Opinión

Si hay una frase que recordamos de Manuel Gonzales Prada, escritor y político anarquista del siglo XX, es la famosa : ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!

Hoy, ya entrando al segundo cuarto del siglo XXI y ante el implacable avance de las tecnologías, la expresión de Gonzáles Prada podría tener más vigencia que nunca y aplicarse al pie de la letra en medios políticos, empresariales y hasta sociales.

Sin embargo, la toma de conciencia por mantener un modo de vida saludable y el avance de la medicina, ha hecho que la esperanza de vida se alargue en promedio a cerca de los 80 años, y que adultos de 50’s, 60’s e incluso más allá, gozan de excelente salud física y mental, y un envidiable deseo de seguir contribuyendo a la sociedad.

En el Perú, si tomamos en cuenta la pirámide poblacional desde los 20 años hasta los 70 años, vemos que un 57.7% se encuentra en el rango de 20-40 años, un 36.7% entre 40 y 59 años, y 10.6% entre 60 y 70 años. Es decir, casi un 50% de la población en ese rango, es mayor a los 40 años lo que necesariamente implica, y quizá hasta encamina, a una natural confluencia generacional.

Actualmente, las instituciones están dando mayor énfasis en el intercambio de conocimiento y experiencias intergeneracionales, para generar mayor y bienestar, reduciendo el riesgo de cometer errores que quizá la experiencia, y algunas canas, puedan evitar. 

La confluencia generacional tiene, por supuesto, retos importantes. Uno de ellos es la formación y, en ciertos casos, la reconversión de los adultos para poder adaptarse a un nuevo entorno laboral que les va a demandar un esfuerzo diferente y una apertura honesta para que su adaptación sea rápida y efectiva.

De allí que quien lidere estos equipos multigeneracionales debe comprender que su gestión humana no puede ser horizontal, sino que debe de tener en cuenta las características de cada generación y buscar los puentes (o túneles del tiempo) que generen procesos donde cada uno aporte valor en base a sus competencias, habilidades y experiencia.

Consultoras de talla mundial como KPMG ha publicado un documento titulado “El desafío de retener a distintas generaciones “ (https://assets.kpmg.com/content/dam/kpmg/pa/delineandoestrategias/DE-El-desafio-de-retener-generaciones.pdf) donde recomiendan a las organizaciones a manejar activamente el talento intergeneracional haciendo énfasis en temas como la formación, la motivación, incentivos diferenciados y flexibles, que permitan que la diversidad de generaciones sea provechosa para las personas, las empresas y la sociedad. 

Así como nos hemos acostumbrado a tener equipos multidisciplinarios, multirraciales y con diversidad de género, toca ahora integrar una nueva variable que es la generación de los colaboradores, aquella que entrega juventud y modernidad, como también la que ofrece experiencia y conocimiento. Como en las familias.

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Graciela y Dayana, son una pareja de mujeres peruanas, que como muchas otras decidieron formalizar su unión y casarse, y de esta manera constituir su familia. 

La diferencia es que ellas no pueden hacerlo legalmente en el país, debido a que en el Perú el derecho a contraer matrimonio es exclusivo de las personas heterosexuales. 

Por ello, lejos de su familia y sus queridos esta pareja decidió formalizar su unión en Argentina, hace un año. Con pena de no poder compartir su alegría con sus seres queridos, pero en un acto de afirmación de su identidad y derechos. En este país, desde hace varios años, se puede contraer matrimonio independientemente del sexo, orientación sexual o identidad de género de las personas contrayentes. 

Más allá del romanticismo, negarles la posibilidad de casarse en su país de origen es un hecho de discriminación directa que se ha mantenido en el tiempo y evidencia que aún estamos en un país profundamente homofóbico, lesbofóbico, bifóbico, transfóbico y machista. 

De manera persistente e histórico el movimiento LGBTIQ+ ha levantado como parte de sus demandas el reconocimiento del matrimonio igualitario, así como la necesidad de romper con la discriminación estructural y la violencia que los excluye, atemoriza y violenta cada día. La respuesta ha sido la indiferencia de parte de las autoridades. 

El Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, en su compromiso con la lucha contra la discriminación ha asumido el litigio de este caso, con la finalidad de lograr la inscripción del matrimonio celebrado en el extranjero entre dos ciudadanas peruanas mujeres y marcar así un hito histórico para el movimiento feminista y LGTBIQ+.

Este caso emblemático busca el reconocimiento de derechos humanos fundamentales, como el derecho a formar una familia, el derecho a una vida libre de violencia y otros tantos en el marco del principio de igualdad y no discriminación. También se pretende promover que se respete el proyecto de vida de las personas, obligaciones estatales que se alinean con los estándares internacionales de derechos humanos.

Al respecto, se tienen importantes precedentes de pronunciamientos de distintos juzgados de la Corte Superior de Justicia de Lima que, aunque no en última instancia, han amparado la solicitud de reconocimiento del vínculo matrimonial celebrado en el extranjero entre personas del mismo sexo, señalando que con ello se garantizan principios y derechos reconocidos en los tratados internacionales que el estado peruano ha suscrito. 

Entre estos están casos emblemáticos como el de Oscar Ugarteche Galarza y Fidel Atoche, Susel Paredes Piqué y Gracia Aljovín de Lozada, Andree Martinot Serván y Diego Urbina Fletcher y, el más reciente de junio del año pasado de Mónica Coronado e Irina Picco. En este último, se reconoció por primera vez que negar la inscripción del matrimonio entre personas del mismo sexo genera una violación masiva de sus derechos fundamentales.

Con el caso de Graciela y Dayanna se abre una nueva oportunidad para lograr una igualdad real y lograr así un país que algún día que respete y garantice los derechos de todos sus ciudadanas y ciudadanos.

Uno de los costos sociales mayores de la reconstrucción política y económica que el Perú tendrá que emprender desde el 2026, será el incremento exponencial de la violencia social.

Hoy no actúa manifiestamente el potencial destructivo de las mafias ilícitas, porque el gobierno en funciones ha encontrado que,pactando vergonzosamente con ellas, logra paz social y estabilidad por parte de los actores políticos casados con las mismas.

Pero cuando advenga un gobierno que rompa con ese pacto infame, la violencia brutal de estas mafias, que se ve en acciones concretas como las que afectan a la empresa La Poderosa en Pataz, se desatará con furia.

Cuando se tome la decisión de enfrentar en serio el narcotráfico, la minería ilegal, la trata de personas, el contrabando, la tala ilegal, no será sin resistencia, que transitará, sin duda, por los cauces legales ya infiltrados (Congreso, autoridades locales, Ministerio Público, Poder Judicial y Policía y Fuerzas Armadas), pero que también hará sentir su capacidad de acción a través de la violencia desembozada y letal, cuya capacidad se vislumbra.

Mucha inteligencia operativa, sagacidad política y decisión férrea serán necesarias para derrotar a estos grandes enemigos de la democracia y del libre mercado, que están corroyendo las entrañas mismas de la República impunemente, con la connivencia de un gobierno cuyo inmenso daño al país recién será medido cuando concluya.

El país deberá estar advertido y preparado para esa explosión de violencia resistente al orden del Estado de Derecho, que debe ser reinstalado si queremos dejar de transitar hacia ser una nación en desarrollo fallida y estructuralmente defectuosa.

La experiencia de otros países que recorrieron un camino similar puede servir de mucho para no repetir los errores y replicar los aciertos. Lo seguiré reiterando en esta columna: el 2026 nos jugamos mucho como país, algo mucho más importante que la coyuntura crítica y mediocre por la que hoy transitamos.

Si las élites vuelven a equivocarse, habrán condenado a varias generaciones de peruanos a la pobreza, el autoritarismo y la violencia social. Aun estamos a tiempo de hacer lo necesario para evitar ese desenlace.

Soy crítico y víctima de un sistema judicial abusivo e irracional, pero no se puede soslayar el legicidio que el Congreso pretende cometer tirándose abajo todo el tinglado institucional que abarca desde la Junta Nacional de Justicia (y, por ende, el Ministerio Público y el Poder Judicial) hasta los organismos electorales.

Hay una guerra civil al interior de la magistratura y en su ajuste de cuentas, muchos civiles que no tienen vela en el entierro pagamos los platos rotos de esa lucha fratricida, pero ese conflicto se debe resolver con una refundación orgánica, bien meditada, no al caballazo cuasi golpista como el que el Legislativo está pretendiendo acometer.

Tarea sustantiva del próximo gobierno, el que entre el 2026, no va a ser solo reconstruir la economía, acometer el problema de la inseguridad ciudadana, emprender reformas como la del Estado, de la regionalización, o de la salud y la educación públicas, sino también reconducir el sistema institucional democrático que la mayoría legislativa va a malherir gravemente.

Qué terrible y profundo el deterioro que estamos padeciendo. Amerita por ello que el 2026 no nos gobierne un radical destructivo sino alguien de centroderecha liberal, pero con la potencia programática y política para poder emprender las tareas señaladas. Es un imperativo político que requiere que desde ya se vayan desplegando los esfuerzos para permitirlo. No hablamos del futuro sino del presente político.

La coyuntura acuciante no nos puede hacer soslayar que ya se está cocinando el agravamiento de la crisis que transitamos, que será moco de pavos si accede el poder una opción como la que representan Antauro Humala, Guido Bellido o Aníbal Torres. Con semejantes personajes en el gobierno las deficiencias democráticas que hoy denunciamos nos van a parecer en el recuerdo, como propios de una democracia suiza.

Lamentablemente, la apatía ciudadana hoy vigente nos hace pensar que no habrá reacción callejera o siquiera mediática lo suficientemente poderosa para contener los arrestos autoritarios del Legislativo. Será necesario, por ello, pensar en la coyuntura electoral venidera como la ocasión en la que se tenga que dilucidar un retorno a las formas civilizadas mínimas de la democracia representativa o al agravamiento del sainete en el que una mayoría desquiciada está convirtiendo la separación de poderes consustancial a la democracia más básica.

Los años veinte fueron un decenio de contenidos, qué duda cabe. Fueron tiempos de ideologías, de encarnizados debates entre diversas cosmovisiones del mundo que pretendían abarcarlo todo. Pero a las aparentes certezas de estas cosmovisiones se les interpusieron corrientes filosóficas relativistas que exigían, lo menos, adecuar el dogma a cada realidad. ¿Qué hacer? ¿cómo aplicarlos? 

Esa herencia la dejaron los marxistas originales. Marx y Engels vaticinaron su propio “fin de la historia” pero discreparon en los caminos, en las circunstancias, en las condiciones. Lenin, y después la Comintern, le metieron más candela al fogón: la revolución y la praxis revolucionaria debían adaptarse a cada realidad. La inquietud se trasladó al Continente Americano, ¿qué hacer con América Latina? ¿cómo conducirla hacia la revolución? 

Durante la polémica entre Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, el célebre trujillano corrió a la izquierda del también célebre moqueguano. Pero el amauta corrió con la Internacional Comunista, mientras que el fundador del APRA en contra de ella: por eso la historia registró a Haya como al revisionista. Lo cierto es para 1928 ninguno de ambos lo fue, al punto que el Haya de 1928, inclusive en su versión indoamericana del marxismo, se inspira en sus fuentes originales:  Karl Marx, Friedrich Engels y Vladimir Lenin.  

El marxismo indoamericano de Víctor Raúl es centrado, aterrizado, interpretado pero ortodoxo al fin y al cabo. Se enfoca más en establecer la estrategia adecuada para sacar adelante una revolución en concreto, continental, situada a la vuelta de la esquina, que anhelaba con impaciencia iniciar y liderar. El no entendió la revolución como la estación final, definitiva, consagratoria, de un proceso interior del trabajador proletario, que integra su ser al socialismo, como al mito espiritual que lo eleva a su estado más puro:  la conciencia de clase. Estas eran las ideas de Mariátegui, muy influenciado por Henry Bergson y George Sorel. 

Para el Haya de 1928, como para el propio Lenin, la cuestión, que no descuidaba la discusión teórica, debía perseguir una meta concreta:  la conquista del poder para luego construir la patria proletaria posiblemente incorporando varios de los tópicos que demandaron la atención e inspiraron notablemente la producción intelectual de Mariátegui. Pero no había tanto que esperar, ni tanto que lucubrar. Al principio,  la cuestión medular es el poder. Y de estos planteamientos no puede colegirse que la interpretación hayista sobre el marxismo y la revolución deban colocarse en un estadio epistemológico inferior al del amauta1.  

Si Mariátegui voló libre a través del marxismo fue por su formación italiana, que resultó de su designación a Génova como agente de propaganda de la dictadura de Augusto B. Leguía, para la que escribió sus célebres “cartas de Italia” que se publicaron en Lima, en el diario La Razón, entonces ya adepto al Oncenio2. Tras esta experiencia, Mariátegui se volcó íntegro a su Defensa del Marxismo* que giró en torno al debate europeo occidental suscitado por la publicación en 1898 del célebre artículo La crisis científica y filosófica del marxismo contemporáneo, de Tomás Masaryk, posteriormente fundador de la república checoslovaca. Las valiosas obras de Antonio Gramsci, Benito Croce, Antonio Labriola y George Sorel enriquecen este debate del que Mariátegui se nutre y participa como el gran intelectual que fue al punto de señalar, en 1928, que dicha crisis fue una invención del susodicho Masaryk3.  

Ideológica y programáticamente, Haya fue un marxista más centrado pues se avocó a encontrar la fórmula precisa para América Latina, su revolución y su transición al socialismo. En este aspecto fue insuperable, no hay otro El Antimperialismo y el APRA4 escrito para aplicarse a la región en aquellos tiempos.  Los rusos, a su turno, no parecen tampoco haberse visto demasiado influenciados por el debate marxista-occidental. De hecho, Lenin tenía un mal concepto sobre George Sorel a quien calificó en su materialismo y empirio-criticismo de 1908, de confusionista bien conocido. 

Pero si el Haya marxista fue más ortodoxo que Mariátegui en el plano ideológico, en el plano político al fundador del APRA le importó poco menos que dos cominos convertirse en instrumento de los rusos. Para él, la revolución indoamericana no ameritaba la sumisión a Moscú. Además, deploró la estalinización, conocida oficialmente como bolchevización, que verticalizó y centralizó todos los canales de decisión de la URSS y la Internacional Comunista: la entendió como la muerte de Lenin después de la muerte de Lenin. 

Haya es un marxista que parte de las fuentes originales y que aterriza en la propuesta de un modelo de Estado de transición hacia el socialismo en Indoamérica, así como en un Plan Insurreccional para llevarlo a cabo. Mariátegui es un marxista muy inspirado, cosmopolita, como recientemente lo ha llamado Martín Bergel5, nutrido de diferentes fuentes que giran alrededor de un debate intelectual que agitó a las izquierdas occidentales. Un marxista, que, finalmente, también sabe aterrizar con éxito a la realidad a través de sus celebérrimos 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana, publicado por entregas en la revista Amauta el 1928 y que ha sido motivo de centenares de nuevas ediciones en diversos idiomas. Los marxismos de Haya y de Mariátegui no eran opuestos, no eran contradictorios, sencillamente eran diferentes. Esto se vincula de manera casi directa con quién era, qué hacía, qué buscaba y cuáles eran las utopías que iluminaban el camino de cada uno de nuestros personajes.

Mariátegui murió el 16 de abril de 1930 en el auge de su marxismo heterodoxo6. Luego de un tiempo de veto estalinista, que también tuvo que padecer el amauta, solo que, cual Cid Campeador, después de muerto, se redescubren su obra y trayectoria y proliferan cientos de estudios interesados en descifrar qué clase de marxista era el intelectual moqueguano.

El caso de Haya es distinto. En 1931 abraza la socialdemocracia desde una mirada aprista, ya en 1928 había roto definitivamente con la Comintern o viceversa. De allí resultó en un paria de todo el comunismo mundial, y, en tanto que tal, catalogado de revisionista, nacional-imperialista, demo-burgués etc. Por ello, la mayoría de los estudios, incluso contemporáneos, reproducen las imágenes que sobre él supo difundir la Comintern en tiempos de la polémica y se ha descuidado un análisis más sistemático y riguroso de su estación marxista.  

Como dijimos en nuestra nota anterior, sí hubo un Haya marxista que en estas líneas, y en nuestra nota pasada, hemos reseñado brevemente. También hubo, a posteriori, un Haya anticomunista, desde que entiende que el cambio debe realizarse en democracia y señala al comunismo como uno de sus peores enemigos, más en los tiempos de José Stalin.

Entre las estaciones en las que se detiene Haya de la Torre, la marxista es fundamental, no sólo por ser la primera, sino porque probablemente fue con aquella que nos legó su corpus ideológico y doctrinal más brillante y trascendental. Por eso han llegado los tiempos de dejar atrás una pugna política-ideológica revitalizada en los años setenta del siglo pasado pero que carece de toda motivación en estos tiempos de post Guerra Fría y de auge de los estudios culturales.  

La Guerra Fría terminó. Al igual que Mariátegui, Haya es patrimonio del Perú, también debe serlo para nuestra intelligentzia. Su aporte al marxismo continental merece rigurosos estudios, mejores investigaciones históricas y las más profundas reflexiones filosóficas7. 

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1 Augusto Ruiz Zevallos, en un sugerente artículo recientemente publicado (2023) sostiene que Por la Emancipación de América Latina es compilada por Haya en 1927 con la intención de convertirlo en un libro para la revolución. Creemos que este análisis, al que dedica la mitad de su reflexión, debió seguirles la pista a los siguientes pasos de Haya en ese sentido, a la escritura en México de El Antimperialismo y el APRA, así como a la puesta en marcha del Plan de México, que resulta la concreción del proyecto revolucionario que Haya anunciase en su recordado libro de 1927. Sin embargo, el artículo de Ruíz Zevallos da súbitamente un giro en sentido contrario e intenta desmontar el proyecto revolucionario de Haya desde que este tuviese que enfrentar a Mariátegui en la célebre polémica. Ruiz Zevallos realiza este ejercicio a través de una bastante forzada crítica a mi artículo LIMA NO RESPONDÍA. El fracaso del plan insurreccional planteado en México explicado en carta de Víctor Raúl Haya de la Torre a Wilfredo Rozas, fechada el 22 de septiembre de 1929. Investigaciones Históricas. Época Moderna Y Contemporánea, #42, 2022. 

https://revistas.uva.es/index.php/invehisto/article/view/6914  

En su réplica, Ruíz Zevallos sostiene, entre otros tópicos, que Haya se sitúa epistemológicamente por debajo de Mariátegui. Al final, este inesperado giro en el trabajo de Ruíz Zevallos, que, a nuestro entender debió ser sinérgico al nuestro, lo lleva a ofrecer conclusiones contradictorias y poco comprensibles. Ruiz Zevallos, Augusto. Un libro para la revolución. Por la emancipación de América Latina y el Plan Político del joven Haya de la Torre, 1923–1927 En Revista del Instituto Seminario de Historia Rural Andina # 11, 2023.

2La designación de José Carlos Mariátegui como agente de propaganda del régimen dictatorial de Leguía es hasta hoy polémica. Sus seguidores sostienen que se trató de un exilio disimulado que le permitió evitar la cárcel y ampliar, como efectivamente lo hizo, su bagaje intelectual. Es positivamente cierto que hoy no disfrutaríamos de lo más fundamental de la obra de Mariátegui sin su experiencia europea. Nosotros nos hemos limitado a señalar el motivo del viaje de Mariátegui a Europa. No emitiremos ningún juicio de valor. 

3Mariátegui refiere y cuestiona las tesis de Marasyk respecto de la crisis del marxismo en el #17 de la Revista Amauta publicada en 1928. 

4Escrito en 1928, El Antimperialismo y el APRA recién pudo publicarse en Chile en 1936, a través de la Editorial Ercilla. Es posible que Haya modificase el texto original considerando su adhesión a las ideas socialdemócratas desde una mirada aprista a partir de 1931. Sin embargo, el texto mantiene la propuesta de un marxismo adaptado a la realidad latinoamericana. 

5 Bergel, Martín. El socialismo cosmopolita de José Carlos Mariátegui. En Nueva Sociedad #293, 2021.

6 Del marxismo heterodoxo de José Carlos Mariátegui se ocupó, la década pasada, Sosa, Paula. José Carlos Mariátegui. Lecturas heterodoxas del marxismo desde el tercer mundo. Jornadas Nacionales de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad de Cuyo, 2016. 

7 Actualmente asistimos a una saludable renovación temática de los estudios acerca de la historia del APRA gracias al enfoque de las historias intelectual y conceptual. En este nuevo ambiente, la inclusión de estudios más acuciosos sobre las diferentes estaciones ideológicas de Haya de la Torre es tarea pendiente y fundamental.

*Al hablar de Defensa del Marxismo jugamos con el nombre con que el amauta denominó su última compilación publicada en vida. No obstante, en el artículo referimos de manera puntual la encomiable lucha de Mariátegui en defensa de la vigencia del marxismo frente a los cuestionamientos que recibió en su tiempo desde corrientes relativistas y otras más.  

[TIEMPO DE MILLENIALS] Hace un par de semanas hice un viaje nacional que fue “eventful” por decir lo menos. Los empujones que recibí en la puerta de entrada al aeropuerto me advirtieron que estaba caminando lento así que aceleré el paso y noté que empecé a caminar defensivamente hacia mi siguiente destino, un restaurante para almorzar. En este ocupado lugar había una cola larga conformada en su mayoría por turistas que esperaban pacientemente mientras una pareja de peruanos reclamaba de forma agresiva.

Cuando llegué a mi destino, subí al taxi que me esperaba. El conductor manejaba a mil por hora así que le pedí que baje la velocidad, luego de idas y vueltas de no aceptar de malas formas, llegamos a un consenso y bajó la velocidad. Entendí que el señor obtenía mayores ganancias con la mayor cantidad de carreras ida y vuelta al aeropuerto, así sea arriesgando su vida, y que quizá tenía a alguien enfermo en casa o mucha necesidad. Sea como fuera, el señor había aprendido a vivir a la defensiva.

Lo curioso de este viaje es que no pude volver en la fecha programada por mal tiempo y debí viajar a otra ciudad para partir desde ahí a Lima. En las 4 horas que estuve en ruta pensé en muchos ejemplos de mi entorno cercano, las noticias, reporteros, el congreso y yo misma y llegué a la conclusión de que en los últimos tiempos nuestra sociedad peruana está a la defensiva, en pie de guerra. Me hizo pensar en esos videos de TikTok que presentan diferentes situaciones para terminar expresando “amanecí y escogí la violencia”. 

De acuerdo con la Real Academia Española, la gentileza se define como “gallardía, garbo y bizarría” así como “urbanidad, cortesía” y “obsequio o patrocinio económico”. De todas las definiciones, me gustaron “cortesía” que significa demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene alguien a otra persona y “obsequio” que es un regalo. Así, podría concluir que la gentileza es un regalo de respeto.

La pregunta es si la gentileza debería ser un regalo o parte de nuestra identidad. La amabilidad es una cualidad que valoramos y apreciamos. Nos encanta relacionarnos con personas positivas, comprensivas y educadas, que nos tratan con respeto y consideración.  Sin embargo, es también una característica escasa y difícil de encontrar y que nosotros mismos no honramos.

¿Por qué cuesta tanto ser amable? Tal vez, por miedo. Para muchos grupos de nuestra sociedad ser amable es equivalente a ser débil, a que te tomen por tonto y se aprovechen de ti. Caso contrario,  ser indiferente u hostil da una sensación de poder y fortaleza que de alguna manera te pone “en ventaja” frente a los demás así que la mayoría escoge este camino, es más fácil. El problema son las consecuencias de una sociedad endurecida y a la defensiva.

Lo interesante es que todas las personas empezamos siendo amables desde niños y es nuestro entorno el que nos endurece a través de vivencias y aprendizajes. Sin embargo, no podemos perder de vista que somos los adultos los que modelamos la amabilidad u hostilidad en los niños y que esta una responsabilidad que no podemos tomar a la ligera.

Así, “si tienes la opción de tener la razón o ser gentil, elige la gentileza”. Wonder, (2017)

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Amabilidad, Gentileza, Sostenibilidad

Hay buen manejo monetario, estabilidad enorme en el Banco Central de Reserva, inflación ya a la baja, reservas internacionales cuantiosas, nivel de endeudamiento de los más bajos de la región. Y, sin embargo, la inversión privada sigue sin levantar cabeza.

Son dos las razones fundamentales que explican ello y que no van a cesar hasta el 2026, cuando se sepa quién será el próximo ocupante del solar de Pizarro.

Por un lado, la enorme debilidad política del Ejecutivo y la irreversible vocación populista del Congreso, generan un grado tal de incertidumbre que ningún dueño de capitales va a apostar a un proyecto si no tiene en claro si las condiciones se van a mantener en el tiempo. El statu quo político afecta la economía, rompiendo la ya decrépita hipótesis de que ambas pueden marchar por cuerdas separadas.

De otro lado, la altísima incógnita respecto de quién va a ocupar el sillón presidencial y, sobre todo, si va a ser algún candidato de izquierda radical, torna imposible que algún empresario piense en invertir más allá del año y medio que resta para las elecciones. Imagínese usted amigo lector si invertiría una gran suma de dinero en algún proyecto si no tiene la certeza de si se lo van a expropiar o van a dictar regulaciones absurdas sobre su quehacer. Es psicológicamente imposible.

Estamos condenados a un crecimiento mediocre, a que siga aumentando la pobreza, a que se deterioren más los servicios básicos, y ello, a su vez, alimenta las condiciones propicias para que surja un outsider que prometa patear el tablero y refundar el Perú. Es terrible la situación por la que está pasando el país y si a ello le sumamos el grosero deterioro institucional de los órganos que imparten justicia, se termina de completar el círculo del infierno para cualquier ánimo inversor (alguna ONG o unidad de investigación debería darse el trabajo de investigar cuántos empresarios o inversores tienen algún proceso fiscal o judicial abierto; nos sorprenderemos del número, que en muchos casos es abusivo e irracional).

No queda si no aguantar, hacer la tarea política e ideológica que corresponde, para evitar, con todas las energías posibles, que el país se vaya al abismo populista y autoritario el 2026. Desde individuos hasta organismos de la sociedad civil tienen la responsabilidad de hacerlo.

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Banco Central de Reserva, BCR

En la era de la información ilimitada y las opiniones inagotables, surgen unos héroes improbables: los censores modernos. Equipados con una moralidad autoimpuesta y una lista interminable de temas tabú, como el terrorismo, los derechos humanos y el conflicto armado interno, estos defensores de la sensibilidad pública están decididos a salvarte de ti mismo.

¿Quiénes son estos adalides de la moderación? Son individuos selectos, cuidadosamente elegidos por su capacidad para detectar el más mínimo atisbo de controversia en películas, libros y cualquier medio de expresión imaginable. Su misión es simple: protegerte de cualquier idea que pueda hacerte pensar demasiado, cuestionar el status quo o las historias oficiales.

Armados con bolígrafos rojos y una firme convicción en su propia infalibilidad moral, los censores modernos se abalanzan sobre el arte, la literatura y el cine como cazadores furtivos en busca de presas peligrosas. ¿Una palabra mal colocada? ¡Censurada! ¿Un personaje que desafía las normas sociales? ¡Censurado! ¿Una trama que puede ofender a alguien? ¡Por supuesto, censurada!

Pero no se preocupen, ciudadanos y ciudadanas, estos guardianes de la moralidad están aquí para protegerles. ¿Quién necesita libertad de expresión cuando puedes tener una versión pasteurizada del arte, la literatura y el cine? ¿Quién necesita diversidad de ideas cuando puedes tener un pensamiento único como el “pensamiento Fujimori” (Rosangella Barbarán dixit), convenientemente filtrado y empaquetado para tu consumo?

Y así, mientras los censores modernos patrullan las fronteras de lo políticamente correcto, nosotros, el público, nos hundimos cada vez más en un mar de mediocridad intelectual. Después de todo, ¿quién necesita desafiar sus propias creencias cuando puedes tenerlas validadas constantemente por aquellos que saben lo que es mejor para ti?

Ah, pero hablemos de un incidente reciente que ha capturado la atención de todos: la cuasi censura de la película «La piel más temida» por parte de Paco de Piérola, el censor más vigilante de la industria cinematográfica nacional. ¿Qué fue lo que le molestó a Piérola? ¿Quizás el reflejo incómodo de la sociedad en el espejo del cine? ¿O tal vez la audacia del cineasta Joel Calero de desafiar las convenciones narrativas y mostrarnos la complejidad de las personas ante situaciones difíciles? No, nada de eso. Fue simplemente que la palabra “terrorista” no se mencionó 666 veces para evitar que se “romantice el terrorismo”. ¡Qué barbaridad!

Y como si la tarea de censurar películas y libros no fuera suficiente, ahora también tenemos la propuesta de la participación de militares y policías dispuestos a decirnos qué es lo que podemos ver y qué no en el cine. ¿Quién necesita críticos de cine cuando puedes tener a un sargento dictando tus preferencias cinematográficas? Porque, claramente, lo que necesitamos en nuestra vida ya abrumada por decisiones es que un oficial nos diga si una película es apta para nuestro consumo cultural. ¡Qué alivio saber que nuestras fuerzas armadas estarán dedicando tiempo y recursos a protegernos de las tramas peligrosas y de las palabras no dichas!

Entonces, levantemos nuestras copas a los censores modernos, esos guardianes incansables de la ignorancia y la monotonía. Porque en un mundo donde la libertad de expresión es una molestia y el pensamiento crítico es un lujo, su labor es verdaderamente invaluable. ¡Larga vida a la censura moderna! O mejor dicho, ¡no tan larga, por favor!

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Uno de los desafíos que enfrentan las orquestas sinfónicas  es cómo conectar a las grandes multitudes. Para lograrlo,  suelen interpretar temas muy conocidos por la audiencia, como las bandas sonoras de películas famosas o canciones populares. Sin embargo, esto a menudo lleva a que se descuiden las obras de los grandes compositores clásicos.

Esta situación refleja un cambio en la sociedad actual, donde la atención se fragmenta y los gustos musicales se diversifican. La música clásica, que antes era venerada y ocupaba un lugar destacado en la cultura popular, ha sido desplazada por otros géneros más comerciales. Los promotores culturales, con una actitud sesgada, piensan que no será del gusto del público mayoritario.

No creo que sea así, necesariamente. Se actúa con prejuicio y nos dejamos absorber por estereotipos culturales que limitan nuestra apreciación de la música clásica. Es un error pensar que la música clásica es incompatible con la sociedad actual. Por el contrario, puede ofrecer una alternativa valiosa en un panorama cultural saturado de entretenimiento superficial y efímero. En una sociedad líquida, donde las preferencias y las tendencias cambian rápidamente, la música clásica tiene el potencial de ofrecer una experiencia profunda y duradera que trasciende las modas pasajeras.

Es importante evitar caer en el error de pensar que la música clásica ha perdido su atractivo para el público. De hecho, aún existe un gran interés por este género entre personas de todas las edades y procedencias. Es difícil no quedar inerme y sentirse abrumado ante composiciones como la Novena Sinfonía de Beethoven, La Flauta Mágica, La Cabalgata de las Valquirias o la Pequeña Serenata Nocturna. 

Para fomentar el consumo de música clásica, es fundamental adaptarse a las dinámicas contemporáneas y encontrar formas innovadoras de presentarla y promoverla. La solución no consiste, por supuesto, en crear versiones edulcoradas como ‘Mozart para niños’ o ‘Beethoven para niños’, similares a adaptaciones infantiles de los grandes clásicos literarios. Todo lo contrario: el desafío radica en ofrecer al público las versiones originales de estas obras maestras de manera atractiva para las audiencias contemporáneas, sin sacrificar la calidad artística ni la profundidad de las composiciones.

Ese es precisamente el mérito de Mateo Chiarrella, quien ha escrito y dirigido la saga de Sisi y Lala, donde introduce a un público neófito al extraordinario universo clásico de la música, la ópera y el ballet.

Actualmente, bajo la dirección de Lucho Tuesta, se presenta la obra “Mozart interactivo” en el Teatro Ricardo Blume. Esta experiencia innovadora permite al público participar de manera activa en la obra, sin que esto resulte incómodo o molesto.

En «Mozart interactivo», se presentan los diferentes episodios de la vida del genio Wolfgang Amadeus Mozart, desde su descubrimiento como niño prodigio hasta su muerte. La obra es entretenida pero no plana; también muestra las penurias y contradicciones por las que pasó Amadeus, incluidos los conflictos con su padre, quien quería controlar su alma libre, así como los problemas maritales, agravados por la miseria económica, y la profunda tristeza por la muerte de la mayoría de sus hijos.

Uno de los elementos más interesantes de esta obra es que está realizada con música en vivo. El público, además de disfrutar de una interesante y amena historia, podrá empaparse de una fina selección del legado musical de Amadeus, sublime y monumental.

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