Opinión

 

El nombramiento de alguien como Daniel Salaverry, quien no tiene oficio ni beneficio, para un cargo técnico como el de presidente de un organismo altamente especializado como Perupetro, es el mejor indicador de la mediocridad ejecutiva de este gobierno.

La designación fallida de Mario Carhuapoma, y el nombramiento de un reemplazo prontamente cuestionado por su idoneidad, en EsSalud. La caída del proyecto Majes-Siguas por inacción del Estado, etc., son otros indicadores -entre muchos más- de una gestión paupérrima, tal cual subrayábamos en nuestra columna de ayer.

Como bien ha señalado el economista Miguel Palomino, exvicepresidente del BCR, Pedro Francke, quien es de lo mejorcito que tiene este régimen (¡pudo haber sido Juan Pari el titular del MEF!), si no fuera en este gobierno jamás hubiera sido ministro de Economía.

Y hay que sumarle a lo dicho los destrozos institucionales que vienen ocurriendo en la tecnocracia de sectores como Transportes, Educación (copado por el Fenatep), Energía y Minas, Minam, etc., para entender el oscuro porvenir que le espera al Estado peruano.

Salvo el proceso de vacunación, que ha seguido el impulso dejado por la administración anterior, en prácticamente todo lo demás, la gestion pública llega a niveles tan misérrimos que es dable temer el colapso del Estado en varios frentes de acción.

Organismos que antes constituían islas de excelencia, como Indecopi, la Sunat, Perupetro, Proinversión, y algunos más, están siendo infiltrados por funcionarios allegados al partido de gobierno, sin  ninguna experiencia ni capacidad gestora adecuada para los cargos que se les entregan graciosamente.

Ya no estamos siquiera ante un problema de izquierdas o derechas. Por cierto, ha quedado demostrado que la izquierda peruana carece de una red de profesionales y tecnócratas en capacidad de asumir las riendas de un gobierno en sus aspectos esenciales, pero los niveles a los que se está llegando, exceden ya cualquier tipología ideológica y apuntan, más bien, a una mediocridad corrupta: regalarle un puesto a alguien, solo por sus credenciales partidarias, sin estar calificado para la responsabilidad que se le encomienda, es la peor corrupción, porque genera un enorme perjuicio social, tangible y altamente costoso.

El problema es que el techo lo marca el propio Presidente de la República, un personaje altamente descalificado, en términos administrativos y politicos, para ejercer el cargo que le tocó en suerte desempeñar. Si esa es la cima, se entiende la grisura de espanto de los niveles burocráticos inferiores.

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Daniel Salaverry, Estado, Gestión del estado, Mario Carhuapoma, Presidente de la República

“Detrás de toda gran fortuna, hay un crimen”

Honore de Balzac

UNO

El hecho de tener dinero no significa que seas una mejor persona. Jamás. Eso sí, te facilita la vida, entre otras cosas. Tampoco el hecho de tener varios títulos te convierte en un mejor profesional. Ni ser un CEO o dueño de varias empresas, te convierte necesariamente en un paradigma (Ahí tenemos al extinto Genaro Delgado); mucho menos si te conviertes en político. Personalmente, creo que los rasgos inherentes que debe tener un político son: poder de convencimiento y ecuanimidad. Estas cualidades se encuentran en el pasivo del sr. Acuña. Tampoco las matemáticas son su fuerte. Sus apariciones televisivas, a lo largo de los años, han sido generadoras de memes sempiternos, que inundan las redes sociales. 

Mejor dicho, CA es un meme en sí mismo.

Hizo plagios de tesis en la Universidad Complutense. Para evitar el escándalo, lo arregló de manera extrajudicial. 

Trató de censurar, a toda costa, el libro “Plata como Cancha” ¿porque?, ¿a qué se debía esa tozudez?

La Historia de la Humanidad te enseña, una y otra vez, que censurar libros, novelas, películas, obras de arte, etc. produce el efecto inverso. 

Acuña al demandar a Christopher Acosta, un novel periodista, lo puso en la palestra. Le dio publicidad gratuita al libro y a la Editorial, que también esta demandada. Ahora más gente, quiere leer el libro. 

Pues ha quedado claro, para todos los que lo leen –es uno de los más vendidos- que es la radiografía de un personaje maquiavélico, dentro de la política peruana. 

¿Y sabes que le jode, aún más, al Petitán (Carlos León Moya dixit) de la política peruana? Su exactitud. Lo desnuda completamente. 

Todo esto, habla muy bien del autor.

DOS

“Soy un Milagro hecho Realidad” – Cesar Acuña

  • ¿Has leído el libro? Pregunta el abogado
  • No, carajo
  • No tengo tiempo, para eso te pago, léelo e indícame que huevadas dice para que podamos enjuiciar al muchacho. 

Un juez dictaminó que uno no puede citar textualmente a terceros si es que no está confirmado –judicialmente- lo dicho. Ridículo por donde se le mire. Lo que hizo Christopher Acosta es, simplemente, mencionar lo dicho por personas, cercanas a su entorno. 

Un periodista no es responsable de los dichos de terceros. Esto es, al periodista no se le puede culpar de lo que la expresa la ex esposa de Acuña. Si el personaje de marras quiere enjuiciar a alguien, pues debería llevar a juicio a su ex. Además, todos los dichos del libro están en documentos públicos.

TRES

“Los que me conocen de cerca saben que no leo, que nunca escribo, pero me he dado un tiempo para revisar algunos textos, ayer en la noche, para poder explicar lo que es una feria del libro». César Acuña – II Feria del Libro de Trujillo 2013

Este tipo de personajes inundan la política peruana: Keiko, López Aliaga, Cerrón, Acuña, entre otros. Estamos jodidos realmente. 

El juez, innominado, es supernumerario. Esto quiere decir, más o menos, que es un suplente de suplentes. Y ni eso. No tiene historial, o sea no tiene nada que perder, y sí mucho por ganar. Amén de esto, en su sentencia no fundamenta absolutamente nada. Esa es la Justicia Peruana.

CUATRO

“Ghersi si hubiera vivido en el Chicago de los años veinte, hubiera defendido a Capone y lo hubiera liberado del pago de impuestos” – Podcast de Cesar Hildebrandt 

“En este país la fuente del Derecho es el dinero” – ¿Henry Gubbins alter ego de Enrique Ghersi? – Columna de Jaime Bayly

Gran amigo de Alvaro Vargas Llosa (Caretas los denominó los jóvenes turcos) desde los años noventa. Lo recuerdo perfectamente. A pesar de los requerimientos, para conocer su opinión acerca de los últimos sucesos, por parte de Sudaca, AVLL mantiene un silencio pertinaz.

En los últimos años, Acuña fue admitido como miembro de la Fundación Internacional para la Libertad (no es joda). Lo incorporó nuestro Nobel MVLL. Uno de los tantos desatinos, en los que ha caído don Mario, en estos últimos tiempos. Lamentable y patético.

¿En que terminara todo esto? Pues confío que en una Segunda Instancia se fallara a favor de la Libertad de Prensa. No tengo dudas de eso.  Un fallo distinto sería un escándalo mayúsculo, y nos confirmaría como una República Bananera.

  • “La cague” estará elucubrando (¿?) el Petipán de la Política Chola, en la intimidad de la noche aciaga, arropado entre sabanas de seda y una atrapante soledad.

Si, la cagaste.

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“Plata como cancha”, César Acuña, Christopher Acosta

Al final de cuentas, el gobierno de Pedro Castillo no va a ser revolucionario, no va a convocar ninguna Asamblea Constituyente, no va remover los cimientos del modelo, no va a cambiar la primacía de la propiedad privada, no la va a afectar, no va tampoco a transformar radicalmente la salud y la educación públicas ni acometer un programa de redistribución socioeconómica trascendental. No va a ser ni Velasco ni Alan I. No le da el fuste ni para eso. El suyo va a ser el reino de un centrismo mediocre.

Ni puede -no tiene la mayoría en el Congreso, ni el respaldo masivo de las calles- ni quiere hacer algo superlativo. Rápidamente, se ha refugiado en el usufructo del statu quo, del piloto automático, pero con su añadido particular de una profunda medianía. 

En estos cinco años de gobierno, el Perú va a retroceder, pero no porque haya llegado al poder un destructor del modelo liberal, sino porque se ha instalado en Palacio un personaje tan mediocre que lo único que parece buscar es darle puestos públicos a sus allegados y desmontar las pocas buenas reformas que se habían hecho en los últimos años (magisterial, del transporte, etc.).

En el fondo, quizás sea hasta positivo para el país que la coalición de izquierdas que nos gobierna corrobore su enorme incapacidad ejecutiva, su falta de cuadros técnicos y su vocación politiquera para administrar los recursos públicos. Y que, al cabo de los cinco años perdidos de este régimen, ojalá el país entienda el desastre que supone votar por la izquierda. La peor derecha es mejor que una izquierda como la peruana, incapaz de alcanzar cuotas de modernidad que en otras latitudes exhibe.

Por su parte, la derecha haría bien en descartar el escenario improbable de la vacancia y abocarse a tareas políticamente más productivas. Solo un escándalo de corrupción que toque directamente al Primer Mandatario la justificaría. La mediocridad del gobierno no es razón suficiente para ello.

La tarea derechista, en consecuencia, debería ser mantener a raya al régimen, evitar cualquier tentación colectivista o autoritaria (ya que goza del poder suficiente para lograr ello), impulsar los cambios que pueda acometer desde el Legislativo, y prepararse para el recambio del 2026 con candidaturas potables, apostando a que sobrevenga un periodo derechista de larga duración que, esta vez sí, haciendo las reformas institucionales pertinentes, conquiste un nivel de desarrollo irreversible del país, blindándolo contra eventualidades disruptivas como las que hemos sufrido este aciago año electoral.

Nota al margen: es política editorial de la dirección de Sudaca que ejerzo, respetar en grado extremo los informes que los reporteros publican con su respectiva firma y responsabilidad. Ello se ha hecho y se hará, escrupulosamente -jamás una nota ha sido censurada desde que Sudaca empezó a existir-, asumiendo que se está ante una exposición veraz de hechos a los que el reportero, con derecho propio, agrega subjetividades editoriales. Respecto de estas cabe, sin embargo, la discrepancia, y me permito ejercerla respecto de algunos acentos de la nota publicada ayer “Hablan los amigos de César Acuña (y otros se corren)” (http://ow.ly/NBzX30s6Zbt), particularmente en el tratamiento del rol jugado estos días por Augusto Álvarez Rodrich. A pesar de su amistad con César Acuña, AAR se ha pronunciado claramente en contra de la sentencia y ha promovido, desde la presidencia de IPYS, duros comunicados al respecto y ha gestado, inclusive, activamente la vigilancia de periodistas el día de la audiencia. No se ha escabullido respecto de este espinoso tema.

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Augusto Álvarez Rodrich, César Acuña, Pedro Castillo, Primer Mandatario

La condena a Christopher Acosta y Jerónimo Pimentel por haber cometido delito contra el honor de Cesar Acuña por unas frases citadas en el libro Plata como cancha (Penguin Random House Perú, 2021) ha sido de inmediato considerada dentro y fuera del Perú como un atentado contra la libertad de expresión. Eso significa que la resolución del juez Raúl Jesús Vega ha puesto en dilema dos derechos humanos que debieran ser complementarios: el derecho al honor que nos otorga nuestra dignidad como personas, y el derecho a la libertad de expresión, a poder hablar libremente sobre los temas públicos que necesitamos identificar para que nadie que esté en el poder saque provecho del resto. De lo contrario, no hay verdadera democracia. 

Si ambos son derechos de toda persona, ¿qué ocurre cuando en casos como este parecen los derechos contradecirse entre sí? ¿Hasta dónde sé es libre para criticar a personajes públicos y hasta qué punto el honor puede ser razón para que un juez castigue a quienes investigan a políticos acusados de abuso y corrupción? He ahí el problema principal de la resolución del juez Jesús Vega que se concentró en proteger el honor de Acuña, ocultando que se trata de la obra fiscalizadora de un periodista que cuidadosamente ha presentado todas sus fuentes de información. Y siendo el sello editorial el que debiera brindar seriedad a la publicación, con total indiferencia, el juez condena también al director, Jerónimo Pimentel. 

Que el juez y el abogado de Acuña, Enrique Ghersi, apelaran al honor para así poder castigar al periodista y a la editorial, resulta pues, sorprendente, dado que se trata de un personaje importante de la política peruana, vinculado a diversos cargos de gobierno y legislación, dueño de universidades, y que, por lo tanto, la prensa y toda la ciudadanía peruana tiene derecho a compartir información que advierta acerca de sus acciones. Así lo entiende la legislación sobre este tema en el mundo entero. El honor solo es recurso cuando se afecta el de una persona en el ámbito privado. A ello hay que sumar (literalmente) que en lugar de haber pedido rectificación de la información, como suele ocurrir con los querellantes de honor ofendido, lo que se ha pedido en esta ocasión es sólo prisión suspendida y dinero como reparación civil. Esto trae pues, una segunda pregunta quizá mucho más importante que la anterior, y es ¿en qué consiste entonces el honor para Jesús, Ghersi y Acuña?

El honor es el derecho a ser respetado por los demás, por eso tiene dos aspectos, uno individual, personal, “cómo la persona se valora a sí misma” en tanto se siente respetada, y el otro, es el de la reputación, de “cómo los demás valoran a la persona”, cuánto la respetan. Y cuando pensamos en Acuña, esta pregunta nos conduce de inmediato a otra contradicción, pues sin duda Acuña tiene una valoración de sí mismo muy distinta de la que tenemos las peruanas y peruanos que hemos tomado conciencia a lo largo de los años de la cantidad de denuncias judiciales que ha tenido en Trujillo y en Lima, de testimonios de funcionarios condenados por corrupción, de la indignante manera en que ha convertido la formación universitaria en un negocio electoral. Cabe añadir las desconcertantes y risibles frases de un hombre que se jacta de haber contratado un equipo cada vez que tuvo que hacer una tesis para que la escribiera por él. 

¿Cómo es entonces que nos valoramos los demás y no Acuña? En casi todas las legislaciones suele aparecer como sinónimo de honor la palabra honra. La honra es el nivel más alto del honor y por eso permite construir en cada sociedad un conjunto de valores vinculados al orgullo. Retornando a la dignidad, podemos identificar que aquello que nos brindan nuestros derechos y nos dignifica como personas es la libertad, es decir, la capacidad de poder decidir y de hacernos cargo de nuestras responsabilidades en relación con los demás, dejando así con estas acciones nuestro honroso legado a la sociedad. ¿Qué honroso legado le debemos a Acuña? ¿Miles de estudiantes manipulados electoralmente? ¿Jueces comprados? ¿En qué honor entonces pensaba el Juez si para él se trataba de una reputación que valía el ingreso mensual del ofendido? Ojalá pronto se escuche la voz de sus estudiantes porque gracias a la libertad de expresión podrán leer el libro, tomar conciencia y protestar por la realidad a la que Acuña los ha conducido. 

 

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“Plata como cancha”, César Acuña, Christopher Acosta

Los meses finales de 2021 han estado llenos de inestabilidad e incluso de temblores políticos en el Perú. Sin embargo, hemos llegado al Verano y los expertos han observado que, con muy raras excepciones, entre las vacaciones del Congreso, el disfrute de la playa de algunos y el padecimiento de lluvias y huaicos de otros, regularmente este es un tiempo en el que no pasa mucho en la esfera pública. Según estas observaciones, en años normales la acción política recién comenzaría nuevamente post Semana Santa, para cobrar volumen y beligerancia en los siguientes meses, típicamente Mayo y Junio, y luego producirse cambios fuertes en Julio, con salidas y entradas de ministros e incluso gabinetes completos. Esto sería parte del año político estándar en el Perú, aunque ya hay señales -por ejemplo, la alta rotación de carteras y despachos- de que 2022 será un año muy particular.

Este año Marzo nos traerá un elemento que podría ejercer mucha influencia en el clima político, dependiendo de cómo se desarrolle: el regreso a clases presenciales por parte de los escolares en todo el país. Todos sabemos, especialmente los padres y madres de familia, que este regreso es impostergable y urgente, pero también es evidente que será doblemente problemático 1) por la necesidad de resguardos que habrá que tomar si arreciara la extensión o gravedad del COVID que nos ha asolado, y 2) por haber salido a flote, por la pandemia, todas las carencias con las que ya veníamos trabajando en nuestro sistema educativo.

Fallas serias en rubros como mejorar la infraestructura para cumplir con los protocolos establecidos, en los procesos de contrato de docentes, en el funcionamiento de las alternativas informáticas a la actividad presencial, en la capacitación de los maestros, o, peor que todo eso, un brote mayor de contagio en escolares, pueden generar descontento y malestar en alumnos, padres, maestros, la opinión pública y por supuesto nuestros políticos, y esto a su vez ahondar en la inestabilidad presente.

Y queda muy poco para Marzo y muchas cosas urgentes que hacer para darle condiciones mínimas al funcionamiento de nuestras escuelas: cumplir con la vacunación de maestros y alumnos, establecer un sistema intra-escuela de alerta constante frente al surgimiento de cualquier foco de COVID, resolver problemas tan inverosímiles como la falta de agua potable en muchísimos centros educativos, etc. El Ministerio y sus instancias, lo mismo que los Gobiernos Regionales, estarán bajo reflectores, y seguramente subirán o bajarán sus bonos según su desempeño en este rubro.

En medio de estas urgencias creo que el paréntesis obligado de la pandemia nos está dando la oportunidad de volver a pensar qué es lo fundamental que aporta la institución escolar a sus estudiantes. Durante muchos años la escuela esencialmente ha servido para dos cosas, como espacio de cuidado de menores en horas de trabajo de los padres, y también como institución de certificación de aprendizajes (un paquete heterogéneo, integrado entre otras cosas por fracciones y quebrados, tropos literarios del siglo de oro, algunas ideas -no siempre acertadas- sobre la evolución de las especies o sobre la física de los nuevos materiales, etc. La lista es inacabable).

Muchas personas se han dado cuenta en estos meses que antes que eso, que sin duda es importante, hay un rol socializador en la escuela, que no se opone, sino que completa la formación en el hogar, que permite a los niños aprender a convivir con sus pares y con otros adultos. Al jugar y compartir espacios se aprende casi sin sentirlo a respetar reglas, planificar actividades, hacerse oír, a ganar y también a perder. En ese sentido educarse es más que recibir un conjunto de cursos de diversa utilidad, es convertirse en persona.

En esta columna intentaremos escribir sobre ese proceso que es complejo, sobre sus problemas y algunas alternativas para solucionarlos, sin olvidar el día presente, pero considerando también apuestas de largo plazo.

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clases presenciales, Verano 2022

Nací en el año 89, lo que quiere decir que soy de esa generación a la cual le tocó vivir los mejores años en términos económicos para el Perú, y que creció escuchando que aquí había oportunidades para los jóvenes. Recuerdo con emoción un discurso de graduación en mi universidad de Gastón Acurio que cerraba diciendo: “Quisiera decirles, en realidad pedirles, que no se vayan del Perú: ustedes son sus hijos más afortunados, sus hijos más preparados. Si salen a estudiar una maestría, regresen. No se vayan: es aquí donde están las oportunidades, es aquí donde está la riqueza, es aquí donde la vida encuentra un sentido. No se vayan porque su pueblo los necesita; el Perú los necesita; la historia los necesita”.

Qué difícil se volvió en los últimos años mantener el optimismo y abrazar las palabras de nuestro querido chef. En un escenario de crisis política, económica y social, que no parece tener cuando acabar, ¿vale la pena mantener la fe en el Perú? ¿Debemos considerar que es nuestro rol como jóvenes luchar y cambiar nuestro país para mejor, o después de estos últimos años es mejor tirar la toalla e irnos?

Es una pregunta difícil, y de seguro la respuesta es personal, y no existe una sola, ni correcta. Argumentos a favor y en contra de quedarse en el Perú deben pasar por la cabeza de miles de jóvenes en este momento.

Por un lado, a pesar de las voces de izquierda que celebran que la economía creció en el 2021, y que este gobierno no ha resultado ser “comunista” o “chavista” (sino solo incompetente), la realidad es que la cosa no viene bien. Para el 2022, la economía crecerá solo 1.9%, la menor tasa en los últimos 13 años*. Este bajo porcentaje se debe principalmente al deterioro de la confianza empresarial, y una inversión privada que proyecta -9%. Evidentemente esto entierra consigo la posibilidad de recuperar los empleos formales perdidos durante la pandemia. 

Para cualquier joven, este es un momento difícil tanto para buscar trabajo como para emprender un negocio. A esto se le suma un gobierno que demuestra día a día incapacidad de mejorar, o de implementar si quiera algunas de las banderas tradicionales de la izquierda, como la mejorar de los servicios públicos. Durante el 2021, la inversión pública no llegó a un % de ejecución mayor a 45% en ninguna región*, y las cuestionables designaciones a todo nivel de gobierno no auguran una situación mucho mejor para el 2022.  Ante este escenario, muchos jóvenes talentosos consideran que podrán encontrar mejor calidad de vida para ellos y sus familias en otros países, y han migrado, o están buscando hacerlo, con justa razón. 

Por otro lado, estamos los necios optimistas. Quienes pensamos que los países que hoy se consideran desarrollados, lo son en parte porque en algún momento de su historia, sus ciudadanos lucharon y trabajaron para que así sea. Alemania y Japón son ejemplos de países que lograron reconstruirse luego de situaciones muy duras de guerra. Los países bálticos, por ejemplo, pasaron de ser comunistas y extremadamente pobres durante la existencia de la Unión Soviética, a ser las economías más prometedoras de Europa, gracias a sus políticas anticorrupción y de libertad económica. Pero ningún país (u otro tipo de organización) se construye, o reconstruye solo. Se necesitan personas dispuestas a trabajar en ello. Y las preguntas pertinentes son las mismas que surgen cada vez de que nos enfrentamos a una situación que quisiéramos que cambie: si no soy yo, ¿quién? Si no es ahora, ¿cuándo? *, ¿quién va a trabajar por este país si no son sus propios ciudadanos? ¿alguien lo va a hacer por nosotros? El Perú, como bien dijo nuestro maestro cocinero hace más de 10 años, necesita más que nunca que no le perdamos la fe. 

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

** Fuente: IPE

*** Tomado del discurso de Emma Watson en la ONU, 2014. 

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crecimiento económico, Desarrollo, Perú, Reflexiones para el desarrollo

La Corte Suprema y la Junta Nacional de Justicia tienen que hacer un trabajo urgente de fiscalización y sanciones a muchos fiscales y jueces de primera instancia, que cuando se abocan a ver casos vinculados a la libertad de prensa, muestran una ignorancia absoluta de las protecciones legales de los periodistas, sus garantías constitucionales y sus prerrogativas profesionales.

Lo acabamos de ver en la absurda y abusiva sentencia recibida por el periodista Christopher Acosta y el editor Jerónimo Pimentel, por obra y gracia del juez Jesús Vega, condenados ambos a dos años de prisión suspendida y al pago de cuatrocientos mil soles de reparación civil, luego de una querella planteada por César Acuña. Ha bastado escuchar los argumentos del juez para darse cuenta que no entiende absolutamente un ápice -o lo entiende muy bien y es motivado por otros afanes- de los márgenes jurídicos que garantizan el ejercicio periodístico.

Algo similarmente escandaloso ocurrió hace algunos días, cuando una bufalesca montonera de policías y fiscales allanó la vivienda del periodista Pedro Salinas, por una querella interpuesta por un aparente turiferario sodálite que ha buscado un despropósito para amedrentar al periodista. En este caso, el solícito fiscal contra la libertad de prensa se llama Reynaldo Abia.

He tenido a lo largo de mi carrera periodística casi una veintena de querellas, todas perdidas en primera instancia y luego ganadas en instancias superiores (salvo una, que se halla en revisión en estos momentos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dada su grosera improbidad). Hay un tic autoritario, antilibertario, inscrito en el ADN procesal de los jueces de primera instancia que es menester corregir rápidamente, porque constituyen una serísima amenaza a la libertad de prensa.

En el Perú ya no es el poder gubernativo, como suele suceder, el que amedrenta a la prensa. Son también poderes fácticos los que aprovechando su enorme influencia y poder, atarantan o seducen a magistrados para que fallen venalmente, como en los casos mencionados.

Se espera que en segunda instancia estos groseros dislates contra la libertad de prensa sean corregidos y la sociedad peruana no vea coartada una de las mayores libertades que una democracia debe exhibir. No es un fallo, no son uno o dos periodistas los afectados. Es la democracia en sus fundamentos la que ha sido magullada estas horas.

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“Plata como cancha”, César Acuña, Christopher Acosta, Libertad de prensa

Anoche Canal N presentó un panel supuestamente conformado por expertos para discutir la situación del Perú respecto de la pandemia. Entre los invitados se encontraban el doctor Magno Santillana, quien, como reporta Salud con Lupa, es miembro del grupo anticientífico Organización Mundial para la Vida (OMV), que promueve el dióxido de cloro y está en contra de las vacunas. 

Darle tribuna a este señor es un error. Estamos en medio de una emergencia sanitaria, y difundir puntos de vista como los suyos contribuye a generar desinformación, y esto a su vez tiene consecuencias negativas directas. 

Cierto estilo de sociología filosófica mediocre ha hecho que la gente le tenga miedo a la palabra ‘verdad’, y ahora creen que lo correcto es decir que ‘todos tienen su verdad’. Este eslogan/cliché que inicialmente denotaba apertura de mente ha devenido en la bandera de los obstinados por excelencia: ya que yo tengo mi propia verdad, nada que tú me digas me va a hacer cambiar de opinión, y si yo creo que el dióxido de cloro funciona, pues ya está, funciona para mí.  

Un periodista serio no invita a un terraplanista a discutir con un astrónomo ‘para que el público saque sus propias conclusiones’. Si el periodista es serio, entonces a) tiene muy claro que la tierra no es plana, y b) invita a personas que puedan explicar por qué la tierra no es plana. No hay que tener miedo de decir que la tierra no es plana, así como no hay que tener miedo de decir que las vacunas funcionan. 

Ahora bien, frente a esto uno podría responder que no es que el periodista no creyera en las vacunas, sino que su razonamiento fue algo así como que la mejor manera de aclarar un mito es haciéndolo explícito: al invitar a una persona como Santillana se les da la oportunidad a los expertos de verdad de explicar con detalle por qué las ideas de Santillana no tienen sustento alguno. Es decir, la razón para invitar a Santillana sería exponer la precariedad de sus argumentos, y de esta manera ayudar a que las personas que fueron persuadidas por él rectifiquen su error. En ese sentido, Santillana sería un simple objeto pedagógico, un pallasín, un títere, una piñata cuyo único objetivo es estar ahí para ser demolido. 

Esto, lamentablemente, no funciona así. El señor Santillana no va a dejar nunca que lo traten como piñata, se va a defender y entonces va a intentar ensuciar la discusión con mentiras, o medias verdades, e interrupciones. 

¿Pero qué hacer entonces, si queremos ayudar a aclarar las confusiones del público? Es muy sencillo. El periodista mismo debe leer las tonterías de Santillana, resumirlas en preguntas concretas, y hacérselas él mismo a un científico serio, y no parar de preguntar hasta que no considere que las explicaciones han quedado claras para todos. No hay ningún problema en discutir ideas, por más absurdas o extravagantes que sean. Es más, dado que estas ideas son compartidas por un grupo significativo de la población, es en cierto modo un deber el ayudar a aclararlas. Pero lo que no se puede hacer es contribuir a que personas no calificadas o abiertamente mentirosas utilicen la señal abierta para difundir tonterías. 


* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. 

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Canal N, Filosofía, sociología

Las elecciones regionales y municipales de este año trae consigo una serie de análisis sobre qué discursos utilizarán los candidatos. Para este artículo me centraré en el caso limeño, bastión de la oposición al gobierno de Pedro Castillo. 

José Carlos Requena en su reciente artículo señala que estas elecciones subnacionales podrían o continuar como una política vecinal a escala regional o como un plebiscito de apoyo o no al régimen (El Comercio, 06/01/22). Razón no le falta al precisar ello. Como lo señalé hace unos meses por este medio: y es que el contexto político en el que nos encontramos es de transitar entre la ideología y la improvisación del actual gobierno. 

Sobre este contexto, para el caso de Lima, los actores políticos vinculados a la oposición política deben hacer un esfuerzo por llegar a un acuerdo para afrontar los vaivenes de Pedro Castillo que afecta severamente a la economía y estabilidad política del país. 

A través de la historia del Perú, hubo momentos políticos en los que se pudo llegar a acuerdos para afrontar una elección. Uno de ellos fue el Frente Democrático del año 1945 en la que el Apra endosó apoyo a Bustamante para llegar al gobierno. El otro episodio la podemos encontrar el año 1956 en la que también el Apra endosó votos a Prado para que aperturase el escenario político. El otro la podemos encontrar en la alianza gubernamental entre Acción Popular y el Partido Popular Cristiano durante el primer gobierno de Fernando Belaunde Terry. Antecedentes hay. 

La situación en la que nos encontramos precisa de reconstruir la oposición política -a través de alianzas coyunturales- para que el gobierno deje de estar en ese vaiven en la que se encuentra para que pueda así otorgar certidumbre a los inversores y a la ciudadanía en general sobre las políticas de gobierno en torno a la sensatez. 

Recordemos que el mundo precisa de comodities (léase cobre y litio) a precios altos que actualmente el país posee. De aprovecharse este escenario contribuiría a mejorar nuestra actual situación económica que afecta necesariamente el rumbo político y social del país. 

Para terminar, es necesario también que este escenario nos genere la posibilidad también de poder debatir sobre los alcances y límites que ha tenido la descentralización en el país y sus reformas correspondientes. El contexto lo exige. 

 

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2022, actores políticos, Elecciones distritales, elecciones municipales, elecciones regionales, política peruana
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