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Opinión archivos | Página 113 de 342 | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad

Opinión

En ese sentido, la revitalización de los partidos políticos pasa también por la afiliación de ciudadanos y ciudadanas dispuestos a entregar su tiempo y otros recursos de manera voluntaria para poner en práctica las soluciones a los problemas nacionales, regionales o locales que estiman por convenientes desde algún cargo ejecutivo; guiados por un conjunto de principios, valores y una visión de desarrollo del país. Además de legislar en función del bien común y no de intereses particulares. Lo cual supone hacer vida partidaria, es decir, formar parte de alguna instancia del partido, de elegir y ser elegido, de hacer carrera dentro del partido, de organizar y movilizar a los simpatizantes y a otros afiliados y de participar en las actividades organizadas por el partido. Hoy la debacle de los partidos políticos es una ventana de oportunidad para los nuevos partidos que buscan ofrecer una manera distinta de entender la política y de llevarla a la práctica.

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Gobierno, Partidos políticos

Los peruanos estamos hoy divididos en puntos de vista irreconciliables, tanto en lo que respecta a la identidad de los responsables de nuestra crisis actual (y siguiendo el planteamiento de Ost, de los enemigos a derrotar) como de las medidas a tomar para solucionarla. Políticos, juristas, economistas y periodistas, entre otros, machacan cada día sus argumentos en todos los espacios posibles, valiéndose de verdades, medias verdades e incluso flagrantes mentiras. La valoración que los ciudadanos hacemos de todo esto, depende de nuestro sentido de pertenencia social y de lo que Joshua Greene ha denominado, nuestra “tribu moral”. En efecto, aunque esto escandalice y perturbe a muchos, la neurociencia ha comprobado que los hechos sociales carecen de significados intrínsecos, más allá de los que nosotros queramos atribuirles, y que la “racionalidad” de nuestras opciones políticas, sufre de importantes sesgos, pues solemos sobrevalorar los argumentos que nos resultan más agradables. Lo que moralmente nos resulta intolerable en nuestros enemigos (la incompetencia y la corrupción, por ejemplo) nos resulta más soportable cuando se trata de personas o grupos con quienes nos identificamos. La realidad, es que los sentimientos anteceden a las razones, y el sentido de pertenencia (consciente o inconsciente) conduce a las justificaciones.  

¿Qué y quienes nos han llevado a esta crisis nacional? ¿Pedro Castillo y sus colaboradores, Keiko Fujimori, Vladimir Cerrón, Patricia Benavides, el comunismo, el neoliberalismo, el racismo, el narcotráfico, la Constitución del 93, la minería ilegal, los grandes medios de comunicación, los blanquitos de Lima, los indios de la Sierra, el centralismo, el secesionismo, Estados Unidos, Cuba? Cada uno de nosotros tiene, sin duda, sus responsables preferidos, entonces ¿cómo podemos llegar a a un mínimo entendimiento que nos permita rescatar a nuestro país del caos? Para empezar, deberíamos desactivar el clima emocional tóxico en el que vivimos actualmente, abandonar la demonización del adversario, así como de sus planteamientos, asumiendo la contingencia de nuestras preferencias políticas y morales y el hecho de que todas las opciones tienen derecho a participar en el diálogo y la negociación. Aunque incomode a muchos, ninguna Constitución ha descendido del Cielo y ningún modelo político o económico impera por mandato divino, ni fue generado por un conocimiento metafísico insondable. No debemos, de ninguna manera, menospreciar la importancia de los sentimientos de marginación e injusticia que se encuentran detrás de las movilizaciones sociales que vienen ocurriendo en nuestras regiones y pretender que todo es el resultado de la acción de agitadores profesionales y operadores foráneos. Frente a una clase política, que se muestra una y otra vez como ciega, incapaz y corrupta, nos corresponde a todos los ciudadanos del Perú participar activamente en la discusión y búsquedas de consensos. Terminaré esta nota sobre los sentimientos en política citando una vez más a César Luna Victoria: “Eso es lo que nos trae el Año Nuevo. No es malo en sí. Nos hará mejores si sabemos acercarnos. Que sea realmente un feliz año.”      

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Ciencias Políticas, movilizaciones

Creo que por estos tiempos hay valores democráticos que los que militan en organizaciones políticas no están transmitiendo adecuadamente. Los contenidos de los principios que mueven a los partidos políticos (¡claro, los que son!) son muy pesados para un país y –por extensión- un mundo cada vez más despartidirizado. Pero insistir en el compromiso político es importante. 

Insistir, teniendo en cuenta las formas en las que se dice el mensaje. La gente masivamente ya no está en los partidos políticos, sino en los medios. Desde ese espacio se puede transmitir el mensaje fresco sobre el compromiso político. Sartori sostuvo que los medios sustituyeron a los partidos. Ya vimos en España que eso no es cierto. Se complementan. Pensemos en esa estrategia. 

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Partidos políticos, Perú

Restaurar el orden con justa represión, sin comisión de excesos, es lo que se le debe exigir, como mínimo al Ejecutivo, pero claramente no basta ello para resolver el problema. Algún gesto adicional se tiene que desplegar y ese solo parece ser el de adelantar alguna parte del proceso electoral (o se anticipan mediante una votación congresal rápida antes del 31 de enero, que acaba la presente legislatura, o se realizan primarias que generen la sensación ciudadana de que efectivamente este es un gobierno que ya está de salida).

No la tiene fácil Dina Boluarte y necesitará mucho empaque y respaldo. Hoy lo tiene de parte de las Fuerzas Armadas y policiales, y del centro y la derecha congresales. ¿Le bastará con ello? Eso lo sabremos en las próximas horas.

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Dina Boluarte, Gobierno

Un poeta que viene destacando en los últimos años por su compenetración con nuestras culturas originarias y el medio ambiente es Pedro Favarón, que publicó Inin Niwe y el mundo puro de los seres eternos, un libro heterodoxo entre la poesía, la autobiografía, el relato recreativo de la cultura shipibo-konibo (de la cual es miembro) y la reflexión filosófica. Asimismo, Favarón es responsable de una serie de eco-antologías (selecciones de poesía peruana y latinoamericana en clave ecológica), la última de la cuales apareció el 2022: Cantos del meandro: muestra de ecopoesía amazónica, descargable en esta página: https://bit.ly/3Z7dFIf

También fueron notables los aportes de Edián Novoa con su tercer libro, País milhojas (ver mi nota en https://bit.ly/3Q9m8Xe) y Guillermo Gutiérrez, con Infierno iluminado (del que escribí estas líneas: https://bit.ly/3WBLoI5). Debe recordarse que Novoa y Gutiérrez han sido dos de los pilares fundadores del Movimiento Kloaka desde 1982, grupo que ha celebrado el 2022 sus cuarenta años de vida en gran forma con múltiples recitales, luego de profilácticas expurgaciones que han dado como resultado la feliz renovación de su espíritu iconoclasta y nada sobón con el sistema. Kloaka sigue, así, tan joven como antes. 

Asimismo, sobresale La mitad de un destello que nos devuelve, del excelente poeta noventero Rubén Quiroz Ávila, una sentida reflexión en clave transbarroca sobre la muerte y la desaparición del ser amado. Quiroz además ha publicado una recopilación de sus artículos de opinión en diversos medios bajo el título de Opino, ergo sum, lo que confirma su prolífica vena en distintos géneros de escritura año tras año. 

Otros poetas de larga trayectoria que ofrecieron valiosos libros son Carlos López Degregori, (con Variaciones Victoria), Alejandro Susti (con Un reloj derramado en el desierto, que recibiera el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío en Nicaragua el 2020), Jorge Eslava (con Gimnasium), Abelardo Sánchez León (con El tumulto del sueño) y Ana María Falconi (con Pedazo de casa).

También son interesantes Rocío Hervias Rodríguez (con Migrante), Paolo de Lima (con Ottawa) y la segunda edición de Apuntes del estudiante, de Piero Ramos Rasmussen.

Mención aparte merecen los primeros poemarios de cuatro voces que confirman que la buena poesía peruana tiene ya una innegable generación de recambio: Rodolfo de la Riva (con Transeúntes), Carla Valdivia (con Una casa que no existe), Omar Pinedo (con Diez toros) y Ximena López Bustamante (con Interior VI: técnica mixta). 

Obviamente, dejo fuera muchos libros, algunos de los cuales pululan entre las cópulas, así que mejor pasemos a ver qué nos trajeron los narradores.

Narrativa

Lo más notable ha sido la novela Kachkaniraqmi, Arguedas, de Eduardo González Viaña, narrador de talla internacional que ficcionaliza al amauta José María Arguedas desde la recreación de su infancia, el ensueño y el diálogo con los míticos zorros de arriba y de abajo, en un relato multiforme y cautivante que nos revela un Arguedas muy lejano de estar disecado, a diferencia de su detractor Mario Vargas Llosa, el de la «pichula seca» (son sus propias palabras en un cuento premonitorio, «Los vientos», sobre su vejez y su separación de la «socialite» Isabel Preysler, en lo que ha sido el chismorreo literario y farandulero de fin de año. El cuento puede leerse aquí: https://bit.ly/3YXHPhj). González Viaña también ha publicado sus divertidos artículos desde España en el volumen Correo de Asturias. 

Otra novela de carácter histórico es Muchas veces dudé, del narrador cusqueño Luis Nieto Degregori, alrededor de la figura de Guaman Poma de Ayala. También nos han regalado sabrosas novelas Mario Suárez Símich (El carnaval de los espíritus), Paul Baudry (La república de las chispas) y Lucía Charún Illescas (Malambo). 

Libros de cuentos hay varios interesantes, pero para no alargarme demasiado me quedo con Matusalén, de Giovanna Pollarolo y Las confesiones de un Dante de César Ruiz Ledesma. 

Ensayo 

Igualmente, hay mucha producción valiosa. El Perú siempre ha sido un país de una producción intelectual envidiable en la crítica literaria y las ciencias sociales. Por eso mismo, imposible abarcar todo, pero no pueden dejar de mencionarse Partera de la historia: violencia en literatura, performance y medios audiovisuales en Latinoamérica, coordinado por Osvaldo Sandoval-León y Chrystian Zegarra; El Inca Garcilaso y la Emancipación, editado por el imparable maestro Ricardo Gonzalez Vigil; Asháninkas. Entre la historia y el mito, de José Carlos Vilcapoma; Los juicios finales: cultura peruana moderna y mentalidades andinas, de Peter Elmore; Búfalos y zorros. José María Arguedas: acercamientos y desencuentros ideológicos y político partidarios, de Ernesto Toledo Bruckman; y el libro póstumo del historiador Teodoro Hampe Martínez, El hospital de San Andrés: Santuario Inca en Lima y eje de la historia de la medicina, sustanciosa recopilación de las investigaciones que dejara listas Hampe antes de su deceso el 2016, publicado por José Carlos Vilcapoma desde el Fondo Editorial de la Universidad Nacional Agraria La Molina. 

Como ya he advertido, hay mucho más que comentar, pero para «picor» (como dirían los mexicanos) ya tenemos bastante. 

¡Feliz Año Nuevo!

 

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2022, Literatura peruana, Perú

El Perú que despierta el 1ero de enero de 2023 no está igual de alejado de esa Suiza real maravillosa que nos retrataba Vargas Llosa en 1990. Lo está mucho más. En la década fujimorista se implementó un proyecto político populista que destruyó la partidocracia, lo que tornó más clientelar y asistencial a una sociedad que ya lo era desde los tiempos coloniales. En la década milenio, Alejandro Toledo inventó 24 gobiernos regionales autónomos que institucionalizaron dichas clientelas básicamente en favor de ellas mismas y de los poderes regionales existentes, legales o no. Alan García, a su turno, les transfirió recursos centrales, escalonadamente, desde 2007 hasta 2011. El Perú no se regionalizó, no se federalizó, se feudalizó. La distancia entre la Suiza de 1990 y el Perú contemporáneo nos ha retrotraído a los tiempos del Estado centrífugo y los gamonales serranos.  

Parafraseando a Mario Vargas Llosa, Carlos Iván Degregori, en Demonios y Redentores, nos narra la escena cuyo inicio reproduce en pequeño la emboscada de 1532 en Cajamarca. Los protagonistas son dos monjas y un piquete de policías que buscan convencer a un grupo de aguajunes de darles a sus hijas niñas para llevarlas a la misión de Santa María de Nieva con la intención de civilizarlas y que no crezcan sin Dios. Al fracasar las monjas, se imponen los policías y se llevan a las niñas a la fuerza. Estas acabarían de sirvientas en casas de poderosos o de prostitutas en La Casa Verde. En los últimos sesenta años, el Perú ha cambiado lo suficiente para asegurarse de no cambiar nada. Como al principio, la República sigue siendo una quimera. 

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Mario Vargas Llosa, Perú

Vargas Llosa no erró, como no lo hizo respaldando las candidaturas de derecha que en toda la región terminaron perdiendo contra sus adversarios de izquierda (Chile, Colombia, Argentina, Brasil y México, para citar los más sonados), porque lo suyo no es la apuesta electoral sino una postura de convicciones expresada aún a sabiendas de que, en algunos casos, jugaba la probable carta perdedora (en perspectiva, la realidad ha terminado por demostrar, también, que los pueblos citados se equivocaron al votar en sentido contrario a los consejos de nuestro novelista).

Solo cometió una falta de apreciación grave cuando se sumó, sin argumentos válidos, a las tesis fraudistas, mal informado por su entorno, pero luego corrigió la misma acallando su propia campaña internacional contra Castillo por ese motivo.

No hay razón válida para malherir y maltratar a un peruano que nos honra y que debería despertar unánime admiración, si no fuera porque somos el país que no perdona el éxito ni valora las trayectorias de quienes mantienen coherencia más allá de lo políticamente correcto o de lo que es popular en algunos momentos. Es Vargas Llosa un peruano universal que merece respeto y no iniquidad.

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Izquierda, Mario Vargas Llosa, Pedro Castillo

En Brasil fue un año duro en lo relativo a la pérdida de varias de sus estrellas musicales. Las más notables, por supuesto, fueron las de Gal Costa (9 de noviembre, 77) y Erasmo Carlos (22 de noviembre, 81). Mientras que la primera fue protagonista central del movimiento tropicalista en los setenta, el segundo coescribió junto a Roberto Carlos algunos de sus más grandes éxitos. Canciones como Amada amante, Un millón de amigos, Lady Laura, Detalles, entre muchísimas otras, pertenecen a ambos, compañeros de ruta desde los tiempos de La Joven Guardia. Además, Erasmo Carlos tuvo una sólida carrera en solitario, más orientado al rock. También fallecieron Luiz Galvão (22 de octubre, 87), uno de los fundadores de Os Novos Baianos, banda de rock de enorme influencia en la difusión de los nuevos sonidos brasileños en los años setenta; y el concertista de guitarra Carlos Barbosa Lima (23 de febrero, 77), quien se insertó en la movida jazzera de New York gracias a sus grabaciones junto a Charlie Byrd. Y hablando de jazz, este año partieron el pianista Ramsey Lewis (12 de septiembre, 87), el saxofonista Pharoah Sanders (24 de septiembre, 81) y el también saxofonista Ronnie Cuber (7 de octubre, 80). Mientras que Lewis y Sanders lideraron sus propios conjuntos tras trabajar con estrellas como Ornette Coleman y John Coltrane, Cuber fue un extraordinario músico de sesión, que paseó su saxo barítono con gente como The J. Geil’s Band, Billy Joel, Frank Zappa, Steve Gadd, Eddie Palmieri y la banda residente del conocido programa Saturday Night Live, entre otros.

La música latina también tiene más de un motivo para estar de luto este 2022. Comenzamos recordando al autor de La bikina, el violinista mexicano Rubén Fuentes (5 de febrero, 95), del famoso Mariachi Vargas de Tecalitlán. Fuentes escribió también otros clásicos mexicanos como Cien años o Flor sin retoño, grabados por Pedro Infante, Javier Solís, Pedro Vargas y un largo etcétera. Hace pocas semanas el mundo de la salsa se sorprendió al enterarse de la muerte de Lalo Rodríguez (13 de diciembre, 64), conocido por sus versiones de Ven devórame otra vez o Después de hacer el amor, éxitos de la “salsa sensual”. Otro histórico de la salsa, Héctor Tricoche dejó de existir a los 66 años, el pasado 17 de julio. Tricoche se hizo famoso como vocalista de la orquesta de Tommy Olivencia, con éxitos como Lobo domesticado y Periquito Pin Pin. Y el vocalista/bajista de Los Enanitos Verdes, icónica banda de rock argentino de los ochenta y noventa, Marciano Cantero, falleció el 8 de septiembre, a los 62. Finalmente, no podemos dejar de mencionar a estrellas de otros géneros como el guitarrista flamenco Manolo Sanlúcar (27 de agosto, 78), el cantautor argentino Diego Verdaguer (27 de enero, 70), la soprano española Teresa Berganza (13 de mayo, 89), y la cantante Ana Bejerano (2 de enero, 60), quien reemplazara a Amaya Uranga en Mocedades, durante la segunda mitad de los ochenta.

En el ámbito local, el público quedó estupefacto ante la trágica partida de Diego Bertie, quien perdió la vida tras caer desde el piso 14 del edificio donde vivía. Aunque se le asocia normalmente con la actuación, Bertie inició su carrera en la música, como cantante de la banda pop-rock Imágenes, con la que tuvo un par de éxitos radiales –Caras nuevas y Los buenos tiempos- allá por 1987-1988. Años después, se relanzó como cantante con un disco solista del que sonó fuertemente Qué difícil es amar (1997) y, posteriormente, tuvo uno o dos intentos más por reactivar su faceta musical, aunque su popularidad en cine, teatro y televisión fue mayor. Por su parte, Ramón Stagnaro, genial guitarrista que alternó con músicos internacionales en infinidad de sesiones de grabación y conciertos, falleció el 16 de febrero a los 76 años. Ese mes fue particularmente duro con la música nacional pues partieron, casi en seguidilla, el cantante nuevaolero Pepe Miranda (9 de febrero, 80) y, tres días antes, el compositor de fusiones instrumentales Manuel Miranda (6 de febrero, 62). El fundador y director de la popular orquesta de cumbia norteña Armonía 10, Walther Lozada, murió tras una larga enfermedad a los 61 años, el 25 de julio. Finalmente, el 22 de abril el público amante del folklore andino lamentó la partida de la compositora y activista política Martina Portocarrero, a los 72 años.

Otros notables que nos dejaron huérfanos este 2022: Angelo Badalamenti (11 de diciembre, 85), compositor de importantes bandas sonoras; Gregg Philbin (24 de octubre, 75), bajista original de REO Speedwagon; Radu Lupu (17 de abril, 76), pianista rumano de música clásica; Sir Harrison Birtwistle (18 de abril, 87), compositor británico de música instrumental contemporánea y óperas con temas mitológicos; el rapero Artis Leon Ivey, alias Coolio (28 de septiembre, 59), quien se hizo famoso en 1995 sampleando un clásico de Stevie Wonder, Pastime Paradise, con el título Gangsta’s paradise; Martín Carrizo (11 de enero, 50), bajista de la banda metalera argentina A.N.I.M.A.L.; los integrantes de la banda escocesa de hard-rock Nazareth, el vocalista Dan McCafferty (11 de agosto, 76) y el guitarrista Manny Charlton (5 de julio, 80); el vocalista de Screaming Trees y Queens Of The Stone Age, Mark Lanegan (22 de febrero, 57); el saxofonista de Earth Wind & Fire, Andrew Woolfolk (25 de abril, 71); y Calvin Simon (6 de enero, 79), una de las voces originales de los Parliament Funkadelic de George Clinton.

Toda una nueva constelación de estrellas que serán recordadas por siempre por sus aportes al mundo de la música, cada vez más desamparado y sepultado por el mal gusto y la chabacanería repetitva del reggaetón y afines.

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2022, Cultura, In Memóriam, Música

El 2023 es un año decisivo, en el que la sociedad civil democrática no puede bajar la guardia. Una actitud vigilante del gobierno y del Congreso debería encaminarnos hacia una pronta salida institucional del fatal impasse del castillismo, y si la justicia sigue actuando bajo los rigores que el Ministerio Público y el Poder Judicial han mostrado, pronto debiéramos tener buenas noticias respecto de la justa sanción a los delincuentes que tomaron el poder desde el 28 de julio del 2021.

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