Opinión

Keiko Fujimori y Pedro Castillo acaban de firmar un papel sin valor llamado «Proclama ciudadana: juramento por la democracia», que contiene una serie de «exigencias» —repito: sin valor— para el que vaya a ganar la elección este 6 de junio. Lo han firmado en un acto muy pomposo y «solemne» como dice el obispo promotor de este papel fútil, Pedro Barreto. Pero las líneas de esta proclama carecen de fundamento jurídico, abundan en imprecisiones y, sobre todo, humillan a nuestra constitución.

Como si jurar ante el Congreso no fuera suficiente, ahora resulta que el próximo presidente tiene que verse en la obligación de hacerlo —y previamente— ante un texto redactado por cualquier persona o grupo de «notables».  Nada más vergonzoso y revelador de que vivimos todavía en un país donde aquellos notables ven a nuestras instituciones como adornos. Esos que se inventan proclamas no tienen ningún respeto por nuestras normas, en el fondo no las reconocen.

Dice, en una de las exigencias de esta «proclama», que el ganador de la presidencia «jura dejar el poder después del 28 de julio del 2026». ¿Acaso la propia constitución no es clara en que el periodo de gobierno es de cinco años?, ¿acaso la constitución no tiene candados para limitar los actos de un eventual dictador? O, vayamos al caso extremo de que nos encontremos con un próximo dictador: ¿acaso este tirano se pondrá a pensar, en el momento de tomar la decisión de perpetuarse, en que alguna vez firmó un papelito ante la cara de un cura y dos personas más y que por eso desistirá de sus deseos absolutistas? En ninguno de los dos casos, ese papel vacío firmado será tomado en cuenta. No seamos ingenuos. Así que esto es todo un show para que las ONG y los señorones moralistas que han escrito ese pseudodocumento se crean importantes.

«No buscar ni intentar ningún mecanismo de reelección», también manda el papel que lleva los sellos de la Conferencia Episcopal Peruana y de tres ONG que jamás protestaron contra la tiranía del vacado e inhabilitado Martín Vizcarra cuando ocupó Palacio de Gobierno. Como si el límite lo pusiera una hoja con membrete de entidades privadas y no nuestra ley. O como si un dictador pensara primero en ir a las urnas para recién extender su mandato. No, un dictador se queda si quiere, ya lo ha dicho el virtual congresista electo de Perú libre, Guillermo Bermejo: «Si tomamos el poder, no lo vamos a dejar. Con todo el respeto que se merecen ustedes y sus pelotudeces democráticas, preferimos quedarnos». ¡Qué tal!

Incluso la proclama de las ONG vendría a ser como un mandato al Congreso, ¿no es cierto? Al decir que el que resulte presidente no puede buscar ni intentar la reelección es ordenar a los parlamentarios a no legislar en los próximos cinco años una reforma que permita la reelección presidencial. ¿Por qué? porque lo dice la «proclama». Muy gracioso. Tan gracioso que hasta Gregorio Santos se ha burlado: «No existe marco jurídico que ampare esta «proclama». Si los respetables sacerdotes, pastores y funcionarios de ONG aspiran a participar en política, que formen partido, presenten candidato y programa de gobierno. Buscan con la proclama echar soga y lazo, luego aplicar garrote». Aunque con Santos discrepo siempre, con esta expresión suya coincido plenamente.

Hoy estamos en un escenario de segunda vuelta. Se supone que ya conocemos a los candidatos finalistas. Quienes han votado por Pedro Castillo sabrán que sus promesas son desactivar instituciones autónomas del Estado, prohibir las importaciones y que su ideología es comunista. Quienes dieron el voto a Keiko Fujimori saben que su plan de gobierno es totalmente opuesto al ideario de Cerrón-Castillo. Y en esos planes de gobierno debemos confiar, así como están, sin ediciones de última hora, o ¿acaso esos programas presentados ante el Jurado Nacional de Elecciones al inicio de la campaña no son los verdaderos juramentos que ya hicieron Fuerza Popular y Perú Libre ante la ciudadanía? A estas alturas, ningún otro papel es garantía de nada.

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Constitución, Elecciones 2021, Perú

Castillo no se ha moderado ni se va a moderar. Sabe que a la gente no le importa que tenga vínculos con grupos filosenderistas, que no tenga plan de gobierno orgánico, que tenga un equipo técnico improvisado a última hora, que aparezca a su lado un psicópata ideológico como Cerrón (o su deslenguado congresista Guillermo Bermejo, quien ha mostrado las reales intenciones totalitarias de Perú Libre en audio difundido anoche).

Castillo no se va a poner el polo blanco. No se va a “ollantizar”. La izquierda en el Perú considera lo de Humala una traición imperdonable. Y lo demuestra con la publicación de su plan de gobierno “Perú al Bicentenario libre de corrupción”, que no hace si no ratificar el esquema estatista e intervencionista acorde a su pretensión final: aumento de la inversión social estatal, economía mixta, subsidios temporales (agua, luz e internet), no competencia desleal de importaciones, crédito barato a agro y pymes a través del Banco de la Nación, disminuir la importación de alimentos, revisar el “acaparamiento” de tierras (golpear los grandes proyectos agroexportadores), nuevas reglas e impuestos y regalías a las “sobreganancias”, renegociación de los contratos de estabilidad tributaria, la construcción de elefantes blancos como los gasoductos estatales en el sur, etc.

Y la cereza del postre, la convocatoria abiertamente inconstitucional a un referéndum y a una posterior Asamblea Constituyente. Castillo juramenta ante la Conferencia Episcopal, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y Transparencia que va a respetar los cauces constitucionales para cualquier reforma y a renglón seguido anuncia en su plan de cien días zurrarse en la Carta Magna y en la práctica proponer un autogolpe constitucional.

Allá quienes se quieran creer el cuento de que el de Castillo es un proyecto de izquierda transformadora y democrática. Estamos ante una amenaza autoritaria que conducirá al país el caos, y que conllevará la destrucción de todo lo bueno que se ha avanzado en estos años de vigencia del modelo económico, y en el agravamiento de los problemas subsistentes.

No se viene una alternancia a la chilena, si gana Castillo. Estamos ante un proyecto de control total del poder, de perennización en él y de descalabro de la economía nacional y el empobrecimiento masivo de la población, entre ella la que irracionalmente expresa su intención de votar por él, proyecto al que increíblemente se ha sumado un sector de la izquierda dizque moderna y profesionales independientes cuya ingenuidad linda con la complicidad.

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Elecciones 2021, Pedro Castillo, Perú Libre

Hace menos de una semana el congreso peruano aprobó, con 49 votos a favor, la creación de una comisión para investigar los posibles efectos positivos del dióxido de cloro en relación al COVID-19. Muchas personas han señalado que con esto el congreso le está abriendo formalmente la puerta a la pseudociencia. Pero, ¿qué es la pseudociencia?

Cuando hablamos de pseudosciencia no nos referimos a casos de ciencia ‘mal hecha’, en la que los malos resultados se obtienen debido a errores metodológicos o de razonamiento (ej. cuando quieres hacer generalizaciones acerca de todos los adultos, pero estudias solamente a adultos hombres). Tampoco estamos hablando de casos de fraude científico, en los que científicos inescrupulosos alteran sus resultados o métodos intencionalmente con el propósito de engañar (ej. el famoso estudio de los noventas que reclutó niños con tendencia genética al autismo para ‘probar’ que las vacunas causan autismo). Del mismo modo, no nos estamos refiriendo a disciplinas o prácticas no científicas que ni siquiera pretenden serlo, como la literatura o la mayoría de las religiones. El asunto que nos ocupa es más profundo: ¿Cómo sabemos si una disciplina o una afirmación que pretende ser científica en verdad lo es? En filosofía, a este se le llama el problema de la demarcación.

Muchas ciencias han hecho afirmaciones equivocadas, y muchas pseudociencias de vez en cuando atinan a decir la verdad. Por lo tanto, no podemos resolver el problema de la demarcación diciendo simplemente que las ciencias dicen la verdad, y las pseudociencias se equivocan siempre.

Desde mediados del siglo pasado, ha habido varios intentos de solucionar este problema, siendo el más famoso el del filósofo austriaco Karl Popper. Aquí sin embargo me quiero ocupar de las soluciones más contemporáneas, las cuales suelen poseer dos características principales. En primer lugar, no se enfocan solo en las afirmaciones que se producen en una determinada disciplina, sino que incorporan también las actitudes de aquellos que practican dicha disciplina. Por otro lado, no buscan un criterio único sino más bien definen una serie rasgos comunes que distinguirían la ciencia de la pseudosciencia.

Por ejemplo, el filósofo inglés James Ladyman señala cuatro rasgos de las pseudociencias. En primer lugar, sus afirmaciones usan jerga científica, pero sin asignarle su contenido real (ej. sanación cuántica). Además, los que practican estas disciplinas no se esfuerzan en clarificar sus ideas, sino que las mantienen ambiguas y obscuras. En tercer lugar, suelen trabajar en círculos cerrados, sin molestarse en comparar sus resultados con los de otras disciplinas, y afirmando haber encontrado ciertas verdades que el ‘establishment científico’ quiere ocultar. Y, por último, los practicantes de pseudociencia suelen seguir a líderes de culto ‘que nunca se equivocan’. La idea es que solo las disciplinas que poseen estos cuatro rasgos son pseudocientíficas, sino que, digamos, poseer algunos de estos indica que hay algo de pseudocientífico en dicha disciplina.

La pseudociencia es popular por varias razones. En primer lugar, impresionada por la cantidad de casos de fraude científico o malas prácticas, mucha gente generaliza y concluye que es mejor no confiar en los científicos en absoluto. Lo que aquí se ignora es que en la gran mayoría de los casos son los mismos científicos los que descubren y hacen públicas estas malas prácticas. Otra razón es que los científicos suelen lidiar con asuntos complejos, y muchas veces no tienen respuestas para dichos asuntos: se desconoce el origen de algunas enfermedades, la efectividad de distintos tratamientos, etc. No pudiendo tolerar la incertidumbre científica, y muchas veces motivadas por la desesperación, las personas recurren a tratamientos alternativos que prometen soluciones a estos problemas. Lo que estas personas no toman en cuenta es que la investigación científica se da por definición en el límite entre lo conocido y lo desconocido, ¡si no fuera así no habría nada que investigar! Por naturaleza, la ciencia tiene que lidiar con la incertidumbre. Esto es algo que todos hemos podido ver de cerca durante la pandemia, pero no es ninguna novedad para los científicos.

Es difícil tener absoluta claridad respecto a la distinción entre ciencia y pseudosciencia, pero sí conviene darle vueltas al asunto, sobre todo ahora que nuestros ilustres congresistas han puesto sobre la mesa el tema de designar recursos públicos a la investigación de patrañas como el dióxido de cloro.

* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. Obtuvo su doctorado y maestría en filosofía en la Universidad de Virginia, y su bachillerato y licenciatura en la PUCP.

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Covid-19, Filosofía, Pseudociencia

Según la encuesta de IEP, Castillo trepa de 36.2 a 36.5 mientras Keiko baja de 30 a 29.6, ampliándose la diferencia de 6.2 puntos a 6.9. Controvertida, sin duda, porque difiere de las otras encuestadoras, que le dan menos margen a Castillo (Ipsos le da 3, Datum 2 y CPI 1.8), pero igualmente atendible por su seriedad.

Lo relevante, sin embargo, es que esta encuesta confirma, junto con las otras, la existencia de un voto duro a favor de Castillo, que oscila entre 34.4% (CPI) y 42% (Datum). El candidato de Perú Libre se ha estacionado, habiendo llegado aparentemente a su techo, pero al mismo tiempo demuestra tener un piso duro inafecto a la contracampaña.

A un sector importante, por ahora mayoritario, de la ciudadanía le importa poco la vinculación de Castillo con sectores filosenderistas, la improvisación de su plan de gobierno, el desmadre de sus equipos técnicos, la turbamulta interna por los pactos informales firmados o la radicalidad extrema de su plan de gobierno. Igual, tienen intención de votar por Castillo.

Es un mensaje fuerte al país respecto del descontento e irritación que un sector ciudadano enorme tiene respecto del statu quo o del modelo económico, y que siente haber sido excluido de los indudables beneficios que el mismo ha generado en los últimos 25 años.

Ese sector va a merecer, en cualquier circunstancia, especial atención. Con mayor razón si gana Keiko. Rápidamente va a tener que emprender programas sociales de compensación de la recesión, además de políticas institucionales agresivas en salud, educación y seguridad interna.

Y prepararse para una eventual asonada popular por “quítame estas pajas”, a lo Chile o lo Colombia, frente a la cual va a tener que desplegar un trabajo preventivo y luego una labor de contención represiva inteligente y no a la bruta, con saldo de muertos y heridos, que podrían conducir al final abrupto de su gobierno.

Hay un 40% del país que está protestando y ha encontrado como vehículo de ella a un candidato feble, por debajo de las circunstancias críticas que vive el país, pero que simboliza ese ánimo contestatario que el país entero haría bien en escuchar, sea cual sea el resultado electoral el 6 de junio.

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Datum, Encuestas, IEP

Todos andamos con nuestra calculadora en la mano últimamente. Algo de estadística hemos aprendido en sucesivos procesos electorales apretados, con photofinish y mucha adrenalina en juego. Lo cierto es que a tres semanas de la elección más importante en el Perú, nada está dicho, parafraseando a un conocido programa y conductor limeño.

Entre Castillo y Fujimori se están repartiendo más o menos las tres cuartas partes de los votos hoy y lo que queda, que no es poco hoy elige “nadie”. El problema es que ese 25% aproximadamente que queda durante un par de semanas permanece ahí sin que nadie lo capture. Balance de campaña de cualquiera de los equipos: no avanzamos nada. Seguimos en la misma posición.

Castillo sorprende con su casi 40% inamovible. Nada de la campaña contraria logra hacer que retroceda. No hablo de Fujimori aún, solo de Castillo. Se mantiene, resiste, no baja. Empezó en 40, sigue en 40. ¿Variará eso? Es matemática. Si la campaña logra capturar indecisos para uno u otro lado, pues sí. Pero estando a la mitad del camino recorrido parece poco probable.

Fujimori tuvo un para de semanas de subida explosiva. Remontó de manera impresionante entre 10 y 15 puntos de distancia que Castillo le llevaba. Parece que ha entrado a desaceleración, que no es sinónimo de parada. Crece más lento. Es lógico. Es más fácil que el candidato que va segundo capte más rápido aquellos que rechazan al primero. Sobre todo si el que va primero se encarga de alejar a sus votantes.

Entonces, salimos de una semana en la que pasó de todo, pero parece que los votantes ya no nos movemos mucho. Para Ipsos, tres puntos de diferencia, para IEP seis. Casi un tercio sin elegir a nadie. El problema es que solo quedan tres semanas. Hay que acelerar el paso si se desea llegar cómodo al seis de junio.

A continuación algunos elementos que creemos los candidatos pueden aprovechar más para redefinir su alcance y tentar a aumentar algo su intención de voto

 

El castillo de Lima

El candidato de Perú Libre ha renunciado a la capital o la capital ha renunciado a él. El problema es que se trata de casi el 35% de la población electoral del país. Mucha gente para darla por perdida. La capital concentra un antivoto cercano a 50% para Castillo. Claramente lo rechaza. Pero un 23% capitalino señala también que hoy tiene un voto que puede cambiar. Hasta ahora Castillo se ha sentido cómodo controlando el Perú no limeño, pero no necesariamente ese apoyo se va a mantener así. Buscar revertir algo en Lima debe ser prioridad para estas dos semanas.

El tema de género tampoco lo aprecia Castillo como prioritario, pero como va, el 6 de junio no habrá mujer que vote por él. Ha ido disminuyendo progresivamente su voto en entre mujeres, que ha ido a Fujimori automáticamente por la imagen de ser ella una candidata del mismo género. Pero Castillo no puede ignorar que en su perfil de votante dos terceras partes son hombres. Debe corregir los atributos de imagen que lo llevan a este perfil.

Dijimos hace varias semanas que una de las peleas que pueden asegurar la elección es el NSE C. Castillo ya podría dar por perdido el AB, pero el C aún es un campo de batalla que no debe dejarse de lado. Para Ipsos, la ventaja para Fujimori es clara (10%) en este NSE, pero para IEP se reparten un tercio cada uno. Más allá de ello con los polos decididos, la pelea por el centro por una vez va a ser relevante en esta elección.

 

Fujimori del Perú

En el otro extremo la candidata de Fuerza Popular se siente cómoda en la capital y parece que centrara sus esfuerzos en retenerla antes que en lograr un mayor respaldo en el resto del país. Esto puede ser muy peligroso. Salvo el norte, Fujimori se ha rendido en el sur y el oriente donde las diferencias con Castillo son mayores a los 20 puntos y en el oriente donde Castillo se ha reacomodado con holgura.

La pelea es en el norte donde tras un escenario difícil, la candidata ha recuperado terreno y está en empate técnico para Ipsos y estrechando el margen para IEP. Ese norte tan favorable a Fuerza Popular durante la primera vuelta hoy parece pensar mejor sus votos y dependerá que la candidata mejore su alcance allí para tenerlo controlado. Recordemos que es el segundo bolsón electoral y teniendo solamente Lima, necesita una buena ventaja también acá para asegurar su victoria.

Los jóvenes forman otro segmento importante para el fujimorismo, pero que ha sufrido, para las dos encuestadoras, un revés importante en esta semana. La juventud hoy no aparece tan cercana e incondicional a Fujimori como parecía hasta hace pocos días. Valdría pensar en mejores formas de hacer campaña con ellos.

 

La caza del indeciso

Un déficit que notamos en la campaña de la primera vuelta es que nadie quería comprarse el pleito de capturar a los indecisos. Hoy parecemos estar en el mismo escenario. Describamos un poco a ese segmento que no tiene una preferencia marcada por algún candidato para ver si es que las campañas prenden farolas rojas hacia ellos.

Son en mayoría mujeres, de NSE D/E y algo importante, de Lima. Y señala explícitamente que su voto puede cambiar. De alguna manera, que está buscando la opción que mejor los represente y se acomode a sus intereses.

¿A quién parecen más inclinados estos indecisos? Por el perfil, en NSE a Castillo y en género a las mujeres. Al ser limeños, nos podemos atrever a decir que estos votos hoy pueden beneficiar más a Fujimori que a Castillo, a no ser que hayan movimientos en los perfiles en estos días.

 

En resumen

Mucho aspaviento, poco resultado. Ninguna estrategia está resultando y los movimientos son lentos a estas alturas. Parece calma chicha previa a la tormenta de los últimos días. Pero si no se establecen cambios en las campañas, habrán movimientos inerciales.

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

En el simulacro de Ipsos publicado hoy están 43.6% Castillo y 41.7% Keiko, 1.9 puntos de diferencia. Empate técnico. Pero vayamos a la encuesta, la misma que nos permite comparar las tendencias. Compararemos la encuesta de hoy con la del 7 de mayo, que no fue publicada sino que fue privada.

Keiko crece de 34 a 37% y Castillo baja de 41 a 40%. Le llevaba 7, ahora solo 3. Claramente le está arrebatando votos a Castillo y cosechando de los indecisos, ya que los viciados y no precisa se mantienen igual (en 7% y 9% respectivamente), pero los blancos caen de 9 a 7%.

Donde más se mueve Castillo es en el interior urbano, que crece 7 puntos, cae en el norte 6, crece en el centro 10, cae en el sur 5. En el caso de Keiko crece en el interior 6 puntos, en interior urbano 8, en el norte 8, en el centro 9, en el sur 7, en el sector A 7, en el B 7, en el C 4 y en el crucial E 3. Además, en hombres crece 6 puntos y en jóvenes de entre 18 y 25, 5 puntos.

En relación a la anterior medición, Castillo le llevaba 8 puntos en el norte, ahora Keiko le gana por 6. En el sur, Castillo la avasallaba con 51 puntos de diferencia, ahora se ha acortado la brecha a 39 (Keiko tiene 20% en la plaza más antifujimorista).

En el sector A, entre la encuesta del 7 de mayo y la del 14, Keiko ha pasado de llevarle 39 puntos a llevarle 48; en el B le llevaba 12, ahora 17; en el C Keiko le llevaba 4, ahora 10; en el D Castillo le ganaba por 9, ahora solo por 3; finalmente, en el E, Castillo le llevaba 28 puntos de diferencia, ahora se ha reducido a 23.

Está funcionando la estrategia keikista de ir del A al E -como lo anticipamos en una nota publicada en Sudaca el 30 de abril (https://n9.cl/15cwh): “lo que buscan es ir desde los sectores más acomodados para luego dar un llamado a los estratos sociales más bajos”. La encuesta de Ipsos confirma que esa táctica se está cumpliendo al pie de la letra. Falta mucho aún para definir el empate técnico, pero las cifras ya van mostrando claras tendencias.

 

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Elecciones 2021, IPSOS, Perú

Tamaño revoltijo que se armó esta semana cuando la prensa malintencionada y muchos “Keiko lovers” acusaron al profesor Pedro Castillo de despreciar la lectura. Vaya muestra de analfabetismo funcional la de esos detractores. Lo que dijo el profesor Castillo fue algo muy simple y claro, que cualquiera con dos dedos de frente puede entender en su verdadero sentido: “yo sé del hambre del pueblo. A mí nadie me lo cuenta. Yo no necesito leer el libro que viene de la biblioteca que está allá polveándose, porque la biblioteca está en mi nariz, porque la biblioteca la siento, la camino, la vivo”. 

Hasta resuena a César Vallejo: “»Voy sintiéndome revolucionario más por experiencia vivida que por ideas aprendidas” (de una carta del poeta a su amigo Pablo Abril de Vivero en 1928). Es decir, el sufrimiento y el hambre del pueblo peruano es algo que se ha aprendido por experiencia propia, no en las páginas de un libro. Eso no indica ningún desprecio a la lectura, sino que hay formas de sabiduría que pasan por lo personal antes que por su “descubrimiento” en las bibliotecas. Siendo maestro, es obvio que la lectura y los libros son bienes que se aprecian, pero cada cosa en su lugar.

Hecha la aclaración, les guste o no a los analfabetos funcionales del fujimorismo, cabe preguntarse qué se trae el profesor Castillo en el área de la cultura. 

Por lo pronto, ya ha barajado la idea de un nuevo ministerio de Ciencia y Tecnología, apoyado por importantes científicos peruanos, lo cual nos convertiría en un país exportador de bienes tecnólogicos, patentes científicas, pero, sobre todo, un país que ya no dependería tanto de los países más desarrollados para solucionar inmensos problemas locales (¿recuerdan la escasez y la demora de la vacuna anti Covid-19?).

También se ha voceado que se dedicará el 10% del PBI al sector de Educación, tan maltratado después de casi treinta años de constitución fujimorista, en que la educación dejó de ser un derecho universal y una obligación del Estado para convertirse en un servicio, muchas veces en manos de privados, con obvias miras al lucro (¿recuerdan tantas universidades trucha?).

Cabe preguntarse ahora, ¿qué pasará con el ministerio de Cultura?

Para llegar a una hipótesis debemos primero revisar la historia de dicha cartera en los últimos años. Lamentablemente, el MinCul se ha visto manchado desde el escándalo de Richard Swing, el famoso artista de la farándula que cobró jugosas sumas por dar “charlas  motivacionales” a los empleados del ministerio. Despilfarro. Eso ha ocurrido junto a una progresiva visibilización de agendas relacionadas con grupos progresistas y ligados al ecoambiente de las ONG. Las ayudas por la pandemia, las compras de libros, las invitaciones a ferias internacionales, los premios y subvenciones repiten los nombres de los mismos personajes. Hasta hay una poeta que ha recibido por lo menos cinco formas de reconocimiento y se ha llevado más de 50,000 soles. Merecida o no, esa suma revela una cierta tendencia que, como se dice por ahí, favorece a intelectuales provenientes de una o dos universidades privadas y se encuentran en la cresta de la ola de cierto activismo.

El Plan Económico 2021-2026 emitido por el Partido Perú Libre hace apenas unos días

(https://drive.google.com/file/d/15Q0BFGi1gmqax2aVfm0y9WTaZd-0oHhn/view?fbclid=IwAR0bhgUqebiURD0GhIaoherH0y6aTMyMqWQZCiRvTZ0OhZXfyWg9YR1jl9k ) no menciona ni una sola vez qué haría un gobierno de Castillo frente a la cultura, por lo menos lo que convencionalmente se entiende por tal. Casi todo el Plan cubre sectores importantes relacionados con la economía y la industria, pero parece haber un vacío en el diseño de una política cultural que sea consistente con el discurso de “no más pobres en un país de ricos”.

Sin duda, la cultura florecerá si se invierte en educación, pues nuestros niños y adolescentes aprenderán a valorar nuestros bienes culturales, a cultivar diversas ramas de la producción humana, a conservar nuestro patrimonio. Sin embargo, queda la inmensa tarea de mejorar un ministerio para que no refleje la desprestigiada imagen de ser un coto cerrado de cierto progresismo, plagado encima de escándalos y favoritismos.

Al profesor Castillo le queda la inmensa responsabilidad de llevar el lápiz (y también la escoba) para que el escaso presupuesto del MinCul se distribuya de manera que genere más confianza y atienda a todos los sectores culturales, especialmente los de las regiones, los que circulan en lenguas originarias y los que no necesariamente están ligados a los sectores universitarios y profesionalizados.

Ojalá el profesor se vea bien asesorado y tome las decisiones necesarias. Tremenda tarea. 

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Cultura, Pedro Castillo, Perú

Acabo de terminar mi sesión de historia en la PUCP, tocaba el primer gobierno de Alan García, para muchos el gobierno maldito, el peor de todos los tiempos, el que mayor griterío provoca de la derecha, aún peor que con Velasco. A este último le reconocen a regañadientes que a los gamonales se les había acabado el tiempo y que fue la historia la que los dejó atrás.

De Alan, en cambio, dicen que es el socialista a destiempo, el progre desfasado, quien leyó el Antimperialismo y el APRA, debiendo haber leído Treinta Años de Aprismo: “imperdonable, no aprendió de su viejo y sabio maestro”. Lo que pocos recuerdan es que más allá de su heterodoxa postura de destinar el 10% del valor de las exportaciones para pagar la deuda externa y de la obsoleta subvención de precios para aliviar la economía de las familias peruanas, Alan García buscó a la derecha para reactivar la economía a mediados de la década de 1980.

El joven líder aprista se reunió con los 12 hombres más ricos del Perú, encabezados por Dionisio Romero, tan dueño del BCP como su homónimo hijo, el del maletín con los tres millones de dólares para Keiko Fujimori, y acordaron crear un dólar más barato, el recordado dólar MUC, para el empresariado si este se invertía en insumos industriales y colocaban sus ganancias en el Perú. La apuesta era clara: el capital extranjero no llegaría jamás a un país con terrorismo, había que animar al empresariado local y García lo hacía así, de la manera más irresponsable posible pues, sin adecuados mecanismos de fiscalización, el resultado era previsible.

Además, había que conocer un poco la historia del Perú para vaticinar fácilmente el final, los 12 apóstoles no reinvirtieron nada, difícil pedirle al escorpión que no muerda a la rana, e imposible pretender vocación de desarrollo en una clase económica cuyo pingüe negocio, a través de los tiempos, no hemos sido otros sino nosotros. De esta manera, las reservas del Estado, vía dólar MUC, fueron a parar por miles de millones a cuentas privadas en bancos suizos y no volvimos a verlas jamás.

Pero si en algo se equivocó el joven Haya, fue en pensar que las clases medias podían formar parte de un frente revolucionario. De hecho, a la sangría de millones del MUC, se sumaron perro, pericote y gato, y no hacía falta apellidarse Romero para cambiar 4X5 las divisas de la nación. El resultado: para 1987 el Perú se quedó sin reservas y llegaron el caos, la hiperinflación y la nacionalización de la banca. El país estaba quebrado.

Por eso, cuando veo la blanquirroja peruana asociada a una candidata, solo puedo colegir que se trata de los de siempre, de los que gritaron “libertad” a los cuatro vientos cuando les quitaron sus bancos después de que nos dejaron sin un duro, los mismos cuyo negocio somos nosotros y que ahora, una vez más, quieren confundir sus intereses con los de toda la nación. Yo no sé si el hombre del sombrero es una alternativa, pero sí sé distinguir una garrapata cuando la veo.

 

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Alan García, Historia, Perú

De mantenerse las tendencias, Keiko debe estar llevándose el triunfo en la jornada del 6 de junio. Quizás ajustadamente, pero favorable a ella. Hay, sin embargo, imponderables que podrían romper el curso de las tendencias señaladas. Aquí, algunos de ellos:

1.- Escándalo por denuncia periodística. Puede surgir de algún medio opositor y armar tal escándalo que le cueste votos. El 2016 la feble denuncia de Cuarto Poder le costó la elección a Keiko.

2.- Sentencia condenatoria ante acusación fiscal contra Keiko o esposo. Es muy improbable, ya que la acusación fiscal recién se ha presentado y tendría que haber una especial indisposición para que el juez acelere el caso sin previo juicio oral.

3.- “Chicharrón” o “nosotros matamos menos”. Keiko no comete errores, por lo general, pero un dislate, un exabrupto, suyo o de algún vocero cercano a la cúpula, puede ocasionarle daño y quitarle pocos puntos, pero decisivos en una elección tan ajustada.

4.- Que siga hablando López Aliaga. El líder de la DBA peruana está aprovechando, oportunistamente, para mejor su posición política en vista de la campaña edil en la que ya ha anunciado que será candidato. Pero su violencia verbal, lo único que hace es refrescar en el pueblo la memoria de los últimos cinco años de virulencia keikista en el Congreso. El comando de campaña de Keiko debería implorarle que se calle o se vaya de viaje.

5.- Que a Keiko le dé Covid. Es un hecho fortuito, pero muy posible dada la cercanía y contacto a la que se obliga la candidata en sus mítines y visitas. Si sale fuera de la campaña dos o tres semanas, pierde la elección.

6.- Que vaquen a Sagasti y se genere una crisis política de envergadura. Ya un congresista vinculado a Castillo pidió su censura. A mayor zozobra, quien cosecha es el candidato disruptivo antisistema, Pedro Castillo. Felizmente no prosperó la peregrina idea, pero harían bien las bancadas mayoritarias en estar advertidas del torvo proyecto detrás de este tipo de iniciativas.

7.- Un debate funesto. Que le vaya pésimo a la candidata de Fuerza Popular en el debate. No parece probable. Por el contrario, quien seguramente va a perder es Pedro Castillo, pero ya vimos que un debate puede incidir (Chota, el segundo debate Keiko-PPK del 2016).

8.- Reactivación del antifujimorismo. Que Keiko haya subido al punto de alcanzar a su contendor ha movilizado a todos los colectivos de izquierda antifujimorista, que suelen ser muy activos en redes sociales y en creatividad publicitaria. El antivoto de Keiko ya no es tan alto y se equipara al de Castillo, así que no parece que vaya a tener mayor impacto, pero siempre es un imponderable que puede mellar su desenlace.

 

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Elecciones 2021, Keiko Fuj, Perú
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