Opinión

Según la encuesta del IEP el 69% rechaza la conducta obstruccionista de Keiko Fujimori, que usando diversas estrategias busca apoderarse de la presidencia y rechazar cualquier resultado que no la favorezca. Es claro para muchos/as que la consigna de la ex candidata y el sector que la apoya es ganar, a la buena o a la mala.

Keiko Fujimori no aprendió de sus errores. Ha sido evidenciado, lo que muchos sabíamos, no solo heredó las prácticas autoritarias y delictivas de su padre, también ha desarrollado un profundo desprecio por el país que dice defender.

Sólo así se explica que, sin importarle la pandemia que ha dejado más de 187 mil defunciones, pobreza y exclusión, la hoy ex candidata se haya dedicado las últimas semanas a promover un escenario de mayor polarización y violencia mediante las acusaciones de fraude, debilitando así a las instituciones electorales, deslegitimando un proceso transparente y advirtiendo, una vez más, un clima de ingobernabilidad para los próximos años.

Keiko Fujimori, sus tradicionales y nuevos aliados, han dejado claro que su actitud y “principios” democráticos son relativos, se mantienen siempre y cuando no se afecte el modelo social y económico que ideológicamente protegen. Mientras el poder siga concentrado en la elite “blanca”, “bien hablada”, “ilustrada” todo estará “en calma”. Entonces, la “democracia” que defienden es aquella que les permita seguir concentrando – sin cuestionamientos-  el poder real y simbólico, lo contrario es visto como una amenaza y para combatir dicho riesgo se han desplegado estrategias bastante perversas.

Una de estas es la profundización de la violencia racial. Todo el proceso electoral y el contexto que vivimos actualmente se encuentra atravesado por el racismo y el colonialismo. Citando las palabras de Nelson Manrique, arrastramos una fractura colonial no resuelta, por lo que construir solidaridad social es una tarea difícil (2002: 60)

Aprovecharse de esta fractura, potenciarla y hacer un llamado a todos los sectores que se sienten amenazados por la posible llegada al poder de un representante de “los nadies”; no sólo es irresponsable sino además es un directo llamado al odio y la violencia en un país discriminador y violento.

Expresiones como el “better dead that red”, las claras amenazas de golpe de Estado, la insistencia en posicionar el discurso de fraude (negando la legitimidad del voto de zonas rurales y alejadas), el acoso a las autoridades del sistema electoral   y el nombrar como “comunista” a todo aquel que se les oponga; es parte de una estrategia de miedo, atravesada por la violencia racial, en la que, lamentablemente, buena parte de la población ha caído.

Keiko Fujimori, en mi opinión, guarda un profundo desprecio por el país y ello ha quedado al descubierto. No se defiende al país escindiéndolo más. No se construye democracia liderando una crisis social y política racializada, no se construye un país garante de derechos negando legitimidad a las demandas de la población; no se construye una república realmente libre, destruyendo los principios democráticos. Lamentablemente, el daño está hecho.

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Golpe de estado, Keiko Fujimori, violencia racial

La derecha radicalizada ha construido una narrativa irresponsable de fraude que lamentablemente ha calado en la opinión pública. Con fake news, dudosos especialistas, cobertura grandilocuente de los medios televisivos de señal abierta y complicidad de buena parte de la clase política, han asentado ese lugar común.

Y en ello también tiene responsabilidad la gente de Perú Libre. Según la última encuesta de Datum, un 65% del país considera que hay indicios de fraude; 85% de los que votaron por Keiko y 50% de los que votaron por Castillo lo piensan así. Un desastre político desde donde se le mire, que teñirá de ilegitimidad de base al inminente triunfo de Castillo en las urnas.

Mecha corta va a tener el candidato de Perú Libre para gobernar. No solo desplegará su gestión bajo las mencionadas sombras de la sospecha sino que pronto deberá lidiar con otra realidad incontrastable: el voto detrás suyo ha sido un voto anti establishment, no uno ideológico activista ni comprometido con su ideario radical de origen.

Según la propia Datum, un 69% está en desacuerdo con prohibir importaciones (entre ellos, nada menos que un 47% de los propios votantes de Castillo); 78% está de acuerdo con que se mantengan los tratados de libre comercio (73% de los que votaron por Perú Libre); 67% considera inadecuado el control de precios (65% entre los que votaron por el lápiz); solo 20% considera que se debe hacer un cambio total de la Constitución y un mayoritario 63% que solo algunos cambios (un similar 63% de los que votaron por Castillo considera que solo debe hacerse algunos cambios y apenas un 30% cambios totales). La mayoría contra el ideario de Cerrón.

Más razones para que Castillo entienda que su mandato está obligado a contemporizar si no quiere provocar un descalabro mayúsculo en el país y eventualmente poner en riesgo su propia estabilidad y permanencia en el cargo.

El país no quiere modelos estatistas, antimercado, ni radicalidades constitucionales. Ni siquiera los propios votantes de Castillo. Si éste soslaya esta realidad y se deja seducir o intimidar por el chantaje cerronista, cavará su propia tumba política, porque pronto caerá en niveles altos de desaprobación, las bancadas congresales le darán la espalda a un mandatario impopular y no logrará sostenerse con sus apenas 42 congresistas (sin considerar que los 12 incondicionales de Cerrón también podrían volteársele). En cambio, tiene el camino de la gobernabilidad a la vista. Es cuestión de que se guíe por la sensatez y el pragmatismo.

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Extrema derecha, Fraude electoral, Perú Libre

Muchos jóvenes nos sentimos identificados con las ideas liberales y de derecha. El crecimiento económico que logró sacar a millones de peruanos de la pobreza en los últimos quince años, así como la evidencia clara de que hoy los países más prósperos, menos desiguales y más democráticos son aquellos con mayor libertad económica (Suiza, Australia y Nueva Zelanda encabezan el ranking), nos hace pensar a muchos que el camino a seguir es mundialmente conocido y no es necesario reinventar la pólvora. 

La derecha que muchos quisiéramos ver liderar en nuestro país no es una derecha autoritaria, prepotente, discriminadora e incapaz de tender puentes, sino todo lo contrario. Lo que necesitamos es una “Derecha Inteligente y Democrática” (DID).

Inteligente en el sentido de que sea capaz de seguir uno de los principales pilares del liberalismo clásico: basar sus opiniones y decisiones en datos, y no en relatos. Las redes sociales han abierto la puerta para una lluvia de información falsa que muchos comparten sin verificar. Necesitamos, entonces, esfuerzos inteligentes como los de Ale Costa, Pablo Lavado e Ipsos Perú (pueden encontrar todos estos en Twitter), que han publicado diversos análisis sobre el presunto intento de fraude electoral basados en evidencia o estadística (todos concluyendo que no existen indicios de uno). 

Democrática porque, para un liberal, antes de cualquier ideología está el compromiso con la democracia. El liberalismo y el totalitarismo son simplemente polos opuestos: no existe un concepto tal como “hacer un golpe de estado para salvar la democracia”. Tampoco existe plena libertad económica en un sistema totalitario. La democracia implica aceptar los resultados de una elección, aun cuando estos no nos gusten, aun cuando sepamos que el camino hacia la izquierda probablemente nos traiga muchos problemas. Existen vías democráticas para controlar el poder de un presidente, así como la necesaria posibilidad de tenderle puentes a quien salga elegido para exigir consensos y alejar al país de propuestas radicales. 

Existen voces representantes de una DID en varios partidos políticos, medios de comunicación y sociedad civil. ¿Qué esperamos entonces?

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece. 

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Extrema derecha, liberalismo clásico

“Postergando la proclamación de Pedro Castillo piensan deslegitimarlo políticamente, sin embargo, debo recordar que la única deslegitimación posible podría darse si se crea una hoja de ruta y no se aplicara el programa de gobierno por el que el pueblo votó en mayoría”.

Este tuit de ayer 20 de junio de Vladimir Cerrón, presidente de Perú Libre, pone en clara evidencia que los términos internos del partido que es casi un hecho nos gobernará cinco años no son tan pacíficos como algunos voceros pretenden mostrar.

Evidentemente, el sector cerronista no ve con buenos ojos la presencia creciente de técnicos y economistas de Juntos por el Perú (Pedro Francke, Oscar Dancourt, etc.) que ya han morigerado los términos radicales de la proclama vigente en el ideario de Perú Libre presentado en primera vuelta e, inclusive, de los contenidos en el Plan Bicentenario de la segunda vuelta.

Castillo no ha desmentido en ningún momento las declaraciones oficiosas de Francke y éste se ha despachado en eventos privados y medios, dando por sentado que representa la voz official del probable gobierno entrante. Hay una intento de Castillo por moderar sus posturas iniciales y Cerrón no lo quiere.

¿Qué consecuencias puede traer ello para la gobernabilidad del país? De hecho, hay que partir de la constatación de que Cerrón controla absolutamente al menos 12 congresistas de Perú Libre. Si rompen con Castillo por su moderación, dejarían a la bancada oficialista solo con 25 congresistas propios más los cinco de Juntos por el Perú, apenas 30.

Necesitaría con urgencia llegar a un acuerdo con las bancadas de centro, que suman 44 parlamentarios (17 de Acción Popular, 15 de APP, 5 de Podemos, 4 de Somos Perú y 3 Morados) y así llegar a 74 votos, que le permitan gobernar sin sobresaltos y además que se apruebe la reforma tributaria que plantea aplicar al sector minero y que según los cálculos de Francke, deberían permitirle (junto con el combate a la elusión y evasión), aumentar la presión tributaria de 14 a 22% del PBI (promedio de la región).

Ese acuerdo debe suponer, sin embargo, algunas concesiones, que pasan desde la conformación de un gabinete multipartidario hasta la renuncia explícita a forzar la disolución del Congreso o la convocatoria a un referéndum para imponer a como dé lugar una Asamblea Constituyente, lo que solo generaría caos e incertidumbre (según la última encuesta de Datum apenas el 20% del país está de acuerdo con un cambio total de la Constitución).

Una mirada rápida de los programas, noticieros, periódicos y medios tienen un común denominador: los mismos invitados, el mismo discurso, la misma orientación. Este artículo busca analizar el peligro de una mirada hegemónica desde los medios y qué generan.

Dos semanas después de la elección estamos aún sin un presidente formalmente proclamado por el JNE. Sin embargo, es casi ya un problema anecdótico. De no mediar algún suceso extraño Pedro Castillo es el nuevo presidente del Perú y hay que aceptarlo y entendernos a partir de ello.

Sin embargo, estos días hemos apreciado una especie de “guerra argumental” que desde los cuarteles de la candidata Fujimori se ha desatado y que, objetivamente, ha tenido poco éxito desde los fundamentos de base, pero muy efectistas desde la comunicación a la opinión pública. Cada una de las ideas que Fujimori o sus allegados han expresado esta semana, han caído desbaratadas. Pero se siguen levantando, como si al frente nadie les hubiera comentado nada. Como si nadie contrastara sus afirmaciones. Bueno, es que nadie en medios masivos lo ha hecho. Se deja hablar extendidamente y no hay un contrapeso eficiente desde los medios de comunicación.

¿Qué buscan entonces repitiendo argumentos falaces y agregando nuevos cada dos días, cada vez que se anulan desde lo fáctico y desde lo legal los anteriores? Pues generar corrientes de opinión que se instalen en la opinión pública y que hagan aceptables argumentos de duda sobre el proceso. Como Neumann teorizó en La Espiral del Silencio, la opinión hegemónica genera un tejido de aceptación en la que la disidencia genera aislamiento. Ergo, se busca conseguir un discurso único que haga que se quiera invalidar el proceso.

Un ejemplo claro de ello es la participación en estos días de la excandidata Lourdes Flores que ahora se pasea como experta estadística sin que nadie dentro del establishment mediático le haga el contrapeso. No entraré en el fondo de argumentos pero existen una decena de estudios serios que han demostrado lo débil de sus afirmaciones. Pero aparece en todos los canales, dudando de todo, frente a periodistas a los que les falta solamente aplaudir cada sentencia que da. Pensamiento hegemónico que compele y anula las ideas contrarias.

Lo que busca y genera finalmente es categorizar y generalizar. Lograr trascender la discusión y asentar un pensamiento. Cuando en términos cognitivos generalizamos, estructuramos nuestra manera de pensar dirigiendo afirmaciones y conclusiones con lo que hace empate con esa hegemonía de posición.

Pero además, no solo es una lógica cognitiva sino también conativa. Como Jackson señala: “Estas influencias agregan otra capa a la forma en que los humanos se comportan más allá del simple contagio y la formación de opiniones: las personas se preocupan deliberadamente por igualar las acciones de los demás” (Jackson, Matthew, 2019. The Human Network). Otra vez, la hegemonía que nos lleva a una única forma de entender las cosas, pero que también nos lleva a una acción que se justifica por ello.

Lo que se genera entonces es un intento por generar una “verdad inobjetable” desde una sola mirada, que tiene el apoyo masivo de los medios de comunicación y que puede generar incluso comportamientos que se basen en esa verdad instalada. El componente perfecto para el cóctel de inestabilidad que el Perú no necesita. Todo el tiempo, como Jackson señala, nos portamos como los demás y si eso está basado en lo que consideramos “verdad” seguimos adelante con mayor convicción.

Jonathan Haidt en La Mente de los Justos (2012) justamente considera estos temas a través de la psicología moral y señala que una condición que nos caracteriza es la “defensa de los nuestros”, la capacidad que tenemos para optar por posiciones cohesionadas. Específicamente la política y la religión han sido elementos de cohesión y poseen un valor adaptativo. Si contamos con información unidireccional, nos llevamos por la intuición y adaptamos el razonamiento luego. Desde otra perspectiva Damasio (El error de Descartes) también lo señala al considerar que primero sentimos y luego pensamos para actuar. El sentimiento no aparece de la nada, es resultado de los marcos de referencia en el que nos ubicamos.

El problema con ello es que no hay información con contrapeso, lo que hace que en el fondo las decisiones que podemos tomar orientadas a mejorar una situación problemática que percibimos, no terminan siendo productivas porque esa información no contenía elementos razonables que motivaban positivamente dichas decisiones. Sunstein lo dice claramente: “Desafortunadamente, cierta información no mejora la vida de las personas de ninguna manera. No mejora sus decisiones y no los hace más felices. A veces es inútil. A veces les hace sentir miserables. A veces empeora sus decisiones.” (Sunstein, Cass R. (2020) Too Much Information)

El mismo autor trata de esbozar la respuesta a este panorama: debemos lograr como sociedad un compromiso con la divulgación. Existe el derecho a saber pero ese derecho es amplio, no restringido a una sola parte del espectro. Si restringimos parte de las posiciones, las trivializamos y no las incorporamos al debate público, la posibilidad de tomar decisiones se restringe y -en el fondo- tendremos un discurso único.

Hemos pasado por un manejo de la pandemia que ha ido en ese sentido: el gobierno anterior manejó información sesgada, confusa y orientada a la manipulación. Una de las consecuencias de ello fue tener el peor efecto a nivel mundial de las cifras, una vez que se sinceraron. La información es clave, pero tiene que dejar de manipularse.

Las últimas elecciones son una muestra de ello también. En espacios sin mediación y con medios claramente jugados a una sola posición, el efecto se sintió. La lógica del miedo se asentó y se recuperó porciones importantes de votantes. En espacios donde la mediación a través de estructuras comunales es más habitual, ese discurso de miedo no entró y se fue mas capaz de una decisión mejor motivada. Es una hipótesis que puede ser interesante de probar cuando ya contemos con data cerrada.

La discusión sobre el papel que la hegemonía y la distribución de información tiene sobre el sentido que toma la opinión pública, recién empieza. Lo que es evidente es que no puede subestimarse y que se debe ser muy crítico y abierto para poderse estudiar. Una sociedad más libre también implica una información menos maniatada.

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Lourdes Flores, Pedro Castillo, psicología moral

El genial político y periodista Enrique Chirinos Soto siempre señalaba que la vitamina más poderosa, la que movilizaba más las potencialidades y capacidades del ser humano, la que elevaba sus defensas en grado extremo, la que no tenía competencia respecto de cualquier otra sustancia, era la “vitamina P”, la vitamina del poder.

Hay cientos de estudios psicológicos que demuestran, en efecto, el grado sumo de influencia que tiene en cualquier persona el ejercicio de algún tipo de poder, así sea mínimo. Lo que deberíamos saber, sin embargo, es que su impacto tiene doble valencia: potencia tanto lo bueno como lo malo: la hiperactividad productiva como la psicopatía destructiva.

Hasta que Pedro Castillo no asuma cabalmente las riendas del poder no vamos a saber qué aspecto de su personalidad incrementará y cuál no. De ello dependerá, en gran medida, que prime un Castillo que sepa leer la adversidad que le muestra casi la mitad del país, y que concilie para tratar de ponerlo de su lado. O más bien que aflore un Castillo narcisista, creyente en su poder omnímodo y que busque así la confrontación patológica con el adversario para buscar su aniquilación.

A Toledo el poder se le subió a la cabeza muy pronto y convirtió a un líder contra la corrupción en un tremendo sinvergüenza que ya a los pocos meses de estar en Palacio recibía coimas de Odebrecht. A García le elevó a la máxima potencia un ego ya colosal de antemano, pero al menos en su segundo gobierno eso lo convirtió en hiperactividad proempresarial (lastimosamente nunca supo entender qué era una postura promercado antes que proempresa, pero ese juicio quedará ya para la historia); en su caso, ya había maltratado los influjos malignos del poder en su primera gestión, así que no le impactó mucho en su segunda.

A Ollanta Humala es al presidente que menos cambió el poder. Quizás acostumbrado ya al mando y a manejar situaciones complejas en su carrera militar, el ejercicio del poder no lo envaneció ni lo mareó. A Kuczynski lo transformó en un tipo soberbio, frívolo en extremo, indolente, incapaz de entender la inmensa tarea política que tenía al frente (en gran medida, que hoy estemos a punto de tener a un radical en el gobierno es también responsabilidad de su pésima administración).

Cuando Castillo asuma el poder a plenitud recién sabremos el camino político que seguirá, porque será su talante personal el que lo guiará sobremanera y no sólo las ideas o razones que lo puedan acompañar o le puedan mostrar.

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Pedro Castillo, Poder

Hoy se celebra el Día de los Padres en reconocimiento al esfuerzo, el cariño y la entrega de estos hombres que nos ofrecen y brindan a diario amor, sacrificio y protección. Los que me conocen saben que mi relación con mi padre fue muy constante y mágica. Para mí, él siempre fue esa figura que me hizo creer que todo lo podía hacer, que todo lo podía alcanzar, que todo era factible porque él prácticamente encarnaba las características de un Súper Héroe.

Perdí a mi padre hace veinte años. Era un ser maravilloso que en todo momento buscó y rescató lo mejor de cada uno de sus hijos; un ser generoso, bondadoso y justo que siempre destacó que la libertad era el mejor potencial y virtud de cualquier persona.

Mientras intentamos festejar a los hombres que todavía proyectan ese potencial, muchos con el corazón estrujado y apretado lloramos la partida de esos seres queridos. Por eso hoy quiero homenajear también al padre de mi hija, Filomeno Ballumbrosio Guadalupe: un hombre amable, amoroso, carismático que nos dejó una música maravillosa, llena de la riqueza de su tradición afroperuana. Su legado tendrá que esparcirse por todo el universo.

Pero así como a él, también quiero reconocer a mis padres intelectuales, profesores y escritores que han sido para mí una guía y una luz. Entre ellos, tengo que nombrar a dos: mi tayta Arguedas y mi flaco Ribeyro. En contraste, recuerdo que en muchas de las clases graduadas en EEUU se leía más al emblemático Mario Vargas Llosa, pero gracias a la percepción de generaciones perspicaces el Marqués se cayó de los cánones literarios ya que sus obras de las décadas recientes dejaron de ser aquellas de su etapa inicial. Y ni hablemos de su postura poco ética políticamente, demostrada recientemente por su apoyo a la banda criminal de los Fujimori.

José María Arguedas y Julio Ramón Ribeyro, en cambio, son mis padres intelectuales, los autores a los que siempre vuelvo, los autores que admiro. En este país de todas las sangres, sigamos con la postura de Arguedas y el humor de Ribeyro, esos dos padres que para muchos escritores y personas son gente moralmente perfilada.

Soy consciente de que he tenido una suerte inmensa al contar con hombres que fueron capaces de poner por encima de todo los intereses de sus hijos e hijas, sacándolos adelante, o de ejemplos de intelectuales que me hacen recuperar la fe en este oficio y en el Perú. Por desgracia, muchos niños y jóvenes no han gozado de ese privilegio porque han tenido padres abusivos, negligentes o simplemente ausentes, o porque sus referentes modélicos dejan mucho que desear. Sin embargo, no hay que perder la fe y siempre alentar a quienes cumplen la función paterna a que asuman su responsabilidad y prodiguen cariño y protección a nuestros niños y niñas. Ser padre hace a un hombre doblemente grande.

Feliz día a los papis personales e intelectuales, a los papis campesinos, profesionales, industriales, docentes y, en general, a todos los papis. ¡Ah! Y, por supuesto, feliz día al profesor Pedro Castillo, padre y hombre decente, a diferencia de todos los presidentes anteriores.

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Día del padre, José María Arguedas, Julio Ramón Ribeyro

En redes sociales del Perú se ha generado una narrativa extraña que podemos sintetizar así: una gran conspiración, cuyo cerebro principal es “el comunista” Martín Vizcarra, ha logrado reunir al Foro de Sao Paulo (el “comunismo internacional”), Maduro, Evo Morales, los “curas rojos”, Hezbollah, y Sendero Luminoso, con el financiamiento de Rusia y de Irán, para tomar el control del Perú, donde ya tiene entre sus garras al Jurado Nacional de Elecciones, y a la Oficina Nacional de Procesos Electorales.

Por lo demás, cualquiera que se atreva a negar algo sobre esta conspiración en marcha debe ser, sin dudas, un aliado del terrorismo.

Como se sabe, dicen, esta alianza ha consumado un gran fraude en las recientes elecciones generales, ante la vista y paciencia de observadores de la OEA, Transparencia Internacional, la Unión Interamericana de Organismos Electorales, y muchos más observadores, que son una asamblea de tontos ante quienes pasa de todo sin que se den cuenta.

Un ejército de operadores en las redes sociales (trolls), una cantidad considerable de bots (robots que automáticamente replican mensajes por centenas de miles), vídeos trucados, y el apoyo de las portadas de los medios de comunicación escrita que, en el Perú, están en un 80% en manos de una sola empresa propietaria, además de la totalidad de los canales de televisión abierta, son una maquinaria poderosa capaz de convencer a mucha de la población urbana, incapaz de responder críticamente a tal avasallamiento.

Ecuador, Bolivia [1]

Pero esta maquinaria es muy antigua y frecuente, solo que se ha ido perfeccionando con el tiempo. Así, durante la campaña reciente en Ecuador, hubo la misma intervención masiva de los medios de comunicación en contra del candidato correísta,

Un medio digital llamado 4Pelagatos, creó un instrumento de burla al ex presidente Rafael Correa llamado MashiMachine, que se difundió mucho, y mediante el cual se podía insertar frases de Correa de distinto origen, de manera que se construían oraciones que podían decir cualquier cosa.

Lo ocurrido con Facebook, en ese asunto, fue notable. En plena campaña, Facebook decidió premiar a ese instrumento de burla, lo que se difundió mucho. Ocurre que el responsable de Facebook es un caballero llamado Diego Bassante, que antes había servido como personal de la embajada de Ecuador en Washington, al servicio del ex presidente Lenin Moreno, enemigo jurado de Correa.

Y como en el Perú, varios medios se dedicaron a usar fake news (noticias falsas) que nunca aparecían en sus fact checkings. Un ejemplo es el del periodista Fernando Villavicencio del portal MilHoja, que manipuló un vídeo acusando a Arauz de apoyar la desdolarización del país, cuando en realidad este defendía lo contrario. El resto de medios difundió el bulo y Guillermo Lasso lanzó una campaña en redes con el HashTag #DesDolArauz, que se repitió mucho. Aunque ocurrió que el 80% de las cuentas que más tuits replicaron, tiene menos de 5 seguidores, es decir que, claramente, se trataba de bots, de robots.

Como anécdota ilustrativa, cabe señalar que, a Lenin Moreno, ex presidente de Ecuador, se le acabó el servicio de bots el mismo día que dejó de ser presidente. Ha pasado de no menos de mil setecientos retuits diarios, a no pasar de 30 retuits.

Lo anecdótico es que, luego, en medio del conteo de votos para la segunda vuelta, los correístas y aliados iniciaron acoso contra la candidatura indígena de Yaku Pérez, al que acusaron de ser candidatura producto de laboratorio, financiado desde afuera, llamándolo “candidato falso”, negando su origen indígena y sus convicciones ambientalistas. Los correístas habían aprendido de sus propios objetores.

En Bolivia, para preparar el golpe de Estado contra Evo Morales – con ocasión de su, sin dudas, reprobable decisión de volver a postular a la presidencia contra la constitución y contra un referéndum por el mismo convocado – se agilizó una maquinaria similar a lo que conocemos.

Antes de la autoproclamación de Jeanine Añez como presidenta, se lanzó propaganda falsa contra Evo Morales desde cuentas como la de un diputado venezolano Henrique Salar Romer, implicado en los Panama Papers. Y a partir del día 10 de noviembre se empezó a usar varios HashTags en Twitter, coordinados con miles de cuentas recién creadas, para hacer crecer de manera acelerada los retuits y los seguidores del golpista Camacho, y de la futura presidenta interina.

La cuenta de Luis Fernando Camacho, el golpista asociado, pasó en efecto, en tan solo unos días, de 2 mil seguidores a casi 130 mil, de los cuales más de 50 mil fueron cuentas creadas durante los últimos 15 días de noviembre de 2019.  Jeanine Añez pasó de 8 mil seguidores a 150 mil, y el número de cuentas creadas en los 15 días previos al golpe, fueron más de 41 mil.

El resultado final fue de más de 68 mil cuentas falsas diferentes, que podrían ser más. Todas con interacción y comentarios para crear Trending Topics (noticias más vistas) favorables a los chismes y bulos requeridos por los golpistas, donde ya se anunciaba, antes de las elecciones, que iba a haber fraude.

Todo esto, como en Ecuador y en el Perú, coordinado con los medios televisivos, la gran prensa escrita, que refrendaba la veracidad de los bulos y el pre-anuncio del fraude que, como se supo luego, nunca hubo.

Colombia

El caso de Colombia merece trato aparte. País azotado por guerrillas y por destacamentos informales llamados “de autodefensa”, fue objeto del caso de fake news más horrible posible, que provenía directamente del Estado. Durante el mandato de Álvaro Uribe (2002 –2010) se creó un sistema de lucha contra el terrorismo, al que se llamó de Seguridad Democrática- Este consistía en promover la represión estimulando los logros individuales, con dinero ofrecido a quienes mataran o tomaran prisionero, a miembros de la guerrilla.

Mediante este mecanismo, se creó una dinámica de bajas por recompensa que tuvo como consecuencia la muerte – confirmada, pueden ser más – de alrededor de 6 mil personas. La mecánica diabólica creada, hizo que militares se unieran a civiles armados para asesinar a personas, sobre todo de origen modesto, a las que vestían con ropa de la guerrilla, ponían un arma, le cambiaban el nombre y los presentaban como terroristas muertos en combate.

Estas acciones, bautizadas como la de los falsos positivos, fueron avaladas permanentemente por el mismo presidente Uribe, que se dedicó a perseguir e involucrar con el terrorismo a las organizaciones de derechos humanos que denunciaban el horror.

El uso de los medios, de la prensa televisiva y escrita, para disfrazar los muchos casos de falsos positivos, acusando a las organizaciones de derechos humanos y los medios minoritarios de ser organismos de fachada de la guerrilla, y sostener que las acusaciones de asesinatos promovían la destrucción de la imagen de las fuerzas armadas, tesis que sostenía Uribe, avasallaron a buena parte de la población.

Sabemos hoy, de las grandes movilizaciones que tienen en vilo a la sociedad colombiana, disgustada primero por medidas de impuestos a las mayorías tomadas por Iván Duque. La reacción del gobierno ante las protestas ha sido reprimir violentamente con la policía, que muchas veces esconde sus acciones al usar armas que no son de reglamento, pero también con el apoyo de civiles, e infiltrados.

Hay un caso de infiltración para vandalizar que nos trae amargos recuerdos a los peruanos. Cuando elementos infiltrados quemaron el Palacio de Justicia en la ciudad de Tulúa, ciudad situada a casi 100 kilómetros de Cali, en medio de enfrentamientos entre manifestantes y la policía.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha confirmado las denuncias sobre 132 personas que permanecen desaparecidas a la fecha, y resalta la gravedad del hecho porque en 276 casos anteriores de denuncias por desaparición de personas, estas habrían sido reportadas muertas posteriormente. La CIDH menciona 87 casos comprobados de violencia sexual contra mujeres manifestantes, cometidos por agentes policiales, habría 979 casos de civiles heridos, de los cuales 33 con heridas en los ojos por los agentes policiales.

Estas denuncias de agresión a los ojos, que también ocurrieron en Chile, motivaron una respuesta que nadie olvida de parte de la senadora uribista, Paola Holguín, que negando lo evidente ante las declaraciones de la personas afectadas, lanzó una frase que nadie olvida: “¡Dejen de estar llorando con un solo ojo!”, les dijo.

El despliegue de mentiras, bulos, desmentidos, falsos fact checkings en redes sociales, y el ocultamiento en varios medios importantes de los hechos reales transformados en pura vandalización en los informes oficiales, permiten conformar el respaldo desinformado de muchas personas a los actos represivos del gobierno.

La Carta de Madrid y la “Iberósfera”

La Carta de Madrid, es un documento que reúne a varios protagonistas de los sucesos narrados aquí. Es promovido por el partido político español de extrema derecha, Vox, gran aliado de grupos similares en el mundo, mediante su Fundación Disenso. Plantea la existencia de algo que denominan Iberósfera, como “una comunidad de naciones libres y soberanas que comparten una arraigada herencia cultural y cuentan con un gran potencial económico y geopolítico para abordar el futuro”.

Esto es como la prolongación del famoso “España una” que enarbolaba Francisco Franco para España, negando las particularidades y diversidad de su propio país donde, como es sabido, se prohibió la enseñanza de todas las lenguas, salvo el castellano (al que se denomina español).

Tiene el texto las consabidas alusiones al ya decadente Foro de Sao Paulo que siempre es útil porque sin espantapájaros no hay proyecto entre la extrema derecha. Los himnos a la democracia y las libertades brotan de firmas bajo el documento, como las que siguen: gente del bando uribista en Colombia, como la senadora Paola Holguín (la misma que pidió a los que habían perdido la vista, no llorar con un solo ojo), y otras figuras del uribismo fieles defensoras de las políticas de Seguridad Democrática de Uribe, y detractoras como él, de los falsos positivos: Margarita Restrepo, María Clara Escobar, y Paloma Valencia.

También firma Antonio Ledezma, el alcalde de Caracas que desató el caracazo, en complicidad con el entonces presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, con miles de víctimas, incluso asediadas hasta en sus domicilios por la represión, a donde se les disparó sin preocuparse por la presencia de niños o inocentes. Y, hay que recordarlo, evento que fuera el punto de partida para la rebelión de Hugo Chávez y su crecimiento como figura pública.

También figura Arturo Murillo, ex ministro de gobierno durante el breve mandato golpista y ultra conservador de Jeanine Áñez, en Bolivia

Han firmado, por Ecuador, Henry Kronfle, del muy conservador partido Social Cristiano, aliado de Lasso en el gobierno. Así como el ex vicepresidente Otto Sonnenholzner.

Por el Perú figuran Aldo Mariátegui, el aristócrata Francisco Tudela, el ex vice ministro del interior Dardo López-Dolz, Rafael López Aliaga, y acaba de adherir el congresista electo y vicealmirante en retiro Jorge Montoya.

Pero, ¿qué es la Iberósfera?

La Cruz de Borgoña

Hay varios artículos informativos en el órgano del ultraderechista Vox, La Gaceta, defendiendo a Fuerza Popular y la candidatura de Keiko Fujimori. Y reseñando sus actividades. Uno de ellos, que describe una de las marchas más importantes de esos colectivos y grupos fujimoristas, se fija expresamente en la importancia que adquiere una bandera que tiene, sobre fondo blanco, rayas en rojo con varias salientes semejando los nudos de un árbol, de esquina a esquina, y que se cruzan al medio, la que se conoce como la Cruz de Borgoña. No es cualquier insignia, es el emblema de la hispanidad, la representación de su pasado imperial.

El artículo [1] se llama “Las Aspas de Borgoña ondean en Lima durante las protestas contra el presunto fraude electoral izquierdista”, y tiene como volada la sugestiva afirmación: “Peruanos rescatan el símbolo del imperio español”.

Los portadores de dicho emblema dijeron que este representa a quienes “no se han dejado seducir por los tópicos de la Patria Grande (expresión creada por el libertador Simón Bolívar, como sabemos) y los estados plurinacionales que prometen los comunistas bolivarianos, continuadores de la revolución que deshizo los reinos españoles americanos en el siglo XIX”. Lo que constituye menudo elogio para aquellos “comunistas” a los que critican, y que serían – según estas declaraciones – los herederos de la independencia.

Asimismo, dicen que “son los mismos jóvenes los que están viendo y sufriendo las consecuencias del fracaso de los proyectos republicanos, directamente, con el deterioro de sus entornos de vivienda, sus bolsillos, calidad de vida, y el imparable crecimiento del crimen.” Es decir, que la alternativa es la monarquía española.

Agregan, entre otras cosas que “la gente de sesenta o setenta años creció bajo la idolatría sanmartiniana y bolivariana, pero los jóvenes son los más críticos con lo que les cuentan sus profesores en la escuela y universidad, críticos con el discurso monolítico que ya no se sostiene materialmente”, es decir que hay que acabar con el discurso de la peruanidad republicana e independiente.

Ya sabemos, entonces, a qué se refieren con la Iberósfera.

[1] Gran parte de la información que sigue en este segmento de la presente nota, y el que sigue sobre Colombia, proviene de la muy informada cuenta en Twitter del periodista español Julián Macías Tovar @JulianMaciasT, y de su canal en Telegram, llamado Pandemia Digital: T.me/PandemiaDigital
[2] https://gaceta.es/actualidad/las-aspas-de-borgona-ondean-en-lima-durante-las-protestas-contra-el-presunto-fraude-electoral-izquierdista-20210616-1714/

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Extrema derecha, Fake news, Fraude electoral

En reciente entrevista hecha al alimón por varios economistas a Pedro Francke, vocero oficial de Pedro Castillo, publicada en El Comercio, éste no argumenta con fundamentos respecto de por qué es necesaria una Asamblea Constituyente para llevar a cabo el plan de gobierno que, según él, van a aplicar en caso de llegar al poder.

Es una mala noticia esa ambigüedad, porque no renuncian a esa premisa política y de no hacerlo colocarán al país en una pendiente de zozobra permanente. Forzar la Asamblea Constituyente sin tener la mayoría de votos en el Congreso (tienen apenas 42), probablemente lleve al camino de la cuestión de confianza para disolver el Congreso y ver si en esa nueva elección logran la mayoría calificada para sus propósitos, escenario políticamente inseguro dada la movilización activa de la derecha, que probablemente la haga tener mayor presencia, inclusive, que la que tiene actualmente en el Legislativo (44 congresistas).

Y suponemos que no nos vamos a pasar los cinco años de gobierno forzando cuestiones de confianza y disoluciones del Congreso hasta que por fin le toque en suerte uno que le permita los 87 votos necesarios para reformar la Constitución.

Otro escenario, menos confrontacional, es que logre llegar a un acuerdo con las bancadas de centro (APP, AP, Podemos, Somos Perú y morados), que suman 44 votos y con ellos logre 86 votos, que no le alcanzan para zanjar el tema, pero sí para aprobar por mayoría la reforma que le permita al Ejecutivo convocar a referéndum y convocar a una Asamblea Constituyente (modificando el artículo 206 de la Constitución) y luego de ello convocar a un referéndum.

Habría entonces un primer referéndum para saber si se aprueba la reforma constitucional. Si lo gana, habría otro referéndum convocado ya por el Ejecutivo directamente para ver si se aprueba la Asamblea Constituyente. Si lo gana, se convocaría a dicha Asamblea. Si gana la mayoría en ella, recién podría reformar la Constitución a su antojo.

En medio de toda esta batahola, el país inversor estaría paralizado por la incertidumbre, desperdiciándose el super ciclo de precios de las materias primas que se avecina, que le podrían permitir a Castillo, si despliega un programa moderado y se olvida de la Constituyente, llegar al término de su gobierno con buenas cifras y mejores consecuencias políticas.

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Asamblea Constituyente, Pedro Castillo, Pedro Francke
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