Opinión

La BBC produjo una serie documental llamada “Civilisation” en 1969, conducida por el historiador Kenneth Clark, acerca de la historia del arte, la arquitectura y la filosofía occidental desde la Edad Media hasta el siglo 20. 

En el primer capítulo, Clark se encuentra en París y dice: “Las grandes naciones escriben su autobiografía en tres manuscritos: el libro de sus actos, el libro de sus palabras y el libro de su arte. Ninguno de estos libros puede ser entendido sin leer los otros dos, pero de los tres el único confiable es el último.”

“¿Qué es civilización?” se pregunta Clark, con las torres de Notre Dame en el fondo. Responde: “No lo sé. No puedo definirla en términos abstractos, pero creo que puedo reconocerla cuando la veo; y la estoy viendo en este momento.” 

Después Clark añade: “Si tuviera que decidir quién dice la verdad respecto a la sociedad, un discurso del ministro de vivienda o las construcciones que fueron ejecutadas durante su mandato, yo diría que las construcciones. 

El documental es realmente extraordinario y está disponible en YouTube, aquí les dejo el vínculo al primer capítulo (son 13 en total): https://www.youtube.com/watch?v=JxEJn7dWY60 

Las sociedades que construyeron grandes obras artísticas y arquitectónicas tuvieron los recursos, la decisión y la capacidad para llevarlas adelante. Tanto los incas como los españoles dejaron grandes obras que todavía podemos apreciar en el Cusco y en los centros históricos de muchas ciudades de nuestro país. 

La RAE define “Civilización” como: “Estadio de progreso material, social, cultural y político propio de las sociedades más avanzadas.” 

El Perú es más libre y democrático que nunca en su historia. Hemos crecido significativamente en lo económico y avanzado sustancialmente en la reducción de la pobreza. Sin embargo, si dentro de trescientos años los historiadores tratarán de evaluarnos por las construcciones que dejamos en esta etapa, no creo que nos tengan en mucha estima.

Nuestras grandes ciudades tienen un centro histórico arquitectónicamente atractivo y relativamente ordenado, fruto de nuestro pasado lejano, pero a medida que avanzamos por la ciudad, la expansión urbana es desordenada, caótica y fea.

¿Por qué no somos capaces de generar espacios públicos de calidad que puedan ser disfrutados y obras que estéticamente perduren en el tiempo? El desorden y fealdad de la expansión urbana es un síntoma más de la enfermedad que aqueja a este país. 

Nuestro sistema de administración municipal y regional adolece de falta de criterio, autoridad y capacidad de gestión. La gran mayoría de alcaldes y gobernadores son aventureros que solo buscan aprovecharse económica y/o políticamente del cargo y no tienen la experiencia ni la preparación para gestionar un distrito, provincia o región.

Los analistas han resaltado el importante crecimiento económico de las últimas dos décadas, pero no han prestado atención a la calidad de vida real de los peruanos. 

Para lograr calidad de vida no solo basta crecimiento, también se necesita ciudades donde sea agradable vivir, con servicios de salud, educación y transporte de calidad, para lo cual se requiere una administración municipal, regional y central con recursos, capacidad de gestión y criterio. 

Somos como una familia con la casa desordenada, los padres constantemente peleando y sin capacidad de resolver los problemas. ¿Qué clase de país le estamos dejando a nuestros hijos? 

Podemos y debemos cambiar para bien. Nos toca luchar contra la incapacidad, el desorden y la corrupción. No podemos permitir que el país se siga administrando de la misma manera. Necesitamos una coalición de hombres y mujeres honestos, que unidos trabajen por un Perú mejor. Capaces de dejar un país que pueda ser admirado por todos.

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La decepción del gobierno de Castillo no proviene solamente de los sectores divergentes de su raíz ideológica. No son solo el centro o la derecha los que lo desaprueban. También, mayoritariamente, la izquierda. Según la última encuesta del IEP, el 42% de los que, en la propia encuesta, se autoidentifican de izquierda, lo aprueba, pero el 50% lo desaprueba.

Si nos guiamos por los segmentos que lo llevaron a la presidencia (zonas rurales y niveles DE), el resultado también es relevante. En el Perú rural el 36% lo aprueba y el 50% lo desaprueba; en el sur el 40% le da nota aprobatoria, pero el 48% le otorga nota negativa; en los niveles socioeconómicos DE, el 34% lo aprueba mientras que el 54% lo desaprueba.

Entre los que se definen de izquierda, 44% considera que tiene capacidad para gobernar frente a un 52% que considera que no la tiene; a un 47% le inspira confianza, mientras que a un 52% no; un 49% de gente de izquierda cree que Castillo no terminará su gobierno frente a un 42% que sí estima que lo culminará: de ese porcentaje (de gente de izquierda) un 60% cree que no acabará por su incapacidad para gobernar y un 46% porque no lo dejan gobernar.

Claramente, la decepción descrita, que ha generado el mediocre gobierno de Castillo en sus primeros cinco meses de gobierno, se extiende a todo el espectro ideológico y a la propia gente que votó por él, que resiente una gestión llena de acciones cuestionables: nombramientos inaceptables, malas decisiones, actos limítrofes con la moral pública, escándalos por doquier, etc.

Algunos sectores radicales podrían interpretar que estos resultados se deben, precisamente, a que Castillo no ha cumplido las promesas refundacionales que se esperaban de él: estatizaciones, expropiaciones, Asamblea Constituyente, caballazos radicales, etc. Pero a la vez, todas las encuestadoras señalan su discrepancia de esta percepción: la mayoría de la población no aprueba una Constituyente, expropiaciones ni acciones radicales.

La decepción social de Castillo es por su mala gestión, por su pésima administración de políticas estatales, por su mal manejo del Estado, por su brutal impericia y falta de propósito de enmienda, por los indicios de corrupción que ya empiezan a asomar, etc. Hasta la propia izquierda y sus bases sociales perciben que algo anda muy mal en el gobierno y se expresan disconformes por esa razón. Ojalá, al menos frente a esos ciudadanos que le dieron su voto, Castillo entienda que debe recapacitar y corregir rumbos.

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gobierno de Castillo, Izquierda, raíz ideológica

Hay una afirmación realizada por el politólogo Martín Tanaka, quien sostiene que en el Perú lo que tenemos no es una derecha o centro derecha que disputa el sentido común en la competencia electoral o en el parlamento a las otras opciones políticas. Afirma que tenemos, ¿sin ideología de por medio en su análisis?, una “ultraderecha”. ¿Cuál es el sostén de esa idea transmitida? Pues el pedido de vacancia presidencial. 

El punto de partida no hace más que poner en cuestión su afirmación que la realidad en estudio. Existen evidentemente en el escenario político apuestas populistas de derecha, que invocan la necesidad de Estado para ciertos temas sociales con más mercado (como es el caso de López Aliaga), existe un anticomunismo en los espectros políticos vinculados al centro y a la derecha dada la experiencia vivida bajo la violencia terrorista ocasionada por Sendero luminoso y el MRTA, pero el pedido de vacancia no es sinónimo de ultraderecha. Revisando la data al respecto, esa ultraderecha al que hace referencia no son más que actitudes políticas vinculadas al fascismo o a estilos dictatoriales. Y eso no es lo que vemos en la oposición de forma general. Pedidos desmedidos sobre la injerencia del Ejercito no es la regla. Es intencional la producción de sentidos que quiere transmitir Martin Tanaka.  

Pero veamos si realmente el gobierno actual y sus aliados pertenecen a la ultraizquierda, que no quiere mencionar por ningún lado el politólogo. La realidad nos señala que el gobierno, dentro del discurso y prácticas gubernamentales, apuesta por medidas sociales sofocando al empresariado nacional. Apuesta por criticar a la minería, cerrar minas y aumentar impuestos a las existentes. No se dirige a los medios de comunicación abanderando la libertad de prensa, se reúne selectivamente con ciertos periodistas. No realiza independencia y transparencia en las licitaciones con el Estado, se reúne en Sarratea o en Palacio con postores que ganarán las licitaciones. No muestra transparencia allanándose a los procesos de investigación que le realizan fiscales, se reúne con la presidenta de la Fiscalía directamente, ¿para qué con ella? 

Ataques directamente a la inversión y a la independencia de poderes es lo que podemos apreciar en un gobierno de ultraizquierda, aupada por Nuevo Perú que no es más que otra organización que tiene ese estilo de liderazgo. Sino qué hacen en el gobierno sus militantes más conspicuos. 

Eso es lo que nos muestra la realidad. 

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Martín Tanaka, MRTA, ultraizquierda

Este 2022 que empieza ya nos tiene con más interrogantes que certezas. En este artículo trataremos de hilvanas algunos escenarios posibles de lo que será el escenario político nacional.

Lo primero es que el show de la vacancia no queda allí, desde luego que continuará. El orden de los factores sí altera el producto. La vacancia es una especie de termómetro de fuerzas políticas y no un mecanismo en última instancia. Entonces, en este país, acostumbrado a que las cosas pasen por fuerza antes que por razón o institución, la vacancia es el inicio de la conversación antes que el fin. Vamos a buscar los argumentos para la vacancia en estos dos meses dice orondo el congresista Montoya y lo aplauden como si descubriera petróleo. No se trata de buscar el argumento, se trata de que haya el argumento para vacar de una manera incuestionable. La vacancia es perniciosa en el debate nacional, por ello es necesario regularla al máximo o jamás saldremos de esta absurda lógica. Apostaría que antes de las elecciones regionales Castillo tendrá una calma chicha a la espera del resultado.

SI algo nos ha enseñado el tratamiento de la pandemia es la necesidad de tener buenos marcos de interpretación de los datos y de un ejercicio sano de la docencia. Hoy vivimos esa realidad cuando desde distintos lados se analiza el anuncio del MEF del crecimiento de la economía peruana para el 2022. Lo bueno es que tenemos el dato. Lo malo es que los legos en economía no sabemos a quién creerle. Que si al gobierno, que si a los opositores. El mismo significa A y B. Agua y aceite. ¿Cómo hacerle? La única forma es siendo honestos y transparentes en el análisis. Otra vez volvemos al inicio. Si dejamos que los sesgos nos coman, estaremos entrampados en la justificación y no en el conocimiento. Así que no tendremos paz. Todo será, como hasta hoy, el espacio de confirmación y no de crítica.

Empezó el carnaval electoral. Y lo digo sin entusiasmo alguno. Carnaval no por fiesta sino más bien por descontrol. Ya Forzai se inscribió en Somos Perú para frenar a la mismocracia haciendo lo único que sabe hacer: siendo parte de ella. No hay político más tradicional hoy que él. Hace todo lo predecible en un político. No será alcalde, es muy poco probable y es muy fusible como candidato. Lopez Aliaga y Urresti aguardan. Se pone de hormiga la elección para las mujeres y para la temática de género.  Y pasará lo de siempre, miraremos solo a Lima. Las encuestas serán solo en Lima. El gran debate será solo de Lima (cómo no recordar a Reggiardo que tiró al tacho su postulación pasada renunciando al debate). Cuando lo que realmente importa para el país estará fuera de Lima. Cómo quedará la correlación de fuerzas allí. Quienes se impondrán allí donde se deciden las elecciones nacionales. Como se construirá el nuevo mapa político del país. ¿AP y APP seguirán con su presencia importante? ¿Aparecerá un nuevo movimiento como Perú Libre? ¿La derecha podrá conquistar espacios locales? ¿El centro encontrará centro? No se lo pierda en breves meses.

Todos los rumores del giro de Castillo hacia la derecha o la izquierda hasta ahora no pasan de ello. Si el buen Waldo será el nuevo MEF o si el nuevo premier será cerronista son incógnitas complicadas. Porque Castillo se encarga de complicar todo con una praxis política indecisa que abre siempre todo tipo de especulación nociva. En todo caso, lo que deja entrever es que quienes señalan que la cabeza del Ejecutivo no tiene ninguna idea de cómo hacer las cosas, gana terreno.

El presidente Castillo no debe tener un solo escándalo más asociado a él. Cada uno que ocurre, mina su credibilidad, su llegada y hasta sus potenciales acuerdos políticos. Después de las elecciones, definida la cancha política, es posible que APP, Podemos y AP lo dejen solo en la cancha. SI no ha logrado establecer una correlación importante, es difícil comprender su destino. Una parte Castillo se lo busca, pero la otra parte está llena de chacales que no han dejado de buscar la grieta para tumbárselo.

Hoy domingo El Comercio inaugura el año con una extensa entrevista a FOZ. Una de las mentes más lúcidas que tiene este país y que merece que se amplíe más el alcance de sus ideas. Interesante giro. Cuando todos esperábamos la entrevista a Merino, Alva o López Aliaga, el decano apuesta por un titular que llama al centro. ¿Cambio de timón? ¿Se desmarcará de la liga vacadora? ¿Cambiará su estrategia? Los rumores de la quiebra, sumados a la necesidad de no pelearse con los auspiciadores podrían realmente hacer que el grupo tenga una posición diferente este 2022.

Hubo quienes -me incluyo en primer lugar- que este gobierno iba a implicar por lo menos levantar en lo más alto la bandera de los DDHH. Salvo esfuerzos notables de las ministras Durán y Ortiz, hay un déficit notorio en esto y en muchas más áreas. Pero no corregir el operativo Olimpo y permitir casi con entusiasmo el accionar de La Resistencia ponen el foco en el rostro del Ejecutivo y pueden debilitar el alcance de lo que Interior y Justicia pueden hacer como carteras relevantes.

Seguramente tendremos muchos escándalos más. Mucha prensa inquisidora que levantará los temas de los que hablaremos día y noche. Seguro que seguiremos nombrando comisiones que investigarán caigaquiencaiga y leduelaaquienleduela y que no entregarán jamás un informe ni conclusiones de nada. Solo recordar que al inicio de su mandato, Alva juró investigar quién había tergiversado la historia del Perú en la comunicación del Congreso y varios meses después nada. Que hasta ahora Muñoz nos debe explicaciones por el caso Larcomar, cuando era alcalde del distrito. Que necesitamos saber quiénes visitaron a Castillo en Breña. Pero acá investigamos eternamente y nunca concluimos nada.

Keiko anda en silencio, ya hablará cuando el proceso de control de acusación siga su curso. Mantiene un discurso más enfocado en el Poder Judicial que en la opinión pública. Y es lógico, nadie quiere volver a la cárcel. Pero tener todo un partido político cuya misión institucional es impedirlo tiene más mérito que correr un triatlón. Dudo mucho que el fujimorismo cambie un ápice su espacio de juego.

El Nuevo Perú tiene un camino complicado. Tiene a los ministros y ministras que mejor están haciendo las cosas. Pero a la vez, si las crisis se agudizan más con el gobierno, su presencia en él amenazará su futuro como organización. Ya el cerronismo se ha encargado de declararlos enemigos primeros. Que no quepan dudas que darán la estocada por la espalda cuando quieran hacerlo. Y habrá desde muchos lados personajes dispuestos a ser los Brutos de Cesar. Habrá que ver si Mendoza tiene muñeca real para saber mantener el rostro de una izquierda distinta o no.

En resumen… nada nuevo habrá este 2022.

 

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2022, comisiones de investigación, Hayimi

En 1989 Gonzalo Portocarrero y Patricia Oliart publicaron el libro EL PERÚ DESDE LA ESCUELA (Lima, IAA). Una segunda edición, con una nueva presentación escrita por Oliart, acaba de ser lanzada por la Universidad del Pacífico y está disponible en su sitio web. ¿Qué interés, fuera del histórico, puede tener hoy un libro de 32 años de antigüedad para merecer una nueva edición? El estudio intenta reconstruir cómo alumnos y maestros veían la realidad nacional y la historia del Perú, apoyándose para esto en materiales diversos: encuestas, entrevistas en profundidad, revisión de textos escolares y otros.

Su principal hallazgo, creo, es identificar un conjunto de nociones con fuerte presencia en el pensamiento de los profesores peruanos, que los autores denominan la Idea Crítica del Perú (IC), y que estaría conformada por cinco elementos que forman un cuerpo orgánico: 1) el Perú es un país rico por sus recursos naturales, pero 2) ha sido manejado por el Imperialismo y 3) por los grupos gobernantes para sus propios intereses. Frente a esto 4) se reivindica lo nuestro, lo peruano, asociado a una 5) idealización de una etapa de nuestra historia, el Imperio Incaico.

Según los autores, esta visión no solo existe en la escuela: “En el mapa ideológico de la sociedad peruana, la idea crítica ocupa un lugar cada vez más importante. Se encuentra en el dirigente popular, en el profesor de colegio y hasta en el militante de base”. En otras palabras, la Idea Crítica le ofrece una manera de entender la historia y la futura evolución del país a un amplio sector de los peruanos, no solo a los maestros.

¿Existe efectivamente esta visión del país en el Perú de estos días? Cuando se escuchan las opiniones de diversos actores sociales, sobre todo nuestros políticos,  el referido texto pareciera totalmente actual; por ejemplo, frases como “no más pobres en un país rico” sin duda suenan a Idea Crítica. Muchos ven el origen de esta visión en un marxismo sobre simplificado, donde la sociedad se divide en dos grandes bandos, unos virtuosos, los otros malvados. Sin embargo, vale la pena considerar si la IC como visión del Perú no puede ser asimilada también por nuestros diversos Populismos, que normalmente incluyen en sus análisis la oposición pueblo y élite gobernante corrupta, que ven a las instituciones como instrumentos de estas élites; y que en el Perú casi siempre han reivindicado positivamente “lo nuestro”, entiéndase lo popular, al menos desde Leguía y la Patria Nueva. En ese sentido la IC podría ser compartida -con mayor o menor radicalidad- por gente de izquierda que se considera cercana al marxismo, pero también por el ala izquierda de las tendencias y movimientos populistas que han surgido en nuestro devenir político. Sería como un lenguaje común que permite identificar y generar afinidades, establecer un “nosotros” y unos “ellos”, algunas votaciones en el Congreso son buenos ejemplos.

En todo caso la Idea Crítica sigue viva, aunque hay que completarla con algunos rasgos: la percepción de la omnipresencia de la corrupción en el Estado, así como una creciente desconfianza social generalizada. Esto último lo apunta Mariana Eguren, una de las comentaristas de la nueva edición, quien añade que otros rasgos recientes serían cierto aprecio por la diversidad y el valor otorgado a la educación. 

Pero habría algunos cambios respecto a lo encontrado en el estudio: ¿cuánto pueden haber modificado la IC los años noventa y siguientes, con crecimiento económico y reducción de la pobreza, y una prédica pro-emprendedora, de disminución de roles del estado, dirigida al individuo, etc.? ¿más optimismo respecto al futuro+? ¿y es estable? Por otro lado, abrazar el discurso del éxito individual que llegó al Perú en esa década ¿realmente se opone a la IC o podrían convivir ambos discursos, IC e individualista, en una misma persona y activarse de acuerdo a las circunstancias, sin que esto se viva como algo muy dramático? Tiendo a creer que esto último es perfectamente posible.

La Idea Crítica del Perú nos deja varias preguntas ¿es un logro de nuestro sistema educativo? ¿Cómo variará en el futuro? Por ejemplo, ¿cómo esta visión responderá y mutará frente a un fenómeno tan contundente como la pandemia? ¿Y qué otras sorpresas nos podrían brindar los estudios de mentalidades y sensibilidades de las peruanas y peruanos? ¿no valdría la pena completar hoy ese “mapa ideológico” del país para entendernos mejor y enfrentar nuestro futuro común?

 

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escuelas, evolución, historia peruana, Idea Crítica

Una de las víctimas de la pandemia ha sido la capacidad de concentración. Obviamente debe haber excepciones, pero escucho a las personas quejándose de los libros —también revistas o textos bastante cortos— a medio leer. Como todo en el reino del COVID, se trata de la agudización de tendencias que ya venían definiéndose desde hace, más o menos, 15 años. 

Entre el inicio de ese lapso y hoy los humanos pasamos de ser capaces de procesar sostenidamente información durante algo más de dos minutos a menos —47 segundos— de uno. Estamos hablando de cualquier actividad, desde aquellas ligadas al trabajo hasta las relacionadas con el ocio o tareas caseras.  

¿Está fallando nuestra atención?

En realidad, no, al contrario. Nuestro cerebro está haciendo su trabajo, que es escanear el entorno y tomar decisiones intensamente, responder con fuerza a estímulos ligados a su seguridad, que desde hace dos años abundan. Si, además, tomamos en cuenta que nos bombardean desde todos lados con información cambiante sobre lo que es relevante, la cosa se complica.

En otras palabras, la multiciplidad de canales a través de los cuales llegan los datos y la cantidad de los mismos ponen en jaque a nuestra mente, que se vuelve saltarina. Lo que ocurre es que vivimos haciendo zapping sin quedarnos en ningún canal, sintiendo que la información crucial, la receta esperada, pueden estar justamente donde no nos encontramos en un momento dado. No podemos focalizar. 

Y a lo dicho en el párrafo anterior, hay que añadir el estrés, uno de los principales obstáculos para la focalización. Los escenarios que imaginamos —no precisamente agradables— y los pensamientos que rumiamos ligados a ellos, congestionan la memoria de corto plazo, la que requerimos para realizar tareas concretas, como sostener una reunión virtual, ordenar un ropero o componer el texto de un correo electrónico. Ese espacio de memoria es visitado constantemente por la polarización del debate político, la cancelación de servicios y actividades, el nombre de los últimos contagiados, entre otras novedades. 

Y no es solamente la cantidad de información, sino también el inagotable número de participantes en el escenario de nuestra mente, que se cuelan a través de nuestros electrónicos. Podemos toparnos con ellos de manera casual —en realidad muchas veces gracias a los algoritmos que nos enganchan en las redes sociales— o como parte de todos los grupos a los que decidimos pertenecer. 

¿Podemos hacer algo?

La floreciente industria de aplicaciones relacionadas con la salud mental —se estima en billones de dólares— está ahí para ayudar. Es luchar contra la principal fuente de nuestras dificultades para focalizar usando… el celular. Quizá algunas valen la pena. 

Pero lo que funciona es parar unos minutos y dejar que nuestra mente se concentre en aquello que la encarna, el cuerpo, y cada vez que aparecen ideas, sentimientos, proyecciones, lo que fuere, regresar a él. Al principio es difícil, no puede no serlo, pero persistir tercamente, solo un breve lapso cada día —no se trata de iniciar una carrera de monje tibetano— termina por mejorar la capacidad de focalizar.     

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atención, focus

La quiromancia política no existe. A veces uno cae en la tentación de querer pronosticar algo en este volátil e impredecible país y se pega un patinazo monumental, pero si se es consciente de que estamos ante un ejercicio lúdico, un juego de probabilidades, siempre falible, cabe animarse a hacer algunas predicciones relativas para este año que comienza (cabe advertir que algunos pronósticos estarán teñidos de deseos personales: valga el disclaimer psicológico).

-Si Castillo no gira al centro, ampliando su mediocre coalición de izquierdas, convocando ministros, inclusive, de derecha, no durará hasta fines de año. Será vacado por algún escándalo que lo muestre cercano a un hecho de corrupción, y esta vez las bancadas de centro (Acción Popular y Alianza para el Progreso), no lo acompañarán (hoy lo hacen básicamente por los parlamentarios provincianos que conforman sus bancadas, pero si Castillo sigue cayendo en su aprobación regional, será más tentador para estos congresistas inclinarse por la vacancia).

-La derecha no encontrará un líder capaz de aglutinarla. Rafael López Aliaga es el más proactivo en ese empeño, pero es probable que sea derrotado en las elecciones ediles y si eso ocurre, significará su muerte electoral para las ligas presidenciales del 2026, o de antes, si se recorta el mandato de Castillo. Muy rápido ha empezado a liderar las encuestas y su invencible antipatía le granjeará costos políticos precozmente.

-Surgirá un líder radical de izquierda, de origen provinciano, opositor al régimen de Castillo, a quien acusará de haberse humalizado y vendido al gran capital. Empezará su campaña para el 2026.

-En términos económicos, si Castillo sigue hipotecado a sus pensamientos radicales y prendado del ala cerronista y magisterial, la confianza inversora seguirá por los suelos, el dólar seguirá alto y la economía crecerá menos de lo esperado. Para hacernos una idea del impacto, la producción minera perdida y su consecuente menor recaudación el año pasado, ya supera los montos que Pedro Francke quería aumentar en tributos para este 2022. Si el Presidente, en cambio, sorprendiendo a la platea, da un giro de timón, podremos crecer a tasas que bordeen el 4% o más (la economía global nos es favorable) y el dólar bajará.

-Se mantendrá la división ideológica territorial en las elecciones municipales y regionales, confirmándose la casi extinción de los partidos nacionales en las grandes circunscripciones. No habrá tsunami cerronista ni castillista, como ambos liderazgos alucinan. El sur andino, de izquierda, Lima y la costa norte, de centroderecha o derecha, el resto, variopinto, dependerá del candidato particular.

-Peleamos la clasificación al Mundial hasta el final, hasta el último partido. Con alguito de suerte, estamos en Qatar 2022. Si a ello se le suma el triunfo de la U en el campeonato local, y del PSG (por Messi) en la Champions, la jornada futbolística anual será redonda.

-La del estribo: algunas películas que recomiendo. Flag Day, dirigida y protagonizada por Sean Penn; Last Words, dirigida por Jonathan Nossiter; La mano de Dios, de Paolo Sorrentino; Memoria, del genial Apichatpong Weerasethakul; y, especialmente, Blue Bayou, dirigida por Justin Chon. No sé si estarán en alguna plataforma de streaming, pero en su proveedor favorito ya las tienen. Para empacharse de buen cine.

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2022, agenda política, Horóscopo, Pedro Castillo, política peruana

Al finalizar el año del Bicentenario

A estas alturas ya resulta una perogrullada señalar, parafraseando a Alberto Vergara, que el Bicentenario nos pilla con más ciudadanos que República. Como en todas las flamantes repúblicas latinoamericanas, de la segunda y tercera década del siglo XIX, la modernidad y la utopía del ágora ciudadana deliberando por el bien común constituyeron la senda que todos juramos seguir, pero el camino ha resultado más sinuoso de lo que imaginaron los padres fundadores.

Si pensamos en aquellas metas, y las proyectamos doscientos años, apreciamos, en la superficie, que en el Perú una ciudadanía consciente es capaz de movilizarse cuando entiende que sus representantes se salen de los causes del contrato social, como sucedió tras la nominación del Presidente Manuel Merino por el Congreso Nacional en 2020, legal, pero no legítima a ojos de las grandes mayorías. Por otro lado, aunque disfuncionales, las instituciones generan equilibrio entre sí y más de una vez, en los últimos 20 años, nos han librado de apetitos autoritarios.

La gran ausente, 200 años después, es la clase política, los partidos políticos. A Platón no le gustaría nada. Hemos devenido, por una parte, en un país informal que se rige por dos sentidos comunes que pueden llegar a representar, también, dos legalidades y mundos paralelos también -será porque nacimos así en 1821, como dos mundos en lugar de uno- y por la otra en un país sin representantes cabales, cuya mayoría carece de las mínimas calidades para ser tal y cuya motivación reside en intereses particulares, en algunos casos de los más oscuros, antes que en el bien común o la representación de una ideología política o modelo de sociedad. En estas condiciones, la Utopía Republicana de Carmen Mc Evoy no hará más que aplazarse indefinidamente pues no existe quien se encuentre en condiciones de ponerla en práctica. 

Por otro lado, doscientos años después persisten las venas abiertas, como decía Galeano, mucho más evidentes ahora que un peruano de Los Andes, maestro de escuela y líder sindical es el Presidente del Perú. Desde su investidura, la gestión de Pedro Castillo se ha caracterizado más por el error que por el acierto, pero la versión perversa del viejo juego infantil que rezaba “juguemos a la ronda mientras el lobo no está”,  aplicado a la vacancia presidencial, como si se tratase de una espada de Damocles que se yergue contra cualquier gobernante, es un elemento francamente antirrepublicano que atenta contra cualquier atisbo de estabilidad necesario para construir eso que proyectaron los padres fundadores.

Pero hablaba de las venas abiertas. ¿Cuántos Perú existen? El Perú urbano conservador y el Perú informal finalmente conviven, interactúan, se conocen, se han acostumbrado el uno al otro. Más interrogantes me suscita el Perú andino rural. Hace 50 años, un eufórico general, Juan Velasco Alvarado, realizó una radical reforma agraria para acabar con el servilismo del campesino peruano. Cincuenta años después, ese mismo Perú rural andino elige como presidente a un maestro y campesino protestando por su absoluto abandono por parte del Estado. El Perú a veces evoca El Mito del Eterno Retorno del rumano Mircea Eliade: pase lo que pase volvemos al mismo punto, a pesar de Velasco y todas sus reformas. 

Una vez, hace mucho tiempo, leí un antropólogo que hablaba, no del tiempo circular sino del tiempo espiral. Decía que nunca se volvía al mismo punto, sino a otro muy parecido. Pues bien, estamos en un punto muy parecido al 28 de julio de 1821. La parte de nuestra sociedad hispanizada disfruta de la modernidad. Tenemos -y esto es lo nuevo – una sociedad y una inmensa economía informales al medio, y tenemos, en la sierra rural, el mundo andino que reclama la modernidad negada, pero en sus propios términos y desde su propia cosmovisión. 

Una República sigue buscando un nuevo punto de partida para integrar sus partes y encontrar la ruta hacia el desarrollo, al concluir el año de su Bicentenario. 

 

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República

Tampoco este año voy a pecar de hipócrita ni trataré de poner, misma guía telefónica, cuanto libro se haya publicado por autores peruanos. Necesitaría varias semanas para acercarme a un panorama exhaustivo. No. Aquí se trata de hacer una selección según mis criterios, por lo que forzosamente quedarán fuera muchos títulos que para otros lectores podrían ser interesantes.

Debo añadir que, pese a la pandemia y el relativo distanciamiento (lo que supuso menos actividades presenciales o algunas magras de público), el año fue fecundo en publicaciones literarias, lo que se evidenció en numerosas ferias, presentaciones de libros y festivales virtuales, como los organizados por el Proyecto de La Huaca es Poesía, que dirige el poeta Rafael Hidalgo.

Aquí va lo que me entusiasmó del 2021 y ahora recomiendo:

Novela

¡Kutimuy, Garcilaso!, de Eduardo González Viaña, es la última entrega del prolífico narrador liberteño, construida entre la ficción y la historia de un personaje sumamente importante para nosotros los peruanos, sobre todo en este contexto que acabamos de vivir, nuestro Bicentenario de la Independencia y la fundación de la república. En esta ocasión, la novela se centra en la gran figura del primer mestizo fundacional, el Inca Garcilaso de la Vega, con rasgos de realismo mágico y a la vez reconstrucción de la historia colonial. Nos propone un Inca con raíces andinas, reinterpreta el Taki Onqoy y lo usa como analogía de nuestra reciente historia política en una prosa ágil que ya antes ha sido reconocida por su musicalidad y colorido. 

¡Bésala, idiota!, de Jorge Irribarren, es una novela que entreteje historias y toca temas muy actuales que hacen reflexionar al lector sobre la existencia, el tiempo, el fetichismo y el amor, aparte de mencionar e indagar en otros tan importantes como la migración, el trabajo, las relaciones y la cultura en general. Con gran dominio narrativo, Irribarren nos lleva de una cultura a otra, es decir, de vivir lo peruano a experimentar lo alemán (él vive en ese país), insertando términos de ambas lenguas. De pronto estamos tomando un pisco sour o un chilcano y de repente nos encontramos en un bar disfrutando de una cerveza alemana. El gran acierto de Irribarren es utilizar estos giros y cambios de ambiente a medida que avanza la trama para hacernos sentir el bilingüismo y la biculturalidad que uno obtiene cuando es ciudadano de dos mundos.

Revolución caliente (una historia del Perú) es una de las nuevas novelas del polifacético Rodolfo Ybarra –poeta, novelista, ensayista y cuentista–, quien siempre destaca en el ámbito cultural. Se trata de una novela que nos lleva a las décadas de los ochenta y noventa y nos recuerda lo difícil que era vivir en esos años en el Perú.

 

También Otras caricias, de Alonso Cueto, una interesante incursión por los recuerdos de la música criolla; El carnaval de los espíritus, de Mario Suárez Símich; Historia, de Julián Pérez; El amor es un perro que ruge desde los abismos, novela del promisorio J. J. Maldonado; y, entre los novelistas más recientes, Huella de tigre, Maica Guerrero, y Caen los colibríes, de Carlos Fuller.

Cuento

La irrealidad y sus escombros, de Rocio Uchofen (autora afincada en los Estados Unidos), contiene catorce cuentos, con grandes innovaciones en cuanto a la forma y al contenido, ya que tenemos finales totalmente abiertos donde los protagonistas son capaces de decidir y tomar decisiones imprevistas.

La ciudad en que no estás, de Margarita Saona (también parte de nuestro Quinto Suyo literario), recoge más de cincuenta relatos breves donde la voz narrativa mantiene una actitud nostálgica hacia vivencias que en sí son los protagonistas de estas secuencias narrativas, donde la narradora se desenvuelve en inesperadas situaciones.

Libros de cuentistas jóvenes que han destacado el 2021: El último color, de Manuel Nieves; Mañana nunca llega, de Tadeo Palacios Valverde; y Mis últimas palabras, de Rómulo Reaño. 

Como antologías notables, tenemos 21. Relatos sobre mujeres que lucharon por la Independencia del Perú, con selección y prólogo del crítico José Donayre Hoefken y grandes evidencias del talento y la pasión que tienen nuestras cuentistas contemporáneas. También, Cuentos peruanos de la pandemia, del reconocido crítico y poeta Ricardo González Vigil. 

En literatura infantil, sobresalen Animales peruanos y Navegar por los aires, los dos últimos libros y proyectos que presenta Micael Chiriff, la autora más activa de este género muchas veces ninguneado, y La vaquita, de Samuel Cárdich.  

Poesía

Dos recopilaciones de poetas consagrados descollaron el 2021, confirmando la calidad y variedad de sus respectivas trayectorias. En primer lugar, la antología Castillos en el aire: antología poética 2013-2019, de Marco Martos, que incluye avances de su nuevo libro Mar del Perú, en el tono sereno y depurado que caracteriza a este importante poeta de la Generación del 60. También El Zorro y la Luna. Poemas reunidos 1981-2021, que incluye el nuevo libro de José Antonio Mazzotti Poemas posthumanos, un sentido homenaje en clave transbarroca a César Vallejo y las víctimas de la actual pandemia.

Por su lado, Vanesssa Martínez Rivero publicó ARTE-FACTA, con textos de sus distintos poemarios, desde La hija del carnicero (2007), Coraza (2009), Carne (2012) y Redondo (2015), hasta Un tercer ojo para la tristeza (2019), lo que la consagra como una de las voces dosmileras más interesantes. 

Otros títulos destacables son Los sicarios del tiempo, de Domingo de Ramos; Parábola de las ideas impuras, de Enrique Sánchez Hernani; Amazona, de Susan Lobato; Calaveras retóricas, de Diego Lazarte; Manantiales, de Willy Gómez Migliaro; Comentarios irreales, de Miguel Ildefonso; Migratorio, de Miguel Lescano; Extensas legiones, libro tri-autorial de Evgueni Bezzubikoff, Miguel Ildefonso y Juan José Soto; El califato de Lima, de Diego Otero; Epitafios del desierto, de Ricardo Josadth; Tapir tapir, de Renato Pita; Cam Girl, de Fiorella Terrazas; y Fiesta, de Denisse Vega Farfán.

Entre las revelaciones jóvenes, siendo todas voces femeninas, me impresionaron Canción y vuelo de Santosa, de Gloria Alvitres Aliaga; El Apu descalzo, de Maggie Velarde; y Alguna vez esto dolió, de María Alejandra López.

También debe subrayarse la importancia de la poesía en lenguas originarias, como se ve en Sanchiu, de Dina Ananco, poeta que proviene de la tradición awajún y wampís. Esta es una tradición que poco a poco empieza a merecer mayor visibilidad y que sin duda cobrará mayor presencia según se vayan democratizando nuestras instituciones y medios de comunicación, tradicionalmente criollos y limeñocéntricos.

Otras publicaciones dignas de mención son las antologías que compone la poeta Karina Medina de Poesía joven ultimísima para poetas varones y mujeres, un esfuerzo que merece reconocimiento.

El resto, más o menos deleznable, oscila entre la brichería y el feminismo de feria.

A rascarse rico.

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