Opinión

Según la última encuesta del IEP, la diferencia a favor de Castillo se acrecienta. En la anterior medición, le llevaba 6.9 puntos, ahora la brecha se ha ampliado a 10.4 puntos.

Lo llamativo es que ambos candidatos suben en casi todos los segmentos (salvo la caída de Castillo en el oriente y la de Keiko en el Perú rural). La clave está, al parecer, en la reducción de los indecisos: los blancos/nulos se reducen de 23.6% en la anterior medición a 12.8% en la actual, y ese margen lo habría cosechado con creces el candidato de Perú Libre, consonantemente con el aumento simultáneo de los antivotos. Castillo pasa del 35 al 37% de gente que definitivamente no votaría por él y Keiko trepa de 47 a 50%.

Donde más crece Castillo es en el sector rural (13.2 puntos), norte (10.2), sur (12.9) y D/E (10.7). La candidata de Fuerza Popular, por su parte, lo hace en Lima metropolitana (7.4), Perú urbano (8), centro (13.7) y también en el D/E (5.7).

Castillo le llevaba en el norte 8.3 puntos, ahora la supera a Keiko por 18 puntos. En el sur la diferencia era de 29.7 puntos, ahora es de 42.2; en el sector C se distanciaban por 3.1 puntos, ahora por 9.2; en el D/E le llevaba 19.4, ahora 24.4. Solo en el centro se ha reducido de 19.9 a 14.9 y en el Perú urbano, de 13.8 a 11.2 (sin contar Lima metropolitana o el A/B, únicos segmentos donde gana Keiko).

Estaría funcionando la estrategia estilo Frepap que Castillo desplegó en la primera vuelta (mítines relámpago, trabajo en redes sociales y evitamiento de la prensa tradicional) y ha reiterado en la segunda. Keiko, por su parte, no logra enganchar un discurso antisistema con su defensa del modelo (la mayoría de gente quiere cambios en el modelo, aun los que quieren mantenerlo).

Por cierto, es impresionante el voto duro castillista, refractario a cualquier contracampaña. No hay denuncia que lo toque ni error que lo afecte. Tiene un teflón de titanio. En esa línea, si se le quiere ganar la elección, ello, al parecer, no pasa por atacarlo o golpear sus flancos débiles sino, más bien, por enfilar las baterías hacia el bolsón de indecisos o dudosos que todavía no se inclinan por uno u otra.

Todavía no está definida la elección. En el 2010 y en el 2016, a estas mismas alturas de la contienda Keiko le ganaba la elección a Ollanta y Kuczynski respectivamente, con relativa holgura, y al final los resultados le fueron adversos. Pero hay tarea por hacer. Y mucha, para las dos semanas que restan, donde hay dos debates cruciales en el medio (hoy el de equipos técnicos y el próximo domingo el definitorio entre ambos candidatos).

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

La verdad, ya estoy un poco harta. Con motivo de mi columna de la semana pasada sobre “Castillo y la cultura” se me han venido encima personas que conozco y que pensaba que mantendrían al menos un mínimo de respeto a la hora de tratar de rebatirme. No digamos ya los desconocidos que han enfilado armas para llamarme de todo, desde terruca hasta ingenua. ¿Y por qué? Simplemente por expresar mi opinión, ni más ni menos. Y no se trata de algo nuevo. Mi apoyo al profesor Pedro Castillo es conocido desde hace un buen tiempo, incluso antes de la primera vuelta.

Tampoco es un secreto que soy de izquierda, pero no de esa izquierda que votó apasionada por Verónika Mendoza y que ahora se pone la camiseta del lápiz entusiastamente. Bien por ellos, pues han entendido que las luchas del pueblo deben estar por encima de partidarismos y que hay que apoyar la unidad. Sin embargo, esto no significa que ni ellos ni yo aceptemos incondicionalmente todo lo que diga el profesor Castillo. La crítica constructiva debe tener su lugar bajo cualquier régimen político y debe buscar ampliar los horizontes para que todos, mujeres y minorías sexuales, no vean menoscabados sus derechos.

Por eso, volviendo a lo principal, quiero decir que la reacción de aquellos que apoyan a la candidata Keiko Fujimori ha sido y sigue siendo penosa. El grado de agresividad, inquina y bajeza humana entre quienes se supone cultos y educados me ha revelado los niveles a los que puede hacer llegar el pánico a algunas personas.

Ese miedo sembrado por la mayoría de medios de comunicación, augurando una noche sombría de comunismo, pobreza y destrucción de la democracia si sube el profesor Castillo al poder ya llega a niveles francamente irracionales. Es un miedo surgido también del temor a perder los privilegios que algunos sectores han ampliado o adquirido durante estas tres décadas de neoliberalismo peruano. Por encima de ello, es un temor a que la república criolla fundada en 1821 se convierta en una república mestiza con fuerte raigambre indígena. Y ahí el racismo consuetunidario de muchos limeños y algunos sectores de provincia juega un papel fundamental.

El pánico de esos sectores lleva a justificar los crímenes probados del clan de los Fujimori, hasta el punto de hacer aparecer como aceptable para la democracia a personajes que sabemos a ciencia cierta no tienen vocación democrática, sino que usan la democracia para provecho propio y para afianzar un modelo autoritario. ¿O creen sus partidarios que los crímenes de los años 90, con sus secuestros, asesinatos de periodistas, esterilizaciones forzadas, robos, sobornos, las ansias de perpetuarse en el poder y otras joyitas del fujimorato no se van a repetir si sube la candidata Fujimori?

Por otro lado, para neutralizar ese pánico que causa la candidatura del profesor Castillo y su eventual triunfo hay que desmitificar el fantasma del comunismo. Cualquiera que examine su plan político sabrá que se trata de un modelo de capitalismo con mayor control del estado sobre los recursos naturales y una agenda de industrialización. De ahí al comunismo hay un largo trecho.

Y no hay nada verdaderamente radical en eso. De lo que se trata es de redirigir el modelo económico hacia un estado de bienestar renegociando los términos de las ganancias estatales frente a la inversión para implementar políticas de salud y educación que incluyan a los grandes sectores olvidados. Es una simple cuestión de inversión a largo plazo. El futuro del país requiere que nuestros niños y adolescentes reciban mejores oportunidades.

Si eso les causa pánico a algunas personas, mejor tomen su valeriana.

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Elecciones 2021, Izquierda, Pedro Castillo

A mí me parecía claro que el ascenso de Keiko Fujimori en las encuestas iba a frenarse y revertirse, y que los números de las estadísticas iban a retomar una ventaja, más o menos holgada, en favor de Pedro Castillo. Fueron varios los motivos de mi razonamiento:

El primero es que entendí la arrolladora campaña contra Castillo y en favor de Fujimori como una ofensiva militar que me recordó bastante la estrategia de las trincheras de la Primera Guerra Mundial. En ella, las ofensivas podían durar meses pero finalmente se agotaban y daban lugar a la contraofensiva del contrario. En realidad, se trataba de ataques bastante inútiles. Las trincheras demostraron ser, para la época, una tecnología defensiva casi inexpugnable. El atacante, en su despliegue, apenas lograba avanzar unos metros sobre el frente enemigo y luego debía soportar su contrataque.

En nuestro caso, se ha atacado tanto, y de manera tan artera y sistemática a Pedro Castillo, que ya no hay mucho más que agregar que no suene a perogrullada. A esto se suma el tufillo clasista de la embestida que, llegado a un punto, lo que está motivando es la solidaridad de importantes sectores de la población, principalmente D y E, con un hombre que, no lo olvidemos, es visto como representante de los sectores populares, como un maestro de escuela rural pública. Un meme muy difundido pregunta peyorativamente ¿le entregarías la educación de tu hijo a un hombre como Pedro Castillo?, lo que ignoran los autores y difusores de ese meme es que la mayoría de profesores y profesoras de nuestras escuelas rurales son como Pedro Castillo, o son Pedro Castillo, y es allí donde se manifiesta, una vez más, nuestro secular desentendimiento.

Por otro lado, el fin de semana pasado, la actuación de los candidatos me pareció clave para motivar un cambio en las tendencias electorales. Vi a Keiko Fujimori solitaria en Santa Mónica, como coqueteando con el futuro, y a Pedro Castillo, medio triunfal, atravesando las calles de la Victoria, en olor a multitud; y vi algo más: las masas que acompañan a Castillo son masas convencidas, militantes de un instante, de la situación, de su oposición ocasional a los poderes fácticos, pero militantes al fin y al cabo, y en tanto que tales poseedoras de la voluntad de convencer a sus pares con mejores argumentos que el terror a que el profesor Tacabambino se metamorfosee en Abimael Guzmán si llega a Palacio.

Asimismo, la presentación de los equipos técnicos debe estar, en estos momentos, jugando un rol importante en todos aquellos, que militantes de la primera fuerza política del Perú (el antifujimorismo), conservadoramente no se animaban a apoyar al profesor Castillo, al verlo rodeado de esos hombres de camisa blanca y cuello rojo, encabezados por el inefable Vladimir Cerrón. Pero ahora están Modesto Montoya, Anahí Durand, Avelino Guillén, Juan Pari, Pedro Francke, la sorprendente Dina Boluarte y otros técnicos de primer nivel. Se trata de un equipo en el que, además, la apuesta por la ciencia y la educación se destaca nítidamente.

Finalmente, ayer marchó y se activó el antifujimorismo, que es el factor que debía presentarse tarde o temprano. Las manifestaciones han sido multitudinarias y es posible que terminen por decantar a la juventud que sacó a Merino de Palacio, en favor del profesor del lapicito. De alguna manera, los espíritus de Inti y de Brian se unen a la causa y poco podrá hacer Keiko Fujimori, en el tiempo que le queda, para convencernos de lo que tendría que convencernos: de que no es Keiko Fujimori.

El Perú no es la caja de pandora, es aún más enigmático, pero así como van las cosas, la suerte parece estar tan echada como lo estuvo al día siguiente de la primera vuelta del 11 de abril, cuando nada nos hacía pensar que Pedro Castillo pudiese perderse en su ruta hacia Palacio de Gobierno. La ofensiva de los poderes fácticos ha sido demoledora, pero su poder destructivo ya no es el de hace unas semanas. Tras su devastador bombardeo, las fuerzas del profesor comienzan a avanzar de nuevo.

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Elecciones 2021, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

La encuesta de Datum ha sorprendido, porque todo hacía suponer que las tendencias eran que Keiko se siguiese acercando a Castillo y no ha ocurrido así. En el simulacro de Datum, el candidato de Perú Libre pasa de 44.4 a 45.5% y la candidata de Fuerza Popular cae de 40.8 a 40.1%, una ligera caída. En la encuesta, Castillo sube de 42 a 44.9% y Keiko de 40 a 40.1%.

Lo significativo en términos estadísticos es el crecimiento de Castillo en el centro (sube de 61 a 70% y Keiko cae de 25% a 18.6%), pero lo más incidente es el movimiento en el sector E, donde Castillo pasa de 51 a 55.1% y Keiko se desploma, de 34 a 26.5%. Como dato adicional, según la encuesta es en el E donde hay mayor número de blanco, viciado, no sabe, llegando al 18.4% de este sector poblacional.

Lo que demostraría esta encuesta es que Keiko tiene una tarea urgente en el sector E (al centro se ha dirigido hoy desafiando a Cerrón), y al respecto parece quedar claro que no basta con mensaje vinculados a programas sociales o con respaldos aparentemente populares como los de los jugadores de la selección de fútbol.

El mensaje de las encuestas es claro. La mayoría está a favor del modelo, pero quiere cambios. Según la medición de Ipsos, el 54% quiere mantener el modelo, pero con cambios, y solo el 32% quiere cambios radicales.

Pues hasta el momento no se le oye a Keiko Fujimori decir qué cambios propone al modelo. Y encuestas anteriores se veía que la población identificaba los cambios al modelo, no desde el punto de vista económico, sino que lo atribuía a temas como corrupción, educación y salud. No se escucha un claro plan de ambos sobre la materia, pero la urgida de mostrarlos es Keiko, que todavía está abajo en todas las encuestas.

Keiko está obligada a realizar un milagro del marketing político, como es lanzar el mensaje de que defiende el modelo y a la vez desplegar una narrativa antiestablishment, que le permita llegar a los sectores D y, sobre todo, E, que es el que menos se ha beneficiado del modelo, además ha pasado por el apocalipsis de la pandemia, tiene toda la razón del mundo para estar irritado por el statu quo, y está dispuesto a dar el salto al vacío y respaldar a alguien como Castillo que propone un cambio radical.

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

El 15 de marzo de este año el Vaticano, a través de su órgano inquisitorial, la Congregación para la Doctrina de la Fe, emitió un comunicado sobre la siguiente pregunta: «¿La Iglesia dispone del poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo?» La respuesta fue negativa. Aunque indignante, era de de esperarse, dada la tradicional postura discriminatoria y anticientífica que la Iglesia mantiene sobre la homosexualidad.

Lo más irritante, incluso para muchos creyentes católicos, fue la manera de fundamentar esta decisión: «no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo. La presencia en tales relaciones de elementos positivos, que en sí mismos son de apreciar y de valorar, todavía no es capaz de justificarlas y hacerlas objeto lícito de una bendición eclesial, porque tales elementos se encuentran al servicio de una unión no ordenada al designio de Dios». La Iglesia «no bendice ni puede bendecir el pecado: bendice al hombre pecador, para que se reconozca como parte de su designio de amor y se deje cambiar por Él».

En otras palabras, la orientación homosexual, que la psicología moderna sacó desde hace ya tiempo del catálogo de trastornos o enfermedades mentales, sigue siendo considerada por la Iglesia como una anomalía en el mundo creado por Dios. O peor aún, como algo que el mismo Dios rechaza.

Se trata de una doctrina basada en un puñado de textos bíblicos interpretados sin considerar el contexto histórico y social de su época. Aplicando la misma metodología deberíamos considerar no sólo la homofobia, sino también la misoginia, la esclavitud, la pena de muerte, el genocidio de pueblos enteros como cosas queridas por Dios sólo porque en tiempos bíblicos se consideraban como normales y aceptables.

Y no es que el texto de esta declaración vaticana incite explícitamente al odio y a la discriminación de los homosexuales. Sin embargo, el lenguaje suave y aterciopelado que emplea no da lugar a confusiones. Con su llamado a la comunidad cristiana y a los Pastores «a acoger con respeto y delicadeza a las personas con inclinaciones homosexuales» se nos da a entender que ser homosexual es para la Iglesia un problema, una aberración, una mancha en ese espejo de perfección y pureza que debería ser la Iglesia según la jerarquía católica. Es claro que para esta gerontocracia —o gobierno de carcamales— los homosexuales no merecen un trato normal —como el que se le concede a cualquier hijo de vecino— sino que, además del respeto debido, deben ser tratados con “delicadeza”, es decir, con un cuidado especial que sólo revela la hipocresía de quienes dicen practicarlo.

El problema abarca mucho más que la simple homosexualidad. El meollo está en la moral sexual de la Iglesia católica, que se ha quedado anclada en esa visión ya superada de que las relaciones sexuales sólo son lícitas, no sólo si expresan amor, sino también si incluyen una necesaria vinculación o apertura a la reproducción del género humano. Todo lo que se salga de este parámetro reproductivo, por más que sea expresión de amor y comunión humana, es condenado como pecado, olvidando que el libro más sexual de la Biblia, un poema de amor apasionado conocido como el Cantar de los Cantares, no menciona para nada la reproducción humana en sus imágenes cargadas de explícito erotismo.

Para completar el cuadro de la infamia, se debe tener en cuenta lo que el periodista francés Frédéric Martel señala en su libro de investigación periodística “Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano” (2019): que un alto porcentaje del clero católico —incluyendo presbíteros, obispos y cardenales— es homosexual, no sólo plátonico sino practicante. De lo cual se puede concluir que los dardos de la actual doctrina católica sobre la homosexualidad sólo se dirigen hacia aquellos gays que han salido del clóset. Mientras eso no ocurra, se puede escalar posiciones en la jerarquía católica, manteniendo los amores prohibidos ocultos detrás de la fastuosidad de los ritos y de las proclamas a favor de la familias compuestas exclusivamente por padre y madre unidos en santo matrimonio y, en lo posible, abiertas a una progenie numerosa. Lo cual deja al margen a una inmensa multitud de seres humanos, que han formado familias que no se ajustan al modelo tradicional pero que se asientan sobre un amor auténtico y sincero.

Como respuesta a esa ceguera de la cúpula vaticana ante el hecho positivo y enriquecedor de las uniones homosexuales, ha surgido en Alemania el movimiento “Liebe gewinnt” (“El amor gana”), que comenzó organizando el 10 de mayo una maratón de servicios religiosos en alrededor de 100 iglesias de toda Alemania para impartir a todas las parejas que se presentaran —tanto hetero como homosexuales— la bendición de Dios. A este proyecto se han unido muchos párrocos y obispos, que mantienen una legítima objeción de conciencia ante la retrógrada e injustificada decisión tomada en el Vaticano.

La página oficial de esta iniciativa resume así su visión, expresada en una declaración oficial: «Ante la negativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe de bendecir uniones de parejas homosexuales, elevamos nuestra voz y decimos: Bendeciremos y también acompañaremos de aquí en adelante a personas que se comprometen en una unión vinculante. No les negamos la celebración de una bendición. Hacemos esto dentro de nuestra responsabilidad como agentes pastorales, que les prometemos a seres humanos en momentos importantes de su vida la bendición que sólo Dios obsequia. Respetamos y apreciamos su amor, y creemos, además, que la bendición de Dios está con ellos. Ha habido intercambio abundante de argumentos teológicos y de nuevos conocimientos. No aceptamos que una moral sexual discriminatoria y anticuada sea puesta sobre las espaldas de las personas y socave nuestra trabajo pastoral con las almas».

Ya el Papa Francisco parecería haber tomado distancia, tímida aunque clara, del pronunciamiento de la Congregación para la Doctrina de la Fe en una carta del 23 de abril dirigida al P. Michael Brehl, Superior General de la Congregación del Santísimo Redentor, con ocasión del 150 aniversario de la proclamación de San Alfonso María de Ligorio como Doctor de la Iglesia, donde dice que «el anuncio del Evangelio en una sociedad que cambia rápidamente requiere la valentía de escuchar la realidad, para educar las conciencias a pensar de manera diferente, en discontinuidad con el pasado».

¿Podrá dar la Iglesia católica ese paso de discontinuidad con un pasado  salpicado de abusos, discriminaciones y crímenes que ponen en duda su pretensión de ser santa? Eso recién lo veremos en el futuro. Mientras tanto, muchos pastores de almas en Alemania ya han dado el primer paso al bendecir las uniones homosexuales de personas que quieren dar testimonio de un amor sincero y participar de una comunidad cristiana que los acepte tal como son.

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Catolicismo, Iglesia, Religión

Desde la década de los sesenta, se conocieron como «bootlegs» a aquellas grabaciones que salían al mercado sin la autorización de casas discográficas y artistas. Se trataba de una actividad esencialmente ilícita que aprovechó los vacíos legales y dificultades logísticas que impedían su fiscalización para establecerse como práctica común en la industria musical, reconocida y aceptada –a veces a regañadientes, a veces con entusiasmo- por los mismos artistas, que consideraban a estos álbumes no autorizados como una prolongación de sus discografías oficiales, útiles para fines de difusión y propaganda, a pesar de generar ganancias de las cuales no recibían ningún porcentaje.

Prácticamente todos los grandes nombres del pop y el rock de la era dorada del vinilo (entre 1969 y 1989) tuvieron que padecer la aparición permanente de estos bootlegs, prensados por compañías independientes y pequeñas pero que tenían el suficiente presupuesto para lanzar productos con las mismas características de los álbumes legales (empaques, artes de carátula, impresiones, sistemas de distribución). El sello Trade Mark Of Quality (TMOQ), fue el principal productor de bootlegs, con base en Los Angeles.

Los bootlegs siempre han sido muy estimados entre melómanos y coleccionistas, particularmente porque ofrecen, de manera clandestina y sin consecuencias, aquello que nunca estuvo destinado a su comercialización, con la finalidad de satisfacer esa pulsión transgresora de tener lo que nadie más tiene. Más que una copia «pirata» de una producción pre-existente, un bootleg es un disco aparte, con material inédito, exclusivo (conciertos, tomas alternas filtradas, singles jamás publicados). Oro en polvo para fanáticos.

El vocablo en inglés «bootleg» –literalmente “pierna de bota”- tiene su origen en una de las estrategias de contrabando más utilizadas durante la llamada era de la prohibición en EE.UU. (1920-1933), en que se castigaba duramente el comercio de bebidas alcohólicas: esconder las botellas en botas altas, técnica que, a su vez, habría sido inventada por soldados durante la guerra de secesión (1861-1865). Con el tiempo, la palabra se usó para denominar a cualquier producto comercializado ilícitamente, convirtiéndose luego en un membrete paraguas para las grabaciones sin licencia (vinilos, cassettes, discos compactos o cualquier otro soporte sonoro).

El primer bootleg del que tenemos noticia fue un disco doble de Bob Dylan, Great white wonder, publicado en 1969 por TQOM Records, especializado en esta clase de lanzamientos (también editaron bootlegs de los Beatles, los Rolling Stones, Neil Young, Jimi Hendrix y un largo etcétera). Podemos citar dos casos históricos y paradigmáticos de reacciones opuestas a esta práctica que llevó a otro nivel el conocido adagio “piratea y difunde”: The Grateful Dead y Frank Zappa.

Por un lado, el sexteto californiano, símbolo del hippismo, conocido por sus larguísimos conciertos e improvisaciones que jamás se repetían, estimulaba a sus seguidores a grabar los recitales para luego convertirlos en cintas que intercambiaban entre ellos para compararlas. Literalmente, miles de cassettes no oficiales de la banda circularon por todo el país, a veces de manera gratuita, y hasta hoy se cotizan en internet a altas cantidades.

En la otra orilla, el guitarrista, compositor y líder de The Mothers Of Invention detestaba los bootlegs. Frustrado por la cantidad de LPs que se prensaban sin su autorización por todas partes, abrió una línea telefónica para pedir a sus fans que le avisaran de cada lanzamiento clandestino del que tuvieran noticia. Ante la inacción del FBI, el músico recopiló 16 bootlegs, publicados entre 1967 y 1982 y los lanzó, a través del sello Rhino Records, en dos boxsets titulados Beat the Boots (1991 y 1992). En el 2009 apareció una tercera caja de esta serie, esta vez en formato digital a través de Zappa Records, con más grabaciones no oficiales de distintas épocas.

Con el retorno del vinilo como soporte discográfico, también ha regresado la subcultura del bootleg, corregida y aumentada por las diversas herramientas que ofrece actualmente la tecnología. Además de vinilos no autorizados, circulan por la web archivos descargables, mp3, videos de YouTube de artistas modernos, desde Kanye West hasta The Weeknd. La reciente aparición de un vinilo de 7” y 33 RPM, que contiene las dos canciones que la banda argentina Soda Stereo registrara en inglés, hace más de treinta años, como parte de un proyecto fallido de ingresar al mercado anglosajón, nos pone a la vanguardia de esta renovada tendencia de compra-y-venta de música no oficial. Pero, ¿de dónde salieron esas grabaciones?

En 1987, el trío conformado por Gustavo Cerati (voz, guitarras), Héctor «Zeta» Bossio (bajo, coros) y Charly Alberti (batería) era considerado, de lejos, el grupo más importante de rock en nuestro idioma. Claro, también estaban los Hombres G (España), Los Prisioneros (Chile) o El Tri (México), todos muy populares aquel año, pero ninguno se acercaba lo suficiente como para destronar a Soda. Digamos que, para usar una metáfora alusiva a nuestros tiempos de segunda vuelta electoral, ni las más amables encuestadoras ni toneladas de campañas mediáticas y columnas de opinión habrían sido capaces de hacer que alguno de ellos lograra un empate técnico ni mucho menos superar a la entente gaucha.

Recuerdo que, por esas épocas, cuando los DJ más conocidos y los críticos especializados más leídos describían el sonido de Soda Stereo, lo hacían comparándolo al de bandas anglo post-punk y new wave como The Cure, The Cars, Tears For Fears e incluso nombres menos comunes en los rankings locales como Echo & The Bunnymen o Simple Minds. En medio del más grande auge comercial del rock en español, que generó escenas extremadamente localistas en cada país de Latinoamérica, la sofisticación y espíritu cosmopolita que los bonaerenses habían mostrado con sus tres primeros LP -Soda Stereo (1984), Nada personal (1985) y Signos (1986)- los convirtió en serios candidatos a ser los primeros en trascender las barreras idiomáticas para ingresar a las ligas mayores del rock. Muchos imaginaban a Soda Stereo cantando en inglés. ¿Cómo sonaría?

La respuesta a esa interrogante se resolvió hace algunos años, cuando un cibernauta subió al YouTube subió las grabaciones que Soda Stereo hizo, en Londres, en algún momento entre 1986 y 1987, de dos canciones con letras traducidas al inglés. Se trata de Cuando pase el temblor y Juego de seducción, que Cerati y compañía grabaron en inglés animados por el productor y DJ británico Eddie Simmons, con la finalidad de abrir camino al grupo en las emisoras y discotecas de la Rubia Albión, con miras a preparar un disco completo en el idioma de Shakespeare y los Beatles. El proyecto nunca cuajó -los programadores de la BBC no mostraron mayor entusiasmo- y las canciones jamás salieron al mercado, pero de inmediato su existencia se convirtió en una inasible leyenda urbana. Hasta ahora.

Las versiones, tituladas When the shaking is past y Game of seduction, son una especie de Santo Grial para los coleccionistas de todo lo relacionado a Soda Stereo. Usando las pistas originales grabadas para el LP Nada personal, Gustavo Cerati canta, con una pronunciación bastante aceptable aunque con poca convicción, las traducciones que él mismo hizo de estos dos títulos de su repertorio clásico. Casi una década después de estar disponibles en YouTube, ambas canciones han sido prensadas en vinilo y puestas a la venta, sin carátula y con una tipografía bastante elemental, en el portal The Noise Music Store Perú, a un precio desproporcionado si tomamos en cuenta que son solo dos canciones, como los recordados singles o “discos de 45” del pasado. Este detalle monetario, por supuesto, no es inconveniente para los más fanáticos del terceto, disuelto originalmente en 1997. Aunque el sonido ha sido mejorado digitalmente, el resultado final no alcanza la misma contundencia de las versiones originales que todos conocemos. De hecho, en su momento, el mismo Cerati reconoció que estas grabaciones quedaron «bastante flojas».

Aún no se conoce la opinión de la familia de Gustavo Cerati, compositor de ambos temas, fallecido en el 2014, ni de los restantes miembros de Soda Stereo, acerca de este bootleg de edición limitada pero, lo más probable, es que no les quede más remedio que mantenerse al margen y no oponer resistencia ante esta remozada forma de piratería, ese inmenso negocio ilegal pero socialmente aceptado que nos ha permitido, con sus múltiples procedimientos, acceder a la cultura, en este caso musical, de manera directa y cada vez con menos intermediarios.

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Bootleg, Música, Soda Stereo

Es aún alto el número de gente que dice que votará en blanco, que viciará su voto o que no precisa una respuesta. En la última encuesta de Ipsos suman blancos 7%, viciados 7% y no precisan 9%, un 23% del electorado que no se inclina por ninguno de los candidatos.

En la primera vuelta de abril último, los blancos fueron el 12.3% del total y los viciados 6.34% (18.7% en total), pero supuestamente esas cifras se reducen en una segunda vuelta. Así ocurrió el 2016, cuando los blancos fueron apenas el 0.82% y los viciados el 5.67%. Hay concolón en la olla electoral.

Si se mantiene la misma lógica, habría aproximadamente un 17% del electorado aún por conquistar de parte de dos candidatos con altísimo antivoto. Keiko, según la propia Ipsos, tiene 46% de gente que definitivamente no votaría por ella y Castillo un 42%.

Sorprenden algunos resultados particulares. El 10% del A vota viciado, 9% del B lo mismo, 13% del D no precisa, 10% en Lima no precisa, 11% del norte vota en blanco, 12% del norte vota viciado, 9% del centro no precisa, 10% del sur lo mismo, y 14% del oriente vota viciado. El D, el norte y el oriente son las regiones y segmentos más reacios a tomar una definición, sumando blancos, viciados y no precisa (27%, 28% y 27% respectivamente).

Al parecer, los dos mayores anticuerpos que ambos candidatos generan son de índole distinta. En el caso de Castillo preocuparía su radicalidad económica y en el caso de Keiko su vinculación a un esquema autoritario corrupto. Tarea política gigantesca de parte de ambos para remontar esa pendiente.

Restan aún diecisiete días para el 6 de junio. Es mucho tiempo en un país como el Perú. Castillo mismo no existía dos semanas antes de la elección y terminó pasando a la segunda vuelta. Las campañas gruesas ya cumplieron su papel. Es tiempo de mensajes teledirigidos, ajustados a públicos objetivos específicos, ofertas puntuales y muy claras.

Veo difícil que se arrebaten votos entre sí. Eventualmente, como hoy vemos en Datum, habrá movidas hacia arriba o abajo, muy leves. En el simulacro Castillo crece 1.5 puntos y Keiko cae 0.9; en la encuesta, Castillo sube 2.5 puntos y Keiko crece 0.1 puntos (el mayor movimiento se ha dado en el centro, donde el candidato de Perú Libre sube de 63% a 70%) de alguno de ellos, pero la batalla decisiva está en ganarse las consciencias de ese grueso número de electores que se anda con remilgos y no se anima a darle su apoyo a ninguno de los dos.

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

Se equivocan quienes ven en el periodismo una práctica distanciada de la literatura. Por supuesto, no me refiero a la frialdad desangelada con que se redactan noticias; hablo de esas ocasiones en las que los periodistas tienen la oportunidad de mirar la realidad con ojos distintos a la funcionalidad noticiosa, cuando pueden ver más allá de las recetas, las pirámides invertidas o cualquier técnica mecánica de redacción.

En esas ocasiones, digo, el buen periodismo y la buena literatura son difíciles de distinguir y carecen de límites precisos, pues se alimentan mutuamente: el periodismo ofrece una ventana al mundo real, al mundo fáctico; la literatura añade estilo, capacidad de reflexión, sutileza e ironía que exceden al mero relato noticioso. Dicho con una metáfora gastronómica, el periodismo pone los ingredientes, la literatura ofrece distintas posibilidades de sazón.

Por eso leer libros como El placer traidor. Crónicas elegidas, del escritor y periodista piurano Luis Eduardo García resulta gratificante. Para nadie es un misterio que la crónica ha renacido en América Latina y que en los últimos treinta años, entre perfiles, relatos de vario calibre y una escritura que en general tiende a reflexionar sobre la experiencia y la existencia, se ha honrado una tradición uno de cuyos orígenes nos remite, sin dudas ni murmuraciones, a lo mejor de nuestro modernismo, ese largo viaje que va de Darío a Valdelomar.

Luis Eduardo García sigue ese camino. Los textos que conforman este libro no solo son testigos de una dilatada carrera en el periodismo, son también un conjunto de vivencias que son tamizadas por un estilo en el que destacan un sereno brillo verbal y el necesario impulso que empuja al cronista a contar historias, que eso, no debe olvidarse, es también el periodismo.

El placer traidor tiene además un rasgo esencial: sus textos han logrado autonomía, han vencido la tiranía de las coyunturas que provocaron su escritura y lo han logrado porque uno, como lector, se reconoce y se identifica con lo dicho en ellos. García sabe que a la crónica nada le es ajeno y por eso recorre, examina y narra asuntos diversos y filtrados por la vivencia personal, lo que explica que gran parte de estos relatos utilicen la primera persona.

Es relevante también notar cuán consciente de su oficio es García. En las palabras previas, escribe: “Toda pasión engendra su propio mal. Y toda felicidad anuncia la llegada de su propia desdicha. El periodismo es eso: gozo y felicidad, riesgo y destrucción. Es como cuando un diabético desea un chocolate o un cardíaco sube a las alturas. Hace daño, pero gusta. Estresa, pero da placer. El periodismo es humano porque es una contradicción” (p.11).

Con finura y agudeza, García nos lleva de la mano a recorrer el territorio de su Placer traidor. Una vez dentro de él, el lector se encontrará frente a un salón de espejos y en cada uno de ellos se dará de bruces con temas distintos: la lectura, la voraz vocación por la escritura, la enfermedad, el oficio de enseñar, el pulso de lo cotidiano. Sus textos parten de lo real, pero establecen vecindad con la literatura, logro indudable de su lenguaje.

Cuando especula o divaga, compite con el ensayo, pero habría que decir, a favor de la crónica, que su horizonte comunicativo suele ser más cálido, de ahí que el tono académico no convenga al cronista, sino más bien el relato desnudo y vivo de las cosas, de las ocurrencias (domésticas, estéticas o intelectuales) que afectan la vida cada día.

Un texto como “El placer anacrónico”, escrito para la tribuna de los bibliómanos quienes, a pesar de los avances tecnológicos, seguimos alimentando la venerable costumbre de acumular libros. Cito un fragmento de esta confesión libresca: “Hay sin duda una especie de nostalgia que mueve a los cuarentones como yo a visitar regularmente librerías formales y de viejo para agenciarse materiales de lectura. Soy un migrante como todos los de mi edad y aunque puedo leer diarios y revistas en la pantalla de una computadora, soy incapaz de meterle diente a un libro completo bajo formato digital. Soy hijo de mi tiempo, no lo dudo” (p.26).

Para terminar, permite lector que esgrima una vez más otro latiguillo gastronómico: la mesa está servida. El placer y la traición son todo tuyos.

 

El placer traidor. Crónicas elegidas. Trujillo: Infolectura, 2021.

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Literatura, Luis Eduardo García, Periodismo

Querida Manuela:

Nací en 1973, durante uno de los tantos regímenes militares de nuestra historia. En ese momento, las mujeres teníamos el derecho a votar y postular a cargo político, pero debíamos ser educadas, casadas y mayores de 21. Desde las elecciones del Congreso Constituyente del Perú de 1822, en las que no pudiste votar Manuela, solo varones educados pudieron hacerlo.

Fuimos el penúltimo país en Sudamérica en otorgarnos ese derecho. El 7 de setiembre de 1955, durante el ochenio de Manuel Odría, se promulgó la Ley N° 12391 que otorgaba a las mujeres el derecho al voto con las condiciones mencionadas. Mi abuelo paterno, Alberto Arispe, fue senador de la República en ese periodo, sin saber que hijas y nietas ibamos a gozar de este beneficio; pero quizá pensando en eso, como él, muchos apoyaron la decisión. Luego de algunos años, con la Constitución de 1979, se da el derecho al voto para todos y todas, así como a la educación universal.  Es decir, todos los ciudadanos y ciudadanas, sin condiciones, podíamos votar. Yo tenía seis años.

Los primeros debates por el voto de las mujeres comenzaron en 1931. Las discusiones de los políticos se centraban en el derecho al voto en los comicios municipales. Fue en ese año cuando el poder presidencial cambió cinco veces en un año: Leguía, Ponce, Sánchez Cerro, Elías y Jiménez; por ello, el tema quedó relegado. Sin embargo, los primeros debates ya habían empezado con las primeras sufragistas peruanas a fines del siglo XIX. Las sufragistas destacadas fueron las escritoras María Jesús Alvarado, Zoila Aurora Cáceres, Adela Montesinos, Elvira García y García y Magda Portal. Hace unas semanas se cumplieron 50 años de la muerte de María Jesús Alvarado, la primera peruana en plantear en 1911 la igualdad de derechos y, con ello, el voto femenino. Por esto y diversas reivindicaciones a favor de las mujeres se dio su deportación dictaminada por el gobierno de Leguía. Parece que el exilio o la deportación era el futuro de las mujeres luchadoras.

Pero te tengo buenas noticias, Manuela. Las cosas han cambiado, en junio de 2021, las mujeres no solo decidimos sino somos la mayor fuerza electoral: 50.4% (12 745 409) contra un 49.6% de hombres (12 542 545). Somos más de 12 millones de ciudadanas que podemos escoger y decidir lo que es mejor para nosotras.

Actualmente tenemos dos candidatos que se presentan a la presidencia de la República, ambos machistas, llenos de prejuicios y con un grave desconocimiento de la institucionalidad. Son parte de la sociedad que no reconoce a la mujeres como tú, como María Alvarado y todas las hermanas sufragistas. Es momento de exigirles que cumplan con las leyes, políticas y planes de Estado vigentes (algunos ejemplos son: DS N° 005-2017-MIMP, que dispone un mecanismo para la igualdad de género en las entidades del gobierno nacional y de los gobiernos regionales; DS N° 068-2017-PCM, que dispone la realización del diagnóstico de la desigualdad salarial en el Estado; DS N° 056-2018-PCM, que aprueba la política general del gobierno; DS N° 004-2018-MINEDU, lineamientos para la gestión de la convivencia escolar, la prevención y la atención de la violencia contra niñas, niños y adolescentes; y, el más importante, el DS N° 008-2019-MIMP, que aprueba la política nacional de igualdad de género). No debemos depender solo de congresistas o presidentes mujeres, sino de todos aquellos demócratas que reconocen las leyes y sus derechos. Debemos exigir a las autoridades que elegimos que las hagan cumplir. Llegó la hora de marcar la agenda pública desde una visión de igualdad y equidad de género con el uniforme de Húsares, como tú.

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Elecciones 2021, Opinión, Perú
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