Opinión

Breve análisis y pronóstico para la segunda vuelta. ¿Qué pasará esta semana?

Sigue ahora a Alexandra Ames en su videocolumna La Caja Negra.

 

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Lima – Perú

 

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Alexandra Ames, Congreso, Cuarentena, Elecciones 2021

¿Qué nos deja la tormenta de números de ayer? Demasiada adrenalina tal vez. Pero debajo de todo ello, en el fondo, la constatación de que nada se mueve. Y que seguimos esperando a los indecisos, a los del extranjero y al voto rural.

 

Tuvimos encuestas, simulacros, empresas nuevas, las de siempre… Distintos criterios. Pero hay ideas centrales que tienen que permanecer así en la cabeza de los lectores. Las reseño:

 

Un tercio elige nadie

 

No se mueve, está quieto. Se tapa los ojos. Inédito. Ya hemos hecho bastante hincapié en que es una cifra difícil de mover esta de los que eligen “nadie”. Pero lo terrible es que nadie ha tratado de hacerlo. Su perfil es: mujeres, de edad media hacia arriba, de NSE bajos del interior. Cuando les hablamos nos dicen que las elecciones son un tema secundario frente a convivir con la pandemia, con las muertes por salud y por bolsillo, por educación. ¿Cómo quieren que el debate ayude si nadie les dijo nada? ¿Qué se ha hecho desde la oferta y el discurso por convencerlas? Nada. Esto es claro desde enero. Y se mantiene así. Es cierto que en el simulacro de IPSOS baja algo, pero en las encuestas IEP e IPSOS se mantiene así.

 

La pelea por el primer lugar

 

Ya no podemos hablar de que hay un candidato fijo en segunda vuelta. Eso se lo llevó el río. Lescano no está más seguro aunque sigue teniendo opciones. Pero va a la baja. Notable en Ipsos, progresiva en IEP. Las mujeres candidatas suben algo, pero el fenómeno es De Soto y es Castillo. Ambos generan un “salto cuántico” (Urresti dixit) y se ubican expectantes. De Soto con mejor posición. Pero ya venía siendo parte del pelotón que se presta y se quita votos semana a semana. El que parece perdido irremediablemente es Forsyth. Ya no logra consolidarse en los primeros lugares ni siquiera para Ipsos, que siempre lo había registrado como peleando más arriba.

 

¿Quieren ver bien las tendencias? Pues Paolo Sosa hizo un estupendo trabajo para graficar esto (desde su cuenta de twitter: @paolososa) y acá las pueden ver (tomo prestado, con la debida mención, este cuadro):

 

Evolución del voto

 

Se ve con claridad el descalabro de Forsyth, la caída de Lescano y López Aliaga, y la tendencia al alza de De Soto y Castillo. Ligero repunte de Vero y Keiko. Nos falta más de esto en el análisis.

 

El Congreso y los votos BV

 

Provoca inspirarnos y dejar nuestro voto con alguna obra de arte impresa. Pero esta vez mientras menos votos, más se incrementan las curules y el pase de la valla de las distintas agrupaciones que pueden hoy tener menos de 3% de intención de voto. ¿Por qué? Porque se descuentan los válidos y se hace un prorrateo solo con ellos. ¿73 curules te dicen algo? Fue lo que obtuvo Fuerza Popular el 2016 con menos del 30% de los votos totales. Así que aunque tengas que ponerte un gancho en la nariz, mejor vota.

 

¿Dónde nos deja todo esto? En el medio de la nada. En el cierre de la publicación de encuestas, ninguna certeza. No hagan caso a los órdenes de los candidatos. Todos están empatados como el IEP prueba al hacer cálculos de intervalos de confianza. Las tendencias mostradas arriba son las que mandan. Las que hay que mirar si queremos comprender cómo llegarán.

 

¿Predicción? Ninguna. Irresponsable sería dar alguna. Solo entender quién va para arriba y quién para abajo.

 

Hay cosas que debemos cambiar

 

Ahora bien y, ¿estás tranquilo con la forma en que las cosas se llevan en esta campaña? ¿O cierras los días con más angustia que tranquilidad por lo que se viene? ¿Crees que las cosas han sido violentas, mentirosas, poco claras?  Hemos vivido una campaña rápida y no por eso calmada. Por el contrario, es una carrera electoral que nos deja agobiados. Muy seguro que el 12 de abril vamos a seguir igual. Una sensación rara, ¿no? No hay horizonte. Entre fake news, candidatos que no despegan, que despegan a punta de violencia, un debate mediocre y mucho ataque sin sustento. Con pandemia. Con encierro, sin plata. Una campaña sin alegría, sin esperanza. Casi como una serie europea de Netflix. De las que solo te golpean y no hay final feliz.

 

¿Se pudo haber hecho mejor? En este país la respuesta no sólo siempre es sí, sino que es urgentemente sí. Por eso, algunas medidas que creo que son relevantes no desde el accionar de los políticos, sino desde acá, desde el análisis y de los medios. Vamos a tratar de exponerlas:

 

Rol educador del JNE

Ya sabemos que las encuestadoras no lo haremos. Los medios parece que tampoco quieren comprarse ese pleito. Pero estamos tan acostumbrados al hecho de que 10 es más que 9 que entender lo que es una estimación, que no es tan precisa como eso, requiere seguir trabajando.

Si las encuestas son un medio de información -quizás el más importante de todos durante la campaña- tal vez el JNE puede ayudar educando sobre cómo leerlas, interpretarlas, presentarlas. Desde las técnicas hasta la comprensión de sus resultados.

Si hay un tufillo estatista por decir esto, que lo haga Transparencia, o IDEA, no importa quién. Pero que sea eficiente. Necesitamos mayor transparencia.

 

Consejo de Ética de la Encuesta Peruana

Así rimbombante para que suene más chévere. Necesitamos ser más orgánicos en esto. Discutir más las diferencias y que sean más explícitas. Que haya un manejo más técnico. Que se deje en ficha a los que no tengan este manejo.

Ayer tuvimos encuestas y simulacros. ¡Las grandes diferencias! ¡Cómo es posible! Son mermencuestas, sin credibilidad, ¡pagadas! (todas los son, ¿no?), a cuánto el punto, etc.

Cuando era más fácil tomar lápiz y papel, armar un cuadrito y comparar encuestas con encuestas. ¿Saben cuál era el margen promedio de diferencia total entre las encuestas? Menos del 2%. Hernán Chaparro hizo el cálculo y era clarísimo.

Con un poco de discusión y buena disposición a abrir un poco aquello que está en una suerte de “caja negra” para la opinión pública podemos regular y guiar mejor. Todo depende de la buena voluntad, si eso existe.

 

La prensa peruana

O los medios. Ya hemos analizado en esta columna la relación entre la aparición de candidatos en entrevistas con la intención de voto. Deben regularse. Este ha sido el más roto de los acuerdos. Los PR son los nuevos jefes de campaña. No lo sé, no me consta, si es que se monetariza el ser invitado a una entrevista. Pero hay partidos que se juegan allí también. Y en programas no políticos que “regalan” su tiempo a candidatos. O en portadas de impresos, que descaradamente -incluso en palabras de sus directores- buscan bajarse candidaturas y subir otras.

 

Hay que repensar todo esto, ¿o no?

 

 

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Encuestas, JNE, Mauricio Saravia

A diferencia de la encuesta del IEP, que mostraba al terceto derechista (De Soto, Fujimori y López Aliaga), encabezando la encuesta, la de Ipsos, que es simulacro de votación (con cédula y urna), pero efectuada sin medir todos los debates de la semana pasada, coloca en alta probabilidad una final de izquierda, con Lescano y Verónika Mendoza.

Las tendencias son las importantes, sin embargo. Lescano lidera la encuesta, pero viene cayendo de modo significativo. En la anterior medición tenía 15% de intención de voto. En la última baja a 10%, una caída del 33%. De sostenerse, de acá al 11 de abril, la semifinal de la izquierda la ganaría Verónika Mendoza.

La lideresa de Juntos por el Perú aparece empatando el segundo lugar con Hernando de Soto, habiendo subido de 6% a 9%. De Soto, por su parte, crece enormemente, de 4% a 9%, más que duplica su intención de voto. Se mete con fuerza en la pelea.

Siguen Keiko Fujimori y George Forsyth, muy cerca, con 8%, pero Keiko subiendo (es una constante su subida, lenta pero sostenida) y el candidato de Victoria Nacional más bien viene de caída (pasa de 10% a 8%).

Más abajo ya vienen empatados en 6% Pedro Castillo y Rafael López Aliaga, duplicando Castillo su intención de voto (de 3 a 6%), y López Aliaga confirmando su tendencia a la baja.

Va a empezar a funcionar la tesis del voto perdido. ¿Migrarán los votos de Lescano a Mendoza? ¿Adónde irán los votos de López Aliaga? Y allí es interesante ver en la propia encuesta de Ipsos qué sucede. Según Ipsos, si López Aliaga no postulase, el 24% de sus votos se irían con De Soto. Si Beingolea no postulase, el 29% también iría con De Soto. Ello haría pensar que De Soto podría seguir subiendo.

Lo propio ocurre, sin embargo, con Mendoza. Preguntada la ciudadanía qué pasaría si Lescano no postulase, un 25% de sus votos se iría con Mendoza y un 13% con De Soto. Si el candidato de Acción Popular sigue cayendo, ese sería el destino de sus votantes.

A tenor de la encuesta de Ipsos, de mantenerse las tendencias, más que una final de izquierdas veríamos una entre Hernando de Soto y Verónika Mendoza, con Keiko Fujimori aguardando expectante.

La única conclusión firme es que va a ser una final de infarto. Hasta el propio 11 de abril, no habrá certeza del resultado.

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Encuestas, IPSOS, Juan Carlos Tafur

Hoy, Domingo de Resurrección, quiero mencionar la palabra “esperanza”, ese sentimiento que emana de una situación que puede devenir en algo positivo y optimista para nuestra heterogénea nación peruana. El próximo domingo 11 de abril habrá elecciones y ahí nos jugaremos nuestro futuro. Lamentablemente, no tenemos muchos candidatos idóneos para escoger. Encima, los antecedentes son muy mala señal: la cantidad de expresidentes que quisieran ser reelegidos han sido procesados o están cumpliendo condena o investigación por algún delito cometido, lo cual indica que quien salga elegido el 11 de abril tendrá un pasivo de corrupción que deberá combatir a sangre y fuego. Esto es muy triste, pero más triste es que los propios partidos políticos liderados por criminales, exconvictos o procesados todavía quieran volver a gobernar el país para seguir delinquiendo. Tanto la dinastía Fujimori como Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kucynski, Vizcarra son personas que no deberían nunca, por decencia, volver a presentarse, ya que tienen a sus espaldas cargos y sombrías sospechas contra ellos. Sus sucedáneos de derecha también tienen las manos sucias. En cambio, hay otros postulantes que no tienen ninguna falta, que son producto de las entrañas de nuestro país y, quizá precisamente por eso, los sectores privilegiados no los quieren, les cierran las puertas y los tratan con clasismo y racismo.

 

Efectivamente, hoy quiero compartir mi inclinación por Pedro Castillo, un hombre que lucha por su gente y por su región. Muy hábil para hacer trabajos y culminar proyectos, nos brinda una innovadora manera para llevar a cabo varias acciones. Siendo un profesor de primaria ha surgido para llevar esperanza a su pueblo, pero desafortunadamente también se le ningunea y no se le da ninguna visibilidad.

 

Sé que este apoyo público me va a traer ataques arteros y no faltarán los “trolls” desde distintas filas. Yo hablo como pienso, porque siempre he sido de izquierda y nunca he dejado de expresar mi solidaridad con los más pobres, con los que han sido abandonados, con los hermanos y hermanas vulnerables de nuestro país. Me guía también mi fe cristiana, que no me deja tirar la toalla incluso en los momentos en que todo parece más oscuro.

 

Y este es uno de esos momentos. Acabo de sufrir la pérdida de un ser amado; casi todos los días escucho de alguien que cae enfermo de Covid y no logra obtener tratamiento. Y muchos mueren, dejando una huella profunda de dolor y desamparo en sus familias. Son ya casi 150 mil peruanos que han pasado “al otro lado” en circunstancias que se podrían haber evitado. Cuarenta años de neoliberalismo y corrupción han llevado a que nos encontremos más indefensos que nunca.

 

Sé que hay otras opciones de izquierda, pero con los años he aprendido a distinguir lo que es auténtico de lo que no lo es. A mí me gusta la gente de base, los que se rompen el lomo trabajando porque es ahí donde se mide el temple de una persona. Los políticos profesionales, los mantenidos o los que son financiados por fundaciones extranjeras no me inspiran confianza. Castillo no será perfecto, pero al menos ha recuperado el espíritu de cambio que siempre debe animarnos.

 

Ojalá que este hombre que parece uno de los pocos honestos de las listas electorales esté bien asesorado y tenga la luz que se necesita para seguir despertando la esperanza de que las cosas cambien y un sentido realista para lograr consenso y no caer en errores. Y que el pueblo sea siempre su juez.

 

Que cada quien vote según su conciencia y su capacidad de imaginar un Perú mejor. Por mi lado, y parafraseando a Vallejo, “hoy solo quiero hablar de la esperanza”.

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Pedro Castillo

La última encuesta del IEP, que a diferencia de la de Ipsos, ha sido hecha después de la jornada de debate, avizora una final de derechas. En primer lugar figuran empatados Keiko Fujimori y Hernando de Soto con 9.8% y en tercer lugar Rafael López Aliaga, con 8.4%.

Luego de ellos vienen Lescano (8.2%), Mendoza (7.3%) y Castillo (6.6%), muy apretados. Claramente, según esta encuesta, Castillo les ha quitado votos a Lescano y Mendoza y los ha hecho bajar en el escalafón general.

En la derecha, la cosa puede definirse aún más por la tesis del voto perdido. López Aliaga viene en caída. Creció muy prematuramente y no soportó el vendaval de ataques políticos y mediáticos, poniéndole la cereza al postre con el papelón del debate. El candidato de Renovación Popular cae de 9.7% a 8.4%. Sus votos se pueden terminar yendo donde De Soto o Fujimori.

Keiko Fujimori crece mucho en el Perú rural (pasa de 4.7% a 11.2%), y en el norte -bastión tradicional del fujimorismo- sube de 6.5% a 14.9%. En el caso de De Soto, crece en Lima de 10.8% a 14.5% y también en el sector rural (de 1% a 3.8%).

Mañana analizaremos la encuesta de Ipsos, que es simulacro, pero mal que bien algunas tendencias se comparten (aunque varíen en los resultados finales): De Soto y Fujimori crecen, López Aliaga cae, en la derecha; Lescano se cae y Castillo sube (en Ipsos, a diferencia de IEP, Mendoza pega un salto de 8.4% a 10.2%), en la izquierda.

Una final de derechas sería una gran noticia para el país. Claramente, por encima de cualquier otra urgencia -habiendo varias en el horizonte-, el Perú necesita un shock de inversiones privadas, acompañadas de la construcción de mercados competitivos allí donde no los haya. Y eso no lo garantizan ni Lescano ni Mendoza (por más que nos parezca un delirio paranoide atribuirle a la lideresa de Juntos por el Perú un chavismo embozado).

Sería factible además, armar pactos de gobernabilidad, a la espera de que se hayan aprendido las lecciones del 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski debió buscar y Keiko Fujimori aceptar un gran pacto derechista.

A pesar del entusiasmo, sin embargo, nada está dicho. Las cifras son muy ajustadas. En una semana hay margen aún para sorpresas. Las semifinales de derecha e izquierda todavía no están definidas.

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Encuestas, IEP, Juan Carlos Tafur

La primera vez que vi la carátula de este álbum de Jethro Tull fue a finales de los ochenta, cuando aun era un adolescente a punto de terminar la Secundaria. Lo encontré hurgando entre las cajas de vinilos de segunda mano que se vendían en las afueras de la Universidad Nacional Federico Villarreal (Av. La Colmena, Centro de Lima), a donde iba cada fin de semana, armado de lapicero y cuaderno, para anotar títulos, nombres de canciones, sellos, años, de aquellas bandas que uno conocía, en tiempos sin Google, Spotify ni YouTube, a través de las transmisiones nocturnas, cargadas de estática, del canal 27 UHF. Me impresionó, de entrada, la figura grotesca y amenazante del personaje central, una especie de jorobado de Notre Dame de ceño fruncido y sonrisa malévola.

 

Durante años estuve convencido de que el dibujo de ese viejo con pinta de pordiosero era un retrato del mismo Ian Anderson, el extravagante flautista de ojos enajenados y melena desordenada a quien había visto en múltiples repeticiones, en esas noches de clandestino desvelo rockero, tocando parado en una pierna, vestido de juglar del medioevo, en esos videos antiguos de programas como Top of the Pops o The Old Grey Whistle Test, cuando el mundo comenzaba a rendirse ante su extraña combinación de blues, rock, progresivo y folk de raíces británicas.

 

Pero no era así. Las imágenes de la portada, contraportada e internas del cuarto disco de Jethro Tull, que acaba de cumplir cincuenta años de su lanzamiento (marzo de 1971), son unas ilustraciones basadas en las fotografías que Jennie Franks, primera esposa de Anderson, había tomado a un anciano mendigo en Londres, cerca de uno de los puentes del Támesis. El artista norteamericano Burton Silverman fue el encargado de plasmar, en esos dibujos de estilo victoriano, la miseria y abyección del fotografiado, trabajo por el cual ganó 1,500 dólares. Cuentan los expertos que las acuarelas originales fueron robadas de las oficinas de Chrysalis Records.

 

Recuerdo pasármela escuchando una y otra vez Aqualung, de principio a fin, en un cassette pirata conseguido en algún mercado del Centro; tratando de sacar, en una desvencijada guitarra de madera, los arpegios preciosistas de Wond’ring aloud; y siguiendo las letras de cada tema, fotocopiadas del LP. Cuando salió, el músico que consolidó el ingreso de la flauta traversa al lenguaje sonoro del rock (algo que ya habían hecho Genesis y Chicago, aunque sin la agresividad del greñudo escocés) era un joven de 24 años, articulado y creativo, un rebelde con causa. Si yo tuviera un hijo de esa edad, preferiría mil veces que fuera capaz de escribir esta clase de metáforas poéticas y no las babosadas que, a los 27, sueltan actualmente tipejos como Bad Bunny o Justin Bieber.

 

En 1989, el año en que conocí Aqualung, Jethro Tull disfrutaba de sus quince minutos de fama en el music business, gracias a que ganó –de forma inexplicable para su legión de seguidores- el primer Grammy entregado a la mejor performance de hard-rock y heavy metal (¿?), por su décimo sexto álbum, Crest of a knave, derrotando a Ac/Dc, Jane’s Addiction y Metallica. Pero en 1971 no existían dudas sobre su estilo. Luego de tres alucinantes discos -This was (1968), Stand up! (1969) y Benefit (1970), el grupo se enriqueció con el ingreso, ya como miembro estable, del pianista y tecladista John Evan, amigo de Anderson desde los inicios de la banda en Blackpool, ciudad porteña al oeste de Inglaterra, allá por 1967. La banda la completaron entonces el bajista Jeffrey Hammond-Hammond (en reemplazo del original Glenn Cornick), el baterista Clive Bunker y el guitarrista Martin Barre.

Aqualung, el disco, llega al medio siglo de vida con una lozanía y vigencia contundentes. Es una pena que las nuevas generaciones sean incapaces de siquiera entrar en contacto con los temas que Ian Anderson plantea en estas once canciones, 40 minutos y algo más de controvertidas reflexiones sobre Dios y el impacto de la religión en las relaciones y vidas humanas. Contiene temas que pasan de lo acústico a lo eléctrico y orquestal, de manera equilibrada y madura, entre el hard-rock y la elegía folky, con protagonismo de flautas, pianos y guitarras acústicas en medio de descargas rockeras ancladas en el blues.

 

El tema central nos presenta a Aqualung, un anciano pobre, andrajoso y abandonado, que observa con malas intenciones a las niñas escolares, en medio de una ciudad industrializada y peligrosa. La segunda canción, Cross-eyed Mary, también trata de un personaje urbano asociado a los vicios sociales considerados hoy como «normales», una prostituta de ojos bizcos que “nunca firma contratos pero siempre está lista para el juego”.

 

Las letras de Anderson, aunque crudas, son cuidadosamente trabajadas, alejadas de cualquier viso de mal gusto. Poco a poco el álbum se va haciendo más complejo en cuanto a los mensajes, con cuestionamientos pesados respecto de la religión. My God, por ejemplo, es una poderosa crítica a los convencionalismos e hipocresías del Catolicismo a la que muchos fanáticos creyentes reaccionarían con violencia. En esa línea están también Hymn 43 –cuyo inicio tiene ciertos aires beatlescos- y Wind-up.

 

En lo musical, Anderson intercala su dinámico estilo en la flauta con una brillante y juglaresca guitarra en exquisitas piezas acústicas como Cheap day return -tema autobiográfico sobre su convaleciente padre-, Wond’ring aloud -sublime pieza romántica, una de las pocas canciones de amor escritas por Anderson-, Mother Goose, Up to me o Slipstream, con segmentos de cuerdas arreglados por su habitual colaborador David Palmer (hoy convertido en mujer, de nombre Dee), quien poco después también se uniría al grupo como integrante a tiempo completo.

 

Locomotive breath -que trata acerca del descontrolado crecimiento demográfico- se inicia con un excelente solo de piano bluesero de Evan mientras que la afilada Gibson Les Paul de “Sir Lancelot” Barre se luce en Cross-eyed Mary, Hymn 43, My God y por supuesto, en el riff de Aqualung, tema fundamental en el repertorio de Jethro Tull, que incluye uno de los mejores solos de guitarra de la historia del rock de todos los tiempos. El álbum, producido por Terry Ellis e Ian Anderson, se grabó en los estudios Island de Londres, al mismo tiempo en que Led Zeppelin grababa su emblemática canción Stairway to heaven. De hecho, Jimmy Page estuvo en la sala de controles, haciéndole muecas a Martin Barre mientras grababa, mientras Anderson, desesperado, rogaba porque su lugarteniente no se distrajera ante el saludo de tan famoso colega.

 

Aqualung apareció por primera vez en CD en 1996 y posteriormente, en el 2011, se lanzó una edición especial por su 40 aniversario, remezclada por Steven Wilson, que realza la calidad de las estructuras compositivas, arreglos y detalles que no se alcanzan a percibir en la mezcla original. A mitad de camino, en el 2005, Jethro Tull –que en ese año eran Ian Anderson, Martin Barre, Jonathan Noyce (bajo), Andrew Giddings (piano, teclados) y Doane Perry (batería)- lanzó una versión en vivo, en edición limitada, para recaudar fondos para diversas instituciones que protegen a personas sin hogar.

 

Cincuenta años después, Aqualung sigue siendo el álbum más vendido de Jethro Tull, con más de siete millones de copias alrededor del mundo y es considerado, con justicia, una obra capital del rock de los setenta. Luego vendrían las largas suites conceptuales -Thick as a brick (1972), A passion play (1973)-, y muchos otros títulos notables, pero este álbum representa, con su diversidad de temas y riqueza instrumental, el amplio rango de acción de Ian Anderson, que este mes de agosto cumple 74 años. Después de todo, estamos frente a un disco que es, en palabras del bajista Steve Harris -cuya banda, Iron Maiden, grabó un cover de Cross-eyed Mary en 1983- “un clásico, de fantásticas canciones y excelente actitud”.

 

LA DEL ESTRIBO: A finales del 2020, en preparación al 50 aniversario de Aqualung, el sello Analogue Productions, especialista en remasterizaciones de vinilos clásicos, lanzó una versión del LP especial para audiófilos, aplicando la tecnología UHQR (Ultra High Quality Record), una exquisitez para los amantes del sonido puro, con vinilos de alta calidad. El tiraje de 5,000 unidades se agotó de inmediato, a un precio base de $125. Quienes han tenido oportunidad de adquirirlo dicen que es una maravilla auditiva.

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Aqualung, Jethro Tull, Música

Hay una diferencia entre la votación que obtiene Daniel Salaverry a la Presidencia y la que consigue su lista congresal, presidida en Lima por Vizcarra. Según la última encuesta de Datum, mientras que a la Presidencia Somos Perú obtiene 0.9%, para el Congreso consigue un 2.8%.

Claro, la diferencia es menor en términos globales, pero adquiere valor si uno se pregunta adónde se van a ir los votos vizcarristas, que llegan casi a un 2% del electorado, cifra más que suficiente para marcar una diferencia en el pelotón de arriba.

Lescano sí puede ser -y ya debe ser- beneficiario de ese voto. Nunca fue tajante contra Vizcarra e inclusive se enfrentó a su bancada cuando ésta decidió vacarlo. No es solo de la izquierda clásica, sobre todo del sur andino, que estaría cosechando el candidato de Acción Popular.

Del terceto de la derecha que pelea palmo a palmo el pase a la segunda vuelta (De Soto, López Aliaga y Fujimori), es difícil que al menos el candidato de Renovación Popular o del fujimorismo reciban algún trasvase, porque uno es hipercrítico de Vizcarra y ella fue dura adversaria cuando dominaba el Congreso de la República. Solo De Soto podría hacerle algunos guiños a ese sector flotante.

Pero es complicado rescatar algo de Vizcarra. Fue un gobernante mediocre y taimado, sumamente ineficaz, pero además se vio involucrado en serias denuncias de corrupción en el caso del Club de la Construcción y terminó por devaluar su imagen al aprovecharse y vacunarse por fuera de los protocolos sanitarios. De milagro, tiene alguna población despistada que aún vota por él y lo defiende.

Lo único quizás rescatable de la gestión de Vizcarra fue la incipiente reforma judicial y algunos aspectos de la reforma política (la prohibición de la reelección fue un desastre que pronto habrá que corregir). Nada más que eso. Y sus méritos los ha borrado de un plumazo con su desastrosa respuesta a la crisis pandémica, disimulada con cuarentenas absurdas dispuestas para el aplauso de una tribuna angustiada por la enfermedad.

No hay forma que querer conquistar el electorado vizcarrista sin correr el riesgo de sufrir más costos que beneficios. Mejor ni intentarlo. Pero no deja de ser relevante que haya casi un 2% de votos allí dispuestos a sumarse a algunas opciones distintas a la de su propio candidato presidencial. Pueden terminar por decidir el pase a la segunda vuelta.

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Candidatos, Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur

Nos sigue haciendo falta un relato histórico literario que analice con rigor la presencia e importancia de los grupos literarios e intelectuales a lo largo de nuestra tradición. Son, ciertamente, muchos, ubicados especialmente en el siglo XX, nucleados alrededor de distintas causas: el indigenismo, diversos acentos de vanguardia, propuestas estético-sociales entre otras.

 

Los grupos, además de mostrar la producción individual de sus miembros, producen gran cantidad de otros textos, como manifiestos, que permiten no solamente explorar las razones íntimas de cada colectivo sino también constituyen puertas abiertas a la comprensión de su época.

 

Tengo en mis manos el libro Retratos y semblanzas del Grupo Norte, investigación y recopilación de materiales hecha por Elmer Robles Ortiz, docente trujillano de dilatada trayectoria. El Grupo Norte, al que pertenecieron entre otros Juan Espejo Asturrizaga, Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, César Vallejo y Víctor Raúl Haya de la Torre, se forma a mediados de 1915, aunque inicialmente el grupo es conocido como La Bohemia de Trujillo.

 

Posteriormente, en 1923, adoptaría el nombre de Grupo Norte y se mantendría activo hasta 1930. El grupo nucleó escritores, poetas y también artistas plásticos, como el destacado pintor Macedonio de La Torre o Julio Esquerre (Esquerriloff). El libro que ha construido Robles Ortiz es de gran utilidad, es una suerte de guía de viaje por el interior del grupo.

 

El primer capítulo reúne testimonios de los diversos miembros del grupo, textos cargados de nostalgia y algunas anécdotas de antología, como la que refiere Haya en una carta a Sánchez, cuando describe a Antenor Orrego diciéndole a Vallejo: “Óyeme César, porque tú eres incapaz de envanecerte: tú eres genio, yo te proclamo el genio de la poesía americana; y por eso sufrirás mucho (César Vallejo lloraba). Te proclamo yo, humildemente, sin que nadie nos oiga, aquí en Trujillo ¿Ves? Tú eres el poeta nuevo superando en una ruta estelar a Darío” (p.91).

 

En capítulo II reúne textos que abordan la recepción y acogida que tuvo el grupo entre sus contemporáneos. Poetas como Parra del Riego, que visitaron Trujillo y conocieron a los miembros del grupo, dejan valioso testimonio de ese encuentro. Felipe Cossío, José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez, entre otros, analizan la trascendencia del grupo y enfatizan la lectura en una de sus figuras centrales: César Vallejo.

 

El capítulo III reúne diversas miradas críticas que intentan un balance en relación con la importancia y el legado del grupo. Eduardo Quirós Sánchez, razona sobre las influencias del grupo: “se nutrió con los ideales de la guerra de la independencia y la herencia de la ilustración” y trae “una nueva manera de expresar la realidad sin los patrones poco abandonados del modernismo y el postmodernismo” (p.248). En ese mismo capítulo, Marco Martos se refiere a Vallejo como el escritor “que mejor nos representa ante el mundo” (p.258).

 

El capítulo IV es una breve antología de poemas y discursos de los miembros del grupo: César Vallejo, Haya de la Torre, Óscar Imaña, Francisco Xandoval, Alcides Spelucín, Antenor Orrego, Carlos Manuel Cox, entre otros. Allí se lee, de Antenor Orrego: “Nosotros tenemos todavía una tarea por hacer, una tarea no realizada. En lo que se refiere a la Historia, todavía somos ignorantes de nuestra propia Historia” (p.313).

 

Finalmente, el capítulo V ofrece una selección de cartas de los miembros del grupo, cartas que de algún modo y a pesar de su registro íntimo, también nos dejan entrever el espíritu de Norte. Todas las epístolas resultan de interés, pero hay una, fechada en enero de 1938, que dirige Vallejo a Sánchez, en la que ofrece pormenores de la organización de la resistencia a la dictadura de Benavides desde Francia: “Querido Luis Alberto: Conforme a los deseos e instrucciones que acabo de recibir de Alcides y de Antenor, hemos iniciado aquí los trabajos encaminados al desarrollo de una enérgica campaña por las libertades en el Perú” (p.362). Cierra el volumen un anexo, con escritos varios, igualmente ilustrativos, como la defensa de las ideas de José Vasconcelos hecha por Orrego y otros miembros de Norte.

 

En suma, un volumen que nos invita a recorrer la historia y los personajes de uno de los momentos más interesantes de la literatura peruana, encarnada en la actuación de un grupo que fue un núcleo intelectual y creativo cuyo estudio Robles Ortiz nos facilita enormemente. Salud por eso.

Elmer Robles Ortiz
Retratos y semblanzas del Grupo Norte. Elmer Robles Ortiz. Trujillo: Fondo Editorial de la Universidad Privada Antenor Orrego, 2020.

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Alonso Rabí Do Carmo, Literatura, Norte, Trujillo

No hay nada que tema más la derecha que una segunda vuelta entre Yonhy Lescano y Verónika Mendoza. Y con razón. Entre un populista desembozado y una izquierda socialista tradicional, queda claro que el modelo de crecimiento que en los últimos treinta años nos ha permitido reducir la pobreza y las desigualdades y que tocaba profundizar antes que desandar, va a sufrir un duro golpe y la economía del país pagaría los platos rotos el siguiente lustro.

Ya anoche, en el programa de Beto Ortiz, Hernando de Soto sugirió que la derecha debe pensar su voto respecto del escenario de la segunda vuelta. Según las encuestas, señalaba De Soto, ni López Aliaga ni Keiko Fujimori le ganarían a Lescano a Mendoza y él sí, y que por ende el voto debería ser para Avanza País. Personalmente, creo que son prematuras esas encuestas y que, en todo caso, quien sí la tendría muy difícil de ganar es el candidato de Renovación Popular por la cantidad de anticuerpos que ha generado, inclusive en la propia derecha. Keiko, en cambio ha ido bajando el antivoto que arrastraba. La segunda vuelta, a dos meses de la primera, es un albur sobre el que no cabe mayor certeza premonitoria.

Pero no esa la única invocación al voto perdido que cabe hacer. Antes del escenario probable de una definición en segunda vuelta, hay que calibrar quiénes pasan a ella. Y en ese sentido, la derecha va a tener que apostar todos sus caballos a quien tenga mayores posibilidades de hacerlo.

Después del debate -que solo IEP va a medir en su encuesta de este domingo próximo, no Ipsos, que acabó su trabajo de campo el martes-, López Aliaga va a seguir cayendo. Esa es su tendencia y difícilmente la va a remontar, menos a tan poco tiempo de la elección. La derecha va a tener que optar entre Hernando de Soto y Keiko Fujimori. Aquel de los dos que capture la mayor cantidad de lopezaliaguistas en fuga e indecisos de derecha, asegurará su pase a la segunda vuelta.

La derecha proinversión capitalista se la juega en esta elección. Si pierde vendrá un periodo oscuro que seguramente demorará décadas interrumpir.

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Candidatos, Elecciones 2021, Juan Carlos Tafur
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