Pero, calma, no pretendo asustarte. Ciertamente muchos de estos ejemplos son descabellados. Pero la intención es revelar que actualmente no hay límites al poder que pueda tener una posible AC; y ese es el problema (para los demócratas).
Quizás es por eso que vemos que los partidarios de una AC no parecen tener claridad de los cambios puntuales que se requieren en una nueva constitución, o si siquiera estos cambios tendrían efecto sobre los problemas que intenta resolver. Tal vez es por eso que incluso vemos pedidos por incluir textos que ya se encuentran en la actual constitución. Puede que sea por eso que no parece importante identificar cómo atender mejor las necesidades relegadas de peruanos abandonados por el sistema, o resolver las disfuncionalidades del proceso político cada día más polarizado y saboteado. A lo mejor es por eso que escuchamos a las voces más elocuentes enfocar su discurso en el proceso de convocar al poder constituyente, por encima del resultado: lo que están pidiendo es el poder absoluto.
Y en una democracia, el poder constituido jamás entrega el poder absoluto por las buenas.
Pero es importante rescatar el pedido legítimo por un país más justo, con menos desigualdades, desarrollo descentralizado y mejor calidad de servicios públicos. La gran mayoría de nosotros tenemos buenas intenciones y buscamos cambios constitucionales que dirijan el país a mejor puerto. Pero estos cambios son identificables y posibles mediante los mecanismos que el poder constituido posee. Incluso, es posible agregar un mecanismo de reforma total a través de una Convención Constitucional (como Chile); reglamentando los límites de su poder, su conformación y sus procesos. Es por eso que lo más defendible de la constitución que llegamos a tener es que, lejos de ser perfecta, es perfectible. Te invito a la discusión de qué requiere reforma y dedicaré mi próximo artículo a lo que considero que son las reformas más urgentes.
*Fotografía perteneciente a un tercero