Opinión

En el área. Ahí. En el corazón del área. En el corazón de todos. Jefferson Agustín Farfán Guadalupe, por su mamacita. El jugador histórico del primer gol a los neozelandeses. El gol del terremoto. El goleador del PSV Eindhoven, la joya de la volante del más poderoso Schalke 04. En algún momento, el jugador peruano más valioso del mundo. El diez de la calle, como le gusta llamarse a sí mismo. 

Tras veinte años de carrera y a poco de sus treinta y siete cumplidos, Jefferson Farfán era un jugar al borde del retiro. Durante un año no tuvo club, en el 2020. Las múltiples lesiones lo habían alejado por completo del fútbol mundial, poco después de Rusia 2018. Su centro de entrenamiento se volvió La Videna en Lima. Y al parecer Perú había perdido para siempre a su segundo goleador histórico.

Pero Alianza Lima, descendido y luego ascendido a primera en mesa, lo recuperó para la temporada 2021. Parecía que se cumplía la profesión que él mismo había pregonado en toda su carrera, retirarse en el club de su debut y de sus amores. La alegría duró pocos meses, pues aunque anotó un gol agónico y hasta las lágrimas en su primer partido de vuelta, se volvió a lesionar. 

Periodistas deportivos y entendidos del deporte lo daban no solo por retirado, sino incluso por casi paralítico. Sí. Se decía que Jefferson había sufrido un desgaste tal que si decidía volver a jugar el fútbol, podía quedar para siempre incapacitado de caminar. Muchos dijeron que Farfán debía decidir entre poder jugar pelota con sus hijos el resto de su vida o dar un último suspiro en el fútbol.

Como siempre, la prensa local vende en tonos amarillos. Jefferson se trató la lesión y siguió algunos meses de recuperación. Para callar bocas, ya ha vuelto a las canchas. Y no solo eso, ha sido decisivo en varios partidos para que Alianza saque victorias y se mantenga en la punta del campeonato actual. Hoy, el equipo que no debió jugar primera, está encaminado para llegar a la final. 

Sin embargo, Jefferson no juega noventa minutos. Sería imposible imaginarlo a su edad y con la fragilidad física actual poder competir en un partido completo. Incluso en el alicaido torneo local. Eso debería ser suficiente para sacarlo de cualquier opción de volver a vestir la camiseta de Perú. Porque en el verbo de Gareca, a la selección llegan los mejores futbolistica y físicamente.

Pero como todo en la vida, en el fútbol existen grandes excepciones.

La situación de la selección peruana de cara a Qatar 2022 pende de un hilo. Para ponerlo en sencillo: de los próximos tres partidos en una fecha triple exigente, necesita conseguir al menos cuatro puntos. Sino, está virtualmente eliminada. Es decir, ganar en Lima a Chile que viene muy venida a menos y no contará con Vidal, y al menos empatar con Bolivia en La Paz o con Argentina en Buenos Aires.

Nada de eso es imposible. De hecho, Perú ya ha conseguido esos resultados antes. Pero hay dos grandes deficiencias para lograrlo. La primera es la defensa, que no es parte de este análisis. Quedan varias semanas para evaluar el replantamiento de Gareca atrás. La otra es el ataque, principalmente la precisión en la última línea. Para nadie es una sorpresa que Perú hace tiempo no puede definir partidos.

Porque hace falta jerarquía. Carrillo y Cueva son dos jugadores ya entrados en años que, si bien son lo mejor de su generación de lejos (y gracias a Dios existen), no alcanzaron el temple definitorio de Guerrero y Farfán. O de Solano y Palacios, antes de ellos. Son jugadores que cumplen y cocinan a fuego lento partidos, pero cuando las papas queman y hay que matarlo, usualmente no concretan.

Ni que decir de Canchita Gonzáles, Raziel García, Gabriel Costa, Sergio Peña o cualquier otra alternativa. Todos son jugadores cuya jerarquía a nivel internacional no está comprobada o no ha estado nunca. El caso de Edison Flores es especial. En la eliminatoria pasada, fue ese jugador decisivo que dejó huella en varios partidos de vida o muerte, como contra Uruguay, Ecuador y Bolivia. Pero hoy, al parecer, ha perdido la brújula.

Entonces, ante la escasez de figuras de jerarquía que puedan llenar ese vacío, ahí está Farfán. Sin dudas debe ser convocado y el plan de obligatorio de Gareca será hacerlo ingresar los veinte últimos minutos contra Chile. Va a ser un partido cerrado, cargado de tarjetas amarillas y quizás rojas, duro en lo físico y excesivamente conflictivo. Se va a definir por alguna jugada aislada, como tantas veces. Esto ya se ha visto mucho y una vez más sería inconcebible que Perú regale alternativas así. Y Farfán, con toda su experiencia, ya lo ha hecho.

En una pierna, Jefferson es la mejor alternativa para el ataque peruano. No todo el partido, pero sí cuando la defensa chilena esté cansada y todo se defina por un tiro libre, una pelota filtrada, un córner, incluso un penal, alguna dividida. Ahí donde a los ansiosos Lapadula o Guerrero les quede sobrando. O donde a Carrillo le quemen las piernas y a Cueva le salga una de más. Farfán es frialdad y garantía. 

Jefferson debe estar convocado para la fecha triple de octubre. Porque sino, ¿quién más? Ormeño es un jugador para otra selección y Ruidíaz es para ninguna. Cuántas veces van a ser necesarias poner a Raúl los últimos quince o veinte minutos y que no haga nada, para confirmar su intrascendencia con la selección. La única vez que algo pasó fue ya hace muchos años, al inicio de la gestión de Gareca. De ahí en más, una absoluta sequía. 

Y a Farfán no le queda ya mucho tiempo. Esta es la última oportunidad para (volver) ir a un Mundial. El próximo proceso ya no lo incluye. Su retiro del equipo debe darse luego del 2022, junto con el de Paolo, y pasar a una siguiente generación. Ahí se alistan nombres aún de menor calidad, pero que necesitan una oportunidad desde jóvenes, como ellos tuvieron. Llámese Percy Liza. Entonces, el último respiro del goleador está cerca. Ahí, en el área. Por su mamacita. 

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fútbol peruano, Jefferson Agustín Farfán Guadalupe

La confianza dada por el Congreso al Ejecutivo es la principal razón de su estabilización política, reflejada en el crecimiento -aunque pequeño- que muestra en las últimas encuestas.

Según CPI, su aprobación pasa de 40 a 43.5%; Datum muestra un crecimiento de 39 a 41% y la más reciente, de Ipsos, revela que su tasa aprobatoria pasa de 38 a 42%. Coincidencia que marca una clara tendencia.

Algunas lecturas políticas de estos resultados: 1) La claudicación del centro (básicamente Acción Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú y Podemos) le ha dado un baño de legitimidad al gobierno, a pesar de que los índices de desaprobación del impresentable gabinete Bellido sigan siendo muy altos.

2) Se mantiene incólume la marcada diferencia entre Lima-Costa Norte y las zonas andinas respecto de la valoración política del régimen. Por ejemplo, según Ipsos, el 62% en Lima lo desaprueba y solo el 29% lo aprueba, mientras que en el sur el 57% lo aprueba y solo el 29% lo desaprueba.

3) Sucede lo mismo respecto de los niveles socioeconómicos. Mientras que en el sector A, 82% lo desaprueba y solo un 15% lo aprueba, en el E, el 55% lo aprueba y el 32% lo desaprueba. Una cabal demostración de que mientras la oposición se limite a unas cuantas marchas pitucas con el estrado lleno de políticos tradicionales, refuerza la hipótesis de partida de que esta es una confrontación entre ricos y pobres.

4) Si los despropósitos políticos del gobierno, la percepción de que Castillo no manda sino Cerrón, la cercanía de elementos filosenderistas, la presencia de ministros incompetentes, que haya tres titulares ministeriales con denuncias de violencia de género, no ha producido un colapso en la aprobación del régimen, quiere decir que no basta la labor de la prensa -que ha sido la principal portavoz de tales denuncias- para afectar al gobierno, sino que se requiere de un perfil político opositor que le saque partido a los gazapos del gobierno y los empiece a capitalizar.

5) Dado ese panorama, se empieza a desinflar la expectativa de una vacancia express. Mientras la oposición política claudique respecto de sus obligaciones básicas de fiscalización de un gobierno atrapado en su mediocridad, no pasará nada y tendremos que soportar, en el mejor de los casos, cinco años de medianía y de deterioro, y, en el peor, un escenario de descalabro democrático perpetrado por el propio régimen, con la fatal anuencia de una clase política moralmente enclenque.

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Cuestión de confianza, filosenderistas

Durante el segundo trimestre de este año, Estonia, ex país comunista, superó el PBI per cápita de España. 30 años de políticas liberales y de modernización han llevado al país báltico a ser un caso de éxito. ¿Cómo lo logró?

Estonia fue conquistado por la Unión Soviética en 1939. A principios de los noventa, se vivía una situación familiar a la de muchos países comunistas: su sector industrial estaba en ruinas, los salarios reales se habían reducido a la mitad, la inflación era incontrolable y los alimentos, escasos.

En 1993, el historiador Mart Laar se convirtió en primer ministro. Laar mencionaba con frecuencia que, para ese momento, el único libro de economía que había leído era “Libertad para elegir”, de Milton Friedman. Desde la gestión de Laar, se implementaron una serie de medidas de libertad económica que lograron pasar de una economía centralizada y estatal a una economía de mercado dinámica, con una tasa de crecimiento anual del PIB de 4,02% en promedio, por encima del promedio europeo. Veamos algunas de las medidas que se implementaron. 

    • Impuestos simples y atractivos: Es decir que, independiente de lo que gane un trabajador, la tasa de impuestos es siempre 20%. Las empresas son sujetas a un sistema bastante atractivo, ya que los impuestos se pagan solo cuando se han distribuido los beneficios (cuando se pagan dividendos, por ejemplo), incentivando así la reinversión por parte de las empresas. Las empresas pagan solo 20% de impuestos, y estos pueden ser reducidos hasta 14%.
  • Tecnología y bajos niveles de corrupción: Estonia es el único país donde el internet es un derecho garantizado en la Constitución. Son líderes en el llamado “gobierno electrónico”, y la mayoría de los trámites gobierno-ciudadano se hacen a través de internet, reduciendo costos y burocracia. Crear una empresa, votar, o adquirir un pasaporte son todos tramites que pueden hacerse de manera virtual. El alto nivel de digitalización ha llevado también a altos niveles de transparencia. Entre el 2003 y el 2020, el ex país comunista mejoró 20 puestos en el índice de corrupción global. Se estima que la digitalización les ahorra el 2% del PBI en sueldos y gastos. 
    • Facilidad para hacer negocios: Estonia ostente el récord mundial de empresas emergentes por persona y está superando al resto de Europa. Esto se debe a que es muy fácil crear una empresa: todo puede hacerse de manera digital, los impuestos son bajos, las declaraciones de impuestos se realizan en menos de 3 minutos y los dividendos pagados a los no residentes no están sujetos a retención de impuestos.
  • Política macroeconómica responsable: esto no debe sorprender, pero Estonia es el país con menor endeudamiento de Europa, y ha mantenido en los últimos 30 años políticas fiscales saludables.

Adicional a todas estas buenas prácticas, Estonia es un país con políticas avanzadas en términos de igualdad de género, y de hecho este año se volvió el primer país del mundo en tener tanto presidente como primera ministra mujer. El país báltico ostenta el puesto #8 en el índice de libertad humana, por encima de Alemania, Suecia, Finlandia y Noruega, siendo su puntaje más fuerte en libertad personal. Es, además, el único país ex soviético que acepta las uniones civiles entre personas del mismo sexo y reconoce matrimonios realizados en otros países.

Envidiable, pues, lo de Estonia. Ojalá en el Perú podamos acercarnos más a las ideas y políticas que han llevado a este país a la prosperidad, y menos a políticas controlistas que restrinjan no solo la libertad económica, sino también la política y humana.

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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corrupción, Estonia, Gobierno, Tecnología, transparencia

¿La cercanía de Sendero Luminoso, en su versión política, al gobierno, implica el riesgo de que retornen las acciones subversivas o que la violencia terrorista reaparezca en el país? No, no va por la generación de ese temor la aprensión que genera la constatación de esa cercanía.

La preocupación democrática legítima estriba en que el pensamiento marxista leninista maoísta, matriz del senderismo y credo de muchos allegados a Castillo, simplemente considera a la democracia una “pelotudez”, como la ha calificado el congresista radical Guillermo Bermejo, con absoluta y descarnada sinceridad.

Si el sector filosenderista del gobierno sigue cerca del poder, el riesgo de que se dinamite por dentro la democracia representativa es alto, porque es ése un objetivo explícito de ese pensamiento, su no creencia en las formas de la democracia representativa, a las que considera expresiones decadentes del dominio burgués sobre una sociedad mayoritariamente proletaria que aspiraría a un régimen comunista abierto y desenmascarado.

Mientras Castillo no rompa con el filosenderismo, la democracia peruana está en riesgo. Se intentarán varios caminos para destruir la democracia y no cejarán en ese esfuerzo. Uno de ellos es el de la Asamblea Constituyente, un mecanismo pensado para construir una república comunista y respecto del cual aún no existe certeza si el régimen forzará las cuestiones de confianza para disolver el Congreso y poder convocarla.

Otro camino es el de la destrucción paulatina de las instituciones tutelares de la sociedad peruana, mediante su infiltración y control (Fuerzas Armadas, Policía Nacional, red de gobernadores regionales, autoridades municipales y regionales a través de un triunfo electoral el próximo año, sojuzgamiento del Poder Judicial y el Ministerio Público, agresión a la prensa independiente, etc.).

El gobierno de Castillo no es solo un riesgo para la sostenibilidad del modelo económico, que tantos éxitos ha tenido en las últimas décadas en cuanto la reducción de la pobreza y de las desigualdades. Por ahora Francke, y ojalá la permanencia de Velarde, garantizan un manejo responsable de la economía, pero su estabilidad es relativa y precaria y a la primera de bastos el régimen puede dar un golpe de timón hacia fórmulas más estatizantes o populistas.

No obstante, el riesgo mayor es que desde el poder se logre lo que con la dinamita y los fusiles, Abimael Guzmán no pudo hacer, como fue la destrucción del sistema democrático peruano. Mientras Castillo no deslinde con los sectores marxistas leninistas maoístas que abiertamente profesan ese credo y que pululan a su alrededor, el peligro señalado está vigente y presente.

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Abimael Guzmán, Gobierno peruano, Presidente Castillo, sendero luminoso

A las 6:40 de la mañana del 11 de septiembre del 2021, Abimael Guzmán murió. El terrorista más sangriento, el cabecilla de la organización más cruel de la historia peruana y tal vez latinoamericana, falleció solo y en prisión. Con la derrota más grande que pudo tener: el sistema lo confinó y lo transformó a la mínima expresión. La elocuencia con la que enfrentó a sus captores señalando la imposibilidad de encerrar el mundo de las ideas, estaba muda frente a su cadáver.

Sin que hayan pasado dos horas de la noticia y mientras algunos resultábamos aliviados y fortalecidos por ella, empezó la contracampaña en redes sociales y en TV por los mismos de siempre. Que no se ha muerto, que se fue a Cuba, que el helicóptero, que no hay cuerpo, que lo sacaron ya…

Como si este país no sufriera lo suficiente ya con la información oficial, nos hemos acostumbrado a la existencia de un subsistema de información falsa en la que nos gusta creer porque satisface y confirma nuestra propia visión del mundo. No se trata de un fenómeno muy antiguo, pero tampoco es tan reciente. Tal vez la crisis de la pandemia del COVID 19 es la que mejor nos ilustra este panorama. La abundancia de noticias falsas basadas en necesidades antes que en hechos, pero que motivaban acciones fueron incontables. De allí en más, su llegada a la política. Las elecciones de Trump, la política de Bolsonaro en Brasil, las elecciones peruana y ahora el Perú y sus devaneos.

La posverdad

Para entender como este tipo de conocimiento se propaga con cierta facilidad en la sociedad actual conviene revisar un poco el concepto de la posverdad y cómo esto ha generado la apertura para que el universo de noticias falsas impere.

La posverdad se define como el fenómeno por el cual los hechos objetivos son menos influyentes en las personas que los que corresponden con las creencias personales. Esto es, que aprendemos a definir el mundo de acuerdo con nuestro propio marco de referencia que con aquello que puede ser considerado objetivo.

A.C. Grayling, intelectual británico, encuentra en los picos de desigualdad económica y en la expansión de información por redes sociales los factores que la explican. En el primer caso, debido a que existe una clase media que pierde poder adquisitivo y que busca explicaciones nada “normales” a ello. En el segundo caso, los elementos virales generan tal cantidad de repetición de los mensajes -de gente influyente o cercana- que terminan ocasionando la percepción de realidad, sea esta objetiva o no. 

Wetiko

Estos mensajes logran calar porque son los que queremos recibir. Nuestra opinión vale más que los hechos. Y, Grayling mismo lo explica, es increíblemente narcisista en la medida en que todos pueden publicar su opinión. Se pierde un componente gregario, de consenso, verificador. 

Wetiko es una palabra que la tribu canadiense de los Algonquines tiene para designar al “virus del egoísmo”. Es el ansia del dominio sobre los demás, es la energía que nos hace querer apropiarnos de la voluntad de los demás¹. Es un concepto, como el artículo citado indica, que nos separa de nuestro contexto, de nuestro hábitat, y nos sumerge en una suerte de canibalismo simbólico.

Así llegamos a afirmar que los demás, los que no son yo, pueden ser capaces de las peores aberraciones, las peores locuras, las más increíbles conspiraciones. Porque nuestra estructura de personalidad se ha ido preparando para que así sea.

 

“La egofrenia maligna o wetiko, es una enfermedad de civilización. La civilización moderna sufre del dominio excesivo de la mente racional o intelectual que nos desconecta de la naturaleza, de la empatía y de nosotros mismos. Wetiko opera en múltiples dimensiones simultáneamente: entre nosotros (interpersonal), dentro de nosotros (intrapersonal) y colectivamente (como especie).”²

 

Es más fácil creer que no creer

Porque en todo este universo paralelo es más fácil dar fe de que lo que se nos está presentando como elementos de convicción realmente lo son y se deja a la objetividad más bien como áreas de fe. El mundo al revés. Cómo no creer en la teoría de un Guzmán libre si anoche se vieron un helicóptero cubano en el Callao

Todo muy lógico, ¿verdad?

Vamos a buscar militares cubanos

Mejor publicamos varias veces

Se le empieza a dar un áurea de credibilidad a cada tema, no vaya a ser que suene increíble. La mejor desestabilización es la que parte de la credibilidad del mensaje. Si es demasiado increíble, pierde sentido y pasa a ser un meme (estimado Daniel Córdova, con cariño, va para ti).

Más allá de la intención

Si somos conscientes del peligro que este tipo de informaciones y mensajes pueden conllevar y de las cosas que pueden significar dejaremos de difundirlas. Pero aún así algunas penetran las barreras que tenemos y nos dejan la duda. Tanto va la mentira a la neurona que al final la convence. Cuidado.

Una cosa es generar la duda interior y la desconfianza básica sobre un tema particular y otra es alimentar el frenesí de las negaciones con las divulgaciones de informaciones. A veces quedarnos callados es el mejor remedio a todo. 

La potencia de la ivermectina, el “ranking” de las vacunas, el “fraude” electoral, el cuerpo de Abimael, la tierra es plana. Todas son premisas que no debimos vivir. Aprendamos a salir de ellas.

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¹ https://www.kosmosjournal.org/article/seeing-wetiko-on-capitalism-mind-viruses-and-antidotes-for-a-world-in-transition/

² https://www.diariocolatino.com/egofrenia-maligna-y-su-expresion-historica/

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Abimael Guzmán, egoísmo, Perú, Wetiko

Respetando todos los protocolos sanitarios, la Asociación Internacional de Peruanistas y el Centro Jorge Eduardo Eielson de la Universidad de Florencia reprogramaron para este mes de setiembre, del 20 al 22, un nutrido Congreso Internacional de Peruanistas que resalta las conexiones entre Italia y el Perú. En esta coyuntura también habrá espacio para muestras y presentaciones de libros. Tal es el caso de la última novela de Jorge Irribarren (Lima, 1974) quien la presentará ahí*

Bésala, Idiota (Amazon, 2021) es una novela que entreteje historias y toca temas muy actuales que hacen reflexionar al lector sobre su existencia, el tiempo, el fetichismo y el amor, aparte de mencionar e indagar en otros tan importantes como la migración, el trabajo, las relaciones y la cultura en general. Con gran dominio narrativo, Irribarren nos lleva de una cultura a otra, es decir, de vivir lo peruano a experimentar lo alemán (él vive en ese país), insertando términos de ambas lenguas. De pronto estamos tomando un pisco sour o un chilcano y de repente nos encontramos en un bar disfrutando de una cerveza alemana. El gran acierto de Irribarren es utilizar estos giros y cambios de ambiente a medida que avanza la trama para hacernos sentir el bilingüismo y la biculturalidad que uno obtiene cuando es ciudadano de dos mundos.

La novela tiene 16 capítulos que entrelazan historias tanto en el Perú como en la internacionalización del personaje principal (un alter ego del autor), Fernando Farfán. Se recorre la vida del personaje con ciertas particularidades en anécdotas históricas y también ficticias. Muchos peruanos podrán notar el caos que se vivió en el primer gobierno de Alan García (1985-1990) o el shock y la violencia estructural que vivimos durante la dictadura del hoy presidiario Alberto Fujimori (1990-2000). Es decir, encontramos datos muy puntuales que nos sitúan en una época muy difícil para el devenir peruano y justamente eso funciona para que Fernando Farfán, como muchos otros intelectuales, emigren del Perú y vayan a buscar una mejor vida a otros países. A través de una prosa ligera y divertida, llena de términos coloquiales y lúdicos, el autor nos sitúa en ambos mundos, el alemán y el peruano. Pero no solamente nos hace entrar a esa biculturalidad, sino que la inclusión es el punto de partida para saltar a tres temas muy importantes: el amor, el tiempo y nuestra existencia.

El título, en sí, hace referencia a una actitud de vida primordial para los seres humanos, sobre todo en esta época de pandemia. Es por medio de una mención hacia su abuelita que Fernando Farfán destaca la importancia de “Besar la vida”, de quererla, de manifestar un sentimiento de esperanza y empatía, por eso debemos de besarla. Las relaciones que vemos son muy importantes y parece que en nuestra sociedad actual se han olvidado, por eso ¡Bésala, idiota! también nos hace recordar ciertos momentos críticos que se vivieron en nuestro país y causaron la migración masiva de peruanos al extranjero (ya son casi tres millones). 

 ¡Bésala, Idiota! es una novela que capta la vivencia de un Perú y, más detalladamente, de una nación en construcción, donde el devenir debe ser la integración de todos sus ciudadanos, respetando formas de vida, creencias e ideologías. Este texto nos hace recapacitar, aprender de nuestros errores y ver la pluralidad de opciones que tenemos como nación. Asimismo, Irribarren se consagra como parte de los narradores que captan las virtudes de ser peruano en un mundo europeo (piénsese en Bryce Echenique, por ejemplo), y en este caso el mundo alemán, donde el progreso se mide a través del orden y la disciplina. 

Estamos ante una voz valiosa de la gran diáspora literaria peruana, siempre llena de sorpresas.

* El programa del congreso puede verse en este portal: https://asociacioninternacionaldeperuanistas.blogspot.com/2021/07/programa-del-x-congreso-internacional.html

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Jorge Irribarren, novela literaria

Isabel Cristina López Eguren hilvana y teje con singular maestría la fascinante travesía de José María Ernán Eguren Rodríguez y su familia desde su abuelo don Andrés de Eguren, quien arribó al puerto del Callao alrededor de 1810, hasta sus generaciones posteriores. En cinco capítulos, analiza información inédita conservada por sus familiares de generación en generación y otras fuentes documentales y reconstruye más de siglo y medio del quehacer familiar, laboral, intelectual y político de los Eguren. Investigación que le permite corregir y subsanar vacíos en la biografía del poeta como cuando señala con meridiana claridad que el 8 de julio de 1874 fue el día de su nacimiento. 

Asimismo, traza el perfil del abuelo, los padres, los tíos y demás familiares de José María Eguren con detalle y cuidadoso esmero, gracias a lo cual el lector conoce sus maneras de pensar y actuar en distintos campos de la vida nacional desde fines del virreinato hasta mediados del siglo pasado. Por ejemplo, al abuelo del poeta el Rey de España Fernando VII le asignó el cargo de Factor y Administrador General de las Rentas del Tabaco de Chachapoyas, luego de cumplir con los requisitos de ser “súbdito leal, estar libres de cualquier deuda o de contratos vinculantes con comerciantes o con el gobierno, y tener alguna experiencia en la burocracia imperial. [De igual modo] (…) contar con suficiente riqueza como para pagar la media anta y depositar una fianza, pagada a la Caja como garantía de su honestidad”.   

En el capítulo que le dedica al poeta, López Eguren muestra con rigurosidad aspectos desconocidos de su vida. Varios de ellos, estrechamente vinculados entre sí, permiten conocerlo ya no solo como el bardo sin igual sino también como el hermano, el pintor, el amigo, el intelectual, el corresponsal, el funcionario público entre otras facetas más. Un aspecto, que la autora revela con particular esmero, es el vínculo amical de José María Eguren con sus pares y otros intelectuales, académicos y políticos no solo nacionales sino también extranjeros. Casi todos sin excepción le profesan admiración y respeto y así se lo hacen conocer. Como la dedicatoria de José de la Riva Agüero y Osma: “Al ilustre poeta limeño, Dn. José María Eguren. Su amigo y colega de la Academia”.

Amigos a los cuales José María Eguren les reconoce sin reserva alguna sus éxitos, sus publicaciones y su producción intelectual. “Une a su sentimiento maravillosa fantasía, cada día me sorprende con un nuevo aspecto del arte. Tiene impresiones muy originales de mis versos (…) tiene el don de fantasía y embellece lo que toca”, así se expresa el poeta de su entrañable amiga Isajara, seudónimo de Isabel Ramos Bodero de Jaramillo. Un amigo ideal como decían Abraham Valdelomar y José Carlos Mariátegui. 

En suma, Rastros Familiares: José María Eguren, orígenes y trayectoria de la familia Eguren en el Perú es una invitación a conocer otras facetas del poeta, a sus familiares, sus afectos y querencias, a sus amigos entre otras más, las cuales enriquecen la comprensión de su vida y época de manera sólida y documentada. Un libro de lectura imprescindible para todos aquellos que quieran conocer más a José María Eguren el poeta. 

 

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El único homenaje sincero del gobierno a la victoria digna y ejemplar que se logró contra Sendero Luminoso, a partir de la captura -un día como hoy hace 29 años- de su cabecilla Abimael Guzmán, y que hizo que una organización vertical y rígida como la subversiva, se cayera como un castillo de naipes, pasa porque el presidente Castillo aparte de su entorno a cualquier personaje involucrado directa o indirectamente con cualquier pasado vinculado al senderismo o con actuales relaciones a través de los organismos políticos de fachada de Sendero Luminoso, como el Movadef o el Fenate.

Cualquier tuit o post en redes sociales, o declaración oficial, cae en saco roto si ello no se produce. Puntualmente hablando, poco o nada significa que el Primer Mandatario lance un post condenando el terrorismo a propósito, ayer, de la muerte de Guzmán, si mantiene a su lado a su premier Guido Bellido y a su ministro de Trabajo, Iber Maraví.

Según la última encuesta de Datum, contratada por Lampadia, un 32% de la población considera que Sendero Luminoso o el Movadef tienen “mucha presencia” en el gobierno y un 26% señala que tiene “alguna presencia”. En total, un 58% de la ciudadanía percibe la cercanía subversiva a las esferas del poder.

A la vez, preguntada la población respecto de la continuidad en sus cargos de los ministros con expresiones de simpatía por Sendero Luminoso, un rotundo 79% considera que deben ser removidos.

Resulta claro que los devaneos políticos del gobierno con gente abiertamente simpatizante del senderismo o con un pasado cercano a él, horada la percepción que el gobierno en su conjunto tiene. El reducido crecimiento que muestra en sus niveles de aprobación (sube de 39 a 41%) -coincidiendo en ello con CPI-, no tardará en revertirse si desde Palacio no se toman decisiones claras y rotundas respecto de los funcionarios de gobierno denunciados por su filosenderismo.

Además de la influencia radical de Vladimir Cerrón, la incompetencia evidente de varios ministros y las denuncias de violencia de género de tres titulares de pliego, se suma la pesada mochila que el gobierno de Castillo ha decidido colgarse al hombro: la presencia soterrada o desenmascarada de elementos prosenderistas.

Aunque parezca inaudito, no es Cerrón el mayor peligro de este gobierno. Está bajo control y su presencia en el gabinete no es determinante. Es más mediático y tiene más perspectiva política, pero la mano tenebrosa que mece la cuna del gobierno es la de Sendero Luminoso, a la cual es más allegado el propio presidente Castillo. Esa es la que hay que extirpar si queremos evitar que el país ingrese a una espiral de dinamitación de la democracia peruana.

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Ayer tarde (me he mirado en el espejo) llegó un correo a casa, se trataba de un libro envuelto en sobre de manila, la dirección y el destinatario escritos   a mano con letra que reconocí de inmediato, tanto como las iniciales del remitente, arriba a la izquierda, EQPS, Eusebio Quiroz Paz-Soldán, mi viejo amigo y maestro arequipeño, quien, octogenario, tenía la gentileza de enviarme su última publicación académica: Identidad Cultural Mestiza de Arequipa

El sobre de manila me hizo recordar tantos otros que me enviara Eusebio la segunda mitad de la década de los noventa, cuando yo iba y venía a la Blanca Ciudad en mis viajes de investigador novato en busca de una tesis de licenciatura que tardé casi cinco años en terminar. El último de estos viajes me llevó hasta La Paz y Sucre, pasando por Puno, donde pude alojarme en la casona familiar de los Parodi, esa donde vivió el bisabuelo Costante cuando llegó a finales del siglo XIX, a probar fortuna a ese paraje situado en la meseta del Collao y donde nacieran mi abuelo Alfredo y mi padre Ezio. 

Pero esta historia trata de Eusebio, el amigo, maestro e historiador: “sus ideas son muy bonitas amigo Parodi, pero Usted tiene aquí cinco tesis, ¡defina qué va a trabajar!”, y volví a Lima apesadumbrado porque Eusebio literalmente me destruía. Me dijo entonces que le mandase mis nuevos proyectos de investigación, para lo cual me remitió en separatas fotocopiadas a los metodólogos, Topolski, Cardoso y Pérez Brignoli, en sendos capítulos “el proyecto de la investigación histórica”, y yo le enviaba nuevas versiones impresas de mis proyectos por el correo central, y no había pasado una semana para que me llegase su respuesta: mi nueva versión del proyecto toda pintarrajeada de rojo, destruida, una y otra vez, y así sucesivamente. “Si va a ir a Bolivia, vaya con pies de plomo, a los bolivianos no les gusta que hurguen en sus cosas”, me dijo cuando le comenté que preparaba ese viaje definitorio de mi tesis de licenciatura, del que he hablado al comenzar estas líneas. 

Un día no le respondí más a Don Eusebio. Solo años después comprendí que no lo hice porque: gracias a la pulseada a la que él me ha había sometido,  ya me encontraba listo para emprender la aventura académica de la tesis de licenciatura, una bastante pretenciosa por cierto, pues suponía escudriñar archivos de Lima, Arequipa, Puno, La Paz y Sucre para demostrar, entre otras cosas, que Bolivia no se había retirado de la Guerra del Pacífico tras la batalla del Alto del Alianza del 26 de mayo de 1880, al menos no tanto como aseguran las historiografía tradicionales de Perú y Chile, curiosa coincidencia. También discutí la supuesta renuencia del pueblo arequipeño a combatir al ejército de ocupación chileno ya después de firmado el Tratado de Ancón, a fines octubre de 1883; y la supuesta pusilanimidad de Lizardo Montero en su periodo presidencial en Arequipa.

Por su parte, el libro que me ha enviado Don Eusebio es pertinente para estos días de división entre los peruanos. Habla de Arequipa, de su querida Arequipa, y su innegable mestizaje, donde probablemente lo andino y lo español hayan logrado mayor armonía, o entablado un diálogo mejor que en otros lugares del país. El tema no deja de ser discutible, pero señala un punto de encuentro, dibuja la utopía que debe encontrar un país de todas las sangres que aún se duele de heridas antiguas que no terminan de sanar. 

Identidad Cultural Mestiza de Arequipa, nos habla del mestizaje arequipeño en la cultura, la identidad, la arquitectura, la música, el habla popular, la gastronomía, la tradición católica, entre otras manifestaciones civilizatorias. Quizá pensando así, y añadiendo algunas disculpas históricas que se caen de maduras, podríamos comenzar a tender los puentes para conformar una sociedad en la que todos, con nuestros diversos acervos culturales, podamos vernos como ciudadanos iguales sin más, en este confín de tantas divergencias.

En las líneas que me dedica al inicio de su libro, Eusebio me escribe “a Daniel Parodi con amistad y una laguna de recuerdos” se refiere, así, al libro que fue fruto de ese duro intercambio epistolar en el que me formó como historiador: La Laguna de los Villanos: Bolivia, Arequipa y Lizardo Montero en la Guerra del Pacífico (1881 – 1883) que publicase precisamente hace 20 años. Gracias Eusebio, una vez más. 

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Arequipa, Libro, mestizaje
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