatorios de Pedro Castillo, en su calidad de líder populista de izquierda, son escuálidos si se les compara con aquellos que tuvieron sus pares regionales al inicio de su mandato.

Mientras Hugo Chávez tenía 91.9% (Datanálisis), Evo Morales 79% (Ipsos) y Rafael Correa 71% (CEDATOS), Pedro Castillo apenas tiene 38%, según la encuesta de Ipsos publicada hoy en el diario El Comercio.

En esa circunstancia, sin respaldo mayoritario de la población y sin dominio congresal, solo le quedan dos opciones: o se radicaliza buscando ganar aceptación popular para poder confrontar luego con el Congreso, o se modera y tiende puentes de gobernabilidad hacia el Legislativo y el país, migrando al centro, buscando un horizonte de gobernabilidad de cinco años.

Si uno se guía por la entrevista exclusiva que nos concediera Vladimir Cerrón (https://sudaca.pe/noticia/entrevistas/vladimir-cerron-yo-sugeri-permanencia-julio-velarde/), que es una excelente radiografía de cómo se reparte el poder en el Perú, el camino de choque que pasa por la disolución del Congreso estaría negado.

Si ese es el caso, lo más probable es que la opción radical de la Constituyente no sea viable en el corto plazo y que a la postre, quizás terminemos teniendo un gobierno de fraseología radical, pero tecnocráticamente moderado (Francke-Velarde), más aún si es cierto que fue el propio Cerrón quien sugirió la permanencia del presidente del Banco Central de Reserva.

Castillo recién se está acomodando. A diferencia de Cerrón, no tiene experiencia político partidaria. Pero lo cierto es que si la dupla de marras lee correctamente la realidad social y política, e imprime un sentido pragmático a su gestión, debiera entender que el camino del choque o la provocación (como supuso la designación de Bellido) no conduce a nada bueno para el propio régimen y ni siquiera le permite acumular fuerzas si a mediano plazo quisiese intentar el camino de la refundación constitucional.

Habrá que ver en los siguientes días cuál es el tenor del gabinete ministerial, si Castillo sorprende y hace cambios antes de su presentación ante el Congreso, si no lo hace habrá que evaluar bajo qué espíritu se presenta, cómo se redefinen las relaciones de poder al interior del gobierno, etc. Hay mucha tela por cortar aún para poder tener una prospectiva clara de hacia dónde nos conducimos.

Estas primeras semanas son decisivas. El gobierno ha empezado con mal pie, tanto que ha generado que opciones opositoras radicales, como la de la vacancia, afloren en el lenguaje político y mediático. Ojalá haya propósito de corrección.

 

A los interesados en profundizar su conocimiento de la literatura clásica, imperdibles los talleres virtuales que va a brindar el escritor Alonso Cueto, repasando, en principio, las grandes novelas vinculadas al amor. Empieza con la portentosa Madame Bovary, de Gustave Flaubert, este sábado 21, vía Patreon. Búsquenlo allí, en la opción del Club del Libro.

Tags:

Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

Esta semana ha estado gratamente agitada por el nombramiento del reconocido escritor Eduardo González Viaña como nuevo Agregado Cultural del Perú en España. De larga y nutrida trayectoria, González Viaña empezó a publicar en los años 1960 y formó efímeramente parte del grupo Narración, para luego desarrollarse individualmente como escritor, recogiendo tradiciones populares y chamánicas de su norte querido, ya que es oriundo de Chepén, en el departamento de La Libertad.

Los méritos de este autor son enormes, sobre todo internacionalmente desde los años 90, cuando se trasladó a los Estados Unidos para ejercer la docencia universitaria y se encontró con la dura realidad de los migrantes latinos en ese país. Ese fenómeno inmenso e intenso le dio material vital y literario para algunas de sus más reconocidas novelas: El amor de Carmela me va a matar, El corrido de Dante, El camino de Santiago, Siete noches en California, La frontera del paraíso, etc., que apuestan por el derecho de los migrantes a establecerse en el gigante del norte y de vivir vidas dignas hablando su propio español y sus lenguas originarias. También ha dedicado numerosas páginas a elaborar ficciones basadas en personajes muy queridos y valiosos para el Perú: Vallejo en los infiernos, El largo camino de Castilla y, hace apenas pocas semanas, ¡Kutimuy, Garcilaso! (¡Vuelve, Garcilaso!), que recrea e imagina pasajes de la vida del Inca Garcilaso en su búsqueda de sus raíces peruanas en medio de un mundo adverso para los mestizos ilegítimos en el siglo XVI. ¡Kutimuy, Garcilaso! es una novela que nos atrapa desde el principio y que nos lleva a repensar nuestro destino como miembros de una comunidad dividida aún por los rezagos del sistema discriminador heredado de la colonia.

Los méritos intelectuales y profesionales de González Viaña como referencia cultural sobran y no creo que haga falta explayarse sobre eso. Los premios y reconocimientos internacionales que ha recibido atestiguan esa trascendencia. La Cancillería, pues, ha dado en el clavo al designar a una figura de enorme prestigio para representarnos en un país con el que el Perú comparte una historia ineludible y en el que habitan decenas de miles de compatriotas que requieren de la protección y ayuda del estado peruano, incluso en el plano simbólico y cultural.

Por eso sorprende que un periodista –Golem de su abuelo– ataque la figura de González Viaña para destilar esa piconería de la derecha local por perder su “chacra” estatal (léase su mamadera y sus argollerías). Acusan a González Viaña de haber sido simpatizante de las guerrillas en los 60. Vaya noticia. Casi toda la generación del 60 lo fue (¿cómo no quitarse el sombrero –ironía presidencial– ante la figura y el heroísmo de Javier Heraud, aun si discrepamos de su ideología?). También lo acusan de tener casi 80 años. Ya quisiéramos muchos llegar a esa edad tan sanos y lúcidos (con esa lucidez profunda que otorga la experiencia). El periodista simplemente peca de algo que está penado por la ley: la discriminación etaria.

Por último, acusan a González Viaña de decir que la derecha peruana carece de intelectuales y que en el Perú hay presos políticos, como en tantos otros países. Lo primero carece de contrapruebas sólidas. Si vamos a lo alto (Vargas Llosa) encontramos tantas falencias y desigualdades literarias y periodísticas imbuidas de golpismo y apoyo a la corrupción que ese personaje resulta hoy poco creíble como intelectual. No hablemos ya de los periodistas que escriben ensayos enclenques y se dedican a propalar psicosociales en las ondas de las radios y televisoras de la maquinaria cavernícola. Su papel es más bien político, y como tales echan mano de cuanta mentira y manipulación les sirva. Pensemos en la superficialidad de sus “investigaciones”, que los descalifican como verdaderos intelectuales.

Y sobre los presos políticos: numerosas entidades (la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, la Corte Interamericana de Derechos Humanos) definen este concepto en relación con los presos de conciencia y aquellos que ejercen su derecho a la libertad de expresión sin recurrir a métodos violentos. Para aquellos que incurren en delitos tipificados por motivaciones políticas, la extensión injustificada de sus condenas ya cumplidas los convierte de facto en prisioneros políticos. A esto se suman los arrestos “preventivos” bajo la dudosa figura de la “apología del terrorismo”, un criterio que, como el lecho de Procusto, se ajusta a los intereses de los políticos de turno. De modo que sí hay prisioneros políticos en el Perú (como en muchísimas democracias neoliberales; pensemos en los propios Estados Unidos y su tratamiento de los nacionalistas puertorriqueños o los activistas indígenas) y declararlo no significa de ninguna manera una defensa de la violencia.

González Viaña tiene llegada mediática a través de su ya legendaria columna “El correo de Salem” y es un apasionado investigador y defensor de los derechos humanos de los migrantes peruanos en todas partes del mundo. Sin duda que lo espera una tarea ciclópea en España, pero no dudamos que hará una labor memorable dados sus prolíficos antecedentes.

Hay que felicitar, por eso, a nuestra Cancillería, que retoma con este nombramiento la antigua tradición de enviar intelectuales de peso al extranjero para representarnos (lo hicieron Chile con Raúl Zurita y Pablo Neruda, México con Octavio Paz y Argentina con Mempo Giardinelli en su momento). También hay que felicitar a RREE por el afianzamiento de su política de diplomacia cultural a través de sus consulados y, de paso, al Canciller Héctor Béjar por haberle devuelto la dignidad a la política exterior peruana al retirar a nuestro país del lambiscón Grupo de Lima y propiciar así un diálogo abierto y sin injerencias en la soberanía de los países hermanos de América Latina.

Lo demás son ñoñerías con tufo gamonalesco de parlamentarios y periodistas ardidos por haber perdido su “hacienda”. Triste papel el que les dio la historia.

Tags:

Eduardo González Viaña

Mis experiencias con Felipe Pinglo y Chabuca Granda son, sin lugar a duda, distintas. Los temas más afamados de Chabuca como La Flor de La Canela o Fina Estampa los conocí primero, yo no cumplía ni quince años y llegué a “El Embrujo” de Barranco, Chabuca todavía vivía, aunque nunca pude verla cantar y menos conocerla o intercambiar algunas palabras con ella. “El Embrujo” era un bello lugar a la que su anfitriona, la Sra. Elena Bustamante dotaba de un estilo inigualable. Por allí desfilaban, los viernes, artistas de la talla de Eva Ayllón, Luis Abanto Morales, Carlos “Caitro” Soto, Andrés Soto, el argentino “Vinko”, con su celebrada imitación de la autora de Bello Durmiente; así como otros menos conocidos como Neuman y otros más cuyas caras están, pero los nombres ya no.

El local quedaba justo al lado del Puente de los Suspiros, con lo que era normal que Chabuca Granda hubiese resultado mi primer entorno musical criollo, o el segundo, después de mi hogar, y las grandes jaranas de mi niñez, en los cumples de mis viejos, cuyos amigos me despertaban aguardientosos, cantando el vals La Andarita (Luis Pardo) a viva voz, a las 4 de la madrugada.

Sin embargo, desde los 16 años, 1984, empecé a frecuentar la peña Valentina, “el rincón más criollo de la Rica Vicky”, ya dirigida por la señora Norma Arteaga Barrionuevo (hija de Valentina, quien falleciera en 1983) y que contrastaba con el confín barranquino que acabo de describir. El Centro Social Folclórico Valentina era la catedral de la música y de la cultura afroperuana. Sobre un atril de madera, en cuyo fondo lucía una gran fotografía de Valentina Barrionuevo en blanco y negro, una pequeña orquesta compuesta por un director, -yo recuerdo a Román Herald y Hugo Jaén, maestro con la campana-  dos guitarristas, un bajista, un conguero, un bongosero, y dos cajoneadores hacían retumbar La Victoria con los mejores festejos del momento.

En Valentina, todo era negritud, y puedo decir con cierto orgullo que alguna vez bailé el vals Olga, cantado en vivo por el popular Arturo Zambo Cavero y pude escuchar, ante el absoluto, momentáneo y respetuoso silencio de la concurrencia, la aún vigente y señorial voz de la entonces octogenaria Eloísa Angulo, la soberana de la canción criolla, entonar El Payandé.

En todo caso, fue poco antes de cumplir los 20, y no recuerdo muy bien cómo, que descubrí en todo su esplendor a Felipe Pinglo. El asunto tuvo mitad de vintage y mitad de ideológico, por el notable contenido social de temas suyos como el celebérrimo El Plebeyo, Jacobo El Leñador, Mendicidad, entre otros.

En realidad, tanto Felipe Pinglo como Chabuca Granda describieron a la Lima que se fue; pero, curiosamente, Pinglo, siendo dos generaciones anterior, retrató a la joven y moderna urbe industrial, llena de contradicciones, de obreritas, canillitas y mendigos que se abría paso en los veinte y treinta; mientras que Chabuca rescata la ciudad idealizada de zaguanes, balcones y flores de Amancaes que aquella emergente capital obrera suplantó.

Yo entonces opté por Pinglo porque lo sentí más barrio, y en esos días yo también lo era, él compuso De Vuelta al Barrio, yo, humildemente, La Calle Inclán, que todavía entonamos en ocasionales reuniones los viejos parroquianos de la paralela a la 44 de la Arequipa, que poblábamos en los telúricos años ochenta, donde la marginalidad alcanzó a las clases medias, al “expituco” Miraflores, y cómo no “El Plebeyo de ayer, es el rebelde de hoy” a quien Pinglo presenta como agente de la reivindicación social, muy a tono con mi propia rebeldía juvenil, que, igual que la de toda mi generación, solía inclinarse hacia la izquierda.

Felipe Pinglo era la Lima que añoraba, pero, hasta cierto punto, la que aún vivía en mi rioba, la que me encontraba los domingos en tribuna sur, en el Comando antes de que se llamase Comando, cuando me iba a ver a mi Alianza Lima, a cuyos ases de hacía cincuenta años, como Alejandro Villanueva y Juan Quispe, el bardo barrioaltino les dedicó varias polkas, pasos dobles y one step.

Creo que los años tienden a desideologizarnos, al menos un poco, y a valorar más lo puramente estético. Fue así como me encontré con los Boston Vals de Pinglo, Hawái, Horas de Amor y ¡Oh Mujer!, luego su único tema vanguardista, Palabras Esdrújulas, así como con una exquisita Chabuca Granda que está mucho más allá del caballero de Fina Estampa, como la que desafía el romper del río Rímac con su Pobre Voz, o con Una Larga Noche junto a María Sueños que arde de deseos en su Cardo o Cenizas, “como será mi piel junto a tu piel”.

Si tuviese que comparar las poesías de ambos, diría que la de Chabuca es de una estética insuperable (Pinglo y Chabuca corresponden a épocas y estéticas distintas) pero que los temas y personajes de Pinglo me recuerdan a los de Charles Chaplin, como en sus Luces de la Ciudad o El Pibe, o a los de Toulouse Lautrec y alguno que otro de Francisco de Goya “cubierto de harapos, la faz macilenta, el pobre mendigo limosnea un pan, implorando siempre la bondad ajena, a todos le pide una caridad” (vals Mendicidad).

Felipe Pinglo y Chabuca Granda fueron nuestros dos genios de la música criolla, qué duda cabe, y como tales supieron adivinar el final, la propia muerta, como Chaplin, el hombre, y el vagabundo, su personaje, el que muere para siempre en el drama Candilejas. En El Espejo de Mi Vida, Felipe Pinglo, joven, pero consumido por una enfermedad pulmonar, se describe así a sí mismo:

 

“Ayer tarde me he mirado en el espejo

pues sentía por mi faz curiosidad,

y el espejo al retratar mi cuerpo entero

me ha brindado dolorosa realidad.

Estoy viejo, hay arrugas en mi frente,

mis pupilas tienen un débil mirar,

y mis labios temblorosos y arrugados

saboreando están los besos

que ayer dieron y hoy no dan “

A su turno, Chabuca se retrata yaciente en su casi desconocido pero desgarrador landó: “Me he de guardar”

“En un hoyito iré yo a parar

solitita me he de guardar

dentro la tierra, al pie de un rosal

bajo un almendro te he de esperar”

 

Las obras de Felipe Pinglo y Chabuca Granda no son lineales. Entenderlas así sería renunciar a conocerlas y disfrutarlas en toda su plenitud. Ambos artistas fueron prolijos y experimentaron con diferentes influencias musicales, comprendieron cabalmente que no podían imponerle límites, ni cortapisas, a la inspiración y la búsqueda constante de nuevos caminos. Descubrir sus derroteros, y sus escondidos recovecos, es acercarnos un poco más a sus vivencias y al espíritu de su arte.

Tags:

Chabuca Granda, Felipe Pinglo
x