Opinión

Querida Manuela,

Te escribo muy preocupada, seguimos con la incertidumbre porque aún no se ha declarado Presidente de la República. Desde nuestra última carta han pasado unos días de mucha inestabilidad ya que se ha terminado el conteo de votos y por un pequeño número de impugnaciones no finaliza el proceso electoral. Hay una polarización muy grande basada en miedos y suposiciones con respecto a lo que será el futuro del país.

Tú sabes a lo que me refiero, ya que viviste la política durante nuestra independencia. Participaste en los cambios políticos desde la llegada de San Martín, en la elección del Primer Congreso Constituyente, la creación de la Junta Gubernativa; y fuiste testigo del rol de José Bernardo de Tagle -Marqués de Torre Tagle- y luego del General José de La Mar, de Riva Agüero como Presidente de la República y finalmente de la entrada triunfal de tu amado Simón Bolívar. También viviste la inestabilidad política en la Gran Colombia luego de que muriera Bolívar, las acciones durante el gobierno de Francisco de Paula Santander, cuando decide detenerte con tus esclavas y te deportan a Jamaica. Luchaste por regresar a Ecuador, pero a lo más próximo que llegaste fue al puerto de Paita en Piura.

Dentro de este desorden, lo bueno es que luego de 200 años tenemos una institucionalidad con debidos procesos que estamos respetando. Pero esta polarización es preocupante porque no da espacio al diálogo ya que no hay puntos en común. Eso me genera inquietud por la protección de los derechos humanos de las poblaciones vulnerables y las minorías. Esta misma semana, Liz Chicaje, mujer indígena del pueblo originario Bora de la región Loreto, ganó el prestigioso premio Goldman por su compromiso de proteger los bosques amazónicos. Es un gran logro para las mujeres indígenas y activistas de derechos ambientales, pero ha tenido muy poco impacto en los medios por los conflictos en el proceso electoral.

Sabes, hace unas semanas, mi comadre me compartió un volante sobre un taller de teatro testimonial. Decidí tomarlo, siempre me han encantado las artes escénicas ya que he bailado muchos años danza moderna, soy capoeirista y apasionada del teatro. Tengo cosas que contar y me pareció interesante, no investigué mucho por la falta de tiempo, y me inscribí. El primer día de clases me percaté de que era un taller dirigido a la comunidad LGTBQ y que participaban varios jóvenes activistas. ¿Me había equivocado? ¿Me retiro? ¿Tú qué hubieras hecho?

Como abogada y artista apasionada pensé que el hecho de que no sea miembro de la comunidad no me debía limitar. Creo en los derechos humanos, he trabajado toda mi vida defendiéndolos, soy artista y sobre todo tengo personas muy queridas que son miembros de la comunidad, por qué no ser una mejor aliada. Al igual que lo hubieras hecho tú, me quedé en el taller y ha sido una experiencia increíble. Hemos creado de manera colectiva la obra Seámoslo. Tenemos más cosas en común que diferentes y el taller se volvió un espacio de diálogo y de unión. A veces, solo se necesita un despiste y mucha voluntad y coraje para unirnos. Junio es el mes del orgullo y nuestra obra estará en el Festival Internacional de Artes Escénicas Diversas el próximo miércoles.  Tú, claro, estarás en ella.

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Fraude electoral, Incertidumbre política, Votos impugnados

Muchos lectores deben haberse preguntado por qué, a estas alturas de junio, no se ha escuchado hablar mucho de la Feria Internacional del Libro de Lima, realizada tradicionalmente entre julio y agosto cada año, sobre todo sabiendo que se trata de uno de los eventos culturales más importantes del país. El año pasado, como muchos recordamos, su edición fue virtual y no por ello menos exitosa, de manera que la pregunta por la FIL 2021 se caía de madura.

El presidente de la Cámara Peruana del Libro, Willy del Pozo, reveló algunos alcances en torno a la organización de la FIL de este año. En primer lugar, se está redefiniendo la fecha de la feria, que podría correr hasta fines de octubre e inicios de noviembre, pues se desea un evento presencial, respetando, claro está, aforos y protocolos. En tanto, se realizarán mini ferias en algunos distritos (ahora mismo hay una en Magdalena) entre este mes y setiembre.

Como acostumbra la FIL, cada año el evento se articula en torno a un tema. Este año, por obvias razones, el Bicentenario es el motivo central de las actividades que se programen, poniendo énfasis en la literatura de los países andinos. Los lectores esperamos prontas noticias sobre la marcha de estas propuestas. Lo mismo se espera del reglamento de la Ley del Libro, que debería verse en el próximo Congreso.

Y aunque la pandemia ha causado graves estragos en la economía del país, hay que saludar el enorme esfuerzo de editores y libreros por mantenerse en actividad. Saludo esa persistencia. Y como nos quedan todavía la mitad de este gris 2021, voy a intentar ponerle un poco de color con algunas novedades que irán apareciendo de aquí a diciembre (y de seguro habrá muchas más). Por ahora, toma nota, desocupado lector.

Revuelta continuará publicando clásicos peruanos y anuncia selecciones de dos textos mayores de nuestra tradición: Comentarios reales de Garcilaso y Nueva Corónica de Guamán Poma, además de una sorpresa en torno a José María Arguedas.

De Ediciones Copé llega el rumor de la puesta al día con la publicación de los Premios Copé 2019 y 2020, además de una suculenta (y muy completa, según fuentes cercanas a esta columna) antología de la microficción en el Perú, a cargo del narrador Ricardo Sumalavia.

La siniestra ofrecerá tres nuevos ensayos: Los silencios de la guerra. Memorias y conflicto armado en Ayacucho (Valérie Robin); Demonios encarnados. Izquierda, campesinado y lucha armada en Huancavelica (Ricardo Caro Cárdenas) y Viviendo bien. Género y fertilidad en los Airo-Pai de la amazonía peruana (Luisa Elvira Belaunde).

Animal de Invierno nos dejará navegar en las páginas de tres novísimas novelas: Discrepo (Víctor Lozada Andrade), No hay más ciudad (Francisco Izquierdo Quea) y otro título de la argentina Ariana Harwicz: Precoz.

Gafas Moradas lanzará, entre varios nuevos títulos un rescate editorial, Confesiones de Dorish Dam, de Delia Colmenares, primera novela peruana de temática lésbica, aparecida en 1919, que será devuelta a los lectores con prólogo de la escritora Claudia Salazar. Se suman a su catálogo Será ley, cuentos de Rosalí León-Cilioti que abordan la problemática femenina durante el Perú de la Independencia y un estudio de Margarita Saona titulado Despadre. Masculinidades, travestismos y cicciones de la ley en la literatura peruana.

Pesopluma pondrá en vitrina Kloaka y los subterráneos, una memoria del poeta Roger Santivañez en la que convergen el rock y la poesía de los 80; El legado, primer libro de cuentos del piurano Tadeo Palacios y El traje, escrito e ilustrado por uno de los Hermanos Magia, Gabriel Alayza.

Cierro este recuento parcial con Peisa, que pondrá ante los ojos de los lectores tres ediciones conmemorativas, para celebrar los cincuenta años de Un mundo para Julius, de Alfredo Bryce y los cuarenta de Las tres mitades de Ino Moxo, de César Calvo y de Noches de adrenalina, el libro emblema de la poesía de Carmen Ollé. También una antología de Mariela Dreyfus, titulada Arúspice Rascacielos y la nueva entrega narrativa de Leonardo Aguirre, Nueve vidas.

Mientras la feria toma cuerpo, querido lector, habrá mucho para leer. Larga vida al libro peruano. Amén.

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Feria Internacional del Libro de Lima

Christian Cueva es un jugador indisciplinado. No solo le gusta la fiesta, el trago y rodearse de amigos. Cueva es un jugador que no distingue con claridad dónde acaba su profesión y empieza el ocio, por decirlo menos. Es un jugador que, después de una hazaña en Quito y a puertas de una Copa América, vistiendo la diez de Perú, parece creer que es buen momento para un escándalo.

Se filtra un video de Cueva en una reunión, rodeado de gente, en medio de una pandemia y sin distanciamiento social, sin mascarilla, tomando. El que lo filtra no es amigo, sin dudas. Es un felón improvisado, un oportunista. Pero eso no importa. El video es público. Se ha roto cualquier burbuja sanitaria posible. Y Cueva ha vuelto a demostrar la fragilidad de su conducta o el poco desarrollo de su sentido de la responsabilidad.

¿Por qué? Porque al formar parte de esa reunión y no mostrar respeto a la posibilidad del contagio, pone en peligro al grupo y al desarrollo del proyecto de la selección en su conjunto, no solo a sí mismo. Es simple: un jugador contagiado, contagia al resto, y así no tengas síntomas, quedas fuera de la competencia.

Le pasó a Venezuela. Once jugadores titulares del equipo fueron retirados de la lista por tener COVID-19. Ninguno grave, pero positivos en el virus. Probablemente aptos para jugar, pero positivos en el virus. Imaginemos entonces una Copa América sin Tapia, sin Trauco o sin Yotún, todos al mismo tiempo. O sin el nuevo mejor amigo de todos, Gianluca Lapadula. Sin Abram, sin Carrillo.

Y no, no importa si Perú pierde la Copa o si no tiene un equipo competitivo. De todas maneras, lo más probable es que no la ganará. El problema es que el plan de preparación del equipo -que necesita consolidar sistemas de juego para la verdadera competencia en las eliminatorias- queda trunco. Se pondría en riesgo cuatro partidos de preparación, a buen nivel de competencia, contra los mismos rivales que hay que vencer para llegar a Qatar.

Así, Cueva volvió él solo a los días del Golf Los Incas de Chemo o las fiestas secretas del buen Ñol Solano. Felizmente ningún otro jugador volvió con él. Nos habíamos olvidado de todo ello, pero la indisciplina siempre regresa. Porque el fútbol, aunque a veces no nos acordemos y entre otras razones, lo juegan en su mayoría veinteañeros con mucho dinero y mucha fama.

Entonces, la duda inunda el cerebro del técnico Ricardo Gareca. En Videna evalúan separar a Cueva del equipo, a manera de ejemplo y castigo. Como haría cualquier profesor o incluso padre al ver a sus dirigidos en mala conducta. Lo más probable es que no necesiten ver más videos ni fotos, conocen bien a Christian. De hecho, lo conocen más tiempo y mejor que cualquier liga en la que ha jugado.

En los trece años de carrera de Cueva, el máximo tiempo que ha jugado en un equipo ha sido en el primero, la San Martín, por cuatro años. Jugó 121 partidos y marcó casi veinte goles. Después pasó por la Vallejo, Unión Española de Chile, Rayo Vallecano, Alianza, Toluca, Sao Paulo, Krasnodar de Rusia, Santos, Pachuca, el Malatyaspor y ahora el Al-Fateh de Arabia. Once equipos en nueve años. Eso es, sí, menos de un año por equipo.

De Alianza se fue entre indisciplinas. En Sao Paulo hasta ahora no saben por qué se quiso ir. De Rusia salió sin dar razones dejando una inversión varada. Del Santos, enfrentado contra el técnico. En el Pachuca después de solo cinco partidos. De Turquía lo echaron. A decir verdad, en el último tiempo, la selección peruana ha sido su lugar más estable. Pero Perú no puede ser la excepción de su estilo, es simplemente un impacto diferente. 

Christian Cueva es hoy un colibrí. Va y pica, engalana, algo no le gusta y se va. Algo similar pasa en la selección. Viene, juega, engalana, y a veces falla y se va. A veces está a la deriva. Y aún así, aunque no tenga club fijo o ritmo de competencia, es una pieza inamovible en el once titular. 

No hay jugador en Perú que cumpla la función como Cueva. No le hacen sombra. El manual de Gareca obliga a ponerlo. Y Cueva lo sabe. Desde el Mundial, parece que el jugador reconoce una cúspide alcanzada y una condición de intocable. Hay ganas de jugar bien, lo demostró ante Ecuador, y mucho talento; pero la indisciplina de siempre y la inestabilidad no se han acabado con el éxito, sino que quizás se han hecho más evidentes con el tiempo.  

Y Gareca, pensando desde la Videna mientras mira el video de la fiesta, sabe que no puede prescindir de Cueva. La alternativa hoy sería Luis Iberico, una incógnita. Toca volver a hablar con él, desde la voz de autoridad que ha construido sobre Cueva. Eso le permite tener estabilidad alrededor suyo. Toca volver a arriesgar el ejemplo hacia el grupo y hacia otros jugadores peruanos menores, que con toda razón podrían pensar: escándalo y juega igual. 

Pero ahí está el punto. Salvando las distancias, Cueva es para Perú como Maradona fue para Argentina. O Romario para Brasil. Cueva es diferente. Cuando está, Perú muestra un fútbol determinante, ordenado y, a pesar de la contradicción inevitable, muy disciplinado en la cancha. Christian, con su panza prominente y su físico pormenorizado, hace la banda sin cansarse. La pisa, la toca, va a buscarla. Lanza el pase, llega a todas. Como a Maradona, la fiesta no lo descoloca. Como a Romario, el entrenamiento no lo modifica. Y eso Gareca parece entenderlo. 

Al técnico no le importa un rábano lo que Cueva haga con su vida privada. Lo único que le importa es lo que haga en la cancha. Y que sea un ejemplo ahí, en el verde. A decir verdad, así es como deberíamos sentirnos todos. Corregir lo incorregible o insistir en la moralidad es una forma de desaprovechar un talento, satanizarlo, frustrarlo y evitarlo. La alternativa es influenciar alrededor suyo al grupo en identificar lo malo y evitar que sea contagioso. No solo el COVID-19, sino también la indisciplina.

Hace seis años, Gareca confió en un Cueva cuestionado por la mala conducta de siempre en Alianza y lo volvió el diez de Perú. Nunca salió del equipo, a pesar de todo. Y fue precisamente en un partido contra Brasil donde demostró sus cualidades: anotó el primer gol. A pesar de eso, perdimos con Neymar en cancha. Pero esa historia fue una de las principales que nos llevó a Rusia. Esperemos que hoy, nuevamente cuestionado, Cueva con la diez ponga en problemas a Brasil.

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Christian Cueva, Copa América, Ricardo Gareca

En el caso de ganar Castillo, mucho del destino político y social del país va a depender del papel de bisagra y de contención que ejerza el centro en el Congreso de la República. La izquierda está definida: son 42 (37 de Perú Libre y 5 de Juntos por el Perú); la derecha lo propio: son 44 (24 de Fuerza Popular, 13 de Renovación Popular y 7 de Avanza País).

En el centro recalan 17 de Acción Popular, 15 de Alianza para el Progreso, 5 de Podemos, 4 de Somos Perú y 3 Morados, en total 44. En el escenario de un Castillo tirado al centro, más moderado, con el plan de Francke bajo el brazo, es factible que se llegue a un acuerdo con este numeroso sector de congresistas y lograr así un holgado grupo de 86 votos, con los cuales se podría, sin problemas, hacerse las modificaciones tributarias que se han planteado particularmente para el sector minero (que es de donde Castillo piensa sacar la caja para sostener su proyecto de reconstrucción del Estado en materia de salud y educación).

Pero el elemento de negociación que el centro debería anteponer es que Castillo arríe las banderas de la Asamblea Constituyente. Primero, porque no es necesario para aplicar el plan Francke y segundo porque de querer hacerlo va a someter al país a una zozobra política e incertidumbre social gigantesca, cuyo principal perjudicado va a ser el propio gobierno (con las inversiones privadas retraídas no hay país que pueda prosperar).

La única manera de asegurarnos que el período Francke no sea una primavera rosada que a renglón seguido, apenas se acomode en el poder Castillo, dé paso a un verano rojo liderado por las huestes cerronistas, pasa porque Castillo renuncie a la idea de refundar constitucionalmente el país, pretensión que choca con el rechazo de por lo menos la mitad del país que no votó por aquella.

Meterse el escenario de una eventual disolución del Congreso, nuevas elecciones congresales, o referéndum inicial para ver si se convoca otro que consulte si se va a una Constituyente, elecciones para la misma, etc., teniendo en el medio planeando la posibilidad de una vacancia, sería una demostración de irracionalidad que ojalá Castillo entienda que sería terrible para el país y su propio mandato.

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Centro, Congreso, Pedro Castillo, Pedro Francke

UNO

Era natural de la lejana Wisconsin. Era un cuarentón, caucásico, con cejas pobladas, orejón y pelo engominado. Joseph McCarthy fue electo senador republicano en 1947. En 1950 emergió de la oscuridad: Dedujo, inteligentemente, que la Unión Soviética y China eran los enemigos a vencer. Entonces, cual demagogo oportunista, acusó a Truman de tibio, ante el avance del Comunismo. Como pocos le hicieron caso, le envió una misiva al Presidente denunciando una conspiración roja, dentro del Departamento de Estado. Más tarde, hizo pública la carta. Eso, jodió a Truman.

Volteó su mirada a la Costa Oeste: Hollywood. Y sonrió. Ahí esgrimió una lista negra, con apoyo popular y sin ninguna interferencia política. En dicha lista, incluyó a actores, guionistas, intelectuales, artistas, científicos y directores de cine.

DOS

Dícese, erróneamente, que la edad brinda un mayor sosiego y sabiduría. Generalmente, la gente que de joven es cojuda, pues de viejo lo seguirá siendo. O que en la vejez, mucha gente cambia para mal.

Vitocho Belaunde es una muestra clara de este axioma. En un programa político, recordó el golpe de 1962 (que benefició a Belaunde y perjudicó a los apristas) como un ejemplo –erróneo- del porqué se debe anular las elecciones. Aunque, hasta ahora, no se comprobó el tan mencionado fraude, según los organismos internacionales.

En 1992, tuve la gran oportunidad de entrevistar al vate Antonio Cisneros, quien generoso me brindó una hora y media de su tiempo. Me dejó muchas frases para el recuerdo.

“Tomás, todo es cíclico. Incluso el liberalismo a ultranza que estamos viviendo”.

Leí en las redes sociales, a gente que sin inmutarse, exigía que se proscriba al Partido Comunista. Otros, reclamaban que los tanques militares salgan a las calles. Me parecía volver a los años cuarenta y cincuenta, cuando el APRA y el Partido Comunista estaban proscritos; y sus líderes deportados. O los ignomiosos golpes de Estado.

TRES

Apuntó su mira a los Rosenberg, y los acusó de traición a la patria. Terminaron en la silla eléctrica.

McCarthy creó comités y grupos de vigilancia privados, para antiamericanos en las ciudades. La consecuencia directa fue que miles de personas perdieron sus trabajos. Así también, se procesaron a residentes extranjeros y homosexuales. Lo contraproducente de esto, es que él era gay; reprimido, pero gay.

Incluso persiguió a Chaplin. Lo obligó a exiliarse.

Años después, su imagen se desgastó. Se había creado demasiados enemigos. Su alcoholismo y el cambio de la opinión pública sellaron su suerte. Fue expulsado del Comité del Senado. Y luego se perdió en el anonimato.

CUATRO

El Perú era y es un país racista. Acá no hubo un proceso de mestizaje uniforme, como en otros países. Los españoles (conquistadores) usaron los indígenas como servidumbre. En otros países, los españoles tenían queridas e hijos, por doquier, con las indígenas. Acá eso no sucedió, ni de casualidad.

Que Pedro Castillo haya salido de un pueblo perdido del interior, y que no haya ido nunca a Lima, para hacerse de un nombre; es algo que los limeños no entienden, o no quieren entender.

Cuando hacia campaña por esos pueblos, les hablaba como un campesino más y comía con ellos. Fácil deducir, por que dichos poblados votaron por el hombre de Chota.

Que Keiko y su troupe, menosprecien y deseen anular el voto indígena, es una muestra más de racismo. Y su forma inequívoca de entender el país.

La irascibilidad se apoderó de un grupo heterogéneo de personas, ante los resultados electorales, en Lima. Por cuenta propia o no, decidieron colgar un cartel en las redes sociales: “Chapa tu Caviar”. Un mensaje netamente discriminatorio.

Lo insólito del caso, es que muchos cristianos que suscribieron en el muro del facebook: “El Comunismo es Satanás”;  ahora, con lo de “Chapa a tu Caviar”, dichos creyentes han virado en un silencio sepulcral.

A lo lejos, en el Seol, McCarthy dibujó una sonrisa sardónica en su rostro.

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Fraude electoral, Golpe de estado, Pedro Castillo, Racismo

Es políticamente muy importante que la derecha haya logrado el nivel de movilización que ha mantenido en ristre luego del proceso electoral. Más allá de algunos excesos, si se confirma el triunfo de Castillo, se avecinan varias pruebas políticas de primer orden que van a requerir que la mitad del país que votó por la derecha no se adormile o se desactive.

Aun en su plan moderado -el de Francke y Dancourt- el eventual gobierno de Castillo no descarta el camino del referéndum y de la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Ello nos va a llevar a un nivel de confrontación permanente.

La única manera de lograr ese propósito pasa por conseguir 87 votos en el Congreso en dos legislaturas. No los tiene. Segunda opción: 66 y posterior referéndum. Tampoco los tiene.

Lo que va a hacer Castillo, si no desiste de la idea de la Constituyente, es presentar un proyecto de reforma constitucional del artículo 206, en el cual se plantee que el Ejecutivo pueda convocar directamente a un referéndum para disponer que el pueblo decida. Y hacer cuestión de confianza de ello.

Negada dos veces la cuestión de confianza, disolverá el Congreso. En consecuencia, habría elecciones prontas para nuevo Congreso. Allí la derecha tendrá que dar una batalla para ganar la mayor representación. Si la pierde y Castillo consigue la mayoría absoluta (87 congresistas) para aprobar reformas constitucionales, ya no habría necesidad de una Constituyente.

Pero si Castillo no consigue si no mayoría relativa, aprobará la reforma y deberá convocar a un nuevo referéndum para saber si se aprueba o no esa reforma constitucional. Segunda batalla política de la derecha será ganar ese referéndum. Si Castillo lo gana, podrá desde el Ejecutivo convocar otro referéndum ya para decidir explícitamente si se convoca a una Constituyente. Tercera batalla de la derecha.

Si finalmente se convoca a elecciones para conformar una Asamblea Constituyente, será la cuarta batalla política que la derecha tendrá que dar para impedir que suceda lo de Chile y se imponga una mayoría de izquierda que logre cambiar el modelo que tantos éxitos le ha dado al país.

Para librar todas las contiendas electorales señaladas, en caso de ganar Castillo y persistir en su despropósito (no se necesita cambiar la Constitución para desplegar un gobierno de izquierda moderado como el que anuncian Francke y Dancourt), la derecha tiene que mantener el músculo entrenado y el activismo al tope.

Recuerdo cuando hace pocos años atrás mostrábamos preocupación por la banalidad de las actividades del gobierno de Vizcarra proyectadas para celebrar el bicentenario de nuestra independencia. El asunto sobre esa conmemoración llegó a mayores cuando el año pasado irrumpe la pandemia y con la restricción social se tira abajo muchos más de los actos planificados. Pero eso no fue todo, pues su sentido se trastoca nuevamente cuando tras la vacancia de la Presidencia de la República y el golpe del congresista Manuel Merino, se le otorga un nuevo significado: doscientos años de sometimiento y explotación negados por el exitoso modelo neoliberal, quedan develados ante la envergadura de nuestras profundas carencias en salud, la pérdida de un año de educación regular y la exposición de los puntos más débiles de nuestra institucionalidad democrática. Es entonces cuando el emblema del bicentenario pasan a encarnarlo las vidas de Inti Sotelo y Bryan Pintado, sacrificadas durante la lucha en las calles contra la descontrolada represión policial, otorgándole con el nombre “Generación bicentenario” un homenaje a los jóvenes que con su fuerza consiguieron un gobierno transitorio que convoca a elecciones presidenciales y de pronto…

Debido a que nuestro sistema democrático permite postular hasta a una candidata en plena investigación judicial por dirigir una presunta organización criminal de lavado de activos; ante el desconcierto nacional, pasan a la segunda vuelta electoral Keiko Fujimori y un recordado y sorprendente líder sindical, profesor de escuela rural de educación primaria, llamado Pedro Castillo que postula invitado por un partido cuyo líder se encuentra también acusado de corrupción. Lentamente, Castillo deslinda sus vínculos con el fundador del partido marxista leninista que lo albergó, cambia su postura sobre el enfoque de género y da forma a un equipo técnico, con claro esfuerzo porque quedara conformado con una notoria mayoría de intelectuales y científicos regionales y con el menor número de capitalinos posible.

Keiko y los sectores socioeconómicos A y B de las principales ciudades de la costa peruana, entre ellas la más desproporcionadamente poblada Lima, declararon cerrar filas contra el comunismo. Pero en realidad, cerraron filas contra los campesinos, con un racismo y un clasismo quizá sólo vistos hasta cuando los terratenientes pudieron mantenerlos analfabetos en las décadas de 1950 y 1960, aquellas del “desborde popular”.

Esa es la razón por la que el triunfo de Pedro Castillo no simboliza una división para el país, sino la primera integración real, radical y democrática de las hijas, de los hijos de los campesinos analfabetos que pudieron atender a la escuela por primera vez en sus familias. Y ya su esposa se ha encargado de contarnos cómo fue que se conocieron en sus aulas, en su patio, en ese espacio que Castillo supo reconocer y valorar desde niño como un medio de transformación.

Keiko Fujimori y el sector que la respalda (encabezado por el marqués Mario Vargas Llosa, defensor “porque sí” del sistema liberal) insisten en que Castillo sí lo divide, pues encabeza a los “resentidos sociales” o “ignorantes” que han sido capaces de realizar un “fraude” organizado a nivel nacional. La prueba principal para exigir la nulidad de las actas se basa en considerar que las firmas no totalmente similares al DNI son falsas, única explicación que justifica que pueblos rurales enteros hayan votado por Castillo.

Al resto del Perú no le queda la menor duda que la razón por la que acusa sin verdaderas pruebas es porque falta poco para retornar a la prisión preventiva el próximo lunes 21 de junio y porque luego será condenada a treinta años de prisión por los delitos cometidos. Pero lo interesante es que sus seguidores, quienes repiten todo lo que ella denuncia de manera obcecada, parecen perpetuar un juego especular en el que ella proyecta sus delitos y culpas en sus opositores. Ella se declara protectora de la libertad y la democracia cuando niega los resultados de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, ONPE, amenaza al Jurado Nacional de Elecciones y sus aliados políticos piden golpe de estado. Sus seguidores gritan portando antorchas que se respete su voto, pero ellos insisten en que el voto de los pobladores rurales es falso. De ser así, si todo aquello de lo que son culpables lo proyectan, ¿quiénes están sintiendo el “resentimiento social” al que se refieren? La población que ha venido hasta Lima para velar por su voto, para defenderse de la cárcel que la imputación de firma falsa implica como castigo, solo ha compartido, desde que ha llegado a la capital, solidaridad, sonrisas y alegrías durante las marchas. Una esperanza y una unión nunca antes vista. Si de rencor se trata, entonces, que aprendan a darse cuenta de que puede estar dentro de quien lo acusa, que quizá sea esa rabia que da ver que el poder que se ejercía sometiendo y despreciando a quienes no hablan su castellano, comen o se visten como ellos, es la patética furia que ya llegó la hora de apagar, pues llegó el tiempo, doscientos años después, para que los igual de verdaderos y merecidos dueños de nuestra tierra se encarguen de nuestro gobierno.

15 de junio de 2021

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corrupción, Fraude, Generación bicentenario

Vivimos un momento muy delicado porque aparentemente los peruanos estamos totalmente divididos. Eso es lo que nos quieren hacer creer los extremistas de cada lado y la gran mayoría de periodistas y políticos que no han participado en las últimas elecciones.

Sin embargo, encontramos muchas posiciones en las que los peruanos estamos de acuerdo por abrumadora mayoría.

El proceso electoral que está por culminar nos ha dejado en claro que el pueblo peruano es abrumadoramente democrático. En épocas tan difíciles como las actuales, en medio de una pandemia terrible, el pueblo peruano se ha volcado, no una sino dos veces, a las mesas de sufragio para elegir a sus representantes. Si efectivamente ha habido ausentismo este ha sido minoritario. Además, no ha existido ninguna manifestación importante por parte de la población contra el sistema democrático.

En la primera vuelta encontramos nuevamente que una abrumadora mayoría no tiene simpatía por un candidato o partido. Hubo 18 candidaturas presidenciales. Menos de 11 de cada 100 electores hábiles votó por Castillo, poco más de 7 lo hicieron por Keiko, poco menos de 7 por Renovación Popular, muy similar cantidad por Avanza País, 5 de cada 100 votaron por Acción Popular, poco más de 4 por Juntos por el Perú, poco más de 3 por Alianza para el Progreso, al igual que por Victoria Nacional, 13 de cada 100 votaron en blanco o nulo y 30 de cada 100 electores hábiles no se presentó a votar. Repito sólo 11 de cada 100 peruanos aptos para votar lo hizo por Castillo y sólo 7 por Keiko.

La votación para el Congreso fue bastante similar sobre todo en lo que se refiere a la cantidad de votos nulos y en blanco y a la cantidad de electores que no acudieron a votar. Sin embargo, debido al uso del sistema de cifra repartidora, sólo obtuvieron representación 10 agrupaciones políticas.

Aquí nuevamente se repitió el abrumador fraccionamiento. Castillo obtuvo 37 escaños (28%), Keiko 24 escaños (18%),

En la segunda vuelta encontramos otra abrumadora mayoría, la del voto en contra. A la mayoría de peruanos no nos gusta ninguno de los 2 candidatos así que votamos en contra del que nos parece peor.

Contra Castillo votaron en rechazo y miedo a la propuesta comunista de su partido y en rechazo a la corrupción del presidente de su partido, actualmente sentenciado por corrupción, que representa al modelo mafioso que tiene sometidos a Venezuela, Cuba entre otros.

Contra Keiko votaron en rechazo y miedo a la continuidad del modelo mafioso, corrupto y negligente que venimos viviendo en el Perú en las últimas décadas ( con 5 ex Presidentes de la República acusados de corrupción o presos, con innumerables Presidentes regionales, jueces, fiscales, contralores, ministros, empresarios, etc, también procesados y encarcelados) y en rechazo al accionar corrupto de Keiko y sus partidarios que fue tan evidente como dañino al Perú en el último lustro.

Estoy seguro que muchos de los que votaron contra Castillo tenían también muchos motivos y ganas de votar contra Keiko y viceversa, pero el formato de segunda vuelta no lo permitía.

Nuevamente encontramos aquí una abrumadora mayoría que votó en contra, por rechazo y miedo a la mafia y la corrupción venga de donde venga.

¡Sólo 18 de cada 100 peruanos votaron por Castillo o Keiko en la primera vuelta, 82 votamos en contra o no votamos! 82 de cada 100 estamos de acuerdo en algo, entonces por qué nos peleamos como enemigos a muerte?

Según las reglas del sistema democrático que abrumadoramente apoyamos, ni Castillo ni Keiko, pueden imponer su oferta electoral porque para ello necesitan mayoría en el Congreso y no la tienen. Peor aún, están en absoluta minoría, tanto que en caso de llegar al poder si quieren gobernar solos el resto del congreso los puede vacar. Y eso, o la disolución del congreso, es lo que probablemente termine pasando si es que el que gana no tiende la mano en busca de concertación, moderando hacia el centro su programa y evitando la corrupción en sus actos.

El último lustro ha sido muy educativo para todos, pero sobre todo para los mafiosos. Si no hay acuerdo político el sistema obligará a nuevas elecciones y los corruptos ya saben que no sólo los estamos vigilando sino que hay equipos anticorrupción que vienen mostrando su capacidad para investigar, acusar y sancionar con penas de cárcel.

La ONPE ha hecho un trabajo extraordinario, ha llevado adelante exitosamente dos elecciones en plena pandemia y nos ha brindado los resultados de manera oportuna con total transparencia. Problemas ha habido pero han sido menores, no se puede esperar la perfección total .

El empate es una realidad , ya nos la habían anunciado las encuestadoras. La diferencia va a ser mínima, dejemos que las instituciones encargadas la establezcan a través de procedimientos transparentes y públicos.

Somos mayoría los que , ya sea a través de los congresistas que elegimos o a través de una militancia pacífica, legal y alerta tenemos el poder de evitar excesos de cualquiera que sea el ganador. No caigamos en el fanatismo y el odio de los extremistas, ellos son minoría, y recuperemos la paz y fraternidad que nos corresponde.

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ausentismo electoral, Elecciones 2021, ONPE

El ganador de las elecciones que asuma el Ejecutivo -hasta que el JNE no falle, no se puede asumir nada oficialmente- se enfrentará a un Congreso tan o más populista que el actual.

La composición fragmentada del mismo (hay diez bancadas, ninguna con mayoría absoluta), el hecho de que 122 de los 130 ejerzan por primera vez el cargo (un Parlamento novato), la naturaleza ideológica de sus miembros (solo hay 44 de derecha antipopulista), no genera buen pronóstico.

Si a los 37 de Perú Libre, le sumamos los 17 de Acción Popular, los 15 de Alianza para el Progreso, los 5 de Juntos por el Perú, los 5 de Podemos y los 4 de Somos Perú, quienes han demostrado ser materia dispuesta para cuanto despropósito legal se le ocurriera a alguno de sus colegas, suman nada menos que 81 votos fácilmente prestos a aprobar cualquier iniciativa populista regulatoria, como las que han abundado en el Legislativo vigente.

Hay que agregar el dato de las próximas elecciones regionales y municipales que seguramente llevarán a que muchos parlamentarios traten de sembrar políticamente a favor de sus partidos para que obtengan mejores resultados en dichos comicios. Se viene un carnaval de iniciativas antimercado.

Este Congreso, elegido en enero del 2020, presentó entre marzo del 2020, que asumió, hasta junio del 2021, nada menos que 969 proyectos de normas que se entrometían en el manejo macro y microeconómico del país, teniendo como principales blancos el sistema financiero y el de las AFP. Más allá de que muchos de ellos no prosperaron, revela una fruición digna de mejores causas legislativas, habiendo tanto por hacer en ese sentido.

Va a ser un problema para el Ejecutivo lidiar con estos arrebatos. Que desde el Legislativo se petardee su plan de acción, distorsionando la política económica general, será uno más de los problemas con los que el gobierno entrante tendrá que lidiar, aparte de la pandemia y la recesión económica.

Será necesario que el Ejecutivo plantee un gobierno multipartidario, que incluya miembros del Congreso en el gobierno quizás o establezca pactos muy explícitos, para lograr que se establezca un compromiso de no intromisión en asuntos regulatorios. De otro modo, será un festín de irresponsabilidades el que desde el Congreso veremos perpetrarse los siguientes cinco años.

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