Opinión

Debemos partir de que recién hace cinco años se han empezado los estudios necesarios para diseñar los grandes sistemas de drenaje para Tumbes, Piura, Chiclayo. Y que en el caso de los balnearios del sur, San Bartolo, Punta Hermosa, Punta Negra, ya existe un sistema de drenaje de la quebrada Cruz del Hueso que sí ha funcionado. Lo que ocurre es que diseñar y construir sistemas de drenaje toma muchísimo tiempo. Tras el huaico del año 2009 en Ayacucho, donde murieron 9 personas, el contar con el eficiente sistema que hoy vemos en el centro de Huamanga, recién culminó el año 2017. 8 años. Eso significa que probablemente los sistemas de las ciudades del norte estarán listos para la siguiente década. Lima debería sumarse de una vez.

En el caso de Punta Hermosa, el huaico no fue resultado del desborde de la cuenca, sino del agua acumulada durante las lluvias en la excavación que dejó una cantera ilegal de piedras y arena, esas que administran las mafias del sector construcción. Así que el huaico de Punta Hermosa no fue un “desastre natural” o la falta de un sistema para prevenirlo. Fue resultado de la extracción ilegal de minerales, que tiene distintas formas de afectar el medio ambiente, no sólo envenenando, sino también socavando nuestro territorio. Este espacio frágil y diverso, víctima del cambio climático, donde tendremos que concentrarnos mucho para reaprender a gobernarnos desde el cuidado que tanto necesitamos.

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crisis educativa, Fenómenos Naturales, Futuro

Además, puede ser una señal importante para la población de que el gobierno está escuchando sus demandas. Cuando hay crisis, es común que las personas se sientan ignoradas por sus gobernantes. Un cambio de ministros puede ser un gesto que indique que el gobierno está dispuesto a cambiar su forma de hacer las cosas y que está abierto a la crítica y a la negociación.

También es importante mencionar que puede ser una medida necesaria para recuperar la confianza de la población. Cuando hay crisis, es común que la gente pierda la confianza en sus líderes políticos. Un cambio de ministros puede ser un gesto que indique que el gobierno está dispuesto a reconocer sus errores y a tomar medidas para enmendarlos.

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Dina Boluarte, Ministros, Perú

Y esto sucede a cuadra y media de una sede policial, y que en aquel parque brillan en una ausencia poco justificable. Como a su vez, a pocas cuadras, donde se ofrecen hoteles que como discoteca albergan cuartos donde menores de edad hacen su “party”, siendo la entrada solo 10 soles en esas viejas casonas, bares y hoteles donde amanecer perdiendo la consciencia es de lo más, por triste que suene, común.

Otro modus operandi de muchos desalmados, es darles clonazepam. Si ya esos tragos “suben” rápidamente, añadir esas pastillas o invitarlas como si fueran “inofensivas”, para que “estén relajadas” hacen que muchas chicas hasta olviden qué hacen allí, poniéndolas en un estado de total inconsciencia. Hay hasta tipos que les doblan la edad, que podrían tranquilamente hasta ser sus profesores o sus padres por los años de diferencia, que cometen ese vil y asqueroso actuar con el fin de violarlas.

Hay plataformas donde se puede ver parte de este mundo, o el lado más “romántico” del loquerio como en TikTok o Facebook, donde se puede ver besos hasta entre ¡¡8 a más personas!! O del mismo sexo con naturalidad. Lo que resulta extraño es que ante hechos que atentan la integridad de los jóvenes y ante las muchas cámaras que vigilan como búhos en las noches que recuerdan el Gran Hermano de la clásica obra 1984 del gran escritor Indio, George Orwell, no se actué. Y es que esta nueva gestión municipal ha empezado con el pie izquierdo, hasta ahora lo único “bueno” que ha hecho es quejarse que le han dejado las arcas vacías, clásica verborrea que se emplea para endeudar países o capitales con préstamos que se pagan con intereses hasta en ¡¡un siglo!!, como lo hiciera Sagasti o implorar a los “santos” antes de actuar ante las urgencias que necesita imperiosamente la ciudadanía como con estas trágicas inundaciones. “Lima, potencia mundial” cada vez más  pareciera ante tanta delincuencia y descontrol, “Lima, Sodoma mundial”. Esta Casita de Cartón cierra un ciclo con un profundo penar por la grave situación social que atravesamos como país.

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Centro Cívico, fin de semana

No hablamos ya de “manzanas podridas” sino del “barril podrido”. Servirán en algo, en esa medida, las sucesivas purgas policiales que vemos con el ingreso de cada nuevo ministro del Interior, pero parte de las reformas de segunda generación pendientes en el país, es la reforma de nuestros sistemas policiales, una reforma a fondo.

¿Podrá el gobierno de Dina Boluarte abocarse a ello? Lo vemos difícil. Es un gobierno débil que descansa, entre otros cimientos, en el respaldo preciso de las fuerzas policiales y armadas. Difícilmente se va a enfrentar a ellas. Lo máximo que se le puede pedir es cierta profilaxis en casos graves.

Pero debe ser tarea urgente del siguiente gobierno y será tarea de la sociedad civil, incluidos los medios de comunicación, ser acuciosos respecto de las propuestas que los diversos candidatos tengan al respecto.

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corrupción policial, Policia

¿Qué podemos hacer?

Los buenos hábitos y gestos cotidianos marcan la gran diferencia en nuestra huella digital. Les dejo unos consejos:

  • Eliminen permanentemente los correos que no necesiten.
  • Si no es indispensable, no tengan un respaldo de las conversaciones en WhatsApp.
  • Cierren las ventanas y pestañas que no estén usando al trabajar.
  • Borren el historial de búsqueda.
  • Eliminen, de la nube, las fotos o archivos duplicados que sean innecesarios o sean duplicados.
  • Cierren cuentas de correo que ya no utilicen.
  • Borren las historias que tengan archivadas en Instagram, solo dejen las más importantes.

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contaminación, Energía, Internet, Nube

Hay tres hechos que podrían tumbarse al gobierno de Dina Boluarte: 1.- que la protesta social recrudezca y la respuesta represiva sea torpe y desmedida como sucedió entre diciembre y enero; 2.- que cometa un error político mayúsculo que la lleve a enemistarse con sus bases de apoyo congresales en el centro y la derecha parlamentarias; 3.- que aparezca alguna denuncia de corrupción que roce siquiera a la figura presidencial y ello lleve a un mayor desplome de su ya débil apoyo ciudadano y que, por ende, su respaldo congresal se pierda y se produzca una nueva vacancia en la política nacional.

La prensa debe estar atenta a cualquier estropicio corrupto que se pueda cometer. Si la consecuencia de una denuncia es la caída de Boluarte, pues bien merecido será. Ya no podemos repetir el error de tener consideraciones políticas por encima de atingencias morales respecto de una gestión gubernativa.

La del estribo: más vale tarde que nunca. Imperdible la obra teatral Juzgado de Familia Nro. 6. Magistralmente interpretada por Nani Pease, bajo la dirección de Tirso Causillas, es de lo mejor que se ha visto en los últimos tiempos teatrales peruanos. Lamentablemente, solo va hasta hoy, en el Centro Cultural de la PUCP. Entradas en joinnus.

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corrupción, Dina Boluarte, Perú

Las causas

Mucho se ha señalado la carencia de liderazgos visibles en las protestas y la ausencia de representantes con quienes el gobierno hubiera podido sentarse a negociar para encontrar soluciones. Pero estas negociaciones, como el gobierno lo dejó muy en claro desde el primer momento, se habrían limitado a los habituales ofrecimientos económicos y a las bien publicitadas firmas de los eventuales acuerdos alcanzados, los que, en su mayoría y como de costumbre, nunca serían respetados. No es extraño en los países latinoamericanos, que los líderes sociales permanezcan en el anonimato, al menos durante algún tiempo, por temor a las posibles represalias, más aún en un país como el nuestro, en el que, durante mucho tiempo, fueron víctimas de la violencia senderista y de las fuerzas represivas del Estado.

También se ha criticado duramente, algunas de las acciones emprendidas por los manifestantes, tales como bloqueo de carreteras, intentos de ocupación de aeropuertos y de otros “activos estratégicos”, lo que, en el argot sociológico, se conoce como “acciones disruptivas”. A este respecto cabe señalar, que son los Estados mismos, quienes ejercen una influencia determinante en el tipo de organización y formas de acción de los movimientos sociales. Así, en los países de democracia consolidada, las protestas y movilizaciones populares que siguen al fracaso de negociaciones en un marco institucional, son toleradas como parte del juego democrático y la represión, de ser necesaria, no alcanza elevados niveles de violencia. Para el caso de países como el nuestro, importantes investigadores, como el ya mencionado Gamson y otros más (Cloward, Piven), han llegado a la conclusión de que los grupos excluidos, únicamente pueden lograr cambios sociales mediante acciones masivas disruptivas y de gran impacto mediático, tanto más si cuentan con el apoyo de la opinión pública. Hagamos notar que en el último Latinobarómetro, uno de los principales bancos de datos de opinión pública en América Latina y el Caribe, se señala que el 65% de la población de nuestro país, muestra un acuerdo general hacia las protestas sociales, solamente por detrás de Paraguay (84%) y Chile (71%) y que, en las encuestas del último mes de febrero, el 58% de los peruanos se sentía identificado con las movilizaciones, principalmente en el sur del país (71%).

La respuesta del ultraderechista y antidemocrático gobierno Boluarte/Otárola al movimiento social, es ya de todos conocida, tanto en el Perú como en la comunidad internacional, la que esencialmente ha consistido, en lo que el filósofo postmarxista argentino Ernesto Laclau, denominó “la denigración de las masas”, que vincula los movimientos sociales al quehacer de desquiciados, criminales, engañados y manipulados, y esto asociado a una brutal represión con numerosas ejecuciones extrajudiciales. A la vista de todo esto ¿podemos considerar que la lucha y la muerte de nuestros hermanos de las regiones, se ha saldado en un fracaso? Pretender responder a esta interrogante, tomando únicamente en cuenta los resultados inmediatos, es desconocer la propia naturaleza de los movimientos sociales y del impacto relevante que pueden tener en asuntos de gran importancia como ciudadanía, transformación social, participación política y democracia. De esto justamente, hablaremos en una próxima nota.

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movimiento social, Perú

No debe cesar la campaña de demolición de Pedro Castillo. Sus niveles de inmoralidad y punible negligencia los ha pagado el pueblo peruano y aún cuesta recuperarse de su paso destructivo. Y que la izquierda cómplice del latrocinio asuma su responsabilidad y no le sea posible lavarse las manos tan fácilmente, reciclándose políticamente con la oposición a Dina Boluarte, queriendo construir un monstruo que no existe en la realidad (“Dina genocida”, “dictadura cívico militar” y demás sandeces que la izquierda repite y, lamentablemente, un sector del pueblo peruano, dolido, por razones identitarias, por la salida abrupta del poder de su líder mal elegido, también acoge).

La del estribo: estupenda la novela que, sorpresiva y silentemente, ha publicado Mario Ghibellini, La canción del capitán Garfio, dotada de una estética propia y dinámica narrativa original. Publica Alfaguara y ya está en todas las librerías.

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Estado, Pedro Castillo, Perú

Pero el cardenal Lehmann también podía ser empático, si se trataba de sacerdotes inculpados, a los cuales les daba toda su confianza. En 1984 le escribe a un «estimado y querido» diácono que se hallaba en prisión preventiva: «Creemos en sus palabras y le otorgamos nuestra confianza. Esto debe saberlo de mi parte. Muchas personas lo aprecian como un hombre honrado y sin tacha. Por eso me causa particularmente pena que se halle casi indefenso a merced de rumores que le socavan su honor». Poco después este diácono sería condenado a dos años de prisión efectiva, porque —entre otras cosas— había violado analmente a un muchacho de nueve años. En 1997 hizo Lehmann anotaciones sobre una conversación con un inculpado, al que se le imputaba el abuso sexual de una quinceañera: «Por lo demás repetidas veces he despejado la duda de que yo quiera espiar el dormitorio del [inculpado 547]. Al respecto, él le debe dar cuentas a Dios de cómo vive. Pero yo debo encargarme de que concrete su promesa de una vida célibe de tal manera, que los hombres puedan creerlo. Se trata de la credibilidad pública de la vida en celibato».

Sin embargo, la benevolencia de Lehmann tenía sus límites, a saber, cuando los hechos causaban escándalo. Así le escribe a un inculpado en el año 1993: «El daño que como agente pastoral le ha causado a personas que habían puesto su confianza en usted —más allá del círculo de las víctimas— es muy grande y terrible». Pero más peso tiene el daño a la reputación: «No sólo el estado clerical sino también la Iglesia han sufrido grave pérdida en su reputación». Con dureza cuando se trata de un perjuicio a la iglesia, pero indolente cuando no afecta los intereses de la diócesis. Así caracteriza el estudio el modus operandi del cardenal Lehmann.

Típico de Lehmannn era la insistencia en la responsabilidad personal de cada uno de los abusadores. Está documentado el rechazo tajante a varias peticiones de víctimas pidiéndole que la institución eclesiástica reconozca su culpa y su responsabilidad.

Las medidas tomadas para el manejo del abuso resultan también desganadas y negligentes. Públicamente y en la correspondencia interna resaltaba Lehmann la importancia de las líneas directrices de la Conferencia Episcopal Alemana para el manejo de los abusos. Pero en su diócesis no le daba ningún valor a la aplicación de esos lineamientos. Ya en 1993 el obispo encargó a las Hermanas Misericordiosas de Alma que implementaran un servicio de atención a las víctimas. Las Hermanas, sin embargo, también atendían a la vez a sacerdotes inculpados y sentenciados. El círculo de trabajo “Violencia sexual en el ámbito eclesiástico” (“Sexuelle Gewalt im kirchlichen Raum”) concluyó, tras una conversación con las religiosas, que no habían recibido ninguna capacitación especial para el trato con víctimas de violencia sexual y tampoco contaban con capacidades disponibles para este trabajo.

La medida principal para el cardenal Lehmann fue evitar las prestaciones de reconocimiento del daño sufrido, e incluso las reparaciones monetarias. En su periódico diocesano escribía el cardenal en el año 2010 que esas cosas no significaban nada para él. Por una parte, niega la responsabilidad institucional por actos individuales; por otra parte, no ve que el daño moral y las consecuencias sufridas por las víctimas puedan ser compensados mediante pagos en dinero. En un escrito a la Conferencia Episcopal Alemana es bastante claro: «Una gran seducción es la tentación de indemnizar una injusticia cometida de manera financiera. Esto no debe ocurrir. De ninguna manera uno debe dejarse llevar a la discusión». Consecuente con esto, dio la orden en su diócesis de que a las víctimas no se les informara personalmente de la existencia de prestaciones monetarias por reconocimiento del daño sufrido.

El informe de abusos en la diócesis de Maguncia —que incluye también los abusos cometidos durante otras gestiones episcopales— nos revela lo peor del cardenal Lehmann. El obispo, considerado alguna vez como una luminaria intelectual y moral de los progresistas y uno de los grandes teólogos de su tiempo, se revela como un mentiroso insensible, que maquiavélicamente hará todo lo necesario para proteger a la institución, aunque ello signifique ocultar la verdad y traicionar su conciencia.

El del cardenal Lehmann no es un caso aislado. Es una muestra más de un sistema que ha favorecido y encubierto los abusos, y que buscará proteger la imagen de una Iglesia santa que de santa no tiene nada. O más bien, casi nada.

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Abusos, cardenal Lehmann, Iglesia católica
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