Toda esta nueva dinámica implica espalda financiera. Se dice que el déficit en infraestructura alcanza los 111 mil millones de soles (S/. 111 000 000 000), pero, seriamente, no puede afirmarse una cifra definitiva si no se ha hecho el análisis de la oferta de infraestructura que mencionaba anteriormente, contrastándola con la demanda y generando una propuesta de reordenamiento. Hasta eso no sabremos si es menos (que los dioses se apiaden) o más lo que necesitamos. En todo caso, cualquiera que sea la situación, hemos propuesto una fórmula de financiamiento en una columna anterior (“UN TRACTOR EN EL GARAJE” 09/02/22) que podría incluir nuestros problemas de infraestructura. Además de todo esto, quienes tienen la infraestructura educativa a su cargo deben contar con habilidades para trabajar con la población y los gobiernos regionales, sin lo cual nada podrán hacer.
Todo este paquete implica respaldo político, las mejores capacidades técnicas de distintas profesiones y la capacidad de coordinar todas estas tareas entre sí, algo indispensable en la gestión pública. Así como la educación no es solo un tema de maestros, los problemas de la infraestructura educativa no son como vaciar un techo ni los resuelve un maestro de obra, por bueno que sea.
Este Abril las carencias de infraestructura de nuestra escuela pública se van a destacar más que nunca. En un universo alternativo, el Perú aprovechó los dos años de pandemia para atacar esos problemas, pena que no nos haya tocado