Opinión

[LA COLUMNA DECA(N)DENTE]  La hipocresía es un fenómeno complejo que se ha manifestado en la política durante siglos. El término se originó en la Grecia antigua, donde los actores cambiaban sus máscaras y comportamientos para interpretar a diferentes personajes. Con el tiempo, el significado de la palabra «hipocresía» evolucionó para referirse a la discrepancia entre lo que una persona dice y lo que realmente hace, especialmente cuando alguien muestra una falsa virtud, moral o sinceridad.

En el ámbito político, la hipocresía puede adoptar muchas formas. Una de las formas más comunes es cuando los políticos hacen promesas que luego no cumplen. Esto puede incluir promesas sobre políticas, reformas o acciones específicas que no se materializan. Esta forma de hipocresía se debe a menudo a limitaciones políticas, financieras o burocráticas que pueden hacer que sea difícil cumplir con todas las promesas hechas durante la campaña electoral. Otra forma es cuando algunos políticos pueden adoptar un discurso público que difiere significativamente de sus creencias o intenciones reales. Pueden expresar apoyo a ciertas políticas o valores en público mientras actúan de manera contraria en privado. Esto a veces se hace para evitar mayores controversias.

Por ejemplo, luego de las primeras ejecuciones extrajudiciales en diciembre del año pasado, la Fiscalía intervino. La presidenta Boluarte y el premier Alberto Otárola públicamente saludaron el inicio de las diligencias y expresaron su compromiso de otorgar todas las facilidades para el esclarecimiento oportuno de lo sucedido. Sin embargo, nueve meses después, ambos solicitaron discretamente a la Fiscal de la Nación que se archive la investigación, según informó el semanario ´Hildebrandt en sus trece´ la semana pasada.

De igual modo, en algunas conferencias de prensa o presentaciones públicas, Boluarte responsabilizó de las muertes a los «ponchos rojos» bolivianos, a una avalancha de cinco mil personas y, recientemente, a los propios ciudadanos muertos. Esta retórica pública contrasta con lo declarado ante la Fiscalía, donde señaló que solo tiene «mando» y no «comando». Es decir, ella se exime de responsabilidad alguna y de manera implícita hace responsables a policías y militares.

¿Cuándo el papa Francisco le pregunte sobre la situación de los derechos humanos en el país y las 49 ejecuciones extrajudiciales, o si tomó en cuenta las palabras de su Nuncio Apostólico, Mons. Paolo Rocco Gualtieri, quien señaló que “ignorar la existencia y los derechos de los demás, tarde o temprano, provoca alguna forma de violencia inesperada, como estamos siendo testigos actualmente”? ¿Boluarte le responderá que el Perú es un país respetuoso de la democracia, del estado de derecho, de los derechos humanos y del derecho internacional, como lo dijo en la ONU?

La hipocresía en la política es un problema serio, que tiene consecuencias negativas para la sociedad. La hipocresía daña la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes y provoca la pérdida de legitimidad de los mismos. Por eso mismo, para nuestra democracia es un costo muy alto seguir manteniendo hipócritas que gobiernan y cínicos y mentirosos que legislan.

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En nuestras redes, personas cercanas a ambos lados del conflicto nos urgen a tomar un bando. Amigos judíos ponen en sus redes: «Toma el lado de Israel», mientras amigos de descendencia palestina nos urgen a considerar el contexto histórico y no solo los hechos recientes. Personas que no tienen relación con ninguno de los dos lados toman posición, opinan, comparten información sin verificar si es verdadera, falsa o sesgada, e incluso llegan a emitir opiniones de odio. En las redes, todo vale.

El conflicto entre Israel y Palestina es uno de larga data, complejo y con muchísimas aristas. Aunque me he pasado días informándome sobre el tema, y buscando fuentes de información que considero objetivas y técnicas, me quedo en silencio porque no creo que mi opinión- poco experta- tenga nada que aportar.

El silencio no significa que no horroricen los hechos ocurridos el fin de semana en Israel, o que no indignen las inhumanas condiciones de vida en Gaza. No significa que lo que está pasando no duela o indigne o no deba llevarnos a todo tipo de reflexión como mundo y sociedad. Ni significa que no nos importe o que no empaticemos con nuestros amigos en ambos lados, y no nos duela verlos sufrir. No tomar bando no significa que no nos importe lo que les está pasando. Este silencio no es indiferencia.

Lo que sí es, es un reconocimiento de que las opiniones no expertas pueden hacer más daño que bien. Desinformen más que informar. Hacer daño a un lado, u al otro. Obviar que, en la guerra, perdemos siempre todos. Hoy en día, con las redes sociales, todos tenemos una voz, pero eso no quiere decir que siempre debamos usarla.

 

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Conflicto en Israel y Palestina, Opiniones No Expertas, Redes sociales

[CIUDADANO DE A PIE] La reciente quiebra del gigante inmobiliario chino Evergrande, que algunos analistas han comparado a la de Lehman Brothers en 2008, constituye un golpe no desdeñable a la poderosa economía de China -nuestro principalísimo socio comercial- que, como consecuencia, recortará previsiblemente en lo inmediato sus inversiones y adquisiciones globales. Para el Perú, esta mala noticia es llover sobre mojado, pues se suma a las secuelas de la crisis del Covid 19, la presión inflacionaria mundial del conflicto ruso-ucraniano, las pérdidas económicas ocasionadas por el ciclón Yaku, el fenómeno del Niño costero y los primeros embates del Niño Global. En suma, una tormenta perfecta que repercutirá, sin lugar a dudas, sobre nuestros dos grandes flagelos nacionales: la desigualdad y la pobreza.

Desigualdad

La idea tan promocionada por los grupos de poder de que nuestro modelo neoliberal nos llevará de la mano a convertirnos en un país próspero con una mejor y más justa distribución de la riqueza nacional, es una enorme falacia que ya tiene una antigüedad de tres décadas. Baste mencionar que nuestra Remuneración Mínima Vital tiene hoy tres veces menos poder adquisitivo que en los años 70 del siglo pasado. Solo países antaño pobres como China, Corea del Sur, Singapur y Taiwán, que consiguieron convertirse en exportadores de productos manufacturados, han logrado dar verdaderos saltos cualitativos en lo económico y social. En países como el nuestro, que participan en el mercado global casi exclusivamente vendiendo materias primas, solo los grandes capitales y las grandes propiedades se benefician con el aumento de la demanda y los precios internacionales y por tanto se encuentran mayormente protegidos de vaivenes económicos como el actual. El estudio de Germán Alarco Tosoni (Universidad del Pacífico) sobre la riqueza y la desigualdad en el Perú, que data del 2019 es taxativo: en nuestro país dos personas poseían por entonces el 15% de la riqueza nacional y cuatro mil quinientas el 40% de la misma. Hay quienes afirman que las desigualdades económicas son inevitables en toda sociedad. No se puede negar la relativa veracidad de esta afirmación, pero como John Rawls señala, estas desigualdades tendrían que estar vinculadas a cargos y posiciones abiertas a todos, en condiciones de una igualdad equitativa de oportunidades y deberían redundar en un mayor beneficio para los miembros menos aventajados de la sociedad. Evidentemente nos encontramos muy lejos de ese ideal.

Pobreza

Nuestros índices actuales de pobreza son preocupantes. En el 2022, de 33 millones y medio de peruanos, nueve millones se encontraban sumidos en la pobreza y casi 11 millones en riesgo inminente de caer en ella; como consecuencia directa, 12 millones de compatriotas presentaban un déficit de calorías en su alimentación o sencillamente pasaban hambre y 700 000 niños menores de tres años sufrían de anemia. Gustavo Yamada y Pablo Lavado (Universidad del Pacífico) han observado que únicamente han existido procesos sostenidos de reducción de pobreza monetaria en nuestro país, cuando estos han sido precedidos por períodos de crecimiento económico por encima del 3% en por lo menos dos años previos. Si esto no ocurre, como ellos mismos afirman “cada año que pase será materia de una mayor frustración colectiva y un incesante descontento social en el país.” La recesión que el país viene atravesando actualmente, está determinada por una importante contracción del crecimiento económico (– 0,6% en promedio) aunada a la inflación más importante de los últimos 20 años, con principal incidencia en el precio de los alimentos. Esta situación podría complicarse en el 2024, como consecuencia del más bajo rendimiento de nuestra agricultura en 30 años y el peligro de un Niño Global de fuerte intensidad. Por otra parte, las tasas de crecimiento proyectadas para el país en los próximos años, son iguales o inferiores al 3%, insuficientes por tanto para tener un impacto positivo en la reducción de la pobreza nacional.

Convulsión social

¿Qué consecuencias sociales podría generar esta situación de crisis actual y futura en nuestro país? Según Mirko Lauer, absolutamente ninguna pues “la penuria económica no moviliza, sino paraliza. Figura en el manual de todo dictador latinoamericano: los pueblos hambrientos no tienen tiempo ni fuerza para rebelarse. Esto a pesar de que, si hemos escuchado bien, todo se hace en su nombre.” Curiosa conclusión de alguien como él que tiene acumuladas tantas millas en el análisis político y que más bien parecería un mensaje dirigido a tranquilizar a ciertas élites amigas y/o a desanimar a potenciales líderes revoltosos. De hecho, según Harold James, historiador de la Universidad de Princeton, son precisamente las alzas importantes de los precios de los alimentos, la causa determinante que se encuentra en el origen de revoluciones sociales a lo largo de la historia. Ya en 2014 José Antonio Cuesta, economista experto del Banco Mundial, señalaba el número importante de manifestaciones violentas en el mundo, incluida Latinoamérica, como consecuencia del alto precio o escasez de los alimentos, y llamaba la atención sobre el riesgo de futuras convulsiones sociales difíciles de manejar, si los gobiernos regionales no invertían lo necesario en seguridad social y alimentaria en beneficio de los más pobres y vulnerables. ¿El Perú, con su modelo económico neoliberal ha hecho la tarea?

Además de los factores de orden internacional y climáticos al origen de la crisis, sobre los que evidentemente no ejercemos ninguna influencia ¿existen responsabilidades locales que debieran ser analizadas? Creemos que es el caso y lo expondremos en nuestra próxima nota.  Por el momento valdría preguntarse si la segunda de las condiciones enunciadas por Lenin como necesarias para el estallido de una revolución social -y que expusimos en nuestra nota anterior (https://x.com/SudacaPeru/status/1706760933287067810?s=20) – se estaría cumpliendo o podría cumplirse próximamente en nuestro país.

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Irán ha logrado su objetivo: ya Arabia saudita anunció que suspende toda negociación con Israel para entablar relaciones diplomáticas. El ataque terrorista de Hamás tiene muchas lecturas -entre otras la impresionante pasmosidad de los servicios de inteligencia israelíes-, pero lo que resulta obvio es que la política de mano dura de Netanyahu contra los palestinos iba a tener repercusiones indeseadas y una de ellas la acabamos de espectar.

Comparto la tesis de David Leonhardt, en The New York Times: todo esto es resultado del fin del mundo unipolar controlado por los Estados Unidos y el ingreso a una multipolaridad en la que suceden conflictos larvados, animosidades contenidas y el planeta empieza a ser un escenario de estallidos de violencia desperdigados y descontrolados, fuera de los ejes geopolíticos de Washington o a contrapelo de ellos.

“La explicación más sencilla para esto es que el mundo se encuentra en una transición a un nuevo orden que los expertos describen como multipolar. Estados Unidos ya no es la potencia dominante que fue y no ha surgido otra para reemplazarlo. Como consecuencia, los líderes políticos de muchos lugares se sienten envalentonados para reivindicar sus intereses, con la creencia de que una acción agresiva tendrá más beneficios que costos. Estos líderes piensan que ejercen en su región más influencia que Estados Unidos”, señala Leonhardt con acierto.

Así, agrega, Rusia ha lanzado la mayor guerra en Europa desde la Segunda Guerra Mundial; China se ha puesto más belicosa hacia Taiwán; India ha adoptado un nacionalismo virulento; Israel ha conformado el gobierno más extremo de su historia; y la mañana del sábado, Hamás atacó con descaro a Israel; lanzó miles de misiles y de manera pública secuestró y mató a civiles.

No duró mucho la unipolaridad, apenas 30 años desde la implosión de la Unión Soviética. Noah Smith, bloguero norteamericano, experto en temas económicos y políticos, escribió en su boletín Substack sobre la nueva guerra en Medio Oriente:

“En las últimas dos décadas se ha vuelto popular arremeter contra la hegemonía estadounidense, hablar con sorna del “excepcionalismo estadounidense”, ridiculizar la actuación de Estados Unidos como “policía mundial” y anhelar un mundo multipolar. Bueno, felicidades. Ahora tenemos ese mundo. A ver si les gusta más”.

Lo cierto es que la multipolaridad es irreversible y habrá que acostumbrarse al surgimiento, como islotes, de conflictos impensados hace dos décadas, frente a los cuales Estados Unidos nada hará o podrá hacer.

Hay que estar alertas, inclusive, de que una región pacífica como América Latina, empiece a mostrar fricciones larvadas entre naciones que hoy conviven sin sobresaltos. Sería bueno que nuestra Cancillería empiece a trazar estrategias geopolíticas de larga perspectiva al respecto.

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[EN EL PUNTO DE MIRA] ¿Con qué fin se viene realizando –hasta la fecha y en adelante– este plan geoestratégico? Desde el año 2013, cuando el presidente chino asumió la conducción gubernamental, se ha establecido nuevas formas de conectar China a Occidente. ¿Qué implica eso? Pues expandir el mercado chino a África y Euroasia, el cual representa aproximadamente 3,000 millones de habi­tantes. Históricamente, fue Marco Polo quien dio a co­nocer en Occidente la ruta que milenariamente Zhan Qian estableció con esta parte del mundo.

Con la nueva ruta (terrestre y marítima) de la seda, el go­bierno chino quiere eliminar las barreras comerciales, reducir los costos del comercio y la inversión y elevar la velocidad y la calidad de la circulación de la economía, con el objetivo de realizar el “progreso de beneficio mu­tuo”, como lo ha llamado –siguiendo la filosofía confu­ciana– el presidente Xi Jinping.

De acuerdo al dossier n° 60, del año 2016, del diario La Vanguardia, en la nueva ruta de la seda se encuentra el 75% de energías renovables, el 70% de la población mundial y el 55% del PBI mundial. Cifras nada desdeñables para las pretensiones chinas en el reordenamiento geopolítico.

Existe otro importante de la nueva ruta de la seda con respecto a América latina, el cual consiste en unir comer­cial e industrialmente a estos dos continentes, mediante un tren que pase subterráneamente por el océano Pacífi­co. Perú y Brasil, serían los países directamente beneficia­dos por dicho proyecto ferroviario.

En suma, esta nueva estrategia geopolítica china nos da cuenta del enorme potencial que tienen los acuerdos eco­nómicos para relanzar políticas de Estado, bajo una lógica confuciana de cooperación y autoridad.

Mientras Estados Unidos –bajo la presidencia de Biden– siga sin liderazgo, China puede dar inteli­gentemente el gran salto no solo cuantitativo, sino cualita­tivo de avanzar en zonas de influencias norteamericanas.

¡Ojo con eso!

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China, Estrategia China, Geopolítica Global, Nueva Ruta de la Seda

[EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS] Para no pecar de políticamente incorrecto, en estos tiempos de castrante cultura de la cancelación, la que ha revertido la libertad de expresión de la que gozábamos hasta hace pocas décadas, no voy a avalar -y porque además no creo en la violencia- los ataques del grupo Hamás contra Israel. Por principio, considero deplorable cualquier acción terrorista contra población civil indefensa.

Tensiones en el Medio Oriente
Ataque de Hamás tomó por sorpresa a inteligencia israelí.

Dicho esto, me queda muy claro que la nueva versión del viejo conflicto entre Occidente y el mundo musulmán (que se remonta  a la expansión del Islam tras la muerte de Mahoma (ss. XVII – VIII d.C.) se inició con la fundación del Estado de Israel en 1948, en un territorio donde más del 90% de la población respondía a la patria palestina, aplastándola  de todas las maneras como un Estado – de discutible legitimidad- puede aplastar a una nación que no se reconoce en él.

El origen remoto de esta situación lo podemos rastrear hasta  el movimiento sionista de fines del siglo XIX el cual, a tono con los nacionalismos de la época, llamó a los judíos del mundo a recuperar los lugares santos.  Para hacerlo más sencillo: a la Tierra Santa a la que los condujo Moisés algunos milenos antes de Cristo. Pero en esos territorios también se encontraban los palestinos, que llegaron a la región casi en paralelo con los judíos – a los palestinos de entonces se les llamaba “pueblos del mar”- y, en todo caso, no fueron los responsables  de que en el siglo II después de Cristo, el emperador romano Adriano haya aplicado una brutal y condenable represión militar contra el pueblo judío, obligándolo a abandonar sus territorios, iniciándose así la diáspora judía por diferentes confines del mundo, principalmente Europa central y occidental.

El tema es que con la expansión del Islam, desde Mahoma, los palestinos, inocentes en cualquier caso, y que permanecieron en el lugar tras la expulsión de los judíos, adoptaron la religión islámica en el siglo VIII. Más de mil años después, los palestinos fueron sometidos al colonialismo inglés, durante la era del imperialismo en el siglo XIX, y luego, tras la Segunda Guerra Mundial, al dominio del Estado de Israel, siempre apoyado por Estados Unidos e Inglaterra, las principales potencias occidentales.

No hay que ser demasiado perspicaz para deducir las consecuencias de la imposición de un Estado judío en medio del mundo musulmán, ni para comprender que los argumentos religiosos, la “Tierra Santa” de Moisés, solo pueden ser válidos para sus practicantes, pero no para el resto de la humanidad. De esta situación, impuesta de facto y a contra voluntad, se desprenden cantidad de situaciones, desde la Guerra de los Seis Días de 1967, la creación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que de hecho perpetraba acciones de sabotaje, pero que luego mereció para su líder, Yasser Arafat, el premio Nobel de la paz en 1994, por sus esfuerzos para lograr un entendimiento entre Israel y Palestina, y que honró con la misma distinción al recordado y carismático líder y primer ministro israelí, Isaac Rabín.

Esta larga guerra, declarada o no, tiene consecuencias secundarias o colaterales: el embargo del petróleo de la OPEP a Occidente que generó la gran depresión económica mundial de 1973, debido a la escasez de crudo y la cuadruplicación de su precio. Incluso, el atentado contra las Torres Gemelas de 2001, que deploro y condeno por brutal e inhumano, forma parte de las manifestaciones de un problema no resuelto, y que no se resolverá mientras Occidente apadrine la posición del Estado de Israel en un lugar en el que no debe estar, o, respecto del cual, debería negociar con los palestinos mucho más liberalmente que hasta ahora.

Hoy día tenemos Israel, el movimiento sionista logró su máximo objetivo pues ya cuenta con un hogar nacional para los judíos, pero ha perdido la paz. ¿La reencontrará algún día?

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La valentía y arrojo mostrados por el almirante Luis Giampietri durante la toma de rehenes en la residencia diplomática de la embajada de Japón, da motivos más que suficientes para considerarlo un héroe nacional.

Hombre afable, recio, austero, de pocas palabras, sincero y honesto, tuvo las agallas de arriesgar su vida para facilitar el rescate de sus compañeros, en medio de una circunstancia de sobrehumana tensión psicológica.

En tiempos en los que una guerra victoriosa del Perú contra la amenaza terrorista, que ponía en riesgo la democracia, no es reconocida como tal por la narrativa oficial impuesta por un sector ideológico, actos como el suyo merecen ser mejor ponderados y ojalá el Perú oficial le rinda los honores correspondientes.

Hay muchas historias detrás del personaje. Se tejieron varias leyendas urbanas alrededor de su figura, entre otras de que había tenido participación, el 2 de enero de 1975, en la colocación de un artefacto explosivo en el domicilio del flamante ministro de Marina, Guillermo Faura, conocido por su filiación velasquista, con quien la Marina estaba en desacuerdo (meses después hubo un amotinamiento general de la Armada que obligó a Velasco a sacarlo del cargo).

Asimismo, que también participó, en 1977, en el hundimiento, por atentado dinamitero, de dos barcos cubanos, el Río Jobabo y el Río Damují, saboteando la entrega de nuestros recursos pesqueros al régimen castrista que preparaba la dictadura militar.

Me lo encontré varias veces en un restaurante de pastas, en Magdalena, el que, al parecer, solía frecuentar con su familia. En una ocasión, en la que siempre me levantaba yo de mi mesa para acercarme a saludarlo con respeto y admiración, conversamos un poco más allá de los saludos protocolares y le pregunté sobre ello. Sonrió con cierta picardía, pero me lo negó. A buen entendedor pocas palabras, creo interpretar con justicia.

Hombre entregado en cuerpo y alma a la Marina, merecería hoy, 8 de octubre, día de su institución tutelar, un justo homenaje. No sobran valientes en el mundo. Hace pocos días ha fallecido uno de ellos y el Perú debe hacerle saber a sus deudos el respeto inmenso que su figura despertaba, muy por encima de los odios mezquinos de cierto sector de la izquierda peruana, mezquina hasta la patología, pero sin derecho a imponer sus rencillas ideológicas por encima de la realidad.

-La del estribo: tremenda obra Esperanza, escrita por Marisol Palacios y Aldo Miyashiro, y dirigida por la primera. Obra corta -una hora de duración-, pero potente y dinámica, con actuaciones sobresalientes, destacando, como ya es habitual, la actuación de Lucho Cáceres, el mejor actor nacional de la actualidad. Va en el Centro Cultural de la PUCP hasta el 20 de noviembre. Entradas en Joinnus.

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[EL DEDO EN LA LLAGA] Se trata de una figura alegórica y satírica que desfiló este año en el carnaval de Düsseldorf (Alemania) y que fue llevada a Roma, cruzando los Alpes, para protestar contra el abuso sexual eclesiástico, dentro del marco de las manifestaciones organizadas por ECA (Ending Clergy Abuse), una organización sin fines de lucro que agrupa a víctimas de la Iglesia católica, activistas y abogados, que exigen que la institución eclesial aplique de una vez una política de tolerancia cero frente a la plaga de los abusos y que buscan hacerla responsable de estos crímenes ante tribunales internacionales de derechos humanos.

Sin embargo, las autoridades italianas obstaculizaron la protesta. El viernes 29 de septiembre el carro alegórico fue paseado por el centro de Roma, pero el conductor del vehículo que lo halaba fue detenido delante del Coliseo y multado por obstaculizar la vista a un monumento histórico. De regreso al hotel donde se alojaban los participantes de la reunión de ECA, hubo nuevamente un control policial y el carro terminó siendo escoltado por un automóvil patrullero hasta el hotel mismo.

Ricarda Hinz de la Fundación Giordano Bruno, mujer del artista Jacques Tilly —el cual diseñó y realizó la figura alegórica—, declaró a la prensa que la policía le había informado que había una prohibición general de llevar el carro a la ciudad. Por lo tanto, se frustró el plan de colocarla el día domingo 1° de octubre frente al Vaticano, muy cerca a la Plaza de San Pedro. Desde entonces la policía mantuvo el carro bajo observación, con un patrullero que lo acompañó hasta que hubo abandonado la ciudad de Roma, ante el malestar de los activistas de ECA que se hallaban en la ciudad para exigirle al Papa y a las autoridades vaticanas una política de tolerancia cero ante los graves abusos que han habido y que siguen habiendo en la Iglesia católica.

Las manifestaciones de protesta realizadas por ECA los días 27, 28 y 30 de septiembre en las inmediaciones del Castel Sant’Angelo no pudieron movilizarse hasta delante de la Plaza de San Pedro —lugar que pertenece ya al Estado Vaticano— debido a la vigilancia policial. Estábamos presentes algunos representantes de víctimas y sobrevivientes de abuso eclesiástico de países como Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, El Salvador, Costa Rica, México, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Suiza, Italia, Eslovenia, Nueva Zelanda, India, Congo y Uganda, abarcando los cinco continentes. Y eso sin contar a los que participan de ECA, pero que lamentablemente no pudieron en esta ocasión viajar a Roma.

Matthias Katsch, sobreviviente de abusos ocurridos durante su juventud en el Colegio Canisio de Berlín, gestionado por los jesuitas, y fundador de la iniciativa Eckiger Tisch (Mesa Cuadrada), que agrupa a sobrevivientes de abusos de la Iglesia católica en Alemania, declaró: «Aparentemente, la policía italiana se propuso minimizar al máximo la visibilidad de esta protesta y permitir que el evento registrado tuviera lugar casi sin presencia de público». Contrariamente a los acuerdos tomados, no se les permitió realizar una marcha hacia el Vaticano. «Lamentablemente, la policía impidió que la figura llegara al lugar junto al Castel Sant’Angelo», concluyó Katsch refiriéndose al carro alegórico. Y el día 30 de septiembre los activistas tuvimos que sacarnos las camisetas con la inscripción “Zero Tolerance” tras nuestro evento al lado del Castel Sant’Angelo para no ser detenidos por la policía, pues portar esta vestimenta era considerado como una protesta ilegítima.

Se consideró esto como una restricción a la libertad de reunión y expresión. Y no les falta razón. Así lo he percibido yo mismo, que hace 39 años estuve en Roma participando del Jubileo de los Jóvenes de 1984, en mi calidad de miembro del Sodalicio de Vida Cristiana, y estuve en una Plaza de San Pedro donde se podía circular libremente en la totalidad de su área. Esta vez había zonas restringidas y policías —e incluso soldados del ejército con armas de fuego en ristre—, ubicados en puntos estratégicos para mantener la seguridad y el orden. Y para asegurarse también de que protestas legítimas y pacíficas no enturbiaran la santa tranquilidad burguesa de una Iglesia que se asienta sobre la impunidad de sus jerarcas, clérigos y religiosos que han cometido o encubierto abusos. Ciertamente, hay excepciones, pero sólo confirman la regla.

Un miembro de ECA ya le había entregado con anterioridad al cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo, un escrito elaborado por expertos en derecho canónico con el proyecto de tolerancia cero, que exige cambios en la ley de la Iglesia, a fin de que los clérigos, miembros de institutos de vida consagrada y personal pastoral que cometan abusos sexuales sean retirados definitivamente de toda función pastoral, debiendo los clérigos ser reducidos al estado laical; los miembros de institutos de vida consagrada, expulsados de la institución a la que pertenecen; el personal pastoral, prohibido de ejercer ninguna función pastoral dentro de la Iglesia. Lo mismo se debería aplicar a obispos y autoridades eclesiásticas que encubran estos crímenes. También se debe informar a las víctimas y a sus familiares de los procesos canónicos en contra de los abusadores, así como garantizarles el acceso a las actas y documentación de su proceso, entre otras cosas.

El cardenal Hollerich, relator general del Sínodo que se ha iniciado este 4 de octubre en el Estado Vaticano y considerado por algunos como posible sucesor de Francisco en el pontificado, había prometido entregarle este documento al Papa Francisco el 18 de septiembre. Sin embargo, el 27 de septiembre dos miembros de ECA que se encontraban teniendo una sesión grabada de Zoom sentados a la mesa de un café en una calle romana tuvieron una encuentro fortuito con el cardenal Hollerich. La conversación quedó grabada. El cardenal no había cumplido lo prometido y tenía planeado entregar el documento al Papa recién en diciembre de este año. Por otra parte, señaló que la tolerancia cero era por el momento inaplicable, pues a los obispos sólo se les podía reemplazar de a pocos. Además, el Papa poco podía hacer pues estaba rodeado de gente de la Curia que le decía lo que tenía que hacer. Ante la insistencia de los activistas de ECA en lo importante que era que el Papa tuviera conocimiento de ese proyecto antes de iniciarse el Sínodo, pues seguían ocurriendo abusos en la actualidad, Hollerich replicó que no tenía a la mano copia del proyecto, pues lo había dejado en Luxemburgo. De modo que el 29 de septiembre, ECA le hizo llegar una nueva copia para ver si esta vez cumplía con lo prometido. Sin muchas esperanzas de que eso ocurra, digamos.

Mientras tanto, el sistema sigue estando estructurado —o improvisado— para obstaculizar las denuncias de abusos. En las oficinas del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica difícilmente aceptan una denuncia entregada personalmente, pues hay que seguir los procedimientos establecidos —no explicitados por escrito en ningún manual ni guía—, que es presentar la denuncia ante las autoridades eclesiásticas locales, llámese tribunal diocesano o superior general del instituto de vida consagrada. Las víctimas no pueden hacer un seguimiento de la denuncia, pues las autoridades competentes —célebres por su incompetencia— no informan a los afectados, los cuales no cuentan con ninguna garantía de que su denuncia esté siendo procesada o de que la documentación se haya enviado al Vaticano. Las investigaciones no contemplan hablar con las víctimas para que precisen detalles de sus testimonios, pero sí se habla con los abusadores y se presta fe a sus versiones. Y, finalmente, si algo se hace, ello sólo ocurre cuando las víctimas denuncian ante la justicia civil o cuando el caso se ha hecho público a través de la prensa. Si al final hay una sentencia, ésta suele ser muy benigna con los abusadores, permitiéndoles que sigan ejerciendo funciones pastorales.

Por eso mismo, las exigencias de ECA no se dirigen sólo a la Iglesia católica. El 3 y el 4 de octubre abogados representantes de las víctimas y otros activistas de ECA estuvieron en Ginebra (Suiza) en la Organización de Naciones Unidas para desarrollar conversaciones que sienten las bases para poder llevar al Estado Vaticano ante tribunales internacionales. Pues los abusos sexuales de menores y personas vulnerables podrían calificar como tortura, y también genocidio, si se comprueba que se trata de una práctica sistemática de la Iglesia católica que se da a nivel global.

Hasta entonces, parecería que existe en la Iglesia católica una norma tácita que contradice lo que la institución dice de la fachada para afuera: “Prohibido denunciar abusos”.

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Abuso sexual eclesiástico, ECA, Iglesia católica, Protesta en Roma, Tolerancia cero

Hay que ejercer presión ciudadana para que el Congreso se allane a disponer la realización de elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, las llamadas PASO, antes del proceso electoral del 2026.

Es un método probado para mejorar la calidad de la representación y que sea la ciudadanía y no el dedo digitador del líder partidario o, lo que es peor, el dinero del candidato, el que determine su ubicación en las listas congresales.

Debemos revertir esta pavorosa tendencia al deterioro que muestra el Parlamento, como segundo y a veces primer poder del Estado -como sucede ahora- y no se repita el espectáculo deprimente de la representación actual, llena de congresistas corruptos (Los Niños), mocha sueldos, viajeros irresponsables, causantes de escándalos permanentes, y, sumado a ello, absolutamente improductivos en materia legislativa y fiscalizadora.

No hay forma de darle estabilidad política a un país sin un Congreso moderno, democrático, honesto y eficiente. Ya está probado -lo estamos viviendo ahora en carne propia- que la crisis política surgida de un Ejecutivo y un Parlamento mediocres, por más que no sean izquierdistas o radicales, provoca tal zozobra en el mundo inversor que éste se retrae y disminuye su vocación expansiva. El capitalismo, la economía de mercado, se ralentizan si no hay una institucionalidad política mínimamente decente.

Que sea la ciudadanía activa la que elija a quiénes van a ser los candidatos de una lista congresal no es la varita mágica para que tengamos un mejor Congreso. Tenemos experiencia de sobra de Parlamentos con personajes notables que, sin embargo, contribuyeron a la ruina del país (pensemos, sobre todo, en la década de los 80), pero en las circunstancias actuales asegura un mejor mecanismo, superior al vigente, para lograr cierta elevación del nivel político de sus integrantes, lo que ya es bastante decir.

No basta asegurar una economía de mercado robusta y trazar una política proinversión privada, ágil y expeditiva. Se requiere acompañar el capitalismo de democracia. Y no hay democracia cabal sin una funcional separación de poderes, la misma que, a su vez, no es posible si seguimos viendo el deterioro paulatino del poder Legislativo, cueva de mediocres y corruptos, que en lugar de ser fuente matriz de reformas de largo aliento, se ha convertido en pasillo de lobbies y triquiñuelas ilícitas.

 

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