Opinión

Se va a tener que buscar una fórmula que no implique recentralizar, porque eso detonaría un polvorín en las regiones, pero sí lograr que, más allá de la buena voluntad de las autoridades locales, se generen mecanismos eficientes de gasto público, libres de corrupción y despilfarro. Fernando Cillóniz ha propuesto la creación de organismos autónomos, con peso constitucional, que se encarguen de esos problemas, libres de los enjuagues políticos de los gobiernos locales, y libres, a la vez, de cualquier intromisión limeña en su manejo. Así como ésta, puede haber muchas ideas que ayuden a resolver un problema que está fracturando cada vez más el país y corresponde al Legislativo -o a una iniciativa del Ejecutivo tramitada hacia el Congreso- atender con sentido de urgencia.

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gobierno regional, infraestructura, salud

Sin embargo, el impacto más fuerte se generó por la guerra de Ucrania ya que esta provocó un aumento en los precios del gas natural y por ende, muchos países volvieron a utilizar carbón para potenciar su red eléctrica. 

En este contexto, China, India e Indonesia llevaron su producción a niveles record, siendo China el país que por sí solo tiene la mitad del consumo anual.

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Carbón, contaminación, Gas, Medio ambiente

Dina Boluarte tiene que ser muy enérgica y a la vez serena respecto de lo que se viene. No es broma. No es una protesta social normal. Hay una lógica desestabilizadora y política detrás de la ciudadanía que, más allá del pliego de reclamos, se suma a la protesta porque acumula décadas de resentimiento frente a las políticas públicas del Estado peruano.

Hay que desactivar con inteligencia política el nuevo golpe que el castillismo y sus cómplices en la izquierda quieren perpetrar contra la democracia. Porque esta es una protesta golpista y antidemocrática, por más razones sociológicas que, en muchos casos, pueda haber detrás.

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Democracia, Gobierno peruano, Izquierda, Pedro Castillo

En ese sentido, la revitalización de los partidos políticos pasa también por la afiliación de ciudadanos y ciudadanas dispuestos a entregar su tiempo y otros recursos de manera voluntaria para poner en práctica las soluciones a los problemas nacionales, regionales o locales que estiman por convenientes desde algún cargo ejecutivo; guiados por un conjunto de principios, valores y una visión de desarrollo del país. Además de legislar en función del bien común y no de intereses particulares. Lo cual supone hacer vida partidaria, es decir, formar parte de alguna instancia del partido, de elegir y ser elegido, de hacer carrera dentro del partido, de organizar y movilizar a los simpatizantes y a otros afiliados y de participar en las actividades organizadas por el partido. Hoy la debacle de los partidos políticos es una ventana de oportunidad para los nuevos partidos que buscan ofrecer una manera distinta de entender la política y de llevarla a la práctica.

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Gobierno, Partidos políticos

Los peruanos estamos hoy divididos en puntos de vista irreconciliables, tanto en lo que respecta a la identidad de los responsables de nuestra crisis actual (y siguiendo el planteamiento de Ost, de los enemigos a derrotar) como de las medidas a tomar para solucionarla. Políticos, juristas, economistas y periodistas, entre otros, machacan cada día sus argumentos en todos los espacios posibles, valiéndose de verdades, medias verdades e incluso flagrantes mentiras. La valoración que los ciudadanos hacemos de todo esto, depende de nuestro sentido de pertenencia social y de lo que Joshua Greene ha denominado, nuestra “tribu moral”. En efecto, aunque esto escandalice y perturbe a muchos, la neurociencia ha comprobado que los hechos sociales carecen de significados intrínsecos, más allá de los que nosotros queramos atribuirles, y que la “racionalidad” de nuestras opciones políticas, sufre de importantes sesgos, pues solemos sobrevalorar los argumentos que nos resultan más agradables. Lo que moralmente nos resulta intolerable en nuestros enemigos (la incompetencia y la corrupción, por ejemplo) nos resulta más soportable cuando se trata de personas o grupos con quienes nos identificamos. La realidad, es que los sentimientos anteceden a las razones, y el sentido de pertenencia (consciente o inconsciente) conduce a las justificaciones.  

¿Qué y quienes nos han llevado a esta crisis nacional? ¿Pedro Castillo y sus colaboradores, Keiko Fujimori, Vladimir Cerrón, Patricia Benavides, el comunismo, el neoliberalismo, el racismo, el narcotráfico, la Constitución del 93, la minería ilegal, los grandes medios de comunicación, los blanquitos de Lima, los indios de la Sierra, el centralismo, el secesionismo, Estados Unidos, Cuba? Cada uno de nosotros tiene, sin duda, sus responsables preferidos, entonces ¿cómo podemos llegar a a un mínimo entendimiento que nos permita rescatar a nuestro país del caos? Para empezar, deberíamos desactivar el clima emocional tóxico en el que vivimos actualmente, abandonar la demonización del adversario, así como de sus planteamientos, asumiendo la contingencia de nuestras preferencias políticas y morales y el hecho de que todas las opciones tienen derecho a participar en el diálogo y la negociación. Aunque incomode a muchos, ninguna Constitución ha descendido del Cielo y ningún modelo político o económico impera por mandato divino, ni fue generado por un conocimiento metafísico insondable. No debemos, de ninguna manera, menospreciar la importancia de los sentimientos de marginación e injusticia que se encuentran detrás de las movilizaciones sociales que vienen ocurriendo en nuestras regiones y pretender que todo es el resultado de la acción de agitadores profesionales y operadores foráneos. Frente a una clase política, que se muestra una y otra vez como ciega, incapaz y corrupta, nos corresponde a todos los ciudadanos del Perú participar activamente en la discusión y búsquedas de consensos. Terminaré esta nota sobre los sentimientos en política citando una vez más a César Luna Victoria: “Eso es lo que nos trae el Año Nuevo. No es malo en sí. Nos hará mejores si sabemos acercarnos. Que sea realmente un feliz año.”      

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Ciencias Políticas, movilizaciones

Creo que por estos tiempos hay valores democráticos que los que militan en organizaciones políticas no están transmitiendo adecuadamente. Los contenidos de los principios que mueven a los partidos políticos (¡claro, los que son!) son muy pesados para un país y –por extensión- un mundo cada vez más despartidirizado. Pero insistir en el compromiso político es importante. 

Insistir, teniendo en cuenta las formas en las que se dice el mensaje. La gente masivamente ya no está en los partidos políticos, sino en los medios. Desde ese espacio se puede transmitir el mensaje fresco sobre el compromiso político. Sartori sostuvo que los medios sustituyeron a los partidos. Ya vimos en España que eso no es cierto. Se complementan. Pensemos en esa estrategia. 

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Partidos políticos, Perú

Restaurar el orden con justa represión, sin comisión de excesos, es lo que se le debe exigir, como mínimo al Ejecutivo, pero claramente no basta ello para resolver el problema. Algún gesto adicional se tiene que desplegar y ese solo parece ser el de adelantar alguna parte del proceso electoral (o se anticipan mediante una votación congresal rápida antes del 31 de enero, que acaba la presente legislatura, o se realizan primarias que generen la sensación ciudadana de que efectivamente este es un gobierno que ya está de salida).

No la tiene fácil Dina Boluarte y necesitará mucho empaque y respaldo. Hoy lo tiene de parte de las Fuerzas Armadas y policiales, y del centro y la derecha congresales. ¿Le bastará con ello? Eso lo sabremos en las próximas horas.

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Dina Boluarte, Gobierno

Un poeta que viene destacando en los últimos años por su compenetración con nuestras culturas originarias y el medio ambiente es Pedro Favarón, que publicó Inin Niwe y el mundo puro de los seres eternos, un libro heterodoxo entre la poesía, la autobiografía, el relato recreativo de la cultura shipibo-konibo (de la cual es miembro) y la reflexión filosófica. Asimismo, Favarón es responsable de una serie de eco-antologías (selecciones de poesía peruana y latinoamericana en clave ecológica), la última de la cuales apareció el 2022: Cantos del meandro: muestra de ecopoesía amazónica, descargable en esta página: https://bit.ly/3Z7dFIf

También fueron notables los aportes de Edián Novoa con su tercer libro, País milhojas (ver mi nota en https://bit.ly/3Q9m8Xe) y Guillermo Gutiérrez, con Infierno iluminado (del que escribí estas líneas: https://bit.ly/3WBLoI5). Debe recordarse que Novoa y Gutiérrez han sido dos de los pilares fundadores del Movimiento Kloaka desde 1982, grupo que ha celebrado el 2022 sus cuarenta años de vida en gran forma con múltiples recitales, luego de profilácticas expurgaciones que han dado como resultado la feliz renovación de su espíritu iconoclasta y nada sobón con el sistema. Kloaka sigue, así, tan joven como antes. 

Asimismo, sobresale La mitad de un destello que nos devuelve, del excelente poeta noventero Rubén Quiroz Ávila, una sentida reflexión en clave transbarroca sobre la muerte y la desaparición del ser amado. Quiroz además ha publicado una recopilación de sus artículos de opinión en diversos medios bajo el título de Opino, ergo sum, lo que confirma su prolífica vena en distintos géneros de escritura año tras año. 

Otros poetas de larga trayectoria que ofrecieron valiosos libros son Carlos López Degregori, (con Variaciones Victoria), Alejandro Susti (con Un reloj derramado en el desierto, que recibiera el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío en Nicaragua el 2020), Jorge Eslava (con Gimnasium), Abelardo Sánchez León (con El tumulto del sueño) y Ana María Falconi (con Pedazo de casa).

También son interesantes Rocío Hervias Rodríguez (con Migrante), Paolo de Lima (con Ottawa) y la segunda edición de Apuntes del estudiante, de Piero Ramos Rasmussen.

Mención aparte merecen los primeros poemarios de cuatro voces que confirman que la buena poesía peruana tiene ya una innegable generación de recambio: Rodolfo de la Riva (con Transeúntes), Carla Valdivia (con Una casa que no existe), Omar Pinedo (con Diez toros) y Ximena López Bustamante (con Interior VI: técnica mixta). 

Obviamente, dejo fuera muchos libros, algunos de los cuales pululan entre las cópulas, así que mejor pasemos a ver qué nos trajeron los narradores.

Narrativa

Lo más notable ha sido la novela Kachkaniraqmi, Arguedas, de Eduardo González Viaña, narrador de talla internacional que ficcionaliza al amauta José María Arguedas desde la recreación de su infancia, el ensueño y el diálogo con los míticos zorros de arriba y de abajo, en un relato multiforme y cautivante que nos revela un Arguedas muy lejano de estar disecado, a diferencia de su detractor Mario Vargas Llosa, el de la «pichula seca» (son sus propias palabras en un cuento premonitorio, «Los vientos», sobre su vejez y su separación de la «socialite» Isabel Preysler, en lo que ha sido el chismorreo literario y farandulero de fin de año. El cuento puede leerse aquí: https://bit.ly/3YXHPhj). González Viaña también ha publicado sus divertidos artículos desde España en el volumen Correo de Asturias. 

Otra novela de carácter histórico es Muchas veces dudé, del narrador cusqueño Luis Nieto Degregori, alrededor de la figura de Guaman Poma de Ayala. También nos han regalado sabrosas novelas Mario Suárez Símich (El carnaval de los espíritus), Paul Baudry (La república de las chispas) y Lucía Charún Illescas (Malambo). 

Libros de cuentos hay varios interesantes, pero para no alargarme demasiado me quedo con Matusalén, de Giovanna Pollarolo y Las confesiones de un Dante de César Ruiz Ledesma. 

Ensayo 

Igualmente, hay mucha producción valiosa. El Perú siempre ha sido un país de una producción intelectual envidiable en la crítica literaria y las ciencias sociales. Por eso mismo, imposible abarcar todo, pero no pueden dejar de mencionarse Partera de la historia: violencia en literatura, performance y medios audiovisuales en Latinoamérica, coordinado por Osvaldo Sandoval-León y Chrystian Zegarra; El Inca Garcilaso y la Emancipación, editado por el imparable maestro Ricardo Gonzalez Vigil; Asháninkas. Entre la historia y el mito, de José Carlos Vilcapoma; Los juicios finales: cultura peruana moderna y mentalidades andinas, de Peter Elmore; Búfalos y zorros. José María Arguedas: acercamientos y desencuentros ideológicos y político partidarios, de Ernesto Toledo Bruckman; y el libro póstumo del historiador Teodoro Hampe Martínez, El hospital de San Andrés: Santuario Inca en Lima y eje de la historia de la medicina, sustanciosa recopilación de las investigaciones que dejara listas Hampe antes de su deceso el 2016, publicado por José Carlos Vilcapoma desde el Fondo Editorial de la Universidad Nacional Agraria La Molina. 

Como ya he advertido, hay mucho más que comentar, pero para «picor» (como dirían los mexicanos) ya tenemos bastante. 

¡Feliz Año Nuevo!

 

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2022, Literatura peruana, Perú

El Perú que despierta el 1ero de enero de 2023 no está igual de alejado de esa Suiza real maravillosa que nos retrataba Vargas Llosa en 1990. Lo está mucho más. En la década fujimorista se implementó un proyecto político populista que destruyó la partidocracia, lo que tornó más clientelar y asistencial a una sociedad que ya lo era desde los tiempos coloniales. En la década milenio, Alejandro Toledo inventó 24 gobiernos regionales autónomos que institucionalizaron dichas clientelas básicamente en favor de ellas mismas y de los poderes regionales existentes, legales o no. Alan García, a su turno, les transfirió recursos centrales, escalonadamente, desde 2007 hasta 2011. El Perú no se regionalizó, no se federalizó, se feudalizó. La distancia entre la Suiza de 1990 y el Perú contemporáneo nos ha retrotraído a los tiempos del Estado centrífugo y los gamonales serranos.  

Parafraseando a Mario Vargas Llosa, Carlos Iván Degregori, en Demonios y Redentores, nos narra la escena cuyo inicio reproduce en pequeño la emboscada de 1532 en Cajamarca. Los protagonistas son dos monjas y un piquete de policías que buscan convencer a un grupo de aguajunes de darles a sus hijas niñas para llevarlas a la misión de Santa María de Nieva con la intención de civilizarlas y que no crezcan sin Dios. Al fracasar las monjas, se imponen los policías y se llevan a las niñas a la fuerza. Estas acabarían de sirvientas en casas de poderosos o de prostitutas en La Casa Verde. En los últimos sesenta años, el Perú ha cambiado lo suficiente para asegurarse de no cambiar nada. Como al principio, la República sigue siendo una quimera. 

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Mario Vargas Llosa, Perú
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