Opinión

A fines de 1997 el sodálite Jeffery Daniels fue enviado por órdenes superiores a una de las casas de formación que tenía el Sodalicio en San Bartolo, un balneario al sur de Lima, para que realizara ejercicios espirituales. Sólo un grupo de personas sabía cuáles eran los motivos de esta medida, que pronto se convertiría en una suerte de reclusión que duraría casi tres años. A la mayoría de los miembros de la Familia Sodálite que tomaron conocimiento de estas circunstancias, el régimen les parecía raro e inusual, pero pocas veces se preguntaba por los motivos y comenzó a circular el rumor de que Jeffery estaba discerniendo su vocación de monje.

Alessandro Moroni, ex Superior General del Sodalicio, quien entonces tampoco sabía nada del porqué de esta situación, declaró lo siguiente al respecto el 22 de noviembre de 2018 ante la Comisión Investigadora de Abusos Sexuales contra Menores de Edad en Organizaciones, presidida por el congresista Alberto de Belaúnde:

«…nosotros dijimos, literalmente: “algo habrá pasado”. Y eso refleja, un poco, la idiotez, porque yo sé que hay cosas que son del fuero interno, y uno no tiene por qué saberlas. Pero ya la idiotez completa de que alguien viva enclaustrado como si fuese el hombre de la máscara de hierro […] terminaba siendo bizarro, y fue así. Él vivía en la casa del centro de formación y estaba recluido en una parte y creo que salía de ese lugar, e iba a las misas dominicales del pueblo, y regresaba, comía solo, desayunaba solo, almorzaba solo».

Jeffery no fue el primero ni el único de quien se afirmó que podría tener vocación de monje. San Bartolo no era solamente un centro de formación, sino también la Siberia adonde se enviaba a los sodálites que estaban en crisis, y la explicación usual que se daba era de que estaban discerniendo para monjes. Entre diciembre de 1992 y julio de 1993 yo también estuve en San Bartolo bajo ese régimen —aunque no tan estricto como el de Daniels—, junto a Rafael Ísmodes —ahora sacerdote sodálite— y Francisco Rizo-Patrón —actualmente exsodálite—.

¿Cómo es que Jeffery Daniels llegó a esa situación, después de haber estado trabajando ese año en el Colegio San Pedro, administrado por sodálites, como auxiliar en la pastoral de menores, en clases de religión y catequesis, entre mayo y agosto de 1997? ¿Cómo es que el “apóstol de los niños” —cómo se le conocía— terminó recluido llevando una vida de ermitaño dentro de una comunidad sodálite alejada de la ciudad de Lima?

El informe preliminar de la Comisión De Belaúnde reconstruye los hechos partir de varios testimonios, entre los cuales es decisivo el del exsodálite Germán McKenzie, quien entonces era Superior Regional del Perú y que reside actualmente en Canadá. Este testimonio fue enviado como respuesta escrita a un pliego que le hiciera llegar la comisión.

Lo cierto es que es que en algún momento de la segunda mitad del año 1997 un sodalite de rango inferior le comunica a otro sodálite del mismo rango que durante un viaje de misiones al interior del país había sufrido abuso por parte de Jeffery, quien lo había masturbado y luego había hecho que él lo masturbara. No fue la víctima sino este otro sodálite quien le contó el incidente al encargado de su comunidad, José Sam —el mismo que es conocido actualmente como el “rey de los casinos” y que habría hecho aportes irregulares de campaña a la candidata presidencial Keiko Fujimori—. José Sam le comunica el hecho a Germán McKenzie, y éste se lo comunica a Germán Doig, Vicario General del Sodalicio, quien en ese momento se encontraba en Roma, el cual le informa al respecto a Luis Fernando Figari.

McKenzie confronta a Daniels con los hechos y, si bien «el hermano Jeffery no dio toda la información relevante desde el principio de los diálogos [e] intentó incitar a algunos involucrados a restringir la información», admitió tres casos de abusos, que McKenzie puso por escrito en una “Relación de Hechos” fechada el 19 de noviembre de 1997, una copia de la cual fue remitida por Alessandro Moroni a la Comisión De Belaúnde. Las víctimas eran un aspirante y antiguo agrupado mariano de 17 años, con el cual Daniels habría tenido durante tres años relaciones homosexuales casi semanalmente, además de masturbaciones mutuas, tocamientos y besos en la boca; otro aspirante de 17 años y huésped temporal de una comunidad, con quien habría tenido 12 masturbaciones mutuas, además de tocamientos y besos en la boca; un aspirante y antiguo agrupado mariano de 18 años, con quien habría tenido sólo tocamientos y besos en la boca.

Cuando Germán Doig regresa de Roma, dispone que Mckenzie se ocupe del proceso de “rehabilitación” de Daniels, mientras él se ocupaba de las víctimas, de averiguar si había otras y del asunto legal. McKenzie añada que en una segunda conversación que tuvo con Doig, éste «dispuso mantener al Sr. Daniels en un retiro estricto y con ayuda psiquiátrica, buscando su rehabilitación. También dispuso que él atendería a las víctimas y hablaría con los padres de las mismas sobre lo sucedido, pidiéndoles a éstos su autorización para manejar el asunto de este modo. Ambas medidas, me explicó, eran compatibles con lo que la ley mandaba en estos casos. Como el Sr. Doig era mi autoridad inmediata, acepté, insistiéndole en mi opinión de que se consiga la anuencia de los padres de las víctimas para proceder así». Luego, en reunión del Consejo Superior se decide mantener a Daniels en un régimen de aislamiento, no en la casa de retiros de Santa Anita donde vivía Figari, porque éste se opuso, ya que «no quería tener a alguien como el Sr. Daniels en la misma comunidad que él», sino en San Bartolo. Durante este tiempo Jeffery también recibiría tratamiento a cargo del psiquiatra Carlos Mendoza.

Según McKenzie, la finalidad del «retiro estricto del Sr. Daniels era para buscar su rehabilitación. […] La idea era que luego del tiempo que fuera necesario, el Sr. Daniels pudiera reintegrarse de alguna manera a la vida del Sodalicio, alejado de personas jóvenes. Lo más importante era ayudarlo a que haga los cambios personales necesarios para que no abuse de nadie en el futuro».

Lo que habría constituido motivo para expulsar a Daniels del Sodalicio y denunciarlo ante la justicia por delitos sexuales, al final quedó en nada, pues quienes sabían del asunto guardaron estricto silencio. Ciertamente, habría habido un motivo de peso. El 8 de julio de ese mismo año el Sodalicio había recibido la aprobación pontificia, erigiéndose como sociedad de vida apostólica de derecho pontificio, y que se hiciera público el caso de Jeffery Daniels podía poner en riesgo el espaldarazo que la institución había recibido de la Santa Sede. Como de costumbre, la imagen institucional era un bien que había que resguardar a toda costa, un fin que justificaba todos los medios.

Además de los ya mencionados, sabían de lo ocurrido los miembros del Consejo Superior que estuvieron en funciones entre noviembre de 1997 y septiembre de 2001, cuando Daniels sale por fin de su retiro. ¿Quiénes formaron parte del Consejo Superior en ese lapso? Pues nada menos que el P. Jaime Baertl, Óscar Tokumura —quien, además, era superior de la casa de formación en San Bartolo donde se había ubicado a Daniels—, Miguel Salazar, el P. Jürgen Daum —ya fallecido—, Erwin Scheuch, Eduardo Regal, Juan Carlos Len, Alfredo Garland y José Ambrozic. Todos encubrieron a Daniels y omitieron presentar denuncia ante quien correspondía, que es el Ministerio Público.

El encubrimiento fue de tal magnitud, que se habrían tomado incluso medidas para que las víctimas no hablaran. Una de ellas había nacido en el extranjero e iba a visitar su ciudad natal para estar algunos días con su familia. Óscar Tokumura le ordenó al sodálite a quien la víctima le había contado los abusos que viajara con él para asegurarse de que volviera, cosa que cumplió el susodicho a cabalidad, razón por la cual fue felicitado expresamente por Germán Doig (“te quiero felicitar por lo que has hecho, por haber traído a este tipo”). Es de hacer notar que recibir una felicitación en el Sodalicio era algo muy inusual. «Eso era como recibir una estrellita en la frente, porque habías hecho algo bien. No me di cuenta que había sido utilizado para traer a la víctima al matadero o, por lo menos, para que no siga hablando».

Según un testimonio, recién después de la muerte de Germán Doig en febrero de 2001, quien habría hecho esfuerzos para mantener a Daniels en el Sodalicio, es que se presenta vía libre para que el abusador pueda dejar la institución.

McKenzie, quien estuvo a cargo de la gestión, le escribió a Figari en una comunicación del 11 de septiembre de 2001, lo siguiente:

«Tengo la plena conciencia de que, dada la gravedad de los hechos, propiamente correspondería la separación, según los Arts. 65 y 66 de las Constituciones. Sin embargo, me permito sugerir que optando todavía más por el camino de la caridad, en nuestro proceder nos inclinemos más bien a conceder a este hermano el indulto de salida, de acuerdo al Art. 63 de las mencionadas Constituciones, en vistas al bien de la persona de cara al futuro».

McKenzie ha confirmado el contenido de esa comunicación y comentado al respecto:

«Por un lado, el psiquiatra que lo atendía determinó que el Sr. Daniels presentaba dificultades serias para la vida consagrada. También afirmó que el tiempo de retiro estricto lo había ayudado a tomar más conciencia de la gravedad de los abusos que cometió, y a mejorar su conciencia moral, y que el tratamiento recibido por tres años lo había ayudado a establecer ciertos límites a su conducta. Por otro lado, el Sr. Daniels mismo no se veía siguiendo una vida retirada como la que venía viviendo en el futuro. Él mismo solicitó dejar el Sodalicio».

Otro motivo para darle indulto de salida en vez de expulsarlo fue

«para respetar la confidencialidad de la identidad de las tres víctimas que yo había identificado, ya que estaba seguro que no hubieran querido que sus nombres se hicieran públicos si se tenía que explicar una eventual expulsión del Sr. Daniels. Además, me pareció que ese camino era mejor para tener un canal de comunicación con el Sr. Daniels luego de su salida, saber dónde se encontraba, y disminuir lo más posible el riesgo de que el Sr. Daniels volviera a abusar de alguna persona».

Lo que no sabemos es qué medidas se iban a tomar para cumplir esos objetivos y cómo se iba a controlar a Daniels para evitar que cometiera otros abusos una vez que ya no estuviera bajo la férula del Sodalicio y se hallara suelto en cancha, según el dicho popular.

McKenzie dijo no saber de ninguna víctima más de Daniels que las tres que él mismo admitiera, aunque, según un testigo ante la Comisión De Belaúnde, se llegó a identificar a una cuarta y a una quinta víctima. Entre ellas no estaba Álvaro Urbina.

En la denuncia contra Luis Fernando Figari, Germán Doig, Jeffery Daniels, Virgilio Levaggi y Daniel Murguía por abusos sexuales contra menores de edad, que presentó Alessandro Moroni en su calidad de Superior General del Sodalicio junto con su abogado Claudio Cajina el 17 de febrero de 2017 en el Ministerio Público, doce de los veinte casos allí consignados son atribuidos a Daniels. Éstos son los casos que logró identificar la comisión Elliott-McChesney-Applewhite de expertos internacionales convocada por el Sodalicio. Casi todos los casos incluidos en la denuncia ya habían prescrito, y Daniel Murguía ya había sido absuelto por el único caso que se le reconoce. A pesar de que la Fiscalía solicitó los nombres de las víctimas, fue en vano, pues según el abogado no había autorización de los agraviados para comunicar sus nombres. En fin, todo fue nada más y nada menos que un premeditado saludo a la bandera.

Los abusos de Jeffery Daniels habrían ocurrido entre 1991 y 1997, teniendo la víctima de menor edad sólo 10 años, mientras que la edad de las otras fluctuaba entre los 14 y los 17 años. En siete de los casos sólo hubo manoseo y tocamientos indebidos; en otro caso hubo sexo oral con intento de penetración anal; en otro, repetidas penetraciones anales; en otro, relaciones homosexuales varias veces por semana durante dos años; en otro, masturbación mutua con la víctima; el último caso es descrito de manera un poco más detallada: «Repetidamente Daniels trató de hacer que la víctima tocara sus genitales; Daniels hizo que la víctima lo observara a él y a un varón menor de

edad desnudos y jugando con sus penes; y se acercó a la víctima mientras se ponía su ropa interior después de una ducha y lo invitaba a unirse al “juego sexual” con otro menor». No se descarta la posibilidad de que hayan habido más víctimas, considerando que en enero de 2013 alguien que usaba el seudónimo de “La Ciudad te Habla” comentó en el blog Las Líneas Torcidas que Daniels había abusado de casi todos los integrantes de la agrupación mariana a la que él pertenecía.

Finalmente, Daniels obtuvo la dispensa de salida del Sodalicio y se mandó mudar a Estados Unidos para iniciar una vida nueva, aprovechando que, además de la nacionalidad peruana, tenía también la estadounidense. No fue expulsado del Sodalicio, aunque sus fechorías así lo ameritaban. Paradójicamente, el primer expulsado del Sodalicio en toda su historia, y de manera pública, sería Germán McKenzie, por motivos que aún no se han llegado a dilucidar.

NOTA: En mi anterior columna “Sodalicio: El caso Murguía” del 11 de diciembre de 2021 afirmo que Erwin Scheuch era oficialmente Superior de la comunidad sodálite Madre de la Fe y que se encontraba en Roma cuando Daniel Murguía fue detenido por la policía. Según información que me ha proporcionado Óscar Osterling, el Superior oficial de la comunidad Madre de la Fe era Javier Leturia, quien en ese momento se habría encontrado de gira con el conjunto musical Takillakkta, que él mismo dirigía. Asimismo, Osterling cree que Erwin Scheuch ya había regresado a Lima cuando estalló el escándalo

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Sodalicio

Querida Manuela,

Creo que no te he comentado que en Bogotá conseguí varios libros sobre tu vida y la del Libertador. Si bien no hay mucha literatura sobre ti, en los bicentenarios del continente tu nombre ha comenzado a sonar más. Estoy leyendo mucho sobre sus estrategias de combate y el claro su sueño bolivariano.

En mi última carta hablé sobre tu Quinta, pero se me pasó contarte sobre un espacio especial que hay en tu hermoso jardín.  Además de encontrar tu huerto, con las plantas medicinales que cultivabas para sanar y curar los dolores del Libertador, vi escondido entre los coposos árboles y arbustos típicos del Cerro Monserrate, un pequeño descanso con bancas y banderas diversas.

Me llamó la atención así que caminé hasta la zona y me senté en las bancas. Ahí estaban las banderas de Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Panamá y, en el centro, el busto de tu amado Simón Bolívar. Ahí se encuentra el Árbol de la Fraternidad Americana que fue sembrado en 1949 con tierras de todos los países bolivarianos y de Cuba, Brasil, Costa Rica, Haití, Estados Unidos, Nicaragua, Honduras, Chile, Santo Domingo, México y Puerto Rico. Esto me llevó al sueño de Bolívar de tener un continente libre. Creo que ni el Libertador ni tu saben la importancia de la hazaña que lograron. 

Mañana, sábado 18 de diciembre, es el Día Internacional del Migrante. Actualmente hay estudios sobre la movilidad de las poblaciones a detalle. Los movimientos van desde voluntarios a forzosos, por desastres, crisis económicas y situaciones de pobreza extrema o conflicto, esto último cada vez ocurre más en el mundo. Según data de las Naciones Unidades, en 2020 había unos 281 millones migrantes internacionales, lo que corresponde al 3.6% de la población mundial.

Cuando estudiaba en Austin tuve la oportuniad de ser voluntaria en la casa Refugio Casa Marianela, donde trabajaba ayudando a aquellas personas que cruzaban la frontera de manera irregular. Se les hacía una inducción a sus derechos en Estados Unidos, además de darles un espacio donde pudisen dormir y comer. La mayoría de era varones de Centro América y México. En este caso, cruzan la frontera y arriesgan sus vidas para ingresar a suelo estadunidense.

Tu eras de Quito, pero siendo muy joven viajaste a Panamá con tu padre, luego al casarte viniste a Lima y posteriormente fuiste a crear Bolivia y Colombia con el Libertador. Terminaste exiliada en Jamaica y asilada por el gobierno peruano en Paita, Piura. Te movías libremente por el continente. En esa época recién se formaban nuestras fronteras. Ahora, luego de 200 años, están cada vez más marcadas y generan diferencias donde debería haber unión.

La migración desde Venezuela, ocasionada por malos manejos de su gobierno, ha hecho que el Perú reciba 1.29 millones de hermanos y hermanas venezolano/as. ¿Cómo se integra esta población con la peruana? Este número ha sido identificado por el Grupo de Trabajo para Refugiados y Migrantes (GTRM), coliderado por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), donde además encuentran que hay deficiencias, especialmente por la pandemia, de servicios sociales adecuados para esta población. Es correcto, pero este problema lo viven los nacionales, así como los extranjeros en el Perú. Las diferencias no son muy claras, en realidad las poblaciones se integran bastante bien, todos tratan de sobrevivir con lo poco que el Estado puede hacer.  Por ello es que cuando se buscan sacar políticas o mejoras para migrantes, es complicado cuando los servicios para los peruanos son pésimos. ¿Cómo podemos atender a una población migrante internacional si nuestra población migrante interna no esta atendida?

A diferencia del hemisferio norte, la población no rechaza o abusa de la migrante internacional, son los políticos que usan el discurso. Cuando me despedí de mis amigos migrantes de la Casa Marianela, había un peruano de Chiclayo (cerca a Paita, donde tu viviste), que me preguntó porqué regresaba a Perú, si tenía permiso de trabajo en Estados Unidos. Le comenté que había conseguido un buen trabajo en el Ministerio del Interior y me di cuenta la diferencia entre el y yo. Él había vendido todo los que tenía en Chiclayo para tomarse un vuelo a Guatemala para cruzar la frontera de México, pagar a los coyotes y llegar a donde estaba cruzando en la madrugada, rampeando, a Texas. Solo tenía el nombre de unos peruanos en Nueva Jersey. Regresé a Lima y me contaron que el emprendió su camino hacia el norte.

Cada vez se cierran más los países, los miedos se profundizan, pero la amistad de los pueblos perdura. La historia de América es como la del árbol que está en tu jardín en la Quinta del Libertador cumpliendo lo que tu alguna vez dijiste: “Mi país es el continente de la América, aunque nací bajo la línea del Ecuador.”

 

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Migración, venezolanos

¿Cómo el Congreso le va a dar facultades legislativas en materia tributaria a un gobierno que quiere aumentar el peso fiscal a los grandes contribuyentes, si, en paralelo, deja abandonados a su suerte a proyectos mineros que son los que mayor caja fiscal le brindan?

¿Cómo el Congreso le va a dar las facultades solicitadas, si el Gobierno y junto con él todos los gobiernos locales (regionales y municipales), apenas tienen capacidad de gasto -en algunos casos ni siquiera llegan al orden del 60% de ejecución presupuestal- y no son capaces de invertir a plenitud los recursos que ya reciben?

El superciclo de precios de las materias primas, que disfrutamos, debería colocar al país en un círculo virtuoso de mayores inversiones mineras, por un lado, y de reactivación económica de toda la industria que funciona alrededor de los proyectos mineros que deberían estar en expansión.

Pero un gobierno no solo mediocre -lo que ya sería razón suficiente- sino, además, zigzagueante en materia de señales de confianza inversora, está arruinando groseramente esa inmensa posibilidad económica del Perú.

Entre mensajes estatizantes, que luego son desmentidos, anuncios radicales respecto de proyectos gasíferos, puesta de soslayo frente a la extorsión comunal que sufren minas como Las Bambas, hasta la aún vigente pretensión de instalar una Asamblea Constituyente, lo único que se hace es destrozar la confianza inversora y, por ende, la posterior inversión misma.

En circunstancias de un gobierno propicio a la inversión privada, el 2022 deberíamos crecer en el orden del 5 o 6%. Pero no, apenas, en la mejor y más optimista de las hipótesis, creceremos 2% y hay economistas que estiman un crecimiento de 0% o, inclusive, decrecimiento.

Frente a ese panorama de desgobierno y de medianía, es una ofensa política que el ministro Pedro Francke pretenda que el Congreso le dé carta blanca para que legisle en materia tributaria, financiera y económica, a su antojo y buen parecer.

Lo correcto, por parte del Legislativo, es que le niegue esas facultades solicitadas, que el Ejecutivo presente proyecto por proyecto y que, uno por uno, se vea si se ajustan a criterios técnicos y no a caprichos ideológicos o prejuicios políticos, como los puestos de manifiesto por el propio titular del MEF en sendas entrevistas periodísticas.

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Congreso de la República, Pedro Francke

Con 84 abriles, el director Ridley Scott se ha dado el lujo de estrenar este año dos largometrajes. El primero, The last duel y el segundo, The House of Gucci, film que aún se encuentra en cartelera. Como acostumbra el director, ambas producciones destacan por la producción escénica y de época. Sin embargo, en los dos casos, la crítica y taquilla no les ha sonreído y no precisamente por las mismas razones. 

Ridley Scott lleva más de 30 largometrajes en su haber. Su carrera empezó en los 60,s, se consolidó en los 70,s y ha producido sin interrupciones por más de 40 años. Imposible mencionar todas sus obras, pero entre sus cintas más populares figuran títulos como: Alien, el octavo pasajero, Blade Runner, Thelma & Louise, Gladiator, Hannibal, La caida del halcón negro, American Gangster, Red de mentiras, Robin Hood, Prometeo, Exodus y The Martian

El estreno de «The Last Duel» coincidió con la reapertura de las salas de cine en el mundo. Aunque el director inglés considere que la baja taquilla se debió al poco interés que la nueva generación tiene por conocer hechos históricos. Lo concreto es que para la fecha de estreno, aún la asistencia del público a las salas de cine, era muy escasa. 

Con The Last Duel, el cineasta regresa al cine épico. Aquel que evoca una época para representar un drama que puede tener paralelos en el mundo actual. La historia narra la denuncia de violación que Marguerite de Carrouges (Jodie Comer) realiza contra Jacques Le Gris (Adam Driver), lo que ocasiona un duelo entre este caballero y el esposo de ella, Jean de Carrouges (Matt Damon). 

El guión adaptado del libro de Eric Jager, fue el trabajo conjunto de Nicole Holofcener, Matt Damon y Ben Affleck. Los dos últimos conocidos por tener una amistad desde la infancia y por escribir en 1997 Good Will Hunting, cinta con la que se abrieron camino en Hollywood y con la que también ganaron un Oscar a mejor guión. 

The Last Duel es el regreso de Scott al cine que crea atmósferas densas y salvajes. Ese cine que busca trascender, provocar indignación y encontrar un héroe en pantalla. Como fue el caso del film Gladiador. Pero, en esta ocasión el cineasta asume otra bandera. La bandera de género y deja a ese héroe masculino, por una mujer medieval que retrata el total sometimiento patriarcal que las mujeres han sufrido por siglos. 

La estructura narrativa incluso permite dos puntos de vista de una misma historia, la del agresor y la de la víctima. Acompañada además de un  contexto que retrata ese poder hegemónico de manera potente. El personaje del mismo Ben Affleck, quien encarna al Conde Pierre de Alencon, es una muestra de esta masculinidad que además ejerce el control político y social. 

Mientras que The Last Duel tuvo el infortunio de ser estrenada en un mal momento, The House of Gucci en cambio, contó con la promoción adecuada y se presentó en un momento en que el público asiste a las salas de cine sin tanto miedo. Lamentablemente, la crítica no ha sido favorable con esta última cinta. 

La historia también está basada en un libro. En esta caso, escrito por Sara Gay Foden, sobre el asesinato del heredero de los Gucci. Cuenta en los papeles protagónicos con Lady Gaga como Patrizia Reggiani y Adam Driver en el rol de Maurizio Gucci. Complementan el reparto Jaret Leto como Paolo Gucci, Al Pacino de Aldo Gucci, Jeremy Irons es Rodolfo Gucci y Salma Hayek de Giuseppina Auriemma. 

Ridley Scott se puede dar el lujo de convocar el casting que desee. Su gran prestigio le ha permitido barajar diversos nombres para este film, como Angelina Jilie o Penelope Cruz, hasta llegar al definitivo. Las observaciones no recaen en el casting. The House of Gucci carece más bien de una narrativa que sostenga una historia de la que ya se conoce el desenlace. 

La clara intención del cineasta por exponer una historia de codicia y traiciones familiares se va desinflando por no dar algunos matices a la narrativa y a los personajes que la componen. Lo que pudo convertirse en una de sus grandes obras modernas, no ha tenido el impacto de la taquilla, ni de la crítica internacional, aunque nuevamente el diseño de producción y la propuesta visual sean destacadas. 

No es la primera vez que el director de Alien decide poner a heroínas en la pantalla. No es la única vez que ha mostrado la hostilidad hacia la mujer en un mundo diseñado para los hombres. En un principio pretendió que su film Thelma & Louise tuviera algunos tintes de comicidad para ser tomado más en cuenta. Su intención en 1991 con esa película, fue mostrar mujeres siendo lastimadas. 

Ridley Scott ganó en el Festival de Cannes cuando tenía 40 años, como mejor ópera prima por su primer largometraje: Los duelistas. Se llevó una estatuilla del Oscar a casa por el Gladiador. Ha recibido un premio especial por la mejor contribución del cine britanico y otro a la realización de toda una vida. Además de las diversas nominaciones que su filmografía ha logrado. 

Luego de tantos honores y al mejor estilo de Clint Eastwood, este 2021 ha estrenado estas dos cintas que difieren en contenido y quizás en efectividad, pero que lo consolidan como uno de los realizadores más productivos y vigentes del cine mundial, aún a sus 84 años. 

Ridley Scott

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Cine, Ridley Scott

La ocupación chilena de Lima es sin lugar a dudas uno de los episodios centrales de la Guerra del Pacífico. Se trata de un hecho rodeado de múltiples circunstancias, unas heroicas y otras, por cierto, penosas. Ver, por ejemplo, al monitor Huáscar, ya con bandera chilena, acodado frente a la capital, presto a encender sus cañones. O darse cuenta de que prácticamente no hay testimonios ni periódicos que hablen de estos años por la sencilla razón de que el ejército de ocupación se encargó de copar todos los medios de comunicación, haciendo impensable cualquier disidencia, al menos en tinta y papel.

El tiempo que dura la ocupación chilena es una suerte de nebulosa para los limeños, pero no para los lectores que en Santiago seguían con minuciosidad las noticias provenientes de Lima que publicaban diarios como El Ferrocarril. De manera que intentar rescatar esos años es una tarea muy difícil, por no decir imposible. Sin embargo, el poeta Bruno Pólack Cavassa logra atisbar algunos pasajes de este suceso en su libro La ciudad que no existe.

Pero no se trata de un libro de historia a secas. Lo que mejor define el texto de Pólack es el hecho de ser una crónica que apunta en dos direcciones muy precisas: la primera, recordar efectivamente unos hechos ocurridos durante la ocupación de Lima; la segunda establece un relato de memoria familiar, que explora en los orígenes de la propia familia del autor, orígenes que unen, como un puente, a ambos países. Hay, pues, una suerte de contrapunto en el que la narración historiográfica se relaciona con la aventura biográfica (y privada) del poeta. 

En ambos relatos hay un efecto dramático, al punto de sospechar, como lector, que no hay otra forma de contarlos. Tensión, expectativa, casualidades, azar y premeditación están presentes en el tejido de este libro. Mencioné líneas arriba al Huáscar, el buque peruano más emblemático. Consumado el Combate de Angamos, el Huáscar es llevado a Chile, reparado y puesto en funciones nuevamente, esta vez al servicio de los vencedores. Ese mismo Huáscar es el que estuvo frente a las costas de Lima, ese decisivo 15 de enero de 1881, día de la Batalla de Miraflores, contribuyendo ominosamente al bombardeo de la capital.  

El texto, además, se abre en distintos arcos temporales entre el siglo XIX, el XX e incluso el XXI. El avance del ejército invasor hacia Lima, la huida de familias enteras del horror de la guerra, los vaivenes de un Piérola inconsistente, la honrosa actuación de militares extranjeros en favor del Perú, una historia de amor y abandono, el recurso lúdico de unas llamadas telefónicas o el recuerdo de un combinado de futbolistas chilenos y peruanos que partió de gira a Europa a hablar su idioma de barrio, ese de oraciones de huacha y taquito. 

Quizá decir que esta es una nueva manera de contar la historia sería un entusiasmo excesivo. Diría que es al revés, en todo caso, que lo que hay es una manera de apropiarse de materiales históricos para componer con ellos una crónica que no excluye, felizmente, al archivo familiar. 

La ciudad que no existe. Historias de la ocupación chilena de Lima (1881-1883). Lima: Editorial Planeta, 2021.

La ciudad que no existe


Alonso Rabí Do Carmo es profesor ordinario de la Universidad de Lima, donde imparte cursos de Lengua, Literatura y Periodismo. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y obtuvo el Doctorado en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Colorado. Ejerce el periodismo desde 1989.

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Bruno Pólack Cavass, El Ferrocarril

La cuasi aceptación de la colaboración eficaz de Karelim López señalando que habría entregado dinero, a través de Bruno Pacheco, exsecretario de Palacio, al propio presidente Castillo a cambio de favoritismo en obras públicas, roza los términos suficientes para resucitar, esta vez con mayor fundamento, la posibilidad de una vacancia presidencial.

Karelim López, visitante de Palacio y del pasaje Sarratea en Breña, concurrió entre el 29 de noviembre y el 2 de diciembre, según revela IDL Reporteros, a la oficina del procurador anticorrupción Javier Pacheco y luego a la de la fiscal anticorrupción Karla Zecenarro, con el objetivo de ofrecer su colaboración eficaz.

La misma le fue negada porque Karelim López no aceptó, en principio -requisito legal para acogerse a dicha figura-, admitir culpa en el delito investigado y “luego, revelar, con pruebas, otras ilegalidades que pudieran servir para contrapesar la responsabilidad confesada”. Puntualmente, se le pedía que reconociese haber cometido tráfico de influencias sen el caso del puente Tarata, obra adjudicada, como aparente intercambio de favores.

Está en la cuerda floja nuevamente el Primer Mandatario. Bastará que López, reconvenida por su abogado, acepte lo solicitado por la fiscal y aporte más pruebas, que certifiquen la relativa veracidad de sus dichos, o indicios suficientes de que el tema alcanza al Presidente, y la vacancia volverá a estar en ristre.

Y dado ese caso, esta vez será difícil que los partidos que lo protegieron en la última oportunidad que se votó por la vacancia -particularmente Acción Popular y Alianza para el Progreso-, se sumen al tándem oficialista de protección.

La interpretación más estricta de la incapacidad moral permanente -que fue la esgrimida por el magistrado del Tribunal Constitucional, Eloy Espinoza en su oportunidad-, hablaba de ella como de una minusvalía psíquica, mental, que incapacitase al mandatario para gobernar. La interpretación de Marianella Ledesma y Carlos Ramos -quienes junto con Espinoza, votaron por precisar el tema- era que aludía al incumplimiento de ciertas condiciones morales para ejercer el gobierno.

Ajustada a esta segunda interpretación, más sensata, si se prueba que Castillo, a los pocos días de llegar a Palacio, recibió una coima para facilitar el acceso a obras públicas de una “oferente”, califica de lleno en el rango de incapacidad moral permanente. Por cierto, ¿a esa “chanchita” se habrá referido Castillo cuando, asustado, la mencionó, casi autoinculpándose, aludiendo al contenido de los audios que él temía que saliesen en un programa dominical? Queda claro, una vez más, que el principal promotor de su vacancia es el propio Presidente de la República.

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vacancia presidencial

A unos días de la acción mundial por la eliminación de la violencia contra la mujer, dos mujeres peruanas acapararon las redes sociales por razones opuestas: Susana Higuchi, quien recibió un homenaje popular a su fallecimiento y Milagros Leiva, quien fue la burla colectiva por caer ridículamente en su propia trampa. Dos situaciones que expresan, de alguna manera, cómo funciona el patriarcado y sus complejidades. 

El patriarcado es un sistema sociopolítico que nos enseña desde que nacemos a obedecer a una autoridad y jerarquía en el hogar, a guardar silencio cuando hay violencia en casa y ser fieles a los “secretos” de los hombres. De esa manera se va creando una lealtad a esa “autoridad”. Al denunciar la corrupción fujimorista, Susana Higuchi rompe con esa lealtad y obediencia patriarcal. Como castigo es perseguida y torturada en las instalaciones del SIN por orden de A. Fujimori, convirtiéndose en un símbolo de la resistencia contra la dictadura en los 90s, mientras su hija Keiko se coloca al lado del poder abusador y como pieza clave del poder patriarcal neoliberal.

En Perú, el patriarcado, como lo conocemos, se implementa con la invasión europea. El régimen fujimorista es un ejemplo de eso. Caracterizado por su militarismo y corrupción, glorificación de ejecuciones extrajudiciales, políticas de exterminio con esterilizaciones forzadas de población indígena rural y urbana en extrema pobreza, represión contra toda oposición, incluyendo contra la madre de los Fujimori, y el control absoluto de la prensa como de las instituciones estatales. La lealtad de Keiko F. es con es con este régimen abusador y no con su madre violentada.

Según bell hooks, teórica feminista estadounidense, en nuestra cultura colonialista y capitalista, desarrollamos normas culturales de jerarquía y autoridad donde el uso de la violencia es visto como algo natural. Esta violencia moldea nuestras relaciones sociales: sentimentales, laborales, familiares, políticas, etc., las cuales se basan en el ejercicio de poder y la dominación. Desde ese sistema de dominación se violentan mujeres en el hogar y también se ejecutan políticas neoliberales, violentando a la población y empujando a las mujeres a trabajos precarios o no remunerados como en el sector del cuidado, servicio, campesino y obrero.

El patriarcado hegemoniza la supremacía del hombre y su dominación sobre las mujeres, pero para eliminar la violencia contra la mujer es necesario discutir también la violencia que ejercen mujeres privilegiadas contra otras mujeres y hombres pobres y/o racializados. Así como Keiko F. nace como figura política aplastando a su madre, Milagros Leiva, uno de los símbolos de la TV basura y portavoz del fascismo neoliberal, ejerce desde una posición de poder una violencia racista y clasista contra algunos líderes de izquierda, como contra el popular Puka Bellido. Keiko F. y Leiva rompen las barreras sociales patriarcales para trepar la escalera del poder económico y oprimir a sectores históricamente subordinados.

Una de las limitaciones del feminismo convencional es su falta de interés en excavar más a fondo el tema de la violencia en general como la capitalista y racista. Más bien se ha focalizado en una ideología sexista donde los hombres son los únicos violentos y las mujeres son las únicas víctimas. Ese análisis no expresa toda la violencia que se ejerce desde los sistemas de dominación, porque el patriarcado al funcionar dentro de un sistema de opresión crea mujeres afines a la ambición del poder y a la violencia expresada por éste. 

El movimiento feminista, no es una lucha aislada, al contrario, es una lucha para eliminar el sometimiento sexista y los múltiples sistemas de opresión. Desde la colonización, vivimos en el Perú un sistema racista, capitalista y patriarcal, dónde la violencia es invisibilizada por el feminismo burgués que no confronta la opresión económica que impacta a la mayoría de las mujeres pobres.

Nos encontramos en un momento único donde emergen distintos feminismos, en especial uno popular y revolucionario, el cual se interesa por ampliar la lucha exponiendo las limitaciones del feminismo “anti-hombre. El feminismo convencional ha alejado a mujeres indígenas y clase trabajadora de la lucha feminista porque su interés principal es romper jerarquías sociales dentro de su propia clase y no eliminar la opresión racista y clasista la cual también oprime a hombres de grupos sociales y económicos explotados. 

Es importante ampliar la lucha feminista y conectarla con la lucha más grande como la liberación de la opresión de los pueblos. Los hombres también deben ser parte de esta lucha, y debemos trabajar conjuntamente para que puedan desafiar las prácticas patriarcales.

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¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia… de novia, de religión, de Dios… pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín… no puede cambiar… de pasión.

Pablo Sandoval – “El secreto de tus ojos”

UNO

Dícese que el futbol enamora, porque permite a los hombres volver a la infancia. Y es cierto. 

Ser hincha de un club responde a sentimientos. En varios casos se hereda, en otros, el tío (ese querido personaje) influye en la elección. O el abuelo o los amigos. Pero ese amor se genera desde pequeño. Importa tres carajos que el club elegido, sea el más ganador o, por el contrario, sea un perdedor irredento. 

Tu primera visita al estadio es una experiencia cuasi religiosa que no se olvida nunca. Mi querido tío Hugo fue quien canalizó mis sentimientos hacia el club elegido. Era paciente y se daba tiempo para responder mis consultas y dudas de futbol. Al poco tiempo, me llevó en distintas ocasiones al estadio. No tenía aun los 14 años, pero aún recuerdo perfectamente esas idas.

DOS

El rostro arrugado, un pelo escaso y blanco. Deposita en taquilla el billete azul y entra a la tribuna. Una pequeña radio a transistores es su fiel amigo. Mira el estadio repleto. 

“Que poco ha cambiado desde que vine por primera vez”

Su remera se humedece, será el calor o el nerviosismo.  Mientras tanto, escucha al relator las posibilidades de su equipo. Se mentaliza.

“Hoy salimos campeones”.

Recuerda a su viejito, quien lo acompañaba en sus idas al estadio, y como la felicidad de ambos dependía de un resultado. El calor atosigante lo acorrala. Compra una botella de agua y bebe ansiosamente. Tiene diabetes, debe cuidarse. Lo rodean adultos, jóvenes, parejas y familias con niños que, como él, han venido a corroborar lo imposible. 

El futbol es democrático, piensa. Une a ricos y pobres. Los poderosos y los clasemedieros. Los que tienen autos y los que andan a pie. Los que degustan una parrillada y los que se preparan un plato de lentejas, incluido los domingos. Todos, en una tribuna por 90 minutos, compartiendo una misma ilusión.

TRES

El, que vive con lo justo, como cobrador de una mueblería. No paró de laburar ni siquiera con la pandemia. Si no cobraba no comía, menos hubiera pagado el alquiler de su pequeña pieza, donde vivía con su viejito enfermo. Nunca conoció a su madre. Su padre fue todo para él.  Compartieron Navidades y cumpleaños, solo los dos. Nunca escaseó el amor en aquella piecita que compartieron. Su viejito, luego de una larga agonía, falleció. 

Nunca tuvo mucho tiempo para el amor. Como no era muy agraciado y de poco hablar, las chicas lo rehuían. Al menos eso pensó. Su vida desde que salió del colegio, era trabajo y solo eso. Su padre enfermó al poco tiempo y, por ende, no pudo ir a la universidad. Mantener la casa fue siempre su prioridad. En cierta ocasión, tuvo una especie de relación con una mujer, a quien conoció en el laburo. Pero todo termino al poco tiempo. Meses después, ella le escribió una carta: iba a casarse. El no reaccionó, o no quiso darse cuenta, del porqué le escribía la misiva.

Iba 2 veces al mes al estadio. Eso era religión para él. Nunca fue muy devoto de la Fe Cristiana. Pensaba que algo estaba mal con ellos, y los de su clase. Le jodía eso y que Dios lo permitiera. Pero no vivía amargado. Ahora estaba solo, pero el recuerdo de su padre siempre lo acompañaba.

CUATRO

“Benítez la puta que te parió” 

Alan había dejado con 10 al equipo. Aun así, el planteo del Chiqui era bueno. Nunca el Aborigen superó a Cerro. Los jugadores sabían su papel. Ni el hombre de menos se notaba. La mano del técnico se sentía. Ergo, era un Equipo. Pero dos contragolpes dañaron el arco del club de sus amores. 

La tribuna estaba devastada. El hombre arrugado se tapó la cara con las manos. Sentía que todo estaba perdido. La hinchada rival aullaba. El calor seguía insoportable. Arce se la jugó con los cambios. Su corazón se aceleraba al ver las ocasiones pérdidas para rematar el resultado.  

¿Será Dios?, ¿será posible? 

Los de Guaraní, insólitamente, se desesperan y expulsan a 2 de sus jugadores. 

¡Vamos carajo que se puede!

El gol, en el minuto 99, revitaliza a la hinchada. Ahora son los cerristas, los que braman y se hacen escuchar en todo el estadio. 

El hombre mira a las estrellas del firmamento.

“Viejito, pedile a tu Dios que nos ayude, por esta única vez” 

Y sucede lo inexplicable.

Un centro desde la derecha, y el lateral, devenido en delantero, levitó en forma incomprensible, y cabeceó a la gloria.

Le gente explotó, se abrazaron entre todos, conocidos o no. El futbol derriba barreras sociales.

El hombre de las mil arrugas tiene los ojos vidriosos, su corazón palpita aceleradamente y sus manos tiemblan. Entonces, levanta la vista al cielo.

“Creo que vi a Dios” 

Y, a partir de ese momento, creyó.

Dedicado a José Carlos, Ezequiel y Jesús

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Hay un clic que no se está produciendo en una región andina estratégica para el país, como es Puno, entre su “ser social” y su “conciencia social”. La mayoría de puneños son comerciantes y empresarios, pero a la hora de acercarse a las urnas lo suelen hacer por opciones disruptivas de izquierda, que van directamente en contra de la libertad empresarial de la que disfrutan sus coterráneos.

En la segunda vuelta del 6 de junio de este año, Perú Libre obtuvo en la región altiplánica el 89.256% de la votación mientras que Fuerza Popular apenas logró el 10.744%, una diferencia abismal entre dos opciones polarizantes, de izquierda y derecha, respectivamente.

Si la derecha quiere evitar que reaparezca algún candidato radical de izquierda, está en la obligación de conquistar para sí al mundo andino y evitar de esa manera que su población creciente termine por inclinar la cancha a favor de alguien como Pedro Castillo en el futuro.

Puno es, además, una región con enorme influencia en las regiones vecinas: Arequipa, Tacna, Moquegua, Cusco y Madre de Dios. La migración puneña es masiva en tales localidades.

Puno es, sociológica y económicamente hablando, capitalista. Inclusive en Lima, interesante es anotarlo, en todos los conglomerados empresariales emergentes (Gamarra, La Parada, Tacora, Caquetá, Lima Norte, parque industrial de Villa el Salvador, etc.), los núcleos empresariales más cooperativos entre sí, capaces de tejer redes de asistencia y apoyo emprendedor, son los conformados por puneños.

Pero en su terruño, el puneño vota, históricamente, por la izquierda. Sin duda, puede haber una explicación a esta vocación contestataria del establishment, en la proliferación de los reinos de informalidad delictiva que se enseñorean en Puno (el contrabando, el narcotráfico, la trata de personas, la tala ilegal, la minería informal), que generan circuitos anti Estado y antimercado, porque resienten el imperio de la ley que supone una economía de mercado que funcione a plenitud, pero hay también un descuido secular de las élites derechistas del país, políticas y empresariales, respecto de regiones como la puneña, que han terminado por activar un antilimeñismo y antiderechismo irracionales y sin fundamento.

El futuro político del país y el bienestar económico creciente, dependen de que en el Perú sobrevengan tres o cuatro gobiernos promercado sucesivos. Mientras el mundo andino, que bien simboliza Puno, sea refractario a un discurso liberal, ese porvenir será recurrentemente esquivo.

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