Opinión

La constante convulsión coyuntural hace que olvidemos los grandes temas del bicentenario. No es culpa de nadie, sino de la precariedad general a la que se nos ha condenado, y de la intensidad nociva de la globalización. Uno de esos asuntos es el arreglo territorial que necesitamos como país, frente a la innegable evidencia de que el Estado unitario republicano ha fracasado en su intento de hacer desarrollo a lo largo del suelo peruano. Más bien el bienestar es privilegio de una minoría que no supera el 15% de la población, ubicada casi siempre en las grandes ciudades, donde está también la mayoría de peruanos en medio del deterioro urbano constante. Tras 200 años, es innegable la concentración de riqueza, el centralismo y la tendencia a la degradación. 

La lógica territorial sobre la que se funda una sociedad política es transversal a su concepción y propuesta de desarrollo, pues sostiene un orden económico e implica un tipo de institucionalidad política. Y detrás de ello una epistemología y una determinada moral pública. Han habido tipos genéricos de arreglo territorial-político a lo largo de la historia: ciudad-estado, estados unitarios, federaciones y estados supra-nacionales. Debajo de estas formas arquetípicas hay variedades específicas según contexto histórico y perspectivas económicas. Aunque el orden territorial con que se funda la república peruana en 1821 es el de un Estado unitario – expresión del esquema económico precedente -, el Perú pre-hispánico era más bien de espíritu federativo, y el Incanato operó bajo esta lógica. La naturaleza de la geografía y la cosmovisión resultante llevaron a ello. Como descubrió John Murra, se trata de una concepción territorial que se ordena bajo dispersión (no concentra pueblos vecinos) con grandes distancias entre unidades políticas que comparten la convicción de que debe asegurarse el alimento y la sostenibilidad ecológica de todo el reino, una relación vital y energética con la naturaleza, y el respeto a la diversidad religiosa. Sin duda, para tejer esta trama federativa los incas también recurrieron a la imposición – somos animales de poder – pero pocas veces esto se hizo mediante la guerra. Su filosofía colectivista y conservacionista hizo que, las más de las veces, apelaran a la negociación en busca de la mayor reciprocidad posible entre las partes, para así lograr el incentivo a la anexión. Según María Rostworowski, por la vía militar frecuente el Tahuantinsuyo no se habría expandido tanto ni en tan poco tiempo. Ya se ha hablado en este espacio del genio civilizatorio de los antiguos peruanos, no sorprende su sabiduría política. 

El federativismo continental inca tiene su contraparte local. Esta se manifiesta con mayor claridad en el núcleo territorial del imperio (las sierras altas), donde la vertical, quebrada y micro-climática geografía, altamente expuesta al cambio repentino y radical, produce un escenario de permanente incertidumbre. Este contexto físico, sumado al respeto militante por la diversidad natural, hizo valorar la estabilidad sostenible, a entender la riqueza como posesión de la mayor variedad posible – con fines de sortear contingencias – y no como la acumulación concentradora de uno o dos tipos de bienes. No era extraño que las de tierras de una comunidad campesina o una familia atraviesen más de un piso ecológico, y por tanto de climas y cultivos. Se trató, al final, de un federativismo sostenible y muy eficiente bajo los criterios pre-hispánicos, pues dio alimentación de altísimo valor nutritivo a millones, sin dañar la naturaleza e intensificando la relación espiritual y energética del colectivo con ella.

El modelo de Estado unitario, que llega al Perú con la conquista, es el del capitalismo mercantil y las monarquías absolutas, entre ellas España, Francia e Inglaterra. Bajo esta concepción, el país busca concentrar territorios y metales para acumular riqueza e imponerse sobre el resto, con quienes se tiene relaciones siempre conflictivas. El mercantilismo es agrícola y parcialmente comercial, y ése es el orden económico que trae España, con la particularidad de que construye un Estado al servicio de su imperio, dirigido a llevarle metales y a alimentar a toda la clase dirigente (criolla y española) que le administra el suelo conquistado desde Lima. A partir de este esquema inicial se consolidan los futuros grandes corredores económicos de la república peruana: la costa terrateniente con mayor dinámica en el norte, y los cruces hacia las zonas mineras de Cerro de Pasco y Potosí, desde Lima y Arequipa. En dichas vías florecen relaciones comerciales de productos agrícolas, ganaderos y textiles, y aglomeraciones de vivienda. Los españoles tuvieron serias limitaciones para el control de la totalidad del territorio, y sólo llegaron hasta donde vemos plazas de armas y sus cercanías naturales. Cuanto más altura, más adversidad geográfica y más dificultad para imponer tributos de trabajo forzado. Por tanto, más comunidades campesinas que conservan numerosos elementos del ethos pre-hispánico. Hasta el día hoy hay descendientes incas en estos lugares, porque los conquistadores debieron pactar  más de lo que esperaban, y por eso no violentaron totalmente la institucionalidad comunal y sus formas políticas, y se resignaron con fusionarla bajo sus códigos religiosos.  La selva es una larga historia de aislamiento y dificultad de acceso, lo que perdura hasta hoy si lo vemos en perspectiva. 

Puede rápidamente notarse que el encuentro de dos mundos se soluciona con el atropello de la perspectiva occidental: se subordina el reparto territorial federativo previo y sus instituciones políticas, y se hiere de muerte a toda una civilización. Como se ha indicado arriba, con  la independencia se hereda el orden territorial de la colonia y sus circuitos comerciales, pero se le suman varios elementos, la mayoría agravantes en cuanto a centralismo y concentración, y otros más progresistas aunque ilógicos. Empiezan las olas descentralizadoras de nuestra historia republicana (hasta hoy lo seguimos intentando), pero se apuesta por el mismo esquema primario-exportador que explica el orden territorial, y por tanto socio-económico que dejaba el virreinato: centralismo costeño y riqueza de una minoría europeísta que gobierna el vasto y diverso territorio desde Lima. El 85% de la población está en la sierra y la selva, y el 80% está en comunidades nativas y campesinas. Al desprecio colonial se suma otro en 1821, también de procedencia foránea: la firme creencia en la superioridad ya no sólo espiritual y racial de occidente, sino también tecnológica y científica. Se instala el capitalismo industrial y su mitología política como camino “racional” de desarrollo y norte ideal. El progresista del momento es un industrialista incapaz de entender que la civilización pre-hispánica, todavía muy viva entonces, merece protegerse, regenerarse y aprovecharse, y que cualquier otro plan de acción es bárbaro y traerá resultados contrarios a los esperados. Por eso Simón Bolivar retira la figura de comunidades indígenas del orden legal (ni en el virreinato), dejando como única posibilidad de posesión la propiedad individual. Se justifica hablando de democracia, pero quiere individuos e industria, y considera un obstáculo inferior el universo andino, por lo que en 1825 repone el colonial y humillante tributo indígena (los criollos sólo pagaban impuestos si eran comerciantes) que San Martín había eliminado. La legalidad de las comunidades indígenas recién será devuelta por la constitución de 1920, con Leguía entrando al oncenio. El tributo será eliminado por Ramón Castilla en 1854, y se intentará reponerlo sin éxito a fines del siglo XIX. Nada sensibiliza al miope provincianismo occidental de nuestras élites, nada detiene el deterioro institucional ni moral de las comunidades pre-hispánicas, pese a que en el siglo XIX la sierra nunca representa a menos de tres cuartas partes de la población. Las comunidades andinas siguen vivas, ya culturalmente mestizas desde la colonia, pero con todo su registro de conocimientos civilizatorios en pleno uso, los que habrían sido vanguardistas y enriquecedores para cualquier élite verdaderamente cosmopolita. Lo peor es que nada de industria hubo hasta poco antes del siglo XX. A la hora de la verdad, los grupos económicos prefirieron la comodidad de la renta terrateniente, la exportación de materias primas, la especulación financiera corrupta y el orden oligárquico. La industrialización obliga a producir a todos e iguala a las gentes, y eso no querían, pues estaban acostumbrados a que se trabaje para ellos.

Qué esfuerzos descentralizadores podrían haber funcionado en esta extensión colonial primario-exportadora. Hasta 1854, gracias a la constitución de 1823, las juntas departamentales – aunque elegidas y tuteladas desde el gobierno central – gestionan el cobro de tributos y el diseño del presupuesto regional. La anarquía militar y la dureza económica del periodo impiden la consolidación de este orden, que Ramón Castilla elimina en 1854, con el afán controlador y centralista que la renta guanera le anima a tener. Las siempre conservadoras élites limeñas son compradas y celebran. Concluido este boom exportador, gracias a manejos oscuros e irresponsables y a una depresión mundial, vuelve a la escena política la narrativa descentralizadora, con Manuel Pardo de presidente. Este intenta volver al orden descentralizado pre-guanero, pero sus propios y regresivos aliados se oponen, por lo que debe conformarse con revitalizar los ayuntamientos y los gobiernos locales, introduciendo procesos electorales para su conformación, aunque sin contemplar el voto universal. Esto llegará recién en 1980. 

Entre las últimas dos décadas del siglo XIX e inicios del siglo XX, emerge la básica y periférica industrialización peruana. Como era de esperarse, se da principalmente en Lima, mínimamente en la costa y casi nulamente en la sierra. Al orden primario-exportador centralista de origen colonial se le suma ahora la fuerza de concentración económica y centralismo territorial del capitalismo subdesarrollado. De suyo, el mercado industrial (así sea precario) busca consolidar grandes unidades urbanas. Mientras más gente haya concentrada en un espacio, habrá más mano de obra a disposición de las fábricas, más nichos de mercado, más posibilidades de inversión a gran escala (la demanda responde) y mayor tributación (y por tanto más potencial de infraestructura pública y servicios estatales). Asimismo, la aglomeración reduce las distancias y los costos de transporte. A esta tendencia espacial del capitalismo industrial se suma otra, material y también centrípeta: la ilimitada voracidad acumulativa de sus agentes, y la asimetría radical entre minoría rica y mayoría pobre que siempre generan. Todos los capitalismos del mundo tienen estas características: una pirámide socio-económica de base ancha y muy angosta por arriba, y una o varias aglomeraciones centrales que mueven la mayor parte de la economía nacional y son muy atractivas para el migrante, pero son insostenibles a largo plazo, pues contaminan y no pueden abastecerse de agua y alimentos. Esta realidad, que tenemos hoy a la vista, demoraría medio siglo en empezar a manifestarse, pues la industria naciente peruana de 1900 era sólo unas cuantas decenas de fábricas y unos pocos miles de obreros. Son tres los procesos que empujan el inicio de la hipertrofia limeña cuarenta años después: el primero es el esfuerzo de expansión demográfica de varios gobiernos desde el siglo XIX, que hacen oído al lamento industrial sobre la escasez de mano de obra (la mayoría vive en la sierra) y aplican políticas masivas de sanidad, las que empiezan a dar resultados a partir de 1930. El segundo, y principal, es la  homogeneización cultural resultante del proyecto educativo occidentalista y conservador del Estado central, que empieza a penetrar la sierra y enseña que lo rural es atraso. Esto es reforzado por la radio y luego por la televisión. El tercero es la crisis de tierras en la sierra, consecuencia de la acumulativa concentración de hectáreas por parte de grupos de poder que vienen atropellando y abusando desde el siglo XIX, lo que se agrava en las décadas de 1950 y 1960, generando actividades guerrilleras que demandan una urgente reforma agraria. Alrededor de 1940 empieza una enorme ola migratoria de la sierra hacia Lima, que no se detiene hasta hoy. 

Nuevamente, no habrá industrialización tras un siglo y seguiremos siendo primario-exportadores, pero habrá más concentración de riqueza y más centralismo limeño. La fuerza aglomerativo-urbana del capitalismo no se detiene, sin importar el modelo de desarrollo. La degradación de las grandes ciudades sigue su curso indetenible: hipertrofia por exceso demográfico, violencia, caos de transporte, polución, carencias cada vez mayores de agua y electricidad, inseguridad sísmica, precariedad de espacio público, insuficiencia de vivienda, otros. El colapso y el abandono final las espera. La tendencia del modelo a la desigualdad tampoco fue controlada, salvo momentos excepcionales. Nuestro territorio tiene la capacidad suficiente de darnos energía barata y alimentación sin depender del exterior, pero ninguna de las dos cosas sucede. La selva sigue aislada en muchos aspectos, y su naturaleza se deteriora constantemente, por  razones e intereses de diversa fuente. Las comunidades rurales y nativas ya no sólo permanecen en la inexistencia política, sino que son abandonadas y depredadas por sus propios hombres. Muchos siguen ahí, desde luego, resistiendo a las amenazas constantes del capital (en complicidad con el Estado) que quiere acceder a sus tierras y explotarlas para fines acumulativos. La fuerza hegemónica de la globalización colabora con la profunda ignorancia de las élites peruanas en relación a nuestra riqueza pre-hispánica todavía viva. La conflictividad social es cosa de todos los días en el Perú. Siguen habiendo territorios del país donde el Estado no llega. No hay gobernabilidad regional ni posibilidad de progreso, y más bien, como en Lima, se pasa todo el tiempo de una crisis coyuntural a otra. Como era de esperarse, los esfuerzos descentralizadores del siglo XX y XXI no rindieron frutos. Sus vocaciones político-institucionales fueron derrotadas por la fuerza del modelo primario-exportador y su disposición territorial, y por la indetenible tendencia aglomerativa de Lima metropolitana. Hasta hoy, a ningún ente descentralizador con poder decisorio se le ha ocurrido reconocer la existencia de civilizaciones pre-hispánicas en el territorio y hacerlas parte del orden territorial, político y económico del país. La ola descentralizadora de la constitución de 1933 sólo fue agenda temporal, pese a su impronta indigenista. La descentralización del APRA a fines de los ochenta fuerza la agrupación de macro-regiones y es efímera, pues la disuelve Fujimori. La reforma territorial que más ha avanzado en los años que corren es la del gobierno de Alejandro Toledo, porque otorgó la elección de autoridades por medio del voto universal. Pero ya vimos que seguimos en un orden territorial muy parecido al que heredamos en 1821, con agravantes añadidos y mejoras tan inerciales como menores. De tal forma que sigue pendiente la tarea de diseñar e implementar un esquema más funcional a nuestro progreso inclusivo y sostenible. 

Pienso, y creo haberlo mostrado en el resumen diagonal previo, que es necesario discutir los modelos de orden territorial y su correspondiente dimensión económica. Bajo el capitalismo subdesarrollado y primario-exportador es muy difícil descentralizar, porque todo tiende a la concentración y la acumulación de pocos, a lo que se suma la hipertrofia de Lima. Esto lleva al estado unitario y la historia lo muestra. Las carreteras interoceánicas que se están construyendo traerán avances, pero no grandes ni repentinos saltos materiales. No vamos a industrializar ni a hacer boyantes a las regiones, no tenemos de dónde. Todo seguirá dirigiéndose a la capital. Hay que volver, desde hace mucho rato, a mirar desde el esquema económico de los antiguos peruanos, que es el de la sostenibilidad y la inclusión, así sea inicialmente austera. Bajo ese patrón, cada región debe buscar su equilibrio a partir de la optimización y cuidado de su territorio, sin competir con el exterior innecesariamente. Y el Estado central, interesado en este proceso,  debe apoyar a las unidades más débiles hasta que logren consolidarse, y asumir los costos de ineficiencia económica que trae el proceso. Porque lo más importante no es acumular sino estabilizar e incluir, hacer sostenible. Sin duda esto es un largo aliento de profundidad estructural, que generalmente llega tras las grandes crisis, lamentablemente. Pero avanzaríamos bastante si descubriéramos que nada bueno nos traen los sueños ajenos de progreso. Requerimos de nuestra propia interpretación, acorde con nuestra naturaleza y legado cultural. Y en ese camino, es indispensable oficializar la pluriculturalidad peruana otorgando derechos poliétnicos (educación en lengua propia, defensa de usos y costumbres, financiamiento para desarrollo en su ruta cultural) y derechos especiales de representación (escaños congresales) a las comunidades pre-hispánicas del territorio. Es lo justo después de 500 años, y lo que corresponde para nuestra mayor reserva geopolítica y fuente de desarrollo frente el mundo entrante. Estos dos, el económico y el cultural, son temas  neurálgicos en nuestra discusión territorial. Si no los enfrentamos, como ha sucedido en 200 años, se nos seguirá alejando el bienestar y el progreso.

Sin embargo, hay otras reformas institucionales que pueden empujar este camino de federalismo sostenible, mientras termina de llegar el cambio económico necesario y nuestra pluriculturalidad milenaria es admitida en el orden legal peruano, y sobre todo en nuestras cabezas. Son rutas con riesgos, que se agravan si son vistos desde el crecimiento, pero que se vuelven parte aprendiente del proceso si el lente es la sostenibilidad. El Estado unitario ha sido una desgracia en la historia peruana: la variedad de nuestra realidad supera por mucho la capacidad de control de un solo centro, hay que asumir dicha complejidad y su costo de aprendizaje. No hay tránsito fácil, en algún momento hay que soltar y subsanar errores dramáticos. Pienso que si el gobierno y el legislativo quisieran de verdad descentralizar, aprobarían leyes para iniciar el camino hacia la regionalización fiscal, que pasa por invertir y empujar la institucionalidad suficiente para que cada ejecutivo departamental pueda cobrar los tributos de su circunscripción y definir sus políticas públicas; sin intervención de un funcionario del MEF, que poco puede saber sobre qué necesita Ucayali o Madre de Dios, salvo generalidades. De eso se trata el acto de descentralizar, que es federalizar aunque se le tema al término. Sin aquel poder económico, el ejecutivo regional no tiene responsabilidad frente a su comunidad, y no se lo toman en serio. Por eso cuando hay problemas graves fuera de Lima, sus ciudadanos convocan y acuden al Estado central sin antes agotar la instancia regional, porque saben que ahí la respuesta será la de siempre, que la gran decisión viene de arriba. El otro avance posible, como contrapeso a lo anterior, es ampliar y fortalecer la institucionalidad democrática regional, aumentando y dando calidad a sus canales de representación. Es decir, creando parlamentos regionales y mecánicas ciudadanas de control, que es una fuerza que legitima gobiernos. En ambos casos, el proceso puede ser paulatino y cauteloso, siempre que se tenga claro el norte y la lógica, que es la de entregar poder efectivo al final del recorrido. 

Pero incluso si se pusiera en marcha este camino institucional, bajo un verdadero interés descentralista, el proyecto tendría patas cortas si no se cambiara de lógica económica, pasando del liberalismo primario-exportador – obsesionado con el crecimiento – al equilibrio territorial sostenible e inclusivo. Dado que cuentan con pocos recursos para competir en el orden global, las regiones seguirían en el camino de la concentración de riqueza y alta tendencia aglomerativa que hoy los tiene en la precariedad general, y tarde o temprano fracasarían como unidades de gobierno. Mientras Lima seguiría en dirección al declive final. Se trataría entonces de un federalismo más bien insostenible, que no entiende su naturaleza institucional y quiere acumular sin concentrar. Y que tampoco se reconoce en relación a su  territorio, y por eso pretende ser lo que productivamente no puede. Algunos dicen que sólo ahí vendrá la crisis y el nuevo tiempo, tras 500 años. Son especulaciones, sin embargo. Lo concreto es que el federativismo sostenible desplazado en 1535 es el único esquema territorial que ha funcionado en estas latitudes, y que llevamos casi cinco siglos de centralismo y desgracia mayoritaria. 

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federativismo sostenible

UNO

Papagaio era el 10 del San Pablo y contaba con 29 años. Ordenaba y hablaba los 90 minutos. Tenía una zurda prodigiosa y una personalidad de fierro. En el partido ante Checoslovaquia quedó patentada su importancia. Dio 2 enormes pases gol, con el guante que tenía su pierna izquierda. Antes del final, salió lesionado. Brasil lo extraño horrores en el mejor partido del campeonato: ante Inglaterra. Reapareció ante Perú. Los brasucas dispararon al arco 27 veces y los peruanos 22. Fue un deleite. Al iniciar, un fantástico balón, eyectado de la zurda, de Papagaio (desde la medialuna) al pecho de Pelé. El Rey eludió a su marcador y disparó al palo del arquero peruano. El balón salió desviado, a punto de salir, Pelé, de espaldas, lo alcanzó y le dio con el taco para atrás. Apareció Tostao, rodeado de rivales, elevó su remate. Y corría el minuto 4.

Ante Uruguay, le mandaron una marca especial. Entonces, luego del sorpresivo gol uruguayo, atinó a trocar posición con Clodoaldo. El quedó atrás y el 5 del Santos se adelantó y, en pared larga con Tostao, empató el juego. 

En la final, hizo su mejor partido. Anotó un golazo. Minutos después, dio el pase milimétrico a Pelé; quien, cedió de cabeza el balón a Jair -triangulando la jugada- para el tercero. 

Al finalizar el encuentro se echó a llorar. Más tarde, tuvo la hidalguía de ir al vestuario de los vencidos y consolarlos. Le entregó su camiseta a Fachetti.

DOS 

Era el 10 del Corinthians y tenía 24 años. Antes de Roberto Carlos, Branco, Junior y Nelinho existía la Patada Atómica. Lo sufrió Viktor (uno de los mejores arqueros de Europa) en el primer gol de Brasil. Si uno observa la jugada, la bola viene con una velocidad y violencia increíble; si el arquero la hubiera tocado, le habría doblado la mano. 

Ante Inglaterra, segundo partido, hizo un jugadón dribleando a 2 rivales y, al final, su tiro reventó el parante de Gordon Banks. 

Contra Perú, aprovechó un resbalón de su marcador, y su zurda hizo que la bola, construyera una elipsis y, golpeara las redes.

En la semifinal, ante Uruguay, faltando pocos minutos para el final. Tostao recoge un rechazo de la defensa uruguaya y le cede el balón a Pelé. Este avanza hasta el borde del área. Espera y, ante la desesperación celeste, toca con suficiencia el balón a Rivelino, quien venía corriendo de atrás, y sin detenerse remata de zurda. 

En la final, en cada tiro libre, Rivelino se resbalaba. Había llovido ese día. Aun así, en una ocasión, reventó el parante de Albertosi con su pierna mala. 

Al concluir el partido, la emoción lo embargó y se desmayó. 

TRES

Era el 10 del Botafogo y tenía 26 años. Ostenta un record: Anotó en todos los partidos. En el primer match hizo 2 golazos: el primero le hizo una “coberta” al arquero Viktor y en el siguiente, ante pase de Pelé; eludió a 3 rivales y cruzó el balón, venciendo al meta.

Ante Inglaterra fue su partido. Cooper, su marcador, nunca pudo con él. Hizo el centro imposible, ante el acoso de su marcador para el cabezazo legendario del Rey. Y en el gol, aprovechó que Cooper se resbaló y anotó. Pero no déjate de joder, Pelé engaño a todos. Recibió el magnífico pase de Tostao (de nuevo la dupla) y, con todos los ingleses encima, la hizo simple, se la cedió a Jair. 

La semifinal fue un partido durísimo. Jair volvió loco, con su velocidad, a Matosas. Anticipó una jugada de ataque de la Celeste.  Pasó el balón a Pelé, quien funge de aduana, le da suavemente a Tostao, a pesar de su marcador. Este, se la tira larga a Jair, quien corre, teniendo a Matosas a su lado. Hace un movimiento de dribling y dispara en diagonal venciendo a Mazurkiewicz. La transmisión inglesa del gol (está en You Tube) es apoteósica.

Brasil había vencido a sus fantasmas.

En la final, solo tuvo que poner el pecho para completar el paso triangular de Pelé y Gerson.

Se arrodilló y se santiguó para agradecer a Dios.

CUATRO

El 10 del Cruzeiro tenía 23 años. En el primer partido, antes del gol de Rivelino, hace una pared increíble con O Rei. Más tarde, completa la famosa doble pared con Gerson, ante los ojos incrédulos de todo el mundo. 

Contra Rumania, el segundo gol lo involucra con Pelé nuevamente. Le da un fantástico pase gol de taco (en el aire) a su socio para el tercer gol.

Su aporte en el triunfo ante los ingleses es evidente. Hizo un jugadón, con túnel incluido al gran Bobby Moore, y dio el pase a Pelé (El negro siempre estaba allí) que antecedió al gol. 

A Perú le hizo 2 goles (su mejor actuación).

Luego en el partido de la semifinal, volvió a demostrar su conexión perfecta con el Rey: paredes, toques, y el pase infinito para el mejor amague del 10.

CINCO

Hay 4 jugadas que lo definen, y que están en el consciente de las personas que lo vieron vía satélite o lo vislumbraron por primera vez. 

Acto Uno

A punto de finalizar el primer tiempo. Pelé coge el balón de la media cancha, ve ligeramente adelantado a Viktor, y lanza un bombazo. El meta checo regresó desesperado al arco. La bola salió ligeramente desviada. La multitud enloqueció.

Acto Dos

Jair supera a su marcador Cooper con velocidad y antes de llegar a la línea de cal, centra. Y sucede lo imposible: O Rei se eleva y queda suspendido en el aire, desafiando las leyes de la naturaleza. Cabecea, como dice el manual, la bola toca el césped y rebota. A punto de ingresar, Gordon Banks lo intuye se tira y con reflejos endiablados la saca. Inolvidable.

Acto Tres

A punto de acabar el juego de semifinales. Su socio ideal-Tostao tiene el balón enfrente de 3 defensas uruguayos. La tira larga a Pelé que viene corriendo. La bola va en diagonal y Pelé llega junto con Mazurkiewicz y amaga, sin tocar el balón, engañando al portero. Vuelve y remata de espaldas al arco. La pelota sale por centímetros. Mágico.

Como dijo el genial Santiago Segurola “De alguna manera, casi todas esas jugadas tenían un aire de novedad para los aficionados de entonces. La fascinación fue tan grande que se eliminó lo prosaico en favor de lo irreal. Las dos acciones de Pelé ante Víktor y Mazurkiewicz se asumen como goles. Que no lo fueran, importa menos que la impresión que causaron las jugadas”.

Acto Cuatro

Añadiría el último gol. Luego de un mosaico de jugadas, que empezó Tostao e involucró a Piazza, Clodoaldo, Pelé, Gerson, Clodoaldo (se dribló a 4 italianos), Rivelinho y terminó con Jairzinho, quien sabía dónde estaba Pele (al borde del área). Y el negro sin mirar -se conocían de memoria- se la tira larga a Carlos Alberto, quien concreta.

Toda una declaración de principios y avizorando lo que vendría: La Naranja Mecánica o el Futbol Total.

 

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Brasil 70

Se hizo una el Congreso de la República al censurar al inefable e incompetente ministro de Educación, Carlos Gallardo. Como habíamos señalado en anteriores columnas no era admisible que el Legislativo se abocara, entusiasta, a buscar la vacancia del Presidente y no haya sido capaz, en más de 130 días, de haber siquiera censurado a uno de los tanto ministros impresentables que este gabinete alberga.

En el caso de Gallardo, se trataba de un ministro comprometido con la reversión de la reforma magisterial y universitaria, sospechoso de haber filtrado la prueba docente de manera corrupta, ligado a un sindicato como el Fenatep, de filiación filosenderista, empeñado exclusivamente en destruir el tejido sindical del Sutep antes que en desvelarse, por ejemplo, por el reinicio de las clases presenciales. Muy bien censurado. Más bien, lo criticable es que no se haya hecho mucho antes.

La lista de próximos censurados cae por su propio peso. Juan Silva, ministro de Transportes, entre otros, resalta por su incapacidad y por su manejo sinuoso del portafolio. Ha destruido lo poco que se había avanzado en materia de reforma del transporte, entregándole cuotas de poder a las mafias del transporte informal, orondo e impune.

Eduardo Gonzáles, ministro de Energía y Minas, cómplice de la destrucción de la actividad minera que este gobierno está dejando que se produzca, ausente, cuasi responsable delictivo. El propio ministro ha llegado a hacer declaraciones contemplativas con los autores de los desmanes violentos que ya han paralizado varios proyectos mineros (ayer nomás han incendiado las instalaciones de la mina Anabi, en Chumbivilcas, Cusco).

El propio ministro del Interior, Avelino Guillén, merece, al menos, una interpelación. ¿Cómo es posible que las fuerzas policiales no intervengan en el levantamiento de los ilícitos y extorsivos bloqueos de carreteras, o que no actúen respecto de los ataques a la propiedad privada que hemos visto en varios campamentos mineros, sin que se haya producido siquiera una acción de custodia o de investigación posterior? La policía, al parecer por órdenes del ministro, ha decidido no actuar.

¿El Congreso quiere recuperar sus fueros y su legitimidad? Que acentúe su labor de fiscalización de un Ejecutivo que no da la talla. Eso no es obstruccionismo. Por el contrario, al hacerlo, el Parlamento colabora con la escasa gobernabilidad que un Presidente tan mediocre como Pedro Castillo despliega.

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Congreso de la República, ex ministro Gallardo, Ministro de educación

Los indicadores de calidad que tienen en la cabeza los directivos de la Sunedu corresponden a otras realidades”, Alfredo Rodríguez, asesor de Carlos Gallardo, hoy censurado Ministro de Educación.

¿A cuáles “indicadores de calidad” se refiere el asesor? ¿Acaso a las Condiciones Básicas de Calidad (CBC) cuyo cumplimiento permite el licenciamiento de las universidades? Según la Ley Universitaria, la Superintendencia de Educación Superior Universitaria (Sunedu) es la instancia responsable del licenciamiento de las universidades. Licencia que, por cierto, es temporal y renovable y tiene una duración mínima de 6 años. Asimismo, es la que supervisa la calidad del servicio educativo universitario y fiscaliza si los recursos públicos y los beneficios otorgados por el marco legal a las universidades son destinados a fines educativos y al mejoramiento de la calidad. 

Como se sabe, desde finales del 2015, cada una de las universidades del país, públicas o privadas, debía demostrar ante la Sunedu el cumplimiento de las CBC para prestar el servicio de educación superior universitario. En total son 8. La primera, alude a la existencia de objetivos académicos;  grados y títulos a otorgar; y planes de estudios correspondientes. La segunda, a la oferta educativa a crearse compatible con los fines propuestos en los instrumentos de planeamiento. La tercera, a la infraestructura y equipamiento adecuado al cumplimiento de sus funciones (aulas, bibliotecas, laboratorios, entre otros). La cuarta, a las líneas de investigación a ser desarrolladas. La quinta, a la verificación de la disponibilidad de personal docente calificado con no menos de 25% de docentes a tiempo completo. La sexta, a la verificación de los servicios educacionales complementarios básicos (servicio médico, social, psicopedagógico, deportivo, entre otros). La séptima, a la existencia de mecanismos de mediación e inserción laboral (Bolsa de trabajo u otros). Y, la última, a la transparencia de las universidades.

Desde aquel entonces, 145 universidades solicitaron su licenciamiento. De ese total, 94 fueron licenciadas y 51 no. De las 51 universidades no licenciadas, 48 fueron privadas y 3 públicas. Todas estas universidades, por ejemplo, incumplieron tres CBC relacionadas a objetivos académicos,  programas de estudio y grados académicos; investigación y mecanismos de inserción laboral de sus egresados y graduados. Una evidencia que el anterior procedimiento para crear universidades, bajo la responsabilidad de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), no era el más adecuado y no garantizaba condiciones mínimas de calidad para la prestación del servicio educativo superior universitario. Por eso mismo, se le reformó mediante la promulgación de la Ley Universitaria el 3 de julio de 2014.

A la fecha, el impacto de la reforma universitaria ha sido positivo. Por citar solo algunos ejemplos. En primer lugar, el aumento de publicaciones en revistas indexadas en Scopus. Se pasó de 1770 en el 2014 a 5823 en el 2020. Scopus es una base de datos de prestigio en el mundo académico y los criterios que utiliza para incluir una publicación son muy exigentes. En segundo lugar, el porcentaje de docentes a tiempo completo en las universidades públicas y privadas, en promedio, se duplicó entre el 2015 (25%) y el 2021 (48%). En tercer lugar, el porcentaje de docentes incorporados, luego del licenciamiento, en el Registro Nacional Científico, Tecnológico y de Innovación Tecnológica (RENACYT) aumentó de 2% a 5.5%. Los cuales son calificados, clasificados e inscritos de manera rigurosa.  

El sentido de la reforma universitaria ha sido garantizar condiciones mínimas de calidad para el funcionamiento de las universidades. A partir de lo cual, revisarlas y mejorarlas periódicamente para ir elevando el nivel de la calidad educativa. Una apuesta y una necesidad que se condicen con lo señalado por Unesco: “En las dos últimas décadas, la garantía de calidad en la educación superior ha alcanzado un impulso significativo en todo el mundo, en un esfuerzo por asegurar que los estándares educativos se mantienen y refuerzan”. 

Por último, confiemos que quien reemplace al Ministro de Educación no piense, como pensaba su asesor, que “el concepto de calidad es un concepto eurocéntrico que quiere decir que creen que las universidades del Perú deben ser equiparables con las universidades europeas”. 

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Minedu, ReformaUniversitaria, SUNEDU

Uno. Esa foto viral de Ricardo Gareca en Caracas, atropellado por Cueva en la celebración del gol. El técnico lo contiene, lo enreda entre sus brazos, y una marea de jugadores arman una imposible estatua múltiple entre ellos. Será una celebración histórica aún si Perú no va al Mundial, porque es la resurección futbolística explicada en un retrato instantaneo y eterno. 

También simboliza a la selección peruana de este año. Agarró fuerza con la aparición de Lapadula. En junio, a pesar de haber descendido en la Serie A de Italia con su equipo, fue el artifice del inicio de la remontada en las Eliminatorias. En Quito corrió hasta el último aliento a pesar de ser el primer partido en altura de toda su carrera, a los treinta años. Y evitó la eliminación.

Luego la selección tuvo una Copa América decente alcanzado a jugar todos los partidos del torneo. Probó jugadores, sistemas de juego y variantes, pero al final volvió a los mismos de siempre para remontar en el camino a Qatar. Y lo logró. Ha terminado el 2021 con el mejor puntaje de la tabla, detrás de Argentina y Brasil. El quinto lugar momentaneo es un premio a la perseverancia y la motivación.

Quizás el 2021 es solo comparable en éxito futbolístico con el 2017-2018. Todo lo vivido en el cierre de la Eliminatoria y los meses previos al Mundial, e incluso en Rusia. Aquel fue un fútbol de descomunal factura, una selección comparable únicamente con el top 10 del mundo. Ahora Perú está cerca de esa versión. No gana fácil, pero no pierde entregado. Sufre, pero ha vuelto a entender su juego.

Dos. En otra latitud lejana, el mejor jugador del mundo dejó su casa por más de dos décadas para irse a Paris. Messi puso al mundo en suspenso un par de semanas para hacer un contrato multimillonario (para todos los implicados), y dejar el Barcelona en la ruina futbolística (y económica). Uno a uno se alinearon los nuevos fanáticos del PSG, al que llamaron “el equipo invencible”.

Pero la aventura de Messi no ha empezado bien. Es el ejemplo de como toda la plata del mundo no van a comprar nunca el éxito deportivo. Se necesita trabajo, perseverancia y mucha ambición. Neymar parece un ex jugador, Ramos ya es un jugador retirado y Pochettino no encuentra una estructura defensiva sólida, sobre todo en el medio campo. También el factor psicológico es vital.

Cuánto hubieran querido los hinchas del fútbol ver a Messi jugando para un equipo guerrero con gran hinchada, como Maradona en el Napoli. Hacer realidad ese tipo de proyectos imposibles logrados por megaestrellas. En el Saint-Etienne, por ejemplo, para tirar pases con Trauco. Pero Lionel escogió la lógica estabilidad y el correcto orden de toda su vida. No es, ni de cerca, el personaje Maradona. 

Ahora el PSG se jugará los octavos de final de la Champions League, el verdadero objetivo de Messi, ante un viejo cuco. Real Madrid es el líder absoluto del fútbol español y Ancelotti ha recuperado ese mediocampo solemne entre Kroos, Modric y Casemiro, todos en gran nivel esta temporada. Quizás Messi tenga que esperar una temporada más para ganar la Champions y luego por fin poder retirarse lejos del mundanal ruido de la fama en Miami, donde (dice) nadie lo conoce.

Tres. Los líos administrativos en el fútbol. Los de saco y corbata, los dirigentes, han tenido un año ejemplar, por decir lo menos. Han acaparado titulares y sus decisiones han dado la vuelta al mundo. Primero, a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, se le ocurrió crear una Champions League con solo los mejores clubes, con el objetivo de recaudar más dinero por el alto nivel futbolístico.

Pero su idea se desinfló incluso antes de que el Sheriff de Tiraspol, un equipo totalmente desconocido y sin historia a nivel continental de Moldavia, le ganó de visita a su propio Real Madrid en Champions. Sí, con Gustavo Dulanto del Callao como capitán. Es por ese tipo de sucesos que la Champions debe incluir siempre a equipos pequeños, para hacer de la gloria del fútbol un sueño posible para todos.

Y luego, a Gianni Infantino, Presidente de la FIFA, se le ha ocurrido hacer un Mundial de fútbol cada dos años. Si así fuera, se pondría en riesgo el gran valor histórico de este torneo. Es decir, que no sea tan dificil ganarlo. Como hoy ocurre cada cuatro años, en una década a penas hay dos o tres mundiales jugados. Eso reduce las posibilidad de que una misma generación gane más de uno. 

La gran mayoría de jugadores tienen diez años de alto nivel futbolístico, y solo los más grandes llegan a jugar más de tres torneos mundiales. Messi y Cristiano, solo ellos, llevan cuatro y se irán por el quinto. Maradona y Pelé jugaron cuatro cada uno. Qué sería del récord de Cubillas con diez goles en Mundiales si un delantero cualquiera francés o danés pudiera jugar siete u ocho mundiales en su carrera.

Cómo cambiaría el fútbol si a partir de ahora los jugadores pudieran tener una carrera con diez o doce Mundiales. Quedarían atrás los récords logrados, por la decisión individual del humano y no por el natural paso del tiempo. Infantino ya cambió demasiado las reglas incluyendo más equipos en el torneo. Hacer más es desligitimar a los campeones, y también a los perdederos y los invisibles. 

El fútbol ha demostrado el 2021 que se trata de perseverancia, trabajo y honor. También la búsqueda de la igualdad, la ambición y la motivación. 

 

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2021, Deporte, Fútbol, Qatar 2022

Ayer se pintó de cuerpo entero el ministro de Educación, Carlos Gallardo. En medio de la controversia surgida por la denuncia propalada en el programa de Milagros Leiva, respecto de la participación de una colaboradora eficaz que denunció que una congresista oficialista, de la mano de la hija del ministro, habían sido los autores del filtrado de la prueba docente, en lugar de aclarar las dudas sobre el tema, se dedicó a zaherir gratuitamente al gremio mayoritario del magisterio, el Sutep, en claro afán distractor.

Totalmente descaminado, sin perspectiva de gestion, guiado por sus odios personales o respondiendo a encargaturas presidenciales, sin ningún desvelo por los problemas principales del sector, así es el titular de Educación que nos ha tocado en suerte.

La moción de censura, presentada el 17 de diciembre, cuestiona precisamente la idoneidad de Gallardo para el cargo; su evidente vinculación con la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenate Perú), gremio promovido por el presidente Pedro Castillo y vinculado al Movadef; su presunta participación en eventos con miembros del citado movimiento filosenderista; su rol en la contrarreforma magisterial; su falta de compromiso con el reinicio de las clases escolares presenciales; las cuestionables designaciones en su sector; y las mencionadas irregularidades en el desarrollo de la prueba única nacional del concurso de nombramiento docente del 2021, respecto de la difusión o filtración de preguntas y el cuestionario.

Un rosario de dislates y barbaridades cometidas en el portafolio de Educación que, al parecer, el presidente Castillo está dispuesto a tolerar, sin ningún empacho por la falta de probidad intelectual, ideológica o moral del citado ministro. Dado ese escenario, le corresponde al Congreso, en ejercicio de sus facultades, proceder a su fiscalización y, en caso extremo, como aparenta serlo el de Carlos Gallardo, censurarlo y sacarlo del gabinete ministerial.

Es un tema de dignidad institucional el que le corresponde zanjar al Legislativo. Si no es capaz de censurar a un ministro absolutamente incompetente, que está destruyendo el sector Educación -uno de los sectores esenciales en la marcha del Estado peruano-, sería un baldón que desprestigiaría aún más al Parlamento. Si consigue los votos y lo saca del poder, en cambio, dignificaría su propia institucionalidad.

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Hace un poco más de dos meses escribí aquí una carta abierta de una tibia, con la intención de llamar al diálogo empático y a tender puentes con quienes alguna vez nos alejamos por debates ideológicos en los que podríamos haber estado en posiciones enfrentadas. Lamentablemente la polarización sigue dominando el debate público, en el que quien llama la atención quien tiene posiciones más extremas, en lugar de quien propone debates serios y sustento real.

Hoy propongo algunos temas que, independientemente de la posición ideológica de cada uno, deberían poder generar consensos. Sin duda a partir de ellos se podrá generar debate, y bienvenido sea, siempre que podamos partir de una base común, con diálogo alturado y sin descalificar a quien piensa distinto. 

  1. La vacuna contra la COVID-19 funciona, es útil y necesaria para combatir la pandemia, pero además debemos seguir respetando las medidas de seguridad. Las vacunas que ya han sido aprobadas son producto de trabajo científico supervisado en distintas instancias por personas y entidades especializadas. Incentivar su uso no es un complot universal ni una violación de derechos fundamentales, es posiblemente la única medida que realmente podrá dejar la pandemia atrás.
  2. La reforma en la educación es clave para el desarrollo del país. ¿Quién podría no querer que la educación en el Perú mejore? Una mejor formación en el colegio independientemente de la condición económica, y el posterior acceso a educación superior de calidad redunda en beneficios para toda la sociedad. Como toda ley, estas reformas son perfectibles, pero es necesario partir de una base, que en ambos casos ya existe y que ya viene rindiendo frutos. No podemos retroceder en el poco terreno avanzado ni permitir que las autoridades elegidas por voto popular no reflejen esta necesidad en su trabajo.
  3. Como en todo trabajo, se debe designar a personas preparadas para ejercer cargos en el Estado. Los cargos políticos son ocupados por personas que tienen mayor afinidad a la autoridad de turno, y eso no está mal. No podemos pretender que un congresista o un ministro contrate como asesor a una persona que piensa distinto en aspectos fundamentales. Sin embargo, es necesario que la afinidad esté acompañada de un nivel de conocimiento apropiado para el cargo. El fortalecimiento se Servir es un camino para alcanzar la idoneidad de los perfiles para ocupar cargos públicos.
  4. La violencia contra la mujer es inaceptable. No podemos ignorar la situación de la mitad de la población, pero subirnos al coche cuando es políticamente conveniente. El rechazo a actitudes machistas y misóginas debe ser constante, independientemente de quien es la víctima y el agresor.
  5. Los derechos son universales. El goce de los derechos fundamentales no debe conocer distinción en base a nacionalidad, sexo, orientación sexual, religión, u otros criterios de discriminación. La ironía de este punto es que es, posiblemente, el que más controversia genere en un debate, y sin embargo es el primero en ser recogido en nuestra Constitución. 

Espero que estos temas sean un punto de partida desde donde se pueda construir consensos, en un mundo en el que se da cada vez más espacio a la polarización. Sin duda no son los únicos, así que los invito a hacer el ejercicio de encontrar más aspectos sobre los cuales podamos trabajar independientemente de la ideología con la que nos identificamos. 

La denuncia de Panorama, que señala que luego de una reunión entre el presidente Castillo, el gerente general de Petroperú, Hugo Chávez Arévalo, la ubicua lobista Karelim López y el empresario Samir Abudayeh, éste obtuvo un jugoso contrato de 74 millones de dólares para proveer de biodiesel a la petrolera estatal, es grave.

Ya no parece que estemos siendo testigos de reuniones accidentales o de casualidades fortuitas, sino de un patrón de conducta presidencial, que atenta contra las buenas prácticas administrativas y tiende un manto de sospecha de corrupción que involucra, sin duda, a su propia persona.

Castillo no parece entender que es ilícito y poco ético reunirse previamente con proveedores del Estado que están postulando y compitiendo con otros -que no tienen la suerte de reunirse con él en Palacio- por obtener determinados contratos. No está bien, es incorrecto, es pasible de sospecha de corrupción.

Ya la Contraloría General de la República anunció que iniciará una acción de control inmediata sobre la legalidad de la licitación, más aún cuando, según la denuncia, fueron cambiadas a último momento dos condiciones de la misma para favorecer al ganador (práctica corrupta habitual en este tipo de procesos).

Si el presidente Castillo cree que el cargo le otorga impunidad se equivoca de cabo a rabo. No se trata, pues, de que lo que aparentemente hacía en el pasaje Sarratea ahora lo haga en Palacio y asunto arreglado, sino de que no practique lo que aparentemente está haciendo, que es tráfico de influencias y corrupción de funcionarios. Sin empacho ni rubor. Aparentemente, sin consciencia plena (quisiéramos creer).

El fallido proceso de vacancia debería haber tenido el efecto virtuoso de hacerle entender al Primer Mandatario de que ese tipo de conductas son inapropiadas y punibles (la reunión que denuncia Panorama ocurrió el 18 de octubre y la votación por la vacancia fue la primera semana de diciembre), porque si no es así y siguen apareciendo denuncias de este tipo, ya estaríamos ante un caso temprano de corrupción palaciega cuyo único correctivo es la vacancia presidencial, en vista de que el Presidente no es pasible de acción penal mientras dure en el cargo. A ese juego está jugando irresponsablemente el personaje que precariamente ocupa el sillón palaciego.

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Se va acabando el año. A fines del 2020 considerábamos que se acababa un año de quiebre en el país y que lo que viniera en adelante iba a ser mejor, porque nada podría igualar el año de la pandemia, el año del golpe de Merino, el año en el que la clase política se puso de espaldas a la gente.

Vaya que el 2021 se encargó de contradecirnos. Nos fuimos poniendo peor a medida en que avanzaba la campaña electoral y la segunda ola se hizo realidad. Cuando tuvimos que aceptar que el Covid – 19 se había llevado no menos de 200,000 peruanos y no sabemos con certeza cuántos murieron de otras enfermedades porque no encontraron atención médica gracias a la pandemia. Cuando -algunos varios- no pudimos dormir después del resultado de la primera vuelta sabiendo que se enfrentarían dos opciones pésimas en la segunda. Cuando tuvimos que ver cómo semana a semana el gobierno de Castillo se iba encargando de demostrar lo terrible que es la precariedad y la soberbia, y cuando está asociado a sospechas enormes de corrupción y no parece que haya discurso racional frente a eso. Cuando la oposición sigue demostrando que, si en el Ejecutivo la cosa está mal, en el Legislativo está igual, destruyendo las únicas cosas buenas que se han logrado concretas en los últimos años.

En un escenario así, el panorama debería ser desolador y la perspectiva terrible. Los peruanos deberíamos sentirnos en un hoyo en el que la anarquía o la desafección deberían ser alternativas válidas. Pero Lima no es Ciudad Gótica y no aparece un Batman en el país, así que tenemos que vivir con lo que tenemos. En el Perú largamente hemos aprendido a sobrevivir independientemente de lo que el gobierno y el Congreso hagan. Una de las grandes herencias del Perú post 80s ha sido esa: la increíble capacidad que tenemos para estar desligados de la lógica política. Por más que ello dispare el dólar, afecte nuestra canasta básica y nos ajuste el monedero, seguimos adelante ajustando lo que haya que ajustar.

Las últimas encuestas dan fe de ello. La encuesta del IEP, publicada el día de ayer en La República contiene un conjunto de preguntas interesantes a mirar. Por ejemplo, cómo se evalúa a nivel personal este año y qué expectativas se tienen para el 2022. Este año se considera que el balance es regular o malo, pero el siguiente la perspectiva es bastante más positiva. En el siguiente cuadro hemos elaborado un comparativo:

Fuente: Encuesta IEP diciembre 2021. Elaboración propia

Como se ve, las perspectivas para el 2022 son bastante positivas. Vamos a estar mejor a nivel personal sin dudarlo, dicen las personas encuestadas. La paradoja de esto es que entre quienes señalan que el 2021 fue malo o muy malo destaca el bolsón electoral que llevó a Castillo al poder: el NSE D/E rural, con menor nivel educativo, de izquierda (plop), de 25 a más años. Si uno ve esto, comprende más por qué la popularidad del presidente se ha desplomado. Pero aún así, los segmentos que son más pesimistas con el 2021, son los más aprueban al gobierno:

Como apreciamos, es una lógica que no funciona del todo o se asume que no es el gobierno el responsable en estos casos. 

Los optimistas en el 2022, aquellos que señalan que les irá bien / muy bien, son el NSE C, los jóvenes de 18 a 24 años, de educación superior, de centro. 

Estos perfiles ayudan a comprender elementos más finos, pero en grueso nos deja ver que hay un optimismo general con respecto al futuro inmediato que nos habla del divorcio que hay con una política que cada vez es menos relevante para la gente.

Lo mismo pasa cuando se ve la encuesta de DATUM. AL preguntársele a las personas por las compras navideñas, la expectativa de gasto en regalos supera el monto de incluso el 2019.

Impresionante recuperación para lo que ha sido este año para el país, ¿verdad? Hay más, con respecto al 2020, sube 11% la proporción de personas que señalan que gastarán más de 400 soles en regalos este año y baja 8% la proporción que indica que no gastará en regalos.

Una perspectiva indirecta para señalarnos que hay la sensación de tener mejores recursos para afrontar las fiestas -gasto no indispensable- comprando regalos. Esto es muy importante porque puede asumirse como un indicador de bienestar a nivel individual.

¿Todo esto es positivo? Desde luego que sí, por la percepción ciudadana de que la situación va mejorando y que vamos teniendo un alivio pese a la crisis. Pero también nos deja pensando si es que no es un momento en el que esta perspectiva de mejora no nos hará más resistentes al ruido político y las cuerdas separadas funcionen mejor que nunca en este país. Si llegamos al punto del “hagan lo que quieran, mientras mi economía no sufra (mucho)”, estaremos a merced de lo que los políticos hagan, confiados en que no habrá ofensa ciudadana que los haga calcular mejor sus pasos.     

 

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