Opinión

Han sido publicadas las películas preseleccionadas para candidatear por los premios Oscar. La lista nos excluye nuevamente de la competencia, a pesar de habernos presentado con una película de la pericia de Manco Capac. 

15 son las cintas anunciadas, de las que finalmente quedarán 5 nominadas a mejor película extranjera. 

En esta ocasión, además de haber quedado rezagados en el camino, ninguna otra película de esta parte del mundo ha sido seleccionada. Recordemos que el año pasado el film chileno El agente topo llegó con grandes expectativas a la alfombra roja, gracias a su nominación como mejor documental. 

Ha quedado también fuera de competencia un film argentino que venía con grandes expectativas. El prófugo dirigido por Natalia Meta y que cuenta en el reparto con la reconocida Cecilia Roth. Es un thriller psicológico que ha representado a la Argentina en el Festival de Berlín y que ha obtenido excelentes críticas. 

Dentro de los films preseleccionados al Óscar de habla extranjera, figuran tres hispanos. 

La mexicana Noche de fuego, dirigida por Tatiana Huezo, ha recibido una mención especial en el Festival de Cannes y un premio en el Festival de San Sebastián. 

Plaza catedral es la representante de Panamá, dirigida por Abner Benain y cuyo protagonista Xavier de Casta fue asesinado antes de recibir el premio por su actuación en el Festival de Guadalajara, cuando tenía 14 años. 

Por último, la española El buen patrón de Fernando León de Aranoa, estelarizada por Javier Bardem y Almudena Amor. Viene con 20 nominaciones a los premios Goya y con buenos resultados a nivel de taquilla en España. 

La crítica internacional apuesta por Drive my car de Japón. El círculo de críticos de Nueva York la ha calificado como la mejor película del 2021, no solo de habla extranjera. Selección poco habitual para este grupo selecto de analistas cinematográficos, al reconocer una cinta de no habla inglesa. 

Otra favorita es la italiana, Fue la mano de Dios. Dirigida por Paolo Sorrentino, quien tiene un Oscar en su haber a mejor película extranjera el año 2013 por  La gran belleza. Fue la mano de Dios está considerado como el film más personal y dramático del director. Viene además de ganar el Festival de Venecia con el Gran Premio del Jurado. La cinta se encuentra en Netflix. 

Esta lista de preseleccionados continua con films de Irán: A Hero, triunfadora en el Festival de Cannes con El Gran Premio. Great Freedom de Austria, Playground de Belgica, Lunana: A Yak in the Classroom de Bhutan, Flee de Dinamarca, Compartment No. 6 de Finlandia, I’m Your Man de Alemania, Lamb de Islandia, Hive de Kosovo y The Worst Person in the World de Noruega. 

La lista final se dará a conocer el 8 de febrero. Mientras la ceremonia de los premios de la Academia se llevará a cabo el domingo 27 de marzo.

El año pasado nos presentamos con el film nacional Canción sin nombre que tampoco pasó los filtros necesarios para llegar al Oscar.  Sin embargo, actualmente ha sido nominada para los premios Goya. Importante reconocimiento en el viejo continente que tendrá su desenlace el próximo 12 de febrero. Donde compite con  La cordillera de los sueños de Patricia Guzmán representando a Chile, Las siamesas de Paula Hernández  por Argentina  y Los lobos de Samuel Kishi de México.

Independientemente de ganar un Oscar, las películas peruanas seleccionadas para representarnos en los últimos años en la Academia, como Canción sin nombre y Manco Cápac seguirán cosechando reconocimientos alrededor del mundo. La apuesta por un cine que construye identidad y que se desprende de estereotipos impuesto por una cultura hegemónica debería seguir siendo la tendencia que encontremos en nuestras salas de exhibición. 

Premios Oscar PERÚ

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Cine, cinematografía, Hollywood, premios Oscar

James Joyce es un autor muy presente en la tradición literaria peruana. Uno de sus primeros lectores fue nada menos que José Carlos Mariátegui, que en un famoso artículo de 1929 elogió la primera aparición de Ulysses en español, habiendo hecho lo propio en 1926, cuando se tradujo Retrato del artista adolescente. Desde entonces, no le han faltado a este genio irlandés lectores ni traductores. En 1941 Luis Alberto Sánchez vierte por primera vez a nuestra lengua el libro de cuentos Dublineses, por encargo de la editorial chilena Ercilla. 

Joyce tuvo especial influjo entre narradores pertenecientes a la llamada Generación del 50, especialmente en Carlos Eduardo Zavaleta, acaso el mayor impulsor y estudioso de la obra de Joyce entre nosotros (ver Estudios sobre Joyce y Faulkner, de 1993). El propio Vargas Llosa se cuenta como un entusiasta joyceano y un riguroso lector de sus textos. Por otra parte, escritores como Osvaldo Reynoso mostraron en varios de sus textos una asimilación creativa y personal de las novedades técnicas que ofrecía la obra de Joyce.  

A ellos hay que sumar, por ejemplo, a Ricardo Silva Santisteban, quien en 1988 tradujo varios fragmentos de ese libro-magma que es Finnegans Wake, el trabajo más osado, discutido y difícil del escritor irlandés. El año pasado, la editorial peruana Campo Letrado publicó la poesía completa de Joyce, en una limpia versión a cargo del escritor Carlos Arámbulo. Entre Joyce y el Perú, como se ve, hay vecindad. 

Este segundo año de pandemia vuelve a poner a Joyce en el contexto editorial peruano. Colmena Editores, en una auténtica aventura editorial, acaba de publicar, en un impecable volumen, cuatro capítulos de Finnegans Wake, debidamente anotados por el escritor mexicano J.D. Victoria. No es la novela completa, pero son cuatro capítulos emblemáticos y que transparentan los rasgos centrales de este texto: sus dislocaciones narrativas, su(s) lenguaje(s) en ebullición (Joyce emplea palabras de hasta dieciséis idiomas distintos) y su ambición extrema de romper toda atadura realista.

La lectura de Finnegans Wake es un reto permanente al lector de cualquier lengua, incluyendo a la inglesa misma. Una pregunta que el lector debe resolver es ¿cómo apropiarse del sentido de un texto que, en su desmedida ambición lingüística, saca provecho de arduos juegos de palabras, expresiones idiomáticas locales, alteraciones gramaticales varias y cientos de términos provenientes de distintas lenguas y cómo captar el humor y el sinsentido que impregnan la cotidianidad de sus personajes, el flujo del pensamiento y la conciencia, ese “caosmos” que funda Finnegans Wake? Como en toda obra abierta que se respete, en cada lectura debe haber una respuesta. Se busca ya no lectores, sino cómplices. 

Lo dice mejor que nadie el propio traductor, en una línea de su nota introductoria: no equivoquemos el camino de una lectura como Finnegans Wake, parece aconsejar, refiriéndose a un gesto frecuente entre los denostadores de la novela: “destrozar como académicos lo que no pudieron entender como lectores”. Renunciemos a eso. 

James Joyce

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Generación del 50, James Joyce, Literatura peruana

La fallida expulsión de 41 ciudadanos venezolanos del Perú, no por haber cometido delitos en nuestro país sino por ingresos irregulares o antecedentes en su lugar de origen -operación, además, frustrada porque el avión no tenía los permisos correspondientes en Venezuela-, ha sido un acto vergonzoso.

¿Qué tenían que hacer en ese acto, eventualmente administrativo, el ministro del Interior, Avelino Guillén, y el propio presidente de la República, Pedro Castillo? ¿Qué se quería transmitir? ¿La idea de que se combate la inseguridad ciudadana expulsando a los causantes de la misma, los inmigrantes venezolanos? Xenofobia pura y dura a la que se ha prestado el Primer Mandatario, un personaje dizque de izquierdas y, por ende, globalista.

Ya habitan nuestro país cerca de un millón doscientos mil venezolanos que han huido y huyen de la miseria y la dictadura de Maduro. El Perú los ha acogido con relativa dignidad. Porque se han integrado a la sociedad, no habitan en ghettos urbanos y la mayoría de ellos trabaja honradamente.

Pero la asimilación es incompleta porque la mayor parte de esos migrantes no obtiene los papeles necesarios para ser considerado ciudadano pleno, acceder a los servicios de salud y educación gratuitos y eventualmente aspirar a un puesto formal de trabajo. Son, por ello, ilegales y algunos se ven compelidos al mundo delictivo porque no tienen posibilidad formal de trabajar adecuadamente (ese fenómeno ha sido estudiado hasta la saciedad en sociedades que han recibido, igual que la nuestra, un influjo masivo de migrantes).

El Presidente, en lugar de acudir demagógica y xenofóbicamente al aeropuerto a ver partir un avión con venezolanos expulsados, debería visitar la Superintendencia Nacional de Migraciones y supervisar que se les esté dando a los venezolanos, con la celeridad adecuada, sus permisos temporales de residencia o de trabajo, y que luego se les otorgue la ciudadanía plena.

Nuestros compatriotas venezolanos deben ser integrados plenamente al país, con todos los deberes y derechos ciudadanos. No se puede tolerar la situación de ilegalidad en la que muchos viven. Y en esa medida, si delinquen pues que vayan a las cárceles peruanas, como corresponde, y no que se perpetre un espectáculo xenofóbico como aquel en el que participó Pedro Castillo, encima con el bochorno de ni siquiera haberlo coordinado adecuadamente.

Es lamentable ver a un mandatario, que supuestamente cree en la “Patria Grande”, actuando como el más vulgar de los conservadores de la ultraderecha respecto de la migración venezolana, la misma que debemos agradecer en lugar de lamentar, por su aporte cultural, económico y social.

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Pedro Castillo, venezolanos, Venezuela, xenófobo

La constante convulsión coyuntural hace que olvidemos los grandes temas del bicentenario. No es culpa de nadie, sino de la precariedad general a la que se nos ha condenado, y de la intensidad nociva de la globalización. Uno de esos asuntos es el arreglo territorial que necesitamos como país, frente a la innegable evidencia de que el Estado unitario republicano ha fracasado en su intento de hacer desarrollo a lo largo del suelo peruano. Más bien el bienestar es privilegio de una minoría que no supera el 15% de la población, ubicada casi siempre en las grandes ciudades, donde está también la mayoría de peruanos en medio del deterioro urbano constante. Tras 200 años, es innegable la concentración de riqueza, el centralismo y la tendencia a la degradación. 

La lógica territorial sobre la que se funda una sociedad política es transversal a su concepción y propuesta de desarrollo, pues sostiene un orden económico e implica un tipo de institucionalidad política. Y detrás de ello una epistemología y una determinada moral pública. Han habido tipos genéricos de arreglo territorial-político a lo largo de la historia: ciudad-estado, estados unitarios, federaciones y estados supra-nacionales. Debajo de estas formas arquetípicas hay variedades específicas según contexto histórico y perspectivas económicas. Aunque el orden territorial con que se funda la república peruana en 1821 es el de un Estado unitario – expresión del esquema económico precedente -, el Perú pre-hispánico era más bien de espíritu federativo, y el Incanato operó bajo esta lógica. La naturaleza de la geografía y la cosmovisión resultante llevaron a ello. Como descubrió John Murra, se trata de una concepción territorial que se ordena bajo dispersión (no concentra pueblos vecinos) con grandes distancias entre unidades políticas que comparten la convicción de que debe asegurarse el alimento y la sostenibilidad ecológica de todo el reino, una relación vital y energética con la naturaleza, y el respeto a la diversidad religiosa. Sin duda, para tejer esta trama federativa los incas también recurrieron a la imposición – somos animales de poder – pero pocas veces esto se hizo mediante la guerra. Su filosofía colectivista y conservacionista hizo que, las más de las veces, apelaran a la negociación en busca de la mayor reciprocidad posible entre las partes, para así lograr el incentivo a la anexión. Según María Rostworowski, por la vía militar frecuente el Tahuantinsuyo no se habría expandido tanto ni en tan poco tiempo. Ya se ha hablado en este espacio del genio civilizatorio de los antiguos peruanos, no sorprende su sabiduría política. 

El federativismo continental inca tiene su contraparte local. Esta se manifiesta con mayor claridad en el núcleo territorial del imperio (las sierras altas), donde la vertical, quebrada y micro-climática geografía, altamente expuesta al cambio repentino y radical, produce un escenario de permanente incertidumbre. Este contexto físico, sumado al respeto militante por la diversidad natural, hizo valorar la estabilidad sostenible, a entender la riqueza como posesión de la mayor variedad posible – con fines de sortear contingencias – y no como la acumulación concentradora de uno o dos tipos de bienes. No era extraño que las de tierras de una comunidad campesina o una familia atraviesen más de un piso ecológico, y por tanto de climas y cultivos. Se trató, al final, de un federativismo sostenible y muy eficiente bajo los criterios pre-hispánicos, pues dio alimentación de altísimo valor nutritivo a millones, sin dañar la naturaleza e intensificando la relación espiritual y energética del colectivo con ella.

El modelo de Estado unitario, que llega al Perú con la conquista, es el del capitalismo mercantil y las monarquías absolutas, entre ellas España, Francia e Inglaterra. Bajo esta concepción, el país busca concentrar territorios y metales para acumular riqueza e imponerse sobre el resto, con quienes se tiene relaciones siempre conflictivas. El mercantilismo es agrícola y parcialmente comercial, y ése es el orden económico que trae España, con la particularidad de que construye un Estado al servicio de su imperio, dirigido a llevarle metales y a alimentar a toda la clase dirigente (criolla y española) que le administra el suelo conquistado desde Lima. A partir de este esquema inicial se consolidan los futuros grandes corredores económicos de la república peruana: la costa terrateniente con mayor dinámica en el norte, y los cruces hacia las zonas mineras de Cerro de Pasco y Potosí, desde Lima y Arequipa. En dichas vías florecen relaciones comerciales de productos agrícolas, ganaderos y textiles, y aglomeraciones de vivienda. Los españoles tuvieron serias limitaciones para el control de la totalidad del territorio, y sólo llegaron hasta donde vemos plazas de armas y sus cercanías naturales. Cuanto más altura, más adversidad geográfica y más dificultad para imponer tributos de trabajo forzado. Por tanto, más comunidades campesinas que conservan numerosos elementos del ethos pre-hispánico. Hasta el día hoy hay descendientes incas en estos lugares, porque los conquistadores debieron pactar  más de lo que esperaban, y por eso no violentaron totalmente la institucionalidad comunal y sus formas políticas, y se resignaron con fusionarla bajo sus códigos religiosos.  La selva es una larga historia de aislamiento y dificultad de acceso, lo que perdura hasta hoy si lo vemos en perspectiva. 

Puede rápidamente notarse que el encuentro de dos mundos se soluciona con el atropello de la perspectiva occidental: se subordina el reparto territorial federativo previo y sus instituciones políticas, y se hiere de muerte a toda una civilización. Como se ha indicado arriba, con  la independencia se hereda el orden territorial de la colonia y sus circuitos comerciales, pero se le suman varios elementos, la mayoría agravantes en cuanto a centralismo y concentración, y otros más progresistas aunque ilógicos. Empiezan las olas descentralizadoras de nuestra historia republicana (hasta hoy lo seguimos intentando), pero se apuesta por el mismo esquema primario-exportador que explica el orden territorial, y por tanto socio-económico que dejaba el virreinato: centralismo costeño y riqueza de una minoría europeísta que gobierna el vasto y diverso territorio desde Lima. El 85% de la población está en la sierra y la selva, y el 80% está en comunidades nativas y campesinas. Al desprecio colonial se suma otro en 1821, también de procedencia foránea: la firme creencia en la superioridad ya no sólo espiritual y racial de occidente, sino también tecnológica y científica. Se instala el capitalismo industrial y su mitología política como camino “racional” de desarrollo y norte ideal. El progresista del momento es un industrialista incapaz de entender que la civilización pre-hispánica, todavía muy viva entonces, merece protegerse, regenerarse y aprovecharse, y que cualquier otro plan de acción es bárbaro y traerá resultados contrarios a los esperados. Por eso Simón Bolivar retira la figura de comunidades indígenas del orden legal (ni en el virreinato), dejando como única posibilidad de posesión la propiedad individual. Se justifica hablando de democracia, pero quiere individuos e industria, y considera un obstáculo inferior el universo andino, por lo que en 1825 repone el colonial y humillante tributo indígena (los criollos sólo pagaban impuestos si eran comerciantes) que San Martín había eliminado. La legalidad de las comunidades indígenas recién será devuelta por la constitución de 1920, con Leguía entrando al oncenio. El tributo será eliminado por Ramón Castilla en 1854, y se intentará reponerlo sin éxito a fines del siglo XIX. Nada sensibiliza al miope provincianismo occidental de nuestras élites, nada detiene el deterioro institucional ni moral de las comunidades pre-hispánicas, pese a que en el siglo XIX la sierra nunca representa a menos de tres cuartas partes de la población. Las comunidades andinas siguen vivas, ya culturalmente mestizas desde la colonia, pero con todo su registro de conocimientos civilizatorios en pleno uso, los que habrían sido vanguardistas y enriquecedores para cualquier élite verdaderamente cosmopolita. Lo peor es que nada de industria hubo hasta poco antes del siglo XX. A la hora de la verdad, los grupos económicos prefirieron la comodidad de la renta terrateniente, la exportación de materias primas, la especulación financiera corrupta y el orden oligárquico. La industrialización obliga a producir a todos e iguala a las gentes, y eso no querían, pues estaban acostumbrados a que se trabaje para ellos.

Qué esfuerzos descentralizadores podrían haber funcionado en esta extensión colonial primario-exportadora. Hasta 1854, gracias a la constitución de 1823, las juntas departamentales – aunque elegidas y tuteladas desde el gobierno central – gestionan el cobro de tributos y el diseño del presupuesto regional. La anarquía militar y la dureza económica del periodo impiden la consolidación de este orden, que Ramón Castilla elimina en 1854, con el afán controlador y centralista que la renta guanera le anima a tener. Las siempre conservadoras élites limeñas son compradas y celebran. Concluido este boom exportador, gracias a manejos oscuros e irresponsables y a una depresión mundial, vuelve a la escena política la narrativa descentralizadora, con Manuel Pardo de presidente. Este intenta volver al orden descentralizado pre-guanero, pero sus propios y regresivos aliados se oponen, por lo que debe conformarse con revitalizar los ayuntamientos y los gobiernos locales, introduciendo procesos electorales para su conformación, aunque sin contemplar el voto universal. Esto llegará recién en 1980. 

Entre las últimas dos décadas del siglo XIX e inicios del siglo XX, emerge la básica y periférica industrialización peruana. Como era de esperarse, se da principalmente en Lima, mínimamente en la costa y casi nulamente en la sierra. Al orden primario-exportador centralista de origen colonial se le suma ahora la fuerza de concentración económica y centralismo territorial del capitalismo subdesarrollado. De suyo, el mercado industrial (así sea precario) busca consolidar grandes unidades urbanas. Mientras más gente haya concentrada en un espacio, habrá más mano de obra a disposición de las fábricas, más nichos de mercado, más posibilidades de inversión a gran escala (la demanda responde) y mayor tributación (y por tanto más potencial de infraestructura pública y servicios estatales). Asimismo, la aglomeración reduce las distancias y los costos de transporte. A esta tendencia espacial del capitalismo industrial se suma otra, material y también centrípeta: la ilimitada voracidad acumulativa de sus agentes, y la asimetría radical entre minoría rica y mayoría pobre que siempre generan. Todos los capitalismos del mundo tienen estas características: una pirámide socio-económica de base ancha y muy angosta por arriba, y una o varias aglomeraciones centrales que mueven la mayor parte de la economía nacional y son muy atractivas para el migrante, pero son insostenibles a largo plazo, pues contaminan y no pueden abastecerse de agua y alimentos. Esta realidad, que tenemos hoy a la vista, demoraría medio siglo en empezar a manifestarse, pues la industria naciente peruana de 1900 era sólo unas cuantas decenas de fábricas y unos pocos miles de obreros. Son tres los procesos que empujan el inicio de la hipertrofia limeña cuarenta años después: el primero es el esfuerzo de expansión demográfica de varios gobiernos desde el siglo XIX, que hacen oído al lamento industrial sobre la escasez de mano de obra (la mayoría vive en la sierra) y aplican políticas masivas de sanidad, las que empiezan a dar resultados a partir de 1930. El segundo, y principal, es la  homogeneización cultural resultante del proyecto educativo occidentalista y conservador del Estado central, que empieza a penetrar la sierra y enseña que lo rural es atraso. Esto es reforzado por la radio y luego por la televisión. El tercero es la crisis de tierras en la sierra, consecuencia de la acumulativa concentración de hectáreas por parte de grupos de poder que vienen atropellando y abusando desde el siglo XIX, lo que se agrava en las décadas de 1950 y 1960, generando actividades guerrilleras que demandan una urgente reforma agraria. Alrededor de 1940 empieza una enorme ola migratoria de la sierra hacia Lima, que no se detiene hasta hoy. 

Nuevamente, no habrá industrialización tras un siglo y seguiremos siendo primario-exportadores, pero habrá más concentración de riqueza y más centralismo limeño. La fuerza aglomerativo-urbana del capitalismo no se detiene, sin importar el modelo de desarrollo. La degradación de las grandes ciudades sigue su curso indetenible: hipertrofia por exceso demográfico, violencia, caos de transporte, polución, carencias cada vez mayores de agua y electricidad, inseguridad sísmica, precariedad de espacio público, insuficiencia de vivienda, otros. El colapso y el abandono final las espera. La tendencia del modelo a la desigualdad tampoco fue controlada, salvo momentos excepcionales. Nuestro territorio tiene la capacidad suficiente de darnos energía barata y alimentación sin depender del exterior, pero ninguna de las dos cosas sucede. La selva sigue aislada en muchos aspectos, y su naturaleza se deteriora constantemente, por  razones e intereses de diversa fuente. Las comunidades rurales y nativas ya no sólo permanecen en la inexistencia política, sino que son abandonadas y depredadas por sus propios hombres. Muchos siguen ahí, desde luego, resistiendo a las amenazas constantes del capital (en complicidad con el Estado) que quiere acceder a sus tierras y explotarlas para fines acumulativos. La fuerza hegemónica de la globalización colabora con la profunda ignorancia de las élites peruanas en relación a nuestra riqueza pre-hispánica todavía viva. La conflictividad social es cosa de todos los días en el Perú. Siguen habiendo territorios del país donde el Estado no llega. No hay gobernabilidad regional ni posibilidad de progreso, y más bien, como en Lima, se pasa todo el tiempo de una crisis coyuntural a otra. Como era de esperarse, los esfuerzos descentralizadores del siglo XX y XXI no rindieron frutos. Sus vocaciones político-institucionales fueron derrotadas por la fuerza del modelo primario-exportador y su disposición territorial, y por la indetenible tendencia aglomerativa de Lima metropolitana. Hasta hoy, a ningún ente descentralizador con poder decisorio se le ha ocurrido reconocer la existencia de civilizaciones pre-hispánicas en el territorio y hacerlas parte del orden territorial, político y económico del país. La ola descentralizadora de la constitución de 1933 sólo fue agenda temporal, pese a su impronta indigenista. La descentralización del APRA a fines de los ochenta fuerza la agrupación de macro-regiones y es efímera, pues la disuelve Fujimori. La reforma territorial que más ha avanzado en los años que corren es la del gobierno de Alejandro Toledo, porque otorgó la elección de autoridades por medio del voto universal. Pero ya vimos que seguimos en un orden territorial muy parecido al que heredamos en 1821, con agravantes añadidos y mejoras tan inerciales como menores. De tal forma que sigue pendiente la tarea de diseñar e implementar un esquema más funcional a nuestro progreso inclusivo y sostenible. 

Pienso, y creo haberlo mostrado en el resumen diagonal previo, que es necesario discutir los modelos de orden territorial y su correspondiente dimensión económica. Bajo el capitalismo subdesarrollado y primario-exportador es muy difícil descentralizar, porque todo tiende a la concentración y la acumulación de pocos, a lo que se suma la hipertrofia de Lima. Esto lleva al estado unitario y la historia lo muestra. Las carreteras interoceánicas que se están construyendo traerán avances, pero no grandes ni repentinos saltos materiales. No vamos a industrializar ni a hacer boyantes a las regiones, no tenemos de dónde. Todo seguirá dirigiéndose a la capital. Hay que volver, desde hace mucho rato, a mirar desde el esquema económico de los antiguos peruanos, que es el de la sostenibilidad y la inclusión, así sea inicialmente austera. Bajo ese patrón, cada región debe buscar su equilibrio a partir de la optimización y cuidado de su territorio, sin competir con el exterior innecesariamente. Y el Estado central, interesado en este proceso,  debe apoyar a las unidades más débiles hasta que logren consolidarse, y asumir los costos de ineficiencia económica que trae el proceso. Porque lo más importante no es acumular sino estabilizar e incluir, hacer sostenible. Sin duda esto es un largo aliento de profundidad estructural, que generalmente llega tras las grandes crisis, lamentablemente. Pero avanzaríamos bastante si descubriéramos que nada bueno nos traen los sueños ajenos de progreso. Requerimos de nuestra propia interpretación, acorde con nuestra naturaleza y legado cultural. Y en ese camino, es indispensable oficializar la pluriculturalidad peruana otorgando derechos poliétnicos (educación en lengua propia, defensa de usos y costumbres, financiamiento para desarrollo en su ruta cultural) y derechos especiales de representación (escaños congresales) a las comunidades pre-hispánicas del territorio. Es lo justo después de 500 años, y lo que corresponde para nuestra mayor reserva geopolítica y fuente de desarrollo frente el mundo entrante. Estos dos, el económico y el cultural, son temas  neurálgicos en nuestra discusión territorial. Si no los enfrentamos, como ha sucedido en 200 años, se nos seguirá alejando el bienestar y el progreso.

Sin embargo, hay otras reformas institucionales que pueden empujar este camino de federalismo sostenible, mientras termina de llegar el cambio económico necesario y nuestra pluriculturalidad milenaria es admitida en el orden legal peruano, y sobre todo en nuestras cabezas. Son rutas con riesgos, que se agravan si son vistos desde el crecimiento, pero que se vuelven parte aprendiente del proceso si el lente es la sostenibilidad. El Estado unitario ha sido una desgracia en la historia peruana: la variedad de nuestra realidad supera por mucho la capacidad de control de un solo centro, hay que asumir dicha complejidad y su costo de aprendizaje. No hay tránsito fácil, en algún momento hay que soltar y subsanar errores dramáticos. Pienso que si el gobierno y el legislativo quisieran de verdad descentralizar, aprobarían leyes para iniciar el camino hacia la regionalización fiscal, que pasa por invertir y empujar la institucionalidad suficiente para que cada ejecutivo departamental pueda cobrar los tributos de su circunscripción y definir sus políticas públicas; sin intervención de un funcionario del MEF, que poco puede saber sobre qué necesita Ucayali o Madre de Dios, salvo generalidades. De eso se trata el acto de descentralizar, que es federalizar aunque se le tema al término. Sin aquel poder económico, el ejecutivo regional no tiene responsabilidad frente a su comunidad, y no se lo toman en serio. Por eso cuando hay problemas graves fuera de Lima, sus ciudadanos convocan y acuden al Estado central sin antes agotar la instancia regional, porque saben que ahí la respuesta será la de siempre, que la gran decisión viene de arriba. El otro avance posible, como contrapeso a lo anterior, es ampliar y fortalecer la institucionalidad democrática regional, aumentando y dando calidad a sus canales de representación. Es decir, creando parlamentos regionales y mecánicas ciudadanas de control, que es una fuerza que legitima gobiernos. En ambos casos, el proceso puede ser paulatino y cauteloso, siempre que se tenga claro el norte y la lógica, que es la de entregar poder efectivo al final del recorrido. 

Pero incluso si se pusiera en marcha este camino institucional, bajo un verdadero interés descentralista, el proyecto tendría patas cortas si no se cambiara de lógica económica, pasando del liberalismo primario-exportador – obsesionado con el crecimiento – al equilibrio territorial sostenible e inclusivo. Dado que cuentan con pocos recursos para competir en el orden global, las regiones seguirían en el camino de la concentración de riqueza y alta tendencia aglomerativa que hoy los tiene en la precariedad general, y tarde o temprano fracasarían como unidades de gobierno. Mientras Lima seguiría en dirección al declive final. Se trataría entonces de un federalismo más bien insostenible, que no entiende su naturaleza institucional y quiere acumular sin concentrar. Y que tampoco se reconoce en relación a su  territorio, y por eso pretende ser lo que productivamente no puede. Algunos dicen que sólo ahí vendrá la crisis y el nuevo tiempo, tras 500 años. Son especulaciones, sin embargo. Lo concreto es que el federativismo sostenible desplazado en 1535 es el único esquema territorial que ha funcionado en estas latitudes, y que llevamos casi cinco siglos de centralismo y desgracia mayoritaria. 

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UNO

Papagaio era el 10 del San Pablo y contaba con 29 años. Ordenaba y hablaba los 90 minutos. Tenía una zurda prodigiosa y una personalidad de fierro. En el partido ante Checoslovaquia quedó patentada su importancia. Dio 2 enormes pases gol, con el guante que tenía su pierna izquierda. Antes del final, salió lesionado. Brasil lo extraño horrores en el mejor partido del campeonato: ante Inglaterra. Reapareció ante Perú. Los brasucas dispararon al arco 27 veces y los peruanos 22. Fue un deleite. Al iniciar, un fantástico balón, eyectado de la zurda, de Papagaio (desde la medialuna) al pecho de Pelé. El Rey eludió a su marcador y disparó al palo del arquero peruano. El balón salió desviado, a punto de salir, Pelé, de espaldas, lo alcanzó y le dio con el taco para atrás. Apareció Tostao, rodeado de rivales, elevó su remate. Y corría el minuto 4.

Ante Uruguay, le mandaron una marca especial. Entonces, luego del sorpresivo gol uruguayo, atinó a trocar posición con Clodoaldo. El quedó atrás y el 5 del Santos se adelantó y, en pared larga con Tostao, empató el juego. 

En la final, hizo su mejor partido. Anotó un golazo. Minutos después, dio el pase milimétrico a Pelé; quien, cedió de cabeza el balón a Jair -triangulando la jugada- para el tercero. 

Al finalizar el encuentro se echó a llorar. Más tarde, tuvo la hidalguía de ir al vestuario de los vencidos y consolarlos. Le entregó su camiseta a Fachetti.

DOS 

Era el 10 del Corinthians y tenía 24 años. Antes de Roberto Carlos, Branco, Junior y Nelinho existía la Patada Atómica. Lo sufrió Viktor (uno de los mejores arqueros de Europa) en el primer gol de Brasil. Si uno observa la jugada, la bola viene con una velocidad y violencia increíble; si el arquero la hubiera tocado, le habría doblado la mano. 

Ante Inglaterra, segundo partido, hizo un jugadón dribleando a 2 rivales y, al final, su tiro reventó el parante de Gordon Banks. 

Contra Perú, aprovechó un resbalón de su marcador, y su zurda hizo que la bola, construyera una elipsis y, golpeara las redes.

En la semifinal, ante Uruguay, faltando pocos minutos para el final. Tostao recoge un rechazo de la defensa uruguaya y le cede el balón a Pelé. Este avanza hasta el borde del área. Espera y, ante la desesperación celeste, toca con suficiencia el balón a Rivelino, quien venía corriendo de atrás, y sin detenerse remata de zurda. 

En la final, en cada tiro libre, Rivelino se resbalaba. Había llovido ese día. Aun así, en una ocasión, reventó el parante de Albertosi con su pierna mala. 

Al concluir el partido, la emoción lo embargó y se desmayó. 

TRES

Era el 10 del Botafogo y tenía 26 años. Ostenta un record: Anotó en todos los partidos. En el primer match hizo 2 golazos: el primero le hizo una “coberta” al arquero Viktor y en el siguiente, ante pase de Pelé; eludió a 3 rivales y cruzó el balón, venciendo al meta.

Ante Inglaterra fue su partido. Cooper, su marcador, nunca pudo con él. Hizo el centro imposible, ante el acoso de su marcador para el cabezazo legendario del Rey. Y en el gol, aprovechó que Cooper se resbaló y anotó. Pero no déjate de joder, Pelé engaño a todos. Recibió el magnífico pase de Tostao (de nuevo la dupla) y, con todos los ingleses encima, la hizo simple, se la cedió a Jair. 

La semifinal fue un partido durísimo. Jair volvió loco, con su velocidad, a Matosas. Anticipó una jugada de ataque de la Celeste.  Pasó el balón a Pelé, quien funge de aduana, le da suavemente a Tostao, a pesar de su marcador. Este, se la tira larga a Jair, quien corre, teniendo a Matosas a su lado. Hace un movimiento de dribling y dispara en diagonal venciendo a Mazurkiewicz. La transmisión inglesa del gol (está en You Tube) es apoteósica.

Brasil había vencido a sus fantasmas.

En la final, solo tuvo que poner el pecho para completar el paso triangular de Pelé y Gerson.

Se arrodilló y se santiguó para agradecer a Dios.

CUATRO

El 10 del Cruzeiro tenía 23 años. En el primer partido, antes del gol de Rivelino, hace una pared increíble con O Rei. Más tarde, completa la famosa doble pared con Gerson, ante los ojos incrédulos de todo el mundo. 

Contra Rumania, el segundo gol lo involucra con Pelé nuevamente. Le da un fantástico pase gol de taco (en el aire) a su socio para el tercer gol.

Su aporte en el triunfo ante los ingleses es evidente. Hizo un jugadón, con túnel incluido al gran Bobby Moore, y dio el pase a Pelé (El negro siempre estaba allí) que antecedió al gol. 

A Perú le hizo 2 goles (su mejor actuación).

Luego en el partido de la semifinal, volvió a demostrar su conexión perfecta con el Rey: paredes, toques, y el pase infinito para el mejor amague del 10.

CINCO

Hay 4 jugadas que lo definen, y que están en el consciente de las personas que lo vieron vía satélite o lo vislumbraron por primera vez. 

Acto Uno

A punto de finalizar el primer tiempo. Pelé coge el balón de la media cancha, ve ligeramente adelantado a Viktor, y lanza un bombazo. El meta checo regresó desesperado al arco. La bola salió ligeramente desviada. La multitud enloqueció.

Acto Dos

Jair supera a su marcador Cooper con velocidad y antes de llegar a la línea de cal, centra. Y sucede lo imposible: O Rei se eleva y queda suspendido en el aire, desafiando las leyes de la naturaleza. Cabecea, como dice el manual, la bola toca el césped y rebota. A punto de ingresar, Gordon Banks lo intuye se tira y con reflejos endiablados la saca. Inolvidable.

Acto Tres

A punto de acabar el juego de semifinales. Su socio ideal-Tostao tiene el balón enfrente de 3 defensas uruguayos. La tira larga a Pelé que viene corriendo. La bola va en diagonal y Pelé llega junto con Mazurkiewicz y amaga, sin tocar el balón, engañando al portero. Vuelve y remata de espaldas al arco. La pelota sale por centímetros. Mágico.

Como dijo el genial Santiago Segurola “De alguna manera, casi todas esas jugadas tenían un aire de novedad para los aficionados de entonces. La fascinación fue tan grande que se eliminó lo prosaico en favor de lo irreal. Las dos acciones de Pelé ante Víktor y Mazurkiewicz se asumen como goles. Que no lo fueran, importa menos que la impresión que causaron las jugadas”.

Acto Cuatro

Añadiría el último gol. Luego de un mosaico de jugadas, que empezó Tostao e involucró a Piazza, Clodoaldo, Pelé, Gerson, Clodoaldo (se dribló a 4 italianos), Rivelinho y terminó con Jairzinho, quien sabía dónde estaba Pele (al borde del área). Y el negro sin mirar -se conocían de memoria- se la tira larga a Carlos Alberto, quien concreta.

Toda una declaración de principios y avizorando lo que vendría: La Naranja Mecánica o el Futbol Total.

 

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Brasil 70

Se hizo una el Congreso de la República al censurar al inefable e incompetente ministro de Educación, Carlos Gallardo. Como habíamos señalado en anteriores columnas no era admisible que el Legislativo se abocara, entusiasta, a buscar la vacancia del Presidente y no haya sido capaz, en más de 130 días, de haber siquiera censurado a uno de los tanto ministros impresentables que este gabinete alberga.

En el caso de Gallardo, se trataba de un ministro comprometido con la reversión de la reforma magisterial y universitaria, sospechoso de haber filtrado la prueba docente de manera corrupta, ligado a un sindicato como el Fenatep, de filiación filosenderista, empeñado exclusivamente en destruir el tejido sindical del Sutep antes que en desvelarse, por ejemplo, por el reinicio de las clases presenciales. Muy bien censurado. Más bien, lo criticable es que no se haya hecho mucho antes.

La lista de próximos censurados cae por su propio peso. Juan Silva, ministro de Transportes, entre otros, resalta por su incapacidad y por su manejo sinuoso del portafolio. Ha destruido lo poco que se había avanzado en materia de reforma del transporte, entregándole cuotas de poder a las mafias del transporte informal, orondo e impune.

Eduardo Gonzáles, ministro de Energía y Minas, cómplice de la destrucción de la actividad minera que este gobierno está dejando que se produzca, ausente, cuasi responsable delictivo. El propio ministro ha llegado a hacer declaraciones contemplativas con los autores de los desmanes violentos que ya han paralizado varios proyectos mineros (ayer nomás han incendiado las instalaciones de la mina Anabi, en Chumbivilcas, Cusco).

El propio ministro del Interior, Avelino Guillén, merece, al menos, una interpelación. ¿Cómo es posible que las fuerzas policiales no intervengan en el levantamiento de los ilícitos y extorsivos bloqueos de carreteras, o que no actúen respecto de los ataques a la propiedad privada que hemos visto en varios campamentos mineros, sin que se haya producido siquiera una acción de custodia o de investigación posterior? La policía, al parecer por órdenes del ministro, ha decidido no actuar.

¿El Congreso quiere recuperar sus fueros y su legitimidad? Que acentúe su labor de fiscalización de un Ejecutivo que no da la talla. Eso no es obstruccionismo. Por el contrario, al hacerlo, el Parlamento colabora con la escasa gobernabilidad que un Presidente tan mediocre como Pedro Castillo despliega.

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Congreso de la República, ex ministro Gallardo, Ministro de educación

Los indicadores de calidad que tienen en la cabeza los directivos de la Sunedu corresponden a otras realidades”, Alfredo Rodríguez, asesor de Carlos Gallardo, hoy censurado Ministro de Educación.

¿A cuáles “indicadores de calidad” se refiere el asesor? ¿Acaso a las Condiciones Básicas de Calidad (CBC) cuyo cumplimiento permite el licenciamiento de las universidades? Según la Ley Universitaria, la Superintendencia de Educación Superior Universitaria (Sunedu) es la instancia responsable del licenciamiento de las universidades. Licencia que, por cierto, es temporal y renovable y tiene una duración mínima de 6 años. Asimismo, es la que supervisa la calidad del servicio educativo universitario y fiscaliza si los recursos públicos y los beneficios otorgados por el marco legal a las universidades son destinados a fines educativos y al mejoramiento de la calidad. 

Como se sabe, desde finales del 2015, cada una de las universidades del país, públicas o privadas, debía demostrar ante la Sunedu el cumplimiento de las CBC para prestar el servicio de educación superior universitario. En total son 8. La primera, alude a la existencia de objetivos académicos;  grados y títulos a otorgar; y planes de estudios correspondientes. La segunda, a la oferta educativa a crearse compatible con los fines propuestos en los instrumentos de planeamiento. La tercera, a la infraestructura y equipamiento adecuado al cumplimiento de sus funciones (aulas, bibliotecas, laboratorios, entre otros). La cuarta, a las líneas de investigación a ser desarrolladas. La quinta, a la verificación de la disponibilidad de personal docente calificado con no menos de 25% de docentes a tiempo completo. La sexta, a la verificación de los servicios educacionales complementarios básicos (servicio médico, social, psicopedagógico, deportivo, entre otros). La séptima, a la existencia de mecanismos de mediación e inserción laboral (Bolsa de trabajo u otros). Y, la última, a la transparencia de las universidades.

Desde aquel entonces, 145 universidades solicitaron su licenciamiento. De ese total, 94 fueron licenciadas y 51 no. De las 51 universidades no licenciadas, 48 fueron privadas y 3 públicas. Todas estas universidades, por ejemplo, incumplieron tres CBC relacionadas a objetivos académicos,  programas de estudio y grados académicos; investigación y mecanismos de inserción laboral de sus egresados y graduados. Una evidencia que el anterior procedimiento para crear universidades, bajo la responsabilidad de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), no era el más adecuado y no garantizaba condiciones mínimas de calidad para la prestación del servicio educativo superior universitario. Por eso mismo, se le reformó mediante la promulgación de la Ley Universitaria el 3 de julio de 2014.

A la fecha, el impacto de la reforma universitaria ha sido positivo. Por citar solo algunos ejemplos. En primer lugar, el aumento de publicaciones en revistas indexadas en Scopus. Se pasó de 1770 en el 2014 a 5823 en el 2020. Scopus es una base de datos de prestigio en el mundo académico y los criterios que utiliza para incluir una publicación son muy exigentes. En segundo lugar, el porcentaje de docentes a tiempo completo en las universidades públicas y privadas, en promedio, se duplicó entre el 2015 (25%) y el 2021 (48%). En tercer lugar, el porcentaje de docentes incorporados, luego del licenciamiento, en el Registro Nacional Científico, Tecnológico y de Innovación Tecnológica (RENACYT) aumentó de 2% a 5.5%. Los cuales son calificados, clasificados e inscritos de manera rigurosa.  

El sentido de la reforma universitaria ha sido garantizar condiciones mínimas de calidad para el funcionamiento de las universidades. A partir de lo cual, revisarlas y mejorarlas periódicamente para ir elevando el nivel de la calidad educativa. Una apuesta y una necesidad que se condicen con lo señalado por Unesco: “En las dos últimas décadas, la garantía de calidad en la educación superior ha alcanzado un impulso significativo en todo el mundo, en un esfuerzo por asegurar que los estándares educativos se mantienen y refuerzan”. 

Por último, confiemos que quien reemplace al Ministro de Educación no piense, como pensaba su asesor, que “el concepto de calidad es un concepto eurocéntrico que quiere decir que creen que las universidades del Perú deben ser equiparables con las universidades europeas”. 

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Minedu, ReformaUniversitaria, SUNEDU

Uno. Esa foto viral de Ricardo Gareca en Caracas, atropellado por Cueva en la celebración del gol. El técnico lo contiene, lo enreda entre sus brazos, y una marea de jugadores arman una imposible estatua múltiple entre ellos. Será una celebración histórica aún si Perú no va al Mundial, porque es la resurección futbolística explicada en un retrato instantaneo y eterno. 

También simboliza a la selección peruana de este año. Agarró fuerza con la aparición de Lapadula. En junio, a pesar de haber descendido en la Serie A de Italia con su equipo, fue el artifice del inicio de la remontada en las Eliminatorias. En Quito corrió hasta el último aliento a pesar de ser el primer partido en altura de toda su carrera, a los treinta años. Y evitó la eliminación.

Luego la selección tuvo una Copa América decente alcanzado a jugar todos los partidos del torneo. Probó jugadores, sistemas de juego y variantes, pero al final volvió a los mismos de siempre para remontar en el camino a Qatar. Y lo logró. Ha terminado el 2021 con el mejor puntaje de la tabla, detrás de Argentina y Brasil. El quinto lugar momentaneo es un premio a la perseverancia y la motivación.

Quizás el 2021 es solo comparable en éxito futbolístico con el 2017-2018. Todo lo vivido en el cierre de la Eliminatoria y los meses previos al Mundial, e incluso en Rusia. Aquel fue un fútbol de descomunal factura, una selección comparable únicamente con el top 10 del mundo. Ahora Perú está cerca de esa versión. No gana fácil, pero no pierde entregado. Sufre, pero ha vuelto a entender su juego.

Dos. En otra latitud lejana, el mejor jugador del mundo dejó su casa por más de dos décadas para irse a Paris. Messi puso al mundo en suspenso un par de semanas para hacer un contrato multimillonario (para todos los implicados), y dejar el Barcelona en la ruina futbolística (y económica). Uno a uno se alinearon los nuevos fanáticos del PSG, al que llamaron “el equipo invencible”.

Pero la aventura de Messi no ha empezado bien. Es el ejemplo de como toda la plata del mundo no van a comprar nunca el éxito deportivo. Se necesita trabajo, perseverancia y mucha ambición. Neymar parece un ex jugador, Ramos ya es un jugador retirado y Pochettino no encuentra una estructura defensiva sólida, sobre todo en el medio campo. También el factor psicológico es vital.

Cuánto hubieran querido los hinchas del fútbol ver a Messi jugando para un equipo guerrero con gran hinchada, como Maradona en el Napoli. Hacer realidad ese tipo de proyectos imposibles logrados por megaestrellas. En el Saint-Etienne, por ejemplo, para tirar pases con Trauco. Pero Lionel escogió la lógica estabilidad y el correcto orden de toda su vida. No es, ni de cerca, el personaje Maradona. 

Ahora el PSG se jugará los octavos de final de la Champions League, el verdadero objetivo de Messi, ante un viejo cuco. Real Madrid es el líder absoluto del fútbol español y Ancelotti ha recuperado ese mediocampo solemne entre Kroos, Modric y Casemiro, todos en gran nivel esta temporada. Quizás Messi tenga que esperar una temporada más para ganar la Champions y luego por fin poder retirarse lejos del mundanal ruido de la fama en Miami, donde (dice) nadie lo conoce.

Tres. Los líos administrativos en el fútbol. Los de saco y corbata, los dirigentes, han tenido un año ejemplar, por decir lo menos. Han acaparado titulares y sus decisiones han dado la vuelta al mundo. Primero, a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, se le ocurrió crear una Champions League con solo los mejores clubes, con el objetivo de recaudar más dinero por el alto nivel futbolístico.

Pero su idea se desinfló incluso antes de que el Sheriff de Tiraspol, un equipo totalmente desconocido y sin historia a nivel continental de Moldavia, le ganó de visita a su propio Real Madrid en Champions. Sí, con Gustavo Dulanto del Callao como capitán. Es por ese tipo de sucesos que la Champions debe incluir siempre a equipos pequeños, para hacer de la gloria del fútbol un sueño posible para todos.

Y luego, a Gianni Infantino, Presidente de la FIFA, se le ha ocurrido hacer un Mundial de fútbol cada dos años. Si así fuera, se pondría en riesgo el gran valor histórico de este torneo. Es decir, que no sea tan dificil ganarlo. Como hoy ocurre cada cuatro años, en una década a penas hay dos o tres mundiales jugados. Eso reduce las posibilidad de que una misma generación gane más de uno. 

La gran mayoría de jugadores tienen diez años de alto nivel futbolístico, y solo los más grandes llegan a jugar más de tres torneos mundiales. Messi y Cristiano, solo ellos, llevan cuatro y se irán por el quinto. Maradona y Pelé jugaron cuatro cada uno. Qué sería del récord de Cubillas con diez goles en Mundiales si un delantero cualquiera francés o danés pudiera jugar siete u ocho mundiales en su carrera.

Cómo cambiaría el fútbol si a partir de ahora los jugadores pudieran tener una carrera con diez o doce Mundiales. Quedarían atrás los récords logrados, por la decisión individual del humano y no por el natural paso del tiempo. Infantino ya cambió demasiado las reglas incluyendo más equipos en el torneo. Hacer más es desligitimar a los campeones, y también a los perdederos y los invisibles. 

El fútbol ha demostrado el 2021 que se trata de perseverancia, trabajo y honor. También la búsqueda de la igualdad, la ambición y la motivación. 

 

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2021, Deporte, Fútbol, Qatar 2022

Ayer se pintó de cuerpo entero el ministro de Educación, Carlos Gallardo. En medio de la controversia surgida por la denuncia propalada en el programa de Milagros Leiva, respecto de la participación de una colaboradora eficaz que denunció que una congresista oficialista, de la mano de la hija del ministro, habían sido los autores del filtrado de la prueba docente, en lugar de aclarar las dudas sobre el tema, se dedicó a zaherir gratuitamente al gremio mayoritario del magisterio, el Sutep, en claro afán distractor.

Totalmente descaminado, sin perspectiva de gestion, guiado por sus odios personales o respondiendo a encargaturas presidenciales, sin ningún desvelo por los problemas principales del sector, así es el titular de Educación que nos ha tocado en suerte.

La moción de censura, presentada el 17 de diciembre, cuestiona precisamente la idoneidad de Gallardo para el cargo; su evidente vinculación con la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenate Perú), gremio promovido por el presidente Pedro Castillo y vinculado al Movadef; su presunta participación en eventos con miembros del citado movimiento filosenderista; su rol en la contrarreforma magisterial; su falta de compromiso con el reinicio de las clases escolares presenciales; las cuestionables designaciones en su sector; y las mencionadas irregularidades en el desarrollo de la prueba única nacional del concurso de nombramiento docente del 2021, respecto de la difusión o filtración de preguntas y el cuestionario.

Un rosario de dislates y barbaridades cometidas en el portafolio de Educación que, al parecer, el presidente Castillo está dispuesto a tolerar, sin ningún empacho por la falta de probidad intelectual, ideológica o moral del citado ministro. Dado ese escenario, le corresponde al Congreso, en ejercicio de sus facultades, proceder a su fiscalización y, en caso extremo, como aparenta serlo el de Carlos Gallardo, censurarlo y sacarlo del gabinete ministerial.

Es un tema de dignidad institucional el que le corresponde zanjar al Legislativo. Si no es capaz de censurar a un ministro absolutamente incompetente, que está destruyendo el sector Educación -uno de los sectores esenciales en la marcha del Estado peruano-, sería un baldón que desprestigiaría aún más al Parlamento. Si consigue los votos y lo saca del poder, en cambio, dignificaría su propia institucionalidad.

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legislativo, parlamento
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