Opinión

Cada 12 de octubre se abre la polémica en torno a la significación del descubrimiento/conquista de América, según la perspectiva en la que nos coloquemos. Lo cierto es que no podemos ignorar que esa es una fecha más que simbólica pues nos devuelve a nuestras identidades heridas, fracturadas y aún en proceso de constituirse. El impacto de la empresa conquistadora fue brutal para los habitantes de esta región del mundo al puto que significó el exterminio de culturas enteras que fueron masacradas, diezmadas por la enfermedad o el trabajo forzoso.

Con todo y lo que significó que España nos trajera también la exquisita cultura occidental, su lengua (en la cual hoy escribo estas líneas), su religión y otros tantos grandes aportes, de ninguna manera podemos tergiversar la historia al punto de decir que eso significó una liberación del yugo imperial de Aztecas o Inkas. Eso sería, desconocer con fines políticos e ideológicos, la tragedia que también significó la conquista.

Vista en perspectiva histórica, como bien dice el maestro José Antonio del Busto. “No somos vencedores ni vencidos somos descendientes de los vencedores y vencidos”. Es decir, debemos ser equilibrados al momento de pensar sobre aquello que nos sucedió. Toda empresa conquistadora, la española, la inka, la azteca, la romana, etc., trae muerte y destrucción, eso es lo inevitable en la locura que significa la guerra. No es eso lo que nos hace más buenos o malos, al final todas las culturas tienen sus aspectos buenos y siniestros. Toda dicotomía implica una simplificación que tiene la finalidad de encubrir al otro y ser utilizada para tratar de justificar posturas igualmente autoritarias como todas aquellas que provengan del chauvinismo.

Pero, también es cierto que, pese a ser cierta, se debe matizar la postura de Del Busto, pues es obvio que se está refiriendo a los mestizos que si bien somos ahora la mayoría no somos todos los que habitamos estas tierras. Esa postura oculta a las culturas indígenas que llevan más de cinco siglos resistiendo con sus lenguas, sus costumbres, sus modos de vida que nos dicen en cada acto que están milenariamente presentes y que no sólo significan la resistencia, sino que tenemos mucho que aprender de ellos, su equilibrada relación con la naturaleza, su solidaridad, comunalidad, su relacionalidad, etc.

Eso es lo que las fuerzas oscurantistas desde la extrema derecha tratan de encubrir intentando cambiar la historia. Tal ha sido el llamado de grupos disparatados como Vox cuando en boca de Iván Espinoza han señalado que “frente al multiculturalismo, nuestras raíces”; desconociendo por completo las profundas “raíces” multi e inter culturales de España. Habría que preguntarle a ese señor de qué raíces nos habla, si de las de la España católica, andaluza, gallega, catalana, musulmana, vasca, etc. Es evidente que este discurso de odio quiere volver a un pasado idealizado par catalizar las fuerzas más oscuras y siniestras de la sociedad señalando que el otro, el extraño, es amenazante. Ya Europa y el mundo vivieron las crueldades que entraña el nacionalismo y la xenofobia.

Pero lo más alucinante de todo esto es que algunos políticos locales como la señora Fujimori o los integrantes de Avanza País se presten como furgón de cola de sus señores de ayer y parece que de hoy también. Desconociendo lo que somos y queremos llegar a ser se colocan al lado de quienes en sus delirios nos desprecian. Eso no sólo significa que no hemos aprendido nada de la historia, sino que además en el fondo no han logrado descolonizar sus mentes y sólo muestran su infinita voluntad de seguir sirviendo al patrón. Los que ayer bailaban al ritmo del baile del chino hoy lo hacen al ritmo que sus nuevos amos les imponen.

Ante estos extremos simplificadores el abordaje intercultural nos enseña que no existen las “culturas puras” que, más bien, todas son una amalgama muchas veces formadas por múltiples contradicciones con las que tenemos que pender a convivir. Nuestra apuesta como país debería ser el de arribar a un entendimiento pluricultural que se reconozca en su diversidad. Un país como el nuestro, ese de todas las sangres, constituye su identidad en la multiplicidad. Pero eso sólo será posible en la medida en que podamos restituir a los pueblos originaros la dignidad que les fue arrebatada, en esa medida el reconocimiento no es suficiente, hace falta la restitución de su propia humanidad en igualdad. Finalmente, ese gran proyecto que tenemos pendiente como comunidad sólo podrá ser posible mediante un nuevo pacto social donde se puedan escuchar todas las voces que conformamos esa hermosa polifonía que es el Perú.

   

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12 de octubre, descubrimiento/conquista de América, España

Por más que el gabinete Vásquez sea una mejora cualitativa importante respecto del presidido por Guido Bellido, queda claro que este es un régimen que no ha firmado hoja de ruta alguna y mantiene el perfil izquierdista que sus integrantes aseguran.

En esa medida, los gazapos económicos van a estar a la orden del día. Declaraciones altisonantes, interventoras, regulatorias de todo tipo surgirán de las bocas de los ministros, alterando los nervios de los agentes inversores, quienes no terminarán de darle la confianza necesaria al gobierno para soltar las amarras de la inversión privada contenida.

Si a ello le sumamos la necia terquedad presidencial de nombrar gente impresentable en cargos de importancia (ministros del Interior, de Educación, Indecopi, etc.), se termina por configurar un escenario mediocre, de cuya medianía no saldremos hasta que el gobierno no decida desterrar por completo la madre de todas las incertidumbres, como es la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

La Premier ha dicho que no es prioridad y que no es el momento. Seguramente lo será cuando Castillo conforme su partido y, si logra recuperar niveles altos de popularidad, lo lleve a confrontar con el Congreso para provocar su disolución y poder participar, con partido propio, en las nuevas elecciones congresales. Al parecer, ese es el plan de mediano plazo, que mientras esté allí, presente, arruinará las expectativas de corto plazo.

Si Castillo dura los cinco años de mandato (habrá que ver si Cerrón no lo termina involucrando en el caso de Los dinámicos del centro, y eso podría reactivar el escenario de la vacancia), será un periodo signado por la mediocridad y la impericia. Cinco años perdidos en la perspectiva de un urgente shock de inversiones privadas, que nos permitiera no solo salir rápido del atolladero de la recesión pandémica, sino recuperar el tiempo perdido por la medianía económica de la transición post Fujimori.

La designación de Mirtha Vásquez estabiliza al régimen, pero de ninguna manera implica la resolución del más grande problema socioeconómico que hoy aqueja al país, como es la falta de confianza de los agentes inversores privados. Igual, en un país tan complicado y azaroso como el Perú, la estabilidad mencionada no deja de ser momentánea y relativa.

 

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gabinete Vásquez, Plan de Gobierno, Premier, Presidente Castillo

Era hoy, Ramón. Pero no fue. Esta vez no hubo gloria en las alturas. En La Paz es muy complicado. Se sabía. Bolivia ha ganado más partidos en la altura durante Eliminatorias de lo que ha perdido. El oxigeno falta, las piernas aflojan y el contragolpe es más difícil de aguantar. La angustia de perder sobre el final, sin embargo, es un golpe anímico impactante. ¡Cómo duele, carajo! 

Y sí, el poder de las Eliminatorias es generar siempre partidos improbables. Puede ocurrir que un equipo pierda cuatro partidos seguidos y luego gane los siguientes cuatro. Es posible que el último de la tabla le gane a un equipo en racha. O que muchos empates acorten la tabla y esta sea siempre muy apretada, hasta el final. Es el torneo más competitivo del mundo, una absoluta tierra de nadie. 

Para todos menos para Brasil y Argentina, esta vez. Tras ellos, ocho selecciones pelean casi palmo a palmo por tres cupos al Mundial. Y todos son equipos que sufren altibajos y pelean a muerte partidos hasta el último minuto. Hay patadas y el VAR no sirve para nada. Incluso, las selecciones sufren de varios lesionados, los equipos tienen poco recambio y suelen jugar leyendas al borde del retiro. 

Así y todo, hay un camino para que Perú llegue al Mundial. Aún. Aunque parezcan estar eliminados. De los siguientes siete partidos, debe hacer al menos doce puntos. Es decir, ganar cuatro. El resto pueden perderse, aunque sumar un punto siempre será más importante. Pero, repito, hay cuatro partidos que deben ser victorias. No hay otro desenlace para mantener la ilusión viva del Mundial.

Estos, por pura lógica y probabilidades simples, son contra Paraguay, Bolivia y Ecuador en Lima, y contra Venezuela de visita. El resto son gestas imposibles, dígamoslo con claridad. Argentina es una máquina y en Buenos Aires irán con todo para asegurar la clasificación. Colombia es un equipo superior y se ha demostrado largamente. Y Uruguay en Montevideo, ambrienta como estará de puntos, resulta un rival improbable de vencer. 

Que no se entienda mal. Paraguay, Bolivia y sobre todo Venezuela y Ecuador no son tres puntos asegurados. Todos ellos son equipos al nivel competitivo de Perú. La blanquirroja no está con claridad por encima de ninguno de estos rivales parejos. Pero, vale decir que en la ruta hacia Rusia 2018 se ganó ajustados esos mismos partidos de local. Solo el de Venezuela quedó en empate 2-2. 

Y aún con todo ese escenario de resultados logrables, Perú está en una condición de cuidados intensivos donde debe mirar el resto de partidos. Por ello, es bueno lanzar otra verdad importante y trascendental. Hay siete partidos futuros donde existe tolerancia cero y nulo margen de error en el resultado que Perú necesita, pero el equipo de Gareca solo podrá verlos por televisión. Se resumen en una idea sencilla: Brasil, Argentina y Colombia deben ganar todo lo que queda. Punto.

Pero, principalmente, es obligatorio que Brasil gane a Paraguay y Chile de local, y a Ecuador de visita. Son resultados probables, pues en las Eliminatorias al 2018 Brasil ganó los tres encuentros por goleadas 3-0. Lo mismo debe hacer Argentina con Chile en Santiago y Ecuador en Quito. Estas parecen gestas más complejas, y lo son, pero esos resultados también fueron conseguidos en la Eliminatoria pasada por una versión de Argentina muy inferior a la actual. 

Colombia, por su parte, debe darle dos alegrías al equipo peruano. Ganarle a Ecuador y a Paraguay de local, en forma obligatoria. Durante las Eliminatorias pasada, el primero quedó en un cómodo 3-1, pero perdieron sorpresivamente contra Paraguay 1-2 con goles en los últimos tres minutos. Sin embargo, en este torneo actual, Colombia necesitará esos triunfos para asegurar la clasificación.

Estas victorias se ven probables en el papel. Pero pueden ser arruinadas sobre todo si Argentina y Brasil, virtualmente clasificados, eligen probar equipos o sistemas alternativos de juego. Eso los pondría en gran vulnerabilidad sobre el final del torneo, como pasó con Brasil ante Venezuela la fecha anterior, cuando ya han jugado contra Perú pero aún no contra rivales directos.  

Son siete encuentros con resultados obligatorios, pero eso no es todo. Quedan seis partidos adicionales entre rivales de Perú donde el universo ideal sería que todos fueran empates. Bolivia contra Paraguay en La Paz; Paraguay contra Chile, Uruguay y Ecuador en Asunción; Chile con Ecuador en Santiago; y Venezuela y Bolivia en Caracas. Que empaten todos, ya está, así de simple.  

Pero si no pueden ser empates, el análisis permite ir uno por uno para ver a quién debe alentar el equipo peruano. Primero: Bolivia debe revalidar su victoria a Perú con un triunfo ante Paraguay en la altura, resultado recurrente. Luego Paraguay tiene que cobrarse la revancha con Chile en Asunción. Pasó ya durante el torneo anterior. Y Chile, resentido, deberá recuperarse ganando a Ecuador en Santiago. 

En el último tramo de la Eliminatoria, será conveniente ver a Paraguay perder con Uruguay en Asunción. Ya ocurrió así 1-2 para ir a Rusia 2018. Venezuela debe hacer lo propio contra Bolivia en Caracas. Y sí, la goleó 5-0 en la Eliminatoria anterior. Finalmente, deberá darse un triunfo paraguayo de local contra Ecuador en la penúltima jornada, como suele ocurrir. 

En resumen, hincha peruano, quedan 17 partidos cruciales para los intereses de Perú. Cuatro victorias peruanas, siete triunfos de Argentina, Brasil y Colombia, y luego una ruta de seis partidos adicionales donde hasta dos resultados convienen. Salvo el empate 2-2 de Perú en Maturín contra Venezuela la Eliminatoria pasada y un triunfo agónico de Paraguay en Barranquilla, todos los demás resultados necesarios se dieron en el camino a Rusia 2018. 

Parecen lógicos, son probables, pero las eliminatorias en Sudamericana son el torneo más complejo del planeta. Y aún así, aunque sea usando la calculadora y viendo un montón de partidos por televisión con total angustia, hay esperanza para Perú rumbo a Qatar. Esta es la única imperdible. 

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Qatar2022, Ricardo Gareca, Selección peruana de fútbol

Hace unas semanas, ante el reiterado reclamo del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, el Papa Francisco le pidió disculpas a México por los excesos cometidos por los evangelizadores católicos durante la conquista y colonización del país. Desgraciadamente, las reacciones adversas al gesto papal por parte de políticos españoles conservadores, como el expresidente José María Aznar y la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz, no se hicieron esperar. Esta última, inclusive, subrayó que la colonización habría traído la civilización al continente americano. 

Al respecto hay varias cosas que decir: la primera atañe la memoria de los pueblos. Algo que debe entenderse es que las heridas históricas no sanan solas y que dicha memoria suele confundir tiempos; es decir, no distingue entre el perpetrador de una agresión y sus descendientes, aunque sean siglos los que separen a unos de otros. Por eso, los descendientes, que en realidad no son responsables individuales ni colectivos de los eventos que referimos, deben participar del proceso de sanación de las heridas históricas, que es en realidad simbólico y en el que gestos como el perdón resultan fundamentales para cortar el cordón umbilical que ata al pasado con el presente. De esta manera, el agresor se ubica, finalmente, tras una vitrina en el pretérito, como en un museo, y deja de manifestarse en la actualidad.

La segunda cuestión que quisiera señalar es que, sin negar los múltiples legados de la colonización española y la evangelización católica a nuestro continente, ambos procesos resultaron dolorosísimos para las poblaciones nativas americanas que las vivieron, y ese dolor es un hecho en el que no hemos terminado de reparar aún, salvo en obras como las del preclaro Nathan Watchtel Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española (1530-1570). Al respecto, yo pienso que el máximo de mi imaginación no alcanza para acercarme siquiera al sufrimiento de millones de hombres y mujeres ante el despojo de lo suyo, la sumisión al durísimo trabajo forzado, la violación de sus esposas e hijas, la persecución de sus dioses y quema de sus templos, y la extrema crueldad de las ejecuciones y tormentos a los que fueron sometidos. Si a esto le sumamos la brutal crisis demográfica producto de masivas pestilencias como resultado del contacto microbiano, consecuencia indirecta de la conquista, el resultado no puede ser sino desolador. 

La tercera cuestión a tratar es la herencia. Una vez en Madrid, un amigo español, con la mejor intención, me porfiaba que había que erigir un monumento a Francisco Pizarro en el Cusco y a mi no me resultó fácil -creo en realidad que fracasé estrepitosamente- explicarle que la mayoría de cusqueños hoy se relacionaban mucho más, en el imaginario colectivo, con el Inca y la civilización cuzqueña derrotada, que con el vencedor de la justa y posterior conquistador y colonizador, a quien tuvieron que servir. El tema es complejo ¿dónde queda ser peruano y la peruanidad? No dudo que los cusqueños se sientan al mismo tiempo peruanos, pero peruanos de una peruanidad que proviene de lo quechua, inca y andino mucho más que de lo español, debido a que sus tradiciones orales y memorias colectivas se duelen aún de la conquista y los brutales abusos con que esta se llevó a cabo. 

La cuarta cuestión trata de las narrativas históricas que colisionan. En este caso en particular la española que básicamente describe la conquista y colonización americanas como un proceso benéfico, civilizador y aculturador, en el cual los conquistadores inoculan la cultura allí donde no existía, en un conjunto vacío. Esa mirada parte de una definición de civilización decimonónica en la que se entendía como civilización a Occidente y como barbarie a todo lo que se situase fuera de su esfera. 

En realidad, tanto en Mesoamérica como en los Andes, los conquistadores y evangelizadores españoles hallaron civilizaciones bastante avanzadas en su proceso de sedentarización con altos picos de desarrollo como la arquitectura, la ingeniería, el control de las aguas, la organización social entre otras. Esto facilitó, para el caso de los Andes peruanos, la permanencia de formas de organización social  como el ayni y la minca, las mismas que persisten hasta hoy en sus formas originales o modificadas. 

Cada vez que se encuentra un galeón español hundido en el fondo del mar, repleto de oro, la Corona Española salta a reclamar lo que cree que le pertenece por derecho porque la nao es/fue suya y porque el mineral fue extraído de América en tiempos coloniales. Ignoro lo que al respecto señala el derecho internacional porque mi punto es moral y atañe la absoluta falta de empatía y la invisibilización del otro en la narrativa española sobre el periodo. Esta desconoce el extendido imaginario del saqueo sistemático durante la colonización y que la devolución, por propia voluntad, de los tesoros que cada tanto se hallan en el fondo del mar, supondría un gesto empático en favor de una rotura en el tiempo, entre pasado y presente, para situar al conquistador en el ayer y al ciudadano español contemporáneo en nuestros días. 

Esto es exactamente lo que ha hecho Francisco al pedirle perdón a México: ha separado a la Iglesia que extirpaba idolatrías de la Iglesia piadosa que quiere proyectar para el presente y el futuro. Ojalá ese perdón se lo pidiera a toda Hispanoamérica, aunque aquí proteste nuestra inefable derecha, y ojalá su Majestad Don Fernando VI pensase en ello alguna vez.  

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Andrés Manuel López Obrador, Papa Francisco

Pido disculpas a la memoria de Luis Hernández por tomar prestado el nombre de la antología que Mirko Lauer preparó sobre su obra poética, para graficar la deleznable conducta política de Keiko Fujimori en los últimos, al participar, feliz de la vida, como invitada a un evento del partido ultraderechista español Vox.

Vox representa lo peor de la derecha española. Conservadores hasta el tuétano, xenófobos, alberga algunos libertarios desorientados, pero mayoritariamente contiene franquistas agazapados a quienes el derechismo del Partido Popular se les antojó amanerado y timorato.

¿Qué hace Keiko allí? ¿Trata acaso de arrinconar y quitarle espacio al ultraderechista peruano Rafael López Aliaga, suponiendo erradamente que es ese el nicho ideológico en el que le corresponde estar para asegurarse un mejor futuro político?

Es un grave error. El fujimorismo, luego de los 90, debió evolucionar hacia un centro liberal. Era lo que correspondía. La mejor demostración de la calamidad que supone para el fujimorismo apartarse de ese eje fue el resultado de los cinco años de conservadurización al que condujo el partido Keiko Fujimori el periodo 2016-2021, dejando a Fuerza Popular en escombros, que solo logró disimular con una buena campaña en primera vuelta en las últimas elecciones y gracias a la fortuna de un resultado tan fragmentado, que con poco le alcanzó para pasar a la segunda vuelta.

Por cierto, el evento de marras ha tenido poca difusión y su impacto mediático será menor, pero lo destacable es el significado político que alberga. Si Keiko Fujimori vuelve a cometer el error de derechizar a FP, lo apartará de un eventual triunfo futuro en las elecciones que suponemos aún aspira a protagonizar (y que ojalá encuentre en el partido un candidato distinto a la ya perdedora nata Keiko Fujimori: urge un recambio en Fuerza Popular, y figuras tiene).

El 2026 -o antes, dependiendo de cómo se conduzca Castillo- ya no será terreno propicio para disruptivos. Es más, la mediocre performance del régimen vigente hará que la gente lo piense tres veces antes de volver a votar por un outsider o un radical. Será la hora de la ponderación. Y en esa perspectiva, gestos como los de Keiko la apartan de la senda correcta.

La lideresa de Fuerza Popular no brilla por su sagacidad ideológica y política, pero, a estas alturas, luego de tres derrotas consecutivas al menos debieran haberle despertado algún sentido de ubicuidad, lo que, por lo que se ve, no ha ocurrido.

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Fuerza Popular, Keiko Fujimori, Rafael Lopez Aliaga

Hoy, 12 de octubre, se cumplen 529 años de la colonización europea y el establecimiento de un sistema económico blanco supremacista de apropiación de tierras, explotación laboral y políticas de exterminio contra los pueblos originarios y sus culturas. Surge también la resiliencia de los pueblos originarios, al que se suman las luchas de otras comunidades secuestradas desde África y Asia por el régimen colonial. Estas luchas continúan hasta hoy resistiendo el modelo capitalista que se ha perpetuado en el poder e intenta imponer sus privilegios hasta los extremos del continente.

Las más de 200 mil muertes por Covid-19 en el Perú, los millones de empleos perdidos, una mayoría de población sin acceso a servicios sanitarios mínimos, expuesta en la trágica subida de los balones de oxígeno, son ejemplos de la terrible realidad del capitalismo en el Perú y la confirmación de que su único compromiso es con las ganancias y no con la vida. Desde la invasión europea a los tiempos del Covid-19, el capitalismo ha matado por ganancias y ha fracasado como sistema socioeconómico en asegurar el sostenimiento y reproducción de la propia vida. Los altos niveles de desigualdad, pobreza, discriminación racial y de género, y la crisis ecológica, demuestran el desvanecimiento de una ilusión que se transforma en pesadilla. Esa crisis sistémica no puede ser reformada. El capitalismo está en crisis y no es nuestro deber salvarlo.

Con el triunfo de Pedro Castillo y Perú Libre parecía que se iba formando una izquierda capaz de enfrentarse a las demandas ideológicas y políticas dentro un sistema capitalista en crisis. Se abría la posibilidad de un proceso constituyente popular y plurinacional apoyado por la clase trabajadora urbana y rural. La composición de un gabinete multicultural y con posiciones claramente de izquierda podía afianzar ese nuevo camino por la justicia e igualdad, sin embargo, el retroceso permanente y los cambios en el gabinete marcan un nuevo rumbo que algunos llaman “responsable” o “moderado” en nombre de la gobernabilidad.

Desde la salida del ex-canciller Béjar, se iba cimentando el camino de la derrota frente a los poderes fácticos. Ahora el gobierno cuenta con la venía de la CONFIEP, que saluda de manera entusiasta al nuevo gabinete. Se perdona el racismo y terruqueo de la derecha y la prensa, y se premia con un ministerio a una congresista de Perú Libre por acuñar el término derogatorio de “izquierda bruta y achorada» contra quienes se enfrentan de manera frontal a la derecha fascista y golpista.

Esta tendencia viene desde Alejandro Toledo y pasa por Ollanta Humala con su promesa de la gran transformación. Se claudica frente una clase dominante que ha afianzado su poder en las últimas décadas gracias a la constitución del ‘93, diseñada para la acumulación de más poder económico. Este proceso neoliberal también terminó de afianzar la derechización y corrupción de las fuerzas armadas y policiales, actuales peones de los ricos en el Perú. 

La utopía capitalista

Se le acusa al socialismo de ser utópico, pero ¿quien está siendo realmente utópico? ¿Cuántos siglos más vamos a esperar por “justicia e igualdad” de un sistema capitalista que se enfrenta con todos sus recursos contra un cambio mínimo? Esperar que la clase empresarial actúe con humanidad y respeto a la clase trabajadora es utópico. El poder empresarial se bajó al exministro Maraví, con el apoyo de la mayoría del gabinete, con excepción de Bellido, Ceballos, Maraví y Sánchez, el resto no estaba dispuesto a enfrentar a la derecha. ¿Tendrá el nuevo gabinete la convicción y fuerza para la defensa de los intereses de las mayorías excluidas en la repartición de la torta neoliberal? 

Es utópico creer que el capitalismo va a eliminar el racismo en el Perú. Cedric Robinson, teórico y activista político negro, decía que el “capitalismo y el racismo no rompieron con el feudalismo, sino que evolucionaron a partir de él para producir un sistema mundial de capitalismo racial dependiente económicamente de la esclavitud africana, robo tierras de naciones indígenas, genocidio y violencia. El sistema capitalista no va a eliminar el racismo porque es parte de su propia naturaleza.

También es utópico creer que la economía se va a recuperar para la clase trabajadora porque no se ha recuperado desde la crisis financiera del 2008 ni desde los 30s, 80s y 90s. Las mayorías que reciben las migajas de este sistema siguen siendo descendientes de los que resistieron a los invasores 529 años atrás. Según algunos expertos no habrá boom económico después de la pandemia porque la crisis de la pandemia es la crisis del capitalismo. Una posición moderada no va a solucionar las contradicciones de un capitalismo en declive. No seamos utópicos.

El capitalismo está en extinción y solo lo sostiene un sistema de explotación y el uso de la violencia. No debemos focalizarnos en gestionar el fracaso del capitalismo sino demandar un cambio de rumbo. No más maquillaje al capitalismo con un “rostro humano”. El trabajo de la izquierda no es salvar el capitalismo, sino trabajar en la construcción de un proyecto político desde las bases de oposición a un estado corporativo y al capitalismo colonial y hetero-patriarcal. 

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capitalismo, hetero-patriarcal, Pedro Castillo

Hace unos años falleció un amigo muy querido. Luego de velarlo, lo cremaron como él lo había deseado. Una semana después, sus padres, sus familiares y sus amigos más cercanos nos congregamos en la playa donde corría olas desde que era adolescente. Camino a la orilla, lo recordamos y compartimos anécdotas suyas. Una vez frente al mar, su pareja, quien portaba sus cenizas, agradeció que los acompañáramos y que estuviéramos juntos para despedirlo. Luego, otros amigos músicos empezaron a tocar unos alegres carnavalitos ayacuchanos. Ella se introdujo al mar, abrió el cofre y esparció sus cenizas lentamente. Momento durante el cual nos abrazamos y lloramos.  

Lo relatado sucedió mucho antes de la pandemia por la Covid 19. Circunstancia que permitió que se le acompañara durante su enfermedad y sus familiares estuvieran presentes cuando murió. Además, que la tristeza y el dolor por su fallecimiento no fueran asumidas en soledad por sus seres queridos; y que, durante su velorio, se expresara y compartiera sentimientos de dolor, afecto, congoja y solidaridad entre todos. En suma, se transitó un duelo normal. 

Si hubiera fallecido ahora, no hubiera sido posible velarlo y a su entierro hubieran asistido solo cinco de sus deudos siguiendo un estricto protocolo sanitario. Definitivamente, la pandemia y las medidas implementadas por el Estado para contrarrestarla han alterado las maneras en que se acompaña y asiste a las personas enfermas por la Covid 19 en trance de morir; y las formas de enterrarlas o cremarlas. Un trance inédito difícil de procesar y que causa a sus deudos mucho malestar psicológico. Este malestar aumenta debido a que, por las características de la evolución de la enfermedad, la muerte ocurre de manera rápida. Situación que no todos los dolientes están en condición de afrontar ni en capacidad de sobrellevar. 

Al día de hoy, no se sabe cuántos deudos han dejado los 195 mil muertos por la Covid19 ni cuál es el estado de su salud mental. Sin embargo, algunas cifras, recogidas en el “Plan de Salud Mental Perú. En el contexto Covid-19”, de julio de 2020, permiten conocer en parte la situación de la salud mental de los dolientes como de los que no lo son. Así, el 28.5% de todos los encuestados refirieron presentar sintomatología depresiva. De ese total, “el 41% presentaron sintomatología asociada a depresión moderada a severa y el 12.8% refirió ideación suicida. Las mujeres reportaron sintomatología depresiva en el 30.8% y en los hombres el 23.4%. El grupo etario con mayor afectación depresiva fue el de 18-24 años”.  

Al respecto, es oportuno preguntarse si los deudos, en particular, cuentan con espacios de atención y de cuidado ya sea en el ámbito familiar o en el comunitario. Difícil saberlo. En ese sentido, al Estado le corresponde elaborar e implementar una política pública en relación con el duelo. Es un desafío colosal. En América Latina, hay algunos avances en esa perspectiva. En julio de 2020,  la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en la Resolución 4/2020, planteó unas “Directrices Interamericanas sobre los Derechos Humanos de las personas con COVID-19” para contribuir “al enfrentamiento de la Pandemia y sus efectos para los derechos humanos en las Américas”. Mientras que en Argentina, los miembros de la Red de Cuidados, Derechos y Decisiones en el fin de la Vida de CONICET, en agosto de 2020, publicaron el documento “Muerte y duelo en el contexto de la pandemia por Covid19”. 

En él, se propone un conjunto de contribuciones para fortalecer “las políticas públicas en relación a los procesos de duelo”. Tales propuestas se refieren a las prácticas y rituales mortuorios en relación con el duelo como experiencia colectiva; al acompañamiento, asesoramiento y empoderamiento de la comunidad en relación al duelo; a la promoción de buenas prácticas de comunicación sobre las muertes en los discursos públicos; y a la atención de las dimensiones específicas del duelo como experiencia colectiva humanizada frente a la muerte en el contexto del Covid19 en el ámbito específico de las instituciones de salud. 

Por último, se señala que es necesario que “el Estado -en sus diferentes instancias jurisdiccionales- se involucre en acompañar el proceso de morir y el dolor de los deudos como experiencia colectiva humanizada frente a la muerte en el contexto de la COVID19. (…) es indispensable nombrar públicamente las muertes: individualizar sus biografías, poner en palabras el dolor por la pérdida, propiciar el proceso de memoria e involucrar en ello a la comunidad”. Una recomendación que nuestro Estado la puede adoptar sin ningún problema. Esperemos que así sea.   

 

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Covid-19, política peruana

Todo parece indicar que la respuesta al cambio de gabinete ha sido positiva. El dólar bajó, la bolsa de valores subió, Perú le ganó a Chile y Cerrón pataleó. Y si bien al conocer al gabinete completo nos enteramos de que este venía con ciertos elementos muy preocupantes, en líneas generales la designación de Mirtha Vásquez a la cabeza ha dado cierto nivel de tranquilidad. 

Los cambios, sin embargo, no le aseguran una primavera al presidente Castillo. Por un lado, la oposición más férrea no parece identificar matices entre la izquierda radical e improvisada de Guido Bellido, y el perfil más sensato de Mirtha Vásquez, ni reconocer ninguna mejora en las decisiones de Castillo. Por otro lado, al presidente se le abre un nuevo flanco: el del ala radical de su propio partido, que ya se ha manifestado en contra del nuevo gabinete.

Castillo, como todas las personas, se mueve por incentivos: si este ve que haberse alejado de Cerrón y buscado un mejor perfil para el premierato le da buenos resultados, como mayor % de aprobación en las encuestas, mejor relación con el legislativo, calma en los mercados, etc., entonces tendrá incentivos para seguir en la senda de la moderación. La oposición puede, por supuesto, tenderle puentes a medida que este se vaya comprometiendo cada vez más a moderar su discurso y políticas, y bloquear todas las iniciativas no negociables para la mayoría de los partidos, como a Asamblea Constituyente.

Si la oposición, en cambio, no reconoce las mejoras que se han hecho (así sean pequeñas), y Castillo más bien concluye que se está quedando sin soga y sin cabra, y está más cerca de ser vacado, entonces inevitablemente deberá volver, como perro arrepentido, a los brazos de Cerrón, y no tendrá otro camino que el radical. Quien perderá, entonces, será el Perú. 

Por eso, querida oposición, hoy la pelota está en su cancha. 

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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Asamblea Constituyente, Presidente Castillo

Es justo ponderar el correcto ejercicio político del Congreso de la República para propiciar el golpe de timón que el presidente Castillo le ha dado a su gobierno. Si no hubiese sido por la actitud beligerante y recia de buena parte del Legislativo, probablemente hoy todavía tendríamos sentado a Bellido en el Premierato, a Iber Maravi en el ministerio de Trabajo y a Vladimir Cerrón insuflando radicalismo en la periferia del régimen.

La derecha (Fuerza Popular, Renovación Popular, y Avanza País) lideró la resistencia frente a los despropósitos del gobierno y esta vez fue acompañada por las bancadas de Alianza para el Progreso, Somos Perú, Podemos y los morados, dispuestos a censurar a Maravi, aun cuando pesase la amenaza del expremier Bellido de hacer cuestión de confianza sobre esa eventual censura. Con ello tenían los 66 votos suficientes para bajarse a un sospechoso de filosenderismo, que no era admisible que hubiese pisado siquiera una oficina pública.

Lo que, dicho sea de paso, no deja de llamar la atención es la timorata y diletante actuación política de Acción Popular, partido que claudicó en la primera gran prueba política del Congreso (cuando se vio la confianza al gabinete Bellido: si, como correspondía no se le hubiese dado, nos hubiésemos ahorrado estos dos meses de caos político) y en esta segunda ocasión, guiado al parecer por el izquierdismo latente de Yonhy Lescano, estaba dispuesto a perdonarle la vida a Maravi.

Por supuesto, no hay que confiar ciegamente en la aparente moderación de Castillo. Apenas constituya su propio partido magisterial y pueda participar en elecciones, probablemente esperará a ver los resultados de su flamante agrupación en los comicios regionales y ediles del próximo año, y de acuerdo a ello evaluará nuevamente si conviene pechar al Congreso para buscar su disolución y ya poder participar directamente en las nuevas elecciones congresales, sin el corsé de Perú Libre y el cerronismo, y con la posibilidad reabierta de recorrer el camino de una Asamblea Constituyente.

Por ello es que a pesar del cambio cualitativo positivo que supone la presencia de Mirtha Vásquez en el Premierato -a pesar de los dos o tres impresentables, que parece ser la cuota personal de estulticia del Primer Mandatario-, es menester que el Congreso no baje la guardia y mantenga en ristre el arma de la vacancia si Castillo resucita el afán de disolver el Congreso, y que además no deje de tener ojo vigilante y crítico de los ministros que merezcan interpelación y censura.

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Cerronismo, Congreso de la República, expremier Bellido, Iber Maraví, Mirtha Vasquez
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