Opinión

Como medida para enfrentar el gran aumento de pacientes por neumonía COVID-19 y la falta de espacios físicos en donde poder hospitalizar a los pacientes, durante la pandemia se construyeron los CAAT (Centros de Atención y Aislamiento Temporal), modulares destinados a la atención de pacientes con casos leves a moderados. 

Estas infraestructuras son bastantes amplias y, para ser sincera, si lo comparamos con la mayoría de ambientes de los hospitales nacionales, son ambientes bastante cómodos tanto para los pacientes como para el personal de salud: permiten mantener un espacio adecuado entre los pacientes, tienen buena iluminación, están climatizados, tienen camas cómodas, cortinas que permiten la privacidad del paciente, un sistema que permite llamar de forma sencilla al personal de salud, servicios higiénicos adecuados e incluso agua templada en las duchas. 

Aparte de ser espacios amigables para llevar una hospitalización (algo importante, ya que es una forma de cuidar la salud mental del paciente, que en muchos casos ya está afectada por el hecho en sí de estar enfermo), se encuentran completamente equipados; y el presupuesto destinado a ellos cubre gran parte de los servicios que se brindan (espacio físico, alimentación de los pacientes y personal que labora y limpieza y gestión de residuos hospitalarios). 

Este presupuesto llega desde el PRONIS (Programa Nacional de Inversiones en Salud), que se encuentra adjunto al MINSA, y ha permitido aligerar la logística y el gasto por parte de las Unidades Ejecutoras ante el gran incremento de pacientes hospitalizados. 

Por otro lado, como sabemos, el comportamiento de la pandemia es variable y así como en un momento tuvimos 46 de las 50 camas ocupadas por pacientes con neumonía COVID-19, hubo un tiempo en el que no tuvimos ni un caso hospitalizado.  Esta disminución en la incidencia de casos coincidió con el aumento de la llegada de pacientes al área de emergencia de Medicina. 

El panorama de las salas de emergencia es completamente diferente al de los CAATs. Todos sabemos que las emergencias de los hospitales nacionales siempre han estado colapsadas: pacientes esperando por camillas, a veces sentados en sillas de ruedas en mal estado pese a sentir mucho dolor, y siempre hacinados, tanto que incluso hay pacientes hospitalizados en los pasillos. 

Es muy frustrante observar este escenario sabiendo que hay un ambiente donde podrían ser recibidos y encontrarse más cómodos mientras llevan el proceso de enfermedad, es por esto que en muchos hospitales se ha optado por usar estos modulares para hospitalizar a pacientes no COVID, aprovechando el espacio mientras no se registran casos.  

Se quiso hacer lo mismo en mi hospital, sin embargo, el arquitecto encargado de la obra nos advirtió que al hacer ello podríamos tener problemas legales, algo que ya ha sucedido en otros departamentos. Esto se debe a que el presupuesto destinado por parte del PRONIS, por norma, debe ser utilizado exclusivamente para la atención de pacientes con neumonía COVID-19, por lo que usar los recursos para otro tipo de pacientes, podría ser visto por la contraloría como malversación de fondos. 

Por nuestro lado hemos intentado solicitar que al menos se nos brinde el espacio físico y que sea el hospital el que asuma el gasto que deriva del uso de los servicios. Esta propuesta aún está en conversación, pero por el momento sabemos que no se ha podido lograr nada favorable en ese sentido en otros hospitales. 

El contrato para el uso del CAAT se renueva cada cierto tiempo, por lo que creo que estos podrían ser actualizados para dar la flexibilidad de que el ambiente pueda ser utilizado por las salas de emergencia como mejor se crea conveniente, dando prioridad a la hospitalización de pacientes con neumonía COVID-19, claro está, pero teniendo en cuenta también el flujo de estos (porque si solo tengo un paciente con neumonía COVID-19 y 10 pacientes de Medicina, es más eficiente usar el ambiente para estos 10 y usar un cuarto aislado para el paciente con neumonía COVID-19). 

Además, estas infraestructuras están proyectadas para tener un tiempo de vida de 20 años. Se supone que cuando se llegue a un punto en que el número de pacientes con neumonía COVID-19 se mantenga bajo de forma sostenida, estas deberían ser retiradas, pero creo que eso sería ir en contra de su potencial, que es que ya están ahí. 

Espero que el tema burocrático deje de ser tan rígido para que puedan ser aprovechadas lo mejor posible en el futuro, viendo las necesidades que surjan en cada hospital y sobre todo, que su uso se adapte al comportamiento de esta infección, que ha cambiado bastante y a favor gracias a la llegada de las vacunas.  

 

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CAAT, Covid-19, modulares, Pacientes no covid, salas de emergencia

Shawn, Kat y Neil son jóvenes y talentosos. Al verlos tocar el piano con tan sorprendente facilidad, uno se los puede imaginar como solistas, músicos de sesión o integrantes de cualquier banda famosa. Sin embargo, son tres muchachos desconocidos que pasan sus noches divirtiendo al público en uno de los locales de la cadena de restaurantes Howl At The Moon (“Aullidos a la luna” en español), fundada hace 30 años, en 1990, en Cincinatti (Ohio) y que hoy tiene presencia en otras veinte ciudades grandes de los Estados Unidos, además de ofrecer su servicio de entretenimiento musical en fiestas particulares, instituciones, hoteles y hasta cruceros de la compañía Norwegian Cruise Line, que tiene entre sus destinos varias islas del Caribe y del Atlántico norte.

Shawn, Kat y Neil son, además, extremadamente versátiles. No solo tocan el piano a un nivel inexistente en estas tierras -hablando de artistas populares masivamente conocidos–. Pueden pasar de la obertura de la 5ta. Sinfonía de Ludwig van Beethoven (1804) a una versión casi imposible de Crazy train de Ozzy Osbourne, sin que se les escape una sola nota del riff o incluso de aquel alucinante solo que grabara el recordado Randy Rhoads, allá por 1980. Los tres cantan muy bien, son ingeniosos comediantes e intercambian instrumentos de manera constante, en una dinámica que, si te gusta el pop-rock clásico o el jazz (cubren una amplia gama de éxitos y estilos, desde los sesenta hasta los 2000s), te mantiene con ojos y oídos abiertos todo el tiempo. Kat, la única mujer del trío, es deslenguada y frontal, pero no al estilo chabacano al que nos han acostumbrado nuestras destalentadas “clauns” sino con estilo propio, adulta pero no vulgar. Neil, por su parte, con sus lentes de marco grueso y apariencia nerd, cambia todo el tiempo las letras de canciones populares mientras que Shawn, el más extravertido, pasa del piano al bajo, del bajo a la batería y de la batería al violín, sin disfuerzo alguno. Un espectáculo de primera a cargo de tres personas con apariencia absolutamente común y corriente, sin esas poses de divos y divas (nótese mi lenguaje inclusivo) que suelen adquirir, en nuestra insuficiente escena, personajes incapaces de hacer una sola cosa bien, ni siquiera aquella por la que son más conocidos o promocionados.

La premisa del show que ofrece Howl At The Moon es, en términos generales, sencilla: tres músicos, desde un escenario casi al nivel del público, toca canciones a pedido. Desde las mesas vuelan los papeles con las solicitudes y los pianistas/cantantes acometen la tarea con frescura y eficiencia. En medio, bromas de todo tipo, comentarios y rutinas para hacer que la gente participe y se divierta. Así, combinando elementos de karaoke, nightclub, stand-up comedy y restaurante con banda en vivo, Howl At The Moon asegura un momento de original entretenimiento con interpretaciones que, en algunos casos, alcanzan niveles de concierto profesional. Y aquí es donde la propuesta se hace sofisticada y de difícil réplica en medios como el nuestro, tan habituado a la improvisación, la argolla y la charlatanería cuando se trata de espectáculos artísticos. Todo el talento exhibido en Howl At The Moon no existe por arte de magia. Es producto de la preparación, la disciplina de verdaderos artistas, la seriedad para estudiar y ensayar antes de soltar una broma o hasta una grosería. Acá, basta con que se junten tres amigos chacoteros, sin ningún talento, con harta publicidad y contactos –sus amigos cronistas los presentan como actores, comunicadores, productores, comediantes, cineastas, cantantes, a veces todo eso junto y más- y arman un show de teatro, un programa de televisión, hasta películas de largo metraje y le dan cualquier cosa a su público, una masa que, lamentablemente, ha perdido toda capacidad de apreciación, regala palmas y, sin interponer un mínimo de dificultad, abdicando al importante rol del público como filtro para evitar estafas y shows de baja o nula calidad, acepta todo lo que sea puesto de moda por periódicos y redes sociales.

Hay un detalle adicional para el éxito de una opción como la de Howl At The Moon. Es un producto perfecto para la cultura pop norteamericana, que conecta con la idiosincrasia de un público cuyo rango de edad está entre 25 y 65 años, desde profesionales jóvenes hasta retirados que han escuchado estas canciones toda su vida y que reconocen, en las estrellas de rock o jazz de antaño, a sus vecinos, sus paisanos. Shawn, por ejemplo, toca -nota por nota- complicadas canciones de Billy Joel como Scenes from an Italian restaurant (The stranger, 1977) o Prelude/The angry young man (Turnstiles, 1976) o lanza, al violín eléctrico, temas country de Blake Shelton o Willie Nelson. O Neil, que hace versiones de Sweet Caroline (Neil Diamond, 1969), Don’t stop me now (Queen, 1978) o Even flow (Pearl Jam, 1991), con precisión y seguridad.

Esta clase de locales goza de gran popularidad en los Estados Unidos. Desde que el rock and roll y sus vertientes fueron perdiendo la categoría de movimiento cultural de masas, rebeldía ante el establishment y vehículo de expresión para los sueños, frustraciones y posturas de la juventud frente a lo que pasaba a su alrededor, se convirtieron en un amplio conglomerado de canciones y trayectorias artísticas del pasado, un capítulo de historia universal, fuente de recuerdos, crónicas y visiones nostálgicas de un mundo que ya no existe. En ese sentido, la subcultura moderna del karaoke y el varieté incorporó a su oferta comercial el pop-rock de otras décadas como elemento empacado y, hasta cierto punto, carente de cargas sociopolíticas importantes. Por ejemplo, una canción como Born to run, clásico de 1975 de Bruce Springsteen, que habla de superar las adversidades y durezas de una vida dedicada al trabajo, soñando con ser libres y cambiar el mundo al final de cada jornada, ahora solo es pretexto para un vacío desahogo catártico al momento del coro, para gritarlo después de revisar tus redes sociales desde un teléfono celular.

Y es que hubo un tiempo –casi cinco décadas, entre la segunda mitad de los cincuenta y finales de los noventa- en que el rock movió opiniones y conciencias, fue música de fondo para movimientos sociales, generó tendencias de moda y hasta económicas. Más allá de los cambios que experimentó el género con el paso del tiempo, un programa especial de Elvis Presley moviendo las caderas en Las Vegas contenía, en esencia, la misma potencia simbólica que un concierto grunge de Pearl Jam con Neil Young, en un estadio, frente a miles de personas. Las caravanas de buses, camiones y autos particulares que seguían a los Grateful Dead, dinamizaban el comercio –restaurantes, hoteles, gasolineras- y hacían colapsar el tráfico en las carreteras interestatales. En los últimos veinte años, a pesar de la existencia tenaz de festivales de amplio formato en espacios abiertos –que tuvieron un fuerte retroceso debido a la pandemia, por supuesto- como Lollapalooza, Bonnaroo o Glastonbury, los conciertos masivos dejaron de tener ese encanto orgánico y comunitario para volverse eventos corporativos, publicitarios y de estratificación, en los que importa más cómo ir vestido que la experiencia misma de unirse a una muchedumbre para entonar aquellos himnos guitarreros capaces de inflamar corazones y hacerlos saltar a cada estrofa.

Los elencos de Howl At The Moon, como también lo hacen las llamadas “bandas-tributo” o “bandas-cover”, que realizan giras interpretando canciones del pasado (las primeras de un artista específico y las segundas, de diversos artistas y épocas) apelan, precisamente, a la nostalgia de su público como principal disparador de emociones pero adaptada al esquema moderno de entretenimiento estandarizado que ofrece varias cosas al mismo tiempo: local cómodo y seguro, infraestructura –luces, mobiliario, parafernalia, merchandising-, una carta atractiva -tragos, piqueos- y, sobre todo, la sensación de estatus asociada al hecho mismo de sentarse allí y presenciar el show. Sin embargo, por encima de todo esto, lo que importa en este caso específico es la calidad y anchura del repertorio.

Como hemos mencionado, es el público quien determina lo que Shawn, Kat y Neil van a tocar. Y, como también dijimos, existe una reserva de casi seis décadas de canciones pop, country, jazz y rock disponible, según los gustos y preferencias del auditorio en cada ocasión. Y los muchachos parecen sabérselas todas. Por ejemplo, si alguien quiere escuchar Enter sandman de Metallica (1991), recibirá una versión alucinante, con solo y rezo nocturno incluido –para lo cual Shawn, encargado de los temas más pesados, solicitará la participación de alguna mesa-. Pero, de repente, alguien puede pedir una canción totalmente diferente como I’m so excited, éxito de 1982 de The Pointer Sisters, momento en que la risueña Kat lucirá su voz y fraseos pianísticos. Las posibilidades son ilimitadas: Elton John, Billy Joel, Ben Folds Five, Paul Simon, Aerosmith, Tom Petty, Madonna, Bob Seger, Lynyrd Skynyrd, Rolling Stones, Guns ‘N Roses. Un cancionero inagotable para este trío que incluso se da tiempo de jugar con divertidas melodías como Ocean man, de la banda noventera Ween, popular como banda sonora de la versión cinematográfica del dibujo animado Bob Esponja; Lime in the coconut (Harry Nilsson, 1971) o Hooked on a feeling (B.J. Thomas, 1968), más conocida como “The Ooga Chaka Song”, por la versión que hiciera la banda sueca Blue Swede en 1974. Las nuevas generaciones conocen ambos temas por su uso en los soundtracks de Reservoir dogs, ópera prima de Quentin Tarantino (1992) y de la primera entrega de Guardianes de la Galaxia, taquillero film de superhéroes del 2014.  

 

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Sobra desplegar argumentos que demuestren la evidente incapacidad gubernativa y la inimputabilidad política del presidente Castillo. Está avanzando solito, por sus propios errores, a que cuando se genere un “momento destituyente” (probablemente el próximo año), la oposición congresal lo saque del poder mediante su vacancia.

Pero de lo que se habla poco, y es menester hacerlo, es del Congreso, poder del Estado que también deja mucho que desear. Se ha ponderado su capacidad de coordinación para algunos temas y saludado su autonomía de criterio para decidir en asuntos estructurales, como los de la cuestión de confianza a los gabinetes Bellido y Vásquez (aunque, al primero nunca le debió otorgar dicha confianza). Pero en lo que muestra una falencia espantosa e insoslayable es en su labor de fiscalización del Ejecutivo.

Salen todos los días los de la oposición, o muchos de ellos, a declarar en medios, beligerantes, viriles, enhiestos, inmisericordes, pero a la hora de la hora no son capaces, en más de cien días, de haber censurado siquiera a uno de los tantos ministros impresentables que este gobierno alberga.

Ya Carlos Gallardo, el inefable ministro de Educación, no debería estar en el cargo hace tiempo. Lo mismo el de Transportes, al cual, para colmo, anoche el Congreso le salvó la vida, al no aprobar su interpelación. Luego Fuerza Popular ha rectificado y ha dicho que volverá a presentar una solicitud en ese sentido, pero el impasse nos deja la sensación maloliente de que estamos ante una devolución de favores por financiamiento ilegal de campañas electorales por parte de las mafias del transporte informal.

El ministro de Defensa ha sido pescado en flagrancia. No debería merecer ni siquiera la interpelación, si no ser censurado de inmediato. El de Energía y Minas es otro que está destruyendo la poca excelencia burocrática que había en su sector, y el Legislativo, bien gracias, mirando a otro lado.

Esta inacción ostentosa explica, además de las razones propias que atañen a todos los Congresos en el mundo, el creciente nivel de desaprobación del Parlamento. Según la última encuesta del IEP, entre setiembre y octubre la desaprobación de este poder del Estado ha pasado de 61 a 75% y su aprobación ha caído de 32 a 21%. Es consecuencia directa de la percepción ciudadana de que este Congreso no está cumpliendo su papel fiscalizador respecto de un gobierno nefasto como el que nos ha tocado en mala suerte tolerar.

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Congreso de la República, política peruana

El presidente de EEUU, Joe Biden, dijo hace unos días que “no hay diferencia entre la familia de Somoza y la de Ortega” ante la reelección de Daniel Ortega como presidente de Nicaragua. 

Esta frase está siendo repetida por sectores progresistas que rápido se han alineado con EEUU, y a la vez cuestionan a Ortega por su alianza con una parte de la oligarquía nicaragüense, cuando le proponen lo mismo a Castillo por la «gobernabilidad». 

El gobierno peruano, a través de Cancillería, emitió un comunicado señalando que las últimas elecciones nicaragüenses no cumplen los criterios mínimos de “elecciones libres, justas y transparentes que establece la carta interamericana”, confirmando su derechización al apoyar la política intervencionista de EEUU contra países hermanos.

Las sistemáticas intervenciones militares y financieras contra proyectos alternativos al capitalismo tiene décadas en toda la región, y con Nicaragua empieza en 1856 cuando EEUU usurpa el poder, establece el inglés como idioma oficial y reestablece la esclavitud negra. La larga historia colonialista imperial ha sido dirigida tanto por demócratas como republicanos. Recordemos que Biden como senador y vicepresidente apoyó estas políticas imperialistas. 

El triunfo de la revolución sandinista en 1979, considerada como la “más humana” por el bajo nivel de violencia y la influencia profunda de la iglesia católica, continúa siendo una herida abierta para EEUU, como lo es la revolución cubana. 

Por más de 40 años, EEUU ha utilizado todos sus recursos para sabotear el proyecto sandinista. A través del narcotráfico financió el ejército mercenario de los CONTRAS en los 80s, lo cual significó también sembrar el comercio de la cocaína en barrios pobres y racializados en EEUU. Más recientemente, el bombardeo mediático y la desinformación sobre la política interna en Nicaragua tiene como objetivo detener el proceso y dar una lección a quienes osan salir de su ámbito de influencia. En 2018, EEUU financió con millones de dólares una oposición golpista que dejaron decenas de muertos, a la vez que USAID le entregaba dinero a los medios de prensa a través de la Fundación Chamorro, para que periodistas como Miguel Mora, director de 100% Noticias, pidieran la intervención militar estadounidense.

¿Quién define qué son los derechos humanos?

Lo importante y trascendental para los pueblos es la conquista de derechos humanos por la lucha social y liberadora contra el colonialismo y la opresión, no por una agenda de derechos individuales, legales y jurídicos. La legalidad de los derechos humanos es parte de la narrativa elitista de ONGs internacionales, en su mayoría dirigidos por abogados blancos y privilegiados.

Nicaragua, siendo uno de los países mas pobres de la región, ha garantizado un 80% de seguridad alimentaria, expansión de la salud, educación y vivienda a su población. En los últimos años el gobierno sandinista ha entregado territorios a pueblos originarios y afrodescendientes que abarcan más de dos millones de hectáreas. Por el lado de la paridad de género, uno de los temas favoritos de las ONGs, el parlamento de Nicaragua está en primer lugar en el mundo con más mujeres en el gabinete y ocupa el cuarto lugar con mayoría de mujeres en el parlamento.

EEUU está en crisis y las élites lo saben 

EEUU es el primer violador internacional de derechos humanos como lo es también contra su propio pueblo. La vivienda, salud y educación no están garantizados. El alto desempleo, el aumento de la pobreza y la mortalidad materna (la más alta en un país industrializado), 1 de 30 niñxs no tienen vivienda, y millones dependen del refrigerio escolar para sobrevivir, exponen un sistema político corrupto donde solo acceden al poder real las élites o aliados del poder económico dominante. 

Su riqueza se basa en el poder colonial imperialista y capitalismo racial, la explotación laboral, exclusión de la clase trabajadora en el proceso electoral, apropiación de territorios, una prensa monocorde neoliberal donde se persigue a periodistas como Julian Assange, y por si fuera poco, mantiene cerca de cien presos políticos en cárceles inhumanas más tiempo que en ningún otro país.

La alta inflación también demuestra la crisis capitalista. La propuesta de recuperación económica es el Build Back Better, propuesta inicial de 3.5 trillones de dólares para infraestructura, creación de empleo, inversión en el cuidado, pero después de negociaciones, los progresistas del partido demócrata sucumbieron y aceptaron la reducción de este paquete a 1.5 trillones de dólares, dejando nuevamente fuera, como sucedió con la crisis de 2008, a los sectores más oprimidos sin cobertura de salud ni educación universal, sin salario justo y sin reforma migratoria.

Mientras que Biden le aseguraba a los ricos que “nada cambiará”, el Congreso aprobaba con mayoría demócrata y republicana, y oposición de la izquierda, el Acta RENACER. Esta acta establece más sanciones y propone el bloqueo económico a Nicaragua, así como recoger información sobre negociaciones con Rusia. RENACER es otro de los instrumentos de EEUU para reforzar su poder hegemónico violando el derecho a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.

Países soberanos con otros modelos al capitalismo opresor, que quieren decidir con qué otras potencias comercializar como China o Rusia, se convierten en otra amenaza para el imperio en decadencia. En política no hay ángeles, pero no perdamos perspectiva, el capitalismo imperialista colonial de EEUU es la mayor amenaza para su propio pueblo y todos los pueblos en todo el mundo.

No cualquiera merece llevar el epíteto de héroe o heroína. Para ello es necesario mostrar temple en situaciones terribles, tener agallas para enfrentarse con coraje y decisión a la adversidad y el peligro, ser capaz de sortear pruebas arduas y extenuantes, tener una conducta de altísima ética y si eso no fuera suficiente, poner en riesgo la propia vida por poner a buen recaudo la ajena.  

Dicho esto, es muy probable que algunos nombres de héroes peruanos no le digan (todavía) nada. Magdalena Truel o José María Barreto, por ejemplo, podrían perderse con facilidad en un olvido del que usted no sería necesariamente responsable. Pero déjeme decirle que estos son nombres detrás de los cuales hubo personas de carácter heroico y solidario, peruanos que durante la Segunda Guerra Mundial no dudaron nunca en dejar constancia de su valentía y su nobleza. 

Una singular investigación de Hugo Coya, Estación final, recupera para nosotros la memoria de esos peruanos que no esquivaron la posibilidad de ejercer el heroísmo como corresponde: sin interés, guiados únicamente por el compromiso ético y el amor por la vida. 

Se trata, pues, de un puñado de vidas ejemplares en un contexto que resultaba protervo no solo en la Alemania nazi, sino en toda la Europa amenazada por la demencia hitleriana. En el Perú (y esta es una de varias perlas), el 9 de setiembre de 1938, bajo la tiranía de Benavides (admirador de Franco y Mussolini), salía de nuestra Cancillería un oficio vergonzante que prohibía a nuestros consulados europeos conceder visas “a las personas que profesaran la religión judía o pareciesen serlo” y, aún más: “en razón de los nombres que lleven, de las señales étnicas que ostenten o de cualquier información verídica que pudiera haber llegado a su conocimiento” (p.32). 

Dos hermanos limeños, Eleazar y Jabijo Assa, detenidos en el campo de Sobibor, en la Polonia ocupada, participaron de un levantamiento que permitió la huida de trescientas personas en 1943. El resto de la familia Assa perdió la vida. 

Héctor Levy (ex combatiente en Verdún) y su esposa Irene, junto a sus pequeños Michel y Gerard, murieron en distintas zonas del temible campo de Auschwitz. A cuatro meses de la ocupación alemana de Francia, Jaime y Rosita Lindow fueron señalados como judíos, perdieron sus empleos y pesaba sobre ellos la prohibición de que se dedicaran nuevamente al rubro textil. Fallecieron en Auschwitz, igual que otra prima, Florita. La misma suerte correrían los miembros de la familia Barouh. 

José María Barreto, cónsul peruano en Ginebra, contraviniendo órdenes de la Cancillería, extendió pasaportes que salvaron muchas vidas en 1943. Fue destituido y logró retornar al Perú en 1946, donde vivió, en general, rodeado de indiferencia. La arequipeña Isabel Zuzunaga escondió a un niño judío y logró salvarlo de las huestes del nazismo. Jack Szarfscher, sobrevivió a la guerra, igual que sus padres, lo que propició un reencuentro difícil pero inolvidable. 

Magdalena Truel, de origen peruano, escritora y heroína de la resistencia francesa 8era una experta falsificando documentos) fue martirizada de manera extrema, pero no hubo nazi capaz de hacerla hablar. Su cuerpo fue convertido en una ruina, no su fortaleza moral; fue castigada con crueldad que excedía cualquier cosa imaginable, pero allí estuvo siempre, guardando un férreo silencio y dando ánimo a sus compañeros de cautiverio. Termina el recuento con la conmovedora historia de Victoria Weissberg (Victoria Barouh era su nombre de soltera), única persona nacida en el Perú en sobrevivir al Holocausto, como recuerda Coya.

Salvadores o víctimas, ningún homenaje será suficiente.

 

Hugo Coya. Estación final. Lima: Tusquets, 2021.

 

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Alonso Rabí Do Carmo es profesor ordinario de la Universidad de Lima, donde imparte cursos de Lengua, Literatura y Periodismo. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y obtuvo el Doctorado en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Colorado. Ejerce el periodismo desde 1989.

 

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Hugo Coya, Libro Estación Final

Hasta el momento de escribir esta columna los rumores respecto de la renuncia de la Premier, Mirtha Vásquez, circulaban con intensidad. Las razones serían la no aceptación de la renuncia del ministro de Defensa, Walter Ayala, por parte del presidente Castillo (quien, por el contrario, lo habría ratificado).

Sin duda, es un trago amargo que la Premier debe pasar, al aceptar ese despropósito mayúsculo, dada la inconducta evidente mostrada por Ayala respecto del tema de los ascensos y la injerencia política en ellos. Pero creemos que hay razones políticas de mayor envergadura que justifican que la Premier asuma el golpe y siga en la brega.

De mediocridades, dislates, torpezas del tamaño de una catedral e inconductas, va a estar plagado este gobierno. Y eso usted, Mirtha Vásquez, lo sabía antes de aceptar el encargo que el Primer Mandatario le brindó. Usted, señora Premier, aceptó formar parte de una mediocre coalición de izquierdas, con plena consciencia de que no ingresaba a un recinto de excelencia administrativa ni mucho menos.

Obviamente, entendemos que usted se ha propuesto enmendar en la medida de lo posible semejantes entuertos. Lo logró con el ministro del Interior, Luis Barranzuela y lamentablemente parece que no ha tenido el mismo éxito con el de Defensa, Walter Ayala. ¿Debe renunciar por ello?

Parece ser mucho más importante salvar siquiera el rumbo de moderación dialogante que usted le ha impreso a un gobierno que, con su antecesor en el Premierato, prometía necedad y confrontación radical.

Si usted renuncia no solo provocará una crisis política mayúscula sino que probablemente empuje nuevamente al Presidente a recurrir a sus viejos aliados cerronistas o a recomponer el gabinete con integrantes aún más impresentables de los que ya habitan allí (particularmente, los de Defensa, Transportes y Educación).

Usted ha merecido la confianza del Congreso. Ha tenido 68 votos, algunos de los cuales, no solo no eran de la coalición de izquierdas que integra el gobierno, sino del centro e, inclusive, parlamentarios de la derecha, como de Renovación Popular y Avanza País. Le corresponde responder a esa confianza y asegurarle al país, en la medida de sus posibilidades políticas, que se mantendrán las líneas maestras que le permitieron esa votación. Usted no se debe a un Presidente mediocre sino a la República, que atraviesa una severa crisis a la que usted no puede contribuir con una decisión atolondrada.

 

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Mirtha Vasquez, Premier, Presidente Castillo

Marité Ugaz y Mariana Rondón son directoras y también productoras cinematográficas. Se turnan estos roles en cada película que realizan. Están exhibiendo de manera alternativa su último film #Contactado. En donde Marité dirige esta vez y Mariana produce. #Contactado es la historia de Aldo, interpretado por Baldomero Cáceres. Quien fue líder de un grupo dedicado a buscar contacto con extraterrestres. 

La cinta se viene exhibiendo de manera gratuita en diferentes lugares. Quedan dos funciones al aire libre como lo han venido haciendo, una en la playa y otra en Barranco. Viernes 12 de noviembre en la playa Cantolao de La Punta y sábado 13 en el MAC de Barranco, a las 7 pm en los dos casos.

Pudimos conversar con ambas previo a lo que serán sus últimas presentaciones. 

Ante todo felicitaciones porque sacar una película en las condiciones que se presentan no solo acá sino en el mundo, es un gran logro.  Quería saber un poco de dónde sale esta historia sobre este personaje tan curioso que es una suerte de Mesías. 

Marité:  Primero quisiera decir sobre la coincidencia de nuestros nombres, nosotras somos sudaca films. Creamos esta empresa que se llama sudaca film en el 90 y fue mutando de lo que era. Al principio fue una multinacional andina que agrupaba varios países. Éramos dos peruanas, dos venezolanos, un ecuatorianos, una argentina, dos colombianos y al final fue decantando. Se deshizo el sudaca multinacional andino porque parecíamos una  red de narcotraficantes. No llegábamos ni a la esquina (risas) y entonces se creó uno en Venezuela y otro en Perú. 

La historia surge de querer trabajar sobre las presiones, las tentaciones del poder y la manipulación en torno a la fe, a las creencias tanto religiosas como políticas que son las que estamos viendo en el continente. Más que líderes políticos se transmutan en líderes religiosos en un punto. El juego del regador, regado, de alguien que hace 20 años más o menos tuvo un gran apogeo, que nos sirve para contar un poco lo que ha sucedido en este tiempo en la ciudad de Lima.  La casa donde vive el personaje se ha ido deteriorando como un espejo del deterioro de esa clase media dueña de esos espacios.

¿Podría ser una historia de desencanto?

Mariana: Yo no creo que haya ningún desencanto, creo que más bien es una mirada bastante objetiva de cómo se mueve el mundo y cómo se mueven los seres humanos. 

Marité: Una llamada de alerta.

Marina: Tener clarísimo como el fundamentalismo y el populismo están de moda en estos días es la moneda de uso de nuestros países. Ningún desencanto solamente con una visión realmente objetiva de lo que nos rodea.

Marité: No es muy alentadora nuestra visión.

Mariana: Yo soy venezolana además se de lo que estoy hablando. He visto lo que fue convertir la vida política y civil en religión. Justo el momento en que muere Chávez fue convertir todo eso en un culto.

¿Culto a la personalidad?

Mariana: Ya lo era estando vivo, cuando muere fue peor. Pero que no se escapa a ningún país. Como lo de Brasil que es el otro extremo. Me pregunto ¿cómo llegamos de pronto a esos discursos extremos?

Bolsonaro por ejemplo y su discurso antivacunas, con el mismo fundamentalismo. ¿Cómo puede tener cabida eso? 

Marité: En esta última década donde efectivamente la manipulación está a la orden del día y lo que queremos con esta película es que haya esa reflexión.

Una manipulación ligada al poder. En la historia por ejemplo alguien que tuvo poder, es reemplazado por una persona más joven y contrario a traer nuevas ideas o prácticas es peor que el anterior. ¿No es un poco desencantada esa visión? 

Marité: El último personaje es peor que el anterior. 

Mariana: Claro, el primero es un tramposo y trató de hacer una tesis y fue probando y probando. Este último personaje ni siquiera viene con una reflexión y viene jugando con el pequeño poder de dominar a otros. 

Marité: A partir de una seducción efectivamente

Mariana: Y muy de partidos políticos. Que cada vez están abandonando más las ideas cívicas para mostrar algo de tipo amoroso, como cuidar el alma al prójimo. 

¿Pero eso no podría estigmatizar la participación política?

Mariana: Claro, el peligro es la antipolítica. Una de las razones por las que estamos acá es porque no le creemos más a los políticos. 

Marité: No es que la manipulación viene con la política sino que viene con el abuso de la política. A eso apuntamos. 

Mariana: Por eso nos fuimos por la idea del culto y no la del partido político. 

Ojalá los partidos políticos no pierdan la objetividad del todo para que la antipolítica no reine.

Entiendo que también se refiere a este personaje en el film que tiene un discurso con el que no es coherente. 

Marité: Justo eso es lo que más resuena en nuestro aquí y ahora

Mariana:  Yo tengo 6 años aquí pero cuando empezamos a hacer la producción y empezamos a buscar locaciones. Estábamos buscando esos espacios maravillosos frente al mar. De pronto nos dimos cuenta que estamos en el centro de un problema en esos terrenos frente al mar. Nos estaban siguiendo.

Marité: Nos soltaban los perros. 

Marina: Por más que sólo buscábamos una lomita frente al mar. Algo tan inocente, pero que la película nos mostró el riesgo que había ahí. 

¿Cómo han logrado esta exhibición alternativa? Al margen de las salas comerciales.

Marité: La película iba a tener su lanzamiento en el mes de abril en el Festival de Tribeca de Nueva York. En ese momento el 15 de marzo nos cae la encerrona total y Tribeca también cierra. Todo se cierra. A los meses, empiezan a aparecer alternativas de festivales online. Decidimos esperar y pensamos que serían solo 3 meses. No fue así. Al año, Tribeca planea hacerlo presencial y deciden hacerlo con funciones al aire libre en parques. La gente salía hasta con tres mascarillas con tal de asistir. Vimos que podíamos lograr una exhibición de muy buena calidad. No teníamos la certeza de lograrlo en Lima entonces volvimos a fines de junio.

Mariana: Era un cambio en la manera de vivir, de asumir el cine y el arte. Para nosotros era como una revolución de cómo vamos a volver a empezar.

Marité: La experiencia fue alucinante las parejas chapaban. Se sentía pura vida.

 Por suerte esta película tiene el apoyo de la Dafo (Ministerio de Cultura) 

Quienes tienen ese apoyo luego reciben otro para la distribución. Este año pandémico era un monto mucho menor que el que solía dar porque pensaban que iba a servir para que la gente distribuya por streaming. Entonces aprovechamos todo ese dinero y buscamos las condiciones técnicas que habíamos visto en Nueva York.  Efectivamente vimos a un grupo de chicas que tenían esta dinámica de hacer eventos públicos. Les vendimos la idea, nos miraron horrorizadas. (risas). Con muy poco dinero pudimos armar todo esto. Nos ha parecido una experiencia muy grata  Hemos estado en todas las funciones platicando después de las proyecciones con la gente. 

Mariana: Además ha sido en unos lugares magníficos. Cuando se acaba la película, se enciende la huaca atrás y el público dice: “wow” porque además era la misma huaca donde filmamos.  Anoche que nos tocó en Pucusana, teníamos el mar y en la pantalla el personaje corriendo olas.  

Marité: Tenemos otras formas de recaudar que es a través de nuestro agente de ventas. Él se encarga de venderla a otros países. Lo que normalmente sucede con el cine de autor que hacemos nosotras. Llevamos ya varias películas, tenemos ya un circuito de gente que espera nuestras producciones. Ahí ya hay una relación comercial real. 

En absolutamente toda América Latina el cine que se desarrolla en sus países se protege. Se hace a través de cuotas de pantalla. Asegurando que las películas nacionales no estén solo 3 días y luego desaparezcan. En Perú ha pasado una ley de cine super linda, pero ese punto no pasa.

Eso es lo medular finalmente, la exhibición.

Mariana: En esta experiencia por ejemplo es increíble cómo ha ido aumentando el público

Marité: Se ha desbordado, efectivamente. Es real el deseo de la gente de salir y encontrarse con los demás. La última función estaba llena de estudiantes y amas de casa.

Mariana: En Reducto también se nos desbordó y no sabíamos qué hacer. Teníamos 120 sillas y se nos agotaron. 

¿Cómo empezó este proyecto?

Marité: Empezó a cocinarse en el 2016 con el guion. Nos fuimos a unas residencias a escribir el guion en Estados Unidos. Lo terminamos, lo postulamos a Dafo. Ganamos y en el 2018 lo filmamos.  En el 2019 lo terminamos. A finales de ese año lo terminamos en coproducción con Brasil y también con Noruega.  

Mariana: Lo curioso es que en Noruega si estaba funcionando todo a diferencia de acá y ellos si la estaban viendo la película en cines.  

¿Cómo fue trabajar con Pauchi Sasaki? (compositora musical de la otra cinta peruana: Canción sin nombre)

Marité: Delicioso, ella es súper cómplice y es como que ya nos casamos con ella.  La que viene también, ya estamos conversando sobre tipos de sonoridades. Ella desde las primeras imágenes comenzó a sugerir ideas.  

¿Cómo se dio la selección para el personaje principal de Baldomero Cáceres?

Marité: Le pedimos al jefe de casting que lo buscara. Él tenía la energía que buscamos para la película. Fue un trabajo arduo, pero no distinto al que solemos hacer. Normalmente ensayamos mínimo un mes antes de rodar.  Los ensayos no tienen la presión del tiempo y dinero que si tiene un rodaje. Así que nos podemos explayar y adentrarnos en la construcción de ese personaje. Eso es lo que nos encanta hacer y digo nos encanta porque las dos somos directoras que nos vamos rotando de película en película. En Pelo Malo, Mariana fue la directora y yo la productora. Ambas también escribimos las historias. La que viene, Safari, la va a dirigir Mariana. 

Una sociedad que funciona por lo visto. 

Mariana: Buscamos discutir las ideas para que funcionen.

¿Además de Tribeca y los países nórdicas ha pasado ya por otros festivales?

Marité: Teníamos todo listo para asistir al Festival de Huelva en España y de pronto se cerraron las fronteras con pasajes comprados y todo. No ha sido lo mismo no estar allá.  Somos medio freaks con la calidad de la película. Mostrarla en un celular nos da mucha bronca y siempre tenemos el temor de la piratería. En Huelva la película se pirateó, Tuvimos que hacer miles de cosas y pagar mucho dinero para evitar que se siguiera pirateando. Una de las empresas más privilegiadas durante la pandemia han sido los piratas. 

Mariana: Y los cuidadores de piratas. Empresas que se dedican a limpiar de la piratería. 

Ahora la película sale en salas en Brasil para marzo del próximo año. Calculan que tendrán un 70% de vacunación en la población

Marité: En México debe entrar ahora en enero. Lo más lejos que ha llegado en un Festival de cine ha sido en Calcuta, en la India. 

¿Qué han logrado contactar Marité y Mariana?

Marité: Creo que urge una reflexión para los tiempos que estamos viviendo. La reflexión es de lo fácil que puede ser manipulada, un alma necesitada. En este momento la tentación de caer en cualquiera de los dos extremos está a la orden del día.  También es un signo de los tiempos el populismo y la manipulación. 

Mariana: Si caes no hay vuelta atrás.  

Marité: Hemos tratado de hacer una historia dinámica, pero que no deje de ser reflexiva y con un trabajo visual atractivo.  

Esta semana cerramos en La Punta, el viernes y en el Mac de Barranco el sábado. La presentación del Mac de Barranco va a ser nuevamente con pantalla led y con un sonido espectacular.  En La Punta tendremos un pantalón frente al mar que va a estar muy bonito.

Un último mensaje. 

Marité: Qué hace el cine no es difícil, pero si requiere constancia y perseverancia.

Mariana: Creo que vienen tiempos donde seguir igual que como éramos antes tampoco tiene mucho sentido. Creo que hay que replantearnos todo. Esta catástrofe debería ser una opción para repensarnos.

 

 

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Contactado, Marité Ugaz y Mariana Rondón

La polémica contratación -porque no es ningún delito o falta a la norma- de Carlos Cabieses Bertoni como técnico para el despacho congresal de María del Carmen Alva es un hecho que sucede en todas las bancadas y en cada despacho congresal. Por favor, señores congresistas y amigos «indignados» del Twitter, no nos digan que no lo sabían.

Defiendo una tesis distinta a aquella que nos demuestra el reinado del doble rasero. La contratación de Cabieses por la presidenta del Congreso es para un cargo de confianza. No es un asesor como quisieron venderlo; es un técnico y los requisitos para tener el puesto son muy distintos al perfil del asesor. Pero ya vemos el doble rasero de nuestra izquierda peruana, que sabe que tiene en sus despachos a los amigos más cercanos y de campaña de cada congresista, y que no son ni los más capaces y tampoco las mentes más brillantes del país, iniciando por una de sus congresistas.

La Hipocresía.

En mayo del 2018, el programa «Panorama» reveló que la congresista de izquierda del partido Frente Amplio, María Elena Foronda, había contratado como asistente en su despacho a la emerretista Nancy Madrid Bonilla, sentenciada a 18 años de cárcel por terrorismo, quien trabajó desde el 27 de julio del 2016 hasta mayo del 2018. Es decir, la ex congresista de izquierda -de los que se consideran la reserva moral del país- mantenía con dinero de nuestros impuestos a una terrorista.

Hago la siguiente pregunta: ¿Cuál de esos hechos es una falta grave? y ¿cuál es una polémica mal armada? Aquí la respuesta: Foronda fue suspendida por 120 días y sin recibir sus haberes durante todo el tiempo de la suspensión. Ella cometió una falta gravísima al contratar a una terrorista.

María del Carmen Alva contrató a su personal de confianza con los requisitos que se pedía para el cargo. ¿Cometió una falta? No. ¿Alva es poco inteligente para responder y argumentar una pregunta tan fácil? Sí. ¿No controla su energía? Sí. Es evidente que saben que la presidenta del Congreso es una pieza clave para el proceso de vacancia que ya se está cocinando y van a buscar bajarla del coche para seguir jugando al poder.

En el 2018, no se vieron tantos insultos y calificativos fuertes y toscos en las redes contra Foronda por su gravísima falta cometida. Pero hoy, han llevado a otro nivel el calibre de insultos contra una mujer, que como no es de izquierda, no recibe el apoyo de los que se rompen por dentro y sienten morir cuando a sus amigas congresistas de Juntos por el Perú las critican por su doble rasero. Para nuestros amigos de Hugo Chávez, la lucha contra la violencia a la mujer es selectiva.

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